jueves, 30 de junio de 2016

525. Tomando impulso tras las debacles

Bien, es normal que, cuando sucede algo grave o inesperado a nivel colectivo, nos pasemos unos días sentados, mirando al suelo, lamentándonos y con una mano en la frente, mientras exclamamos desolados: ¡CHE SE PUÒ FARE!, como dice el colega más veterano del grupo de pastores amigos de Serafino. Pero no hay que perder mucho tiempo en esto. Hay que levantarse y ponerse a trabajar, con ánimos renovados. La frase es de Fidel Castro: pasos atrás, ni para coger impulso. Pero, si te ves obligado a dar pasos atrás, pues no queda otra que volver a la carga cuanto antes. Creo que en el asunto de la fractura de mi brazo mostré la forma de afrontar algo que para otro hubiera sido una debacle. Aún no me habían operado para insertarme al general De Gaulle, cuando ya escribí uno de mis mejores posts, si nos atenemos a las cifras de visitantes. Y, tras la operación, hice el esfuerzo de seguir adelante contando mis experiencias con una sola mano. Eso es lo que toca ahora. Así que: ¡arriba los corazones y puro p’adelante, cuates! El mundo no se acabó y hay que seguir peliando.

Cuando digo debacles en plural, me refiero irónicamente a la derrota de la selección española de fútbol (un asunto menor y que se veía venir) y también irónicamente al resultado de las elecciones nacionales y el fiasco de Podemos. Este no es un tema menor, pero tampoco hay que tomárselo como una tragedia. La democracia es así, a veces ganan unos, a veces ganan otros. Sí que ha sido, ciertamente, una sorpresa, si tenemos en cuenta el resultado de las numerosas encuestas que daban por hecho el sorpasso, como algo que no admitía dudas. Lo que para mí es una auténtica debacle, de tintes trágicos y apocalípticos, es el Brexit. Pero también hay que encajarlo y ver cómo lo superamos. Pasados unos días, se pueden hacer algunos análisis más en frío. Bueno, de lo de la selección no hay mucho que decir. España sigue siendo un buen equipo, pero sin variantes. Todos los demás saben cómo juega y la manera de contrarrestarlo. Ya perdieron con Georgia el último amistoso y les faltó un dedo para empatar a ceros con los checos. Y lo que nadie ha dicho: Italia jugó contra nosotros el mejor fútbol visto hasta ahora en el campeonato. Así que yo, a partir de ahora, me convierto en tifosi de los azurri (y también de los vikingos islandeses, por supuesto).

Lo de las elecciones, ya lo venía yo presintiendo. Leo ahora que, durante el tiempo de negociación Sánchez-Rivera-Iglesias, se hizo una encuesta entre los votantes en diciembre de las distintas formaciones, sobre a quién consideraban más culpable de que no prosperara dicha negociación. Uno de cada cinco votantes de Podemos culpaba a Iglesias, el porcentaje más alto de autoinculpación entre todos los partidos en liza. Así que no soy yo solo. Creo que, en la primera fase de estos seis meses perdidos, a Iglesias le sobró narcisismo, ego, prisas por asaltar los cielos y fascinación por Juego de Tronos. La maniobra de ofrecerse como vicepresidente de Sánchez, mientras éste despachaba con el rey, fue saludada por muchos como una jugada maestra, pero a mí no me gustó y lo dije. También me sobró la mención a las fosas de cal viva. La cara que puso Errejón en ese momento, se interpretó como que estaba en desacuerdo. Pero no era eso. Lo que quería decir su gesto era: joder, con lo que nos ha costado llegar hasta aquí y ahora éste se viene arriba, no es capaz de contenerse y la caga.

La política es una carrera de fondo. Y los de Podemos se comportaron en esos primeros meses como velocistas. El problema del velocista es que se agota a los 100 metros. En el último mes, Iglesias moderó su tono y pasó a manifestarse en modo estadista. A mí me gusta más ese tono, pero ahora algunos acusan a su grupo de haberse creído las encuestas que aseguraban el sorpasso (al final, el que ha pegado el sorpasso ha sido Rajoy). Como dice Nacho Escolar, confiados en esas encuestas, hicieron un final de campaña de perfil demasiado bajo, y salieron a empatar el partido, algo que te suele llevar a una derrota segura. También se habla de que la unión con Izquierda Unida ha perjudicado a ambos. Puede que sea cierto, pero a mí no me pareció mal: todos sabemos de qué entorno ideológico vienen los dirigentes de Podemos. Otros critican que Podemos quisiera tener todas las ideologías a la vez. Algunas de estas críticas se resumen en la tremenda carta que hoy publica El País, de un ciudadano que escribe desde Bruselas, sintética y cruel, aunque no exenta de razón. Pueden leerla pinchando AQUÍ. Lo cierto es que, por hache o por be, en seis meses han perdido un millón de votos y eso es algo para hacérselo mirar.

Pero hay que ser positivos. Podemos tiene 71 escaños. Nunca en la historia de la democracia, un partido a la izquierda del PSOE se ha acercado siquiera a esa cifra. Así que venga, a trabajar, a fajarse en la oposición, a aprender, a formar cuadros (en el Ayuntamiento de Madrid se han echado mucho de menos esos cuadros, menos mal que los funcionarios les estamos ayudando). Hacer oposición es una escuela política estupenda. En cuanto a lo que va a pasar ahora, pues supongo que Rajoy saltará a la arena y será capaz de formar un gobierno con bastante respaldo, aunque sin mayoría absoluta. Esto tampoco es malo. Porque, si gobierna muy mal, podría suscitar una moción de censura unánime que le echara del poder. Así, sin mayoría absoluta, no podrá hacer cosas como meternos en una guerra injusta como la de Irak, y tendrá que buscarse unos ministros mejores que Wert, Ana Mato, Gallardón o Fernández Díaz. Por cierto, el reciente episodio de este último supera cualquier esperpento: que al Ministro del Interior le metan una grabadora en el bolsillo de la gabardina, deja en juego de niños los disparates de la Guerra de Gila y las más estrambóticas ocurrencias de los malvados de la TIA, en Mortadelo y Filemón. 

Así que nos queda el Brexit. Todo el mundo, fuera de Inglaterra, está desolado, pero confiemos en que esto tampoco sea el fin del mundo. A mí me ha afectado porque lo considero un paso atrás, un paso en la dirección incorrecta. El mundo camina inexorablemente hacia esa hermandad humana que imaginaba John Lennon. Por cierto, muchos de mis seguidores no saben inglés y por eso no entendieron mi insistencia en que me sentía solo en mi aversión a los nacionalismos. El estribillo de Lennon es claro: you may say I’m a dreamer/but I’m not the only one. Puedes pensar que soy un soñador, pero no soy el único. El triunfo del Brexit me hizo sentirme casi como el único. Pero por supuesto que ya cada vez más gente se va dando cuenta de la mierda que es el nacionalismo. Aquí tienen un gráfico significativo. En la macroencuesta elaborada por el CIS entre los votantes del 26-J, se les pregunta si se sienten socialistas, socialdemócratas, conservadores, comunistas y otras cosas. Vean el resultado, con los colores de los partidos. 

