miércoles, 30 de mayo de 2018

733. Recovering myself II

Continúo con la novela, o más bien la empiezo, porque lo del otro día fue una especie de prólogo.  Lo cierto es que, del verano para acá, mis circunstancias han cambiado en cuanto a mi relación con el medio laboral en el que me desempeño. Todos los seguidores del blog lo han notado y hasta la buganvilla que tengo en la terraza ha captado la sinergia de la situación y ha dado otra vez flores a lo bestia, algo muy meritorio, si tenemos en cuenta que esa planta primigenia ya estaba en ese mismo rincón cuando nació mi hijo Lucas, que tiene 28 años cumplidos. Pueden comprobarlo en la foto que le he sacado esta misma tarde. Después de cinco años dando una determinada visión de mí mismo y con la buganvilla sufriendo por mí y tan mustia como yo, creo que es mi deber como bloguero dar una explicación in extenso del porqué de esta mutación. Pero para ello hay que remontarse a los orígenes. 

Hasta diciembre de 2011, yo era un funcionario del Ayuntamiento de Madrid, que más o menos seguía una carrera lógica, con sus baches como la de cualquiera, pero con un sentido general ascendente. En ese mes, el señor Gallardón, que en mayo había ganado sus terceras elecciones municipales, decidió largarse al Ministerio de Justicia a perpetrar esa ley anti-aborto que finalmente sería la causa de la ruina de su carrera política. Y pasó a sucederle en la alcaldía la número 2 de su candidatura, la señora Botella. Esta señora, tuvo a bien poner al frente del Área de Urbanismo a una concejala replicante, a la que le dijeron que tenía que reducir efectivos porque su antiguo jefe había dejado al Ayuntamiento en la ruina y optó por hacerlo cortando por donde menos dolía, es decir, por mi persona y otras que carecíamos de apoyos en el poder. Y de golpe me vi apartado a un lado, con muy poco trabajo por hacer como corresponde a los desterrados de la gloria, algo que no había vivido hasta entonces.

Pero me mantenían un sueldo muy decente y tenía que aguantar. El problema es que la concejala replicante encargó la política de personal a una émula de carcelera nazi, que nos obligaba a todos a permanecer laaaaaaaaargas horas en el puesto de trabajo. Creí que me iba a volver loco; el síndrome del exilio interior me acechaba por las esquinas. Como en otras situaciones similares que he tenido que afrontar en la vida, muy pronto supe que tenía que escribir sobre lo que me estaba pasando. Y fue así como surgió el blog. Porque los tiempos han cambiado y las cosas ya no están para hacer novelas por entregas ni nada parecido. La tecnología nos ha cambiado la forma de hacer literatura y yo necesitaba una herramienta que me permitiera saltarme todo el enojoso e incierto proceso editorial que lleva la producción de cualquier libro. En los primeros meses de 2012 empecé a madurar la idea, con ayuda de Inmaculada y otras personas que me fueron explicando qué era un blog y cómo se trabajaba.
   
Descubrí entonces que hacer blogs era una moda y que muchos amigos y colegas abrían uno y, a los pocos meses si no días, se aburrían, se cansaban o se quedaban sin nada que contar y lo dejaban morir poco a poco, o directamente lo cerraban. Yo no quería que me pasara eso, así que no me lancé a publicar hasta que tuve la seguridad de que sería capaz de mantenerlo indefinidamente. Ya saben que soy fondista, no velocista. Mi primer post se publicó a mediados de septiembre, pero antes sucedió algo que también marcó mi camino. Como un resto de mi anterior período de esplendor laboral, me invitaron a participar en un congreso en Nueva York, del que ya he hablado más de una vez. Me pedían que contara el proyecto Madrid Río en el congreso Greater and Greener, que celebraba en julio la City Parks Alliance, una asociación que agrupa a los conservadores y gestores de los mayores parques urbanos de USA. Dije que sí, pensando que me pagarían el viaje y el alojamiento.

Pero cuando se acercaba la fecha, les escribí para que me enviaran el billete y entonces descubrí que no pensaban pagarme nada. Eran una asociación sin ánimo de lucro y no tenían dinero como para invitar a todos los ponentes. Mi primera reacción fue mandarles a la mierda: hasta entonces yo sólo había hecho viajes de trabajo si me pagaban todos los gastos. Pero me lo pensé. Puse en un platillo de la balanza la ilusión que me hacía acudir como visitor a un congreso en mi ciudad favorita, que ya había visitado tres veces. Y tiré para delante. Los de la City Parks pusieron también de su parte: me pagaron la mitad del billete y me ofrecieron una habitación en una residencia de estudiantes a dos manzanas del centro de congresos. Así que retrasé mi vuelta y aproveché para estar unos días en NY, visitar los barrios que menos conocía y viajar en tren a Boston. Y les puedo jurar que pocas veces he disfrutado tanto en mi vida como levantándome en una habitación de Manhattan, poniéndome traje y corbata y caminando con mi maletín de ejecutivo hasta Washington Square, para asistir a mi congreso, en el que hablé el segundo de los tres días que duró.

Pero lo importante es que derribé con ello una barrera mental y, a partir de este viaje, hice muchos otros pagándomelos yo y aprovechando para mezclar trabajo y vacaciones. Y con un placer adicional: ni una sola vez le pedí dinero a la carcelera nazi; conmigo no pudo disfrutar del placer sádico de decirme que no. Y con un correlato inesperado: con este tipo de viajes, encontré un leit motiv adicional para mi blog. En mi próximo post, cuando les cuente adonde me voy esta vez, entenderán lo que les digo. A partir de septiembre de 2012, el blog me permitió sobrevivir sin desanimarme demasiado y superar tragos como el del destierro a la isla de Alcatraz, con la brutalidad de un desahucio y la imagen de ver cómo la piqueta derribaba el edificio donde habíamos vivido tantas aventuras y desventuras. Empecé entonces a pensar en cuándo me jubilaría. Debía llegar hasta los 65 años y cuatro meses, (junio de 2016), pero me puse delante de la nariz un par de zanahorias: el premio de 35 años de trabajo (octubre de 2017) y mi siguiente cumpleaños (febrero de 2018).

Esos datos ya son reveladores de que estaba un poco mejor en el trabajo (si no, me habría ido a la primera ocasión). Contribuían a ello varias circunstancias. En mayo de 2015 ganó la señora Carmena. Inesperadamente, al menos para mí. Y el cambio de signo político exacerbó mi curiosidad: ¿cómo sería eso de estar en un Ayuntamiento que no fuera del PP? Les recuerdo que la derecha se hizo con el poder municipal presentando una moción de censura a Juan Barranco en mayo de 1989. Y no lo soltaron hasta mayo de 2015. Veintiséis años uno detrás de otro. Yo tenía 38 años cuando llegaron y 64 cuando se fueron. Ya he dicho alguna vez que cuando un partido se perpetua demasiado tiempo en el poder, genera corruptelas, vicios y dinámicas perversas de todo tipo, ya sea éste el PP en Madrid, el PSOE en Andalucía o el PRI en México. Y los últimos años suelen ser terribles. El trienio negro de Mrs. Bottle, fue una especie de lixiviado de todas las maldades anteriores, y no por culpa de esa señora, a la que en su cese dediqué un panegírico en dos posts, que sorprendió a muchos de mis lectores y que, si quieren, pueden consultar aquí: Post #387 y Post #388.

Cuando se constituyó el nuevo Ayuntamiento, el flamante Concejal de Urbanismo pasó por las diferentes plantas de nuestro edificio para saludar uno a uno a todos los funcionarios a sus órdenes. Esto es algo que han hecho todos los concejales de Urbanismo humanos que yo he conocido en el Ayuntamiento. De una replicante no se puede esperar el mismo comportamiento que de un humano. Pero, a lo que íbamos, yo no estaba ese día. ¿Y dónde estaba? Pues en Leipzig en otro de mis viajes blogueros. Dando tres conferencias en las Universidades de Leipzig, Dresde y Erfürt, visitando a mi hijo Lucas y aprovechando para hacer turismo: conociendo Weimar y pasando unos días en Berlín. Mi otro hijo Kike se sumó al lío y se vino en el fin de semana. Todo esto se contó en el blog.

Con el nuevo equipo, mis expectativas mejoraban –pensé– podía poner en la balanza cómo me habían tratado los anteriores, etcétera. Al mismo tiempo era consciente de que, con 64 años, pocas ilusiones podía hacerme. Y lo cierto es que a lo largo del primer año del nuevo equipo, mis circunstancias no variaron demasiado. Cierto que me sentía más querido, que tenía un cierto estatus de vieja gloria que no me va mal, que muy pronto supieron que existía y que contaban conmigo para recibir a extranjeros de todos los colores y condiciones y también para asistir a congresos. Además, estaba a las órdenes de unos jefes directos que son amigos míos y se esforzaban en intentar darme un mayor contenido. Pero, por circunstancias que tampoco puedo contar en detalle, el tren en el que estaba subido no acababa de alcanzar una velocidad de crucero suficiente como para que yo me sintiera más implicado. Mi decisión de jubilarme en febrero de este año era por entonces firme. Y en eso me rompí un brazo. Continuará.

