miércoles, 30 de diciembre de 2015

460. Un robot agoniza en Navidad…

Estamos aquí tan idiotizados entre el prusés y los afanes para formar gobierno, que nos olvidamos de lo que pasa fuera. Como ya estoy hasta la coroneta, escolti, del prusés y del señor Mas, y de Rajoy y Pedro Sanchez, y de Susana y Soraya, y de Iglesias y Rivera, pues les voy a proponer cerrar el año alejándonos de este escenario tan casposo y aburrido. Vayámonos al espacio, a millones de kilómetros de la Tierra y veamos lo que está pasando en aquellas desoladas lejanías. Hace años, la ciencia ficción nos trasladaba a mundos no por imaginarios menos sugerentes. Estrellas con connotaciones poéticas a años luz de la Tierra, como el Alfa de Centauro, la más cercana, donde hacían su primera escala los viajes interestelares, o el Delta de Casiopea, casi a cien años luz, que se presumía habitada por extrañas criaturas alienígenas.

Van pasando las fechas clave de la ciencia ficción histórica, sin que nada tremendo suceda: el 1984 de Orwell, el 2001 de Arthur C. Clarke. Pronto pasaremos también el 2024, la fecha en que transcurre Blade Runner, la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos. Y pasará también sin pena ni gloria. No hace falta recurrir ya a la fantasía. La pesadilla del cambio climático ha llegado y está entre nosotros. Ya han podido ver a la gente tomando café en las terrazas de Broadway en pleno diciembre, las estaciones de esquí arruinadas, la gente bañándose en las playas del Mediterráneo y las plantas floreciendo en pleno invierno, creyendo que están en primavera. La realidad supera siempre lo que pueda imaginar el escritor o guionista más descabellado. Este año, el cambio es ya innegable. La cumbre del clima en París ha sacado un acuerdo de mínimos que llega tarde, acuerdo en el que ha habido que sustituir el tiempo verbal deberá por el condicional debería, para conseguir la firma de los USA.

Pero ya saben que el ser humano es el ente capaz de lo mejor y de lo peor. Así que, además de crear las condiciones para este cambio climático de consecuencias desconocidas, también somos capaces de acometer hazañas ciertamente prodigiosas. ¿Han oído ustedes hablar de la nave Rosetta? Si la respuesta es sí, no tienen por qué seguir leyendo, ya estarán al tanto de lo que voy a contarles. Para los que no la conozcan, ahí va esta sugerente historia. La nave Rosetta es un proyecto de la Agencia Espacial Europea ESA. A partir de la idea de que los cometas pueden tener la clave del origen del mundo, la ESA lleva décadas intentando estudiar la fugaz esencia de estos misteriosos vagabundos del espacio. En 1986, la nave Giotto, otro proyecto de la ESA, consiguió acercarse a una distancia prudencial del gran cometa Haley y hacer algunas fotografías. Después de eso, el reto era posar un módulo sobre la superficie de algún cometa.

El problema era peliagudo. Para empezar, se necesitan al menos ocho años de vuelo para llegar a cualquiera de estas rocas voladoras. Y, además, hay que economizar energía, por lo que se pensó acercar la nave a algunos planetas y aprovechar la fuerza de sus respectivos campos gravitatorios para tomar impulso. Por último, hay que acompasar la velocidad y la trayectoria de la nave a la propia del cometa, para conseguir un aterrizaje (o acometizaje, o como coño se diga) suave y sin daños a sus instrumentos. A finales de los 90, el proyecto estaba listo. La nave, de cinco toneladas y bautizada como Rosetta, se acercaría a Marte y a la propia Tierra las veces que hiciera falta hasta propulsarse en busca del cometa Wirtanen, el elegido para el proyecto, un trozo de hielo de apenas un kilómetro de diámetro. En julio de 1999 se presentó el plan de vuelo. La nave despegaría en 2003 y llegaría al cometa en 2012. Debería acompasar su movimiento al del cometa, acercarse a unos dos kilómetros y empezar a fotografiarlo. Y soltar un pequeño robot, llamado Philae, de apenas 100 kilos, que debería posarse suavemente para no salir rebotado por la falta de gravedad y lanzar enseguida unos arpones para afirmarse. Aquí ven una recreación fotográfica del asunto. La nave madre, esa especie de gran libélula que despliega sus gigantescas alas hechas de paneles solares, en el momento de parir a su hijo, el pequeño Philae, que se apresta a posarse sobre la superficie helada del cometa.



Pero en diciembre de 2002, un cohete Ariane de prueba, similar al que debía proyectar al espacio a la nave Rosetta, estalló y se desintegró poco después del lanzamiento. La ESA decidió retrasar el lanzamiento de la nave, que no se produjo hasta el 2 de marzo de 2004. Ese día Rosetta salió finalmente, con destino a un cometa diferente: el llamado 67P/Churiumov-Gerasimenko. La nave estaba programada para llegar al cometa a comienzos de 2014. Antes atravesaría el llamado cinturón de asteroides, lo que aprovecharía para estudiar y fotografiar a dos de ellos. Las placas solares gigantes de la nave le permiten captar la radiación solar y recargar las baterías de sus diversos dispositivos. Pero a mediados de 2011, debía entrar en modo hibernación por estar demasiado alejada del sol en su aproximación a la trayectoria elíptica de 67P. Vean esta animación, elaborada por la propia ESA, en la que se observan todos los movimientos de la nave. Póngansela en pantalla grande. El sol en el centro, las órbitas prácticamente circulares de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Afuera, el gran Júpiter asoma a veces.  


El despertar de Rosetta, tras 31 meses de hibernación, estaba programado para el 20 de enero de 2014, exactamente a las 10 de la mañana. La nave debía enviar una señal de confirmación del despertar más o menos a las 18.30, pero se retrasó unos 45 minutos, lo que causó un gran nerviosismo en los científicos, que luego estallaron de júbilo. Inmediatamente empezó a enviar toda la información recopilada a lo largo de esos más de dos años y medio de sueño con un ojo abierto. Comenzó entonces a acercarse al cometa, al que empezó a fotografiar como un punto en la lejanía, que poco a poco iba aumentando de tamaño. Estaba previsto que alcanzara su destino en la primera semana de agosto. En julio, la nave empezó a encender en breves lapsos sus motores de frenado. En agosto ya estaba en la órbita del cometa, un pedrusco de unos 4 kms de diámetro que deja tras él una cola de gases de 19.000 kilómetros.

Precisamente, el interés por los cometas se basa en la idea de que son los elementos más inalterados de nuestro sistema solar, que se mantienen tal como eran hace 4.500 millones de años, momento en que se estima que se formó el sistema solar. Se cree que el agua de nuestros océanos no tiene origen interno, de la Tierra, y podría haber sido aportada por asteroides o cometas que hubieran chocado con ella. AQUÍ pueden ver un gráfico que muestra las características de Philae y la trayectoria de la maniobra del aterrizaje, programado para el 12 de noviembre del año pasado. El robot tomó tierra en el cometa con puntualidad germana y empezó a mandar señales, entre ellas mensajes de Twitter. “Ahora que estoy seguro sobre el suelo, este es el aspecto que tiene mi nuevo hogar 67P desde mi posición”, escribe con sus primeras fotos. El robot es una criatura tierna, que parece tener sentimientos, se hace selfies y envía comentarios ingeniosos. Se comunica en todo momento a través de su madre Rosetta, por lo que, cuando ésta queda oculta en su órbita, los mensajes se interrumpen.

