jueves, 29 de septiembre de 2022

1.172. Aprendizajes, anacrusas y farrucas

Vaya, tengo un huequecito en mi nueva avalancha de sinvivires, para intentar aproximarme al ritmo de publicación de posts que me había impuesto y que ya me he pasado por la entrepierna ante la presión de la situación, si bien intento continuar con la alternancia ternaria de temas que me propuse en agosto. Estamos ya a finales de septiembre, ha caído el frío sobre nuestras cabezas y las cosas son ahora diferentes. En el próximo post les haré una relación detallada de mis peripecias de estos días. La vorágine empezó justo el día en que reanudé mis clases de guitarra con el maestro Henry, de quien he averiguado que le encanta que le haya bautizado como Henry Guitar, en homenaje a la arrebatada película de Nicholas Ray.

Llevábamos sin clases desde finales de junio y lo cierto es que yo ni siquiera había vuelto a coger el Metro desde entonces. Lo tomé el miércoles 22, para llegarme a Palomeras y encontré una novedad. Ahora mucha gente empieza a ir ya sin mascarilla y nadie se enfada por ello ni les dice nada. La gente es consciente de que esto de seguir con las mascarillas en el transporte público es una gilipollez, que no se impone ya en ningún país europeo y que está al caer que se suprima. Llegué puntual a mi clase y, después de los abrazos de rigor, me puse serio y le solté a Henry lo que tenía pensado para ese reencuentro. Porque mi percepción sobre el aprendizaje del blues es que el primer año aprendí mucho, pero el segundo me he atascado un poco y ya no siento que avance.

A mí me hablaron de este profesor después de mi jubilación en febrero de 2021 y creo que empecé en marzo. En junio, antes del parón estacional de las clases por el verano, yo ya había colgado en el blog unos cuantos vídeos de mis canciones que sorprendieron bastante a mis lectores. Reanudé el aprendizaje a finales de septiembre y cumplí un segundo curso, ahora ya completo que se acabó en junio pasado y en el que ya empezaba a manejarme un poquito con la guitarra eléctrica. Desde entonces me he estancado. Les diré, como dato que guardé la guitarra eléctrica en su funda cuando hice las cajas con mis cosas antes de mudarme a casa de África y ya no la he vuelto a sacar de su envoltorio. Le reconocí a Henry que la culpa es sólo mía, que no practico lo suficiente fuera de las horas de clase, pero que quería revertir la situación con más empeño por mi parte, pero bajo la guía suya, que al fin y al cabo es el profesor.

Durante el descanso estival, fuimos juntos al festival de Cazorla, lo pasamos muy bien y ya somos amigos para siempre. Pero una cosa es la amistad y otra la relación profesional o lectiva entre ambos, que no se debe ver interferida por la primera. Todo eso le dije con suavidad pero con firmeza. Me escuchó atentamente y me dijo que tenía toda la razón, pero que lo que me está pasando es algo típico de cualquier proceso de aprendizaje, ya sea de un instrumento, un deporte o un idioma. Según me explicó, cuando alguien empieza a aprender algo para lo que tiene una base, o una cultura amplia o una cierta predisposición natural, al principio hay una fase en la que con poco esfuerzo se hacen progresos notables. Pero a menudo esa fase se ve seguida de otra en la que los términos se invierten, es decir, que se requiere hacer un esfuerzo grande para avanzar poquito, pero es una fase necesaria. Lo que pasa es que mucha gente se aburre en ese punto o se desanima y lo deja.

¡Joder! es que de pronto encuentro muchos ejemplos de ese proceso que, según Henry, está descrito y es de libro. Es obvio que yo tengo una cierta facilidad natural para la música, que tengo una amplia cultura rockera y un oído fantástico, sin llegar al oído perfecto del que les hablé hace unos días. Yo empecé a tocar la guitarra en La Coruña a los 15 años, por empeño de mi madre que decía que tenía que aprovechar mis cualidades. Y me busqué un profesor que tenía su academia por la calle del Orzán y que se llamaba Molina, creo recordar. Y progresé rápido, pero me atasqué. Yo quería tocar rock and roll, pero Molina era un clásico y estaba empeñado en que aprendiera la farruca y otras modalidades, que a mí me resultaban soporíferas. ¿Qué interés podía tener yo en la farruca, la ranchera o el bolero ternario?

En Madrid seguí tocando un poco más, pero estaba atascado y ya no progresaba. Alguien me dijo que debía aprender solfeo, ya lo que me faltaba. Arrastrado por la vida, los estudios, las mujeres, la familia, dejé la guitarra, de forma que mis hijos, que tienen ya 30 años, nunca me habían oído tocar. Con ese bagaje, empecé con Henry y reproduje el error. Pero es que es algo bastante típico. Y por ejemplo, algo parecido me pasó con el running. Yo me inicié en el tema a los 35 años, delgado como un espárrago (pesaba 59 kilos) y con una cabeza bien preparada para las grandes distancias. Corrí cuatro maratones en registros en torno a las cuatro horas. Y, de pronto, en el año 90, sin hacer ninguna preparación especial, corrí el de Madrid en 3 horas y 20 minutos. Pensé entonces que con un esfuerzo suplementario haría una marca estratosférica y me dispuse a entrenar en serio para el año siguiente.

Y el año siguiente, 1991, corrí el maratón de Madrid en 3 horas y 17 minutos. Tuve entonces la sensación de que había llegado a mi límite, durante unos años dejé de correr, cuando mis hijos eran pequeños y mi vida familiar era bastante incompatible con ese nivel de entrenamiento y dedicación. Pero ahora sé que no estaba en mi límite. Que simplemente había pasado de hacer grandes avances con poco esfuerzo a la situación inversa: grandes esfuerzos para avanzar poquito. Volví años después para correr algunos maratones más, en registros en torno a tres horas y media y ya me pasé a las carreras de 10 kilómetros. Volviendo a la guitarra, Henry se quedó con la copla y empezamos a dar caña. El primer día lo dedicamos a repasar lo anteriormente aprendido y comprobé con alivio que no se me ha olvidado. Pero este segundo miércoles le hemos dado duro a las escalas pentatónicas y me ha introducido al tema de las anacrusas, cuya existencia desconocía.

Ayer me pasé por el taller de mi amigo Juanmi el Guitarrero, el lutier del barrio y le conté esto. Me dijo que era tal cual, que el aprendizaje tiene fases en las que el avance es proporcional al esfuerzo y otras en que son inversamente proporcionales. Según él, es algo tan antiguo como la ventana de Overton, de la que les hablé el otro día y de la que he averiguado que su auténtico inventor fue el señor Goebbels. Sin embargo, todavía no he encontrado ningún texto que describa ese proceso con claridad. Lo más preciso que he encontrado sobre el aprendizaje es la teoría de las cuatro fases del psicólogo yanqui Abraham Maslow, fallecido en 1970. Según este señor, cualquier aprendizaje pasa por cuatro fases: la de incompetencia inconsciente, la de incompetencia consciente, la de competencia consciente y la definitiva de competencia inconsciente.

En un instrumento musical está bien claro. Primero no sabes nada pero ni siquiera eres consciente de ello. Luego ya comprendes que sabes muy poco y vas avanzando. Llega un momento en que sabes mucho, pero has de estar pendiente todo el rato de donde pones los dedos, etc porque te falta seguridad. Y llegas a dominar un instrumento cuando ya puedes tocar de manera automática sin mirar todo el rato al teclado. Para conducir un coche es lo mismo. Primero no sabes ni encenderlo, luego vas aprendiendo trucos y rutinas Y llegas a conducir muy bien, pero sin poder hacer otra cosa a la vez. Yo recuerdo una vez que, con el carnet recién sacado me subí con cuatro amigos en el R-5 que fue mi primer coche. Íbamos por Madrid en verano y se estaban todos asando, pero no me decían nada porque iban acojonaditos. Hasta que una chica, a punto de entrar en ebullición me dijo: ¿Puedes bajar un poco la ventanilla? Mi respuesta: Y entonces ¿con qué conduzco?

Mi objetivo con la guitarra sería llegar a tocar con cierta soltura como lo hace Samantha Fish, aunque lo veo prácticamente imposible. Pero llegaré a donde pueda. En el yoga sin embargo voy avanzando poco a poco pero de forma constante, no sé si llegaré a una fase diferente en algún momento. Y en cuanto al inglés, pues ya me voy haciendo gradualmente con la dificultad del nivel B2. Con todas estas cosas me voy entreteniendo y me va quedando menos tiempo para cumplir con ustedes. A lo mejor es que estoy entrando en una fase de incompetencia manifiesta. Y, lo que es un caso claro de incompetencia flagrante es el juego del Deportivo de la Coruña, ayer vi su partido aplazado encontré algunos brotes verdes, pero al final sufrimos como en cada partido. Ganamos por los pelos.

Mi propósito de tocar una hora diaria lo estoy incumpliendo de forma palmaria, pero ahora que he empezado las clases quizá las cosas cambien. En los tiempos gloriosos del nacimiento del rock, algunos grupos se formaban sin que sus miembros supieran nada de música, bastaba con una imagen y una actitud, después iban aprendiendo poco a poco. No todos, porque sabrán que el famosos Sid Vicious no llegó a aprender a tocar el bajo. En los conciertos le desconectaban la guitarra y se dice que ni se enteraba, era un caso proverbial de incompetencia inconsciente. Ahora estamos en una época en que eso no puede pasar, los músicos se lo curran desde niños y son auténticos virtuosos.

