jueves, 30 de marzo de 2017

620. En medio de la vorágine

En medio de la vorágine apenas encuentro lugar para escribir algunas líneas. Esta semana está siendo más variada que la anterior. El lunes por la tarde me caí del cartel de la Mesa de Urbanismo de Ciudad Lineal, porque tenía una ocupación más trascendental: asistir al club de lectura Billar de Letras. El libro que analizamos fue La soledad del corredor de fondo, un clásico que yo leí cuando era joven (ese es el momento en que hay que leerlo), pero que ahora está de actualidad por la nueva edición publicada por Impedimenta, con una excelente traducción de la escritora Mercedes Cebrián, que vino a nuestro club. Mercedes Cebrián es una escritora contrastada, que tiene varios libros publicados entre ellos el estupendo La nueva taxidermia, que contiene dos novelas cortas que de alguna forma componen un todo. También escribe poesía; acaba de publicar un libro de poemas. Y además traduce del francés y del inglés.

Mercedes conoció en vida a Allan Sillitoe, el autor del mítico texto, cuyo libro original contiene seis o siete relatos más, que también componen un todo con la novela corta que da nombre al libro. Sillitoe no fue jamás a ninguna universidad. Oriundo de un barrio pobre de Nottingham, se vio enrolado como combatiente en la Segunda Guerra Mundial. Enviado a Malasia, contrajo la tuberculosis y eso le llevó a una larga estancia hospitalaria, en la que empezó a leer de manera compulsiva toda clase de literatura. Licenciado del servicio, volvió a Inglaterra y se unió a una poetisa norteamericana, que sería ya su mujer para siempre. El estado inglés le dio un dinero, a modo de gratificación por los servicios prestados y, con él, la pareja compró una casa en Mallorca, un lugar en donde pensaron que podían vivir con poco dinero, dando clases de inglés. Allí establecidos, Allan empezó a escribir de manera errática, sin una temática definida. Pero fue su vecino y amigo Robert Graves quien le aconsejó centrarse en el mundo de su infancia y adolescencia, cuyo ambiente dominaba.

Su primer libro, Saturday night and sunday morning, fue un éxito completo. La soledad, fue el segundo, como conjunto de relatos, un formato que igualó su éxito anterior. El mundillo lo etiquetó como pionero del grupo de los llamados angry young men, algo que parece que no le hacía ni pizca de gracia. A partir de este éxito, se dedicó en exclusiva a escribir, pero ninguno de sus numerosos libros posteriores tuvo la menor repercusión. Parece que era un tipo muy solitario, que no se hubiera relacionado con casi nadie, de no ser por su mujer, mucho más mundana y sociable. Mercedes les conoció en un congreso literario por Latinoamérica e hizo amistad con ellos. Tras la muerte de Allan, en 2010, recibió el encargo de traducir esta nueva edición de La soledad, le escribió a su viuda, que ahora vive en Londres, y ella la invitó a su casa y le ayudó un montón en su trabajo, algo que se nota en el texto español. Leyendo las reflexiones de Colin Smith, el protagonista del relato que da nombre al libro, uno se mete directamente en su cabeza, olvidando que entre medias hay un escritor y una traductora. Eso demuestra que ambos son muy buenos. Como cuando un árbitro de fútbol pasa desapercibido. Le hice este comentario a Mercedes en el club y me comentó que era uno de los mejores elogios que había recibido.

El martes sí tuve que asistir a la Mesa de Urbanismo del ciclo que he estado organizando en las últimas semanas, esta vez en un centro cultural del distrito de Latina, junto a las casitas bajas originales del barrio del Lucero, un lugar que conserva el sabor de los pueblos andaluces, con sus bares y sus pequeños comercios. Ayer acudimos a Vicálvaro (el lugar donde se sitúa la iglesia de Santa María La Antigua, en donde yo localizaba mi falso funeral al final del Post #237, cuya lectura recomiendo encarecidamente a quienes no lo conozcan, por ser unánimemente reconocido como una de las cumbres literarias de este blog). He de decir que por la mañana hube de acudir a varias citas externas, para devolver el Nissan Micra, recoger mi Toyota Auris reparado y visitar al dentista para que me extrajera el dienteputo (mal rayo lo parta) y comenzara el proceso de sustituirlo por un implante.

De los coches he de decir que me ha gustado la experiencia de conducir otra vez un vehículo con cambio de marchas. Es como un juguete, como subirse a los coches de choques, algo que te retrotrae a la juventud, a la conducción macarra que yo solía practicar en mi anterior vida. Una vez recuperado el Toyota, me he vuelto a sentir como un señor (en el buen sentido y también en el malo). En cuanto al diente, pues la extracción es una maniobra molesta, pero había que hacerla. Mi piño central fue sustituido por un interino, con contrato para cuatro meses prorrogables, que espero se porte bien y no me induzca molestias adicionales. He de decirles que estoy mucho más guapo y hasta empiezo a reírme a carcajadas sin complejos. Había pensado subir al blog un retrato, pero lo dejaremos para otro día, que ya tuve bastante sobreexposición de imagen con el triple vídeo del chiste del gallego.

Entre la hojarasca de esta vorágine, rescato un detalle de las noticias de estos días: Elton John ha cumplido 70 años. Joder, que viejos somos. Elton fue y es un pianista de primer nivel, así como un buen cantante y un compositor extraordinario, algunas de cuyas mejores canciones ya han aparecido por este blog. A modo de homenaje, les voy a traer un archivo de vídeo. El 28 de noviembre de 1974, Elton John dio un concierto en el Madison Square Garden NY, con su banda al completo y un invitado muy especial: el gran John Lennon, con el que interpreta tres temas. Por desgracia, no hay un video del evento en condiciones (o al menos yo no lo he encontrado). Pero sí que quedó grabado el sonido del fragmento en el que interviene Lennon. Sobre ese sonido, alguien ha montado diversas imágenes del concierto, muy borrosas, con fotos de ambos artistas, que eran amigos. Empieza Lennon cantando uno de sus éxitos de aquel momento, a continuación Elton hace una versión soberbia del Lucy in the sky with diamonds, en homenaje a su amigo, y terminan con una bomba: I saw her standing there, cantado a duo, que Lennon con su humor inigualable presenta como composición de un amigo suyo con el que solía tocar en el pasado y que se llama Paul. Han de pinchar AQUÍ.

Viendo estas imágenes vuelvo sobre un tema que ya se comentó en el blog. Como a Lennon lo mataron, nos quedamos para siempre con su imagen pletórica de cuarentón que jamás envejecería. Sin embargo, Elton se ha deteriorado lógicamente un montón y ahora esta hecho un pellejo malhumorado. Un caso especial de este contraste es el de los Rolling Stones. A ninguno de estos lo han matado, pero parecen haber hecho un pacto con el diablo, que conlleva una actividad mental frenética, un esfuerzo por mantenerse delgado y en buena forma y (por qué no decirlo) también una cierta dosis de maquillaje. Se ve esta evolución cuando observamos alguna foto actual de los miembros que dejaron sucesivamente el grupo. Es algo muy sorprendente. Es como si, al abandonar la vorágine que supone pertenecer a este grupo de rock, se relajen y se dejen ir a un aspecto más acorde con sus edades respectivas. Veamos algunas imágenes.


En esta primera, vemos a los Stones con su formación de los primeros 70. El segundo por la izquierda es el guitarrista Mick Taylor, que dejó el grupo en 1974. Aquí abajo tienen su imagen actual.


Los Stones se llevan muy bien con todos sus ex miembros lo que puede verse en esta imagen reciente, en la que Mick Taylor se acercó a saludar a sus compañeros y se hizo una foto con ellos.


Pero más sorprendente todavía es el caso del bajista Bill Wyman, al que podemos ver en la foto de abajo, justo cuando Ron Wood acababa de sustituir a Mick Taylor. Wyman es el segundo por la derecha.


Pues vean la pinta que tiene ahora.


Y aquí, con Keith Richards, para subrayar el contraste.