Entre los cuatro grandes partidos nacionales, casi nadie se siente nacionalista. Toda esa columna gris que afirma sentirse nacionalista, está concentrada en Cataluña y Euzkadi, supongo. Los lugares en los que se ha sembrado o esparcido el virus, por intereses políticos o directamente inconfesables. No creo que, si se preguntara quién se siente racista, la columna correspondiente fuera muy diferente.

Volviendo al Brexit, ya se han dado todas las explicaciones, incluso el pasotismo de las jóvenes generaciones, que prefirieron quedarse en casa o irse al festival de Glastonbury y ahora se quejan de que los viejos han decidido por ellos. La cosa podría reconducirse todavía, pero, una vez abierta la caja de Pandora, los sentimientos excluyentes campan a su aire y va a ser muy difícil volverlos a meter en el baúl. Me refiero, por supuesto, a los ataques xenófobos registrados en el Reino (todavía) Unido, contra polacos, judíos o asiáticos. Pero no sólo a eso. También a la irritación que ha brotado en la Unión Europea contra el Camerón de la Isla, con quien se ha bordeado la mala educación en su visita a Bruselas. Esto se debe a que Gran Bretaña, durante décadas, ha estado y no ha estado en la UE. Casi desde que se adhirió. Tal vez ustedes lo ignoren, pero dos tercios de lo que pagaba Gran Bretaña a Europa le era devuelto en el llamado cheque británico, que negoció la señora Thatcher. Algo parecido al cupo de los vascos. Sólo tienen que teclear "cheque británico" en Google, para comprobar que no les engaño. Que estos señores se hagan ahora los ofendidos y decidan irse porque piensen que se les trata muy mal en Europa, es tan escandaloso como que los vascos hayan matado a 829 personas luchando por su independencia, cuando son los que mejor viven de España. Si un día los catalanes hacen una consulta de este tipo y la ganan, toda España se apresurará a decirles: hala, rapiditos y con viento fresco.

Veremos por dónde deriva este asunto, y qué sucede ahora con esta Europa de nuestros desvelos. Aquí, como en los anteriores temas, hay que intentar ser positivo, aunque a mí me resulta más difícil. Creo que el Brexit plantea muchos retos y presenta grandes riesgos. No son los menores la desintegración del Reino Unido, la reactivación del conflicto norirlandés y la generación de otras tensiones territoriales con consecuencias violentas. Confiemos en que el sentido común supere a la irracionalidad. De momento les voy a dejar un gráfico que seguro no conocen. Son las estadísticas de búsquedas de Google. No les sorprenderá saber que lo que más busca la gente a diario son páginas porno. En este gráfico se muestra lo que sucedió en la madrugada del viernes 24 de junio, cuando se hicieron públicos los resultados de la consulta británica. En azul el porno y en rojo el triunfo del Brexit. Hacía años que un acontecimiento político no alcanzaba estos niveles de repercusión. Pasada la sorpresa, el porno, como es natural, recuperó su primacía. 



Pásenlo bien en el fin de semana. Mañana a mediodía me voy a Sigüenza con mi grupo de senderistas veteranos. ¿Cómo? Ah, sí. Por supuesto que Sigüenza está en la Comunidad de Madrid. Ni lo duden. Si tengo tiempo y ganas esta noche, dejaré escrito un post sobre el día del Orgullo Gay, para colgarlo el sábado desde mi hotel de campo. Pero no se lo aseguro.

lunes, 27 de junio de 2016

524. Los nombres propios del desastre

En fin, acabo de ver cómo nos eliminaban de la Eurocopa (con justicia absoluta), culminando así unos días en que nada de lo que podría haber salido bien ha funcionado. Es la tónica de este año bisiesto, en el que empezamos con fracturas diversas y acabamos fracturados del todo. Hablo de fracturas diversas porque esto es una verdadera epidemia; entre mis compañeros de trabajo hay varios brazos rotos, en el club de lectura otros dos, entre los lectores del blog, el bueno de Alfred y, ya el colmo: el otro día asistí a una reunión de propietarios de la comunidad de vecinos a la que pertenezco y aparecieron dos con escayolas y otros dos con muletas. Una auténtica escabechina.

Pero esto no es nada comparado con las fracturas sociales, políticas y económicas que estamos viviendo. Yo creía que la crisis era sólo económica, que había empezado en 2007 y que ya estábamos saliendo de ella, y resulta que la cosa era más profunda y no había hecho más que empezar. Cada vez estamos más lejos de ese mundo hermanado y utópico que imaginó John Lennon (un británico), en el que no habría países ni religiones. Empecemos por oírlo. A John Lennon lo mataron hace mucho y, al menos no tuvo que asistir a este penoso fin de ciclo. Así cantaba su himno en el teatro Apolo de Nueva York en diciembre de 1971, mientras preparaban su banda electrificada. Decía Lennon que no era muy difícil imaginar un mundo sin países. Tal vez era así en 1971. 45 años después, esa utopía está cada vez más lejos. Cada vez hay más fronteras, por lo que esta música suena ahora triste, en sintonía con mi estado de ánimo. Yo sigo siendo un soñador, pero me siento solo en ese sueño.


El desastre tiene nombres propios que, contraviniendo mi costumbre, voy a poner en negrita. Para mí lo más grave sigue siendo lo del Brexit. Unos desalmados como Nigel Farage o Boris Johnson han manipulado a la opinión pública, han mentido, tal como ahora reconocen, y han provocado la ruptura, no sólo de la Unión Europea, sino de su propia tierra. Gran Bretaña ya no es más el Reino Unido. Ahora es El Reino Desunido. Escoceses e irlandeses quieren irse y con razón. Por no hablar de los londinenses. La libra ha caído en picado. Y esas convulsiones las sufrirán, como siempre, las clases medias y bajas. Los poderes económicos ya están haciendo negocio con ello. No hay mejor análisis que el que hace mi admirado John Carlin y que les pongo AQUÍ. Les recomiendo que lo lean.

Nada más saberse el resultado de la consulta, alguien abrió una página de firmas pidiendo su repetición y, en un solo día, se recogieron tres millones de apoyos. Una cifra que superaba la diferencia de un millón de votos que ha decidido el asunto. Porque ese es el primer absurdo. Podría haberse dirimido la cosa por 10.000 votos. O sólo por uno. Y eso mismo es lo que se quiere plantear en Cataluña. Ya que estamos, por qué no hacer primero una consulta para definir qué mayoría hace falta para una decisión tan trascendental. Estoy de broma, desde luego. Porque, ya que un lector anónimo me ha bautizado como hater de los nacionalismos, desde ya me declaro hater de las consultas y los referéndums. Miren, como dijo Churchil (otro británico), la democracia es el peor sistema de organizar la sociedad, con la excepción de todos los demás. 