Y, ya que hemos hablado de Samantha, les diré que el concierto de París se mantiene, que está reconfigurando la gira pero el 11 de noviembre estará en el Bataclan, y yo tengo seis entradas para ese día. Nuestra diva acaba de anunciar que va a dar una serie de conciertos a medias con Jesse Dayton, el niño malo del country, un outsider como ella que ha tocado en grupos de punk y salta de un estilo a otro de manera heterodoxa, como lo hace nuestra diva. Después de esos conciertos publicarán un álbum conjunto en mayo, del que adelantarán dos canciones en formato single en este diciembre (ambas de versiones, según han aclarado). Cosas de la promoción en estos tiempos. Para acompañar este triple anuncio han publicado una foto en la que se les ve un poco incómodos, parece claro que esta parte de su trabajo no les gusta especialmente a ninguno de los dos.


A Sam le gusta hacerse fotos con admiradores ocasionales como yo, pero no le entusiasma el trabajo de promoción de los discos; lo hace como por obligación, ella es una profesional. En este blog hemos resaltado de ella una imagen siempre risueña, positiva y alegre, pero sabemos por sus letras que tiene un trasfondo más sombrío y taciturno, ella tiene una vena solitaria, pero es una solitaria sociable como yo. Y también tiene fotos en las que muestra ese lado más profundo.

Además de eso, es bastante mitómana, como yo, y le encanta hacerse fotos con viejos músicos a los que admira. El otro día publicó en su Facebook esta con el veterano bluesman Taj Mahal.


Por lo demás, en estos día ha tenido lugar el festival Blues and Brews de Telluride (Colorado), del que Sam es la reina indiscutible desde que hizo una actuación memorable en 2016. Este es el festival que se celebra cada año (salvo 2021) en la estación de esquí de su mismo nombre. Al acabar el festival, la organización ha sacado un vídeo con imágenes de lo que es esta gran reunión de forofos del blues y la cerveza, donde se ven las carreras cuando abren las puertas, para pillar un buen sitio de acampada y las múltiples atracciones que hay para niños y mayores. Como no podía ser de otra manera, han puesto de fondo la música de una de las canciones que Sam interpretó en el festival, la bien conocida por ustedes en la que proclama las ventajas de la soledad, para luego pillar a la pareja con más ganas. Vean el vídeo.


Y ya que estamos de regalitos de despedida, ayer se jugó el partido de vuelta del Real Madrid femenino contra el Rosenborg (0-3 en la ida) y Athenea se volvió a salir marcando un golazo espectacular y dando la asistencia del otro. Con esos dos goles remontaron el tanto inicial de las noruegas que venían peleonas. Ya antes del descanso había marcado otro gol espectacular, tras regatear a todo el mundo, pero se lo anularon sin saberse muy bien por qué. El público trae pancartas sobre Athenea y al final le piden hacerse selfies con ellos. Esta chica va para diva, recuerden lo que les llevo diciendo hace tiempo. Quién me iba a decir a mí que las mujeres me harían madridista. En fin, tengo que seguir con el programa del sinvivir que les detallaré en mi próximo post y voy ya con la hora pegada al culo. Sean felices si pueden y pórtense bien. Abajo el vídeo de marras.


domingo, 25 de septiembre de 2022

1.171. La rebelión de las futbolistas y la ventana de Overton

Bueno, ya he roto hoy el ritmo de publicaciones de posts cada tres días porque he vuelto a entrar en el proverbial sinvivir de la temporada pasada hasta el tranquilo mes de agosto en que me impuse mantener este ritmo porque me sobraba tiempo. Obviamente, yo tengo que darle preferencia al parámetro “vivir” sobre el parámetro “contar en el blog lo que vivo”. Respecto a esto, es curioso el comentario que me hace mi hijo Kike el otro día por teléfono. Hablamos un rato, como cada semana y le conté con pelos y señales lo de mi caída en el Retiro, el señor que me preguntó ¿Está usted bien, jefe?, la mano llena de sangre que no sabía si era de la cara o de la propia mano y todo lo demás. Comentario final de mi hijo: papá, yo creo que tú te caes adrede para montarte una historia y contársela después a la gente.

Es muy agudo mi hijo, pero les puedo jurar que yo no voy buscando que me pasen cosas para luego contarlas. Es al revés: mi vida es un blog y los hechos me salen al camino, como esos perretes que te salen a ladrar por las veredas cuando vas paseando por el campo. Yo me limito a observar lo que veo y sacar conclusiones sobre lo que me va sucediendo, para después contárselas a ustedes. Recuerden que el maestro García Márquez, cuando le preguntaban cómo hacía para imaginar las historias delirantes de su realismo mágico, solía contestar que él se limitaba a observar y contar lo que veía, que es que Latinoamérica es así. Lo que sí hago a veces es ir guardando fotos que veo en la prensa y que creo que pueden tener un potencial uso en el blog, por lo que me sugieren. Vean por ejemplo estas dos recientes de Italia y les pido que se fijen especialmente en el rostro de Berlusconi.


La de arriba es en un mitin electoral de su partido y la de abajo en el acto de cierre de campaña para las elecciones de hoy. La cara de Berlusconi es la misma en ambas y además muy distinta de la de la gente que la rodea. Los demás tienen caras normales, naturales, la mayoría están medio serios o con gestos de satisfacción contenida por lo bien que les va en las encuestas. Sin embargo el rostro duplicado de Berlusconi ostenta idénticas sonrisas de cocodrilo, o rictus semicadavéricos, llamativos por su aspecto inerte e inalterable. Es que yo creo que Berlusconi ya no existe o quizá está tan deteriorado que han recurrido a un doble con una careta. Tal vez piensen que exagero, pero recuerden que el actual presidente de la India, Narendra Modi, en la campaña en la que resultó finalmente elegido, imprimió miles de caretas con su rostro para repartirlas entre sus seguidores para que las llevaran puestas por todo el país. Yo publiqué una foto en el blog que les repito aquí abajo. 

Pues el rostro de Berlusconi no aparenta estar mucho más vivo que el de estas caretas de Modi. Berlusconi, sea o no un doble con careta, salió el otro día en la tele diciendo que comprendía la invasión de Ucrania que había perpetrado su íntimo amigo Putin, ya sólo falta que diga lo mismo Santiago Abascal para que cuadren todas las variables de la ecuación política. Las elecciones de hoy en Italia, parece que encumbrarán a la señora Meloni, cuya irrupción en el panorama político italiano ya fue detectada en este blog hace mucho tiempo: es una señora de cuidado, con mucha mano izquierda y un gran potencial, que quizá nos dé sorpresas, porque está bastante más preparada que Ayuso. Con la muy probable victoria de esta señora, se está produciendo en los medios una estrategia de asustar mucho: es que va a prohibir el aborto, va a laminar a los inmigrantes y va a volver a los tiempos de Mussolini en derechos sociales. Va a hacer unas barbaridades del 10. Y esto va preparando el terreno para que, si luego esta señora hace barbaridades del 5 o el 6, nos las traguemos casi con alivio.

Es una técnica muy usada, que suele identificarse con la llamada ventana de Overton. Por ejemplo, ahora nos están asustando con el otoño caliente que viene: huelgas, miseria, inflación. Cada poco aparecen en El País y los demás medios entrevistas con colectivos que han tenido que atarse ya el cinturón (yo ya sólo como verduras porque no me da para comprar carne, etc). Entonces, cuando este otoño tengamos estrecheces, cortes de luz o fallos en la distribución alimentaria, pensaremos: vaya, no estamos tan mal, yo todavía puedo comerme un filete de vez en cuando, no estoy tan jodido como los que salían en la prensa. Así consiguieron que nos tragáramos los recortes laborales de Rajoy en la gran crisis, o los encierros radicales del primer Covid. También sucede lo mismo con los discursos de Putin: si finalmente no usa las armas nucleares, recibiremos con normalidad sus atrocidades en el campo de batalla. Con normalidad, e incluso con alivio, por la cuenta que nos trae.

Busquen información sobre las técnicas de la ventana de Overton y verán cómo se hace para que el personal acepte lo que le parecía inaceptable, por el sistema de ir interiorizando la posibilidad de cosas peores. Es algo bastante antiguo. Yo recuerdo en los últimos tiempos de Franco y primeros de la Transición: era todo un clásico de los veranos la amenaza de que venía un otoño caliente. Mi padre usaba con esto una técnica que le gustaba mucho. Nos escuchaba en silencio anunciar todos los males que iban a venir, cómo se iba a romper la paz social y nos íbamos a ver sumidos en revueltas de todo tipo. Y, cuando encontraba un hueco en la conversación, decía con total rotundidad: no va a pasar nada. Le mirábamos interrogantes y añadía: empieza la Liga. Pensaba mi padre que la gente estaba tan embrutecida con el fútbol que no se alteraría por ningún otro tema.

Este año, con la mierda del Mundial de Qatar, las diferentes ligas han empezado en agosto para tener tiempo luego de parar casi un mes. No sé si lo he dicho ya, pero yo me niego a hacerme de ninguna plataforma de las que te dan luego todo el fútbol. Yo no quiero ver todo el fútbol, yo sólo quiero ver determinados partidos, como los del Real Madrid de Champions. Estaría dispuesto a pagar individualmente por cada uno de ellos lo que me pidieran, no sé, 20€. Antes había un sistema que se llamaba pay per view que estaba muy bien. Pero ha desaparecido en pro de la llamada fidelización. Y yo, como buen boomer, me niego a fidelizarme, es un tema generacional y de principios. Por eso mismo no me hago la tarjeta del Alcampo. Me parece que la calidad de lo que ofrecen las plataformas es tan mala como la de la televisión libre, así que yo no quiero pagar 60€ al año para luego ver un par de partidos, en su caso.