Los estragos de la edad. Por si no han captado la moraleja, aquí va: mantengan un cierto nivel de vorágine en sus vidas. En cuanto se relajen, se pueden convertir instantáneamente en unos ancianos, como le pasaba a Dorian Gray cuando se rompía su pacto diabólico. Yo voy tirando como puedo y llego a casa bastante cansado por las noches. Ayer, lo primero que hice al llegar fue tirar a la basura mi protector dental, que ya no necesitaré más con mi reluciente diente interino. Y luego dormí como un bendito. Hoy sigue la locura y dentro de un rato me voy a la Escuela de Arquitectura, donde he de dar una clase de dos horas en el Máster de Planeamiento Urbano y Territorial. Después me invitan a comer en el bar de profesores y por la tarde nos vamos a recorrer entero el parque Madrid Río. Que no decaiga.

sábado, 25 de marzo de 2017

619. Cuestión de acentos

Sí, señor. Todo es relativo en este mundo traidor y depende de dónde pongamos el acento. Hace un par de posts escribí un texto llamado “¿Qué está pasando?” y ciertos lectores más avispados me han llamado la atención, porque dicen que empezaron su lectura esperanzados en que yo les hiciera una radiografía de lo que está sucediendo en el mundo, y enseguida se dieron cuenta de que no iba a hablar de eso, sino de lo que me iba sucediendo a mí, como hago tantas veces. A partir de eso, me dicen que el post debería haberse titulado “Lo que me está pasando”. Ya ven que el “que” del primer título tendría que perder su acento para cambiar de sentido. Por cierto, me reitero en que me parece una memez la supresión de los llamados acentos diacríticos que ha decretado la Real Academia. Por mi parte, yo voy a seguir diferenciando “solo” de “sólo”; así lo he hecho toda la vida y me parece una escritura más pulcra.

Los acentos, como las comas, son fundamentales en la redacción de un texto. Son clásicos los catálogos de frases que cambian de sentido al incluir o mover una coma. Un ejemplo. Una frase machista (Si el hombre fuera de verdad consciente de lo que vale, la mujer andaría todo el tiempo a cuatro patas en su búsqueda), con un simple movimiento de coma se convierte en su contraria, que hasta Lidia Falcón la firmaría (Si el hombre fuera de verdad consciente de lo que vale la mujer, andaría todo el tiempo a cuatro patas en su búsqueda). También hay una conocida anécdota de Carlos V, que decretó el perdón de un condenado a muerte mediante el cambio de una coma antes de firmar la sentencia. Este y otros divertidos ejemplos se cuentan en un texto de El País de hace más de dos años, que pueden consultar AQUÍ.

Además de los acentos y las comas, a veces el simple cambio de una palabra por otra, altera el ritmo de un poema y lo convierte en otra cosa. Mi amigo Gonzalo Hidalgo Bayal, el mejor escritor vivo de Extremadura (en mi opinión) y gran urdidor de palíndromos y otras curiosidades, pone un divertido ejemplo de esto en su blog. Con motivo de la adicción del pueblo a jugar a la lotería, expresa su esperanza de que un día le toque (a pesar de proclamar que nunca juega), y lo hace en un pareado de impecables endecasílabos:

                                           No pierdo la esperanza de que un día
                                           me toque a mí también la lotería

Pero, a continuación, sustituye “un” por “algún”, destrozando el endecasílabo, y el pareado deconstruido muta inmediatamente en seguidilla:

                                           No pierdo la esperanza
                                           de que algún día
                                           me toque a mí también
                                           la lotería

¡¡Ele!! No me digan que no les entran ganas de arrancarse por palmas con semejante coplilla. En resumen, que no se crean nada, que nada es lo que parece y que yo titulaba mi post “Qué está pasando” por referencia al temazo de jazz-rap así titulado, con el que cerraba el texto. ¿Y cuál es mi opinión acerca de lo que está pasando en el mundo mundial? Ja, ja. Eso es lo que quieren ustedes oír. Pues el tema es complicado y no se puede abarcar en unas simples reflexiones a la carrera. El mundo que hemos disfrutado en los últimos 70 años parece acosado por diversas amenazas, algunas de ellas internas, estructurales, esenciales del sistema. Así, a primera vista, da bastante miedo el señor Trump, un tipo imprevisible y por tanto incómodo. Pero también el malvado Putin, que es una amenaza cierta y palpable. ¿Se han dado cuenta de que el centenario de la revolución bolchevique no está siendo objeto de ninguna conmemoración? Putin tiene a su país tan anestesiado, que nadie rechista. La revolución ya no mola.

Mientras Obama y los demás líderes occidentales se enredaban en Siria en una disquisición interminable sobre si eran galgos o podencos, el señor Putin mandó sus cazas y dio un vuelco a la situación. Ahora el impresentable Al Assad es un campeón de la lucha contra el terrorismo islámico. La confusión es tal que en este momento China aparece como el garante del mundo neoliberal, del mercado libre y la globalización. Con la plaza de Tiananmen cerrada a los viandantes, excepto unas horas por la mañana. El mundo al revés. Y, para colmo, a las mentiras flagrantes las llaman post-verdades. Mi blog no está capacitado para el análisis instantáneo de una realidad que cambia cada día. Pero sí para alguna reflexión a toro pasado acerca de temas recientes, sobre los que empieza ya a haber una cierta perspectiva.

Por ejemplo. ¿Recuerdan que todas las elecciones y consultas celebradas en 2016 dieron un resultado justo al revés del que se esperaba? Sin ánimo de ser exhaustivo: el Brexit, el no a la paz en Colombia, la elección de Trump, las segundas elecciones españolas con el pronosticado sorpasso de Podemos, los referéndums de Renzi. Seguro que se me olvidan varias. ¿Tiene esto algún significado? ¿Tal vez la mala suerte, o el mal fario del año bisiesto? Ni ustedes ni yo creemos en estas cosas, aunque a veces juguemos a las meigas y los conjuros. ¿Entonces? ¿Es que la gente es tonta, se deja convencer y vota lo que menos le conviene? No, señores/ñoras. La gente no es tonta. Lo que sucede es que la gente está cabreada. Muy cabreada. Y aprovecha cualquier ocasión que le dejan (por ejemplo, votando) para expresar su malestar. Para saldar cuentas.

¿Y por qué está la gente cabreada? Joder. Esta sí que es la pregunta tonta del día. ¿Recuerdan ustedes el adjetivo mileurista? No hace ni diez años, se designaba con este calificativo, de claro matiz peyorativo, a los auténticos pringaos que sólo ganaban 1000 euros/mes. A día de hoy, un chaval al que le paguen 500 euros/mes en un empleo eventual de repartidor de paquetes, se siente un privilegiado. ESO es lo que está pasando. A esto lo llamaban LA CRISIS y los grandes magnates se mostraban preocupados y compungidos. Pero, diez años después, la crisis ha hecho que los de arriba sigan ganando dinero (algunos incluso más que antes) mientras la mayoría de la población se va poco a poco empobreciendo. Y luego vamos y les preguntamos si les gustaría seguir en Europa, o quieren la paz en Colombia, o serían tan amables de soportar a la señora Clinton cuatro añitos de nada al frente de su país. La cosa está bien clara. Y la moraleja es obvia: mientras la gente esté cabreada, es muy peligroso hacer consultas. Los esperanzados catalonios harían bien en tomar nota de esto.  

