lunes, 28 de septiembre de 2020

980. Dos mujeres

En medio de esta situación inaudita de pelea política absurda, mientras el virus avanza sin que nadie le ponga freno, quizá lo más prudente sería que nos quedásemos todos en casa hasta que pasara la tormenta. Pero ya saben que yo no soy un modelo de prudencia extrema. Por eso iré estos cinco días a partir de hoy a la sede de Billar de Letras a seguir mi curso de iniciación a la novela. Pero no me tomen como ejemplo. Ustedes quédense en casa bien calentitos, con el cerrojo echado y a resguardo de contagios. Lo que no les recomiendo es escuchar los noticiarios de la radio ni de la TV, esto es bastante perjudicial para la salud, porque contribuye a extender el otro virus: el del miedo y la paranoia. Mucho menos leer El País, que ayer alcanzó el clímax de su orgía de tremendismo. 

Según me levanté, conecté el ordenador mientras me preparaba el café y el gran titular a toda plana me saltó a los ojos: Un millón de muertos. No importa que aún faltaran 5.000 muertos para llegar a esa cifra, que probablemente se alcance el miércoles o jueves próximos, la cosa era sacar el titular el domingo, el día de más audiencia, para seguir dando miedo y adelantar la primicia, los Cebrián's boys a toda marcha. Por cierto, a media mañana el titular se cambió por Un millón de vidas menos, otra vez la intención de manipular y alguien que se da cuenta de que se han pasado y suaviza el mensaje. De manual. Así que yo les recomiendo que se olviden de las noticias y se dediquen a leer y escuchar música. Para ello les voy insistir en dos figuras de las que les he hablado en estos últimos posts, Bernardine Evaristo y Samantha Fish, a título de sugerencias para amenizar este encierro que amenaza con empezar de nuevo. 

La novela Niña, mujer, otras, de Bernardine Evaristo, creo que es lo mejor que he leído en mucho tiempo. Como saben, esta señora se llevó en 2019 el Man Booker, el premio literario más prestigioso de las islas británicas. Su novela tiene cerca de 500 páginas y carece de puntos, pero el otro día en nuestro Club de Lectura varios de los tertulianos coincidimos en que su lectura nos había resultado más fácil que la de un libro de puntuación ortodoxa. Esta señora escribe párrafos cortos, separados por saltos de renglón, un poco como pensamientos que se van enlazando cada uno con el anterior y el resultado es sorprendente. Por lo demás, el libro cuenta las historias de 12 mujeres, que tienen relación entre ellas a veces intensa o en otras ocasiones más episódica, de modo que cada una opina de vez en cuando sobre las otras. Todo ello compone una historia en puzzle realmente magistral.

Para que vean cómo está escrito este libro, con qué sentido del humor, con qué vitalidad, con qué tolerancia y con qué cariño por los personajes, les voy a transcribir un fragmento. Debo confesarles que los gestores de la página Blogger.com han eliminado ya la vieja interfaz, por lo que he de ajustarme a la nueva, que tiene sus limitaciones, por las que les pido disculpas. El fragmento corresponde a la historia de Amma, una de las doce protagonistas. Es esta una mujer de origen africano, que se mueve por el Londres de la gran movida rockera, Carnaby street, etc. Integrada en un mundo de artistas y escritores bohemios que van dando tumbos, acaba compartiendo un enorme edificio okupado, con un montón de gente que vive allí, desarrollando actividades culturales y lúdicas diversas, un lugar que han dado en llamar Freedomia.

Cuando parece que los van a echar, aparece en escena el dueño del inmueble, que resulta ser un antiguo combatiente antifascista de la guerra española, que luego se forró y vive en Montecarlo para no pagar impuestos. El tipo se siente progre y magnánimo y hace saber por escrito a las autoridades que da su permiso para que la casa siga siendo un centro alternativo, a cambio de que los okupas se responsabilicen de su mantenimiento y asuman las reparaciones que necesite. A partir de ahí, hacen contratos de agua y luz, que hasta entonces obtenían de pinchazos en las redes, y empiezan a funcionar. Y surge la necesidad de organizarse de alguna manera, para lo cual convocan una asamblea general en el patio. Así relata Bernardine dicha asamblea.

los marxistas exigieron que se instaurara un Comité Central de la República de los Trabajadores de Freedomia, lo que era echarle un poco de cara, pensó en su momento Amma, puesto que la mayoría de ellos había aprovechado su “fundamentada postura contra los perros de presa del capitalismo” como excusa para no dar golpe

los hippies sugirieron que se formara una comuna en la que lo compartieran todo, pero eran tan pánfilos y tranquilones que en cuanto empezaban a hablar les interrumpían

los ecologistas quisieron prohibir los aerosoles, las bolsas de plástico y los desodorantes, cosa que volvió en su contra a todo el mundo, incluidos los punkies, que no se caracterizaban precisamente por oler a eucalipto

los vegetarianos exigieron una política de carne cero, los veganos eran partidarios de extenderla a lácteos cero, los macrobióticos sugirieron que todos comieran repollo al vapor para desayunar

los rastafaris pidieron la legalización del cannabis y que se les destinara una parcela del solar de detrás en exclusiva para sus reuniones nyanbinghi

los hare krishnas quisieron que todos se les unieran esa misma tarde para aporrear sus tambores por Oxford Street

los punkies querían permiso para poner su música a todo volumen y fueron debidamente callados a voces

los gais querían que la constitución del edificio contemplara una legislación antihomófoba, a lo que todo el mundo respondió ¿qué constitución?

las feministas radicales querían dependencias sólo para mujeres, con su cooperativa autogestionada

las feministas lesbianas radicales querían sus propias dependencias lejos de las feministas radicales no lesbianas, también con su cooperativa autogestionada

las feministas radicales negras querían lo mismo pero sumando la condición de que a las suyas no se les permitiera el acceso a blancos de ningún sexo

los anarquistas se largaron porque cualquier forma de gobierno suponía una traición a todo en lo que creían

Fin de la cita. Un poco más abajo termina aclarando que, finalmente, se decidió crear un comité de gestión, con un sistema sencillo de rotación a la manera de las comunidades de propietarios. Este comité se reunió enseguida y emitió unas pocas normas que todo el mundo aceptó, cuyo objeto era prohibir terminantemente tres cosas: el menudeo de drogas, el acoso sexual y el voto al partido conservador. En fin, esto que les he transcrito es una sola de las 500 páginas de este libro extraordinario. Vamos, que me están entrando ganas de empezar a escribir así mis posts, sin puntos. He de decir que todos los personajes sin excepción (incluidos los varones) están tratados con un cariño exquisito; que a algunas de las protagonistas les suceden cosas terribles, pero que todas encuentran la forma de superarlo y, en definitiva, de redimirse y alcanzar una cierta estabilidad vital, a partir de su tenacidad y su mirada femenina. Por si con todo esto no les han entrado ganas de bajar a la librería y comprarse esta maravilla, les voy a poner un vídeo con una interesante entrevista con la escritora, presentada por su editor español y conducida por dos autoras también españolas.


Bernardine Evaristo y Samantha Fish son dos personajes de universos distintos, una es una intelectual que se mueve en el mundo de las letras y la otra es una artista que se desempeña en el ámbito de la música. Pero ambas comparten una mirada femenina y son un indicativo de cómo las mujeres van conquistando terrenos hasta ahora exclusivos de los hombres. Ambas se han abierto paso a codazos, con un suplemento de esfuerzo, de dedicación, de disciplina, hasta llegar al lugar que buscaban. Bernardine se lo lleva currando mucho tiempo, tiene 61 años, ha escrito con ésta ocho novelas y es la primera mujer negra que gana el Man Booker. Samantha tiene 31 y ha sacado ocho discos de estudio, más alguno en directo. Lleva más de diez años trabajando muy duro y su octavo disco Kill or be kind, publicado a finales de 2019, se presentó a los Blues Awards de este año y se llevó diez de los premios en juego, algo nunca sucedido anteriormente, por ningún artista del blues, hombre o mujer.

He leído algunas de las críticas de este disco, que gusta a la mayoría de los que lo escuchan. Uno de los críticos menos entusiastas describe a Samantha como una guitarrista prodigiosa, extraordinaria, una vocalista más que correcta y una compositora con muy buenos fundamentos y un largo recorrido de creación pendiente. Yo enfatizaría aún más, hace años que no escuchaba una guitarra como la suya, me parece muy buena cantante y puedo coincidir en que aún no ha compuesto todo lo que se puede esperar de ella. Pero, en realidad, lo que me maravilla de esta mujer no son sus discos sino su directo. Sobre un escenario es donde muestra su personalidad, su presencia única y toda su energía. Lo mismo me pasaba con Sheryl Crow. Los discos son correctos, hasta brillantes, pero lo bueno de Samantha es verla en directo.

Igual que he hecho con Bernardine, voy a ponerles una de sus letras con mi traducción, aunque con la nueva interfaz ya no puedo hacer dos columnas como antes y tendré que poner la traducción debajo. Las letras de Samantha no son un prodigio, pero su discurso es también el de las mujeres. Suelen tener un punto sombrío, en contraste con su talante siempre alegre, son poéticas y sencillas y, desde luego, está muy bien que esta mujer toque en lugares como Kansas City y les diga cosas como estas a los garrulos de la zona, que se acercan al lugar a ver si le ven el culo. Vean por ejemplo, una escogida al azar. Se llama Dirty, que vamos a traducir por sucio, aunque también podría ser cochino o guarro.

Dirty

Alone in a hotel room, your footsteps fade away

My love and misery couldn’t make you stay

A light shining thru my window illuminates you’re gone

Shadows I been running from hurt more than I let on


How can you sleep at night, by her side, when I’m on your mind?

How can you wash away the mess you made of me?

Your love is dirty

Taint my heart you made me feel unworthy

Pollute my mind with lies, baby it hurts me

Obscene the way your love it has no mercy

Your love is dirty


I was clean as a whistle babe, ‘til you came inside

Throwing dirt on my name like a cruel pesticide

Well I stayed and I prayed and I laid There so holy in your arms

But you took the fruit that I bear and left me in the dark


How can you walk away, unashamed, your love careless ways?

How can you take the best and leave the rest of me?


Your love is dirty

Taint my heart you made me feel unworthy

Pollute my mind with lies, baby it hurts me

Obscene the way your love it has no mercy

Your love is dirty

Aquí mi traducción

Sucio

Sola en un cuarto de hotel, mientras tus pasos se desvanecen

Mi amor y mi pena no pudieron hacer que te quedaras

Un destello de luz en mi ventana me confirma que te has ido

Las sombras de las que he estado huyendo hacen más daño del que muestro


¿Cómo puedes dormir por la noche a su lado, cuando soy yo la que está en tu mente?