Yo me considero un demócrata. Y la democracia consiste en hacer unas elecciones y comisionar al equipo que las gane para gobernar durante los siguientes cuatro años. Y, si lo hace mal, pues, a la siguiente, pierde. Pero, durante esos cuatro años, yo no quiero que me consulte ni me pregunte nada. Que vaya a consultar a su puta madre. Estas consultas son la antidemocracia. Son el terreno abonado para los manipuladores. Para vendedores de biblias y crecepelos. Temas como la integridad territorial no deben ser sometidos a consulta, salvo al amparo de la Clarity Act, o en caso de que un pueblo esté oprimido por otro, tal como indica la ONU. Lo que pasa es que los malos políticos sacan del baúl de Pandora los sentimientos excluyentes y luego es muy difícil guardarlos otra vez. En Cataluña, el lladre Pujol abrió la caja de los truenos y ha conseguido dividir a los catalanes. Porque unos porcentajes en torno al 50% no son suficientes para mí; sólo muestran una sociedad dividida.

Los británicos están también divididos. ¿Y quién ha sido el responsable de semejante desastre? Pues tiene nombre propio: El Camerón de la Isla. En una isla no hace falta pintar la famosa raya que separa el territorio de los elegidos, del mundo exterior. Ya se encarga el mar de hacerlo. El Camerón de la Isla prometió el referéndum del Brexit para conseguir el dominio del partido tory, cuando pensaba que nunca tendría que convocarlo. Luego, cuando llegó a Primer Ministro, tuvo que hacerlo, se asustó y empezó a hacer campaña por el remain. Lo mismo que hizo con el referéndum escocés, en el que al final le salvó la campana. Hace muchos años, a Felipe González le pasó lo mismo. Prometió un referéndum para sacarnos de la OTAN cuando ni soñaba en llegar a presidente. En cuanto fue elegido, empezó una campaña a la desesperada en sentido contrario, pero tuvo la suerte de ganar.

En textos anteriores he llamado al Camerón de la Isla tonto y cosas peores, y le he comparado con Hollande, Rajoy y Zapatero. Esto hay que matizarlo. Hollande es ciertamente muy tonto, pienso. Rajoy es un pasota, con tendencia al absentismo y que ahora gana porque sus contrincantes son aún peores. Y Zapatero era un infeliz, que gobernó bien mientras venían bien dadas y luego no supo hacerlo cuando llegaron las vacas flacas. Camerón es peor que ninguno de estos. Lo de este señor es un grado de frivolidad, de irresponsabilidad, de torpeza, del que es difícil encontrar un parangón en la Historia. Tal vez el único que se le asemeje sea Gallardón, aunque sus desmanes son pecata minuta, comparado con la que ha liado Camerón. El Camerón de la Isla. La Historia lo juzgará. Yo quiero mucho a los británicos y confío en que la Gran Bretaña no acabe como Yugoslavia. Pero, como no lo remedien, pronto van a ser la Pequeña Bretaña.

El siguiente desastre es el de las elecciones españolas. Yo ya lo pronostiqué en mi Post #521. Ahí dije que el objetivo de estas elecciones era echar a Rajoy y que se había perdido una ocasión única. Que el acuerdo Sánchez-Rivera era un buen punto de partida y que se había frustrado por la falta de visión a largo plazo del tercero en discordia, que ya se ha ganado su nuevo nombre: Pablo-Pablito-Pablete. Rememorando al gran José María García. Y que lo que venía era una victoria más holgada del PP. Me hubiera encantado equivocarme y así se lo dije a mi amigo Boni, que aportó un comentario confiado en que este señor podía adelantar, no sólo al PSOE, sino al propio PP. Pues ahí está el resultado. Pablo-Pablito-Pablete se ha lucido. Sumando los votos de Podemos e Izquierda Unida en diciembre, la coalición de ambos ha perdido más de un millón de votos. Entre ellos, el mío, del que disfrutaron entonces, como revelé en el blog.

No voy a decir a quién he votado esta vez, porque no me sale de los higadillos. Pero no fue a Podemos, pueden creerme. Y eso que, después de mi desahogo contra Pablo-Pablito-Pablete en el post citado, pensé de nuevo en votarles, porque los otros candidatos me gustaban aun menos. Pero, amigos: entonces llegó el Brexit. Y, a última hora, llegué a la conclusión de que yo no puedo apoyar con mi voto a alguien que propone hacer una consulta no sólo en Cataluña, sino también en Euzkadi y en Galicia. Nunca me perdonaría haber apoyado semejante disparate. En diciembre no lo habían planteado de forma tan clara. Pero luego,  Pablo-Pablito-Pablete lo marcó como línea roja, para que Rivera no pudiera apoyarlo. Para que el PSOE rompiera ese acuerdo de mínimos. ¿Por qué? Pues yo tengo la respuesta: porque es un soberbio y un ególatra y, además ha visto demasiados capítulos de Juego de Tronos. En cuanto descubrí que soy un hater de las consultas, perdió mi apoyo.

Y, mientras esto sucedía, había alguien dedicado a su actividad favorita: no hacer nada. Hablo, por supuesto, del Gato Rajoy. Él no pierde la posición. Desde las elecciones de diciembre está encerrado en la Moncloa leyendo el Marca. Si las gaviotas se pelean entre ellas, él observa desde la silla. Y, no lo quise decir en su momento, pero ya es hora de que lo diga: en el debate a cuatro se los comió a todos. Estuvo muy por encima, con tablas, socarrón y dominador. Hasta le vi descansado y rejuvenecido. A su lado, los otros tres parecían lo que son: unos novatos. A  mí no me gusta su partido ni su política, pero tengo que reconocer que esa táctica de no hacer nada le está dando resultado. Así que nos toca sufrirlo otros cuatro años, ya que los demás no han sido capaces de enhebrar una alternativa conjunta. Y esto es una democracia, en la que hay un partido que ha ganado con claridad. Que ha aumentado sus votantes debido, entre otras cosas, al lamentable espectáculo que nos han brindado los demás en estos seis meses. Cuando alguien saca tanta ventaja, es por algo.

A Unidos Podemos le ha sobrado arrogancia, tacticismo, cortedad de miras y falta de experiencia. La mayor parte de ese millón de votos que han perdido, entiendo que son gente de Izquierda Unida disconforme con el proceso de fagocitación de su partido de toda la vida, junto con algún alérgico a las consultas como yo, aunque creo que somos los menos. Como les he dicho al principio, me siento sorprendentemente solo en algo en lo que llevo insistiendo casi cuatro años: que el nacionalismo es una tendencia retrógrada, que la humanidad camina hacia el mestizaje y la mezcla de culturas. El nacionalismo es primo hermano del racismo. Esa pulsión es la que ha llevado a una mayoría exigua de británicos a votar por marcharse de la UE. Decisión aplaudida por todos los fascistas y racistas de Europa. Los mismos que han forzado a que les demos una patada en el culo a los pobres sirios que huían del horror. Alguien con sentido del humor ha manipulado la famosa pancarta de la señora Carmena en su sede. Vean aquí el resultado.


Menos mal que hay gente que conserva el humor. Porque a mí, lo que me pide el cuerpo es salir ahora mismo a la calle detrás de una pancarta como ésta.