Por eso me he pasado definitivamente al fútbol femenino que, de momento se puede ver gratis. Por un lado sigo al Dépor femenino, que juega mucho mejor que el masculino, tiene una buena entrenadora y va directo al ascenso a Primera, de donde bajó hace año y pico. Y por otro lado, sigo a mi admirada Athenea del Castillo, que empieza a ser saludada como un auténtico crack, tal como yo vaticiné en el blog hace ya años. Athenea es titular en el Real Madrid, que el otro día solventó el partido de ida de la última eliminatoria previa para entrar en los grupos de Champion, ganando a domicilio al potente Rosenborg noruego, por un resultado de 0-3. Athenea marcó el segundo gol y dio las asistencias de los otros dos con dos pases exquisitos y llenos de visión táctica a su nueva socia Caroline Weir, escocesa fichada este año por el Real. Ambas se entienden de maravilla, como pueden ver en el saludo tras uno de los goles.  

Los partidos del femenino se ven gratuitamente en el canal Real Madrid Televisión y yo disfruté el otro día del partido de Athenea, del que les voy a pedir que vean un resumen cortito. Les he buscado uno sin el irritante sonido de los locutores. Athenea sale con sus guantes negros, su trenza y el número 22 a la espalda y se coloca en el extremo de la fila para escuchar el himno, como hace siempre. Casi marca en la primera jugada, después de una maniobra genial para quedarse sola delante de la portera. En el primer gol, ella caracolea y recorta en el lado izquierdo, pero mira arriba y ve la llegada de Caroline a la que le manda un pase preciso. En el segundo, por la misma zona, sus caracoleos acaban en un potente derechazo al palo corto de la portera noruega, que ni lo ve venir. Y en el tercero lanza una asistencia perfecta en parábola para el remate en boca de gol de Caroline. Finalmente vemos cómo la felicitan cuando es sustituida casi al final. Los periódicos alucinaron con el partido de Athenea, como por ejemplo el As. Les pido que vean el titular y un vistazo general en diagonal, para lo que han de pinchar AQUÍ. Y abajo tienen el resumen.

Pero la Liga Femenina de Primera División ha empezado de forma accidentada. La primera jornada hubo de ser aplazada por la huelga de árbitras, que reclamaban ganar algo más, por comparación con sus colegas masculinos. No deja de ser curioso esto de que una jornada de la liga femenina no se pueda jugar por falta de pito. Finalmente, el tema se ha arreglado y los tres favoritos (Barça, Madrid y Aleti) ganaron con claridad su primer partido. Pero luego ha saltado la bomba. Quince jugadoras de la Selección Nacional han mandado una carta a la Federación diciendo que no quieren volver a ser convocadas hasta que se revierta la situación. Esa situación que quieren revertir, se reduce exclusivamente a que echen al actual seleccionador Jorge Vilda, que lleva en el cargo desde 2015 y al que acusan de anticuado. Todo el mundo se ha quedado de piedra y yo quiero aportar algunos datos que no se han dicho.

Parece claro que la rebelión la encabezan las jugadoras del Barça, con apoyo de las del Aleti y la Real Sociedad. Ninguna de las del Real Madrid se ha sumado al tema. Ahora, un dato del que nadie habla. Las jugadoras del Barcelona forman actualmente uno de los mejores equipos del mundo. En junio de 2021, estas jugadoras culminaron el llamado Triplete, ganando la Champions, después de haber triunfado en la Liga y la Copa nacionales. Unos días después, las futbolistas, encabezadas por sus capitanas, pidieron el cese de su entrenador Lluis Cortés, que las había aupado a ese enorme éxito. Igual que ahora, le acusaban de no estar a la altura de la calidad de la plantilla. Y el Barça lo echó. Lluis Cortés, que también llevaba muchos años en el club, se despidió entre llantos y se fue al paro. En marzo fue fichado como seleccionador nacional femenino de Ucrania y a los pocos días les invadieron, pero él sigue en su puesto.

Yo creo que estas chicas se han convertido en una especie de divas, que hicieron la jugada en su club y les salió redonda. Y ahora la quieren repetir en la selección, pero no les va tan bien. De todas formas, llegada la situación a este punto, yo opino que al tal Vilda lo deberían de cesar y negociar con las jugadoras para que se disculpen y vuelvan. Además, todo esto se está haciendo de forma un tanto sibilina, soltando medias verdades que sugieren que puede haber algo más, algún tema de acoso, conducta inadecuada o favoritismo de algún tipo. Pues si hay algo más, que lo digan. Sorprende que Athenea y sus colegas del Real no secunden esta rebelión y se dice que desde el club les han recomendado que no se metan en líos. Pero yo creo que hay más cosas, que no sé si se llegarán a saber.

El Real Madrid es el último de los grandes clubes españoles que ha formado un equipo femenino. Pero lo está haciendo muy bien y este año empieza a parecer posible que compita de tú a tú con el Barça. Florentino es un águila y le ha visto las posibilidades al tema. Y por ahí está la guerra entre Rubiales (Federación) y Tebas (Liga profesional), que se odian a muerte. Como saben, yo sigo a Athenea y por ella veo los partidos de la selección que puedo ver. Y hace unos cuantos partidos observé una cosa que me llamó la atención. Athenea juega en el extremo izquierdo o en el derecho. Cuando le pasan el balón, encara a las defensas, regatea y la pasa con sentido, o tira con esa potencia que tiene. Pero cuando no tiene la pelota, está continuamente desmarcándose y pidiéndola con un brazo en alto.

En ese partido, la lateral izquierda era Leila Ouahabi, jugadora del Barça de origen marroquí, que ahora ha sido traspasada al Manchester City. Pues, cada vez que Leila recibía la pelota, Athenea se la reclamaba brazo en alto, pero ella la pasaba siempre hacia al centro, a cualquiera menos a Athenea. La cosa era tan escandalosa, que el entrenador, en el descanso, sustituyó a Leila por Olga Carmona, titular del Real Madrid, de nariz concordante con la etnia que sugiere su apellido y una jugadora fabulosa. Y en la segunda parte, ambas compañeras del Real generaron entre las dos todo el peligro de su equipo. Aquí hay algún mar de fondo que no se conoce y sería bueno que lo arreglaran.

Para eso tienen que echar a Jorge Vilda, estamos a menos de un año del Mundial de Australia y Nueva Zelanda y no puede ser que España juegue ese Mundial sin Alexia Putellas, Mapi León, Aitana Bonmatí y el resto de estrellas que pueden convertir a nuestra selección en una de las favoritas. Yo creo que las mujeres han luchado mucho por elevar el futbol femenino hasta el nivel de profesionalidad del masculino pero, una vez que lo están alcanzando, no pueden darse actitudes como la de este plante. Las chicas han de aprender a portarse como profesionales de verdad. Y si Vilda es inadecuado, que expliquen exactamente por qué. Y la Federación ha de hacer que las díscolas vuelvan. Como sea, pero que vuelvan. Sean buenos.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

1.170. Acerca del wishful thinking

Esto del wishful thinking es una expresión que ahora se usa mucho entre los cursis que quieren presumir de bilingües y me imagino que muchos ni siquiera saben lo qué significa. Con esa denominación se designa una forma de pensar que confunde los deseos con la realidad. Uno piensa que va a hacer una cosa soñada, sin darse cuenta de que es imposible e irreal. Es una expresión que se usa con un sentido peyorativo, cuando empiezas a fabular y a imaginar todo lo que vas a hacer en esa especie de ensueño bienintencionado. Entonces viene el típico aguafiestas que te baja los humos y te devuelve al suelo firme diciéndote: tío, eso es un wishful thinking. Una expresión castellana equivalente podría ser creerse el cuento de la lechera o, con perdón, hacerse una paja mental. Pero yo soy un dandy, fino y elegante (y, como saben, un yanqui de mierda), así que digo wishful thinking, espero que no les importe.

Por ejemplo, si yo ahora empiezo a hacer cuentas sobre el triunfo de la izquierda en las próximas elecciones locales de Madrid, cualquiera podría decirme que estoy incurriendo en un wishful thinking. Pero lo que pasa es que a veces los sueños se hacen realidad y que, aunque su posibilidad de materializarse sea mínima, la facultad de soñar es lo que te mantiene vivo e ilusionado. Por ejemplo, cuando el Real Madrid perdía 0-3 ante el Chelsea en una de las increíbles eliminatorias de la pasada Champions, cualquiera que soñara en ese momento con remontar estaría incurriendo en un clarísimo wishful thinking. Y sin embargo el equipo remontó y además adquirió una confianza irreductible en que ganar la Champions era posible y al final la consiguió. Algo parecido ha sucedido con la selección española de baloncesto, por la que nadie daba un duro al principio del reciente Campeonato de Europa y al final lo ganó.