¿Cómo puedes arreglar el desastre que me has causado?


Tu amor es sucio

Mancha mi corazón y me hace sentir indigna

Contamina mi mente con mentiras, tío, me duele

Es obscena la forma en que tu amor no tiene piedad de mí

Tu amor es sucio


Yo estaba limpia como un silbato nuevo, tío, hasta que entraste

Ensuciando mi nombre como un pesticida cruel

Bueno, me quedé y recé y me acurruqué tranquila en tus brazos

Pero tú tomaste el fruto que te daba y me dejaste en la oscuridad


¿Cómo puedes irte sin vergüenza por tu camino descuidado?

¿Cómo puedes tomar lo mejor y dejar el resto de mí


Tu amor es sucio

Mancha mi corazón y me hace sentir indigna

Contamina mi mente con mentiras, tío, me duele

Es obscena la forma en que tu amor no tiene piedad de mí

Tu amor es sucio

Bueno, no es Dylan o Springsteen, pero a mí me parece que es una letra que está muy bien (y así son todas las suyas). Pero, como les digo, el valor de esta mujer está en su presencia en el escenario. En 1980 yo viajé a Barcelona a ver a Bruce Springsteen (un completo desconocido entonces en España). Bruce era el rock, en aquel momento. Ahora, el rock es Samantha y yo viajaría a verla a cualquier lugar si no fuera por el maldito virus. Les dejo de propina un vídeo de esta mujer, si bien no corresponde a la letra que les he puesto. Con toda su banda, metales incluidos, Samantha termina de esta forma una actuación en un festival de blues de 2017. El vídeo está bien pensado, dado que Samantha enlaza casi siempre una canción con la siguiente (como hacía Springsteen). Así que empezamos por ver el final de la penúltima canción del día. Y ya sigue hasta la conclusión del show, probablemente después de más de hora y media dejándoselo todo en el escenario.

Y aquí está todo Samantha, una mujer que interpreta su música con todo el cuerpo, que consigue un sonido de guitarra único, que lleva con la lengua fuera a toda la banda. Una mujer mandando en un mundo de hombres y frente a un público redneck también mayoritariamente masculino. Aquí vemos todos sus tics: la presentación de sus músicos, la atención obsesiva por los botoncitos del sonido, el gusto por quitarse los incómodos zapatos de tacón, por salir a los medios y subirse en cualquier lugar, el final apoteósico con salto de la cabra incluido, el gusto por lanzar su púa al público a ver quién se la queda y, en general, sus formas de provocar el entusiasmo de la audiencia. Disfrútenlo. El virus no va a poder con la literatura ni con el rock. Sólo hay que tener paciencia. Y suerte. Si mis recomendaciones literarias y musicales les ayudan a ir pasando esta jodida situación, habré logrado mi objetivo. Y ojo, que mañana es el primer debate de las elecciones USA. A ver si el anciano Biden da la talla. Crucemos los dedos.

                       

viernes, 25 de septiembre de 2020

979. Ganemos a los garrulos

Una cosa que me gusta es empezar un post en donde acabé el anterior. Como el otro día concluí con la noticia de que Estrella Galicia había sido elegida la mejor cerveza del mundo, les voy a completar esta información con el mapa de preferencias de cerveza por comunidades autónomas, recientemente publicado en el ABC, después de un sondeo encargado a una empresa colaboradora habitual de ese provecto, monárquico y tradicional diario. El mapa es espectacular, y no se trata de que la cervecera de mi tierra esté haciendo unas campañas de marketing especialmente certeras: es que de todas las cervezas nacionales es la más rica con diferencia y los españoles empiezan a saber de cervezas (los gallegos ya sabíamos hace mucho). Vean, vean y asómbrense.

Pasan los días y estamos otra vez encerrados. Esta semana, la rentrée de Billar de Letras fue finalmente telemática, igual que las dos reuniones que teníamos programadas, inicialmente como presenciales, con equipos finalistas de Reinventing Cities, a las que me sumé a pesar de estar de vacaciones. Para cuando tenga que reincorporarme formalmente al curre tras estas supuestas vacaciones, es posible que ya hayan desistido de que vayamos a la ofi dos días por semana y un viernes de cada dos. La semana anterior la tuve llena de actividades sociales, culminadas con una salida al teatro con cerveza posterior, pero esta está siendo de encierro total. ¿Total? Bueno, les confesaré que el miércoles hice una escapada a Casa Tomás, a comer con mi amigo Ramón, como anuncié. Pasamos un buen rato, comimos fenomenal y, al final, mi amiga Jo, colega de muchas carreras que lleva la barra del lugar, quiso hacerse una foto con los dos, que les muestro abajo. 

Sin duda, Ramón es mucho más guapo y más famoso que yo, pero ya ven que Jo, por si las dudas, se acerca más a mí y parece señalar con quién se quedaría, si se viera forzada a elegir entre ambos. El caso es que estos son días de encierro, a la espera de empezar mi Curso Intensivo de Iniciación a la Novela, que he pedido hacer de forma presencial, porque nos han dado la opción de elegir modalidad. Como ya he contado, se trata de cinco sesiones de tres horas, de 19.00 a 22.00. Si finalmente es presencial, tengo el plan de ir y volver caminando a Malasaña, donde está Billar de Letras. No sé si mi producción bloguera se resentirá con esta carga adicional, pero ustedes sabrán entenderlo. De momento, en esta especie de calma chicha a la espera de días más movidos, es buen momento de pararse a pensar en las elecciones USA.

Veamos. Según los principales sondeos, Biden mantiene una ventaja holgada sobre Trump. Pero todo el mundo contiene la respiración a la espera de los debates, el primero dentro de cuatro días en Cleveland. Biden es hombre de larga experiencia política, pero está mayor y nunca se le han dado bien los debates. Pudiera ser que la elección la pierda él solito, si no da la talla en estos duelos. Porque ya está claro que Trump está haciendo todo lo posible para que haya un nivel de abstención y votos nulos alto, su mejor opción. Parece que el presidente sólo contempla dos posibilidades: ganar, o perder por muy poco, en cuyo caso ya ha proclamado que no aceptará el resultado, denunciará a Biden por pucherazo y puede llevar a su país a una situación realmente peligrosa, tal como están las revueltas callejeras contra el racismo.

El otro día leí una entrevista con Laurie Anderson, neoyorkina de pro y artista total, que fue la mujer de Lou Reed hasta su muerte. La entrevista era telemática desde su encierro en su casa de Long Island. Preguntada por las elecciones, contestó primero con ironía: Los chinos y los rusos tienen tan grandes intereses en mi país, que deberían poder votar. Y a continuación concluyó: Pero sobre todo hay que dejar clara una cosa: la Administración Trump no es de derechas, es fascista. Nos encontramos en una situación política que va más allá de la emergencia. No podemos seguir repitiéndonos: “¿cómo ha podido ocurrir esto?”. Ya no cabe ninguna duda de que ha ocurrido y está siendo una experiencia que le ha bajado los humos a muchos de mis paisanos. Es una apreciación bastante certera.

En general todos los intelectuales americanos están igualmente horrorizados. Lo de Trump es una cosa nunca vista. Ya no es una cuestión de que sea de derechas o de izquierdas. Es que es el fascismo, cruzado con el mundo de la telerrealidad. El tipo no se ha tomado apenas en serio su puesto, sigue haciendo el payaso sin gracia, como si tuviera una audiencia televisiva a su alrededor, manifestándose a través de Twitter. Es maleducado, basto, grosero. Mosqueón, prepotente, destemplado. Yo creo que mucha gente de bien que le votó, ha de estar asqueada. Un ejemplo. ¿Saben que este señor se plantea modificar una Ley que limita el volumen de agua que sale por los grifos y las duchas (por motivos de ahorro ambiental), porque dice que no se puede lavar bien la cabeza y él necesita llevar el pelo impecable? Parece una noticia de El Mundo Today. No lo es. Yo la leí hace un mes en el ABC. Pueden comprobarlo pinchando AQUÍ

Podríamos pensar que el descrédito de este señor decantaría claramente la elección del próximo 3 de noviembre, pero lo cierto es que va a estar reñida. ¿Por qué? Pues porque hay dos Américas. La gente que conocemos, los que salen en las series yanquis, los que pasean por Nueva York, Chicago o San Francisco, los guionistas de Hollywood, los profesores de Harvard, mis amigos de la red C40, todos estos son los americanos urbanos. Pero luego están los americanos rurales. La América profunda está formada por un montón de estados básicamente dedicados a la agricultura y la ganadería. Y las gentes de estos estados son tradicionales, ignorantes, puritanas, individualistas, obtusas y sin más horizonte que el que se ve desde sus ranchos. En una palabra: unos garrulos. Y estos garrulos, mayoritariamente blancos, descendientes de colonos europeos, miembros de comunidades religiosas retrógradas y partidarios del libre uso de armas, votan en masa a Trump.

Por ejemplo, en todos los estados sureños, como Louisiana, Missouri, Mississippi, Arkansas, la zona por donde se mueve Samantha Fish, los sondeos muestran a Trump por delante. Desde luego que Nueva Orleans es una urbe importante, cosmopolita, culta, abierta al mar y con un alto porcentaje de población negra. Pero Louisiana no es sólo Nueva Orleans. Además incluye grandes extensiones de campos de cultivo y zonas rurales. Y en estas zonas viven los cajun, de los que ya les hablé, descendientes de colonos franceses que fueron expulsados del Canadá y se instalaron en la región. Constituyen una comunidad cerrada, impermeable a la cultura, a cualquier evolución, a cualquier cambio en su cotidianeidad de licenciados en escardar cebollinos. Tienen su propia cocina, sus propias vestimentas y su propia música. Vean este ejemplo, que no es de hace cincuenta años, sino de ahora mismo.