Hala, ya les he contado lo que querían. Ahora déjenme en paz, que yo de lo que quiero hablar es de acentos y de comas, un sector del conocimiento que no está en riesgo. Hace unos días me dieron malas noticias acerca de la evolución de mi brazo, algo que me hizo sentir como cuando en el juego de La Oca le mandan a uno a la casilla de salida. Así que bastantes líos tengo yo en la mente como para encima preocuparme de la salud del mundo… En esta situación, recurrir al humor es la mejor receta. El mundo de los chistes es amplio; prácticamente todas las culturas y todas las etnias practican el chiste como forma de socialización. Pero cada chiste requiere un tipo de lenguaje. Por ejemplo, el clásico del tímido que llega a un bar, pide un café, el camarero imponente le pregunta ¿SOLO? y el otro responde: “Bueno, pónganme dos”. Ese ha sido siempre un chiste oral. Y, con el castellano de toda la vida (mal que le pese a la RAE), nunca podría ser escrito, porque el malentendido surge de que el camarero pregunta por el “solo” adjetivo y el cliente lo recibe como un “solo” adverbial, que en la escritura clásica llevaba acento en la primera o.

Les voy a dejar de propina otro chiste, que tiene que ver con los acentos (otra clase de acentos). Este chiste tampoco podría ser nunca escrito. Así que he tenido que recurrir a un lenguaje diferente. El del videoselfie. Como el blog no me deja subir archivos demasiado pesados, lo he troceado en tres cortes, que corresponden a las tres partes del chascarrillo. Porque se trata de la conversación que sostienen en un tren español, un inglés, un francés y un gallego, los tres tratando de hablar castellano, con sus acentos respectivos. Disfrútenlo. Verán que, para la performance, hasta me he puesto el fastuoso kimono que me traje de Kyoto. Buen finde.





miércoles, 22 de marzo de 2017

618. Triscando por las Batuecas

Bueno, pues aquí me tienen de vuelta de mi viaje senderista del puente de San José. Como les adelanté, el viernes agarré mi estupendo Nissan Micra y salí arreando del trabajo a eso de las 4 de la tarde. Atravesé un par de atascos hasta rebasar el túnel del Guadarrama y luego empecé a pisarle, recuperando viejas sensaciones: subir cuestas a toda pastilla, adelantar a los coches grandes, jugar con el cambio de marchas y poner la radio a tope. Todo eso me está vedado, o al menos matizado, con mi civilizado Toyota Auris híbrido y automático, aún en el taller. Incluso intenté llegar a mi destino sin ayudas de Gps o tontón alguno. Resultado: en Salamanca me perdí en un mar de glorietas mal indicadas y me tuve que apartar a un arcén. Allí conecté la aplicación del móvil que te va guiando a viva voz. Por los jeribeques que tuve que hacer al principio, hasta alcanzar la CL-512, es fácil deducir que me había equivocado a conciencia, que estaba completamente herrado, así, con hache.  

Mi loro mecánico me guió hasta la misma puerta del hotel Antiguas Eras de La Alberca, un lugar grato y cómodo, en cuyos comentarios del Trip Advisor hay división de opiniones, de lo cual deduzco que hay habitaciones buenas y malas y que yo tuve la suerte de que me reservaran una de las buenas. Allí advertí enseguida que, contra lo que yo imaginaba, el grueso del grupo había venido el jueves y estaban todos derrengados tras una marcha extenuante en el entorno de la Peña de Francia. Yo creía que el jueves sólo iban a venir los jubilados, pero resulta que era también día de fiesta en la enseñanza. Así que los profesores que forman el núcleo más numeroso de nuestro grupo habían aprovechado para disfrutar de un día más. El diseño del fin de semana incluía dos caminatas fuertes el viernes y el domingo y una más suave el sábado. Así que yo empecé por lo suave, un recorrido por el Valle del Cabril.

La cosa empezaba algo más arriba de La Alberca, en un parking desde donde algunos conductores llevaron los coches necesarios hasta el punto final, el pueblo de Riomalo de Abajo, en donde nos esperaba un almuerzo de bocadillo gigante y cerveza fría que habíamos reservado en un bar. El recorrido era cómodo, excepto un atajo final que nos supuso subir y bajar un cerro empinado, por un cortafuegos recién abierto. Especialmente, la bajada era un poco incómoda, pero corta. Después de comer nos fuimos en coche a visitar un lugar emblemático, el mirador sobre el meandro de El Melero, una curva natural que forma el río Alagón. Les dejo la mejor de las fotografías que pude tomar, con la luz del sol poniente a favor. Ya ven que para contemplar una maravilla como esta no hace falta irse a Birmania.


El domingo, nos hicimos un recorrido serio. Se trata de la bajada completa del río Batuecas, el que da nombre a la comarca por la que nos estábamos moviendo. Es un camino de cabras de 17 kilómetros en el que se va cruzando todo el rato el río, por regueros de piedras para encontrar en cada momento el paso más practicable. El suelo es infernal y acaba uno bastante cansado. Hay tramos que discurren al borde de cortadas profundas y otros de suelo inclinado, bastante resbalosos, como pueden observar en las fotos de abajo.



El recorrido terminaba junto al convento de las Batuecas. Allí cogimos los coches y los fuimos al cercano pueblo de Las Mestas, a comer en el restaurante Casa Cirilo, el mítico lugar fundado por el famoso Cirilo Marcos Domínguez, el inventor del Ciripolen. Este emprendedor local de la región de Las Hurdes, en cuyos límites se puede incluir Las Mestas, fue un famoso del postfranquismo, a partir de su invento de un licor a base de miel, polen y jalea real, que se vendía como afrodisiaco, y que le llevó a los platós de la telebasura en los noventa, llegando incluso a patrocinar al Rayo Vallecano, en cuyas camisetas lució durante un año. El ciripolen se vendía como vigorizante, incluso para niños enclenques y le proporcionó a su creador muchos beneficios. El problema es que se buscó un socio que le estafó, como a Leonard Cohen su representante, y eso lo llevó a la ruina.

Ahora ha dado en mezclarle al invento un poco de aguardiente, consiguiendo un licor para chupitos, cuyo sabor recuerda mucho al Baileys y que le está permitiendo rehacer su patrimonio, del que sólo conserva el restaurante y bar anejo. El día anterior a nuestro desembarco masivo para comer, unos del grupo se acercaron al lugar para hacer la reserva y se encontraron allí al auténtico Don Cirilo, que estuvo departiendo con ellos. Pero el domingo no lo vimos y no le pude hacer ninguna foto. Sólo la entrada que ven abajo y su foto enmarcada en el bar, donde convive con instantáneas al lado del rey Juan Carlos, Aznar, Gallardón, Cospedal, Rodríguez Ibarra y otros famosos que se pasaron por allí, con la excusa de saludar al prohombre local, pero supongo que con el secreto propósito de les vendiera sendas garrafas del producto afrodisiaco contrastado. Si quieren leer un amplio retrato de este personaje, que lo es también de una cierta España profunda, con aromas de Puerto Hurraco, las caras de Belmez y otros portentos similares, pues no tienen más que pinchar AQUÍ.

 

Aquí arriba tienen las fotos antes citadas. Lo cierto es que comimos fenomenal en el lugar, regentado ahora por la hija de Don Cirilo, de rotunda figura y verbo suelto e ingenioso. Y que redondeamos la manduca con el consabido chupito de ciripolen, antes de coger los coches y volvernos al hotel, donde todos los demás se subieron a descansar y ducharse después de la soberana paliza que nos habíamos dado, pero yo me limité a dejar la mochila y largarme a un bar del pueblo a ver el Depor-Celta. Ya han de saber que el Celta terminó de consumar la paliza ganándonos por 0-1, resultado sobre el que ya he comentado mis impresiones en la respuesta a un forofo que entró a comentar el post #615. A las 20.30 había quedado con los demás para la cena, compuesta por mi parte de una sopa castellana y un helado, para equilibrar el gin-tonic con el que había acompañado el partido. Me creerán si les digo que llegué al hotel bastante cansado, aunque tuve el suficiente arranque como para ducharme, antes de caer rendido en la cama.

