domingo, 23 de diciembre de 2012

65. El mundo se para tres semanas

Decían algunos estúpidos que si se acababa el mundo el otro día. Bueno, estúpidos los que se lo creyeron en serio, no me parece mal como juego y tema de conversación un poco más lúdico que todos estos de la crisis que nos han agobiado este año. Como siempre, algunos chistes realmente ingeniosos, por ejemplo, el siguiente. Sobre una imagen institucional, típica de los anuncios del Gobierno, se escucha una voz en off que, con toda seriedad, dice: “Se comunica a toda la población que el día del fin del mundo queda aplazado sine die en nuestro país, hasta que los españoles paguen las tasas establecidas para el Juicio Final. Ministerio de Justicia. Gobierno de España”.

Pues el mundo no se ha acabado pero, como cada año, todas las rutinas se interrumpen durante tres semanas. Pongo algunos ejemplos. El otro día bajé a cortarme el pelo al local de mi amigo Jurgen y, como siempre, hablamos de lo divino y lo humano. Observé que tenía una de las tres sillas de peluquero de que dispone arrumbada en un rincón y tapada con una toalla. Parece que alguien se sentó en ella con brusquedad y le quebró una de las patas con rueda. Jurgen pidió el recambio a la empresa que las fabrica, y le contestaron que no se lo podían mandar hasta enero, porque la empresa de suministros cerraba por Navidad.

Otro ejemplo. Hace unos años me diagnosticaron rotura de menisco con derrame en la rodilla izquierda a primeros de diciembre. Tenían que operarme ya, pero me dijeron que eso no era una urgencia y, con los turnos de vacaciones, etcétera, me dieron una fecha de finales de enero. Los que presentan un proyecto para licencia urbanística en los primeros días de diciembre, ya saben lo que les espera. No hablemos de los juicios, las sesiones parlamentarias del Congreso y todo lo demás. Jurgen dice que en Alemania no es así, pero yo me sospecho que no será muy diferente. Excepto que no celebran la fiesta de Reyes y tal vez paran dos semanas en vez de tres.
  
Estos días, periódicos y televisiones también se dan un descanso. Por ejemplo, en el día de ayer uno podía poner cualquier emisora de radio o televisión y encontrarse las mismas noticias del año pasado: el Gordo ha estado “mu repartío”, para variar, y nos asaltan las imágenes de tipos alelados de felicidad porque les ha tocado un premio grande. Ya les dije que este año no jugaba ni un céntimo, en respuesta a la supresión de la paga de Navidad, pero los anteriores, en los que jugaba dos o tres décimos y unas diez o doce participaciones, mi sensación era la misma. Vale, es la noticia del día, pero no hace falta que le dediquen medio telediario. 

Además, conociendo cómo funciona la televisión, yo no me creo que los premiados salgan a la calle y se pongan a hacer el mono de forma espontánea y que, casualmente, aparezca por allí la televisión a filmarles. La cosa es justo al revés. Los de la tele buscan en dónde ha tocado algo, encuentran a unos tipos sin duda felices, preparan el aparataje y les dicen: hala, salid ahí fuera, descorchad una botella y decir alguna gilipollez. Y los tipos obedecen. Sólo así se explica la falta de naturalidad y la homegeneidad de las escenas con que cada año nos acribillan por estas fechas.

Teniendo en cuenta que el mundo no se acaba, pero se paraliza tres semanas, yo también tendré que reducir mis entradas en el Blog, porque el descenso de audiencia que ya noto normalmente en los fines de semana, se va a agudizar en estos próximos días (ya lo estoy notando). Comprendo que todos ustedes están muy ocupados con la organización de cenas, compra de regalos, elaboración del arbolito de Navidad y el Belén, consumo de cava, digestiones pesadas y todo lo demás. En el fondo, el hecho de que podamos celebrar estas fiestas y parar el mundo tres semanas es un indicativo de que el desmantelamiento del Estado de Bienestar que hemos sufrido sistemáticamente este año, no ha acabado con todo.

Hemos llegado hasta aquí sin pedir el rescate, a pesar de que hasta El País lo reclamó en un editorial, y a mí me parece muy bien, porque, como dije en la entrada 55, entiendo que los países rescatados están bien jodidos y el rescatado dos veces (Grecia) está jodido al cuadrado. Por cierto, qué ironía la de las agencias de calificación que han decidido subir la nota de Grecia de “mierda menos” a “mierda más”. No sé cómo no les da vergüenza. 
  