En fin, como he dicho, estoy triste y desolado por todo lo que está sucediendo. Faltaba lo de la selección de fútbol, aunque era un desastre anunciado. Al menos, ya que no nos hemos quitado de encima al Gato Rajoy, supongo que nos libraremos del Marqués de Carabás y su fútbol anticuado y sin variantes, que todos los demás equipos saben cómo anular. Día triste este, en el que me siento cansado y aburrido del mundo en el que me ha tocado vivir estos últimos días. Pero, ya saben que YO NO ME RINDO. Hoy he comido con mi amigo Juanmi el Guitarrero, el tipo que ya ha perdido la cuenta de cuántos huesos se ha roto. Y me ha dado un argumento para ser positivo y optimista, como suelo ser en este blog. Es el siguiente. Hemos tocado fondo. Nada puede ir a peor a nivel colectivo. Así que, a partir de aquí, lo único que podemos hacer es mejorar. Con ese espíritu, terminaré como empecé: con John Lennon. Vean qué contento se le veía acompañando al gran Chuck Berry. Intenten sobreponerse. No queda otra.   



sábado, 25 de junio de 2016

523. La respuesta de Avaaz

Ya sé que estamos en la jornada de reflexión, pero yo no soy capaz de reflexionar gran cosa tras el mazazo del Brexit. La comunidad Avaaz, muchas de cuyas recogidas de firmas he respaldado, ha difundido hoy este texto, bajo el cual podría poner perfectamente mi firma. Es así exactamente como me siento. He de aclarar que, ayer me levanté convencido de que iba a ganar el Let’s remain y tenía ya escrito y preparado el texto sobre Serafino, el palulú, el chocho y toda esa serie de extravagantes minucias. Es de lo que se suele hablar en este blog y yo pretendía con ello celebrar nuestra victoria y recuperar la normalidad, tras los momentos de tensión. Nuestra derrota, como mundo integrador y solidario, cambió el sentido de ese post. Le añadí apresuradamente el primer párrafo, y dejé el resto tal cual, en un gesto, esta vez de militancia. Se ha dado un paso hacia el lado oscuro. Se ha perdido una batalla. Pero la guerra continúa. Aquí el texto de que les hablo.

Queridos miembros de Avaaz:

Hoy es un día doloroso y sobrecogedor para el Reino Unido, para Europa y para nuestro mundo.

Aunque, de alguna forma, puede que esto fuera lo que necesitábamos.

El progreso que hemos construido hacia un mundo de apertura, tolerancia e interconexión no es algo que podamos dar por sentado: debemos alimentarlo continuamente y estar siempre atentos. Las instituciones que hemos creado para estar más conectados deben tener un hogar en nuestros corazones y en nuestras mentes, y no solo existir como instrumentos burocráticos que cumplen una función. Necesitamos una ética, un espíritu y una cultura de unidad y conexión para mantener a raya las oscuras fuerzas de nuestro pasado, tales como el nacionalismo y el racismo.

Buena parte de la campaña por la permanencia del Reino Unido en la UE apelaba al miedo y a meros intereses egoístas, como cuánto dinero se exponía cada uno a ganar o perder. Nuestra comunidad, en cambio, tiró de amor y unidad sumándolos a la ecuación pero, esta vez, eso no fue suficiente para ganar. Algunos editores de periódicos y políticos oportunistas se dedicaron a incitar al miedo y contribuyeron a convencer al 51,9% del público de que la UE es la culpable de lo que les pasa.

Pero ahora no podemos vacilar - esta batalla ha tenido lugar en un tablero mayor y las fuerzas del miedo y la división están ganando terreno - desde los nacionalismos que amenazan con destruir Europa, pasando por el riesgo que supone Donald Trump para los avances que se han hecho en EE.UU. contra el racismo y por la unidad tras varias generaciones, y mucho más. Debemos convertir el ‘brexit’ en una llamada a la acción para nuestro movimiento, en una chispa que reavive nuestra pasión por la defensa y la renovación del proyecto de paz y unidad que nuestros padres y abuelos erigieron sabiamente a partir de sus dolorosas experiencias.

Los jóvenes del Reino Unido han respaldado el proyecto europeo por un margen enorme, y también se oponen a Trump y a otros de su índole. El futuro nos pertenece, si logramos empuñar este estandarte el tiempo suficiente como para entregárselo a las siguientes generaciones. Vamos a reunir todo nuestro valor y nuestro compromiso de luchar por el mundo con el que soñamos. Haz clic aquí para compartir un mensaje de inspiración, solidaridad y esperanza con el que recorrer el camino que nos queda por delante:


Durante las últimas semanas, nuestra comunidad se alzó para brillar con una luz maravillosa -- fuimos cientos de miles los que combatimos las políticas del miedo y la división con amor y unidad. Contribuimos a financiar la publicación de anuncios y otras acciones que ocuparon las portadas de los medios, salimos a la calle para manifestar nuestro amor, exigimos que echaran al director de un periódico que estaba sembrando el miedo e hicimos miles de llamadas telefónicas a ciudadanos británicos para que votaran por la permanencia en la UE. 
Muchos votantes - especialmente la gente mayor de las zonas rurales de Inglaterra - acabaron influenciados por argumentos que repetían que sus comunidades, y que su libertad y prosperidad, estaban amenazadas por la UE y por la inmigración que vino asociada a ella. Algunas personas solo querían cambiar el status quo. Buena parte de esto ha tenido que ver con la falta de escrúpulos de un sector de los medios británicos, convertidos en pregoneros sin tapujos del ‘brexit’. Pero es cierto que en nuestro movimiento también tenemos que hacerlo mejor en materia de inmigración - y lograr que las decisiones sobre las políticas en este tema se tomen tanto con la cabeza como con el corazón. En muchos países, esta es una debilidad que los movimientos generadores de miedo y división están deseosos de aprovechar.
Se aproximan rápidamente nuevas y serias batallas -- Trump en EE.UU., Le Pen en Francia y Nigel Farage en el Reino Unido.
Pero estamos ganando cada vez más fuerza como movimiento. Y usaremos nuestro amor y determinación para enfrentarnos a cada uno de estos defensores del odio que intentan separarnos. Aunque para ganar tendremos que crecer aún más y mejor, y así atajar el contagio de este cóctel viral de miedo, nacionalismo y racismo.
Recordemos que de estos oscuros momentos pueden nacer nuevos amaneceres. La diputada británica Jo Cox, que fue asesinada la semana pasada, dijo: "estamos mucho más conectados y tenemos muchas más cosas en común que aquellas que nos dividen". Ahora debemos escucharnos los unos a los otros y no dejar que las fuerzas incitadoras del miedo que terminaron con su vida salgan triunfantes. En honor a ella, comprometámonos a trabajar juntos para llevar por todo lo alto su mensaje conciliador y lleno de amor.
Haz clic para compartir tu mensaje de unidad y de fuerza con los demás. Vamos a recargarnos de amor y solidaridad ante las batallas que se avecinan y a demostrar que nada nos va a detener. 
Con esperanza y gratitud, 

Ricken, Alice, Emma, Christoph, Luis, Iain, Mia, Mélanie, Fatima, Ben, Allison, Rewan, Adam, Dan y todo el equipo de Avaaz

viernes, 24 de junio de 2016

522. Serafino, las juke-box, el palulú y... lo demás

Bueno, en pleno shock tras el inaudito triunfo del Brexit, no puedo negar que para mí es una mala noticia, que ya analizaré en frío más adelante. Pienso que hay cosas demasiado importantes como para que se sometan a la opinión del pueblo llano, en el que el peso relativo de los viejos, los paletos y los fascistas (tres colectivos a los que aborrezco bastante, como saben), hacen muy peligrosos estos experimentos de pseudodemocracia. A mí me parece una cagada histórica, pero al menos ha quedado claro quiénes la aplauden y quiénes no. La aplauden Nigel Farage, la señora Le Pene (ya saben, el corrector del Word), Geert Wilders, líder de la ultraderecha xenófoba holandesa y Donald Trump, entre otros. Sólo falta Berlusconi. A lo mejor, de la alegría que se lleve si llega a enterarse de la noticia, sale del coma, se arranca la máscara de oxígeno y grita: PADANOS A LAS BARRICADAS. TRANQUILOS QUE YA ESTOY DE VUELTA CON EL BUNGA-BUNGA.