Pero Philae apenas tenía batería para tres o cuatro días. Después, cayó en el silencio planetario. Más o menos era lo previsto, aunque había sucedido algo que no estaba en el cuaderno de ruta: el robot, criatura, parece que rebotó dos veces al intentar posarse y no consiguió afirmarse hasta la tercera. La idea era que se hubiera posado en un lugar prominente, desde el que pudiera captar la radiación solar, aprovechando que el cometa se dirigía a su punto más cercano al sol, pero no no se sabe si quedó finalmente en el lugar previsto o está medio a la sombra. Antes de agotar sus baterías primarias, se le ordenó entrar en hibernación. Durante su breve tiempo de comunicación, Philae había enviado algunos datos cruciales. El análisis de los líquidos que eyecta el cometa por su cola, revela que no tienen nada que ver con el agua de la Tierra. Así que, por ahora, parece descartarse que el agua de los océanos venga de algún cometa. 

Mientras tanto, Rosetta seguía mosconeando alrededor de la roca, cada vez más cerca. Y en julio de este año se produjo el milagro: Philae se reactivó de nuevo y reanudó el envío de información a Rosetta. No se sabe si fue debido a la cercanía del sol o a la proximidad igualmente cálida de su madre voladora. Durante tres días envió nuevos y sorprendentes datos. De acuerdo con ellos, en el cometa hay moléculas precursoras de proteínas, azúcares y hasta de ADN. Dieciséis productos orgánicos en total. El origen de la vida en la Tierra. Se refuerza la teoría de que estos elementos llegaron en algún cometa que chocó contra nosotros. El 13 de agosto era el día en que el cometa alcanzaba el perihelio, el punto más cercano al sol. Pero Philae se había quedado mudo de nuevo. Los científicos están convencidos de que está vivo. Yo creo que a lo mejor está deprimido. Los datos que Rosetta, a su vez, sigue remitiendo, revelan evidencias de oxígeno en la cola del cometa. 

Un cometa que ya ha empezado a alejarse del sol, lo que garantiza la muerte definitiva de Philae. Y aquí lo más sorprendente: los días 22 y 25 de diciembre, el robot emitió un par de bips. Como de despedida. El primero supongo que quería decir: Vaya, otro año que no me toca la Lotería. El segundo tenía sin duda por objeto felicitarle las pascuas a su madre. Tal vez no se crean todo esto, pero lo cuenta nada menos que la Voz de Galicia. AQUÍ pueden comprobarlo. En unos días se perderán todas las esperanzas de recuperar al entrañable Philae. A partir de enero el sol empezará a quedar demasiado lejos de nuestro atribulado y tierno robot. Su madre, la nave Rosetta, seguirá su mismo destino. Estaba previsto que continuase mandando información un mes más, pero parece que han prorrogado su misión durante otro año. Después se posará sobre el cometa y se abandonará al vacío de la muerte a millones de kilómetros de nosotros, al lado de su querido hijo, para pasar juntos a la eternidad. Un final muy alejado del habitual de las películas de Spielberg.

Y nosotros aquí, preocupados por si Rajoy ha dormido bien, o si a Mas le ha salido un sarpullido asambleario. No me digan que no son mucho más apasionantes estas otras historias reales, que han dejado en juego de niños a la literatura de ciencia ficción. El mundo está lleno de relatos luminosos. Aprovéchenlos. Amanece 2016 y yo también aprovecho para enviarles mis mejores deseos para los tiempos que vienen. Que pasen unas felices fiestas y que tengan un estupendo año nuevo.

lunes, 28 de diciembre de 2015

459. Al volver la vista atrás

Fin de año, a falta de tres días, momento de rememorar lo sucedido y destacar los cambios en relación con la situación a finales de 2014. Podemos empezar por el final: el sainete catalán. Que Artur Más haya fiado el destino de esa Catalonia que is not Spain al lanzamiento de una moneda a cara o cruz, es de por sí bastante surrealista. Que se tiren diez horas para dirimir el asunto, entra en el terreno de lo esperpéntico (¿habrán pedido pizzas a mediodía?). Pero que la moneda caiga luego de canto, es ya digno de un guión de Azcona para ser dirigido por Berlanga. Están haciendo un ridículo planetario sin vuelta de hoja. Los lanzadores de la moneda al aire, los que se han jugado el destino de Cataluña este domingo, son una panda de porreros, rastafaris y antisistema, que tienen todos mis respetos, aunque no dejan de producir un cierto sonrojo por su ingenuidad. 

AQUÍ pueden consultar el testimonio de un par de ellos, que dan el nivel del colectivo. Uno no fue a la asamblea porque le daba pereza. El otro se marchó a Andalucía a disfrutar del pescaito y el Moriles. Los dos pensaban votar contra Más y están ahora abochornados y compungidos pensando que, si hubieran acudido, habrían ayudado a evitar este adefesio de inequívoco perfume a pucherazo: desactivada la elección asamblearia, el llamado Consejo Político de las CUP, tiene vía libre para investir a Más. Es significativo que las votaciones fueran secretas, contra la costumbre del grupo; si llegan a votar a mano alzada, muchos de los que apoyaron la investidura de Mas habrían cambiado el sentido de su voto por vergüenza torera. Lo dicho: de traca.

Ya que he hablado del Moriles, tal vez ustedes (enólogos eminentes) sepan que se trata del mismo vino que el Montilla. Es un solo vino, con dos nombres. El que no lo sabía era yo, hace unos cuantos años, la última vez que fui a Córdoba, a ver la mezquita y callejear por los barrios del centro. Es un viaje que se recomienda especialmente para el mes de enero. En cualquier otra época hace un calor de la leche y la ciudad está petada de turistas. Pues un enero de esos recalé yo unos días en un hotelito del centro y encontré cerca un bar cojonudo, que no puedo menos que recomendarles: Casa Pepe el de la Judería, en la calle del Romero, 1. Tienen un salmorejo y unas berenjenas rebozadas con miel para chuparse los dedos. Me senté y me preguntaron: –¿Y para beber, qué, jefe, un Moriles, un Montilla? Vale, pues un Moriles.

Me gustó tanto que regresé al día siguiente a repetir de salmorejo y berenjenas. Y añadí: –Como ayer me pusieron un Moriles, hoy deme usted un Montilla. El camarero se agarró un ataque de risa del que no lograba volver, a pesar de los golpes que se daba en el muslo con la mano abierta. Cuando pudo hablar, me reveló que se trataba del mismo vino. Para que no me volviera a suceder, me recitó un refrán con efectos mnemotécnicos acreditados: la cosa es bien sencilla/ o Moriles, o Montilla. Por cierto, si consiguen hotel en el centro de Córdoba, cójanlo sin desayuno. Ninguno de los buffets de hotel iguala el chocolate con tejeringos de la Cafetería Don Pepe, en la plaza Bañuelos, cerca de Las Tendillas. Luego no me digan que no les doy referencias y consejos desde mis experiencias viajeras.