El pobre Obama está en las mismas que en la legislatura anterior. Los republicanos continúan “dando musho por culo” y lo están empujando hacia el “abismo fiscal” que no sé lo que es, pero suena fatal y me temo que los que lo sufriremos seremos los europeos. El señor Berlusconi amagó con presentarse, subió la prima de riesgo y enseguida se apresuró a decir que no lo tenía tan claro y la prima se relajó otra vez. Ya saben: el bailecito del reggaetón que les explicaba en las entradas 2 y 5, y unos cuantos brokers que se forran con la subida y luego con la bajada, entre ellos quizá el propio Berlusconi, que no creo que esté por la labor de volver a ser presidente, cuando va a casarse con una de 27 y puede seguir divirtiéndose en la sombra y dando sustos de vez en cuando: ¡Ojo que vuelvo! Cómo se lo pasa. Y mientras, mi admirado Monti deshoja la margarita y se hace querer. Hace bien. Si quieren que siga, que le garanticen que Berlusconi no va a andar todo el rato amagando con salir de la nevera.

Pero todo esto pasa a segundo plano durante tres semanas en las que vamos a aparcar los problemas, vamos a agarrar una zambomba y ¡hala! a cantar villancicos, empancinarnos de turrón y polvorones, gastar más de lo debido, hacer regalos, mandar mensajitos de felicitación y christmas protocolarios y celebrar que el Gordo ha vuelto a estar mu repartío. Como no quiero hacer de cenizo, rebajaré el ritmo de mis entradas y les daré un poquito de cuartel. Por cierto, ya me han avisado de que, si quiero ser lo suficientemente cool para que mi Blog salga en la portada del Huffington Post , tengo que dejar de hablar de “entradas” y decir “posts”.  Casi que voy a seguir como estaba.

Sean felices, quieran a los que les quieren y disfruten del lapsus de tres semanas. Confiemos en que estas fiestas preludien un año no tan malo. Por lo menos, no perdamos el sentido del humor. Yo voy a descansar un poco, pero seguiré aportando mi granito de arena para que la gente se tome la crisis con menos dramatismo. Ya saben que nunca ha sucedido que después de llover no escampe (lo dije en mi post, perdón entrada, número 1, la que inauguraba el Blog). Hay que seguir peleando. Hay muchos frentes abiertos y la lucha es lo que le da sentido a la vida. Felices fiestas.     

4 comentarios:

  1. Menos mal que esta entrada (o este "post") tiene un talante más festivo. Incluso has caído en el topicazo de desear Felices Fiestas a tus lectores. Por cierto, lo de "empancinarnos" me ha encantado. Y oportunidades de colocarlo en las conversaciones de estos días no van a faltar. Superado el primer asalto (Nochebuena), afrontamos con resignación los tres que quedan: Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, magníficas ocasiones de empancinarse a placer. El roscón de Reyes es más ligerito y además lleva agua de azahar: una mariconada.

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    1. Empancinarse es palabra utilizada en La Mancha, en la zona por donde se mueve Don Quijote, y también donde nació mi padre, de quien la heredé. Es un derivado de panza, obviamente, y me gusta porque expresa con mucha claridad lo que quiere decir.
      Mi padre requería a veces los servicios de un hipnotizador para dormir pacientes alérgicos a los anestésicos comunes. Este hombre, en las fiestas solía hacer el numerito de dormir a uno de los loros que tenía. Se lo ponía en el antebrazo, lo miraba fijamente y lo dejaba frito. En una ocasión tuvo que salir pitando porque el loro (según sus palabras) se le había escagarrizado. También es palabra que expresa lo que quiere decir (en este caso gallega).
      Besitos.

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    2. Muy cultas las referencias lexicales; son estas fechas no solo de empancinarse, sino también de escagarrizarse, a cuenta de los atracones... la gente se cree que se acaba el mundo y lo único que se acaba es el año. Pero no hay miedo, tenemos otro nuevecito, para empezarlo otra vez por enero.

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    3. A ver si lo mejoramos. Una vez sobrevividos a lo más gordo de las fiestas, nos queda el día de Reyes. Te envío mis mejores deseos para este año nuevecito que hemos empezado hoy a gastar.

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