El domingo por la mañana regresé con mi Nissan Micra, con tiempo para bajar a tomarme un vermú con un pepinillo gigante en las Bodegas Casas de la avenida Ciudad de Barcelona, comerme algo en casa y echarme una merecida siesta. El lunes pasé consulta con el doctor Gárate, tras un TAC que reveló que mi húmero dista mucho de estar bien consolidado y, por el contrario, muestra diversos cuévanos óseos en el interior del bolondrio que se palpa desde el exterior, lo cual me condena a seguir alojando al general De Gaulle al menos hasta después del verano. No tuve mucho tiempo para lamentar la contrariedad, porque por la tarde hube de acudir a la Junta de Puente de Vallecas, de donde salimos a las 9 de la noche. Este es mi ritmo actual de vida: hoy he trabajado en mi oficina hasta las 5 de la tarde, de allí me he ido a la Junta de Usera y al salir me he incorporado al taller de conversación inglesa hasta las 10 de la noche. Y al llegar a casa me he puesto a rematar este post que empecé anoche. Así que no se quejen que bastante hago por mantener vivo este foro en medio de tal vorágine. Ya les sigo contando.  

viernes, 17 de marzo de 2017

617. ¿Qué está pasando?

¿Qué está pasando? Yo se lo cuento. Aquí me tienen después de una semana de bastante trabajo, en la que hemos celebrado dos mesas de urbanismo de distrito y preparado tres más para la semana que viene, en la que el lunes es festivo. Teníamos montada una tercera para ayer jueves, pero se suspendió y eso me permitió escribir unas líneas para el blog, aunque no me dio tiempo a rematarlas antes de la medianoche, así que dejé para hoy su publicación. En realidad no dispuse de demasiado tiempo para escribir, porque tuve que hacer una pequeña compra y preparar la maleta que me he traído esta mañana al trabajo. Porque han de saber que hoy cogeré el coche y me pondré en carretera, no muy tarde para evitarme el atasco del puente. Mi destino es el pueblo salmantino de La Alberca, en donde tengo tres noches reservadas en un hotel para pasar el puente con mi grupo de senderistas veteranos. Parte del grupo ya salió el jueves (los jubilados) y hoy se están dando la primera caminata.

Espero que el hotel tenga WiFi para poder disfrutar por primera vez, con mi flamante ordenador Lenovo, del placer del viajero bloguero que termina la jornada senderista y se pone a teclear en la soledad de la noche, sin nadie que perturbe su silencio con ronquidos y otros ruidos corporales. Les diré también que viajaré con un Nissan Micra nuevecito que me he agenciado como coche de sustitución, mientras el taller de chapa y pintura me repara los desperfectos que un conductor despistado le produjo a mi Toyota Auris, cuando estaba pacíficamente aparcado en batería en una calle madrileña. Sucedió esto una mañana de domingo y yo no cogí el coche hasta la noche. El tipo no me había dejado ninguna nota con sus datos, pero era un lugar muy concurrido y los vecinos apuntaron su modelo y matrícula. Por la noche, un abuelo noctámbulo me avisó de todo ello y su nieto me dio los datos, que había guardado en el móvil.

Y aquí viene lo sorprendente. Al día siguiente, llamé a mi seguro y le conté la historia. Tomaron los datos, averiguaron la compañía del vehículo agresor y lanzaron un parte. La compañía contraria tiene en estos casos 15 días para responder. Lo sorprendente: en el 95% de los casos de conductor que se da a la fuga, el infractor no acepta luego su responsabilidad. Así me lo dijeron los del seguro. A menos que tengas un testigo dispuesto a declarar. Si no lo tienes, es su palabra contra la tuya y terminan jodiéndote. En mi caso, abuelo y nieto me dijeron que no querían ser testigos, que ellos pensaban que ya habían cumplido su deber cívico dándome los datos. Ya les adelanto que al final la compañía contraria aceptó la responsabilidad de su asegurado. El abuelo me dijo que el autor del golpe era un chico muy joven, que se bajó del coche, miró el estropicio y, cuando todos esperaban que me dejara un papelito, se subió de nuevo y se fue. Tal vez conducía el coche de su padre y le cayó tremenda bronca con el asunto.

Pero yo sigo dándole vueltas a ese dato estadístico del que tuve la suerte de ser la excepción. El 95% de los conductores capaces de cometer la fechoría de darle un golpe a un coche aparcado y largarse sin más, luego no aceptan su responsabilidad. Es decir, hay un sector de la sociedad que no sólo tiene comportamientos incorrectos sino que no los reconocen. Por fortuna, creo que esos energúmenos son una minoría. La mayoría de la gente (en este país) son educados, correctos y responsables. Y por eso vamos funcionando, mal que bien. Una reflexión más: una sociedad funciona si el porcentaje de energúmenos es minoritario. Lo mismo que una economía funciona si el sector sumergido y los que manejan dinero negro son minoría. Por eso desconfío yo de los chinos. Una sociedad es madura y tiene mayor capacidad de supervivencia cuando es capaz de resistir la tentación de asumir mayoritariamente comportamientos incívicos e insolidarios. Yo creo que entre nosotros, la mayoría de la gente es correcta. Les han educado en un marco ético fundado. Por eso seguimos adelante.

Ya saben que yo incluyo los sentimientos nacionalistas y los rollos identitarios entre los idearios tóxicos. Mientras afecten a un sector minoritario de la población, la sociedad puede seguir adelante (Galicia, o el actual País Vasco). Si el porcentaje llega a números más altos, mala cosa. Estamos en la antesala del fascismo. Dejémoslo aquí, que luego me llaman radical. Tal vez esta opinión mía se deba a una cierta desafección con mis raíces. Lo reconozco. En realidad, yo sólo me siento identificado y concernido por el Dépor y la cerveza Estrella Galicia. Bueno, también por las patatas gallegas, el caldo, los grelos, el marisco, el Albariño y mil cosas más, pero a un nivel diferente. Del Dépor ya se ha hablado bastante estos días. El domingo nos mediremos en O Noso Derby al Celta, que ayer se clasificó para cuartos de final de la Liga Europa, lo que me supuso una alegría grande.

De la Estrella Galicia también hemos hablado varias veces, pero es que no me canso de decir que es la mejor cerveza que he probado. Para que vean que no exagero, AQUÍ pueden consultar los resultados de una encuesta que han hecho a más de 30.000 birreros españoles. Mi opinión coincide al 100% con esos resultados. Estrella Galicia es la mejor y Alhambra la segunda. Ya que hablamos de cervezas, he de decirles que ayer me llegó desde Lituania un paquete con una cerveza lituana de un litro. Me lo envía una amiga de mi hijo a la que tuve alojada unos días en mi casa. Se marchó convencida que, para un daddy birrero, no hay mejor regalo. Aquí la imagen. 


Otra buena noticia de ayer: el impresentable de Geert Wilders sufrió una sonora derrota en las elecciones holandesas. La sociedad dutch se movilizó y votó mayoritariamente contra este fascista. Es la primera buena noticia del año, que esperemos sea pronto seguida por la derrota de la señora Le Pene. Los agoreros que pronosticaban que iba a ser un año nefasto, empiezan a joderse. Nefasto fue el pasado, pero los pesimistas entienden que sólo fue un prólogo de lo que está por venir. Pues ya les hemos dado la primera en la frente. A este respecto, les sugiero que ojeen (aunque no sepan mucho inglés) el reportaje con el que abría el año el prestigioso periódico digital independiente Político. Aquí se hablaba de los Dirty Dozen (literalmente, los doce guarros), que probablemente nos jodieran el año 2017. Pueden verlo AQUÍ. Entre estos doce cochinos incluían a Wilders, Beppe Grillo, Sarkozy y otros análogos. Y también al unurabla Puigdemont (ya ven que lo mío no es la manía persecutoria de un loco aislado, hay mucha gente que piensa como yo).