¿Lo han visto entero? ¡Joder, qué paciencia! Yo no soy capaz. Y ahora, díganme: ¿Creen que uno solo de los que salen en el vídeo dejará de votar a Trump? Y esto es sólo un ejemplo local. En fin, este es un tema en el que reconozco que no soy imparcial. Yo soy de asfalto, como saben, odio el modo de vida y la forma de pensar de la gente del campo, a mí me darían los siete males si tuviera que vivir en una comunidad agrícola o ganadera, las veo como lugares con un control social agobiante, en los que, si te sales un poco de la vereda, al día siguiente todo el mundo te hace bromas al respecto: así que ayer, ¿eh?, que ya me he enterado. La ciudad es cultura, es progreso y es anonimato. Yo me siento libre en las ciudades, a pesar de la contaminación. Y ya me han visto llegar a urbes, como Hamburgo, San Francisco o San Petersburgo, que no había pisado en mi vida y orientarme perfectamente desde el primer momento. En cambio, si a mí me sueltan en paracaídas en una pradera de Arkansas, creo que me volvería loco.

Pero volvamos a un tema que hemos mencionado de pasada. Lo de que Trump, si pierde, no lo va a aceptar. ¡Joder, es que esto sí que es el fascismo! Esto es ponerse al nivel de Putin y otros autócratas vitalicios. Es increíble, e impresentable, pero suponiendo que sucediera, ¿cómo se soluciona? Pues está previsto en la Constitución. El Tribunal Supremo tiene la competencia para solucionar el conflicto jurídico creado, con una decisión en un sentido o en otro, contra la que no cabe recurso. Y debe hacerlo antes del 1 de febrero, día en que toma posesión el presidente que sea. Esto explica el follón que se ha montado con motivo de la muerte de la juez progresista Ruth Bader. Resulta que Trump se ha apresurado a decir que va a proponer a una juez conservadora, con lo que la proporción de jueces conservadores sería de seis a tres, frente a los progresistas. Una proporción muy interesante para Trump, si decide no aceptar los resultados electorales.

Los jueces del Supremo, que son vitalicios, los propone el presidente y los nombra el Senado. Y el jefe de la mayoría republicana del Senado ya ha dicho que hará el nombramiento antes del cambio de presidente. Resulta que este jefe de la mayoría republicana, es el mismo que, en situación similar, le negó esa misma deferencia a Obama. Obama se iba y propuso a un juez progresista para sustituir a uno que se acababa de morir. Y este señor ni siquiera permitió que el Senado lo discutiera. Directamente dijo que era más lógico esperar a que el nuevo juez lo nombrara el presidente entrante, que finalmente fue Trump. Jugada redonda. ¿Y quién es ese señor modelo de coherencia? Pues se llama Mitch McConnell y tiene el aspecto que ven aquí abajo (ya saben que la cara es el espejo del alma). No, no. No se le está cayendo la cara de vergüenza, es que la tiene así. La forma de actuar de este caballero sólo puede calificarse con un nombre: desfachatez. Des-facha-tez.

Pero el problema no es de una sola persona; es más de fondo. En realidad, el Senado USA ha estado casi siempre en manos de los republicanos, con excepciones contadas. ¿Saben por qué? Pues es sencillo. En el Senado tiene el mismo número de representantes Wyoming (580.000 habitantes) que California (39,5 millones). Naturalmente, la proporción de red-necks (o, dicho en cristiano: garrulos blancos con sombrero de cowboy y pistola al cinto) es abrumadora frente a los que provienen de las zonas urbanas de los grandes estados. Y ese sesgo rural del Senado, incide directamente en la composición del Tribunal Supremo. Eso es algo que está estudiado estadísticamente. De hecho, los demócratas, cuando han estado en el poder, se han planteado añadir como estados nuevos a Puerto Rico y Washington DC, además de dividir California en dos estados, para disminuir su desventaja de base, pero nunca se han atrevido a hacerlo.

Además de los estados sureños que hemos enumerado arriba, Trump domina en Alabama, Idaho, Oklahoma o Kentucky, cuyos mismos nombres tienen resonancias rurales míticas. En cambio, los demócratas van por delante en los estados de la costa Oeste: Washington, Oregón y California. También en Illinois y Minnesota. Y, por supuesto, en toda la zona Este: Nueva York, New Jersey, Massachusetts, Maryland, Pennsylvania. La elección puede que se juegue en estados dudosos, como Florida, Ohio, Georgia o hasta la misma Arizona. Arizona, tradicionalmente republicana, ha tenido una gran entrada de población inmigrante hispana, incluso tienen una potente emisora de TV en castellano, de la que ya les he puesto más de un vídeo. Además, curiosamente, en Arizona los hispanos son de origen mexicano. Y los que vienen de México son emigrantes económicos, de tendencia natural demócrata. Al contrario que los cubanos de Florida, emigrantes políticos, tirando a fachas y automáticamente inclinados a votar republicano.

La contienda que viene va a ser reñida y apasionante. Nos jugamos mucho. La anterior elección de Trump fue la culminación de una serie de movimientos en contra del progreso de la Humanidad, como el Brexit, los nacionalismos identitarios y los neofascismos en Europa, por no hablar del acceso al poder de personajes como Putin o Bolsonaro. Todos estos hechos suponen el triunfo de la ignorancia sobre la cultura, del autoritarismo frente a la democracia, de los localismos contra la hermandad mundial, de los garrulos frente a la población urbana. Los garrulos británicos inclinaron la balanza del Brexit y los del Ampurdán han llevado en volandas a los Puigdemont y Torra. Si ahora los electores americanos le dieran a Trump una patada en el culo, sería quebrar una tendencia regresiva mundial. Es una batalla entre la población urbana más culta y la masa rural inculta. Por eso es importantísimo ganarla. Vamos, que, si eso sucede, yo lo pienso celebrar por todo lo alto. Hasta con unos percebes.

El mundo de la cultura USA se ha pronunciado de forma unánime. Y, dentro del mundo de la cultura, también el del rock. Neil Young, Bruce Springsteen, Sheryl Crow, los Stones y tantos otros, han dejado clara su postura. En relación con Bruce Springsteen, he de decirles que anteayer cumplió 71 años. Y que sigue colgando en Youtube vídeos de los temas de su nuevo álbum, a punto de ponerse a la venta. El otro día vimos el correspondiente a la canción que da título al álbum: Letter to you. Ayer mismo colgó esta maravilla que les dejo de despedida. El Boss grita a todo pulmón que está vivo y que vuelve a casa. Está en plena forma física y creativa. Es una canción maravillosa y el video intercala imágenes actuales con antiguas escenas del joven Springsteen, todo lo cual compone un conjunto verdaderamente grandioso, impresionante, emocionante. Disfrútenlo. Y cuídense, que el virus está por todas partes y nos acecha en cada esquina. Que pasen un buen finde.


martes, 22 de septiembre de 2020

978. Sin oposición

Dice un comentarista malévolo, de esos que me dan sus opiniones por detrás, que Samantha no me deja ver el bosque. Tal vez tenga parte de razón, pero soy consciente de en qué bosque ando metido y estoy al tanto de la actualidad de este punto álgido a nivel mundial de la pandemia, que es Madrid en estos momentos. Lo que pasa es que intento que esta tribuna sea un lugar que utilicen ustedes, queridos lectores, para distraerse un poco de la avalancha de mensajes negativos y alarmistas, que les sirva de paraguas contra la lluvia ácida del miedo y el pesimismo. Yo no desfallezco y me he propuesto mantener mi optimismo contra toda clase de vientos y mareas. También me ha llamado otro para regañarme por ir al teatro y luego a un bar de La Latina y presumir en el blog de ese comportamiento incívico, al borde del negacionismo. Eso sí que no lo admito. Siempre he sido prudente, pero a la vez consciente de que la vida es riesgo y, si no, no merece la pena de ser vivida. Hay que contar con la suerte, por supuesto, y no tentarla demasiado. Pero no se puede vivir aterrorizado y recluido en casa, donde tampoco es posible conseguir una situación de riesgo cero absoluto. 

Sucede también que, personalmente, me resulta mucho más divertido y estimulante hablar del mundo del blues, que de la actualidad patria. Por eso no he dicho nada de temas como la penosa decadencia del Emérito, el cese de Cayetana, el enmierde vomitivo de Fernández Díaz o lo absurdo de las medidas de la señora Ayuso, en cualquier caso, adoptadas con retraso. Pero no he dejado de hablar del virus y de la campaña electoral USA, dos temas que me interesan muchísimo. Vale, hoy voy a echar un vistazo a la política local, con un tema que está en la cabeza de todos: nuestros políticos no saben hacer oposición. En realidad lo que no saben es hacer política. Aquí sólo se sabe actuar de una forma: con mayoría absoluta (en solitario o en coalición). Al que le toca estar en la oposición, no tiene la menor idea de cómo actuar. Ayer se reunieron Sánchez y Ayuso y pactaron una declaración sonrojante, que podemos resumir en cuatro palabras: que Dios nos ampare. ¿Cómo se explica esto? Pues porque ambos gobiernan sin oposición.

¿Y esto es igual en todos los países? Pues no. Les recuerdo que en Alemania, las últimas elecciones las ganó la señora Merkel con una mayoría que no le servía para gobernar. Entonces se sentó con el segundo partido nacional, el socialdemócrata SPD y estuvieron ¡seis meses! negociando. Eso es lo que no se sabe hacer aquí. En esta tierra de nuestras desdichas, todos los políticos se ponen estupendos y dicen: yo no me sumo a esa negociación, porque está Fulanito, que huele a facha, o porque participa Menganito que tiene coleta. Mientras Fulanito (o Menganito) esté en la mesa, yo es que ni siquiera me siento. ¿Les suena? Recordemos algunos casos.

El señor Sánchez fue el primero en instituir esa verdad de Perogrullo que es el No es no. Para no apoyar a Rajoy en ya ni me acuerdo qué mierda de asunto. Le costó la salida del partido, aunque luego agarró su Peugeot 407 y viajó por toda España para sentar las bases de su reelección como jefe del PSOE. Segundo: El De La Coleta. Tuvo la ocasión de apoyar el acuerdo de Sánchez con el marido de Malú, o al menos permitirlo absteniéndose, pero no lo hizo: votó no, al unísono con el PP, y se lo cargó. ¿Por qué? Pues porque en la mesa había uno que olía a facha. Se refería por supuesto al marido de Malú, tal vez uno de los políticos más nefastos que ha pasado por estas tierras (al menos hasta la llegada de la señora Ayuso). Así que, parafraseando a Rajoy declaro que ese señor del que ustedes me hablan, ya no merece que en este blog se mencione su nombre, y a partir de ahora lo vamos a llamar el marido de Malú.

