miércoles, 3 de abril de 2024

1.277. Echo el cierre

Bien, este va a ser mi último post en esta tribuna, porque tengo intención de inaugurar el nuevo blog en un par de días. Y por descontado que no tengo la menor noticia de mis resultados de anatomía patológica, hoy hace nueve semanas de mi intervención y me dijeron que tardarían entre cuatro y seis. Este es un ejercicio de paciencia digno del santo Job, tal vez la semana que viene me acerque a la clínica Puerta de Hierro, pero no sé qué puedo hacer allí, salvo encadenarme a un poste de esos que indican por dónde se va a urgencias. En esta semana no tengo tiempo de hacerlo, porque ya saben ustedes que estoy atendiendo a Alain Sinou y sus 18 alumnos de máster. El lunes lo llevé a comer al Ricla con mis amigos y luego dimos un largo paseo por el Madrid de los Austrias hasta que llegamos a su hotel ya anocheciendo, donde le dejé y me fui a descansar.

El martes, la visita a Madrid Río, que yo había previsto de cuatro horas, se alargó hasta siete: de 10.00 a 17.00, incluyendo una parada intermedia en el parque para tomar un tentempié. Tuve un rato para descansar en mi casa, pero a las 21.00 teníamos mesa en La Cabaña Argentina, que se anuncia como la mejor carne de Madrid. Había llevado a Alain en una de sus visitas anteriores y me pidió volver. Compartimos una ración de mollejas de ternera y luego nos calzamos 300 gr cada uno de lomo alto, que está sensacional. Todo ello regado con una botella de Rioja Crianza, de la que dimos cuenta completa.

Esta mañana nos hemos constituido a las 9.00 en la puerta del Área de Obras del Ayuntamiento, Alcalá 45, donde nos hemos encontrado con José Luis Sanz, el responsable de todas las pequeñas obras que se van haciendo en las plazas del centro histórico, que nos ha acompañado a visitar algunas de ellas terminadas, finalizando la visita en la de Olavide, cuyas obras se espera que terminen a finales de mayo. Para los chicos ha sido muy interesante comparar las actuaciones de pequeña escala de hoy con la gran obra civil de Madrid Río que recorrimos ayer. En torno a las 12.00, los de Obras se han marchado y Alain les ha dado instrucciones a los chavales para que vayan a visitar una serie de otras plazas, como Jacinto Benavente o Tirso de Molina, para que aporten soluciones, en un ejercicio práctico contemplado en el programa de su viaje.

Después hemos tomado algo en la propia plaza de Olavide y he acompañado a Alain caminando hasta el Reina Sofía, que quería visitar. Yo me he subido a casa a descansar y esta noche volveremos a quedar a cenar, tal vez en las Bodegas Rosell. Mañana tenemos a primera hora la visita a la Plaza de España, con el arquitecto autor del proyecto ejecutado, a quien mi amiga África llama siempre Don Porras y así se le va a llamar a partir de ahora en el blog. Del resto del programa del día no tengo mucha información, espero que me dejen tranquilo hasta la noche. Por último, el viernes cuentan conmigo para la reunión de cierre de la actividad en la que conversaremos sobre las conclusiones que hayan sacado. Creo que tendré que comer con ellos, antes de que se vayan a Barajas a coger el avión a París. Y por la noche tengo teatro, como ya les anuncié.

Y afrontaré entonces mis ocho días de preparación del viaje, en los que tengo que hacer el equipaje, recolectar todas las medicinas que me faltan, hacerme el seguro de viaje, solicitar los visados y todas las demás cosas. No voy a tener ya yoga ni inglés ni guitarra, pero sí tengo algunas citas fijadas. El lunes por la mañana me esperan en la gestoría que suele ayudarme con la Declaración de Hacienda, para la que ya tengo todos los datos que me faltaban. Después he de llevar a Tarick Marcelino al veterinario para una revisión de rutina antes del verano. Por la tarde tengo una reunión de la Comunidad de Propietarios de mi casa a la que no puedo faltar. Y tal vez el martes por la mañana me vaya a vociferar a la puerta de Puerta de Hierro, valga la redundancia o la gilipollez, porque no me va a servir para nada.