De momento, entre el sofoco de ver que los ingleses quieren marcharse y la expectativa de nuestra próxima y trascendental cita con el destino, en la que todo nuestro futuro se va a poner en juego a cara o cruz, pues voy a rebajar un poco el tono volviendo a temas más ligeros, para aderezarles estas jornadas de reflexión antes del gran evento (me estoy refiriendo, por supuesto, al partido España-Italia, del próximo lunes). Ya que hablamos de Italia, a mis seguidores les ha encantado el vídeo de la canción de la película Serafino, pero me dicen que no entienden nada de la letra, en esa especie de italiano asilvestrado de la zona montañosa de los Abruzos. Ante eso, he recurrido a un amigo italiano del que no les había hablado hasta ahora porque, como siempre les digo, aquí no se cuenta todo lo que me pasa, sino lo que yo selecciono por estimar que merece la pena comentarlo en el blog. Mi amigo se llama Gianni Rondinella y es una especie de alma gemela mía, porque ambos hemos llegado al urbanismo desde el mundo de las letras.

Yo siempre fui hombre más de letras que de ciencias, pero tenía, digamos, una presión familiar por derivar a una carrera de ciencias, por aquello de que me iba a proporcionar más salidas y me iba a permitir ganarme mejor la vida. Gianni me contó que él proviene de un contexto similar en Italia. Por diferentes caminos, ambos superamos esa dualidad y acabamos en el mundo del urbanismo, que es una disciplina más inserta en el campo de las humanidades. Por eso yo lo considero un alma gemela (o, como dicen en USA, a soul brother). Gianni me ha hecho el favor de hacerme una primera traducción plana, que yo he redondeado a mi manera. Abajo la tienen. La historia la conocen: Serafino ha recibido una herencia que se anda gastando con sus amigotes los pastores. Su tío le tiende una trampa, mediante una hija que se lo liga, para que tenga que casarse con ella y así poder disponer de la citada herencia. Los pastores le cantan esta canción en el bar del pueblo a modo de despedida. El Youtube no me deja importar el vídeo, así que han de pinchar AQUÍ si quieren escucharla de nuevo, con la letra a la vista.

                                   Te quería contar la historia, de un amigo mío pastor
                                               Que se metió en una cama para hacer el amor
                                               Y, para su sorpresa, este amigo mío
                                               No encontró a la chica, sino que encontró a su tío

                                               Y entonces la familia se enfada y para reparar el escándalo
                                               Le entrega a la chavala, y ya nada se puede hacer
                                               Con dos patadas en la boca, se los llevan directo al altar
                                                               Tiero, tiero, tiero, tiero-tierá, tierá, tierá
                                                               Ahora pierde, ahora pierde, ahora pierde la libertad
                                                               LA LIBERTAD, qué coño puede hacer
                                                               (coro) QUÉ PUEDE HACER…

                                               Como era guapo, apuesto y muy cochino,
                                               Que el hombre verdadero nunca se ha lavado,
                                               Olía a cabrito, que era un portento
                                               Más que eso, era la porquería elevada a siete
                                               Las mujeres enloquecían de amor
                                               Porque un hombre tiene que tener sabor

                                               Y en cambio ahora mismo, los parientes lo han lavado
                                               El pobre Serafino ya no sabe a nada
                                               Lo van a casar con el órgano, con el órgano y la banda
                                               Lo engañan poniéndole a la fuerza calcetines y bragas
                                               Lo tratan como a un caballo, limpiándolo con cepillo y jabón
                                               Y ahora parece un pobre maricón
                                                               Tiero, tiero, tiero, tiero-tierá, tierá, tierá
                                                               Ahora pierde, ahora pierde, ahora pierde la libertad
                                                               LA LIBERTAD, qué coño puede hacer
                                                               (coro) QUÉ PUEDE HACER…

                                               Oh, Serafino, amigo mío sincero, yo te saludo con esta canción
                                               Eras guapo, eras fuerte, despierto y bravo
                                               Que se joda la que te convirtió en esclavo
                                               Tú habías dado con la mejor solución
                                               Una familia que no te engañaba
                                               Haciendo lo siguiente, haciendo lo siguiente:
                                               Tres amigos, cuatro críos y la fulana

                                               Pero te engañaron y no has movido ficha
                                               Pobre Serafino agilipollado
                                                               Tiero, tiero, tiero, tiero-tierá, tierá, tierá
                                                               Ahora pierde, ahora pierde, ahora pierde la libertad
                                                               LA LIBERTAD, 

Pero te engañaron y no has movido ficha
                                               Pobre Serafino agilipollado
                                                               Tiero, tiero, tiero, tiero-tierá, tierá, tierá
                                                               Ahora pierde, ahora pierde, ahora pierde la libertad
                                                               LA LIBERTAD

Dos cosas. La palabra mignotta la he traducido por fulana. En italiano es equivalente a puttana, pero tal vez no tan ofensiva. En una zona agreste como los Abruzos, puede tener hasta un componente cariñoso. Aun así, los cantores se disculpan con la bella Asmara, aprovechando para darle un beso. La otra es que, como les conté, Serafino no termina de dar el sí a su prima, huye de la iglesia y acaba la película regresando junto a sus amigos pastores, al lado de su querida Asmara, que no le exige que se lave para hacer el amor.

Otro de mis vídeos que ha hecho furor es el del Papel pa’l bul, del que ya les he aclarado que bul es como llaman los calorros al culo. No voy a repetir el vídeo en este caso, porque es muy reciente. Un amigo de Vallecas me cuenta que por allí también había un vendedor ambulante de la misma mercancía, o sea que debía de ser una cierta tradición de negocio entre los gitanos. El Josete llamó a su disco Recuerdos de chico y quiero hacer hincapié en el estribillo: Papel pa’l bul/papel pa’l bul/manzanas de caramelo/barquillos y palulú.

Todas estas cosas se vendían en las ferias ambulantes que recorrían España. En La Coruña, los puestos se ponían en verano en la explanada de El Relleno, así llamada por haber sido ganada al mar, que se llenaba de norias, balancines, caballitos girantes, puestos de tiro al blanco, tómbolas y sorteos diversos y, lo mejor de todo: la pista de coches de choques. Allí era posible encontrar estas manzanas de caramelo, que ven en la imagen, además de almendras garrapiñadas, pipas de girasol, barquillos, helados, algodón de azúcar y otras chucherías que hacían las delicias de los niños.