Esa expresión Dirty Dozen se usa bastante en el periodismo anglosajón, desde el gran éxito de la película The Dirty Dozen, de 1967, que aquí se rebautizó como Doce del Patíbulo. He de decirles que existe también una página Web con ese nombre, que promueve causas ecologistas. Y, sobre todo, hay una estupenda banda de jazz de New Orleans que se llama The Dirty Dozen Brass Band. Les dejo con un tema muy potente, en el que esta banda se lanza a hacer una incursión en el jazz-rap, para denunciar los desastres en su ciudad tras el huracán Katrina. Cuenta para ello con la colaboración de un rapero local que se llama Chuck D. El tema machaca con un estribillo repetitivo: ¿Qué está pasando? Eso es lo que pasa ¿Qué está pasando? Eso es lo que pasa. Aquí lo tienen: What’s going on? Buen finde.  


miércoles, 15 de marzo de 2017

616. El dienteputo y otros alifafes

Corre el tiempo, tengo pendientes algunas entradas con más fotos e historietas de Birmania y ahora estoy bastante ocupado en el trabajo, con la puesta en marcha de los llamados Foros Locales, un nuevo instrumento de participación ciudadana por distritos, que se vertebra a través de mesas: la Mesa de Festejos, la Mesa de Salud, la Mesa de Medio Ambiente. Y la Mesa de Urbanismo. Mis jefes han decidido acudir a quince de estas mesas de urbanismo para darle a nuestros trabajos en marcha un consenso vecinal que los refuerce y confirme. Estas mesas se celebran por la tarde, a razón de tres por semana y yo estoy colaborando en la organización, empezando por cuadrar un calendario que nos permita cerrar una primera ronda antes de Semana Santa. Además, empieza ahora uno de los períodos punta de visitas institucionales, de otras ciudades y universidades, en las que sigo teniendo un papel destacado.

Por eso estoy escribiendo menos en el blog, porque estoy bastante entretenido por las mañanas, donde ahora se me pasan las horas a toda velocidad, sensación que hace tiempo no disfrutaba. Pero en paralelo, pues también tengo mis pequeños problemas de salud, propios de una persona de 66 años, que voy sobrellevando con paciencia y sobre los que quiero hablarles hoy, ya que en este blog se ha hecho siempre un cierto exhibicionismo de estas cosas, rayano en la impudicia, en el convencimiento de que reírse de estas pequeñas dolencias contribuye a desdramatizarlas, lo que es un primer paso para afrontarlas. La palabra alifafes, de clara ascendencia árabe, designa según el DRAE estos pequeños achaques o molestias físicas propias de la gente mayor como yo. En este momento, mis alifafes, por fortuna se reducen a tres y vamos a exponerlos punto por punto.

1.- El general De Gaulle. Así dimos en llamar al clavo de titanio de 25 centímetros que tengo insertado en la caña del húmero izquierdo, fuertemente sujeto al codo por dos tornillos. Como pensé que sería un compañero de por vida, me sentí obligado a asignarle un nombre. Inicialmente le llamé Konrad Adenauer, por reminiscencia del otro gran artífice del acuerdo que dio origen a la Unión Europea y solucionó la fractura que había generado tantas guerras y sufrimientos. Al principio el clavo se comportó como Adenauer, manteniendo unidas las dos partes de mi húmero. Pero, a medida que el callo de fractura (también bautizado: la señora Ashton) fue consolidándose y haciéndose más rígido, el clavo empezó a convertirse en un incordio, como lo fue De Gaulle en los últimos tiempos, cuando el mayo de 1968. Entonces empecé a pedirle al doctor Gárate que me lo quitara. Respuesta: hasta un año después de la operación, esa posibilidad no se puede ni plantear. Luego, ya veremos.

Transcurrido el año de cuarentena, he vuelto a llamar a Gárate (a la vuelta de Birmania) y he conseguido una cita para el próximo día 21. Ese día me harán un TAC y luego una consulta con el doctor que, a la vista del TAC, decidirá si se me libra de De Gaulle o no, y supongo que, en el primer caso, me dará ya la cita para la nueva operación. El general en mi brazo no me supone una molestia invalidante, pero da por culo. Les pongo un ejemplo. Hace unas noches estaba yo en una cena con más gente, cuando la deriva de la conversación me llevó a la oportunidad de hacerle un gesto de cariño a la chica que estaba a mi izquierda, a la que quise así mostrar mi apoyo a sus razonamientos. Levanté el brazo para pasárselo por los hombros a mi compañera y, en ese momento, mi brazo hizo un ruido espantoso: ¡¡CRACK!! Hasta tal punto que la chica lo escuchó, se sobresaltó y me miró aterrorizada: –¿Qué te pasa en el brazo?

Por supuesto que el momento prerromántico se fue al traste, ya saben que estas cosas se sostienen sobre entramados inmateriales muy sutiles. Siempre tuve al general De Gaulle como un parisién estirado y bastante puritano, que por eso no entendía el desmadre vital de mayo del 68. Así que espero que, con permiso del TAC, me lo puedan extraer, junto con sus tornillos malhadados, que durante un tiempo me ayudaron a consolidar la fractura, pero ahora no son sino un incordio. Libre de él, empezaré a nadar en serio, a hacer pesas y lo que haga falta.

2.- La colonia de okupas. Como saben, me hago colonoscopías con cierta regularidad, a la vista de mis antecedentes en este terreno. En la penúltima, hace unos tres años, aprovecharon que me tenían dormido para hacerme a la vez una gastroscopia (era la primera vez que me la hacían). Resultado: gastritis crónica por Helicobacter. Se trata de una bacteria que anida en el estómago y, previa patada en la puerta, se establece allí en plan okupa. Me preguntaron si padecía del estómago y les dije la verdad: que no. En ese momento, el protocolo a utilizar en estos casos rezaba: si la presencia del Helicobacter es asintomática, no hay que hacer nada. Y yo tan contento. Si tienes unos okupas que no hacen fiestas ruidosas, ni clavan clavos en las paredes, ni te destrozan el parqué, pues para qué molestarlos.

Antes de Navidad me hice mi última colonoscopia y gastroscopia. Resultado idéntico, gracias a Dios. Pero miren ustedes por dónde, resulta que en estos tres años el protocolo ha cambiado. Ahora se estima que no es bueno mantener ahí la colonia de intrusos. Hay que mandarles a los grises, a que los echen a porrazos. Al tratarse de una dolencia asintomática, en ningún caso se trata de una urgencia. Así que les dije que me dejaran pasar la Navidad, la cuesta de enero y el viaje de Birmania. Ya libre de circunstancias extraordinarias, estoy pendiente de que me den una cita con mi doctora de cabecera para que valore qué es lo mejor para mí y tal vez dictamine el desahucio inmediato del Helicobacter y su familia. Ya les iré contando.

3.- El dienteputo. Para ilustrarles este problema, recurro a repetir algunas fotos de las publicadas por mí en el blog, algo que no hago casi nunca. Vean y juzguen por sí mismos.



Sobran los comentarios. Es evidente que tengo un diente paleto bastante horrible, que me hace sonreír siempre con una especie de mueca, muy alejada de las carcajadas con las que me me despachaba antes de tener este problema. De todas formas, el asunto viene de lejos. Creo que más de diez años. Yo tenía mi diente bien, cuando se me montó una infección del carajo y el diente se me puso perpendicular, hacia fuera, una cosa horrorosa. Fui a un dentista que me dio antibióticos y procedió, en sus propias palabras a matarme el nervio. Después de una serie de sesiones, un día me dijo ya está. me miré al espejo y el diente estaba igual. Protesté y el dentista me dijo que eso que me pasaba no era cosa suya, que él había hecho la parte de su trabajo y que el resto era cosa de un ortodoncista. Me agarré tal cabreo que ya no volví más a ese dentista. Me había solucionado la infección y me había matado el nervio, pero yo seguía teniendo el diente perpendicular a los demás y encima torcido. Dienteputo fue un etarra histórico que debía de tener un diente horroroso. Pues nada comparado con el mío.