Y, en la medida de mi disponibilidad de tiempo, no descarto ir el jueves a yoga para despedirme de Esther, mi profesora preferida a la que no he visto desde antes de Semana Santa. Y por supuesto cenar luego en el Ricla para decirles adiós a mis amigos, el tocayo y su hermano. Pero si voy muy retrasado en la preparación del viaje, no podré ir. El sábado he de llevar a Tarick a casa de África, sacar la tarjeta de embarque y seguramente muchos otros flecos. Mi vuelo sale el domingo a las 9 de la mañana. Les diré también que los tres hoteles que reservé con cancelación gratuita ya han cumplido el plazo y me los han cobrado, así que la primera parte del viaje la voy a hacer seguro y espero no tener que volverme con el rabo entre las piernas. Con perdón por lo del rabo.

Una cosa quiero comentarles. Sobre el tema del seguro de viaje, por si les sirve de aprendizaje. Como les conté yo tengo una tarjeta de Adeslas, por la que voy pagando cada mes y fui a la sede de la compañía para preguntar por mis coberturas. Me explicaron que, con la simple tarjeta, yo tengo ya un seguro que me cubre gastos por valor de 12.000€, durante tres meses de viaje. Debía, pues, hacerme un seguro complementario que me cubriera otras cosas y se pudiera extender a cuatro meses, que es el máximo que imagino para mi viaje. Y ellos me dijeron que, por ser titular de la tarjeta, me ofrecían uno muy ventajoso. Costaba 283€ y me cubría gastos totales por valor de 50.000€, acumulables a los otros 12.000, además de cubrirme robos, perdidas de equipaje, retrasos en los vuelos, repatriación con un médico en caso de problema grave de salud y toda clase de incidencias.

Consulté con varios amigos viajeros y médicos y me dijeron que les parecía muy bien. Y estaba yo tan contento con el tema, para el que sólo tenía que volver a la sede de Adeslas a formalizar el contrato, del que me habían imprimido un borrador. Hasta que me telefoneó mi amiga M. que trabaja en seguros y me calentó la cabeza con sus paranoias de persona del gremio. Me aconsejó hacerme un seguro de la IATI, una asociación de aseguradores de viajes, que cuesta 450€ y te cubre gastos por valor de 400.000. Le dije que yo con 62.000 creo tener bastante para cualquier incidencia que pueda sufrir. Y me replicó que se me olvidaba una posibilidad que existe. Que tenga un accidente o enfermedad grave que desaconseje el traslado a España hasta que no mejore. Eso me obligaría a quedarme ingresado en un hospital. Si eso te sucede en USA, con 62.000€ tienes apenas para cuatro días. Y al quinto te sacan en camilla a la calle y te dejan caer entre los cubos de basura.

A mí me pareció una paranoia excesiva; creo que no se pueden prever todas las contingencias posibles, porque si no, no saldríamos a la calle, por si nos cae un tiesto desde un balcón. Aún así, decidí consultar el tema con mi hijo y gurú más destacado, Kike, que tras estudiarse ambos contratos me dijo que no dudase en hacerme el de IATI, que por 150€ más me da una cobertura prácticamente total. Y eso es lo que vamos a hacer. Hablo en plural, porque este seguro se contrata por Internet y le he pedido a Kike que me lo haga él, que luego le giro yo el dinero. Ya ven cuántas implicaciones tiene un viaje como el que voy a iniciar. Yo soy una persona confiada en mi suerte, nunca he tenido grandes percances en viaje y me cuesta pensar con esa mentalidad preventiva de los que me rodean. Pero para eso están los demás, para pedirles consejo y hacerles caso.

Por lo demás, este va a ser mi último post por ahora en Reflexiones a la Carrera. Ha sido un placer compartir mis historias y mis reflexiones con ustedes y muy posiblemente lo reanude después de mi viaje fastuoso. Las despedidas, cuanto más cortas mejor, así que hoy no les añado ninguna foto, vídeo ni enlace a noticias. Sigan portándose bien y, los que estén incluidos en el mailing de mi nuevo blog, que disfruten de ello. Hasta siempre, amigos.