El año que se va me ha llevado a algunos viajes interesantes por España. Desde el Frente del Agua, en el norte de la provincia de Madrid, hasta la Serranía de Cuenca, dos incursiones extremeñas por el entorno del embalse de la Serena y la zona de Las Hurdes y, por último, la visita breve a mi Coruña natal y la extensión a la preciosa villa de Noya, junto a la ría de su mismo nombre, zona marisqueira por excelencia. También he salido algo al extranjero: gira de conferenciante por Leipzig, Erfurt, Dresde, Weimar y Berlin, recorrido por el interior de Polonia con paradas en Varsovia y Cracovia y, por fin, visita relámpago a Hamburgo. Tierras llenas de referencias a la Segunda Guerra Mundial y a los tiempos de la Guerra Fría. Episodios tremendos, como los que se relatan en la última película de Spielberg, El puente de los espías, muy recomendable, a pesar de contar con uno de esos finales patriótico-edulcorados que a veces tiene a bien largarnos este excelente director. La historia es real y está centrada en el intercambio de prisioneros entre USA y la URSS, por el que se liberó al piloto del avión espía U2 Francis Gary Powers, derribado sobre territorio soviético.

Este incidente se produjo en mayo de 1960 y la liberación de Powers casi dos años más tarde. Se lo crean o no, yo seguí el asunto por la prensa en La Coruña. Tenía entonces entre 9 y 11 años, pero cada día repasaba los titulares de La Voz de Galicia y el ABC, los periódicos que compraba mi padre. Yo los pillaba después de leerlos él y, en el caso de La Voz, primero lo recomponía, lo ordenaba y lo doblaba bien: mi padre solía dejarlo hecho una ruina. Una vez arreglado, lo ojeaba y me quedaba con los titulares, aunque no entendiera gran cosa. Y les juro que el asunto del piloto del U2 derribado ocupó las cabeceras durante meses. El otro día, al ver la película, que tiene a un Tom Hanks sobresaliente como siempre, me vinieron a la memoria aquellos años.

Muchas cosas han cambiado en estos doce meses. Para empezar, la concejala inane que okupó el Área de Urbanismo en los tres años anteriores, pasó en mayo a mejor vida (administrativa): ahora se dedica a tareas de ama de casa, como corresponde a su preparación. La alcaldesa del relaxing cup of café con leche, también está retirada. Y por los pelos sorteamos a la Esperanza desencadenada, asistiendo al espectáculo de ver como ella solita estropeaba su posición ganadora de salida y le hacía gratis la campaña a la señora Carmena, a la que unos meses antes nadie conocía. El cambio en el Ayuntamiento es sustancial, hemos pasado de estar gobernados por una panda de incapaces, casposos y sospechosos de connivencia con los grandes intereses inmobiliarios (con excepción de Dancausa y algún otro), a tener al frente a unos tipos honrados. ¿Nada más que honrados? Por ahora no han conseguido grandes resultados, admitámoslo. La herencia recibida es letal y hay que darles un margen, pero lo cierto es que la situación es un poco caótica. Confiemos en que mejore.

En el aspecto personal, yo estoy encantado. Como saben, barajaba la idea de jubilarme el próximo 19 de junio, algo que hubiera hecho con toda seguridad si llega a vencer Esperanza. Al haber ganado la señora Carmena, he cambiado de opinión. No se lo he contado pero, el pasado día 22, La Lotería, bajé al registro del edificio de mi destierro y eché la instancia pidiendo el reenganche. Esa instancia inicia tres trámites paralelos. UNO: un reconocimiento médico (me acaban de hacer uno completo, cuyo resultado aun desconozco, pero no vale, han de hacerme otro específico). DOS: un informe de mis jefes diciendo que soy cojonudo y hago mucha falta (no tengo la menor duda de que mentirán de manera convincente). TRES: un informe interno de Recursos Humanos, en el que comprobarán si he sido un tipo muy absentista, si he tenido muchos días de baja médica, si he hecho huelgas y cosas por el estilo. Con los tres papeles sellados y rubricados a la vista, el responsable de Recursos Humanos del Ayuntamiento, adoptará la resolución que estime conveniente. El proceso se lleva unos dos meses.

Si no llego a echar ese papel, el 20 de junio ya no podría ni entrar en el edificio. En cambio, si me dan la prórroga, me puedo ir luego cuando me dé la gana. La diferencia es sustancial. Tan sustancial como la que existe entre ir por la calle con mis nuevas gafas o sin ellas. Otra de las novedades del año. Y a partir de un diagnóstico preciso: principio de cataratas, que me genera una miopía, que compensa la presbicia, de forma que sigo viendo de cerca como Dios y ahora también de lejos (con las gafas). Además de esto, he mantenido la natación con regularidad y también el running hasta hace dos semanas. Ahora estoy en el dique seco, porque no he tenido tiempo de entrenar estos días. Y una constatación preocupante: desde que he dejado de correr, mis molestias en la espalda han mejorado de forma notable. Eso sugiere una relación causa efecto, que me lleva de cabeza a un examen médico como los que les hacen a los futbolistas, con resonancia magnética incluida. Ya tengo tarea para el año entrante. Y, a partir de los resultados, pues a ejercer mi derecho a decidir.

Ya que hablamos de fútbol, el Dépor se salvó en junio del descenso, de forma milagrosa, a lo que se contribuyó en este blog con las pertinentes rogativas y jaculatorias a San Benitiño de Lerez. En verano me saqué mi carnet de socio amigo, con el que pude ver en directo el partido con el Rayo Vallecano y me dispongo a verles también contra el Getafe, pasado mañana, y contra el Real Mandril el 9 de enero. Creo que no vamos a tener mejor ocasión de ganar a los mandriles, que en este momento esperpéntico que atraviesan, con Benítez prácticamente sentenciado. De momento, se está comiendo el turrón. Espero que lo aguanten hasta el roscón de Reyes. Que, como vengan con entrenador nuevo, nos crujen. El Dépor de esta temporada juega muy bien, ha construido un equipo muy aseado (el que recibe menos disparos a puerta de España) y tiene una figura estelar: el gran Lucas Pérez, cuya importancia puedo presumir de haber anticipado hace mucho (ver posts #295 y #296), y que va directo a la selección nacional.  

Mantengo mi asistencia al club de lectura Billar de Letras, que nos brindó un encuentro inolvidable con Leonardo Padura, del que se dio cuenta en el blog con algunas fotos. Y tengo una nueva actividad: el taller de conversación inglesa e ingesta masiva de cerveza, en el que comencé en el nivel A2 y ya me han subido al B1, donde están las chicas más guapas (ya saben que soy el único participante varón, además del profesor). Así que ya ven si han sucedido cosas en estos 362 días (faltan tres más para cerrar el año). El año que entra es bisiesto, algo que les da igual a los secesionistas catalanes, que seguirán con su raca-raca a pesar del esperpento de ayer. Llegados a este punto, para resolver el empate y siguiendo la reciente recomendación de un comentarista anónimo de este blog, yo les propongo que recurran al lanzamiento de penaltis.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

458. ¿Y ahora qué hacemos?

Hay que ver la que hemos liado con las elecciones. La situación no cabe calificarla más que de ingobernabilidad absoluta. Algo como lo que viene sucediendo en Italia hace años. Pero aquí no veo yo mucha talla en los políticos que dirigen los diferentes partidos que han pillado cacho. Y, cuando digo talla, incluyo en ese concepto la capacidad de negociar, es decir, de ceder en determinados aspectos, a cambio de que el oponente ceda a su vez en algunos de los suyos. Escuchando las declaraciones de todos, uno saca la impresión de que cada grupo se está esforzando en resaltar sus líneas rojas, los aspectos en que no está dispuesto a ceder un milímetro. Y casi se puede intuir que los diferentes actores se enteran primero de qué es lo que más irrita al otro, para proponerlo enseguida como línea roja. Como decíamos en mis años de campeón del pinball: vamos bien por lotería.