Entré entonces en el mundo de un nuevo dentista, con el que sigo. Este me tomó bajo su tutela y me mandó a una ortodoncista de su confianza. La señora, que era bastante pija y pepera, me cobró una pasta y me mejoró el diente algo. Me lo dejó en paralelo a los otros, pero con un hueco muy grande con el otro paleto, como se ve en las fotos de arriba. Le dije que por qué no seguíamos trabajando con el diente, hasta dejarlo como estaba antes de mi infección. Me contó una milonga: que ya habíamos hecho lo razonable y que algunas actrices de Hollywood, como Madonna, se habían sometido a operaciones estéticas para conseguir una separación como la mía, que era lo que se llevaba ahora. Hay que joderse. Lo dejamos allí. Pero he de decir que me cobró un pastal, como se imaginan. Y que me dejó condenado a dormir de por vida con una prótesis de plástico transparente que me debía poner cada noche antes de acostarme, para evitar que el diente volviera a su querencia de ponerse perpendicular. Si una noche no me la ponía, a la siguiente me dolía un montón al momento de ponérmela, porque el diente ya se había movido.

He vivido con esa mierda años. En el viaje a Rumanía, me la dejé olvidada en un vaso en el hotel de Bucarest. Llamamos desde el autobús y me confirmaron que la tenían. Cuando volvimos a Bucarest para tomar el vuelo de vuelta, me la entregaron envuelta en un plástico estéril. Y vi las estrellas cuando me la puse después de una semana. Pero, con todos esos manejos, el jodido dienteputo empezó a moverse. Estaba claramente suelto. Antes de mi viaje de Birmania, fui a mi dentista. Me dijo que el diente estaba perdido. Me llevé un antibiótico a Birmania, por si acaso se me caía en el viaje. Y procuré morder con cuidado. Ahora espero una nueva consulta dental, para ver cuándo y cómo empezamos el proceso de ponerme un implante.

Resumiendo: que estoy pendiente de tres citas médicas: seguimiento del General De Gaulle, revisión de digestivo para ver qué hacemos con la colonia de okupas y comienzo del proceso de implante. Ya les iré informando. Sean buenos. Y no se quejen, que cada uno lleva lo suyo como puede.

lunes, 13 de marzo de 2017

615. El efecto Pepemel y las escobillas de Philly Joe Jones

Ayer mi Dépor consiguió ganar al todopoderoso Barça y este blog no puede dejar de comentar un evento de semejante impacto mundial, lo más grande desde la victoria de Trump. Hacía tiempo que no se hablaba aquí de furgol ni de mi querido Dépor, porque ya saben que a este foro sólo se suben sentimientos positivos y mi equipo, hasta hace dos días, no transmitía más que tristeza y la morriña de los tiempos en que fuimos grandes. Lo cierto es que llevábamos toda la temporada con un entrenador euskaldún con cierta cara de ajo-puerro, como pueden ver en la imagen y, a pesar de que el equipo jugaba aseadamente, no le ganábamos ni al Tato. Yo tengo una duda al respecto; no sé si es que el tipo era directamente un cenizo, o es que les hablaba a los jugadores en euskera, idioma bastante difícil de procesar para quien no haya nacido en el País Vasco y se lo hayan enseñado en la escuela desde pequeñito.

Esto del euskera es muy curioso. Cuando yo iba al País Vasco con regularidad, hace unos treinta años, allí no hablaba nadie euskera, salvo en algunas aldeas perdidas en la montaña. Después de muchos años de la llamada política de inmersión lingüística, han conseguido recuperarlo. Ahora se escucha bastante en las ciudades. Pero yo lo escucho y no puedo evitar que me suene a macarrónico, muy distinto de la lengua fluida que se manejaba en las aldeas. Además, los que lo dominan, suelen hablar muy alto, como hacen los catalanes en el extranjero. Cuando el idioma trasciende de su función de comunicación y se convierte en seña de identidad de la que ha de hacerse alarde, no basta con hablar bajito.

Encima, el euskera se ha reconstruido de la nada y ha debido incorporar palabras adaptadas del castellano, como teléfonoak y similares que, escuchadas en medio de la parrafada ininteligible, resultan bastante llamativas. Pero eso no es lo peor. Porque el euskera, dentro del sesgo puritano de este tipo de movimientos identitarios, resulta que carece de tacos. Así que los euskaldunes, cuando se cabrean, siguen diciendo cagüendios, aibá la hostia y la puta que los parió. Expresiones todas ellas que, intercalados en el discurso forzado y ortodoxo del euskera batúa, suenan como soplos de naturalidad entre la hojarasca académica. Otra cosa curiosa: en una ocasión, viajando en AVE hacia Hendaya, (viaje que se relató en este blog), a un tipo con aire inequívocamente vasco lo llamaron al móvil. El AVE está lleno de carteles que te advierten de que, si has de hablar por el móvil, por favor te vayas fuera del vagón para no molestar a los demás viajeros.

Al vasco Diarrea este, lo llamaron, como digo, al móvil y estimó oportuno quedarse y mantener una larga conversación en euskera a voz en grito. Y lo gracioso es que, entre parrafada y parrafada euskaldún, suspiraba y decía “y, bueno…”. Así en español. Y tras decir “y, bueno…”, continuaba en vasco. Pues en las ruedas de prensa de Gaizca Garitano, hasta hace poco entrenador del Dépor, se escuchaba el mismo lapsus cuando al tipo le tocaba hablar en euskera, porque un periodista de su tierra le preguntase en ese idioma. El hombre se perfilaba, largaba su frase en euskera y luego utilizaba ese conector informal entre frases, pronunciado en correcto castellano. Yo creo que, si vale decir “y, bueno…” sin que te tachen de españolista, pues ya si eso, los futbolistas euskaldunes podrían empezar sus parlamentos con el consabido “la verda’j que sí”, con el que inician sus frases todos los futbolistas.

El caso es que los cuatro últimos partidos que dirigió este señor fueron sonoras derrotas, la última, dolorosa, frente al Club Deportivo Leganés, un recién llegado a Primera División, que nos ganó 4-0. Entonces, tomó cartas en el asunto la diretiva, que optó por cesar al euskaldún y nombrar en su lugar a Pepe Mel. Justo es reconocer que, si el anterior recordaba a un ajo-puerro, el nuevo tiene cara de rabanito (juzguen por ustedes mismos) así que todo queda en el sector de las verduras y hortalizas. Y ha sido llegar este señor y empezar a ganar partidos. Por La Coruña corre ahora el rumor de que a Garitano le hicieron la cama los jugadores, porque no lo querían. No digo que sea imposible, pero ya saben que el fútbol es un estado de ánimo y yo me inclino por creer que el Dépor estaba deprimido y el bueno de Pepe Mel es un psicólogo experto en resucitar equipos en declive.

Pero aquí estábamos hablando de furgol y del efecto Pepemel. El señor Pepe Mel, que da nombre al fenómeno físico antes nombrado, no es un cualquiera en esta España de nuestras desventuras. Además de entrenador de fútbol, es escritor y ha publicado nada menos que tres novelas, bastante valoradas por la crítica. Yo tengo la imagen de verlo sentado solo, en una cafetería de Sevilla, cuando era el entrenador del Betis, leyendo tranquilamente un libro junto a una taza de café. Y la gente pasaba por allí y le dejaba tranquilo, era alguien integrado en la vida cotidiana de una ciudad del tamaño de Sevilla. Pepe Mel tiene además las virtudes de los directores de orquesta. Sabe que a los violinistas no se les puede poner a tocar el clarinete. Que, además de los solistas, hay otros músicos secundarios o subordinados a los primeros, que han de interpretar su parte con precisión, sin innecesarios virtuosismos, para que el conjunto de la orquesta suene como una sola voz.

En ese sentido, es admirable la recuperación que Mel ha logrado con Alex Bergantiños, el jugador de la cantera local al que Garitano había marginado hasta el punto de que hasta ahora había jugado cero minutos en Liga. Pepe Mel ya lo sacó en el segundo tiempo del partido con el Atlético, para que el estadio lo recibiera con una ovación unánime. Pero contra el Barça salió de titular y marcó el gol de la victoria. Bergantiños es un producto genuino de la marca Galicia Calidade. Rubio como un caudillo celta, uno tiene la impresión de que el peluquero le recorta grelos en vez de pelos en la cabeza. De que le crecen percebes en las axilas y mejillones en sus partes nobles, que ha demostrado tener de buen tamaño. No es un virtuoso con el balón, pero pelea como un jabato, es un tipo recio, de una sola pieza, al que algunos comparan por su brega con el alemán Schweinsteiger, cuyo apellido ya les he explicado cien veces cómo se pronuncia, hasta el punto de ser conocido como Alex Bergansteiger. Con Pepe Mel puede ser muy  útil para el equipo, algo que el vasco Diarrea no supo captar.