Antes del 23 de julio pasado, si yo les cuento que mi plan era saludar a Samantha Fish, charlar con ella un rato, hacernos una foto juntos y despedirnos con un abrazo, ustedes hubieran pensado que estaba empezando a chochear. Hubiera sido un claro ejemplo de wishful thinking. Sin embargo sucedió y solamente mi amiga África fue capaz de intuir que sucedería. Adivinar lo que va a pasar, es algo sólo al alcance de ciertas mentes. Para bien o para mal. Por ejemplo, yo no esperaba que mi primer bolo de la temporada se suspendiera y, puesto que hoy toca contar algo de mi peripecia cotidiana, les voy a ampliar datos sobre esta cita frustrada, que me parece que pueden ser de interés general, como indicativo de por dónde anda este mundo loco y desigual en el que nos ha tocado vivir (y Dios me libre de quejarme, que yo estoy cojonudo, de momento, viviendo en el mundo occidental y sin ninguna guerra a las puertas).

Bien, mi amigo Werner había organizado una visita para una amplia delegación de la ciudad holandesa de Almere. He buscado información sobre esta ciudad, de la que no sabía nada, y me encuentro con que se trata de una ciudad nueva, fundada en 1975 sobre un terreno ganado al mar mediante diques. Se ha construido con un diseño moderno sobre una traza orgánica y es un verdadero muestrario de edificios firmados por grandes figuras de la arquitectura, como Koolhas, Chipperfield o Renzo Piano. El resultado es una mezcla de utopía urbanística y concurso de arquitectura. Vean abajo dos construcciones de las más llamativas: el lujoso hotel Leonardo y el edificio de apartamentos llamado La Ola.



La visita estaba promovida por la Cámara de Comercio local, a la que le debe de salir el dinero por las orejas o, por decirlo con más propiedad, por los respiraderos del aire acondicionado. Porque la iniciativa desplazaba a Madrid nada menos que a 34 personas, de diferentes empresas e instituciones administrativas de la ciudad. Werner había acordado con ellos un apretado programa de varios días que culminaba con una comida en el restaurante que hay en la última planta del rascacielos más al norte de las Cuatro Torres del Real Madrid, el construido según el proyecto de Pei & Cobb, arquitectos neoyorkinos, el primero de ellos de origen coreano y, por cierto, ambos fallecidos recientemente. El restaurante debe de ser caro y la idea de Werner era llegar allí con el grupo tras la visita al nuevo barrio de Valdebebas y subir a la planta 33, en donde les esperaría yo con el ordenador, el proyector y una pantalla portátil que nos íbamos a comprar, para darles la charla en el propio hall del restaurante, antes de pasar a la sala, que habíamos cerrado al público para albergar en exclusiva nuestra comida de 36 personas.

Dos días antes, los holandeses comunican que el viaje se suspende porque les han anulado el vuelo y, en principio, la visita se aplaza para la próxima primavera. Esto es algo muy raro, pero Werner me ha comentado que el aeropuerto de Amsterdam, Shiphol, está con grandes problemas, falta de personal, huelgas, deterioro de las instalaciones. No sé si esto es cierto o no. Como estoy en copia, asisto al intercambio de mails con el restaurante. Los holandeses comunican que se ha cancelado el viaje. La dirección del restaurante responde que lo lamentan, pero que, según la letra pequeña del contrato firmado, la comida sólo se podía anular hasta 96 horas antes de la hora prevista y estamos a 48 más o menos. En consecuencia, se recuerda a los holandeses la obligación de pagar íntegramente la cuenta acordada, unos 2.600€, de los cuales al parecer ya se habían pagado 1.000 como adelanto o señal, por lo que faltan “sólo” 1.600 más. Y terminaba el texto añadiendo que, si en primavera son tan amables de volver a contar con este restaurante, se les ofrecería un descuento del 10%. Atentamente, etc.

Comprendo que las cosas son así, que estaba estipulado en la letra pequeña y que a esas alturas el lugar ya no podía conseguir nuevos clientes, con lo que perderían un día de ganancias. Pero, entre ustedes y yo, si yo fuera el responsable del grupo de holandeses, les hubiera mandado a la mierda y para la primavera me hubiera buscado cualquier otro restaurante antes que este. Así de burro soy cuando entiendo que no me han tratado correctamente. Se admiten opiniones sobre esto, queridos lectores. El caso es que, para mi sorpresa, los tulipanes contestaron a vuelta de correo, dándoles las gracias por su amabilidad y pidiéndoles por favor que les reserven ya el 19 de mayo. Lo dicho, que les rebosa el dinero por las troneras de la Cámara de Comercio. Hay que tener mucho poderío para tirar a la basura 2.600€, aunque los holandeses tienen una vena calvinista que quizá explique su actitud. A mí se me ocurrió decirle a Werner que les propusiera a los del restaurante que nos dieran 36 bolsas con la comida encargada para ir a repartirla a las llamadas colas del hambre de Carabanchel o de Villaverde. Pero no lo hice, para no meterle en problemas al bueno de Werner.

El otro día les revelé que mi sensación ante la suspensión fue de alivio. Es que, desde mi último bolo a finales de junio (en el Ateneo, ¿recuerdan?) ha pasado mucho tiempo y muchas cosas que han requerido mucha atención por mi parte y me sentía un poco desentrenado. Y el tema era de prestigio, las delegaciones que trae Werner son siempre potentes, pero 34 pollos de empresas holandesas con lo orgullosos que son los dutchs, era un reto de bastante compromiso. Pero, pasado el alivio, me empecé a sentir un poco bajo de moral. Primero mi caída en el Retiro (todavía me duele el hombro y sigo tomando Ibuprofeno). Luego la suspensión de mi primer bolo de la temporada. Más el mal arranque del Deportivo (pensar en que suba este año se está convirtiendo en un auténtico wishful thinking). Varios temas en negativo, como para pensar que estaba entrando en una racha descendente.

El domingo me enteré de que mi hermano Pepe se ha pillado el Covid. Está bien y va evolucionando normalmente, pero tiene casi 80 años y estas cosas te tocan. Y, para colmo, está en el aire el concierto de Samantha Fish en el Bataclan. En su página Web ha desaparecido del programa junto con toda la parte alemana de su gira. Bien es cierto que el mes de noviembre aparece vacío completamente y esto es algo inusual en el continuo sinvivir de nuestra diva; tal vez están reconfigurando el programa de su gira. Hablé con mi amigo Dani, que no cree que se cancele el concierto. Veremos. Todo este giro negativo influía sin duda en el tono del blog, desde el sesgo un tanto desabrido de mis opiniones políticas, hasta el tono nostálgico del post anterior a este. Y las cifras de entradas en los últimos posts tampoco eran demasiado halagüeñas.

Pero todo esto ha dado un giro en este comienzo de semana y confío en haber conjurado el mal fario. El lunes por la mañana, me contactó mi amiga Inés U. joven seguidora del blog de quien hacía mucho que no tenía noticias, por lo que había llegado a pensar que ya se había cansado de seguirme, algo que sería bastante lógico, viendo que cada vez entra menos gente a leerme y que escribo posts cada vez más largos que aburren a más de uno. Mi amiga me llamaba para felicitarme por el feliz décimo cumpleaños del blog y, con rotundidad, me aseguró que no se pierde uno solo de mis textos, que le siguen resultando estimulantes. Me dio mucha alegría porque este foro necesita de la gente joven con inquietudes, no basta con la banda de jubilados que me sigue con más fidelidad.

El martes había quedado a comer cerca del edificio APOT con mi compañera M. a la que no veía desde antes del verano. Pero por la mañana me llegó una doble solicitud de amistad por Facebook y Linkedin. Era una segunda Inés, a la que llamaré Inés R. En un Messenger me especificó que era profesora de urbanismo en Francia, que necesitaba ayuda en un par de líneas de trabajo que estaba preparando y que alguien le había hablado de mí como la persona de perfil idóneo para lo que buscaba. Le dije que estaba ocupado y luego tenía una comida, pero que la llamaría por la tarde al número francés que me dio. Me uní a ella en Facebook y la página me informó que teníamos solamente un contacto en común: José María Ezquiaga. Esto ya me sonaba un poco raro: suponiendo que este señor fuera quien le hubiera hablado de mí, sería la primera vez en mi vida que eso sucede; Ezquiaga es un miembro de prestigio del establishment de la arquitectura de Madrid y yo nunca he pertenecido a esa especie de gremio o sanedrín exclusivo en el que no me sentiría a gusto.

Continué con mi programa, cogí el coche y me planté en el APOT, pero antes hice mi visita obligada al bar de mis amigos, donde mi querida Sonia me dio uno de sus abrazos sinceros que tanto me gustan. Después de una caña con ella, me acerqué al edificio. Eran más de las dos y ya no se puede entrar como visitante, pero el vigilante de turno (un tipo de más de 100 kilos al que solíamos llamar King África) me reconoció y me pasó su propia tarjeta por el lector para abrirme el torno. Arriba, nuevos abrazos, hay mucha gente que me quiere mucho y se alegra de verme. Los de información de mi Dirección General tenían dos ejemplares para mí del libro sobre el Bosque Metropolitano que acaban de publicar y en el que figuro como colaborador. Subí a la última planta para visitar a algunos amigos más y luego salí a comer con mi querida compañera M. con la que pasé un rato tan divertido como de costumbre.

Volví por la M-40 con la sensación de que ya estaba remontando otra vez la ola. En casa, consulté mi correo y me encontré una convocatoria de excursión senderista para este próximo sábado. Es de un solo día, por lo que tengo que coger el coche para estar a las 8.30 en la entrada de la facultad de Ciencias Ambientales de Alcalá de Henares, de donde saldrá el bus. Ya he dicho que sí, que me sumaré a la excursión. Pero aun faltaba lo mejor. Porque Inés R. resultó ser una especie de alma gemela. Es madrileña, hizo un Erasmus en Francia, pero terminó su carrera y se puso a trabajar para una inmobiliaria de aquí. Y, en un momento dado, decidió que no le gustaba nada lo que hacía, que ella no había estudiado una carrera tan difícil para hacer ese trabajo de mierda. Así que contactó con sus amigos franceses y se largó. Cortó con el mundillo urbanístico de aquí (she threw it all away). Durante su Erasmus había conocido otra forma más humanista de concebir el urbanismo y quería desarrollarla.

