jueves, 13 de diciembre de 2012

57. La deuda de Berlín I. Los datos

He demorado la continuación de este tema, porque quería documentarme bien para no hablar sin saber y menos poniendo verde a la señora Merkel a la que llegué a llamar la bruja Merkel y otras lindezas. Mi entrada nº 42 suscitó una avalancha de visitas, la mayor parte desde Alemania, avalancha que me sorprendió mucho, pero sobre la que no puedo hacer valoraciones, ya que ninguno de mis seguidores desde esa tierra dejó comentario alguno.

Teniendo en cuenta que la señora Merkel es la presidenta elegida democráticamente por los alemanes, entendería que algunos de mis comentarios pudieran haber resultado ofensivos para el pueblo alemán, contra el que no tengo nada, sino al contrario. Es lo mismo que le pasó a Zapatero cuando escuchó a Chavez poniendo verde al del bigote, en la famosa escena del “por qué no te callas”. De ninguna forma quiero provocar un incidente internacional, o que me demanden por difamación. Así que, por si sirve de algo, mis disculpas a la señora presidenta.

No quiere decir esto que haya disminuido mi estupor al conocer el dato de la deuda de Berlín (recuerden: 60.000.000.000 €), dato que he comprobado y que me sigue pareciendo escandaloso. Pero hay que matizar algunas cosas para entender cómo se ha llegado a esa situación. Para empezar, Berlín no es sólo una ciudad; también es un land, o sea, una especie de distrito federal o, en el peor de los casos, una ciudad autónoma, como Ceuta o Melilla.

Es decir, que entre sus competencias están las propias de los lander alemanes, como sanidad o educación. Debemos tener en cuenta esta matización para empezar a explicarnos esa cifra disparatada. Abajo les pongo un gráfico donde se compara la trayectoria de la deuda de Berlín con la media del conjunto de los lander alemanes. A partir de la caída del muro de Berlín, se incluye también la línea verde que corresponde a la media de los lander del oeste.
Veamos ahora la lista de los últimos alcaldes de Berlín. Entre 1984 y 1989, ese cargo fue desempeñado por Eberhard Diepgen, del partido democratacristiano CDU, el grupo de la señora Merkel. Como ven en el gráfico, en esos años la deuda se mantuvo prudentemente por debajo de los 10.000 millones de euros. Este dato hay que ponerlo en contexto: estamos hablando de la deuda de Berlín Oeste, antes de la caída del muro. La tan cacareada deuda de Madrid ha llegado “sólo” a los 7.000 millones, si bien hay que tener en cuenta que Berlín es un land, como se ha dicho, y que, en los años de la partición alemana, toda la República Federal se volcó en cuidar con esmero a la ciudad de Berlín, símbolo de un pasado glorioso y escaparate de bienestar occidental frente al mundo soviético que empezaba tras el muro.

En 1989, Diepgen perdió las elecciones frente al socialdemócrata del SPD Walter Momper, a quien tocó el honor histórico de abrir el muro y unir las dos mitades de la ciudad. Pero éste fue un alcalde breve: en 1991 Diepgen recupera la alcaldía, de donde no se moverá hasta 2001. Esos son los años de incremento brutal de la deuda hasta los 40.000 millones. Diepgen demostró en ese tiempo que era un despilfarrador, una especie de Gallardón, aunque hay que reconocer que la ciudad quedó preciosa después de una década de endeudamiento y obra pública. En 2001 la ciudad vuelve a pasar a manos del SPD, en la persona de Klaus Wowereit, su actual alcalde.

Wowereit continuó con la política de endeudamiento de su antecesor, e incrementó la deuda hasta los 60.000 millones de los que estamos hablando. Esto es algo asimilable a lo que hizo Zapatero, que siguió tan contento inflando la burbuja cocinada en los años de Aznar, sin moderar gastos ni cambiar una sola de las leyes inmobiliarias o hipotecarias que tanto había criticado desde la oposición. Lo cierto es que el despelote continuó hasta que la señora Merkel le cerró el grifo. Wowereit lloró y pataleó pidiendo que le dejaran refinanciar su deuda (lo mismo que le pidió Gallardón a Zapatero en la famosa entrevista de la que salió haciendo pucheros, de tan ofendido que estaba). Lo más gordo que dijo Wowereit: señora, está usted abocando a esta ciudad a la quiebra. Y doña Merkel respondió: pues quiebren ustedes.

Aquí debo añadir que ya se ha dado el caso de que grandes ciudades vayan a la quiebra, sin que se caiga el mundo. La quiebra económica de un Ayuntamiento está regulada por leyes, es como la concursal de las empresas, se nombra una administración estatal y se pone orden en las cuentas. Nueva York es el ejemplo más llamativo, del que ya me documentaré para explicárselo en entradas posteriores. Sólo a partir de 2006 se empezó a moderar la deuda de Berlín. El gráfico llega hasta 2008, pero, según mis noticias, la deuda sigue en el entorno de los 60.000 millones. También la deuda de Madrid se resiste a bajar de los 7.000 millones.

¿Qué podemos deducir de estas informaciones? Como saben, yo no tengo ni puta idea de economía y hablo desde el punto de vista del observador estupefacto. Pero ahora creo que es injusto acusar a la señora Merkel de no aplicar a sus ciudades la misma receta que a los demás países del euro. Por lo que me cuentan, la actual crisis viene inducida por el cierre del grifo crediticio de la gran Banca internacional, a partir de constatar la alegría con que privados y administraciones se seguían endeudando, como si fuera posible hacerlo de forma indefinida. En el momento actual, los poderes políticos están centrados en parar la sangría, en conseguir que la deuda no siga creciendo. Eso es algo ya de por sí difícil, que se quiere lograr a base de recortes y austeridad. La deuda acumulada en esos años de locura, ya se verá luego cómo se devuelve, pero de momento los esfuerzos están centrados en que no crezca más.

A unos les ha pillado el parón con siete mil y a otros con sesenta mil. Es la crueldad del sistema de libre mercado: los más poderosos siempre se quedan en mejor posición. ¿No les resulta extraño que los más chorizos de Europa sean los griegos, los segundos, portugueses e irlandeses y los terceros los españoles? ¡Qué casualidad, hombre! Y los más rectos e intachables en su conducta, los alemanes. Nadie se cree esta falacia. Los datos no mienten. Me dicen que la deuda hay que valorarla en euros per cápita, es decir, por habitante. Cada berlinés debe ahora mismo 17.500 euros. No es la cifra más alta de Alemania: los de Bremen deben 27.000. Y sin embargo, los de Madrid, los más endeudados de España, unos 2.200.

¿Entonces por qué estamos tan mal como dicen? Pues parece que el problema no es tanto la deuda pública, como la de los privados, es decir, empresas, familias, etcétera, que globalmente (yo no) nos volvimos locos en el período de hinchazón de la burbuja. Me explican que la deuda hay que considerarla en relación con el PIB. Pues bien, según los últimos datos, la deuda pública española (ciudades más autonomías más estado) supone un 69% del PIB y la deuda privada un 218%. Conviene que conozcamos estas cosas para opinar con fundamento. Yo soy de los que creen que las ciudades deben endeudarse (moderadamente), es decir, invertir en obra pública al servicio de sus ciudadanos. Algunos me llaman por eso “keynesiano”, como si eso fuera un insulto. En una segunda entrada les haré mis propias valoraciones sobre la deuda de las ciudades. Les dejo, que estoy muy cansado. Escribir sobre temas tan serios es agotador.

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