Les dejo de regalo una de las últimas producciones de los Interrupters. Como estoy suscrito a Hellcat Records, me llegan puntualmente. Nada mejor para mi actual estado de ánimo que el ska-punk que practican estos señores. No estoy seguro si los jugadores del Real Madrid se pusieron esta canción el otro día antes de la final. Para escucharla han de pinchar AQUÍ. Que ustedes la disfruten.

lunes, 28 de mayo de 2018

732. Fútbol, política y big data

Encantado estoy con el tiempo este gallego que nos estira la primavera y aplaza la llegada del calorazo inmisericorde que nos espera. Al menos a ustedes. Yo, ya saben que este sábado me voy de viaje a un destino que aun no les he revelado y me libraré del bochorno hasta la vuelta. Si Dios quiere. Sean pacientes que ya les voy a decir a dónde me voy. Es que a lo largo de más de cinco años he desarrollado el relato de mis sucesivos viajes con diferentes estructuras y en este caso había pensado hacer algo distinto y no se me ocurre nada, excepto esto de no cantarlo hasta el último día. Entre tanto, este pasado fin de semana ha sido la culminación del éxtasis futbolero para los que amamos Madrid, tal como les explico.

El sábado, el Real Madrid hizo gala de su potra legendaria (aunque es cierto que la potra hay que trabajársela y ellos lo hacen, como decía mi padre, a base de bien) para adjudicarse la Champions en Kiev, escenario de glorias pasadas de la selección española, que ganó allí su última Eurocopa, en 2012, cuando Ucrania no se había todavía disgregado en dos países gracias a los nacionalistas de mierda que han dinamitado ese país (ahora es imposible jugar en Donetsk, por ejemplo). Ucrania es un país al que la historia ha hecho sufrir mucho; recuerden la terrible hambruna desencadenada por las políticas de colectivización agraria de Stalin, un asunto sobre el que no se ha escrito todo lo que merece este siniestro episodio.

En esta ocasión, la potra se materializó en una especie de hechizo o maldición que cayó sobre el portero alemán del Liverpool, haciéndole cometer dos pifias monumentales, legendarias, nunca vistas en un portero de la primera división española, salvo los del Deportivo de La Coruña del malhadado año que termina, en que hemos jugado prácticamente sin portero. Se dice ahora que Alemania ya no tiene que molestarse en hacer un casting para ver quién la representa en el próximo festival de Eurovisión, después de ver como cantaba este desafortunado deportista, que tal vez haya puesto punto final a su carrera. Yo creo que cosas como esta sólo se pueden explicar por una intervención divina, y que no cabe siquiera hablar de dioses malévolos y traviesos como los griegos, sino de un Dios que tira los dados, como explicaba Carlos Eugenio López en su libro El suicidio de Saúl, comentado aquí en su día.

El Cretino Ronaldo, se enfurruñó por no haber brillado en el partido y al final soltó una de las memeces que justifican el apodo con que se le conoce en este blog, pero no consiguió aguar la fiesta de los blancos. No obstante, para mí, lo más importante es que una semana y pico antes, mi querido Atleti ganó el otro trofeo europeo de postín, la Copa de la UEFA, y eso permitirá que el 15 de agosto próximo, ambos clubes disputen la Supercopa europea. El partido se jugará en Tallin, la capital de Estonia y la ciudad que, con Helsinki al otro lado, guarda la entrada del golfo de Finlandia, en cuyo fondo se encuentra San Petersburgo. Tres ciudades que tienen un punto mágico que me encanta. Han de saber que es la primera vez en la historia que la Supercopa se dirime entre dos equipos de la misma ciudad, y esa ciudad es la mía.

Añadamos a esto, que Getafe y Leganés han asegurado su permanencia en Primera sin apuros. Y que ayer subió también el quinto equipo de nuestra área metropolitana, mi también querido Rayo Vallecano. Anoche fue tiempo de cohetes y celebraciones en los barrios concernidos. En Vallecas, la hazaña del Rayito se festejó hasta la madrugada. Más comedidos, los madridistas celebraron su éxito por la tarde culminando con un espectáculo de luz y sonido en el Bernabeu. No sé si se fijaron ustedes, pero la música que se usó para celebrar la salida a la palestra, uno a uno, de todos los jugadores de la plantilla, es un tema que yo les he puesto en el blog no hace mucho, con un inconfundible riff obsesivo, y en cuyo vídeo promocional desfilaban unos batallones de esqueletos tocados con la banda roja del Rayo Vallecano. Es la canción del Ejército de la Nación Siete. Por si no lo recuerdan, aquí lo tienen de nuevo.


Pero hay otro lugar de Madrid donde se ha celebrado un triunfo deportivo hasta altas horas de esta madrugada. Ayer, otro Rayo, el de Majadahonda, subió por primera vez en su historia a Segunda División. A este club le tengo un especial cariño porque mi hijo Kike jugó en las categorías infantiles de fútbol 7 y a mí me toco ir muchas veces a verles jugar al campo del Cerro del Espino. En el partido de ayer también es fácil detectar la presencia de un Dios jugando a los dados. Fíjense. La eliminatoria era a doble partido, contra el Cartagena, un equipo duro, correoso y experimentado. En Cartagena, el equipo local ganó 2-1 el partido de ida. Para la vuelta, le bastaba con el empate a cero para subir a Segunda. Y el Rayo tenía que meter un solo gol para ascender.

Se llegó al descanso con empate a cero y, durante toda la segunda parte, los cartageneros se dedicaron a hacer todas las marrullerías, todas las triquiñuelas que conoce un equipo como este. Hasta el punto de que el árbitro se hartó y decretó nada menos que siete minutos de prolongación, algo muy infrecuente en el fútbol actual. Durante esos siete minutos, el Rayo atacó en tromba, lanzando centros a la olla a ver si en algún arreón la pelota se colaba en la portería. En el minuto 96,5, el enésimo centro fue cabeceado por un delantero local. Cuando el portero se disponía a blocarlo, un defensa se interpuso y lo peinó con la coronilla intentando despejar; lo que hizo fue engañar a su portero y alojarlo en el fondo de la portería. Un drama. Perder un ascenso en el 96,5 por gol en propia meta es algo que no le sucedió ni al santo Job.

Así que, en lo futbolístico, como en muchas otras cosas, es para estar orgulloso de vivir en Madrid y, en general, en España. Llevamos una buena racha creo yo. Ya sé que perdimos mucho con la crisis, que esa supuesta salida de la crisis que venden Rajoy y compañía nos ha dejado más desigualdad y unas condiciones laborales penosas. Pero estas cosas hay que verlas en el largo plazo. Los que somos viejos hemos conocido otra España y podemos dar fe de cuánto ha mejorado nuestro país. Los grandes datos no mienten y aquí les traigo un documento comparativo de cómo éramos en 1977 y cómo somos ahora. Son 40 años y los grandes indicadores no mienten. En algunas cosas estamos peor, pero yo creo que el gran salto adelante es innegable. Hemos dado una zancada homérica. El cuadro de datos que les pongo abajo fue publicado hace unos días en Twitter por John de Zulueta, el nuevo presidente del Círculo de Empresarios, ya saben que últimamente me relaciono bastante con gentes de este sector. Léanlo con atención.


Vamos poco a poco avanzando hacia la modernidad, aunque algunos no lo quieran reconocer. Yo he conocido esa España post franquista que estaba muy lejos de los estándares europeos. Yo he visitado Francia en los 70 y he sentido la pena y el asco que me producía volver a aquella España cutre, con carteles de Tío Pepe y gente obtusa y renegrida en las cunetas, tan diferente de los franceses que acababa de visitar. Y hace muchos años que eso no me pasa, que mi sensación al volver a España desde cualquiera de mis viajes es de alegría y de orgullo. Eso no quiere decir que les demos un cheque en blanco a nuestros políticos, sino al contrario. Aquí hay que seguir luchando, porque hay muchas cosas que corregir y mejorar. Pero creo que no nos viene mal un discurso como el de Alfonso Guerra en Sevilla hace apenas una semana. Ha circulado por los whatsapps, pero, por si no lo conocen, aquí lo tienen.


Alfonso Guerra es un político de los de antes, de los que hicieron la transición. Nos puede gustar o no su talante y su ideología, pero está a años luz de los de ahora. Hoy toca darles un repaso, como hacemos en este blog de vez en cuando. ¿Qué decir de Pablo Iglesias? Pues que a mí no me parece mal que se compre un chalé, o lo que le dé la gana. Pero hay una contradicción clara entre eso y las cosas de las que durante estos años ha nutrido su discurso. Pero a mí, repito, lo que no me gusta son esas tonterías que ha dicho a diestro y siniestro, no que se compre un chalé. Y lo que ya me parece fatal es que haga una consulta como la que ha hecho. Pero qué mierda es esa. ¿Vamos a proponer para presidente a un tipo que hace lo que la da la gana, aunque sea contradictorio con su ideología y, si le criticamos, se enfurruña como el Cretino Ronaldo y nos pone a todos en la alternativa de una adhesión incondicional, o si no, se va? Se ha lucido el amigo. Los chistes corren por la red: ¿consultará a las bases de su partido si pone tarima o parqué en el chalé?