Ahora mismo es profesora de planeamiento en dos universidades, la de El Havre, donde vive y la de Grenoble, a donde va en tren cada vez que tiene que dar clases allí. Y tiene dos negocios para los que cuenta conmigo. El primero es que está organizando un viaje a Madrid con sus alumnos de El Havre para mediados de octubre y quiere que les cuente mi visión del tema urbanístico, que coincide totalmente con la suya. La otra es que quiere organizar una especie de red de contactos desde Grenoble para conectar a gente con una sensibilidad determinada sobre el hecho urbano, a la que me propone unirme. Le dije que yo ya tenía una red incipiente de este tipo con Alain Sinou, de París, Rainer Wehrhahn, de Kiehl, Simonetta Armondi de Milán y Sonia de Gregorio de Madrid, por lo que de alguna manera podíamos unir fuerzas.

Hablé con ella cerca de una hora y, por supuesto le dije que estaría encantado de ir a El Havre a dar una clase a sus alumnos cuando ella quisiera, que no conozco esa interesante ciudad normanda salvo por la película homónima de Aki Kaurismaki, que por cierto les recomiendo si es que no la conocen. Pero es que aún no les he contado lo mejor. Porque, en algún momento, le pregunté quién le había hablado de mí, quién le había dado mi contacto. Me contestó que había sido un compañero profesor de la Escuela de Grenoble. Se llama Raphaël Besson y a mí el nombre no me suena de nada. Le contó que en una ocasión me había escuchado hablar y le parecía que mi punto de vista sobre el urbanismo encajaba perfectamente con lo que ella estaba buscando para esa red y también para el viaje con sus alumnos, aunque, siendo ella madrileña, realmente no me necesitase para esto segundo.

En cuanto colgué con esta chica, me puse a buscar información sobre el tal Raphaël Besson y encontré bastantes cosas, es una especie de joven eminencia que tiene incluso clases en vídeo bastante interesantes en un francés cerrado. Pero lo más sorprendente es la imagen con la que suele presentarse, que pueden ver aquí a la izquierda. Sorprendente, en primer lugar, porque yo no recuerdo haberlo visto en mi vida. He recibido a tantas delegaciones de todos los países que no puedo acordarme de todas las caras. Pero está claro que este señor formó parte de un grupo al que atendí, le gustó lo que yo contaba y se quedó con mi nombre. Pero lo segundo sorprendente es que este hombre es un rocker. Y esto viene a confirmar lo que les vengo diciendo: que todos los temas de los que yo les hablo, están conectados, que todo es el mismo discurso. No me extrañaría que este señor conozca y admire a Samantha Fish.

En mi conversación con Inés R. yo me presenté como un humanista, por contraposición a los especialistas y le dije que el valor de lo que yo voy contando por ahí es que sé un poquito de cada cosa (cualquier especialista me da cien vueltas sobre su especialidad) y eso me permite relacionar unos temas con otros y explicar contextos, marcos en los que se inscribe el hecho urbano. El urbanismo no puede ser algo aislado del resto de las materias. Así lo concibo yo, pero mi línea es minoritaria en la escuela de Madrid, suponiendo que exista alguna. En fechas próximas voy a participar en un Congreso Hispanoamericano de Urbanismo, en el que me tocará pasear a los congresistas por el Madrid Río durante cuatro horas. También asistiré con mucho gusto a la conferencia principal, a cargo de Fernando Terán, una de mis referencias profesionales, a quien no me quedan muchas ocasiones de oír, porque es muy mayor.

Pero a mí me han invitado gracias a los buenos oficios de Ester Higueras, que en el fondo es una disidente de ese gremio que tanto me irrita y que nunca me invitaría a un sarao de este tipo. Sin embargo, el hecho de que un tal Besson de Grenoble, joven y prestigioso urbanista, me recuerde y le dé mi contacto a alguien que quiere hacer una red de docentes del urbanismo en una línea concreta, me reafirma en mis convicciones y refuerza mi idea de que los humanos nos movemos en planos paralelos desconectados entre sí y determinados por nuestra cultura y nuestra sensibilidad. Y que, con el tiempo, aprendemos a reconocer a nuestros iguales. Con Inés R. tuve la sensación de que nos conociéramos de toda la vida. Para mí esto supone un subidón importante. Si yo les hubiera revelado que tenía ese sueño hace sólo una semana, ¿qué hubieran pensado? Sí, esa es la respuesta correcta: que ese sueño no era más que un wishful thinking. Sean buenos.

domingo, 18 de septiembre de 2022

1.169. El blog cumple diez años

Sí señor, tiene cojones la cosa o, si lo prefieren, manda carallo. Mañana hace justo diez años que empecé a alimentar esta tribuna. El 19 de septiembre de 2012, publiqué mi primera entrada, que se titulaba con el bíblico mensaje de Hágase la luz. Estaba entonces en una circunstancia personal delicada, en el ámbito laboral. Durante siete años había estado al frente de tres sucesivas subdirecciones generales y me había sentido importante y, de pronto, todo eso se desmoronaba. Gallardón ganó sus terceras elecciones en mayo de 2011, luego vino el verano, allá por septiembre empezaron a remodelarse las unidades municipales para adaptarse a un nuevo período de austeridad, que hacía innecesaria una Dirección General para hacer obras, puesto que ya no quedaba un duro para ninguna obra más. Gallardón hizo mutis por el foro para convertirse en un Ministro de Justicia de infausto recuerdo y la señora Botella tardó todavía unos meses en situarse.

En las navidades de 2011, seguía yo estando más o menos en una posición interesante, pero entonces la señora Botella nombró a una concejala de urbanismo con miedo escénico, que ni siquiera saludó cuando llegó a su despacho, en donde se encerró a pasar el resto de la legislatura lo más desapercibida que se pudiera. Tenía esta señora un jefe de gabinete que le llevaba todos los asuntos y en definitiva la ayudaba a pasar de puntillas por el cargo. Yo me presenté a este señor, le conté el trabajo que hacía como una especie de Secretario del Foering Office y le conté que tenía tres cosas en marcha: acudir a un congreso de movilidad sostenible en Querétaro (Mexico) para contar allí la operación M-30 Madrid Río, escribir un artículo para una revista de los paisajistas también sobre Madrid Río y presentar el propio proyecto Madrid Río a unos premios europeos de urbanismo en los que partiría como uno de los favoritos.

El tipo me escuchó y me dio sus instrucciones. A Querétaro no me podían impedir ir, pero debía utilizar para ello mis vacaciones (iba a gastos pagos). El artículo lo tenía que revisar él antes de que lo enviara a la revista (me lo censuró de forma bastante rastrera y burda). Y lo peor de todo: para concursar a los premios europeos de urbanismo la inscripción costaba 1.000€. Y no me los dieron. Todo ello supuraba un mensaje que este señor terminó por decirme con toda claridad: Madrid Río era un proyecto de la anterior legislatura y equipo de gobierno. Ahora eran tiempos nuevos, las tareas de difusión de la concejalía debían centrarse en los proyectos de la nueva responsable (que, por cierto, brillaban por su ausencia) y de dichas tareas se ocuparía él mismo, como estaba establecido en el organigrama. Supe que ya no tenía nada que hacer y, a la vuelta de Querétaro, finales de marzo, me puse a buscar una ocupación mental que me impidiera volverme loco o caer en lo que suele llamarse el exilio interior.

Ya por entonces empecé a pensar en escribir un blog, pero necesitaba prepararme, porque yo no quería hacer como otros amigos y colegas que abrían una página de este tipo y al tercer post se cansaban o se aburrían y la abandonaban. Internet está lleno de intentos fallidos de ese tipo. En verano me salió la oportunidad de ir a contar de nuevo Madrid Río nada menos que a Nueva York. Me pasaron la cita mis ex compañeros de Obras que ya no estaban conmigo puesto que no dependían de Urbanismo y esta vez no sólo utilicé mis vacaciones, sino que por primera vez me hice cargo de buena parte de los gastos. Mi situación era de una cierta esquizofrenia laboral, yo seguía haciendo muchas cosas con mis contactos por todo el mundo, pero tenía que hacerlo de forma clandestina, sin que se enterasen mi concejala y su perro. Publicar mi primera entrada del blog fue pues una forma de reforzar definitivamente esa línea paralela, informal y apasionante en la que me desempeñaba, mientras me aburría en el curre ordinario, ocupándome de cosas aburridas que no quería hacer nadie y que me tocaban a mí, después de haber tenido que volver al mundo del urbanismo por la puerta de atrás.

Y hasta ahora. Cuando ganó la señora Carmena, mis dos líneas se unieron de nuevo, volví a ser importante en el curre, me apoyaron en mis líneas de relaciones internacionales y viajé otra vez un montón, por supuesto sin tener que usar mis vacaciones en ello y a gastos pagos de nuevo. Pero ya no dejé el blog. Y aquí se han contado viajes (profesionales y de ocio) a San Petersburgo, Japón, Marsella, Rumanía, Polonia, las Repúblicas Bálticas, Escocia, Praga, Portland (Oregón)-Seattle-Vancouver, Tijuana-San Diego-Los Ángeles-San Francisco, Oslo, Birmania, Chile, Chicago, Madagascar y algunos más que no me vienen ahora a la memoria. También se contó aquí mi fractura de húmero y sus secuelas, mis diferentes problemas médicos y domésticos, mi fascinación por Samantha Fish y muchas otras cosas.