El marido de Malú fue el siguiente en la línea que venimos comentando. Trazó un cordón sanitario a su izquierda, se sumó a la manifestación de Colón y proclamó a los cuatro vientos que no se sentaría a negociar con nadie del otro lado del cordón. Con todo eso, convirtió Ciudadanos en Ciudadanospedorros, partido marginal que estuvo a un tris de quedarse fuera del Congreso, porque a los españoles no nos gustan esas posturas. El caso es que actitudes como esas nos llevan a lo que decíamos: que aquí no sabemos hacer oposición, porque no sabemos hacer política. Eso hace que se practiquen únicamente dos formas perversas de hacer oposición. UNA: decir que todo está mal, está muy mal, está fatal, qué mal está. DOS: no hacer absolutamente nada e irse diluyendo en la irrelevancia.

Ejemplo primigenio del modelo UNO: el señor Fraga, hasta que lo mandaron a Galicia. Como jefe de la oposición nacional, hubo un momento en que su desempeño se redujo a decir con grandes alharacas que todo lo que hacía Felipe era horroroso. En el PP se convencieron de que con semejante actitud nunca ganarían y lo largaron para el noroeste. Entonces llegó Aznar, que más o menos aportaba algunos argumentos, a pesar del Váyase señor González. Con eso ganó por los pelos, lo hizo medianamente bien durante cuatro años y revalidó por mayoría absoluta. Momento en que se le fue la olla y mostró su verdadero talante. Pues eso mismo que hacía Fraga, es lo que intenta hacer el fraCasado, aunque con notable torpeza, porque todo el mundo se da cuenta de que, antes de que Sánchez adopte cualquier medida, la que sea, este señor ya tiene su discurso preparado para decir que es horrorosa y que no se va a sentar con él a hablar de dicha medida, pero no por la medida en sí, sino porque Sánchez huele mal, después de estar parte de su jornada al lado de la coleta de Iglesias.

Por cierto, los que practican la modalidad UNO, no sé si son conscientes de que disfrutan de un auténtico momio. El trabajo de estos señores consiste en levantarse de la cama, vestirse, desayunar y acudir al congreso o a donde sea, a decir que todo está fatal. Luego se vuelven a su casa por la tarde. Y entre todos los españoles les pagamos un sueldazo por eso. Pero al fraCasado ya le hemos dado mucha leña en este foro (no tanta como al marido de Malú y mucha menos que a Iglesias, a quien yo sigo culpando de la pérdida de la ciudad y la comunidad de Madrid, sin que nadie me haya enmendado la plana). Así que hoy me voy a centrar en esa otra forma de hacer oposición que gastan los políticos locales: no hacer absolutamente nada. Es lo que estamos viendo precisamente en Madrid-ciudad y Madrid-Comunidad. Por cierto, el trabajo de estos de la modalidad DOS, es todavía un chollo más grande: les basta con salir de vez en cuando a los medios, poner cara de pena y decir que las dudas no les permiten hacer otra cosa que sufrir en silencio.

En la Comunidad de Madrid, la oposición la lidera (es un decir) el cabeza de la lista más votada, el señor Gabilondo. ¿Y dónde está este señor? Pues nadie lo sabe. La señora Ayuso está llevando una línea política errática, nefasta, demostrativa de su incompetencia supina. Sería facilísimo hacerle oposición. Estaría tirado. Pero es que el señor Gabilondo no hace nada. Es un hombre muy preparado intelectualmente, de hecho ha sido un buen rector de universidad, pero no tiene carácter: es un auténtico mandiles. Con un gramo de la mala leche que tiene su hermano el periodista, haría trizas a Ayuso. Y, por cierto, si Iñaki Gabilondo no fuera su hermano, ya lo habría hecho trizas por absentista en uno de sus vídeos. Los de la Sexta, que no tienen ningún parentesco con él, le han sacado un cartel digno de El Mundo Today. Véanlo.

El colmo de la desidia política de este caballero ha sido llamar al jefe de Ciudadanos, actual vicepresidente regional, para rogarle que lo apoye en una hipotética moción de censura. Es que dice que, para no ganarla, no la presenta. Yo creo que esto ya es directamente vagancia. ¿Le importa a Abascal si gana o pierde la moción que va a presentar en el Congreso? Joder, que en estas esgrimas parlamentarias se puede uno lucir mucho, ser escuchado, aprender y hacer ruido. Si se pierde, se pierde. En la Escuela de Arquitectura yo me presentaba a todos los exámenes aunque no supiera nada. Intentaba improvisar mis respuestas a las preguntas, o trataba de copiar o lo que fuera. Me defendía como gato panza arriba. En esas situaciones se aprende mucho. Te suspenden pero, a la siguiente, sales ya con mucho terreno ganado.

Y qué decir del territorio a la izquierda de Gabilondo. Pues eso ya es la desolación absoluta, el llanto y el crujir de dientes. La izquierda beyond PSOE, gracias a los buenos esfuerzos del señor Iglesias, se dividió entre dos listas: Más Madrid, encabezada por Errejón, y Podemos, encabezada por Isa Serra. En cuanto a Errejón, tuvo un breve papel en la Comunidad, que sirvió para que todos viéramos que está neutralizado por el sistema. Pasó a ser candidato al Estado, donde ganó el escaño para ver como su figura se diluía aun más en el mar de la política nacional. ¿Y cómo ha hecho el sistema para neutralizar a este señor tan brillante? Pues sencillamente, le dejan hablar, conscientes de que, cuando termina y se calla, no sucede nada. Todo sigue exactamente igual. Le han dejado un papel entre busto parlante, Pepito Grillo y El Repelente Niño Vicente, totalmente inofensivo.

Al marcharse Errejón al Congreso, ocupó su lugar Clara Serra, su mano derecha y número dos de su lista, casualmente hermana mayor de Isa, lo que llevó a la extraña situación de que ambas hermanas se cruzaban por los pasillos de la Asamblea sin saludarse. Ahora me dicen que a Clara le han hecho la cama y la sustituye como portavoz de Más Madrid un tal Perpiñá, que era el número 9 de la lista. Con motivo de la defenestración de Clara, me cuentan que ya se ajunta con su hermana. Una de las dos ha sido madre, no he retenido cuál de ellas, me da igual, y parece que definitivamente se dedica ahora en exclusiva al cuidado de su bebé. Ambas son guapas y atractivas, según se aprecia en la foto que les aporto. 

Este panorama explica que la señora Ayuso haga y deshaga sin que nadie le lance la más mínima crítica en la Asamblea donde, por cierto, en un año y pico no se ha tramitado ningún proyecto de Ley. Pero, miren por dónde, resulta que la situación en el Ayuntamiento es idéntica. En el PSOE, tenemos nada menos que a Pepu (no sé cómo alguien se puede dedicar a la política llamándose Pepu). Este caballero es una excelente persona, el problema es que es muy lento, porque es tan concienzudo que no se atreve a aventurar una opinión hasta que se ha estudiado bien el tema. Año y pico después de ser elegido concejal en jefe de la oposición, parece que todavía no le ha dado tiempo de estudiarse el primero de los temas que se ha propuesto aprenderse, por lo que aún no hemos oído su primera opinión de nada.

Y más a la izquierda. Pues les recuerdo que Más Madrid fue la lista más votada, encabezada por la señora Carmena. A la que le hicieron la petaca desde las filas de Iglesias. Sé que mucha gente opina que la responsabilidad de la división de la izquierda fue compartida, pero yo lo viví en primera persona desde dentro del Ayuntamiento y puedo dar fe de que a esta señora, lo mismo que a Errejón, la obligaron a elegir entre convertirse en títere de Podemos o seguir su propia senda. Eligió el riesgo de la segunda opción y perdió por poco. Tal vez hubiera ganado de no ser porque Iglesias, cuando todos los demás líderes nacionales cerraban su campaña dejándose la piel en Madrid, eligió hacerlo en Tenerife y, en el mismo aeropuerto antes de salir para las islas, hizo unas declaraciones apoyando la candidatura de Sánchez Mato, que acabó de joder a Carmena. Todo esto se contó en el blog paso a paso, búsquenlo si quieren.

El caso es que Sánchez Mato no sacó un solo concejal y la oposición de izquierdas, aparte de Pepu, ha estado encabezada por dos mujeres Rita Maestre y Marta Higuera. Yo creía que ambas llevaban la portavocía al alimón, porque se llevaban bien y eran colegas. Y me he enterado de que no. Resulta que en Más Madrid-ciudad hay dos sensibilidades (manda huevos). Están los carmenistas y los errejonudos. Los carmenistas nunca han querido ser un partido político, sino una agrupación ciudadana. Así lo concibió Carmena, que recordarán que no participó en un solo mitin durante la campaña de las Generales (como sí hizo Colau). En cambio, los errejonudos sí quieren ser un partido. Como tales, han elaborado unos estatutos y los han aprobado por mayoría, entre el escepticismo de los carmenistas, que ahora se ven relegados: Marta Higuera ya no va a salir más a la palestra, la portavoz es ahora sólo Rita.

Además de la discrepancia de conceptos hay un corte generacional entre ambos bandos. Los carmenistas son mayores: Higuera, Luis Cueto, o la propia señora Carmena. Los errejonudos son jóvenes y pujantes, dispuestos a comerse el mundo. Una excepción a esta caracterización la constituye el que fue mi jefe durante cuatro años en calidad de concejal de urbanismo, José Manuel Calvo. Algunos explican su presencia entre los carmenistas porque es un viejo prematuro y otros porque tiene una puntería innata para apuntarse siempre al bando perdedor. Yo no digo nada, conmigo se portó siempre bien. Pero lo que quiero que entiendan es lo siguiente: ¿Cómo es posible que Más Madrid, un grupo que ya nació de una escisión de Podemos, albergue en su seno dos sensibilidades y acabe a bofetadas, tanto en la Comunidad, como en la ciudad? No tiene explicación. Es el triste sino de la izquierda.

Y ahora me preguntarán ustedes: ¿y todavía eres de izquierdas, Emilio? Bien, he de decir que yo creo en la lucha contra la desigualdad social, territorial y entre países y que estoy dispuesto a trabajar por ello. Creo en la regeneración urbana, en que cada persona tiene derecho a tener una vivienda digna y asequible, a vivir en un barrio con calidad de vida, a gozar de una enseñanza y una sanidad públicas eficientes. Y un buen sistema de transporte público. También estoy en contra de toda discriminación por sexo, raza, lengua, país o cualquier otra característica. Además de contra el cambio climático, por supuesto. La Humanidad es una y debemos de luchar porque todos progresemos y nadie se quede atrás o se vea relegado o discriminado. Si eso es ser de izquierdas, entonces sí: soy de izquierdas. Pero añadiré que como persona de izquierdas (acabo de proclamar que lo soy) en este momento no me siento representado por ninguno de los partidos políticos que operan en el territorio nacional. Si conocen ustedes uno que comparta mis ideales y no arrastre la mierda que hemos contado aquí, avísenme que me apunto.