Quien sabía mucho de estas cosas era el gran John Coltrane, el hombre que puso en negro sobre blanco los fundamentos de la revolución del jazz que inició Charlie Parker. El jazz tiene bastantes similitudes con el fútbol, aunque no lo parezca. Les voy a dejar de regalo la versión de Coltrane del viejo estándar Old Fashioned. En términos futbolísticos, Coltrane inicia la elaboración de la jugada en el terreno propio, con su inigualable saxo tenor. Una vez cumplidos sus compases reglamentarios, pasa en horizontal sobre John Surtees para que siga cocinando la jugada con el trombón de varas. A su debido tiempo, Surtees mete un pase en profundidad para el piano de Earl Grant, que corre la banda hasta el corner y da el pase de la muerte para que el gran Lee Morgan remate la jugada con su trompeta inconfundible.

Nada de esto se podría llevar a la práctica sin la presencia de los secundarios del grupo de Coltrane, los Bergansteiger de turno, la mejor base rítmica de todos los tiempos, que componían Paul Chambers al bajo y Philly Joe Jones a las escobillas. Todos estos señores han  muerto, lo mismo que el gran Juan Claudio Cifuentes, Cifu, que nos enseñó a escuchar estas maravillas desde el desaparecido programa de radio Jazz porque sí. Tal vez algunos de ustedes, queridos lectores, no habían nacido todavía cuando el Cifu nos ilustraba con su saber infinito. Qué le vamos a hacer; uno ya es bastante viejo y sus referencias son inevitablemente old fashioned. Disfruten con la música. Nada mejor para celebrar la victoria del Dépor.



miércoles, 8 de marzo de 2017

614. Sobre la geografía, los niños y el colorido

Vuelvo a Birmania y al viaje que me ha llevado por esas tierras durante casi un mes. Como les dije, buena parte de nuestros recorridos se desarrollaron por el estado de Shan, en la zona oriental del país. Este estado ocupa cerca de la cuarta parte de la superficie del país, pero tiene apenas un diez por ciento de su población. El motivo es que se trata de una zona muy montañosa, como pudimos comprobar. Allí están el lago Inle y los pequeños pueblos de Kalaw, Pindaya y Hsipaw, estupendos para hacer excursiones senderistas. Los shan son una etnia con una lengua propia y una gastronomía diferenciada, muy distinta de la zona de las grandes llanuras centrales, vertebradas en torno al río Ayeyarwady, el mayor del país. 

Esta zona montañosa, en la que hay algunos volcanes, es una de las grandes áreas arrugadas de la superficie terrestre, generada en épocas prehistóricas cuando la gran masa del Indostán se desprendió de los hielos antárticos y se desplazó hacia el norte hasta estrellarse contra el continente asiático, generando un impacto telúrico brutal, del que surgieron todas las montañas que separan el sur de China de las regiones meridionales, cuya máxima expresión es el Himalaya, pero que definen una región atormentada por su orografía, desde Afganistán hasta el norte de Indochina. En ese territorio, los shan han debido de ingeniárselas para aterrazar el terreno y aprovecharlo para cultivar el arroz que constituye su sustento.

Para entrar en esta zona debimos usar un pequeño avión al aeropuerto de Heho, punto de acceso a la región shan. Y para salir en dirección a Mandalay, recorrer una carretera infernal, con unos puertos interminables hechos de zig-zags a 180 grados en los que el sistema de conducción birmano llega al paroxismo. Los grandes tráileres con remolque han de abrirse para tomar esas curvas cerradas, como animales antediluvianos. Cuando estos mastodontes están haciendo su penosa maniobra, todos los coches y motos aprovechan para adelantarlos por los dos lados en ambos sentidos. En una de las cuestas principales, incluso hay un turno establecido: durante un rato se circula sólo en un sentido, y luego en el otro. El clima en esta zona es más llevadero que en las tierras bajas, hay una mayor altura sobre el nivel del mar y las noches son fresquitas. Tampoco hay, lógicamente, demasiados mosquitos. Mi cámara no capta muy bien los paisajes, pero aquí tienen un par de ejemplos. Una zona aterrazada de cultivos y una cuadrilla de mujeres que se dirigen a la recolección del té.




La gente de estas tierras ha debido ingeniárselas para buscarse la vida en condiciones de bastante atraso, si bien ahora manejan tractores y maquinaria de todo tipo. Pero han desarrollado un ingenio especial que se percibe en muchos detalles. Vean por ejemplo el equipo de alta fidelidad que se había organizado un artesano local de la madera para amenizar su trabajo.



Las gentes de Myanmar son alegres, tranquilas y confiadas. Y ese carácter empieza en la infancia. Por ejemplo, en Sri Lanka a la gente no le gustaba que les hicieras demasiadas cucamonas a los niños, te miraban mal y no te dejaban fotografiarlos. De Birmania me traigo yo una amplia colección de fotos de niños, algunas de las cuales les voy a mostrar, porque los niños y sus gestos son un indicativo preciso de cómo es un país. Empezamos por una preciosa niña de Kalaw en brazos de su padre. 



Esta preciosidad me tiró los brazos al cuello y se vino conmigo un buen rato, tocándome todo el rato el bigote con el dedito índice extendido. A continuación pasamos a otra escena con niños. En uno de nuestros recorridos senderistas llegamos a una escuela. La primera foto corresponde a los momentos iniciales, cuando los pequeños no se han dado cuenta aún de nuestra llegada y se esfuerzan por hacer su trabajo, posiblemente con la punta de la lengua apretada entre los labios para mejorar la concentración. La segunda es cuando ya nos han visto y empiezan a distraerse y a coquetear con nosotros. Después la cosa derivó en un cierto desmadre por lo que optamos por seguir nuestro camino, antes de que la seño nos echara la bronca. Como ven, la escuela tiene el suelo de tierra pero es muy digna y la profesora parecía muy competente.




En esta otra podemos ver a un grupo de mocitas que volvían de la escuela, ya un poco mayores. Yo saludaba a todo el mundo uniendo las palmas de las manos hacia arriba y diciendo: mingalaba, que es el saludo tradicional. Y con la cosa del bigote era suficiente para que mi saludo les diera mucha risa.


Pero ahora pasamos a otra escena. Un grupo de niños están de excursión. Todos están alegres y montan mucho bullicio. Menos tres que están serios y se agarran entre ellos para transmitirse calor, proximidad y seguridad. Les hago una foto y me propongo hacerles reír. No me costó mucho.





Algunas imágenes de niños más, antes de hablar del colorido.




Como ven, Birmania es un país de gente feliz, confiada y hospitalaria. Una población encantadora. Cuesta imaginar que en su frontera oeste haya problemas con los rohingya. Me queda referirme a los colores. Los birmanos aman los colores vivos y cualquier zona del país es una explosión cromática. Creo que lo mejor es que vean una selección de imágenes de escenas cotidianas. Me gustaría escribir muchas más cosas sobre este viaje maravilloso, pero la actualidad manda y me temo que esto se quedará para un día que tenga tiempo y ganas de volver sobre el asunto. Quédense con las fotos.










viernes, 3 de marzo de 2017

613. Mejor seguir hablando de Birmania

Algunos de mis lectores me piden que comente algo sobre la actualidad patria, incluso echan de menos mi antaño habitual verborrea anti-independentista. La verdad es que la situación, tal como yo la veo, es aburrida de cojones. Aquí seguimos gobernados por el señor Rajoy, prácticamente por desistimiento de los demás actores del esperpento. Eso hace que nos sintamos en una especie de bucle temporal, como el de la película El día de la marmota. Atrapados en el tiempo. Dado el nivel ínfimo de los políticos de este país, y en espera de que algún día aparezca un líder con carisma y autoridad moral, sea de izquierdas o de derechas (algo que, a día de hoy, parece bastante improbable), pues yo creo que casi lo mejor es que siga Rajoy, como explicaré más abajo. 