Ha habido momentos y posts gloriosos, si bien saben que yo primo la cantidad sobre la calidad, escribo mucho, de manera cotidiana, y de vez en cuando me salen algunos textos mejores. En cuanto al seguimiento, es bastante desigual, tengo un número de seguidores fieles entre 30 y 40 y otros que van apareciendo y desapareciendo. Con esas cifras, se trata de lo que suele llamarse un blog zombie, pero por suerte no escuché la recomendación de los que me decían que lo asociara a una cuenta de Twitter para pasar a tener más de 1000 seguidores. Entre mil gentes seguro que hubieran salido bastantes trolls que me hubieran descojonado el invento. Es un blog zombie, pero también podría decirse que es un blog de culto, porque los que me siguen son incondicionales. Y yo no tengo otro objetivo, aparte de mantener la pluma en forma, que el de hacer literatura instantánea. A mí se me ocurre algo y al día siguiente ya lo están leyendo mis seguidores, saltándose el complejo proceso editorial.

Hace unos años, de vez en cuando les daba un repaso a todos los posts para recuperar por ejemplo vídeos que el Youtube había cambiado de link o eliminado. Ya no estoy dispuesto a hacer eso. Como saben, hace año y medio que me jubilé del Ayuntamiento y una tarea como esa, con más de 1.100 posts sería un empeño típico de jubilado. Un clásico. Yo tengo una amiga cuyo marido, en cuanto se jubiló, se dedicó día y noche a digitalizar todas sus fotos en papel para clasificarlas en archivos anuales, además de reconvertir sus vídeos VHS y Beta en digitales, algo que hay que hacer uno por uno. Lo único que cosechó fue el desprecio de su mujer, que le llamaba el Cesante. Cuando hablaba con mi amiga, se quejaba siempre: es que el Cesante está dedicado todo el día a esas tareas absurdas y no ayuda en la casa ni con los chicos; yo, que estoy trabajando, tengo que ocuparme de todo.

Así que esto inserta mi blog en el universo del llamado arte efímero. Ustedes han de leer mis entradas enseguida, porque si se retrasan, digamos, unos meses, se las encontrarán con numerosos fallos inducidos por el simple paso del tiempo y el propio formato del blog: un libro de papel es inalterable, pero esta página está sujeta a los caprichos de Youtube, Google, Blogger y los demás agentes que lo hacen posible. El paso del tiempo es implacable y yo me encuentro ahora jubilado y con diez años más que cuando empecé. De forma inevitable, me va quedando cada vez menos tiempo y no quiero perder ni un minuto en tareas absurdas de jubilado o cesante. ¿Y qué pasará con esta enorme colección de textos? Pues con ella se podría hacer un libro de siete tomos, a la manera de En busca del tiempo perdido, pero sería un coñazo como el original, porque este foro la gracia que puede tener es leerlo así de a poquitos, mientras los temas están de actualidad. Es literatura instantánea, como el Nescafé y otros solubles y así habra de quedar.

Por otro lado, a medida que va pasando el tiempo, me encuentro cada vez más desinhibido y ya no finjo que me interesan ciertos temas. Sin embargo, el rock, que antes aparecía sólo de vez en cuando, ha pasado a ocupar en el blog un espacio similar al que ocupa en mi alma y mi cabeza, hasta el punto que, en este ritmo ternario que me he impuesto, uno de cada tres textos es sobre rock. Es que, después de estudiarme el tema de las generaciones, he llegado a la conclusión de que soy un boomer, como me llama mi hijo Kike. Y a mucha honra. Y tengo claro que lo que definió el corte generacional de los boomers sobre los anteriores (la llamada generación silenciosa), fue la irrupción del rock, con todo lo que implicaba de liberación, diversión y cultura alternativa. Pero, en el mundo del rock, el tiempo pasa también de forma implacable y quiero que vean una foto actual de Mark Knopfler, el líder de Dire Straits, que en agosto cumplió 73 años. Él mismo la colgó el otro día en su Facebook.

¡Joder! Es increíble. Ese abuelo es Mark Knopfler. Cuando vi esta imagen, pensé que el bueno de Mark estaba mostrando una foto de su padre, después de regalarle una de sus guitarras. Pero no. Es él mismo. Hace tres años, cuando tocó en Barcelona ya anunció que se retiraba. A lo mejor por eso ha envejecido tan rápido, porque en Barna no estaba así. Es posible que los artistas que dejan su actividad como músicos se vengan abajo de forma más rápida, mientras que los que siguen en activo mantienen más el tipo. Hace poco hemos visto a Mick Jagger y el resto de los Stones, que se acercan ya a los 80. Están viejos, pero se les ve fenomenal. Lo mismo le pasa a Van Morrison, como pueden comprobar en esta imagen.

Los Dire Straits de Knopfler fueron un autentico hito, poca gente ha tocado la guitarra como él. Y el tema que los lanzó al estrellato fue Los Sultanes del Swing. Leo en la wikipedia que ese tema se publicó en octubre de 1978, en lo que fue el primer disco de la banda, que hasta entonces se dedicaba a malvivir tocando por los pubs de la Inglaterra profunda. Knopfler la compuso y supo enseguida que podía ser un bombazo. Con sus tres colegas del grupo se fueron a Londres sólo con 100 libras y estuvieron grabando en unos estudios que les alquilaron baratos. La canción no empezó a ser conocida hasta bien entrado 1979. Después fue el imparable inicio de una carrera estratosférica, que catapultó a los Dire Straits al Olimpo de los mejores y los que más discos vendían. Les pongo un vídeo de Youtube con una interpretación en directo bastante fiel al original grabado.

Nada, igualito que ahora estaba el bueno de Mark. Por si no se han percatado, este señor tocaba una Fender Stratocaster y no usaba púa, era todo a puro dedo. Leo que es una canción de 1978 y en mi memoria yo hubiera jurado que era de algo antes. Por aquellos años, con Franco recién muerto y antes del shock que supuso el 23-F, el Coronel Groucho y yo andábamos en el trance de acabar nuestras carreras y llevábamos ya unos años compartiendo nuestra fascinación por Beatles, Stones, Bob Dylan, Bob Marley y tantos otros. Además, hacíamos algunos pinitos guitarreros bajo el nombre de Water de Caballeros, en los que tratábamos de hacer versiones de las canciones que más nos apasionaban.

No recuerdo quién de los dos fue el que le dijo al otro: Tío ¿has oído Los Sultanes del Swing? Inmediatamente la incorporamos a nuestro elenco de canciones favoritas, lo que pasa es que por entonces no sabíamos ni patata de inglés y las letras las cantábamos como Dios nos daba a entender. Y hay una estrofa en la que Knopfler empieza diciendo Harry doesn’t mind, es decir, a Harry se la suda. Pero nosotros, en nuestro spanglish maldito la convertimos en Herri Batasuna. Y así la cantábamos siempre, al borde de la carcajada. No sólo eso sino que, cuando nos íbamos de vacaciones de Navidad o verano a La Coruña y acabábamos a menudo borrachos por bares como El Priorato o La Nueva Patata, ese verso apócrifo era una especie de señal de complicidad entre ambos. Cuando ya estábamos a punto de echar las potas, nos mirábamos a la cara, uno de los dos levantaba el dedo índice y era la señal para gritar a coro: ¡¡¡HERRI BATASUNA!!! Los demás del grupo no entendían nada, porque era un grito políticamente inconveniente y todos sabían que nuestra línea no iba por ahí, pero tampoco comprendían por qué nos daba tanta risa.

Por historias como esa, el Coronel será siempre mi brother. La vida nos llevó luego por caminos y ciudades diferentes, pero el blog nos ha vuelto a poner en contacto. Hoy tocaba hablar de rock, aunque el aniversario era prioritario y por eso he empezado por conmemorarlo. Dentro de los propósitos que uno se hace en estas efemérides, está el de escribir unos posts un poco más cortos. El caso es que empecé rellenando dos o tres folios de Word y cortaba en cuanto empezaba el cuarto. Ese límite se ha ido relajando de forma un tanto peligrosa, porque si mis posts son demasiado largos puedo aburrir al personal y matar a la gallina de los huevos de oro. Así que voy a cortar aquí. Ayer por la tarde escribí este texto plagado de nostalgia y, en cuanto lo publique, planeo subirme a El Escorial a pasar el día con mi hermano Antonio. Que ustedes lo pasen también muy bien, en este domingo otoñal tan grato después del bochorno veraniego. Sean buenos, como de costumbre

jueves, 15 de septiembre de 2022

1.168. Un pasito p'atrás, morena

Bueno, pues hoy he estado a un tris de romper mi ritmo programado, iniciado a mediados de agosto cuando no tenía apenas cosas que hacer, con motivo de que mañana viernes tenía ya mi primer bolo, consistente en dar una charla a una amplia delegación de la ciudad holandesa de Almere, como les anuncié. Se trataba de hablar en inglés de un tema del que no soy especialista, así que ayer aparté el blog y eché toda la tarde preparando mi presentación. Pero resulta que, cerca de las 8 de la tarde, me llamó Werner a decirme que el tema se suspendía porque les habían cancelado el vuelo. Ya les contaré sobre este tema más en extenso. Lo que les puedo decir es que al instante me invadió una incontenible sensación de alivio. Sin más temas en el horizonte que me estresaran y me restaran tiempo para el blog (los otros dos bolos que tengo comprometidos son en español), me puse a ver una serie de TV que pensaba empezar en el fin de semana y dejé para hoy la escritura de este post.