Por eso, me van a permitir que siga dedicando mi blog a otros temas. Desde luego que voy a seguir hablando del virus y de las elecciones americanas, dos asuntos cruciales en el devenir de esa Humanidad de la que me siento miembro, como persona individual que no siente ninguna otra pertenencia, salvo por ser coruñés, del Deportivo y forofo incondicional de las patatas de Coristanco, los pimientos de Padrón, la merluza a la gallega, los percebes y la cerveza Estrella Galicia. Esas son mis señas de identidad, junto con el rock and roll, que no pretendo imponer a nadie, mucho menos por la fuerza. Por cierto, no sé si se han enterado, pero la cerveza 1906 de Estrella Galicia ha sido elegida la mejor cerveza del mundo, según pueden leer AQUÍ. Vean la foto que me hice en mi casa en cuanto leí la noticia.


El otro día les puse al corriente de los diez premios que se ha llevado Samantha Fish, merecidamente elegida artista del año en el mundo del blues. Ahora se suma la cerveza con un premio también merecidísimo. Me ufano de ser un entendido en varios temas, como el rock’roll y la cerveza (a los datos me remito) y también el running. Diría que también las mujeres, pero sería una presunción estúpida. Lo que puedo decir es que me sigue interesando muchísimo el universo femenino, aunque cuanto más me interno en él tengo la sensación de saber menos, lo que lo hace aún más atractivo y apasionante. 

En ese sentido, no niego que la figura de Samantha Fish me fascina también por ser mujer, aunque les repito que no había escuchado a nadie tocar la guitarra eléctrica de esa manera desde Stevie Ray Vaughan, que se mató en un accidente de helicóptero en 1990. Así que seguiré hablándoles de ella. Ahora mismo, en su página Web se mantiene la convocatoria de su primer concierto con público el 8 de octubre en su querido club Knuckleheads de Kansas City, donde empezó a entrar cuando sólo tenía 15 años. Les dejaré de propina una foto suya con la sudadera del bar, la que usaba para repartir sus pizzas entre los forofos locales del blues. Cuídense. Y sean prudentes, no me hagan caso a mí, minimicen los riesgos todo lo que puedan. A mandar.





 

sábado, 19 de septiembre de 2020

977. Al rescate de la vieja normalidad

He de empezar con una noticia de alcance. La revista Making a scene, el medio más prestigioso de la música independiente en Norteamérica, acaba de publicar su lista de Blues Awards 2020, los premios de blues del año. Y Samantha Fish se ha llevado nada menos que DIEZ galardones, entre ellos el de artista del año, como pueden comprobar aquí al lado en la portada del último número de la revista, recién publicado. Los otros premios son significativos: mejor productora, mejor artista femenina, mejor CD, mejor vídeo, mejor artista de soul, premio Road Warrior, guerrero de la carretera, a la mejor gira. Y tres más. También ha arañado un premio Larkin Poe, el grupo de las hermanas Lovell, del que hemos hablado en el blog. 

Pueden comprobar todo esto en la Web de la revista: https://www.makingascene.org/ en cuya parte superior sale un vídeo en sinfín con todos los premiados. Es una alegría muy grande para mí y también para ustedes, queridos lectores, que constatan así que tal vez no entienda mucho de política, de literatura, de cine y de otras materias de las que me lanzo a perorar (incluso de urbanismo), pero de rock y de blues sí que tengo buen ojo y ustedes han tenido en primicia la noticia de que existía esta artista portentosa, antes de que ningún medio nacional distraiga su atención de las corrupciones y las miserias locales, para hablar de ella. Una mujer por la que el otro día trasnoché para verla en directo, como no lo hacía por nadie hace muchos años. Desde este blog: ¡Enhorabuena Sam!

El caso es que estaba yo todavía dándole vueltas a lo de Atropellado un anciano de 65 años en Hortaleza. Qué barbaridad, cómo puede dedicarse al periodismo un tipo capaz de titular así su artículo. Cuando un lector me recordó por detrás que el auténtico anciano del blues es el señor John Mayall, nacido cerca de Manchester hace casi 87 años (los cumple en noviembre). Y ahí lo hemos tenido de gira permanente por todo el mundo, hasta que llegó el confinamiento por el Covid 19. Y en estupenda forma física, musical y de ánimo, como vamos a ver. Este señor formó en 1963 The Bluesbreakers, el grupo en el que comenzaron sus carreras Eric Clapton, Peter Green y Mick Taylor entre otros. He encontrado un vídeo de los 33 primeros minutos de su concierto en Barcelona de hace casi un año, o sea que estaba a punto de cumplir los 86.

Obviamente, no les pido que vean el vídeo entero (salvo forofos del blues, o los que se lo quieran dejar de fondo mientras siguen leyendo, es bastante agradable), pero sí les pido que vean el principio, que es muy gracioso y de paso comprueban cómo está este señor. Mayall responde a los aplausos de bienvenida y se intenta poner estupendo, diciendo con acento evocador: La nuit del blues... Y continúa: de todas formas es lo único que sé decir en francés. Entonces se le acerca el del bajo y le dice al oído: maestro, que no estamos en Francia, que esto es Barcelona. La sorpresa de Mayall es divertidísima. Se intenta asegurar: ¿Barcelona? Oh, gran ciudad. Qué importa, es que no sé decir nada en español (es de agradecer que no salga nadie gritando en catalán, en catalán; obviamente, los que están al blues, no están a la sardana). Y sigue: ¿Está todo el mundo dispuesto a escuchar buen blues esta noche? SÍÍÍÍÍÍ, dice la peña.

Entonces procede a presentar a lo que llama su estupenda orquesta. El batería, de Chicago. El bajo, que se llama Greg y también es de Chicago (y además es quien está al tanto de que al jefe no se le vaya la olla demasiado). Y por último, la fabulosa señora de Texas a la guitarra: Carolyn Wonderland, o sea Carolina del País de las Maravillas, posiblemente pariente lejana de Alicia, a la que hemos visto aplaudir a sus compañeros de una forma muy original, dándose con una mano en la correa de la guitarra. Unas vez presentado el grupo, Mayall anuncia que va a empezar el show cantando el Mother in Love Blues, es decir, el blues de la suegra. Y arranca fenomenal. Vean hasta donde se cansen. Aquí tenemos a un anciano cojonudo, que toca todo su concierto de pie. Comprobarán que lo he dicho con toda precisión: está muy bien físicamente, musicalmente y de ánimo. La cabeza ya le patina un poco, como nos pasa a todos los veteranos, y por eso ha saludado en francés. 

Pero vamos a lo nuestro. He estirado deliberadamente el plazo de escribir un post cada tres días, para llevarlo hasta hoy 19 de septiembre. En primer lugar, porque hoy celebramos el octavo aniversario del blog (manda carallo). Hace justo ocho años publiqué esperanzado mi primer post sin tener un plan muy claro en cuanto a la duración del invento. Sí que, como ya les he contado, quería evitar la tontería de mucha gente que abren un blog, publican dos o tres entradas y lo dejan morir. Yo empecé a prepararlo unos seis meses antes y no abrí el fuego hasta que estuve seguro de tener suficientes temas como para poderlo mantener indefinidamente.

Ya saben que soy fondista. Y el ideal del fondista es alcanzar una velocidad de crucero que te permita seguir corriendo de forma indefinida y pararte cuando tú quieras, no cuando ya no puedas más. He tenido algunos lapsus de dos y hasta de tres semanas, pero siempre por algún viaje o causa justificada. Y aquí sigo, eventually a su disposición. Pero la fecha de hoy tiene otro significado. Porque marca el día en que me quedan exactamente cinco meses de funcionario. No sé si conseguiré alcanzar antes del final un rendimiento laboral como el anterior a la pandemia, pero lo voy a intentar, y eso conecta ya con el título del post. En realidad, no podemos esperar a que la Covid-19 se pase del todo para empezar a hacer un poco nuestra vida de siempre. Hay que ir haciendo camino al andar. Ya les puse el ejemplo de mi lesión de pie que, por cierto, me sigue doliendo pero no he dejado de correr porque, si hubiera esperado a tenerla curada del todo, habría arruinado mi forma física (y mental).

Dice Bill Gates que a esta crisis le quedan en torno a dos años (lo que aventuraba mi hijo Kike hace unas semanas). No podemos quedarnos dos años encerrados, porque nos atacaría otro virus también muy poderoso: el del aislamiento mental, esa especie de autismo en el que están cayendo algunos a causa del miedo, ciertamente justificado, pero contra el que hay que luchar, porque es también muy peligroso. En ese aspecto, todos estamos intentando rehacer nuestras rutinas anteriores, adaptadas a las medidas de prevención sanitaria que nos impongan las autoridades. Eso produce cosas como los partidos de fútbol sin público, por ejemplo. Es un fenómeno transitorio, poco a poco se irá autorizando que entren algunas personas, bien separadas. También los conciertos de rock en streaming, como el de Samantha Fish del otro día. La gente tiene que seguir desarrollando sus profesiones.

En ese sentido, yo también voy abriendo mis actividades a otros sectores, porque no me quiero quedar encerrado. Esta semana y la próxima empiezan ya a incluir algunas de mis rutinas de esa vieja normalidad que tanto añoro. Con limitaciones que iremos poco a poco suavizando cuando se pueda. Será como cuando llegaba el día en que dejabas los Dodotis, porque tu hijo ya no se hacía pis y llevabas el último paquete mediado a la farmacia con una sensación de satisfacción infinita: por fin. El lunes volví a quedar en el Jardín Botánico a comer con dos amigos a los que no veía hace meses. Uno de ellos era la primera vez que comía fuera desde marzo. Por cierto, desde que presumí en el blog de haber ido a este lugar con tres amigas diferentes, sólo he vuelto con compañeros masculinos. Me pasa por hablar de más.