Rememoremos un poco. Hace cuatro años de las anteriores elecciones generales y sin embargo, ¡cuánto ha cambiado todo! Hace cuatro años, estábamos inmersos en una crisis económica cruel, con el barco gobernado por un timonel incapaz, el señor Zapatero, que no conseguía enderezar el rumbo. Desde la oposición pepera se lanzaba un mensaje explícito: la culpa de lo que está pasando la tiene Zapatero, que es un bobo solemne. Todos sabíamos que  la culpa de la crisis no la tenía Zapatero, pero ese era un relato que calaba en las capas más ignorantes. En paralelo, a los menos analfabetos se nos lanzaba un mensaje subliminal: ojo, que pintan bastos; la cosa es seria y la situación no es como para dejarla en manos de idealistas y rogelios; ahora hay que dejar hacer a la derecha, que tiene los contactos precisos y sabe a quién hay que llamar en momentos de crisis severa. Nosotros controlamos el país desde los tiempos de Franco; de vez en cuando dejamos que gobierne una izquierda moderada para descansar un poco y guardar las formas pero, cuando vienen mal dadas, es mejor que confiéis en nosotros, que sabemos cómo actuar.

La gente estaba asustada y recogió el guante. El señor Rajoy ganó con un programa que incluía una austeridad modesta, una bajada de impuestos y una modernización del país, que la gente adoptó como suya. Pero, una vez ganadas las elecciones, este caballero se aplicó a sí mismo el viejo refrán machista: prometer hasta meter y, una vez metido, olvidar lo prometido. Con el gobierno en la mano, inició una deriva que acabó en poco tiempo con los derechos más básicos de los trabajadores, azuzado por organismos como el Banco Mundial o el FMI, que le instaban a seguir recortando y recortando. Mariano Manostijeras. Y, no contento con eso, se aplicó a meternos de clavo algunas de las contrarreformas más casposas y arcaicas, como la recuperación de la religión como asignatura troncal, o el retroceso de decenios en la regulación del aborto. Era éste último un tema que nadie le había pedido, excepto los del Opus, y con la boca pequeña. Pero había que contentar las ganas de lucirse de Gallardón, la inutilidad de Wert y las sandeces de otros portentos, como Ana Mato.

Al principio, pensamos que el señor Rajoy no decía nada, bien porque no tenía nada que contar, bien porque las explicaciones que podría darnos sin decir grandes mentiras, serían tan impresentables que se le caería la barba de vergüenza. Luego llegamos a la conclusión de que al tipo lo que le pasa es que no le gusta hablar, que lo que le pone es ver fútbol y ciclismo, y que es mitad vago y mitad escéptico, características que se plasman en algunas de sus frases más celebradas (capturadas sin saberlo él), como: y mañana el coñazo del desfile, o la que le soltó al estupefacto Cameron: is very dificult todo esto. En esa situación, llegamos a estas pasadas elecciones, que en un país normal habrían culminado en una sonora patada en el culo a presidente tan soso y antipático. ¿Y qué ha pasado al final? Pues, si atendemos a las declaraciones de los diferentes líderes, ha pasado lo de siempre: todos dicen que han ganado. Sin embargo, yo creo todo lo contrario: todos han perdido. Veamos uno por uno.

El PP ha perdido claramente. Ha pasado de gobernar con más de 180 escaños, a rebasar apenas los 120. Ha perdido un tercio de escaños y tres millones y medio de votos. Su debacle es clara. ¿Y el PSOE? Pues su caída ha sido menor. Sólo ha perdido 20 escaños y cerca de millón y medio de votos. Pero, teniendo en cuenta lo mal que lo ha hecho el gobierno en estos cuatro años, yo creo que tendrían que haber arrasado. A mí me parece que el suyo es un resultado muy malo. Aun así, visto desde otro ángulo, tiene cojones que haya todavía más de 7 millones de gentes que voten al PP y más de 5 que voten al PSOE. ¿Qué tienen que hacer estos dos para que los votantes les den de una vez la espalda? Yo creo que somos un país de sufridores y gente bien mandada. Si no, no me lo explico.

Podemos ha fracasado también, por mucho que haya irrumpido con fuerza en un lugar donde no estaba. Pero hubo momentos preelectorales en que parecía que iba a rebasar al PSOE, y eso se ha quedado en nada. No sé si le ha penalizado su apoyo al llamado derecho a decidir, que está tan mal visto fuera de Cataluña y el País Vasco, feudos en los que ha ganado claramente. Desde un punto de vista teórico, supongo que su solución al embrollo catalán es la mejor: que de una vez se haga un referendum como el escocés y que pase lo que tenga que pasar. Sin embargo, como ya he dicho otras veces, creo que con los nacionalistas nunca hay un límite, que no se les puede ofrecer nada que calme sus ansias, porque lo que quieren es la secesión. Y que aceptan cualquier cosa que sume, venga de donde venga. Así que, como se descuide el amigo Iglesias, este asunto se lo puede llevar por delante.

Que Ciudadanos ha perdido, no requiere mayores comentarios: es evidente. Hasta sus dirigentes lo reconocen. También se ha ido a la mierda Izquierda Unida (recuerden cuando Carrillo sacaba veinte diputados). Y no digamos UPyD, que ha seguido el consejo de Bart Simpson multiplícate por cero. En el acto de cierre de campaña, sacaron a pasear el espantajo de la señora Díez y así les fue. No han aprendido que a esta señora es mejor que no la enseñen. Entonces, ¿quién ha ganado? Pues yo tengo una respuesta clara: ha ganado el llamado Partido Animalista Contra el Maltrato Animal, el PACMA. Este es un partido de larga trayectoria, cuya primera A tiene un significado más reciente: históricamente, esa primera A no quería decir Animalista, sino Antitaurino. Pero un día se convencieron de que son mejores los mensajes positivos que los negativos.

El PACMA ha pasado de 100.000 votos en toda España a más de 200.000. Y ha sacado más de un millón de votos para el Senado, que no le han alcanzado para tener un solo senador. En el Congreso superan a UPyD, Vox, Unió y otros que se las prometían felices y también se han dado el batacazo. Después de este éxito, creo que me voy a volver militante de este partido. Al fin y al cabo, tengo una relación muy buena con los animales. No vean cómo me quieren. Aquí algunas imágenes, todas de la semana pasada.











 
















Lo único que me echa para atrás es la recomendación de hacerse vegano. Por ese lado, no cuentan conmigo. No estoy dispuesto a renunciar al jamón de Jabugo. Hoy, sin ir más lejos, me he zampado un plato de rabo de toro como para llorar del gusto. Así que no creo que pueda sumarme a este partido tan futurista y en alza. Por lo demás, los resultados no permiten ninguna de las combinaciones que yo soñaba: que en la izquierda, o hasta en la derecha, hubiera la posibilidad de pactar un gobierno que no tuviera que tirar de los nacionalistas y someterse a su chantaje. Ni, por un lado, PP y Ciudadanos, ni por el otro PSOE, Podemos y IU, tienen diputados suficientes. Todos han sacado unos resultados tan mierderos que no les sirven para nada. No sé si habrá alguien en alguna parte que saque una inesperada talla de estadista y sea capaz de ponerle el cascabel al gato. Si no, me temo que vamos a otras elecciones y con el mismo resultado. El cuento de nunca acabar.