En cuanto a Pedro Sánchez, yo creo que ha propuesto la moción de censura para salvar la cara, pero convencido de que la va a perder. Es que en este país la profesión más agradecida que hay es la de político en la oposición. Tú te levantas por la mañana, desayunas, te vas al Congreso o a donde te toque, dices que todo es una mierda, que el poder lo está haciendo todo fatal y te vas a tomar un vermú. Luego, por la tarde lo mismo. Y te pagamos un sueldazo entre todos los españoles, por desempeñar ese papel. Me consta que hay políticos (yo los he visto en el Ayuntamiento durante años) que viven como curas en la oposición. Que el día que llegaran al poder lo vivirían como una putada. Porque ese día, tendrían que ponerse a trabajar y se les acabaría la vida muelle.

¿Albert Rivera? Pues a mí no me disgustaba al principio, cuando se movía por Cataluña. Ahora me da miedo. Creo que está adelantando al PP por la derecha. Este tío no es Macron. Si a alguien me recuerda es al uribista Duque, el más votado ayer en Colombia. Parece encaminado a ser el nuevo presidente del estado, aupado por los grandes poderes económicos y financieros, pero habrá que ver cómo se maneja con los demás poderes. Apoyado por las encuestas, este lo que quiere son elecciones ya. Los vascos del PNV ya han dicho que apoyarán a Sánchez si no convoca elecciones: están acojonados de que gane Rivera y se les acabe el momio. Y de los catalanes, ya hemos dicho casi todo. Tal vez lo mejor sea mostrarles esta caricatura de El Triangle: el juego de las muñecas rusas.


Pujol dio paso al astuto Artur, este a Puigdemont y este a su vez a Torra. Todos nombrados a dedo como sucesores. Y cada vez más impresentables. Es una dinastía digna de Corea del Norte: a Puch Dem Un, le sucede Kim Jong Torra. Yo tengo algo muy claro: Puigdemont tiene las riendas bien sujetas. Y ha puesto a su caballo al galope, en una huida hacia adelante. No le queda otra. Al impresentable de Torra lo ha elegido precisamente por haber escrito esos tweets en los que desnuda su ideología. Y lo ha puesto de presidente con un único objetivo: dar por culo, como dicen en Andalucía. ¿Que puedo nombrar consejeros a cualquiera que no esté procesado o fugado? Pues hago precisamente lo contrario. ¿Por qué? Para dar por culo. Como el gallego de Caneliñas d‘Enrriba, que pedía que lo enterrasen en Caneliñas d’Enbaixo. No tiene programa ni objetivo alguno; Puigdemont lo ha puesto ahí para que haga precisamente lo que está haciendo.

Y nos queda el ínclito Rajoy. Le llega la mierda al cuello pero está dispuesto a seguir. Porque eso es lo que mejor hace: aguantar. Si tuviera que actuar en positivo, tal vez se le plantearía algún problema práctico. Pero si de lo que se trata es de no hacer nada y esperar a que se calme el chaparrón, Rajoy es el campeón del tancredismo. La prensa se ha sorprendido de la virulencia con que atacó a Pedro Sánchez, tras saber que presentaba la moción de censura. Tenía un cabreo sordo que apenas lograba controlar. Nunca se le había visto tan enfadado. Enseguida se dijo: eso es porque el órdago tiene posibilidades de triunfar. Yo tengo otra teoría: todos saben que la moción no va a salir adelante. El cabreo supremo de nuestro presidente se debía a que había tenido que cancelar el billete a Kiev para ver al Real Madrid. Lo que nos lleva al principio del post. Sean felices.

miércoles, 23 de mayo de 2018

731. Fotillos

Pues nada, que aquí les traigo algunas imágenes de esa actividad vertiginosa que me caracteriza últimamente, para que vean que no son invenciones mías. Lo que pasa es que yo no puedo hacer fotos al mismo tiempo que atiendo las visitas, así que las fotos las hacen los demás, los visitantes, y luego me cuesta un tiempo que me las manden. Dice mi amigo X que, cada vez que lee uno de los posts en los que cuento mis actividades cotidianas, acaba estresado y agotado. No siempre es así a lo largo del año. En estos últimos días se ha juntado el arreón final de la primera fase de Reinventing Cities, con la habitual punta primaveral de mis actividades de Secretario del Foering Office. Por eso la sobresaturación.

Empezaremos por una información, la que publica la Web internacional del Ayuntamiento, que atiende por el pintoresco nombre de madridforyou. Es la reseña sobre nuestra presentación del proyecto Reinventing Cities en la sede de ASPRIMA, de la que se dio cuenta en el blog. Me adelanto a una pregunta que sé que se harán. ¿Por qué la noticia da los nombres de todos los presentes menos el mío? Pues la respuesta es sencilla. Porque la reseña la he escrito yo y la he enviado para que la publicaran. Y yo tengo dos caras; una, digamos, narcisista/exhibicionista que es la que se manifiesta en el blog, y otra más contenida/tímida que es la que muestro en mi vida social y profesional. Para ver la información han de pinchar AQUÍ ¿Cómo? ¿Que no se ve bien la foto? No hay problema. Aquí la tienen más grande.


Sigamos con más imágenes. El Alcalde de Guaymallén (Mendoza-Argentina) se erigió en fotógrafo y sacó cientos de imágenes del río. Me envió unas cuantas en las que aparecía yo con su ayudante Alejandrina (de catorce sílabas), pero, no sé por qué, se empeñó en cortarnos los pies en todas ellas. Aquí tienen una de las más aparentes.


Pero vamos entrando en materia. Una de mis actividades más destacadas de las últimas semanas fue el paseo en bicicleta por Madrid Río, organizado por mi amigo Werner Dürrer, por encargo de Sarah van Lindt, de la Embajada de Bélgica. Ya dije que Sarah era una mujer muy atractiva, con un punto chic-años setenta. Por si pensaban que exageraba, aquí tienen una imagen, rodando por Madrid con otra colega de la excursión. Sarah es la de la blusa azul cobalto.


Y aquí, el guía de la visita a Madrid Río, explicando el proyecto sobre la marcha, con el correspondiente pinganillo, como el que llevan los cantantes de Eurovisión.



No me dirán que no estoy guapo. Con el grupo de munícipes chilenos nos hicimos también alguna foto, pero no me las han mandado todavía, y es posible que no lo hagan nunca. Es algo habitual con las delegaciones latinoamericanas. Te escuchan con veneración, te hacen sentir como si fueras alguien muy especial para ellos, te prometen amistad eterna y, en cuanto doblan la esquina, se olvidan de ti. Sin embargo es algo que no suele suceder con los asiáticos, que son gente más ordenada y cumplidora, con la que tienes la impresión de que lo que te dicen es sincero. Un ejemplo de esa formalidad es la joven estudiante vietnamita Ly Nguyen, según me dispongo a contarles. Ly escribió desde Singapur un correo a la Concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible, antes Urbanismo, en el que se presentaba como estudiante de tercer curso de la Yale-NUS University de Singapur, en la rama de Urbanismo. Dijo estar estudiando también español y anunció que se disponía a viajar a Madrid con su profesor de lengua española.

En su correo, Ly preguntaba si alguien de nuestras dependencias le haría el inmenso favor de dedicarle 15 minutos de su tiempo, para explicarle algo del urbanismo de Madrid. Como de costumbre, el correo terminó en mi buzón de entrada. Le escribí enseguida citándola para el pasado día 14 y le advertí que yo con 15 minutos no tengo ni para empezar; que le proponía al menos una hora de entrevista. Su respuesta no tardó en llegar y comenzaba diciendo textualmente lo siguiente: Estimada sir, por supuesto! Una hora es genial, solamente no tú tienes el tiempo. Estoy emocionada. Después precisaba que su español no es estupendo (sic) y preguntaba si me importaría hacer la entrevista a ratos en inglés. El día convenido apareció puntual por la oficina. Ly es una chica menuda, vivaz y muy inteligente. Un encanto. Estuvimos más de una hora repasando la historia del urbanismo madrileño. Tenía una grabadora con la que grabó todo lo que yo le iba contando, para escucharlo después más despacio y usarlo también como práctica de español.