El martes me sumé a una excursión de dos días a Cuenca y Priego, lugares míticos de la provincia de nacimiento de mi padre, que creo que se merecen un post exclusivo en unos días. Diré que salimos a media mañana sin apuros, llegamos a la ciudad a la hora de comer, aparcamos el coche arriba, cerca del Castillo y caímos a la hoz del Huécar para ir llegando a la Plaza Mayor desde abajo, por detrás de la Catedral. Comimos en la terraza del Mangana en plena plaza. Morteruelo, gazpacho y lomo adobado con patatas (por mi parte) y un largo café para hacer tiempo hasta las 16.00, hora de apertura del Museo de Arte Contemporáneo. Dos horas con Millares, Zóbel, Saura, etc, una tónica en otra terraza de la plaza y luego bajamos por la Cuesta de las Angustias hasta el camino de ribera del Júcar. Remontamos un buen rato río arriba, hasta llegar a unas escaleras talladas en piedra por las que subimos a la cumbrera para tomar el camino de vuelta, ya al atardecer.

Cruzamos por el puente metálico al Parador, para ver el crepúsculo tras las Casas Colgadas y picamos algo para cenar junto a la estatua del rey Alfonso VIII, que reconquistó la ciudad. Luego cogimos el coche para acercarnos a Priego, donde teníamos casa para dormir. El miércoles hicimos diferentes rutas senderistas sencillas, visitamos la presa del Molino de la Chincha, y llegamos a comer a Puente Vadillos, junto al balneario de Solán de Cabras, cerrado por la pandemia. Restaurante Caserío de Vadillos: más morteruelo, salmorejo y cordero. Por la tarde otra ruta por la hoz de Beteta, vigilados desde lo alto por los buitres, y vuelta a Madrid al atardecer. Según la aplicación de mi móvil, ambos días cumplí mi meta de salud de 10.000 pasos, algo que no sucedía hace mucho, porque no lo llevo cuando salgo a correr.

El jueves madrugué para asistir telemáticamente al Encuentro Informativo de las 8.30 de mi Dirección General, el primero desde la declaración de estado de alarma. Allí nuestra jefa nos comunicó que, a partir de la semana que viene empezaremos un régimen mixto por turnos: dos días presenciales, dos de teletrabajo y un viernes presencial de cada dos. Era algo que tenía que llegar antes o después. Solamente con el teletrabajo, no se cubren objetivos ni de coña y además se pierde la interacción laboral, que es básica para el buen funcionamiento de los equipos. Yo estoy de vacaciones hasta final de mes, pero tenía interés en escuchar lo que se decía. Y antes de terminar mis vacaciones, tendré al menos una reunión presencial. Otra forma de ir recuperando la vieja normalidad perdida. Estar encerrados tanto tiempo es malo. Si Samantha Fish se trajo de su encierro unos kilos de más, no es de extrañar que alguno de nosotros vuelva con sobrepeso mental.

Ayer empecé el día corriendo por el Retiro, aprovechando la tregua de la lluvia que nos ha visitado estos días. Bajé a comer al Matilda, por apoyar un poco a mis amigos Fernando y Alejandro y, tras la siesta de rigor, me vestí y caminé hasta el Teatro Pavón, al lado de la cabecera del Rastro. Allí tenía entrada para ver Traición, de Harold Pinter. Era la primera vez que iba al teatro desde el cerrojazo de marzo y fue una experiencia muy grata y emotiva. A la entrada se nos tomó la temperatura en la frente (yo tenía 35,7) y se nos instó a usar el gel hidroalcohólico antes de acceder a la sala. Luego había una butaca libre de cada tres y había que tener la mascarilla puesta todo el rato. 

La obra resultó muy interesante, con un montaje magnífico y unos actores soberbios. Pero sobre todo, fue la alegría de vernos de nuevo en un teatro, de celebrar que la cultura sigue viva, que el virus no va a poder con nosotros. Todo eso desbordó en una emotividad a flor de piel, cuando hicimos que los actores saludaran una y otra vez, cuando ellos mismo aplaudían a su vez al público, conmovidos y transportados en una comunión liberadora. Después cayó una cerveza en un bar de La Latina, completamente vacío, en el que los camareros nos sirvieron con un agradecimiento similar al de la gente del teatro. Y me volví a casa caminando bajo la lluvia, por unos parajes urbanos en los que sólo se veía gente joven en grupos. 

Para la semana que viene, voy teniendo un programa bastante tendente a normalizar mi vida. El martes, sesión de inicio de curso de Billar de Letras, para analizar el libro Niña, mujer, otras, del que ya les he hablado. Ronaldo nos ha consultado si queremos hacerlo presencial y yo he respondido que sí, pero me temo que soy el único, así que seguramente volverá a ser telemático. El miércoles he quedado con mi amigo Ramón a comer en Casa Tomás, el restaurante de mis amigos cerca de Doctor Esquerdo. El jueves tengo que ir a la isla de Alcatraz para una reunión con uno de los equipos finalistas de Reinventing Cities, que nos la ha pedido. Y vendrán otras muchas en las semanas sucesivas con los demás equipos. Esto es algo que no se puede resolver por Zoom. Y la semana siguiente tengo las cinco tardes laborables reservadas para mi curso intensivo de iniciación a la novela, de 19.00 a 22.00. En teoría, el miércoles se acaban mis vacaciones pero, como me ha tocado el turno de lunes/martes, imagino que no tendré que empezar a ir al curre hasta el lunes siguiente, 5 de octubre.

Todo el mundo se inventa nuevas tareas adaptadas a la seguridad sanitaria para ir poco a poco volviendo a la vieja normalidad. Samantha Fish mantiene su concierto de regreso con público para el día 8 de octubre en el Knuckleheads de Kansas City, el club de los cabezas huecas, el lugar donde ella empezó a entrar con 15 años a servir pizzas a los clientes que iban a escuchar blues cada noche. Samantha es fiel a sus raíces y ha querido reaparecer en ese lugar tan lleno de simbolismo y de recuerdos para ella. Luego, tiene una larga gira, que la traerá a Europa a partir de marzo. Veremos si la evolución de la pandemia se lo permite, que la cosa se está poniendo fea. Pero tenemos que seguir haciendo-como-si se estuviera controlando, para no volvernos locos.

Por su parte, Sheryl Crow ha organizado sus dos primeros conciertos, ayer y hoy en streaming desde su rancho de Nashville, uno electrificado al aire libre y otro acústico más íntimo. Para verlos en directo se podían pagar 20 dólares por uno o 35 por los dos. No estaba yo por la labor de darme otro madrugón la noche pasada, y menos teniendo el teatro. El de hoy será a la 1 de la tarde hora de Nashville, o sea las 7 de la tarde de aquí. Este segundo será el acústico, en el interior del rancho. Todavía puedo comprar mis entradas, que me permitirían ver los conciertos en diferido a la hora que yo quisiera, durante las dos semanas siguientes. Es un poco caro para ver estos conciertos en diferido. Sheryl ha declarado que, si tuviera que esperar a que se solucionara el Covid-19, no empezaría a tocar nunca y ella necesita tocar en directo para no volverse loca. Lo que venimos diciendo.

Otra de las iniciativas creativas de esta mujer ha sido poner a la venta un single en vinilo a 45 rpm, el primero que edita en veinte años. Tiene por una cara Woman in the White House y por la otra In the End, las dos canciones suyas que hemos escuchado en el blog últimamente. Sacan sólo 500 copias, al precio de 20 dólares y, cuando se acaben, se acaban. Una parte de lo que recaude con su venta irá directamente a la organización She Should Run, que informa, asesora y ayuda a las mujeres que quieran hacer una carrera administrativa o política. Sheryl está siempre a la última y este asunto viene a confirmar algo que me gusta mucho: el vinilo ha vuelto. El vinilo de alta fidelidad es un sistema que permite un sonido que ningún otro sistema garantiza. En este momento, se editan ya más discos en vinilo que en CD, ambos sistemas a años luz de las cifras de los demás medios de editar música. Pero tiempo al tiempo.

El rock es cultura que pasa de padres a hijos y las actuaciones en directo son la savia de la que se alimenta. Hemos visto tocar a John Mayall a sus 86 años y ahora nos vamos a ir al otro extremo del arco, porque el rock es cosa de abuelos y nietos. Para ello volveremos a nuestra flamante artista del año, tan querida en este blog. Veremos el final de un concierto de Samantha Fish el 5 de enero de 2019, durante el Crawfish Festival, el festival del cangrejo de Nueva Orleans. Samantha ha invitado al escenario para sus últimos temas a un amigo que se llama Jonathon Long, un tipo grandote y bastante friky, pero Samantha (como yo) tiene debilidad por los frikys. Acaban de terminar la penúltima canción y se disponen a dar paso a Bitch on the run, uno de los mayores éxitos de Samantha, que ya hemos oído en el blog y con el que suele cerrar sus conciertos. Se tiran un buen rato retándose con las guitarras, porque Jonathon es un guitarrista fabuloso. Y empieza la canción con el apoyo de toda la banda.

Lady Sam canta las dos estrofas y se reserva un punteo en exclusiva, para dejar claro que ella es la que manda. Entonces, sobreactúa en plan diva para llamar la atención del público: ojo, que ahora viene lo nunca visto, el acabóse. Llama a su izquierda: ven, hombre. Y aparece literalmente un niño, que se acerca tímidamente (según he podido leer, se le conoce por Taz y tenía en ese momento 15 años). Y Samantha ¡le deja su guitarra! Que un rocker te preste su guitarra es como que un escritor te deje su pluma. Incluso se preocupa de dejársela bien afinada, con sus botoncitos del suelo. Y aún se ocupa de lanzar una de sus púas al público, antes de irse atrás, a coquetear con los de la sección de viento, para dejarle todo el protagonismo al chico. ¿Se pueden ustedes imaginar lo que habrá sentido ese rapaz en ese momento, delante de un auditorio a reventar y arropado por la big band de Samantha Fish?

Pero el chaval es un as de la guitarra. Parece que se trata de uno de los alumnos más brillantes de la Escuela de Rock de Broadway, en New York, a quien le puso Taz uno de sus profesores, porque dijo que era clavadito al dibujo animado del diablo de Tazmania. Y el chico se marca un punteo estratosférico. Después de un buen rato de lucirse, duda, no sabe si seguir o no y mira a un lado y al otro. Y Samantha, que está al loro, acude presurosa. Taz hace el ademán de quitarse la guitarra para devolvérsela, pero ella le dice que no, que se la quede. Y se apresta a presentar a los músicos de su banda: trompeta, saxo, batería, Chris Alexander al bajo, el pianista. Y Taz, al que presenta como uno más del grupo (Jonathon le señala y le aplaude). Y termina presentando a su buen amigo Jonathon. Pero aún falta la traca final.