De todas formas, que pasen ustedes unas felices fiestas. Dentro de lo que cabe. 

sábado, 19 de diciembre de 2015

457. La hostia (reflexión del día)

Bueno, contra el infundio propagado en determinados medios, declaro solemnemente que Pegahostias de Pontevedra no es seguidor de este blog y no perpetró su fechoría después de leer mi último texto. Es más, dudo de que ni siquiera sepa leer. Y, si sabe leer, está claro que carece de la capacidad de entender lo que pone en los textos escritos. Vayamos por partes. La otra noche, en cuanto terminé de redactar y subir mi post proponiendo que entre todos echemos al señor Rajoy, apagué el ordenador y me puse a ver el debate a dos de la tele, que había empezado hacía un buen rato. No es que tuviera un enorme interés por el asunto; había visto el primer debate a tres con la silla vacía de Rajoy, y no había escuchado allí nada muy estimulante, como ya consigné en el blog. Me eximí a mí mismo del siguiente peñazo, el de los mismos tres junto a la Soraya. Y no pensaba seguir el de los dos principales gallos del corral, pero al final sentí curiosidad.

Mi impresión fue bastante penosa. Vi a un Rajoy muy envejecido. Y, como siempre, bastante pasota y displicente. No se había preparado bien los datos (después se dijo que los que aportaba Sánchez eran falsos, pero él no tuvo la información para rebatírselos allí mismo). Lo imaginé el día anterior susurrando entre dientes: y, mañana, el coñazo del debate. Tenía diversos tics que, de tanto en tanto, le movían espasmódicamente las comisuras de los ojos. El maquillaje que le habían puesto, nos retrotraía al Dirk Bogarde de Muerte en Venecia, a punto de empezar a soltar churretes de rimel por las mejillas abajo. Ya no vi en él al viejo prematuro que antes personificaba, sino a un pre-anciano real, con poca capacidad de hacer alguna finta. No supo reaccionar adecuadamente ante los ataques del otro, porque lo cierto es que su nombre estaba en los papeles de Bárcenas como receptor de sobres durante once años y que, cuando este señor ya estaba imputado, le mandó un sms bastante inequívoco y revelador. Resumen: Rajoy, mal.

¿Y cuál fue mi impresión de Pedro Sánchez? Pues, sintiéndolo mucho, creo que salió peor parado aun que su oponente. En este guapo mozo ex jugador de baloncesto, vi las formas y los argumentos de un chulo, un prepotente y un maleducado. Podría haberle lanzado a su oponente las mismas críticas, y otras aun más graves como las que yo le he escrito en mi blog en varias ocasiones, pero nunca debería haber usado ese tono. De Zapatero pueden decirse muchas cosas, pero siempre fue una persona educada, que hablaba a sus contrincantes con respeto, algo que hizo hasta el último día (respeto que no le devolvió el señor Rajoy que, recordemos, llegó a tacharle en el Congreso de bobo solemne). Felipe González, antes de convertirse en un buda feliz, mantuvo siempre las formas. Y Alfonso Guerra era un faltón, pero tenía gracia, algo que a Sánchez le falta de forma clamorosa. En fin, que yo no quiero un presidente colérico, mosqueón, que no deja hablar a sus oponentes y parece todo el rato enfadado con el mundo. Me recordó, con perdón, a los mohines de Gallardón; su gestualidad venía a decir: qué mal está todo y cómo cambiaría si me hicieran caso a mí que soy el más listo y el más guapo. Así que, resumen: Sánchez, peor.

Pero todavía hay alguien que estuvo incluso por debajo de los oponentes: el moderador. ¡Por Dios! Qué estragos hace la vejez. ¿Qué fue de aquel Campo Vidal que dirigía con mano firme y tranquila los debates de otras campañas? Siento también decirlo, pero el moderador me dio en todo momento la impresión de que acabasen de sacarlo del congelador y no le hubiera dado tiempo a descongelarse adecuadamente. Sólo le faltó meterse debajo de la mesa. Recordaba a un árbitro que se ha equivocado en todas sus decisiones y está deseando ardientemente que suene la campana. Un testigo patético que intentaba que los oponentes hablaran de otra cosa (Cataluña, sugerida como tema en varias ocasiones) y contemplaba todas las veces cómo Sánchez reincidía en atacar de nuevo el flanco más débil de su oponente, como si no supiera hablar de otra cosa. Resumen del árbitro: fatal. Y resumen del combate: penoso. Ni una sola propuesta de futuro. Dos personajes enredados en un grotesco y tú más, escarbando cada uno en las miserias recientes del contrario. Abusando de los golpes bajos. Y en un tono digno de las discusiones del Salvamé.

Cuando apareció Pegahostias de Pontevedra, algunos se apresuraron a sacar consecuencias políticas arrimando el ascua a sus respectivas sardinas. Unos dijeron que la culpa era de Sánchez por haber acorralado al presidente en el debate de forma tan agresiva. Otros culparon a Podemos, por sus ataques a la casta y sus descalificaciones constantes. Y, se lo crean o no, hubo algún lector de mi blog que me hizo llegar su queja y me recordó que determinados insultos y ataques personales como el mío llevan a gente a tomárselos al pie de la letra y pasar a la agresión física. Menos mal que el propio Rajoy aclaró que se trataba de un incidente aislado que no debía dar pie a sacar conclusiones generalizadoras de ningún tipo. Declaración que le honra y que ha sido debidamente ponderada desde todos los medios. Sentado esto, vayamos al incidente en sí, porque yo sí que quiero sacar algunas conclusiones de otro orden.

Tracemos un plano vertical imaginario en el momento del impacto: a un lado el agresor y a otro el agredido. Empecemos con el agresor. Mi primera información me llegó en un bar de La Coruña en donde me estaba tomando una taza de ribeiro. Alguien comentó: un menor le ha dado una bofetada al presidente mientras paseaba por Pontevedra. Y mi primera sensación fue casi jocosa (lo confieso): pensé en un niño dándole un cachete a un sorprendido Rajoy. Cuando vi el vídeo del incidente, me quedé helado. El angelito es un bigardo que da miedo. Parece claro que no es la primera hostia que arrea (yo, si hiciera eso, me rompo seguro hasta la última de las falanges, falanginas y falangetas). El tipo toma impulso y saca un crochet perfecto de izquierda a la sien del presidente. Lo hace a traición y desde atrás, un golpe que en un combate de boxeo supondría la descalificación inmediata. Y está claro que se trata de una acción premeditada.

El gran Segurola, en Marca, ha tenido el acierto de comparar esta acción con la de Mourinho metiéndole el dedo en un ojo a Tito Vilanova. Ambos fueron actos cobardes, traicioneros y ruines, perpetrados desde atrás. Por cierto, qué alegría que hayan cesado a Mourinho en el Chelsea. Ya saben que mi sueño es que este impresentable termine de entrenador del Pazos Ferreira en su tierra, un trabajo a la altura de la valía de un mal entrenador y peor persona. Recuerda Segurola que, al siguiente domingo, el club autorizó a los ultras del Fondo Sur a desplegar una pancarta gigante que rezaba: Mourinho, tu dedo guía nuestro camino, o algo por el estilo, momento en que este gran periodista sitúa el punto de inflexión hacia la decadencia posterior del Madrís. Pero volvamos a Pegahostias de Pontevedra. Comportamientos como el suyo son consecuencia de una violencia verbal que envenena las redes sociales y que debería ser perseguida sin descanso. Da vergüenza leer los comentarios a cualquier noticia, vergüenza elevada al cubo en las informaciones deportivas.