Este tipo de golosinas, no se llamaban todavía chuches, denominación abreviada que corresponde a la generación de mis hijos (por eso Rajoy proclamó en su día que Zapatero quería subirnos el IVA de los chuches, demostrando que no sabía de lo que hablaba; a lo mejor le escribió el discurso Arriola, que, teniendo a su vera a Celia Villalobos, seguro que estaba más al día). A mí me gustaba mucho ir con los amigos a la feria del Relleno, un lugar ruidoso y atestado de gente en el que se pasaba muy bien. Al final, acabábamos tomando un refresco en el bar Atalaya, al que se accedía subiendo una escalerita porque estaba en la primera planta de un edificio municipal del parque, y donde disponían de una auténtica juke-box en la que, metiendo una moneda, podías escuchar las canciones de los Beatles y otras novedades. Ya que hoy nos ha dado por Italia, les pongo aquí el homenaje a las juke-box que dejó el gran Fred Buscaglione, prototipo del juerguista romano, play-boy contrastado, que cantaba vestido de gangster americano y que se mató una madrugada, volviendo a casa tras una de sus juergas legendarias, hasta arriba de alcohol, cuando su Ford Thunderbird de color rosa se estrelló de frente contra un camión de reparto, justo frente a la embajada de USA en Roma.


El palulú tiene una historia específica, puesto que el nombre es una derivación lingüística de la denominación palodulce, que es la planta de la que se extrae el regaliz. Es un arbusto leñoso, cuyas raíces y tallos más gruesos, liberados de hojas y ramitas, pueden chuparse para paladear su sabor medio dulzón, medio amargo, parecido al del vermú de grifo. El palodulce era conocido ya por los egipcios. Cuando mi padre era niño, hace unos cien años, en el kiosco de la plaza de su pueblo manchego ya se vendía esta golosina a los niños. Era muy barata porque este arbusto crece con facilidad en humedales y zonas umbrías. Por entonces su nombre ya había sufrido un primer apócope: paloduz, de donde vendría luego el palulú. En ese tiempo llegaron las barritas de extracto de paloduz, de color negro y sección acanalada, que inicialmente se llamaron regaliz compuesto y años más tarde perdieron el adjetivo y se quedaron sólo en regaliz.

En el sur de España, estas delicatesen populares tienen un pariente pobre, los altramuces, unas legumbres que se dejan secar y luego son objeto de una larga preparación a base de sucesivos baños de agua con sal, hasta que adquieren el sabor y la textura requeridos. Se suelen poner de tapa en los bares y también se venden en cucuruchos en las ferias. Son tan adictivos como las pipas de girasol, has de apretarlos para desprenderles una piel húmeda transparente que se tira al suelo y acabas con las yemas de los dedos arrugadas como si hubieras estado una hora en una piscina. Lo malo es que producen bastantes gases, por lo que, si te da por pegarte una jartá, acabas apestando a tus vecinos de feria. Y luego está el nombre popular que se les da por la zona de Murcia y Andalucía oriental: chochos. ¡Kiyo, ponme un cuartillo’chochos!
 
En fin, la palabra chocho tiene otro significado que todos ustedes conocen y por eso no la he puesto en el título del post, para que este blog pueda leerse en horario infantil. Ese otro significado está tan presente en la mente de los caballeros, que a veces lleva a lapsus muy graciosos. Eso es lo que le sucedió a Carlitos Miranda, gran periodista deportivo coruñés que, en su crónica sobre los play-off de ascenso a la Segunda B para el diario La Opinión Coruña, sufrió tan freudiano desliz. Lo malo es que todos los diarios deportivos gallegos en formato digital copiaron su crónica. Cuando se dieron cuenta de que se estaban congratulando de la victoria del Chocho en su lucha por el ascenso, (en realidad querían referirse al Choco de Redondela), todos se apresuraron a corregir sus noticias. Pero yo tuve la precaución de hacer una captura de pantalla, antes de que lo borraran, que luego nadie se lo iba a creer. Aquí la tienen.


































En fin. En cualquier caso, convendrán conmigo en que un eventual ascenso del Chocho ha de ser siempre considerado como una buena noticia. Que pasen un buen finde. Y que voten. A quien sea, pero voten. Hombre, si no es mucho pedir, que no sea a Rajoy.

miércoles, 22 de junio de 2016

521. Y, ahora, a quién cojones votamos

Qué hartura, otra vez con las elecciones, ¿verdad usted, señora? ¿Pero no habíamos elegido ya en diciembre? Como dicen en tierras valencianas: ¿Otra volta, Manolico? Pues sí, señor. Aunque a muchos se les haya olvidado, en diciembre pasado, hace ya seis meses, el pueblo español fue llamado a las urnas y dio su veredicto: se acabó el bipartidismo, ahora en vez de dos partidos hegemónicos va a haber cuatro. Eso es lo que queremos. Y, ahora, señores políticos, hagan su trabajo, pacten, establezcan alianzas o hagan lo que resulte oportuno, ustedes son los profesionales de la política, estrújense el cerebro, negocien, hablen, ofrezcan, cedan. Hace unos años, el resultado de las elecciones alemanas fue también bastante complejo. La señora Merkel necesitó, creo recordar, más de tres meses de negociaciones. Pero consiguió formar gobierno. Lo mismo ha sucedido hace poco en Irlanda.

Pero en España no. En España tenemos unos políticos tan malos, que no han sido capaces ni de empezar a hablar. Por el contrario, se han dedicado a averiguar qué temas resultarían más inasumibles por los demás, para luego proclamarlos como líneas rojas, unas líneas rojas planteadas como condiciones sine qua non para empezar a hablar. Llevamos seis meses perdidos en esa imbecilidad. Y ahora nos convocan a votar otra vez. Como si los españoles no tuviéramos mejores cosas que hacer, que venga votar y venga votar. Ya saben que yo apoyé con mi voto a Podemos, un poco al rebufo de la alegría que me dio que ganaran la alcaldía de Madrid, nos libraran de la Esperanza desencadenada y nos pusieran al frente a la señora Carmena que es un encanto de mujer y que está reconstruyendo la ilusión y el orgullo de ser madrileños, a partir del erial ideológico y moral que se encontró al llegar.

Sin embargo, ahora tengo fuertes dudas en votar a Podemos. En realidad, estoy muy cabreado con Pablo Iglesias, por su actitud en estos meses, en los que creo que ha sido el principal culpable de que estemos como estamos. Trataré de explicarlo, aunque, repito, no estoy seguro de a quién voy a votar. Tampoco me siento obligado a revelar mi voto en este foro; tal vez lo haga y tal vez no. Al fin y al cabo, el voto es un asunto muy personal, que puede entenderse parte de esa intimidad a preservar en una tribuna pública como esta, en la que parece que se cuenta todo, pero no es así. El caso es que creo que Pablo Iglesias es el responsable principal, que no el único, de que llevemos seis meses sin gobierno y tengamos ahora el riesgo de que Rajoy aumente el número de escaños lo suficiente como para seguir cuatro años más.