Como les digo, ella se había presentado únicamente como estudiante en Singapur, pero, al final de la entrevista, se desarrolló entre nosotros la siguiente conversación. Ly, ¿sabes que te digo? que me parece que tú no eres de Singapur. Creo que eres de Vietnam. Es verdad, ¿cómo lo has acertado? –Pues por varias cosas. En primer lugar el apellido, que es típicamente vietnamita. Luego tus rasgos y la forma de tu cara. Y además, porque estoy leyendo en estos momentos una novela de una escritora vietnamita que se llama Kim Thúy y me estás recordando a ella todo el rato. Me dijo que Nguyen es el apellido más corriente en Vietnam, como Pérez aquí. Y que ella era de un pueblo de Vietnam y había conseguido una beca para estudiar urbanismo y español en Singapur. No conocía el libro de Thúy y se apuntó el nombre (Man). Más adelante, me devolvió la jugada. ¿Sabes que te digo, Emilio? Que me parece que tú no eres sólo un arquitecto. También eres un escritor. Pues has acertado, ¿cómo lo has adivinado? Pues porque no todo el mundo lee libros de escritoras de mi tierra y por tu forma de contar la ciudad de Madrid y, no sé, por un aura general que desprendes.

A partir de ahí ya no hablamos más de urbanismo. Me preguntó por mi trabajo literario y le expliqué que en mi reencarnación anterior había ganado un premio de novela corta, pero que ahora canalizaba mi vocación a través de un blog. Me pidió la dirección y le dije que se la daría. Pero que era una página muy personal, humorística y con un lenguaje coloquial que no estaba seguro que ella pudiera entender. ¡Oh! –me dijo– es perfecto para mí, necesito practicar español del que se habla en la calle. Cuando ya nos despedíamos me pidió hacerme un selfie con ella. Lo hicimos a su estilo, en plano primerísimo, ya saben que yo suelo alejarme más. Entonces le dije que tenía que mandarme la foto para colgarla en mi siguiente post. Y que, sólo entonces, le daría la dirección del blog. Ya de regreso en Singapur, me ha escrito para enviarme la foto y me ha recordado mi promesa. Así que aquí abajo tienen la imagen con mi nueva amiga vietnamita, con la que espero mantener el contacto mucho tiempo, como con tantas otras personas todo a lo largo de este mundo globalizado. En cuanto publique este post, le escribiré para explicarle cómo acceder al blog y mandarle dos besos.


Pero mi vida acelerada no terminaba con ese encuentro. Pasada la fiesta de San Isidro, el  miércoles tuve una mañana de trabajo intenso, como todas últimamente. Por la tarde tenía cita con Jurgen para que me cortara el pelo y, desde allí, me fui a la calle Quintana 21, en Argüelles, donde tiene su nueva sede la denostada Universidad Rey Juan Carlos. Tal vez recuerden que yo solía dar una clase de cuatro horas en el Máster (con perdón) de Economía Creativa, que dirige mi amiga Belén Díez. El año pasado no me llamó para la clase (aún no sé el motivo), pero sigo conectado a su página y por ella supe que ese día daba una clase magistral la escritora Espido Freire, una mujer de origen gallego, que me parece un personaje súper interesante. Acudí a escucharla y acabamos tomando unas cañas los tres, después de una de esas clases de cuatro horas que programa Belén. Y me fui de allí con la invitación a dar este año otra vez una clase magistral. El networking/lobbying es lo que tiene.

El jueves 17 hube de dedicar la tarde a la enojosa tarea de hacer la Declaración de la Renta, para lo que suelo tirar de un vecino y amigo, al que luego le doy 50 euros por el coñazo. Por hache o por be, esta es una tarea en la que siempre surgen obstáculos aparentemente insalvables, que luego se resuelven de forma milagrosa. Pero echas la tarde entera. El viernes, por fin, tuve una mañana más tranquila y, por la tarde, me fui al teatro a ver El Concierto de San Ovidio, de Buero Vallejo, una obra estremecedora con un montaje espectacular, a cargo de Mario Gas. Tras el alivio del fin de semana, volví a mis mañanas de trabajo intenso el lunes y por la tarde fui al dentista. Ya saben que llevo desde marzo del año pasado haciéndome un implante al ritmo pasito-a-pasito-suave-suavesito. El otro día me perpetraron algo que definieron como La-Co-Nec-Sion, que no sé lo que es, pero que incluía tres pinchazos en la encía para anestesiarme, en los que me hicieron un daño horrible y con un resultado francamente penoso, porque todas las maniobras subsiguientes me siguieron haciendo mucho daño. En un momento dado, mis gritos alcanzaron tal nivel que el sacamuelas paró y preguntó –¿Quiere usted que le pongamos un poco más de anestesia? Mi grito de NOOOOO, NOOOOO se debió de oír en todo el barrio.

Ayer miércoles hube de desplazarme al Hotel Palace, en mi barrio, en donde estaba citado a las 11.30 para hablar a los participantes en el congreso España GRI 2018, una reunión de inversores inmobiliarios del más alto rango internacional. Un día antes me había enterado de que debía representar al Ayuntamiento en tan exclusivo foro, sustituyendo al Coordinador de mi Área, y además para hablar de varios temas que desconozco y que me tuve que preparar. Ya contaré más extensamente todas estas cosas, hoy me limito a enunciarlas. Me quedé a comer con los inversores y luego caminé hasta mi casa, en donde apenas pude descansar una hora, porque a las 19.30 tenía sesión de Billar de Letras para analizar Man, de Kim Thúy. Esta mañana me he pasado tres horas atendiendo al arquitecto judío Guido Segal, asesor de Planificación Estratégica del Ayuntamiento de Tel Aviv. Y por la tarde, 18.30, hemos presentado en Cibeles la Estrategia de Regeneración Urbana, en la que la Dirección General a la que pertenezco lleva trabajando tres años. Y luego nos hemos ido a tomar unas cañas para celebrar lo bien que nos ha salido la presentación.

Mañana por la mañana tengo tres entrevistas con sendos equipos que vienen a enseñarme las propuestas que han elaborado para Reinventing Cities, para un último cambio de impresiones, antes de subirlos en la Web del proyecto, para lo que tienen de plazo hasta el día 31. Me toca recibirlos a mí porque tanto mi jefa como mi colega M. están ocupadas con otros temas de nuestra unidad. Y por la tarde, de cinco a nueve, tengo que dar mi clase en el Máster (con perdón) de Economía Creativa. El título de la clase: Reinventando las Ciudades: regeneración urbana y transformación social. Así que, ¡hala! vayan con Dios, que yo me voy corriendo a dormir. 

viernes, 18 de mayo de 2018

730. Recovering myself I

Bueno, pues después de tanto tiempo esperando que les contara qué diablos es Reinventing Cities, ese proyecto al que me refiero en la mayoría de mis últimos textos, por fin se lo voy a ir detallando, aunque me malicio que la cosa me llevará varios posts. No teman, esto no se va a convertir en un foro técnico; lo que voy a ir relatando es el lado bloguero (es decir, literario) de esta aventura en la que me he embarcado y he embarcado también a la ciudad de Madrid. Y cómo ese proyecto me ha servido para recuperarme a mí mismo. En el titular del post he enmascarado ligeramente el nombre, porque hay que tener mucho cuidado con estas cosas y les pongo un par de ejemplos. Hace unos cuantas fechas, titulé un post Carallo coa fariña. Pues, nada más publicarlo, el blog se me llenó de entradas desde Brasil, supongo que de adictos al porno gay, que esperaban una página llena de miembros viriles espolvoreados con harina, listos para ser succionados. El otro: mi post anterior, antes de llamarse Caretos, pensé en titularlo Qué cansinos los catalinos. Lo cambié para evitar la avalancha de fachas y nacionalistas españoles, ávidos de comprobar cómo me cagaba en Torra.

Hasta ahora me resistía a referirme en extenso al asunto, por miedo a atraer alguna forma de mala suerte. No sé si pudieron ustedes ver el partido final de la Copa de la UEFA, en el que el Atlético de Madrid ganó claramente al Olimpique de Marsella por tres a cero. Ya sé que muchos de ustedes, mis queridos seguidores, no son futboleros, pero no voy a hablar aquí de futbol, sino de un hecho colateral. Está a punto de empezar el partido. La cámara enfoca en primer plano la copa que se disputa y el plano nos muestra al fondo a los dos equipos listos para salir al campo.  De acuerdo con la liturgia preestablecida, echan a andar en sendas hileras y se dirigen hacia el campo, en perpendicular a la cámara. Por el lado de la izquierda, el capitán del equipo francés, que se llama Dimitri Payet (un jugador extraordinario que despuntó en el Mundial anterior), viene el primero, en paralelo al capitán del Aleti, que se llama Gabi. Han de pasar por los dos lados de la copa en disputa, situada en alto en un poyete. Entonces sucede. Payet se lleva la mano izquierda a la boca, estampa un beso en el haz de los dedos y se lo traslada a la copa, tocándola con la mano, al pasar a su lado. Me quedé helado. Eso es algo que no se debe hacer nunca. La copa que se va a disputar se mira pero no se toca, hasta que acabe el partido: todo el mundo sabe que quien lo haga atraerá sobre sí un mal fario irreversible.