Hubo una ocasión pintiparada para echar del sillón a este señor barbado e impasible. Me refiero, por supuesto, al acuerdo Sánchez-Rivera, que a mí no me parecía mala idea. Pero los de Podemos, que sólo tenían que abstenerse, no tuvieron la suficiente visión a largo plazo. Les cegó la posibilidad del sorpasso y el asalto inmediato a los cielos. Con su actitud cerril perdieron un millón de votos, entre ellos el mío. Después, de la mano de Iglesias, Podemos se ha deslizado hacia los esquemas y los postulados de la izquierda más clásica y rancia, con los que nunca ganarán. Para ello se han fundido la línea completa de Errejón, Rita Maestre y otras voces de enjundia. En su día me declaré errejonista, o más bien errejonudo, así que ya saben lo que pienso al respecto. A Errejón le mandan de candidato a Madrid. Cuando Verstringe tuvo la ocurrencia de proponer a Fraga como candidato a la alcaldía de Madrid, el capón de Villalba lo fulminó cual Zeus iracundo y lo mandó a las tinieblas del destierro (donde todavía sigue). Por cierto, su sustituto en la secretaría general del partido fue un tal Gallardón, jovenzano cachorro de la derecha, hasta entonces perdido en el disfrute de la música y la poesía.

En cuanto al PSOE, pues se ha medio suicidado a la manera del PASOK griego. Otra cerrazón más, la de Sánchez, enrocado en el no es no como proyecto político de futuro, como un bebé enfurruñado que no escucha a nadie. Después de las segundas elecciones, parece que el tipo quería confeccionar un gobierno modelo ensalada mixta o zarzuela de verduras varias, mezclando Ciudadanos, con Podemos, vascos, canarios y hasta los independentistas catalanes.  No incluía a los partidarios del Cantón de Cartagena, porque no tienen escaño. ¿Se imaginan ustedes la jaula de grillos ingobernable que hubiera sido eso? Por favor, seamos serios. El amigo Oriol Junqueras ya mostró su capacidad colaborativa en el funesto tripartito que provocó la vuelta al poder de los convergentes, desde entonces transmutados en divergentes.

Con Sánchez empecinado en un afán imposible, el partido tuvo que tomar cartas en el asunto (otra cosa es que lo hiciera de forma poco elegante), porque Mister Noesnó les llevaba directos al precipicio de unas terceras elecciones en las que hubieran hecho un ridículo histórico, entregando en bandeja la mayoría absoluta al PP. Tras la intervención de la gestora, los medios de la izquierda se han empeñado con fruición en orquestar una campaña de llanto y crujir de dientes atribuyendo el cese de Sánchez a los poderes económicos. Qué escándalo, los grandes poderes de la banca y la gran empresa interfiriendo en la sagrada voluntad de los militantes de un partido para torcer su sana deriva democrática. Pero esto es sólo un postureo para consumo de sus propias filas. Todo el mundo sabe que lo de Sánchez no iba a ninguna parte. Es por eso por lo que yo opino que, ya si eso, casi mejor que siga Rajoy que, sin hacer nada, más que esperar sentado, se ha encontrado revalidado como presidente para otros cuatro años.

Mi silencio sobre lo que está pasando en Cataluña. Joder, es que el tema del prusés me aburre soberanamente. Allá por 2012 empecé a dar la murga anti-independentista, porque me parecía que mucha gente, en el estrato en el que yo me suelo mover, no tenía claro el verdadero talante de Artur Mas y compañía. Yo lo tenía clarísimo y me esforzaba en abrirles los ojos a mis lectores (ahí quedan mis posts recopilados en la etiqueta correspondiente). Ahora creo que no hay que seguir insistiendo, que ya todo el mundo se ha convencido de que el secesionismo catalán está del mismo lado que los demás movimientos nacionalistas que brotan como hongos por todo el mundo. El lado de Trump, Farage, Le Pene, Wilders y demás.

Una característica de este tipo de fanatismos es que, todo lo que sume, se admite sin demasiados escrúpulos morales. Vale hacer trampas a la Ley (y jactarse de ello, como Mas), vale cualquier tipo de deslealtad, argucia, triquiñuela, martingala, adulteración o componenda. Si suma, se admite. Y vale también cualquier persona que esté dispuesta a arrimar el hombro por la causa. Eso explica que en el lío aparezcan frikis como el juez Vidal, mi primo lejano, supongo. Finalmente, las cosas han llegado a un punto en el que, siempre según mi opinión, sólo puede haber una solución buena: que convoquen de una puta vez la consulta y que la pierdan. Así que, por mi parte, adelante. Y, si finalmente la ganan y se separan, pues allá les den. Por mí como si deciden extirparse colectivamente el apéndice (sería otra forma paralela de ejercer el derecho a decidir). Y, como suele decirse, que Dios les dé tanta suerte como descanso dejan. Qué alivio para los españoles el día que nos dejen de dar la plasta identitaria.

Eso sí: si el señor Rajoy consigue resolver este entuerto sin hacer nada, salvo esperar sentado como don Tancredo a ver si la cosa se va pudriendo sola, entonces sí que me quito el sombrero, me bajo los pantalones y me planto ante él diciéndole mon cul, como en el viejo chiste de Jean Bosc en Paris Match. Así que, como les digo en el encabezamiento, casi mejor seguimos hablando de Birmania, porque la situación internacional tampoco está como para tirar cohetes. Y del Dépor ni les cuento. Su único objetivo es que al final de la Liga haya al menos tres equipos peores. Y ni eso veo yo claro.

Ya ven lo que pasa. Ustedes me pican, me ponen el anzuelo, entro al trapo como un pánfilo y ahora sucede que ya me he comido la mayor parte del espacio del post sin empezar siquiera a hablar de Birmania. Les diré que, a lo largo de mi viaje, he hecho un montón de fotos. Esas imágenes me sirven ahora como base para rescatar mis recuerdos. Entre todas las fotos que he tomado, una de mis preferidas es la que les voy a dejar como cierre. Una noche en Hsipaw, estado de Shan, dimos en cenar en un lugar que tenía todas las características de ser el antro duro del lugar, adonde la gente joven acudía a beber y confraternizar. En un momento dado, pregunté por las toilettes. Me dijeron que estaban al fondo del edificio, atravesando un amplio local intermedio. Y en ese local me encontré un auténtico club de snooker. Hube de esperar a que los chavales remataran la jugada en la que estaban enfrascados, porque no me dejaban pasar. Entonces visualicé la imagen. Les pedí permiso para la foto y posaron con gusto.

He de aclararles que, en los ratos libres del viaje (aviones, esperas en aeropuertos) me he leído entera una novela que se llama Cerveza en el Club de Snooker, única obra del escritor egipcio Waguih Galhi, publicada en 1964. Este lunes debatimos largamente sobre este libro en mi club de lectura Billar de Letras. Es un libro que por supuesto les recomiendo y que disecciona como pocos el alma de un grupo de tres jóvenes egipcios que emigran por un tiempo a Londres, tras de lo cual ya nunca serán ni egipcios ni londinenses. El problema existencial que acecha a las personas interculturales como yo. La novela es bastante autobiográfica, si bien en la realidad Waguih Galhi nunca volvió a su tierra y siguió en Europa hasta su suicidio en Londres en 1969, a los 39 años. El Club de Snooker de Hsipaw (Birmania) es la versión cutre del elitista club de El Cairo que da título al libro. La cerveza, Myanmar de medio litro, bien fresquita. Les dejo con la imagen en cuestión. Buen finde.