Lady Sam quiere que los asistentes canten eso de right now, right now. Y sale a retarlos a los medios, hasta situarse encima de los grandes bafles, con cuidado de no caerse como Sabina. Consigue que canten todos y dirige ese final apoteósico que se merece su actuación, en la que seguramente lleva más de hora y media dejándoselo todo. Termina el concierto, Samantha le da un abrazo al crío y le recoge la guitarra para dejarla por allí. Sale un presentador que también lo felicita, lo mismo que el bueno de Chris Alexander. Y hacen el saludo de grupo. El presentador, virtualmente se ha quedado sin palabras y sólo puede decir: Gracias Samantha. Y entonces aparece por detrás de la batería un fotógrafo que quiere inmortalizar este primer momento de gloria de Taz, que recordará siempre, cuando llegue a ser una estrella del rock. Y Samantha no tiene ningún inconveniente en posar con él. Es una diva empática e incansable, la persona más feliz en medio de ese mogollón. Véanla.

Así estaba Samantha Fish, jugando en las grandes ligas del rock, cuando llegó el virus y la paró en seco. Seis meses después, ha empezado a hacer-como-si. Primero intervino en el programa aniversario de la emisora WWOZ, unos minutos sentada con su guitarra acústica. Luego hizo el concierto en streaming del Tipitina, que yo pude ver trasnochando y con la ayuda de dos 1906 de Estrella Galicia. El premio de Artista del Año le viene ahora como anillo al dedo. Y el 8 de octubre, Dios mediando, reaparecerá en el Knuckleheads de Kansas City. 

Y eso es lo que tienen que hacer ustedes, queridos lectores, si les vale de algo mi consejo: intentar recuperar viejas rutinas, con prudencia, pero sin miedo, mientras los que saben luchan contra el virus. Esta va a ser una guerra larga, en la que perderemos algunas batallas, habrá retrocesos, pero al final la ganaremos, no tengo ninguna duda. Y, durante esta contienda, no podemos quedarnos encerrados, porque nos darían los siete males. Háganme caso, la nostalgia no sirve para nada, hay que mirar adelante. Según Bill Gates, van a ser sólo dos años. Así que ánimo y a por ellos.    

martes, 15 de septiembre de 2020

976. Anciano doblemente atropellado

Indignado estoy. Una lectora me manda el enlace a una noticia del año pasado, buscando precisamente eso: que me indigne. Véanlo, les pongo el link para que le echen un vistazo y van a entender enseguida mi cabreo. Han de pinchar AQUÍ. ¿Lo han visto? ¿Han leído lo mismo que yo? Hay que joderse: ¡¡¡UN ANCIANO DE 65 AÑOS!!! Pero, bueno: qué se ha creído ese aprendiz de periodista, ese plumífero, ese junta-palabras, ese emborronador de cuartillas. Ese botarate, ese mequetrefe, ese chiquilicuatre analfabeto, ese pinchauvas ágrafo, chisgarabís de tres al cuarto, becario de un libelo de distrito, especialista en hacer resúmenes de nada. ¿Sabes qué te digo, chaval? Que anciana será tu madre. ¡Un anciano de 65 años! Y hasta once veces lo llaman anciano entre el titular, la entradilla y el artículo. Pues tengo yo 69 para 70 y no soy un anciano ¿te enteras? A mí no me insultas tú, payaso. Mira que averiguo dónde vives y voy allí y te meto. De verdad que voy y te meto. A que no te echas una carrera conmigo. A ver cuánto me aguantas. ¡Manda carallo!

Discúlpenme, es que me ha llegado al alma eso de un anciano de 65 años. En realidad parece que finalmente era un runner entrenando. Y, encima de que lo atropellan y lo matan, luego van y lo insultan. Lo vuelven a atropellar después de muerto. Vale, vale, ya me voy calmando. La cosa tiene un primer componente de lenguaje y un correlato sobre el nivel actual de la prensa en España. Respecto a lo primero, en un mundo en el que se cuida el lenguaje para no caer en la misoginia, la homofobia, el racismo, la aporofobia y tantas otras ideologías divisivas que menosprecian respectivamente a las mujeres, los gays, los negros o los pobres, muy poca gente habla de la gerontofobia, el desprecio y fobia a los mayores. Les aclaro que yo no uso el lenguaje llamado inclusivo (los ciudadanos y ciudadanas, cabreados y cabreadas), porque no le veo ningún lado práctico y me parece un coñazo. A lo mejor es que estoy ya un poco viejo para entenderlo. Viejo, vale, pero no anciano. ¡Por favor!

También precisaré que siempre he llamado negros a los negros, no me gustan los eufemismos, como personas de color o afroamericanos. Una manifestante del Black Lives Matter gritaba airada: dejen de llamarnos afroamericanos, en mi familia hay tres generaciones de nacidos en USA, tengo tanta relación con África como con Noruega. Pero el lenguaje, sin menospreciar su valor simbólico, es algo secundario en estos asuntos. En cuanto a la gerontofobia, lo cierto es que estamos en un mundo en el que se privilegia al joven en su plenitud y se oculta al viejo. Cuando es ley de vida que todos vayamos envejeciendo, es un proceso irreversible para el que no hay alternativa. Me viene a la mente una anécdota que me contó alguien que no puedo precisar. Sucede a mediodía en un pueblo andaluz del interior, en plena canícula, con un sol reverberante de esos que te resecan el alma (no me resisto a citar a Yan Lianke: El año de la sequía eterna, el tiempo quedó calcinado, convertido en cenizas. Al apretarlos entre las manos, los días tiznaban y abrasaban como carbón, bajo una cadena de soles deslumbrantes que surcaba sin cesar el cielo).

Pues en ese escenario abrasador, hay dos abuelos sentados a la sombra en un poyete de la plaza del pueblo, fumando y mirando al infinito. A uno de ellos le da una tos tremenda, de tonalidades pirotécnicas, entre bomba en racimo y traca tóxica, una de esas toses que revelan una bronquitis crónica severa, resultado de décadas de fumar un cigarrillo tras otro. Su compañero le deja toser sin inmutarse y, sólo cuando ha terminado y el silencio invade de nuevo la plaza, habla con su voz aguardentosa, para sentenciar: ‘tás podrío. Creo que no hay mejor definición. Envejecer es una forma natural de irse pudriendo, como fruta no recogida del árbol. Sólo queda asumirlo y llevarlo lo mejor que se pueda. 

Así que ya lo saben: los de mi generación, no sólo estamos viejos, sino también podríos, y a mucha honra. Ello no impide que continuemos dispuestos a seguir dando guerra y a ser unos carcamales gloriosos y punks, propósito manifestado por el gran Mariano, en un antiguo comentario al blog. Vale: abuelos, viejos, podríos y carcamales. Pero no ancianos. Va siendo hora de ponerles un poco de música, de la que elabora un grupo de esos supuestos ancianos: Bruce Springsteen y sus colegas de la E-Street Band. Hace unos días han colgado este vídeo en Youtube. Es un adelanto del nuevo álbum que han grabado durante el confinamiento y que pronto se pondrá a la venta. Pónganse la pantalla completa, porfa.


Pero vamos con el otro tema al hilo. La prensa española. Qué está pasando. Porque es muy llamativo que El inMundo y el ABC hayan bajado el pistón de la presión a Sánchez, mientras que El País es ahora el más tremendista, asustando con el apocalipsis que viene y utilizando todo el rato adjetivos como dramático o arrollador (el avance del virus), sustantivos como fracaso (la apertura de los colegios) o referencias continuas a una mala planificación de las políticas para afrontar la pandemia. Dejemos de lado el ABC. Hasta que llegaron noticias de Venus, El inMundo ponía en primer lugar de sus titulares el escándalo Fernández Díaz y procuraba no asustar mucho con el peligro del SARS-CoV-2. Y El País destacaba bastante ambos temas, pero aderezando los titulares del virus con un tremendismo descarado. Este es un asunto que tiene cuatro matices, que yo me aventuro a interpretar, en algunos casos sin más apoyo que mis intuiciones y mi olfato de veterano (que no de anciano).

1.- El País magnifica el escándalo Fdez-Díaz porque hace daño al PP y eso siempre le va bien. Hombre, yo, de primeras, pensaba que la cosa no era tan grave, que esos señores no habían matado a nadie, que se dedicaban a espiar a un cabrón manifiesto (a quien llamaban, no lo olvidemos, Luis El Cabrón), que está encerrado en Soto del Real. ¿Tan tremendo es? ¿No decían que quien espía a un ladrón, tiene cien años de perdón? O algo así. Le hice este comentario a un amigo y me aclaró que el escándalo viene de que, con dinero del Estado, o sea de nuestros impuestos, han estado pagando un sueldo durante meses a unos espías de sainete, para que estuvieran el día entero anotando temas tan decisivos para la seguridad nacional como la rubia se ha parado en un kiosco y se ha comprado un cartón de tabaco. Vale, ya lo entiendo, discúlpenme, es que soy un poco burro.

2.- El inMundo también magnifica el caso, porque eso de hurgar en la mierda es consustancial a su idiosincrasia, e impregna toda su práctica periodística. Es algo estructural de este medio de comunicación, no lo pueden evitar, así lo crearon Pedrojota, Casimiro G. Abadillo y Melchor Miralles, como un foro de escarbamierdas y huelebraguetas. Que no van a desperdiciar una ocasión como esta de mostrar sus habilidades, sólo porque el caso perjudique al PP, a la monarquía o a quien sea. Donde haya corrupción, allí acudirán los plumíferos de El inMundo, como moscas a la mierda.

3.- El País amplifica todo lo que pueda entenderse como derivado de que Pedro Sánchez lo está haciendo fatal, por la razón que ya he explicado, por el cambio de tendencia subsiguiente al cese de Soledad Gallego-Díaz y su sustitución por un hombre de Cebrián. En este caso no es una intuición mía sino una revelación de una fuente fiable. ¿Por qué cesó Soledad? Pues no lo sé. Tal vez porque es mayor (no anciana). A lo mejor, su compromiso era estar sólo dos años. Lo justo para completar la campaña de suscriptores, todo un éxito, y finalizada justo antes de cambiar la línea de sus editoriales y sus titulares.