¿Cuál fue el correlato de ese gesto temerario? El Olimpique perdió, por supuesto. Pero, lo más importante: en torno al minuto 30 de partido, Payet se lesionó y no pudo continuar. Abandonó el campo llorando desconsolado. Lloraba, porque su equipo iba ya perdiendo por un gol. Y porque, de alguna manera, entendía que ya iba a ser imposible remontar, al quedarse el equipo sin su capitán y mejor jugador. Y porque sabía también que esa lesión le iba a impedir participar en el inminente Mundial de Rusia. Todavía sigo sin entender por qué Payet tocó la copa al salir. Es que eso lo sabe hasta el que asó la manteca. ¡Joder! La suerte es algo serio. Algo que determina nuestras trayectorias y nuestras vidas completas. A la buena suerte hay que cortejarla, como a una mujer esquiva, hay que trabajársela y esforzarse en complacerla. Eso no garantiza tener suerte, por supuesto. Pero, si no te la trabajas, es seguro que no la vas a tener. Y con la mala suerte no se puede jugar, porque es muy puta y muy despiadada. Hay que tener mucho cuidado con estas cosas. Ya sé que ninguno de ustedes cree en las meigas, y yo tampoco, pero.

Por cosas como estas no quería yo hablar antes de tiempo de Reinventing Cities, ese asunto que me ha hecho reengancharme otra vez al trabajo, cuando ya nadie se lo esperaba. Ya dije el otro día que mi trayectoria profesional se encaminaba indefectiblemente a una derrota segura, cuando me surgió esta oportunidad y fue como esos penaltis que le pitan al Real Madrid en el tiempo de descuento de ciertos partidos (por seguir con el tema futbolístico). Desde entonces, como han podido percibir, cabalgo a favor de viento, cual experto surfer sobre ola desbocada. Cuando las cosas vienen bien dadas, hay que subirse a la tabla y procurar guardar el equilibrio para no caerse. Es lo que hace también Sheryl Crow, que, tras todas las desgracias que ha sufrido, está ahora cabalgando la ola favorable. Por cierto, me dicen numerosos lectores que gracias a mí han descubierto lo buena que es esta artista. Hay uno que incluso se ha lesionado el tobillo intentando emular los tres saltitos con que Sheryl da pie cada vez al estribillo en el tercero de los vídeos que les puse. En fin, no es por tirarme el rollo (o sí) pero en esta tribuna se habló por primera vez de Sheryl Crow hace cerca de cinco años, concretamente en el Post #182 “La vida al revés”, pueden comprobarlo si quieren.

Pero volvamos a Reinventing Cities. ¿Por qué, de pronto, me he decidido finalmente a hablar de ello en el blog? La verdad es que, hasta el próximo día 31 en que se cierre el plazo de presentación de propuestas, no vamos a saber a ciencia cierta si ha sido un éxito o un bluff. Es todavía posible que no se presente nadie, o que se presenten tales mierdas que resulte imposible seleccionar tres finalistas por sitio. No van por ahí los vientos que nos llegan, pero es todavía una posibilidad cierta. La verdad es que no sé por qué he tomado la decisión de contar ya este asunto. Tal vez haya tenido que ver una anécdota que les cuento a continuación, aunque no estoy seguro.

Lo sucedido. El lunes por la mañana, cuando acababa de despedir a mi colega vietnamita Ly Nguyen, me llamó por teléfono mi viejo amigo y colega Z. Estaba eufórico. Un estudio de arquitectura de Copenhague, actualmente de los más potentes del mundo y trabajando en numerosas ciudades europeas y americanas, se había puesto en contacto con él y le había ofrecido asociarse para concursar en Reinventing Madrid. Lo había hecho mediante un correo en español, que mi amigo (no voy a desvelar su identidad por esas cautelas que he esbozado antes) había recibido en algún momento del fin de semana. Mi viejo colega le había echado un vistazo en diagonal y había estado a un tris de eliminarlo de su buzón de entrada, por creer que se trataba de la típica estafa piramidal o algo por el estilo. Un sexto sentido le hizo no borrarlo y esperar a que el lunes lo examinaran en su estudio.

El lunes, mi amigo se levantó, desayunó tranquilamente como cada día de diario y se fue caminando al estudio, recreándose en este tiempo de primavera que estamos disfrutando. Llegó al estudio y le dijo a sus chicos: echad un ojo a esto que ha llegado, a ver de qué se trata. Uno de sus colaboradores se puso a investigar y, de pronto, se quedó blanco y empezó a llamar a su jefe a voces: ¡tío, ¿pero tú sabes quiénes son estos señores? Fue en ese momento cuando me llamó por teléfono, fuera de sí. Pero Emilín, –me decía– ¿qué has hecho tú para que me llame esta gente? Le expliqué que su correo lo habíamos subido al mailing de Reinventing Cities, que está colgado en la Web del proyecto. Que los de ese estudio danés habían decidido participar y les había parecido oportuno buscarse un partenaire local. Y que, entre los cientos que hemos colgado, lo habían elegido a él, porque les había gustado la forma en que trabaja. Un subidón para mi amigo y también para mí, porque nuestro trabajo incansable durante más de seis meses, estaba empezando a dar sus frutos.

En efecto, Madrid se adhirió formalmente a la iniciativa Reinventing mediante una carta de la señora Carmena de fecha 15 de noviembre de 2017. Desde entonces no hemos parado. Y ya antes llevábamos un tiempo trabajando en el tema. Pero esta es una página literaria en la que todo el rato se mezclan mis vivencias personales con las profesionales y con mis propias preocupaciones y opiniones sobre la actualidad. Y, desde los primeros tiempos del blog, yo aparecía aquí como un tipo en decadencia, escéptico y desencantado de mi trabajo, dedicado a otros empeños de tipo literario y vital y haciendo cábalas sobre cuando me jubilaría. ¿Cómo es que se ha producido este vuelco en mi trayectoria? Pues, tal como suceden estas cosas en la vida: de forma gradual. Y eso es lo que tengo que contarles en esta serie de textos que abrimos hoy.

He de aclarar otro punto previo. He escuchado a algunos de mis amigos y lectores habituales manifestar, más o menos, la siguiente idea. Coño, Emilio, es que, cuando ya te ibas a jubilar, te ha surgido el trabajo más interesante y más apasionante de toda tu carrera. Bueno. Ojo con eso. Es posible que lo sea. Pero tengo que decir que, a lo largo de mis 35 años de Ayuntamiento, he tenido el privilegio de vivir cinco momentos estelares, en los que el trabajo me ha resultado maravilloso y me ha enganchado de la misma manera. Los detallo a continuación.

                            1.- Mi colaboración en el Plan General de 1985
                            2.- La redacción del Plan General de 1997
                            3.- El proyecto LASDO, Madrid-París-Colombo (Sri Lanka)
                            4.- El proceso de información/participación de Madrid Río
                            5.- Reinventing Cities

Se trata de cinco auténticos highlights y creo que les dedicaré una serie paralela, que se merecen de largo. Así que hasta aquí hemos llegado, en esta especie de prólogo, sin empezar ni a hablar de Reinventing Cities (supongo que, conociéndome, no se esperaban otra cosa). Y ya que hemos hablado de Sheryl Crow y de la forma en que está en estos momentos cabalgando la buena ola, vamos a despedirnos con el tema que da nombre a su disco del año pasado. Be myself. Ya saben: si no puedo ser cualquier otro (repetir tres veces), no me queda más remedio que SER YO MISMA. Les traigo una grabación, por supuesto, en directo: esta mujer es mucho mejor en directo que en sus discos de estudio. Es en el directo donde deja fluir su creatividad y explota completamente la calidad de sus composiciones. Para verla, han de pinchar AQUÍ. No dejen de fijarse en el batería: es total. Buen finde.

martes, 15 de mayo de 2018

729. Caretos

Mmmmm… qué gustazo de semana otra vez con puente. Hoy es festivo en Madrid y estoy cumpliendo el programa de vida que tengo diseñado para cuando me jubile, de acuerdo con el modelo Murakami. Quiero decir que esta mañana he madrugado, me he calzado mis nuevas Nike Epic React Flyknit y he salido a hacer mis 5 kms. por el Retiro, atravesando las obras de montaje de las casetas de la inminente Feria del Libro, de la que ya he dicho que este año tendrá como país invitado a Rumanía y que me encantaría saludar a Ana Blandiana. Con la vorágine de mi vida en estos últimos tiempos, tengo pocas ocasiones de salir a correr, pero cuando las tengo las aprovecho.

Después, me he duchado, he desayunado abundantemente y me he puesto a trabajar. Quiero decir que he revisado el correo, he contestado a Sirpa Kallio, de Helsinki, y a Shannon Ryan, de LA, entre otros comunicantes, y he debido hacer una serie de gestiones en relación con unas obras que tengo en mi casa y también con la preparación de el viaje soñado, al lugar que aun no les digo, que todavía tenemos que divertirnos un poco. De las obras tampoco quiero hablar, porque no puede haber tema más aburrido y más alejado de los objetivos de este blog. No quiero que abran el ordenador, lean mis posts y se pillen un aburrimiento como el del león de la imagen.