Pegahostias de Pontevedra, avisó a través de whatsapp a todos sus descerebrados colegas de lo que iba a hacer. Y recibió las recomendaciones que ya habrán leído: duro con él, Capi, los pulgares en los ojos y luego escupes en las cuencas. El último mensaje que mandó este angelito, justo antes de su agresión, fue algo así: ya estoy listo. Sobran los comentarios. Tras la agresión el tipo sonríe a la cámara y levanta los pulgares presumiendo. Todos lo hemos podido ver. Y yo creo que este señor debería ser expuesto a la luz. Deberían publicarse su nombre, apellidos y hasta su foto de Primera Comunión. Debería ser juzgado y marcado con unos antecedentes de por vida, de forma que, cada vez que fuera a buscar trabajo, en el ordenador del empleador potencial surgiera un aviso que rezara: Ojo, Pegahostias acreditado. Y lo mismo con los que le mandaron los mensajes. La sociedad ha de defenderse de sujetos como estos, tal que si fueran yihadistas.

Vayamos ahora al otro lado del plano virtual: el agredido. Ya se ha valorado desde todos los ángulos ideológicos la corrección de sus declaraciones y actitudes posteriores. Pero ¿qué decir del momento del golpe? Esto entra ya dentro de lo portentoso. Este señor recibe un crochet de un bigardo rocoso acostumbrado a pegar, y lo recibe desde atrás, sin esperárselo. Y prácticamente no se inmuta. No se cae. Sólo pierde las gafas que se ve que no están a la altura de resistencia de su dueño. A mí, si me dan un golpe la mitad de fuerte por sorpresa, me caigo redondo. Dicen algunos que la gente que le rodeaba le sostuvo en pie. Pero es que yo, aunque hubiera estado rodeado de personas en una plaza atestada, me habría venido abajo al instante. Me habría desmayado. Está claro que nuestro presidente es duro de pelar. Tiene una resistencia prodigiosa. O resiliencia, como se dice ahora. Lleva a rajatabla su máxima de mantener la cara de cartón de que se hablaba en el artículo linkado (toma ya palabreja) en mi post precedente.

En fin esta es mi reflexión del día de reflexión. Una reflexión (del día de reflexión) a la carrera, como todas las mías. Creo que a Rajoy la hostia recibida le hará ganar votos, como al sirio zancadilleado le resolvió la vida el hecho de ser zancadilleado ante una cámara de TV. Creo que Sánchez se está comiendo las uñas de envidia de que no le hayan atizado a él. Y que sus medios afines (esos que le dieron ganador por goleada del debate) tampoco hubieran desperdiciado la ocasión inversa para echarle la culpa a Rajoy por los insultos en el maldito cara a cara. Y creo que todas estas peripecias pugilísticas benefician a Iglesias y Rivera, que al menos, muestran un poco más de educación. Y hablando de pugilatos, esta noche, en el partido de Riazor, hará el saque de honor mi paisana Ana Braña, la primera campeona de España de boxeo femenino profesional. Natural de Arteixo (¿de dónde si no?). Que ustedes lo reflexionen bien. Y no dejen de votar. Estas elecciones pueden ser la hostia.   

lunes, 14 de diciembre de 2015

456. Echemos al señor Rajoy

Me dan una pereza de la hostia las elecciones generales. ¿Pero cuántas elecciones hemos tenido que soportar en los últimos tiempos? Esto es insufrible. Lo único que podría generarme un poco de interés es la posibilidad de que se vaya el señor Rajoy. Y dicen las encuestas que marcha destacado. ¡Qué hartura! Cuatro años más con este tío-malaje de presidente. Qué tristeza, qué aburrimiento y qué desánimo se va a extender por todo el país. Yo la verdad es que no sé a quién votar; todos los candidatos me dan un poco de mala espina. Quiero decir, los que tienen posibilidad de sacar escaños. Curiosamente, ahora mismo los que mejor me caen son Herzog y Garzón, pero creo que votarles es tirar el voto. Es una pena que UPyD no se haya desecho mucho antes de la señora Díez. Ahora es demasiado tarde para ellos. En cuanto a la Izquierda Hundida, pues tres cuartos de lo mismo; no se merecen un candidato tan majo como Garzón.

Me tragué el debate a tres que organizó El País entre los jóvenes talentos emergentes, ese al que no quiso asistir Rajoy. Y no saqué nada en claro. Me desanimó que no hubiera una sola referencia a los sirios, pero no voy a insistir más en ese asunto. Intuí en los tres participantes una especie de autosatisfacción, un estar encantados de haberse conocido y hasta de haber sido paridos, que no me entusiasma demasiado. Pero al menos son gente joven. Es que el tío de la barba es un viejo desde siempre. Es que uno se lo imagina de niño ya con esa barba y esas gafas. A mí, lo único que me motiva en estos momentos, es que pierda este señor. Creo que cualquiera de los otros lo haría mejor, aunque reconozco que ninguno tiene el liderazgo ni la talla de estadista que yo querría para el presidente de mi país. Pero, a lo mejor, nos pueden dar una sorpresa. Porque el señor Rajoy ya sabemos lo que da de sí.

En este estado de ánimo, lo que a mí me gustaría es que se pudieran meter en la urna votos negativos. Yo estaría encantado de que mi voto descontara un dígito al PP. Lo único que tengo claro es que Rajoy no me gusta. Los otros tampoco es que me vuelvan loco, pero como que me disgustan menos. Esto del voto negativo es una idea muy brillante (a la par que imposible), pero no es mía y he de reconocerlo: se la leí a Javier Marías antes de alguna elección anterior. Lo que pasa es que en estos momentos expresa perfectamente lo que siento. ¿Y por qué le tengo tanta manía al barbado caballero que ostenta la presidencia desde hace cuatro años? Pues las razones son múltiples. En primer lugar, este señor ganó con un programa electoral que en seguida se aplicó a incumplir minuciosamente, punto a punto. Como él mismo ha reconocido, su tarea ha consistido en hacer lo que había que hacer, no lo que había prometido en su campaña.

¿Realmente había que hacer lo que ha hecho este señor? En el terreno económico, tal vez no quedaba otra. Los poderes económicos, cada vez más multinacionales, se han comido a los poderes políticos, cada vez más fragmentados por nacionalistas y otros gilipollas. El problema es que, a quien elegimos los ciudadanos, es a los políticos. Y no para que luego se pongan a las órdenes del poder económico, sino precisamente para lo contrario: para que negocien con él y obtengan beneficios para los ciudadanos que les hemos votado. Al final, hemos llegado a tener un país con una legislación laboral que privilegia los contratos basura y, aun así, el paro no ha disminuido significativamente. Tenemos más o menos los mismos parados, sólo que los que trabajan están en peores condiciones. Pero vale. Vamos a creernos que la política económica española no tiene ningún margen para variar un rumbo que se le marca desde fuera. Y que Rajoy ha hecho lo mismo, en ese terreno, que le hubieran permitido hacer a cualquier otro en su lugar.