Porque, no nos olvidemos, el objetivo prioritario de las elecciones de diciembre pasado era echar del sillón al señor Rajoy, responsable del desmantelamiento sistemático y minucioso del estado del bienestar en el que habíamos vivido en los últimos cuarenta años, jefe de un gobierno de ineptos (Wert, Mato, Gallardón, Bañez), dirigente de un partido con una corrupción estructural que lo infecta de arriba a abajo y él mismo presunto corrupto en jefe, si hemos de creer lo que nuestros ojos nos dicen examinando los renglones amarillos de los famosos papeles de Bárcenas, en los que se detallan las cantidades que cobró este señor (cuyo nombre es de los que más veces aparece) a lo largo de muchos años. Un tipo, además, que ganó con un programa que empezó a incumplir desde el minuto cero de su mandato. Que presume ahora de creación de empleo, cuando en su gran mayoría se trata de empleos basura.

Por no hablar de su pasotismo, rayano en el absentismo, su leyenda de que su lectura más enjundiosa es la de los diarios deportivos y su política de información consistente en no decir nada, alimentando la duda de si es que no tiene nada que decir, o lo que nos diría es tan vergonzoso que mejor se lo calla. Lo que pasa es que esa forma de actuar, a algunos les parece bien, y no me extrañaría que, seis meses después aumente su número de votantes. La actitud de Rajoy es como la del gato del vídeo que les pongo aquí abajo. Lo que pasa es que la comida que le roban es la nuestra.


Podríamos habernos desecho de este señor en enero. Yo creo que la crisis económica no está ni mucho menos resuelta, ni a nivel mundial, ni local. Es una crisis similar a la que desató el crash del 29, del que se logró salir gracias al llamado New Deal del señor Roosevelt. Este señor mezcló sabiamente medidas neoliberales con disposiciones de corte socialdemócrata, sobre la base de una regulación estricta de los mercados financieros, para evitar los excesos del pasado. Así empezó a crecer la economía norteamericana a unos niveles nunca conocidos, prosperidad que le permitió asumir los gastos de la Guerra Mundial. Yo no soy de los que creen que la economía mundial se reactivó gracias a la guerra. La guerra es algo que conlleva unos gastos monstruosos. Yo creo que se salió de la crisis gracias al New Deal.

Ahora es un momento similar. Y la fórmula que sellaron Sánchez y Rivera era un intento de algo parecido: un acuerdo de mínimos para ir tirando y poco a poco enderezar el rumbo. Entiendo que Podemos no se sumara a ese pacto. Pero es que no tenía que sumarse. Sólo tenía que abstenerse. Si lo hubiera hecho, ahora llevaríamos ya seis meses con un gobierno en minoría, pero actuando. El PP hubiera aprovechado estos cuatro años para regenerarse, echar a todos los vejestorios que lo controlan y limpiarse de corrupción. Y Podemos también se hubiera fortalecido haciendo una oposición dura, aprendiendo y bregándose para ganar dentro de cuatro años. Pero Podemos no hizo eso. Votó en contra de la alianza Sánchez-Rivera, sumando sus votos a los del PP. ¿Por qué? Pues porque el señor Pablo Iglesias tiene prisa por asaltar los cielos. Porque lo quiero todo y ahora.

Se le vio el plumero cuando definió el tema de la consulta catalana como línea roja. Entiendo que desde Podemos se apoye esta consulta, incluso estoy dispuesto a admitir que eso permitiría finalmente resolver el conflicto catalán. Pero: ¿ha de ser esa una de las líneas rojas? ¡Por Dios! Iglesias ha actuado por puro tacticismo y ya saben que la táctica no tiene nada que ver con la estrategia. La estrategia es algo a más largo plazo y yo estoy convencido que la abstención de Podemos en la sesión de investidura de Sánchez, hubiera sido una mejor estrategia. Su voto en contra ha propiciado estas nuevas elecciones, que pillan al personal cansado y aburrido, más interesado en la Eurocopa y preparando las vacaciones de verano. Yo creo que es una apuesta arriesgada, en la que corremos el riesgo de una alta abstención que aumente el número de votantes del PP, que ya han demostrado hace tiempo que el tema de la corrupción les importa un rábano.

Y hay también un riesgo de que los resultados sean prácticamente idénticos a los de diciembre en cuanto a número de votos a los diferentes grupos. Podemos tendrá algunos más, al sumar los obtenidos por Izquierda Unida. Pero entonces qué. Seis meses perdidos para nada y la perspectiva de otros seis iguales, o de que se decida dejar gobernar a la lista más votada, que será sin lugar a dudas la del gato Rajoy. Mientras tanto, las gaviotas y otras aves carroñeras de la economía transnacional se nos seguirán comiendo la comida del plato. Este es el motivo de mi gran cabreo con el señor Pablo Iglesias, a quien no sé si votar o no. Porque, si las encuestas son ciertas y el llamado sorpasso es un hecho, la forma de hacer más daño a Rajoy sería el voto a Podemos.

A un día de la decisión sobre el Brexit, mi amigo Ian me escribe desde Londres y me dice que las cosas no son tan sencillas como yo las pinto. Que detrás de la idea de salirse de la Unión Europea hay gente con motivos bien fundamentados, no sólo ignorantes y fascistas. Supongo que tiene razón. Es obvio que yo no soy un experto en el tema y que veo el problema desde fuera y sin demasiados datos. Pero no soy el único que tiene esa valoración. Les dejo de despedida el link al artículo de hoy del gran John Carlin, que es bastante claro en ese sentido. Por cierto, hace unos días, este señor decía que, si Gran Bretaña se va finalmente de Europa, él iniciará inmediatamente un movimiento a favor de que Londres se independice del Reino Unido. Sean felices si pueden. AQUÍ el link.

lunes, 20 de junio de 2016

520. Nacionalismo, violencia y humor

Un lector a quien no tengo identificado me acusa de ser un hater (de hate, odio) en relación con el tema del nacionalismo. Tal vez tenga razón y, desde luego, es una de los pocos temas sobre los que tengo una opinión clara y rotunda, en un mundo en el que estamos sometidos a un bombardeo de información del que no suelo creerme casi nada. Digo que tal vez tenga razón este lector, porque estoy convencido de que el nacionalismo es un virus que ataca a los pueblos y, a lo mejor, yo estoy saturado de anticuerpos generados por ese virus. Creo que ese virus se expande siempre de forma interesada por determinados políticos localistas y ataca indistintamente a pueblos de idiosincrasia muy variada. Por ejemplo, en el caso de la antigua Checoslovaquia, fueron los eslovacos, la mitad más pobre, la que insistió en separarse. Algo no muy usual.

También creo que algunos pueblos consiguen superar el virus por sí mismos, como por ejemplo, el Quebec en Canadá, los escoceses en Gran Bretaña, los flamencos en Bélgica o los vascos en España (a los gallegos nunca llegó a afectarles de forma mayoritaria; por eso nunca han querido hacer una consulta, porque esa es otra característica intrínseca del nacionalismo: sólo insinten en hacer referendums y consultas cuando piensan que pueden ganar). La historia de estos pueblos que he citado, es diferente y no sé si la conocen en detalle, pero se la resumo. En Canadá se hicieron dos consultas que perdieron los independentistas quebecquoises, la última por los pelos. Entonces, el gobierno canadiense consultó al Tribunal Supremo si los independentistas podían seguir convocando consultas indefinidamente, hasta que ganasen, o qué cachondeo era ese. El tribunal respondió con una resolución impecable, la llamada Clarity Act, en donde se definen las condiciones en que una región puede separarse de su estado madre. Esta ley canadiense, es considerada ahora en todo el mundo como jurisprudencia para este tipo de procesos.