Hoy es un día de ínterin, en medio de una semana en la que sigue el trabajo intenso. Sin ir más lejos, ayer me pasé media mañana con una chica vietnamita interesada en el desarrollo urbanístico de Madrid, de la que ya se hablará en textos posteriores. Y, a partir de mañana, continuará mi cotidiana vida acelerada, si bien ya prácticamente hemos dado por cerrada nuestra actividad difusora de Reinventing, a la espera de que los potenciales concursantes presenten sus propuestas, para lo que tienen de plazo hasta el 31 de mayo. Al día siguiente, 1 de junio, tendré que ir al trabajo en Metro, por no tener ya plaza de garaje en el edificio. Y el día 2 sábado saldré en un vuelo a donde todavía no les revelo (hay tiempo para ello).

Cumplido mi trabajo del día en esta jornada piloto de mi futuro tiempo de jubilado, me encuentro con que son las 12.00 y aun tengo un rato antes de comer. Así que me he puesto a escribir este post, un tipo de tarea que yo encuadro en la parte del ocio creativo y, por tanto, debería acometer por la tarde. Pero así ya voy adelantando. Y me encuentro con el tema del día: el nuevo gobierno catalán. A mí, desde luego, no me sorprende el talante del señor Torra, muy al contrario, viene a confirmar lo que yo empecé a clamar en el desierto periodístico al respecto, hace ya más de cinco años: que el nacionalismo es una línea ideológica retrógrada y reaccionaria, que es prima hermana del racismo, el fascismo y cualquier otra tendencia xenófoba. Hace tiempo que desde diferentes ángulos se viene diciendo lo mismo y yo confiaba en que por fin el cordero descubriera la patita de lobo. Pero creía que la cosa debutaría con algún incidente violento, con muertos. Por fortuna, la cosa ha sucedido con palabras, y quizá la gente se dé cuenta de la verdadera naturaleza de estos sujetos, antes de que haya víctimas.

Desde un punto de vista personal (egoísta), a mí no me va nada en este envite. Lo único que quiero es que se constituya el gobierno autonómico, que se levante el artículo 155, aunque sea cinco minutos (lo suficiente para que se aprueben los presupuestos del Estado, en cuya Ley va una importante subida de sueldo de los funcionarios y la prórroga de la aplicación de los criterios de sostenibilidad a las pensiones hasta dentro de cuatro años) y luego ya que se lo vuelvan a aplicar cuando proceda. Eso es lo que pretenden poniendo a un tipo tan radical como Torra al frente del tinglado, al ordeno y mando de Puigdemont desde Berlín. Lo de los cinco minutos es una exageración, tal vez el PNV necesite algo más para salvar la cara pero, en los tiempos líquidos que corren, cinco minutos son un intervalo a tener en cuenta. Ya lo dijo Victor Jara: la vida es eterna en cinco minutos. Y recuerden también este archifamoso chiste del añorado Forges.


Imposible mayor precisión en una viñeta. Como les decía, a mí lo que suceda en Cataluña no me afecta directamente, por ahora. Pero no es malo recordar que así empezaron en Yugoslavia. Y que este es un virus letal para la propia Unión Europea, que tanto deberíamos preservar. Y además, hay un 53% de la población catalana que no está por la labor. Y que están acojonados y esperan que les ayudemos. Una de sus mentes más preclaras, mi admirado Oscar Tusquets lo dijo, cuando recogió el año pasado un premio a su figura en Madrid: Por favor, no nos abandonéis. A mí me dejó helado el mensaje, pero aun más el tono lúgubre que usaba una persona a la que nunca hasta ahora había visto perder el sentido del humor. Y esa misma petición de socorro se deduce del excelente artículo de Javier Cercas (otra persona a la que sigo y admiro), hoy en El País. Creo que todos los españoles deberíamos leerlo (si no lo han hecho ya, pueden consultarlo AQUÍ). ¿Hay motivo para el miedo? Yo creo que sí y basta con ver alguna de las caras de los prusesistas.


¡Joder! A este lo pilla Orson Wells en sus buenos tiempos y le da un papel en Sed de Mal. Este sujeto de torva mirada, en los largos meses en que ha ejercido de presidente del Parlament, no se ha dignado recibir siquiera a Inés Arrimadas, cabeza de la lista más votada en las elecciones regionales. A pesar de que la chica le ha llamado muchas veces. Nada. Problemas de agenda, dice. Es que Arrimadas es la jefa de los otros. Y los otros no existen. No hace falta exterminarlos, escolti, tu, que luego nos llamarán nazis y esas cosas. Tú, como que no están. Ya se adaptarán, o si no que se vayan. La cosa tiene mala salida, porque en Cataluña, ahora mismo hay dos mitades que se encaminan indefectiblemente a un choque de trenes, este sí, dramático. Mi amiga J. es catalana de la parte más enxebre del Ampurdán. Trabaja en Madrid, pero mantiene una relación muy estrecha con su familia, a la que visita con regularidad. Le he preguntado y me ha dicho lo siguiente.

Desde que tengo uso de razón, en mi familia había gente independentista y gente que no lo era (yo entre ellos). Pero todos nos llevábamos bien, nos relacionábamos, nos queríamos e incluso hacíamos bromas al respecto con los del lado contrario. Bueno, pues, desde el verano pasado, las dos partes de la familia ni se hablan. Es terrible, para mí.  

Una descripción perfecta de lo que esta sucediendo. La ilustración del artículo de Cercas es muy expresiva al respecto. Pero hay una mitad de los catalanes que nos está pidiendo ayuda y no podemos negársela, a pesar de la pasividad de Rajoy. En este sentido, es bastante expresiva también la ilustración siguiente.

La verdad es que mis opiniones sobre este asunto ya quedaron escritas hace tiempo. Y tras el artículo de Cercas, poco queda por añadir. Pero, como digo siempre, este es un blog en el que prima el sentido del humor y no debemos abdicar de ello por nada del mundo. Así que vamos a hablar de caretos, de acuerdo con el título del post. Que dicen que la cara es el espejo del alma, osti, tú. Y los caretos son importantes en esta historia. Hemos mostrado ya dos. Sí, sí, no me he confundido, son dos: el del león y el del unurabla Turrent. Bien, ahora les voy a mostrar otros dos, el del no menos unurabla Turra, y el de la figura emergente del pujolismo, según El Triangle: el bueno de Eduard Pujol, que no tiene nada que ver con Jordi. Véanlos y seguimos.


Y digo yo. Cómo podemos ser tan burros los españoles como para no darnos cuenta de que esta gente es diferente. ¡Por Dios! Basta verles la cara (o el careto) para darse cuenta de que tipos así no pueden ser extremeños o de Murcia (con perdón). ¿O sí? Ustedes dirán. En fin. Creo que esto define perfectamente el conflicto, el grado de enloquecimiento de estos señores. Es un conflicto terrible y dramático, pero, como todo lo catalán, con un punto bufo, fallero, caganer. Joder, los nazis al menos eran altos, rubios y con ojos azules. Lo de este nuevo Pujol es tremendo, vean abajo esta otra foto y observen con qué reverencia paleta sujeta el móvil, como si fuera un artilugio mágico. No sé qué tal se arreglará con el teclado, con semejantes dedos. Y no descartaría que, cuando no oye bien a su interlocutor, se acerque a alguna ventana para mejorar la señal, como hacían nuestras abuelas.


Pero, ya que hemos dedicado este post a hablar de caretos, no podemos despedirnos sin mostrar uno más. Ojo: que no se tome esto como muestra de equidistancia. Los anteriores son culpables por acción y este lo es por omisión. Este lo es por absentismo. Por no hacer lo que tiene que hacer, tal vez por vagancia y tal vez por inutilidad. Equiparar su culpabilidad sería un ejercicio similar al que hacían los vascos cuando condenaban todo tipo de violencia, igualando a etarras y policías. O el de los que te roban y te explican que la situación no les ha dejado otro remedio que dedicarse a robar. Los del prusés también dicen que España no les ha dejado otra salida. Pero ellos y nosotros sabemos que tenían muchas otras. Y que les entró la prisa para tapar las vergüenzas del otro Pujol, el Jordi. Y que la cosa ha terminado por írseles de las manos. Ellos solos han llegado hasta donde han llegado. Mientras, el de abajo permanecía tumbado leyendo el Marca, esperando a ver si la situación se arreglaba sola. Para mí la diferencia está clara: los de arriba son los malos de esta película y los primeros culpables. El de abajo es sólo un vago y/o un inútil.




sábado, 12 de mayo de 2018

728. Al final de una semana extenuante

Este modelo de post ya se ha escrito muchas veces y soy consciente de que corro el riesgo de volverme reiterativo, pero también sé que algunos de mis seguidores más fieles se empapan de lo que cuento intentando entender de dónde saco la energía necesaria para tanta actividad (ya les he hablado también largo y tendido del té de ginseng rojo coreano, que a mi edad hay que administrar con cierto cuidado, pero que es muy efectivo). Así que allá va. El lunes recibí en mi oficina al señor Intendente, es decir, Alcalde de la municipalidad de Guaymallén, provincia de Mendoza, que venía acompañado por la Jefa de los servicios medioambientales, cuyo nombre era Alejandrina (o sea, de 14 sílabas). Les dediqué toda la mañana, entre una larga charla, desplazamiento a Madrid Río en mi coche, paseo de tres horas hasta el Matadero, donde nos obsequiamos con una comida en la Cantina y, tras dejarlos en el Metro de Legazpi, vuelta en trasporte público (bus y tren) para ir a Príncipe Pío a recoger el coche, aparcado en el centro comercial, y llevarlo al garaje.