Así que ahora estoy de mañana lluviosa, acabo de terminar mi clase de inglés y tengo un rato hasta que me vaya al yoga. Por la tarde terminaré este texto a ver si puedo publicarlo a tiempo. Y, según ese programa que voy manteniendo por los pelos, hoy me toca hablar de mi entorno y no de mí mismo. Y eso me lleva al último post, en el que di mi interpretación sobre el tema de Ucrania. He de empezar dando un pasito p’atrás, morena, y en consecuencia pidiendo disculpas. No por el contenido y el sentido de mis opiniones, en los que me ratifico totalmente, sino por el tono y sobre todo por la advertencia de que no me hicieran comentarios en contra. Un amigo lector me ha dicho por detrás que es impropio de una tribuna como esta decir semejante cosa y más en tono casi amenazante y que, si no quiero que se forme mucho alboroto, que no me meta en ciertos jardines. Así que, dicho y hecho, les pido disculpas y les invito a que digan lo que les pete, como siempre en este blog hasta ese post malhadado.

Dicho esto, les repito algo que ya he dicho varias veces: para nada quiero que esta tribuna se convierta en un foro de discusión política. En primer lugar, no me considero en absoluto preparado para ello. Pero es que, además, en la política actual está todo tan crispado que ese debate no va a servir para nada. Cuando alguien está convencido de algo, ya se le puede ir con datos, informaciones o documentos, que no se va a apear del burro. ¿Cómo dicen? ¿Que yo tampoco? Pues supongo que es el mismo caso. Pero yo me refería más bien a movimientos como el de los terraplanistas, que parece mentira que existan, pero ahí están (yo sospecho que más de un amigo/a tiene dudas al respecto, pero no me lo dice para que no me dé la risa). Un terraplanista seguirá siéndolo aunque le muestren imágenes satíricas como esta de abajo. 

En esta tesitura, no voy a seguir insistiendo en mis opiniones, creo que mi post contiene un montón de argumentos que no hay que repetir, estoy convencido de que el Hijo de Putin es un tirano, un sátrapa, un encarceladisidentes, un envenenacríticos y un enano acomplejado y me llevaría una alegría si se pilla la viruela del mono o le ataca la bacteria comecerebros. Todos los que admiten que este sujeto es un cabrón, pero enseguida continúan la frase con un pero… abren la puerta a una cierta indulgencia que yo no comparto. Así que no me interesa lo que va detrás de ese pero… No obstante, digan ustedes lo que les dé la gana, la aplicación de comentarios está abierta para cualquiera y ya les he dicho también que eso es posible gracias a que vivimos en un país regido por las directrices que imperan en occidente. Si este blog se publicara en Rusia, habríamos de tener cuidado.

Pero quiero detenerme en los tres comentarios que ha recibido ese post y que he prometido responder en este. El gran Paco Couto, con mucha sutileza y educación, apunta que es mejor tener un amigo que tener razón. Para mí, el significado es meridiano: está en desacuerdo con mis opiniones (algo que yo ya intuía) pero prefiere conservar su amistad conmigo (que data de unos 50 años), antes que arriesgarse a perderla por una discusión al respecto. Te diré, querido Paco que estoy de acuerdo contigo al cien por cien. Puedo matizarte que yo no pretendo tener la razón (puesto que no soy el Papa). Dejémoslo en que estoy en mi derecho de expresar mi opinión, exactamente igual que tú y los demás. Y por nada del mundo querría perder un amigo por culpa del blog. Pero tengo que decirte que eso es algo que ya me ha sucedido y lo lamento mucho.

Efectivamente. En los primeros años de este blog yo tenía una buena amiga, seguidora fiel y frecuente comentarista, a la que apreciaba mucho. Y de pronto se volvió loca contra mí por algo que dije en el blog y me empezó a acosar por Whatsapp y por el correo a todas horas. El motivo de su ira era mi interpretación de la derrota de la señora Carmena en las elecciones de hace tres años, en cuya campaña yo me impliqué, pedí el voto para ella varias veces en el blog y hasta di dinero a cambio de una pancarta de polyester que la mostraba a ella con Errejón y que tuve colgada en mi terraza toda la campaña. Mi explicación de la derrota fue que se debía a tres factores: los votos perdidos que fueron a Sánchez Mato (a quien apoyó Iglesias), la endeble propuesta del PSOE con el inefable Pepu, que restó potencia a ese partido impidiendo que cuadraran las aritméticas, y un tercer factor que me parece innegable, pero que fue el que suscitó el cabreo de mi hasta entonces amiga.

Ese tercer factor fue la desafección de muchos de sus votantes en los distritos del sur (algo que evidenciaron las estadísticas) por no haber entendido la propuesta de ciudad de Carmena, demasiado moderna para ellos y dirigida más a las élites de la izquierda, los colectivos agrupados en torno a la cultura y el arte. Esto último lo reflejaron también las encuestas: en barrios como Malasaña o Chueca Carmena arrasó. Yo ejemplificaba esa desafección en un anciano de Villaverde que salía todos los días a tomar el fresco delante de su casa en una silla de enea, apoyado en su garrota y que había votado a Carmena la primera vez lleno de esperanza de que su vida cambiara. Y que cuatro años más tarde, comprobaba que el bache que tenía la calle delante de su puerta seguía sin arreglar, mientras el equipo de la alcaldesa presumía de haber renovado la Gran Vía y pensaba seguir con la plaza de España.

Ese anciano no existía, era una metáfora como tantas que me invento en el blog. Y díganme ¿ustedes creen que esto era como para ponerse hecha una furia contra mí? Yo creo que no, pero el caso es que esta chica me empezó a mandar mensajes a todas horas, diciéndome que no se podía creer que yo hubiera escrito lo que había escrito, continuos whatsapps llenos de caras de diablos resoplantes y gestos enfadados, casi pidiéndome que rectificara y cambiara lo que había publicado. Traté de rebajar la tensión con respuestas humorísticas, quitando hierro al tema, preguntándole que qué le pasaba, que si se había olvidado de tomarse la medicación (no se tomaba nada que yo supiera). Pero fue inútil. Había perdido el sentido del humor.

Yo estaba trabajando entonces (ahora me parece que lleve una eternidad de jubilado) y una mañana llegué a la ofi, aparqué el coche y subí a mi despacho donde me aguardaba un día especialmente tenso y lleno de retos de trascendencia decisiva. Consulté un segundo mi móvil y me encontré como diez mensajes nuevos llenos de caritas enfadadas y diablos resoplantes. Entonces respondí con un mensaje tajante: Mira, déjame en paz, estoy trabajando. Y allí se acabó nuestra amistad. Esa tarde la eliminé del mailing con el que comunico cada publicación y hasta ahora. Y digo yo: ¿merece la pena perder una buena amiga por algo así? Pues no. Paco Couto tiene toda la razón.

En mi descargo diré que, no muchos días más tarde, empecé a lamentar lo sucedido, pero no la he vuelto a llamar. Somos medio vecinos y confié en que nos tropezaríamos por la calle y podría disculparme con ella. Pero, tres años después, no nos hemos vuelto a encontrar y yo creo bastante en los dioses traviesos que tiran los dados: si no nos menos cruzado en este tiempo es porque definitivamente estamos en planos diferentes. Ya saben que dice la señora Ayuso que esta ciudad, además de sus queridos atascos y las cañas de los bares, tiene otra virtud: que por mucho que callejees por ahí nunca te encuentras a tu ex. Yo tengo unas cuantas ex y no sólo me encuentro con ellas con regularidad, sino que a menudo quedamos a cenar o a tomar algo. Pero con esta chica no me he vuelto a encontrar y lo lamento mucho.

Pero siguiendo con el tema de los amigos y las discusiones, no me pueden negar que en el post de marras que tanto ha irritado a algunos, en todo momento me he referido a los que sustentan opiniones contrarias a la mía como a amigos. Yo tengo amigos en todos esos colectivos y espero no perderlos por expresar mis opiniones. Entre los antiyanquis, destaca mi querido Diego, el hombre de Tijuana. Este señor leyó de joven un libro que le impactó profundamente: La Decadencia de Occidente, de Oswald Spengler. Ese señor estudiaba todos los imperios anteriores y sacaba una especie de máximo común múltiplo que le revelaba que todos habían durado cien años. Lo que pasa es que no hay ningún sustento teórico que demuestre que cualquier imperio va a durar 100 años y no 150, por decir una cifra.

Spengler publicó su tratado en 1923 y se murió en 1936. Quiere eso decir que no conoció la Segunda Guerra Mundial (ni siquiera la española), que su libro es anterior a los ordenadores y los teléfonos móviles, por no hablar de los avances en la cirugía. En suma, que sus teorías están bastante demodeés. Pero Diego sigue en sus trece y vivió la victoria de Trump como una demostración de las teorías de Spengler, que pronosticó un siglo antes la aparición del cesarismo como síntoma del inminente derrumbe del imperio. De su derrota posterior cuatro años más tarde desconozco cuál es la interpretación de Diego. Pero es que, desde que lo conozco lleva esperando el fin del imperio yanqui, que él tendrá la suerte de contemplar desde su privilegiado balcón en la ciudad de Tijuana. Pero ese derrumbe no se produce.