4.- El inMundo ha bajado el pistón de sus críticas a Sánchez. Las mantiene, pero con sordina, sin hacer demasiada sangre. Tal vez esto sea lo más difícil de explicar, pero para mí es un hecho. Y voy a arriesgarme a dar dos posibles explicaciones, aún consciente de que están un poco cogidas por los pelos y son discutibles. Por un lado, puede ser que la posición del fraCasado en el PP no sea muy firme. Cada vez que el fraC. la ha cagado de forma ostensible, El inMundo se ha apresurado a destacar que los barones estaban descontentos con el frentismo y la belicosidad de este señor. Tal vez El inMundo refleja la posición de ese sector del PP, que podemos personalizar en Feijoo. Pero hay otra posible razón. La situación económica es, de verdad, tan grave, que a lo mejor la derecha piensa que más le vale dejar correr el tema, que el PSOE se coma el marrón entero, que el país se vaya a la mierda, para venir ellos luego de salvadores. Si Sánchez se fuera ahora a su casa, les haría una faena de las gordas. Cierto que esto va a machacar a la mayoría de la población, pero ¿a quién le importa?  

De todas maneras, la manipulación en la prensa se hace sobre todo en los titulares, porque la mayoría de la gente no lee las noticias (dentro de la minoría que lee algo más que el Marca). Ya les expliqué las técnicas que usaba El inMundo (como el adverbio asesino: Sánchez fomenta ahora el uso de mascarillas). Bien, pues en El País se detecta al respecto bastante nerviosismo, de modo que sacan un titular de cabecera y al rato lo cambian, porque piensan que se han pasado o se han quedado cortos. Para detectar esto es muy útil la herramienta informática Recortes, que he aprendido a utilizar. Ves algo raro, te haces un pantallazo y lo guardas. Les pongo un par de ejemplos. El sábado 5 de septiembre, después de desayunar, abrí el ordenador y vi la portada de El País digital. Me pareció muy llamativa y la guardé. Véanla.


¿Por qué me llamó la atención esta portada? Pues por todo: la foto elegida, la perspectiva desde abajo para que la señora Arrimadas parezca más alta, la pose de la doña mandando y las connotaciones del titular: tenemos la sartén por el mango y vamos a joder a Podemos, que son chavistas, bolivarianos y encima con coleta. Al tema se le da tanta importancia que se relega a un segundo plano toda la información sobre el virus, que en los días anteriores daba auténtico miedo. Es decir, ya tenemos a nuestros lectores aterrorizados, ahora la solución: Ciudadanos. Por lo que sea, yo guardé esa portada haciendo un recorte o pantallazo. A media mañana, entré de nuevo en el periódico. El titular había cambiado. Vean el definitivo.

Por qué ese cambio. No lo sé. Tal vez alguien del periódico pensó que se estaban pasando. Que la señora Arrimadas aparecía demasiado mayestática, segura y prepotente. O a lo mejor fue la propia señora Arrimadas la que se quejó, porque no le gustaba esa imagen (es más lista de lo que algunos creen y está poniendo en el cotarro político el toque de female common sense que reclama Sheryl Crow). La cosa es que ahora ya no es la señora Arrimadas quien afirma con rotundidad, sino que desliza la presunción de que Sánchez sabe lo que antes afirmaba ella. Y se deja claro que quien dice eso es Cs y no su jefa. Y, en compensación, se cambia Podemos por el señor Iglesias, que tiene coleta y vive en un casoplón en Galapagar, además de haber enchufado a su señora de ministra. Lo entienden ¿no? Antes era Arrimadas contra Podemos. Ahora es Ciudadanos contra Iglesias. Todo muy sutil, pero que revela que hay una intención de manipular. Una técnica que no es en absoluto sencilla, porque si te pasas de explícito la cosa se puede volver en tu contra.

El caso es que yo ya estoy ojo avizor y unos días más tarde vi otra portada que me llamó la atención y procedí a guardarla también. Dentro del tremendismo que nos endosa en los últimos tiempos, El País publicó la primera plana que les muestro ahora.


Esto ya es directamente mentira. La intensidad de la segunda ola del virus no ha llegado ni por asomo a la de la primera. Aquí pensé primero que se habían equivocado. Dentro de lo mal que está el periódico, tal vez están haciendo economías y han echado a los correctores. Pensé que alguien se daría cuenta y lo cambiarían. Pero estuvo así toda la noche, hasta que a esa noticia la desplazó otra de más actualidad. O a lo mejor lo vieron y lo dejaron adrede, total qué más da, a la hora de manipular todo vale, ancha es Castilla. Como no pude hacer un pantallazo de la rectificación, lo hice de la portada a la misma hora de El inMundo. Vean cómo, a partir de la misma información y la misma cifra de contagios, el titular de El inMundo dice la verdad y el de El País miente.


Lo dicho, la prensa de este país es penosa. Casi resulta más de fiar esa prensa rosa que informa sobre la realeza y las actrices de Hollywood, como el Hola, e incluso su subproducto, esos medios pedorros que cuentan las miserias y las minucias de la vida de otro submundo: el de las influencers, youtubers, khardashians y belenestébanas. Y resulta que, dentro de ese personal que vive del cuento, hay todavía una subcategoría: las tronistas. ¿A que no sabían ustedes que existían las tronistas? Yo tampoco. Parece que se trata de las concursantes de un programa que tuvo mucho éxito, tipo Salvamé, que se llamaba Mujeres y Hombres y Viceversa. ¡Hay que ver, yo es que estoy en la luna! No me entero de nada. Se trataba de un reality show en el que las tronistas, que creo que se sentaban en un trono, tenían que lidiar con los intentos de ligar con ellas de una serie de pretendientes seductores que les iba proponiendo el programa.

Ya ven qué cosa tan interesante y enjundiosa. Pero resulta que, entre las ex-tronistas, hay una que está siendo objeto de una especial atención por los medios pedorros a que nos venimos refiriendo. A ver si lo pillan: dentro del subgénero de la prensa rosa, hay un sub-subgénero que son estos medios pedorros, y dentro de los temas que tratan hay un sub-sub-subgénero, o subgénero al cubo, que son las tronistas y, de ellas, la quintaesencia, o el lixiviado si lo prefieren, es una chica granadina que se hace llamar nada menos que Steisy. Y esta chica está de actualidad porque se ha echado un novio bisexual y ha salido en los medios citados explicando las ventajas de ese tipo de relación, logrando un titular que ha dado la vuelta a todo el escenario, trascendiendo de los medios pedorros hasta alcanzar la categoría de pura literatura, a años luz de los titulares de El País.

Dice esta chica que, (sic) con mi novio bisexual todo son ventajas: mi churri lo mismo te come el coño que te maquilla. ¿Cómo? ¿Que no se lo creen? Ya empezamos. Vale, les pongo el link a la noticia. Han de pinchar AQUÍ. Pero leyendo la información (siempre hay que leer la letra pequeña), se encuentra la clave de todo: resulta que el churri es arquitecto. ¡Acabáramos! Arquitecto y muy joven, como se ve en las fotos, demostración viviente de que la Escuela de Arquitectura ha cambiado. Cuando yo estudiaba, te convertían en un especialista: tú sólo tenías que pensar en diseñar, en resolver problemas espaciales y ser un artista del lápiz. En cuanto te atrevías a mostrar interés por otros temas, te infravaloraban, te regañaban y te suspendían. Así que todo lo demás no te lo enseñaban y tenías que aprenderlo después de acabar la carrera. Ahora, a la vista está, la profesión se ha diversificado y el arquitecto sale de la escuela con otras habilidades.

En fin, que, para desengrasar, les voy a dejar de propina otra canción de un grupo de ancianos acreditados, los Stones, que se acercan peligrosamente a los 80. De hecho, supongo que saben que en sus últimas giras viajaban con una unidad de atención geriátrica, por lo que pudiera pasar: una de las características más definitorias de la vejez es la fragilidad. Este vídeo que les pongo tiene ya 25 años, y los muestra cincuentones, pero no creo que lo hicieran peor ahora. Es una versión acústica del clásico de Robert Johnson Love in Vain, publicado en 1937, y del que ellos, a su vez, hicieron una versión fabulosa incluida en el álbum Let it Bleed, de 1969. Es una delicia verlos en un estudio, sin público, tocando sólo para ellos. 

Así vi yo el domingo de madrugada a mi adorada Samantha Fish: sin público, aunque tocando para los televidentes de todo el mundo. Hora y media de programa, que vi en mi televisor, mediante una conexión HDMI y con las ventanas cerradas para no molestar a los vecinos. En mitad de la noche, con la ayuda de dos cervezas 1906 de Estrella Galicia, viví uno de los momentos álgidos de toda la historia del blog, en el que acabé bailando como un poseso. Pero esto ya se lo cuento otro día. Hoy la cosa va de ancianos y no hay ancianos más recalcitrantes que los Stones. Sean felices.


PD. Leo la noticia de que el otro día falleció el gran Toots Hibbert, lider del grupo jamaicano Toots and the Maytals. He de contarles que vi a este grupo en la primavera de 1982, durante mi primer viaje a Nueva York. Estaba con un grupo de estudiantes de postgrado, compañeros del Máster de Urbanismo del INAP, que terminaría ese verano y me ayudaría a ingresar en el Ayuntamiento en octubre. Me enteré del concierto por el Village Voice, pero no conseguí que ninguno de mis compañeros de viaje se animara a acompañarme, estaban todos agotados. Así que eché a andar solo en mitad de la noche, bajo una lluvia persistente. En una esquina estuvo a punto de atropellarme un coche cuyo conductor no me vio, en medio de aquella noche de perros. Muchas veces he pensado en cómo habría cambiado mi vida si llega a pillarme. Pero iba yo muy atento, me percaté de que no me había visto y pude saltar hacia atrás, a la acera, mientras el coche pasaba delante de mí como el relámpago de una pesadilla.

El concierto era en el Webster Hall, en el East Village, cuya foto ven arriba, un local que antes había sido la sede de la Casa de Galicia en Nueva York. Pagué mi entrada, ingresé al abarrotado patio y procuré acercarme al escenario, por entre medias de una audiencia bastante empapada y secándose. Salieron los músicos y saludaron. Por allí, entre la gente, apareció Ron Wood, que unos años antes se había incorporado como guitarrista a los Stones. Hubo un murmullo en el patio, el personal lo reconocía, iba con su mujer y unos amigos y se situaron no muy lejos de mí. Lo recuerdo como un tipo más bien pequeño, aunque es de mi estatura, eso sí, con un pitillo sempiterno en la comisura de la boca. A mitad de concierto, los músicos se percataron de su presencia y lo animaron a subir a escena. Tocó un par de canciones con ellos, sin dejar de sostener su cigarrillo encendido, como han visto que hacía en el vídeo de antes. Creo que este es uno de los mejores conciertos de rock que he visto nunca. Cuando volví caminando al hotel, había parado de llover. ¡Recuerdos de los tiempos dorados! Los ancianos es lo que tenemos, que contamos unas batallitas de la hostia.