El martes, además de mi jornada normal, que incluyó una reunión con un equipo que está preparando una propuesta para Reinventing Cities, por la tarde me desplacé al barrio de Salamanca, donde mi jefa y yo teníamos una cita en la Deusto Business School, para explicar nuestro proyecto estrella en la comisión de urbanismo del Foro Empresarial de Madrid, un nido de empresarios peperos que nos recibieron con curiosidad, como a una pareja de ingenuos decididos a convencer a la derecha de las bondades del equipo de gobierno de la señora Carmena. En un momento dado, un sujeto de edad, con corbata de diseño, preguntó si teníamos alguna garantía de que, en caso de cambio de signo político en las próximas elecciones, se podría seguir la línea que hemos emprendido y no se guardaría en un cajón, como suele suceder en estos casos.

Ahí me vine yo arriba y les contesté que Reinventing Cities es una iniciativa que ha surgido desde abajo, desde unos servicios técnicos que, por nuestra cuenta, hemos conectado con C40 y hemos propuesto entrar en Reinventing; que nadie desde arriba nos ha dicho que nos metiéramos en semejante jaleo, incluso que nuestra idea fue recibida inicialmente con un cierto nivel de indiferencia que por fin estábamos venciendo. Que se trata, en fin, de un proyecto de ciudad y que no vemos motivos para que un equipo de gobierno del signo ideológico que sea, lo eche para atrás. Me callé un pensamiento que me ronda la cabeza: que hasta es posible que, desde el PP, se entendiera mejor el tema, si bien, desde luego, las localizaciones que nosotros hemos fijado se sustituirían por otras más favorables a los intereses de la iniciativa privada.

El miércoles por la mañana recibí en la oficina a un grupo de 18 munícipes chilenos, pastoreados por mi amigo Antonio Sastre, el líder de mi grupo senderista. Eran de la zona conocida como El Litoral de las Artes y los Poetas, porque allí vivieron Neruda, Nicanor Parra, Vicente Huidobro y otros. El grupo incluía a los alcaldes de El Tabo y Las Cruces y esta vez me limité a la charla en despacho de dos horas, dejando que Antonio se los llevara después al paseo del río. Porque yo tenía que terminar mi presentación para el sarao de la tarde: la exposición de Reinventing en la sede de ASPRIMA, la más poderosa asociación de promotores inmobiliarios de Madrid. Esta era como la traca final de nuestro trabajo de difusión del asunto, pero también la cita de mayor compromiso. Si el día anterior había tenido un papel más protagonista, en ASPRIMA me quedé en un prudente segundo plano, dejando la primera línea al Vicealcalde Cueto y a mi jefa.

El acto estuvo bien, vinieron unas 50 personas y, al final, se nos acercaron numerosos asistentes para intercambiar contactos. En unos casos eran grupos que ya estaban trabajando en el tema, sin que nosotros lo supiéramos, y en otros era gente que se había enterado allí de la posibilidad de participar en el concurso e iban a estudiar sus opciones. Para colmo, me encontré con un amigo al que hacía años que no veía y me tuve que ir con él a una terraza a tomarnos una tónica. Ya hace años era un tipo bastante pesado y la cosa se le ha agudizado con la edad, pero me pareció cruel decirle que no, a pesar de que estaba tan cansado como se imaginan. El jueves tuve una mañana más tranquila, de poner en orden los asuntos abandonados en la vorágine de ese último impulso para publicitar el Reinventing. Pero por la tarde había quedado con una amiga a la que, esta sí, tenía muchas ganas de ver y con la que terminé cenando en un restaurante romántico de la Latina.

El viernes, empecé la jornada asistiendo en la Plaza de Jacinto Benavente a la presentación interna de la nueva Oficina de Atención al Inversor Extranjero, un acto en el que mi jefa me pidió que la representara, porque ella estaba ya bastante superada. Eché allí la primera mitad de la mañana, sumándome a una iniciativa que yo creo que es muy interesante. Entre otras cosas, se ofrecen oficinas amuebladas y con WiFi para pequeñas empresas que quieran venir a tantear el mercado, hasta que su desarrollo y estudio de mercado les permita alquilarse un local. Esto se completa con la contratación de tres empresas, una en Nueva York, otra en Londres y otra en Pekín, que desde esas ciudades colaborarán canalizando inversores y actividades hacia Madrid. A media mañana caminé hasta Sol para coger tren y Metro a mi oficina. Pero mis actividades aun no se habían terminado, a pesar de que todos mis compañeros se aprestaban ya a afrontar el fin de semana.

Yo tenía una cita a las 15.30 en Bravo Bikes, un negocio de alquiler de bicicletas cercano a la plaza de España, que regenta un norteamericano. Allí me suministraron una bicicleta y uno de la tienda me acompañó con otra, hasta el cercano Templo de Debod, donde me reuní con un grupo de unos 30 belgas que ya llevaban toda la mañana circulando en bicicleta por Madrid, guiados por mi amigo suizo Werner Dürrer. En realidad, se trata del viaje de trabajo de una serie de funcionarios de los diferentes municipios que componen la región de Leiedal, estructurada alrededor del río Leie. Ya se habló en el blog de la preparación de este viaje. El presidente de la Intercommunal Leiedal, Filip Vanhaverbeke se puso en contacto con Sarah van Lindt, de la embajada de Bélgica en España, para que les organizara la estancia y ya le insistieron en que querían verme a mí. Sarah me llamó y yo la puse en contacto con Werner.

El programa consistía en bajar en bicicleta por los caminos de ladera del Parque del Oeste, cruzando sobre las vías del tren por la pasarela que existe, hasta caer a las Ermitas de San Antonio de la Florida, para una breve visita a los frescos de Goya. Allí, Werner me pasó los trastos del interfono para ir contándoles a los viajeros las historias de Madrid Río, mientras recorríamos el parque en bicicleta, con diferentes paradas. Terminamos en el Matadero, donde Werner recuperó el papel protagonista para contarles las vicisitudes de la creación del gran centro cultural. Un camión de Bravo Bikes vino a llevarse las bicicletas y nosotros tomamos el Metro a Cibeles. Allí teníamos un aperitivo de cava catalán en la terraza del Ayuntamiento y una cena opípara en la planta segunda, puesto que el restaurante de la azotea está en estos momentos en obras.

El grupo era muy animado, la mancomunidad Leiedal está al lado de Lille, donde vive mi hijo Lucas y les prometí llamarles la próxima vez que vaya a visitarle. En esa región está por ejemplo la ciudad de Kortrijk, en cuya estación de ferrocarril me quedé atascado una noche memorable que se contó en el blog, cuando iba en dirección a Lille y todo el sistema ferroviario belga se colapsó por un accidente en algún lugar del país. No sé si recuerdan que terminé con un negro y un borracho, con los que tuve que arreglármelas para coger un taxi a Lille. Se lo conté a mis compañeros de mesa y se tiraban por el suelo de la risa. Me dijeron que no era algo infrecuente en la zona. Al final, uno de los miembros más veteranos del grupo sacó una bolsa llena de papelitos doblados con los nombres de todos, para que se sorteara quién debía encargarse del speech de cierre (ya se iban de vuelta hoy sábado). Le tocó a un consorte (algunas de las funcionarias viajaban con marido).

El tipo salió a los medios y se largó un discurso que hizo partirse de la risa a todos (era en flamenco, así que no entendí gran cosa, excepto cuando se referían a mí). Al final, el orador se pasó por nuestra mesa y me dijo que lo de la bolsa era un paripé, que todos los papelitos tenían su nombre porque era el clown oficial del grupo. Supongo que era mentira. La mano inocente encargada de sacar el nombre del orador fue por supuesto la de Sarah van Lindt, a quien hasta ayer no conocía en persona. Sarah es una mujer delgada, de mi misma altura, rubia, gafas, dientes superiores ligeramente saltones y un encanto que rememora los años de Emmanuelle y Silvie Vartan. Su imagen está tan llena de sugerencias como su nombre. A la puerta de Cibeles nos despedimos prometiendo llamarnos. Le dije que podía contar conmigo para lo que quisiera y nos dimos un abrazo. Estaba agotada y me confió la tarea de acompañar al grupo hasta su hotel en la plaza de Santa Ana (algunos decidieron coger taxis). 