He admitido lo anterior como hipótesis de trabajo, no porque lo crea. Pero lo admito. Cierto que, desde que Rajoy llegó al gobierno, no nos hemos hundido más y no hemos llegado a situaciones extremas como la de Grecia. Bien por Rajoy, entonces. Además, uno sale a la calle o va a unos grandes almacenes y la fiebre consumista navideña ha vuelto a los niveles de paroxismo de antes de la crisis. Será que no estamos tan mal. Muy bien. Ahora díganme: ¿no creen que uno de los hándicaps que tenemos para salir de la puta crisis es la corrupción galopante que pudre a los grandes partidos? Lo vimos en el caso de las tarjetas black, con las que todos los consejeros de Caja Madrid puestos por partidos y sindicatos se afanaban en pagar hasta sus cafés y sus paquetes de kleenex. ¿Es casualidad que esa entidad entrara en quiebra y se comiera los ahorros de los honrados ciudadanos? ¿Y qué ha hecho Rajoy para erradicar la corrupción de la política?

Nada. ¿Por qué? Pues porque está hundido en ella hasta las cejas. Recuerden los papeles de Bárcenas, esos que publicó El Mundo, publicación que probablemente le costó el despido al deleznable Pedrojota. Allí aparecía en negro sobre amarillo: señor Rajoy, once años cobrando los sobres malva de la vergüenza. Y recuerden los sms enviados a Bárcenas: aguanta, Luis, tú no desfallezcas. Como para esperar que este señor haga algo contra la corrupción. Pero, bueno, en esta especie de ramalazo benévolo que me estoy permitiendo con este impresentable, hasta podría comprender esta actitud: en los tiempos de las vacas gordas, todos se estaban forrando a dos manos, era lo habitual, lo hacían todos sus amigos, así se financiaba el partido y es humano que este señor no quiera ir ahora de honrado y tirar de la manta, sobre todo, sabiendo que él sería uno de los primeros señalados.

Pero hay otras cosas que no se le pueden perdonar. Veamos. ¿Cómo es que su gobierno ha impulsado la Ley del Aborto de Gallardón, hasta que se ha dado cuenta de que podría volverse en su contra? ¿Qué se ahorraba económicamente con eso? ¿Qué poderes económicos externos le obligaban a patrocinar una iniciativa tan retrógrada? ¿Y qué nos ahorrábamos con las medidas educativas del señor Wert? ¿Realmente estaba obligado el gobierno a recuperar la religión como asignatura esencial porque, si no, acabaríamos como Grecia? ¿Y cuánto ahorro le ha supuesto al país reducir las becas o subir el IVA cultural hasta acogotar a sectores como el cine o el teatro? Estas historias son imperdonables. Hacemos el ridículo internacionalmente con ellas. Como con la ley que propicia los desahucios, una norma (por cierto aprobada en tiempos de Zapatero) que no tiene parangón en ningún otro país del primer mundo. O expulsando al juez Garzón, el que investigaba a los corruptos.

Y lo peor de todo es la política de comunicación. Que el señor Rajoy no explique nada de lo que proyecta o maquina. Que se comunique a través de una pantalla de plasma, algo a lo que no ha llegado ni el líder de Corea del Norte. Es una muestra de desprecio al ciudadano intolerable. No sé cómo no se le cae la barba de vergüenza. En realidad, este caballero no dice nada, porque nada tiene que decir. Por eso se queda quieto ante cualquier situación problemática. Cuando se espera que diga algo, el tío se va a ver un partido de fútbol. Eso sí, en cuanto hay una iniciativa un poco impresentable, se apresura a adherirse a ella con entusiasmo y la defiende con pasión. Desde el cambio constitucional perpetrado por el señor Zapatero hace cuatro años, hasta la no menos criticable traición a los emigrantes sirios de hace unos cuantos domingos. Su forma de actuar, ha sido perfectamente radiografiada en el artículo que pueden leer AQUÍ.

Ese es el señor Rajoy. Y dicen las encuestas que va a volver a ganar. Para haber actuado desde la presidencia del gobierno como lo ha hecho este señor, y encima presentarse otra vez, hay que tener muchos huevos. Supongo que eso es lo que ha querido reflejar el caricaturista que ha ideado la imagen que les dejo de cierre. Piénsenlo antes de votar a este señor. Cualquier otro de los candidatos es mejor, en mi opinión. Y además, hay un motivo adicional: si este señor sigue gobernando otros cuatro años, podemos dar por perdida a Cataluña. Hasta a mí me entrarían ganas de independizarme. Mañana me voy a mi tierra por un par de días. El miércoles he de estar en una notaría de Noya para firmar unos papeles. Ya les cuento a la vuelta.





jueves, 10 de diciembre de 2015

455. Las Hurdes y las lenguas vehiculares

Aquí me tienen, de regreso tras pasar el puente de la Constitución y la Inmaculada en la comarca de Las Hurdes, al norte de Cáceres. He estado cuatro noches alojado en el hotel El Castúo, en la localidad de Pinofranqueado, punto base de nuestras excursiones senderistas durante el puente. El castúo es precisamente el dialecto que se habla en esta región, en donde la gente se entiende con el viajero en castellano, pero con un potente acento de la tierra. En realidad, no deben ustedes pronunciar Las Hurdes, sino La Jurde’. Uno de los platos más celebrados de la zona es la ensalada jurdana, compuesta básicamente de limones dulces, naranjas y embutido local. Al embutido, le dicen aquí LA CHACINA, denominación colectiva que pronuncian con mucha energía y de manera que no deja lugar a matices. La chacina comprende salchichones, chorizos, morcillas y jamones, productos todos de la matanza. Otro plato típico son las patatas meneás, especie de puré ilustrado, bien cargado de pimentón y parecido a las revolconas de Ávila y Salamanca. No son tan indigestas como su equivalente manchego: el llamado atascaburras, manjar tan recrecido de ajo que ha de comerse apenas una muestra en un platillo de café, si no quiere uno tener ardores letales durante horas.

Por lo demás, el uso casi árabe de la hache aspirada produce diálogos como el del siguiente chiste: –Señora, ¿quiere usted pasar al hall? –Grasia’, toy mu bien aquí a la jombra. Esto del castúo es algo así como el bable en Asturias o el cheso de Aragón. Derivaciones locales del castellano, que se usan en familia y con los amigos. Cuando yo era niño en Galicia, todo el mundo usaba un gallego coloquial sin mayores pretensiones. Pero luego, cuando debíamos ir a la Audiencia, al Juzgado, o incluso al Banco, pasábamos de forma natural al castellano, que todos hablábamos. Nadie se tomaba el idioma como seña de identidad, sino como un medio de entenderse. Para seña de procedencia, bastaba con el acento cerrado. Cuando los chavales íbamos de excursión al campo y le entrábamos en gallego a los lugareños, era frecuente que nos contestaran en castellano, porque eran desconfiados y pensaban que les queríamos tomar el pelo. Luego vinieron los políticos con su murga y sacaron de ese ámbito limitado al gallego, igual que al catalán, y hasta el euskera, que no tiene nada que ver con el castellano.

Ya les he contado que mis sobrinos y sus amigos, cuando se les pregunta que cuál era la asignatura más difícil de su bachillerato, responden todos a una: el gallego. A mí me parece lamentable que el gallego sea más difícil que la Física o las Matemáticas, pero a eso es a lo que hemos llegado. Y en Cataluña, hasta intentan erradicar el castellano de la enseñanza, para convertirse poco a poco en una tierra monolingüe. Cuando hablas de este tema con un infectado por el virus del nacionalismo, rápidamente zanja la discusión con una frase lapidaria: en Cataluña, el catalán es LA LENGUA VEHICULAR. A partir de ahí, no hay más que hablar. Lo he escuchado también en mi tierra: en Galicia, el gallego es LA LENGUA VEHICULAR. Y punto. Esta expresión, que aparentemente no deja ya lugar a la réplica, no existía cuando yo era estudiante. Imagino que no figuraba ni en los diccionarios. Yo les confieso que sigo sin saber con exactitud qué significa. Me temo que muchos de los que la usan, tampoco, lo que no les impide emplearla con suficiencia sin fisuras.