Pero a lo que vamos: él sabe cómo opino yo y yo sé cómo opina él, y sin embargo nos tenemos un aprecio a prueba de discusiones. Luego están los conspiranoicos, como mi amiga M. y Jurgen, el peluquero del barrio. Ambos están convencidos al cien por cien de que el Covid 19 fue soltado adrede por los chinos en un laboratorio, para provocar la crisis de occidente en la que estamos inmersos. No casa mucho esta interpretación con el hecho de que China es el único país del mundo que aplica una política de Covid-cero, y de vez en cuando vuelve a confinar ciudades del tamaño de Shanghai, porque aparecen tres o cuatro casos. Pero ellos siguen convencidos de que la aparición del Covid fue algo premeditado. Con semejante mentalidad, no es extraño que se crean que Putin es un buenazo al que le han provocado.  

De los pacifistas no voy a hablar mucho. La Historia ya ha puesto en su sitio a Daladier, Chamberlain, Lindbergh y otros que se lucieron con sus políticas de apaciguamiento de Hitler. Pero me queda el cuarto grupo, el de los podemitas y afines, en el que por cierto es donde más amigos tengo y confío en no perderlos. Es que la unanimidad en este colectivo es tan abrumadora que en el fondo es lo que explica mi post anterior. Porque yo sí que estoy empachado de escucharles. Es que salgo a la calle y, tanto Jurgen, como los floristas, los del restaurante Matilda y hasta el guitarrero tienen opiniones idénticas sobre el caso. Lo mismo muchos de mis amigos, buena parte de los seguidores del blog, los de la fiesta de cumpleaños a la que asistí hace unas semanas. Todos repiten como loros las teorías en boga.

Acabo discutiendo con todos y ninguno contesta a mi pregunta: vale, no les mandamos más armas a Ucrania, entonces ¿cuál es la alternativa? Y me contesto yo mismo: dejar que los ucranianos se pudran y acaben viviendo en su propia tierra como esclavos de los rusos. Ya están escuchando los testimonios de los habitantes de las zonas recuperadas por el ejército ucraniano gracias a las armas y el apoyo que han recibido de occidente. Pero eso no lo quieren oír mis antagonistas. Les encanta jugar a la geoestrategia, olvidando a las personas que están sufriendo esta guerra. Queda muy bien en los bares decir que los yanquis tienen la culpa de todo. Queda uno como alguien muy enterado y se liga bastante. Yo, en cambio, con mis opiniones, no me como una rosca y veo en las caras de los otros lo que piensan: el Emilio es que se ha vuelto de derechas, no se entera, está abducido por Samantha y ya no discierne.

Pero es que hay una uniformidad en todo este grupo un tanto sospechosa: todos siguen a Chomsky (a quien yo admiro mucho, pero eso no quiere decir que acepte todo lo que diga como si fuera un gurú). Todos han leído el artículo de Javier Valenzuela poniendo a Gorbachov como un gilipollas y un débil, que está en el origen de todo este conflicto. Tanta unanimidad me huele a dogma y a adoctrinamiento. Y a mí en 71 años que tengo, no me ha adoctrinado nadie. Para mí, Gorbachov fue una buena persona, a la que le tocó hacer un papel difícil, como le sucedió, salvando las distancias, a Adolfo Suarez: el de desmantelar desde dentro un régimen putrefacto que se caía a pedazos. Y lo hizo apreciablemente bien hasta que se lo comieron los gangsters y las mafias rusas, auspiciados por el borracho Yeltsin. La transición, que iba paso a paso de forma controlada, se desmadró y se pasó hasta hambre durante casi un año. Y ahora hay que oír que es que Gorbachov se equivocó.

Este grupo también sostiene que Carmena se equivocó aliándose con Errejón. Que tiene cojones. En este blog se contó paso a paso como Podemos, con sus estrategias leninistas y jacobinas, consiguió que todos sus concejales se dieran de baja y luego apoyó a Sánchez Mato y terminó de joder el invento Carmena. Carmena era un verso suelto, alguien que se puso al frente de un grupo bastante flojo y salvó la legislatura por su esfuerzo personal y apoyándose en los cargos que nombró ella misma a dedo. Y luego intentó una segunda legislatura, con su gente de confianza y perdió por los tres factores citados, uno de ellos el boicot que se le indujo desde el propio Podemos. Recuerden que todos los demás partidos cerraron su campaña para las locales con un mitin multitudinario en Madrid, menos Podemos, que cerró en Tenerife. Y que en el propio aeropuerto de Barajas, antes de volar a las Canarias, Iglesias pidió el voto para Sánchez Mato.

Carmena era un verso suelto, alguien ajeno a la política miserable que se practica en este país. Y Yolanda Díaz es otro verso suelto y terminarán por joderla como a Carmena. Ya se vio en las elecciones andaluzas, cómo Podemos hizo lo posible por boicotearla. Y ahora acaban de presentar al flamante candidato a la alcaldía de Madrid: el atleta Sotomayor. Falta sólo que el PSOE presente un torero, como hacía el fraCasado. Lo de la izquierda en esta ciudad es de traca. El PP ganará por goleada. Y se cuenta que Feijoo se está planteando prescindir del Topillo. Es igual, aunque su candidato fuera un mono titiritero de hojalata de esos a los que se les da cuerda para que toquen los platillos, incluso así ganaría el PP. Porque sus votantes son fieles y disciplinados, y los partidos de derechas no dan el espectáculo de la división eterna.

Bueno, con todo esto, me he limitado a responder únicamente a Paco Couto, pero los otros dos comentarios no requieren mucha respuesta. El desconocido anónimo apoya lo que me dijo mi amigo por detrás y le agradezco su aportación y su consejo. Y en cuanto a África, pues por un lado me alegra que no haya hecho caso a lo que pedí en ese post y siga opinando lo que le dé la gana, esa es la África que yo quiero y aprecio. Su comentario es un ejemplo de lo que he venido contando en este post. Lo de poner verde a Zelensky es un clásico en este tipo de debates. Yo creo, simplemente que es un tipo al que le ha tocado un papel difícil y está haciendo lo que puede. Esto de decir que el otro también es muy malo, me retrotrae a los tiempos en que el vomitivo Mourinho era el entrenador del Real Madrid. Yo me metía con todos mis amigos madridistas y les enseñaba el vídeo en que ese impresentable le metía el dedo en un ojo a traición al entrenador rival. Pues, cuando se veían muy acorralados, decían: pero el Guardiola ese tampoco es trigo limpio. 

En fin, cuando empezó esta guerra, yo traje al blog un texto de José Ovejero en el que alertaba de que no nos creyéramos todo lo que se dijera a partir de entonces, que en tiempo de guerra la información es un arma más. Y no puedo dejar de ver una línea de opinión que viene como de la zona podemita, porque es mucha casualidad que un grupo de gente que no se conoce de nada tenga las mismas opiniones fundamentadas en los mismos argumentos. Y, discúlpenme, pero intuyo por ahí mosconeando al señor Iglesias, que se ha ido sólo de boquilla, pero sigue manejando los hilos desde la sombra. Lo que pasa es que la derechona más deleznable de este país le ha hecho objeto de unos ataques tan despiadados (véanse los audios de Villarejo-Cospedal-Ferreras), que han conseguido justo lo contrario de lo que perseguían: crear un santo. Un mártir. A este origen que intuyo, pero no puedo probar obviamente, se suma luego el papel de los algoritmos, que te reconfirman en tus ideas, porque saben enseguida de qué pie cojeas. Y el papel de ciertos parientes (sobrinos, primos, cuñaos) que operan de gallos en sus minigrupos familiares y son peores que los algoritmos.

Bien, por si ha quedado alguna duda yo, que en su día me proclamé en este blog como carmenista y errejonudo, ahora me declaro seguidor rendido de Yolanda. Me parece la figura más potente en el panorama político actual. Y, no es por insistir, pero esta señora no se opuso al envío de armas a Ucrania. Sólo le pongo un pero: en política hay que dominar los tiempos y los ritmos. Si sigue avanzando tan despacio, corre el riesgo de que se le pase el arroz. De una forma u otra se la cargarán, entre los dogmáticos de la izquierda y los fachas franquistas que no quieren que despunte una figura como esa, no sea que acabe con sus privilegios. Es ya de noche y al hilo de esto me viene a la memoria la figura de mi padre. 

No sé si lo he contado, pero mi padre era un prosoviético convencido, tal vez como reflejo de su antifranquismo sin resquicios. Cuando yo me iniciaba como adolescente rockero, me daba mucho la murga con la juventud de Rusia, que no llevaba melenas ni vaqueros de segunda mano como yo, sino que iban todos impecablemente vestidos de gris y se dedicaban a estudiar y a trabajar y no a perder tiempo con el rock and roll. Bien, mi padre se murió en el año 90 y sus últimos cuatro años los pasó muy triste y desanimado porque no le gustaba su deterioro en todos los aspectos. Pues de esos años recuerdo lo que decía cada vez que aparecía en los telediarios la figura de Gorbachov. Emocionado hasta casi el llanto, proclamaba: el pobre Gorbachov es una buena persona, y se lo van a cargar, lo van a matar como a Kennedy. Mi padre, en todo su desánimo, no había perdido su intuición con las personas y los personajes. No lo mataron, pero lo quieren matar ahora. Ya saben, se equivocó, como Carmena. Sean buenos. Piensen en las personas que sufren y déjense de interpretaciones geoestratégicas. Y cuídense de los algoritmos.