Hacía una noche preciosa, de viernes madrileño. Les dejé en el hotel y caminé de regreso a casa. Yo también estaba cansado, por la acumulación de actividades de la semana, la bicicleta (era la primera vez que montaba desde mi rotura de brazo y noté los meses de inactividad) y también por la tensión que supone tener que entenderte en inglés, algo que no te permite relajarte como en una cena con españoles. Y eso que a los no ingleses se les entiende mucho mejor. Creo que cuando vaya a Lille no dejaré de llamarles. Lo malo es que ¿cuándo será eso? Como les conté, tengo dos viajes comprometidos para este año, con los que ya casi consumo los días de vacaciones de que dispongo. ¿Cómo? ¿Que no he dicho adonde? Bueno, yo les prometí que lo revelaría, pero no les dije cuándo. Tengan paciencia, que todavía queda mucha tela que cortar. Relájense, que viene el finde y es momento de descansar. Que ustedes lo pasen bien.     

viernes, 4 de mayo de 2018

727. Así deberían ser todas las semanas

Es decir, con dos festivos en el centro. Eso decía esta mañana una colega de la oficina sin mucha ilusión por el trabajo. Yo he pasado por épocas en que sentía lo mismo y la compadezco: es mucho más entretenido pensar que haces algo útil y tratar de hacerlo bien. En ese sentido, yo tuve que trabajar el lunes, porque mi tema estrella Reinventing Cities tiene que seguir unos ritmos que se marcan desde fuera, concretamente desde Nueva York, en donde el día 2 no es festivo. Así que ayer, 3 de mayo, había que hacer una jornada de difusión internacional coordinada entre las 19 ciudades que participamos en el invento, coincidiendo con que quedan exactamente cuatro semanas para que se cierre el plazo de que disponen los privados para concursar. Y la estuvimos preparando el lunes. Para quien tenga interés en el asunto ya les he puesto más de una vez la página Web que informa en español del programa. Por si acaso, la repito: www.c40reinventingcities.org/es. En estos momentos no me parece pertinente contar nada más en el blog, aunque ya les anuncio que el tema tiene una vertiente bloguera de la que se dará cuenta cuando proceda. 

En los dos días de fiesta local me he dedicado a descansar tranquilamente. El día 1 subí a El Escorial a pasar el día con mi familia. Quedamos a comer en el restaurante El Paseo, un escenario muy querido por nosotros. Por la mañana estuve dando un largo paseo por El Escorial de abajo. Les voy a dejar de regalo dos fotos. La primera es un selfie que nos hicimos a medio paseo. Espero que a mi hermano y a mi cuñada no les moleste que lo publique, algo no muy frecuente en el blog, donde normalmente no se muestran fotos de mi familia, sólo las mías, como buen narciso. Pero esta es una imagen hermosa, entonada en azules y blancos con el cielo de nubes encabritadas, como si la hubiéramos preparado para servir de modelo a una acuarela. 




En la segunda pueden ver la placa que el pueblo dedicó al gran Matías López, el chocolatero gallego que edificó y mantuvo una fábrica en el pueblo, y que fue un precursor de la moderna publicidad comercial, además de crear un sistema de ayudas para sus empleados, que les permitía cubrir gastos médicos, educación y vivienda, algo insólito para la época. Un auténtico emprendedor, que fue también senador real. Hace tiempo le dediqué yo un homenaje en el blog, el Post #119 El chocolate de Matías López, que es el texto que más visitas ha registrado estadísticamente, algo que yo atribuyo a una anomalía informática como la de los italianos (más de una semana ya sin nuevos ataques). La fábrica funcionó hasta 1962 y hace tiempo que se demolió para construir en su lugar unos bloques de pisos. Y el año pasado se puso la placa conmemorativa.

Al atardecer cogí el coche para volver a Madrid a tiempo de ver la vuelta de las semifinales de Copa de Europa. Ya está todo escrito sobre la proverbial potra del Real Madrid, que gana siempre: cuando juega bien, cuando juega regular, cuando juega mal y cuando juega fatal. Si cambiamos el verbo ganar por el verbo perder, tenemos lo que le pasa el Deportivo. En el fútbol intervienen factores que muchas veces son difíciles de explicar. Mi amigo X, madridista hasta la médula, me envió por whatsapp unas frases al respecto, que parecen pronunciadas por el replicante Roy en la penúltima escena de Blade Runner y que no me resisto a transcribir: El Real Madrid posee la fuerza del Mito griego, misterioso poder sobrehumano atribuido al héroe mitológico. Esta condición sólo actúa esporádicamente en campañas que exceden los límites humanos. Es imposible explicarlo mejor.

El día 2 fueron las celebraciones de la fiesta de Madrid, que festejamos sin presidenta. Las seguí a ratos desde un sofá para constatar el vacío de la presidenta cesada. Un vacío clamoroso, comparado con el overbooking de presidentes regionales de otros años, al que corresponde la foto que les pongo abajo.


Ya saben que cuatro de los cinco están actualmente imputados y en cuanto al quinto, Leguina, tal vez esté limpio o tal vez es que no le han investigado bien. Sus eventuales pifias habrán caducado en todo caso. A la vista de estos datos, yo insisto en algo que ya he dicho en el blog, para escándalo de muchos: la Comunidad de Madrid habría que suprimirla, mediante la correspondiente enmienda constitucional. Urbanísticamente lo más lógico es que hubiera un Área Metropolitana, organismo eminentemente técnico (aunque pudiera tener al frente a un gestor de perfil político, como ADIF). Este ente, dependería directamente del Estado, coordinaría las políticas de transportes, energía, medio ambiente, residuos y otras, de los ayuntamientos incluidos. Y el resto, para Castilla-La Mancha. Así funcionan las cuatro ciudades mayores de China, además del Distrito Federal de México y muchas otras megalópolis del mundo. En su forma actual, la Comunidad sólo sirve para competir con el Ayuntamiento de Madrid. O sea, para joder.

Por lo demás, qué falta de políticos de una mínima talla, la que se evidenció en los actos madrileños. La figura emergente en el PP parece ser Pablo Casado. ¿Cómo? ¿Que tiene un máster (con perdón) igual que el de Cifuentes? Desde luego. Pero no se quejen: a este no le han filmado robando gominolas en la tienda de chuches. Algo es algo. En medio de la mediocridad imperante, la señora Carmena lucía su traje blanco de las grandes ocasiones y parecía Gulliver en el país de los enanos. Le preguntó el periodista de turno si se iba a presentar otra vez. Respuesta: ya se anunciará cuando toque, pero tenga en cuenta, joven,  que ya tengo 74 años.

O sea, que cuando sean las elecciones tendrá 75 y acabaría la legislatura con 79. Veremos qué pasa. Pero yo estoy convencido de que, sin Carmena, estos no ganan ni a los chinos. Haría bien el PP de preparar una figura de mejor desempeño que el tal Pablo Casado. El máster (con perdón) que dice haber obtenido, es un título de la Universidad de Harvard, que se puede sacar a distancia. Es decir, sin salir de Madrid. Ya ven, yo en cambio sí que estuve en Harvard. ¿No se lo creen? Pues abajo tienen la foto. Estuve de visita y me fotografié tocándole un pie a John Harvard, el fundador de la Universidad, cuya estatua tiene los pies brillantes de tanto que se los tocan todos los visitantes.


El miércoles terminé el día como Dios manda: viendo el correspondiente capítulo de la serie Fariña, cuyos guionistas están alcanzando un virtuosismo asombroso. Te están contando algo que, en líneas generales, ya sabes, pero te mantienen el corazón encogido durante una hora. El jueves cumplimos con el Día de Acción de Reinventing Cities lanzando una lluvia de mensajes en las redes, y hoy hemos rematado la semana con dignidad. La verdad es que podían ser todas así. Pero la vida sigue y ya estamos en mayo, sin habernos enterado. Y yo ya tengo más o menos bosquejados dos viajes bastante blogueros, uno para octubre/noviembre al que ya me he referido (sin decir a dónde) y otro más inminente que ha surgido de forma sobrevenida. Sí, ya sé que en lo que va de año he salido a París y a Niza/Cannes, pero esto es como de otro rango. Y tampoco voy a decirles a dónde voy. Lo van a tener que adivinar ustedes.

A este blog hay que darle aire que, como nos acomodemos, se convertirá en algo rutinario. Hace unos cuantos posts, instituimos el premio al Seguidor Distinguido y repartimos regalos. En uno de los últimos les puse una foto trampa con las piernas de dos primeras damas endomingadas, para que adivinaran a quién pertenecían y se equivocaran mayoritariamente. Pues hoy les voy a dejar una foto mía de despedida, en la que se contiene la clave del lugar a donde me dispongo a viajar. Después de más de cinco años siguiéndome, ya deberían haber aprendido el suficiente rock and roll como para descifrar el acertijo. A ver si hay algún listo o lista. Sean buenos.