Lo que dice la Clarity Act es que, para eso, se requiere un acuerdo entre el gobierno central y el regional, en donde se determine el paso a paso del proceso a iniciar. Ese acuerdo, una vez suscrito, se somete a referéndum en la región que quiere separarse, consulta que ha de ganarse por un porcentaje que se fija en el propio acuerdo, porque puede que no se considere suficiente un 51% pelado. En Canadá, ya no se volvieron a hacer más consultas y, en las siguientes elecciones generales, los secesionistas se vinieron abajo. En cuanto a Escocia, el viejo zorro Alex Salmond, cuando fue elegido presidente con una mayoría holgada, fue a ver a Cameron y le sacó un acuerdo para convocar una consulta. Es decir, que el proceso escocés se ajustó escrupulosamente a la Clarity Act, algo que no sucede en el proceso catalán, donde no hay acuerdo previo de los dos gobiernos.

Lo que no se sabe es por qué Cameron tragó con eso. En su día ya se dijo en este blog que este señor es bastante tonto (dicho esto con los debidos respetos). Yo creo que Cameron entró al trapo escocés como una frivolité. Luego, cuando vio los sondeos que amenazaban con una victoria de los secesionistas, se asustó y sacó de la nevera a Gordon Brown, para que dijera a los escoceses que, desde Londres, se les quiere mucho. Lo de ahora del Brexit, es otra frivolité. Cameron quería únicamente mejorar su situación relativa dentro de Europa y ya lo ha conseguido en este ínterin. Y ahora, está acojonado de que el Brexit gane y él pase a la historia como el idiota que propició tal desastre. Por eso ha vuelto a sacar del congelador a Gordon Brown, porque ya no sabe cómo frenar el asunto. Lo siento, pero creo que este señor es muy tonto. Casi tanto como Hollande, Rajoy, Zapatero y otros. El mundo tiene un problema grave de falta de liderazgo político.

Los secesionistas flamencos, por su parte, han declarado solemnemente que, una vez que han conseguido todo lo que querían, incluso la total autonomía política y económica, renuncian a deshacer Bélgica. En realidad, son ya dos países en un solo estado, pero saben que, si se empeñan en separarse formalmente, los van a echar de Europa y van a sufrir económicamente por una cabezonería absurda. Y nos queda hablar de los vascos. Sin ánimo de insultar a nadie, yo creo que a los vascos se les ha pasado la tontería, esa tontería que está en plena efervescencia en Cataluña. Se lo creerán o no, pero yo tengo algunos amigos catalanes independentistas, con los que mantengo la amistad por el sistema de que hay una serie de temas sobre los que no podemos hablar. No podemos hablar, no porque yo no quiera, sino porque ellos conocen mis posiciones y se ponen enseguida muy nerviosos y muy tensos. Hace unos veinte años, me pasaba lo mismo con mis amigos vascos, con el agravante de que allí se ejercía una violencia sistemática sobre la parte de la población que no estaba por la labor. Y yo perdí muchos amigos, por esa imposibilidad de hablar de ciertos temas.

En general, mis amigos de entonces sostenían que compartían con ETA sus objetivos, pero no sus métodos. Y yo les decía que a mí lo que no me gustaba de ETA eran sus objetivos, que con semejantes objetivos era muy coherente que usaran el tiro en la nuca y el coche bomba. Claro, así me quedé sin amigos vascos. Pero la violencia nacionalista no se queda sólo en el tiro en la nuca y el coche bomba. Los catalanes presumen orgullosos de que su movimiento es pacífico, y por ahora lo es, pero en cualquier momento puede surgir un bárbaro que se tome las cosas al pié de la letra. Y hay otras formas de violencia. A mí me ha contado un amigo, nada sospechoso de fascista (es miembro de Podemos) que, hace muy poco, en un bar de playa cerca de Salou, llegó con su chica, pidió dos cañas en español y ni le contestaban. La chica, que es valenciana, se dio cuenta del tema y las pidió en catalán, y entonces se las pusieron al instante.

¿Es eso violencia, o simple estupidez? En los años de plomo del conflicto vasco, yo recuerdo un caso que podría ser similar. Estaba yo con unos amigos en la cola de una cabina de teléfonos (en aquellos tiempos había cabinas telefónicas) y, cuando se quedó libre, unos tipos de aire violento se colaron. Fuimos a protestar y nos dijeron que ellos eran unos gudaris y tenían preferencia para llamar y que nosotros éramos unos putos españoles y que nos jodiéramos y esperáramos a que ellos terminasen. Pueden encontrar muchas historias de ese tiempo en los libros de Fernando Aramburu, un tipo que se tuvo que ir a Alemania para poder escribir en libertad. Las cosas no son así ahora en el País Vasco. Precisamente la aparición de la violencia fue clave en esta deriva actual. Hubo un momento en que se puso por delante la paz a la independencia. Primero, que callen las pistolas y luego ya veremos.

Ayudó mucho a este proceso el sentido del humor y sobre todo el programa de la televisión local Vaya Semanita, en donde se empezaron a reír por igual de todo el mundo, vascos y españoles. Borja Cobeaga, uno de sus directores, es también el responsable de algunas películas muy recomendables, como Pagafantas, además de ser coguionista de Ocho apellidos vascos. Una película suya excelente y menos conocida, se llama Negociador (2014) y narra la peripecia del último intento de negociar con ETA, el impulsado por el socialista Jesús Eguiguren por instrucción de Zapatero. Se la recomiendo encarecidamente, si quieren conocer la forma en que esa negociación se intentó. El guión está inspirado en el relato del propio Eguiguren, a quien en la película lo interpreta el excelente actor gallego Ramón Barea, que hasta pone cara de vasco y todo.

En la televisión de Cataluña hay un programa similar, que se llama Polonia pero, por lo que he podido pulsar, todavía no se ríen de ellos mismos. Sólo de los españoles. Todo llegará. Ahora mismo, la cosa no está para bromas. A unas chicas que tenían un stand a favor de la selección española de fútbol ya les dieron de bofetadas y a Albert Rivera le interrumpen los mítines con gritos de independencia. En fin, yo confío en que a los catalanes se les pase también un día la tontería. No sé si por la vía quebecquoise, por la escocesa, por la flamenca o por la vasca. Pero espero por su bien que se les pase. Aunque están en un punto bastante peligroso. Pero el pueblo tiene sentido común. De momento ya han tenido la suerte de desenmascarar a Pujol y su familia de lladres y de quitarse de en medio al impresentable de Artur Mas. De Puigdemont, todavía no se ha dicho nada malo en este blog (pueden comprobarlo). Para empezar, un tipo que es capaz de tocar una guitarra eléctrica y salir a un escenario apoyando a un grupo que se llama Sopa de Cabra, ya tiene, para mí, un punto a favor.