Estas historias requieren también de una academia y una serie de expertos que se reúnen para elaborar una versión unificada, porque estas lenguas residuales suelen ser bastante poco homogéneas en su distribución por el territorio. Así surgen el euskera batúa, el gallego unificado y el catalán oficial. Luego, unas banderitas y ya está el lío montao, por decirlo en castúo. Ustedes seguro que lo ignoran (como yo, hasta este viaje), pero incluso hay un poeta local que escribía en castúo: el ínclito Luis Chamizo, de la primera mitad del siglo XX. Producía unos poemas interminables, con estrofas tan sorprendentes como esta:

Vusotros qu'atendéis a las lecturas
y séis tan sabijondos de las cencias
que quizás nus larguéis de carrerilla
y en romances jazañas extremeñas
que los nuestros ejaron sin contaglas
endispués de jaceglas.

Maravilloso ¿no creen? Menos mal que no han llegado por aquí los académicos del castúo y los politiquillos locales. Si no, ahora mismo los extremeños proclamarían que este curioso dialecto es LA LENGUA VEHICULAR de Extremadura, y lo pronunciarían con la misma rotundidad con que afirman que allí lo más típico es LA CHACINA.

Por lo demás, la tierra de Las Hurdes es un lugar que merece la pena visitar. Su miseria secular, debida al aislamiento, se rompió por primera vez en 1920, cuando empezaron a visitarla médicos como el doctor Marañón, preocupados por la existencia de una serie de endemias como la malaria o el tifus, aparte de la generalización del bocio, la pérdida de todos los dientes y otras dolencias. El analfabetismo y la falta de higiene eran también generalizados. El interés por esta comarca se extendió al rey Alfonso XIII, que acudió a visitarla en junio de 1922. Quedó tan impresionado que no tardó ni un mes en fundar el Real Patronato de Las Hurdes, institución benéfica que prodigó sus actividades hasta la llegada de la República. Entonces se reconvirtió en un organismo bastante similar, pero sin el apellido real. Buñuel filmó su famoso documental en 1932, lo que también contribuyó a terminar con el aislamiento de la comarca.

Una de las tardes pasadas en esta tierra, la dedicamos a visitar el pueblo de Granadilla, aldea medieval amurallada que tiene una historia curiosa. En 1960, dentro de la fiebre franquista de construir grandes embalses, se decidió la construcción del llamado Gabriel y Galán y se calculó que, entre otros, anegaría el pueblo de Granadilla. El Estado expropió todas las casas y facilitó el alojamiento en otros núcleos vecinos. Pero luego resultó que el nivel del agua nunca llegó a los muros de esta bonita aldea, erigida en un cerro en tiempos de la Reconquista. El pueblo continuó abandonado hasta 1980. En ese año de euforia democrática y celebración del fin de la dictadura, el nuevo Estado decidió catalogarlo como Conjunto Histórico-Artístico y se inició la reconstrucción.

Lo que pasa es que ya ningún vecino quiso volver. Así que se trata de un pueblo reconstruido y vacío, que se cierra por las noches. Por el día se puede visitar y merece la pena. Además de para el turismo, se utiliza para actividades lectivas de estudiantes que pasan allí unos días con sus profesores, dedicados a tareas de reconstrucción de la antigua aldea, dentro del Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, patrocinado por diversos ministerios. La propiedad del pueblo sigue siendo ostentada por la Confederación Hidrográfica del Tajo, que lo cede para estas actividades. Aquí pueden ver la puerta de entrada a este curioso conjunto.



Otro lugar a visitar es Hervás, donde se conserva el mayor barrio judío de España. Algunos otros pueblos de la zona mantienen las viejas construcciones de muros de pizarra y tejas centenarias. Se pueden ver muestras de este estilo en lugares como Ovejuela, Robledillo de Gata o Riomalo de Arriba. Y luego está El Gasco, que es como si dijéramos el culo del mundo. Allí se termina la carretera, que ya no sigue más adelante. Un corto camino permite visitar el Chorro de la Meancera, una cascada bastante vistosa. Aparcamos los coches en el pueblo y allí encontramos a una señora diminuta, creo que de unos 80 años, con su garrota, su pañuelo negro y una permanente sonrisa desdentada, con la que estuve, como de costumbre, un rato confraternizando. Me dijo que no entendía el empeño de los jóvenes en irse a la ciudad, si total la muerte te busca igual allí que en el pueblo y al final te acaba encontrando.

Entre esta y otras interesantes reflexiones, esta émula de Doña Rogelia me contó que ella había conocido épocas de mucha miseria y que todo había cambiado cuando llevaron hasta allí la carretera. Lo de la carretera se lo debían al señor Bragas-Ibarne, al que una delegación del pueblo había ido a ver para pedirle su construcción. ¿Y ese quién era, señora? ¡Hombre! El político ese tan conocido. ¿Y cómo dice usted que se llamaba? ¡Bragas-Ibarne! Ahora no me diga que no lo conoce. Sí, sí, claro que lo conozco. Pues ese señor sería lo que fuera, pero a nosotros nos cambió la vida y tenemos que reconocérselo. En fin, esa cautela (sería lo que fuera) demostraba que la señora sabía de qué hablaba. Únicamente se le trabucaban un poco los nombres, pero era lista como una ardilla y convencida como yo de que el mundo va hacia delante. Aprovéchenlo y no se quejen tanto.

viernes, 4 de diciembre de 2015

454. Que el ritmo no pare, no pare

Y ustedes que lo lean. Para que vean cómo les quiero, voy a escribir algo rápido, aunque esto me suponga salir una hora más tarde de viaje. En cuanto termine mi texto y lo suba cogeré el coche y saldré en dirección a Las Hurdes, en donde me pasaré este puente de la Inmaculada subiendo y bajando sierras con mi grupo senderista. Ya sé que algunos no me otorgan mucho crédito cuando digo que estoy cada vez más ocupado en el trabajo, pero es lo cierto. Y eso que ahora baja bastante el asunto de las visitas de delegaciones extranjeras, que no se reaviva hasta bien entrada la primavera. Yo me había organizado la vida para escribir en el blog en mis ratos libres de por la mañana y tener las tardes llenas de actividades de todo tipo. Pero ahora, las mañanas no me dan tregua y me resisto a cancelar algunas de mis locuras vespertinas.

Algunos me han dicho que les sorprendía el tono crispado de mi anterior post, pero es que es un tema que todavía me indigna. No me sorprende que los gobiernos europeos se hayan conjurado para solucionar el problema de los refugiados por el sistema de darles patadas en el culo, como la Petra Laszlo esa, a la que deberían de erigirle una estatua por anticiparse a su tiempo, coceando a unos cuantos. Tampoco me extraña mucho que esta mierda de prensa que tenemos se haga la loca sobre la reunión del domingo pasado y la incalificable infamia que en ella se decidió de forma colegiada. Lo que me cabrea es que la gente no diga nada, que se corra un tupido velo sobre el tema y nos dispongamos todos a celebrar la Navidad, con el champán de costumbre, más los langostinos, los villancicos, los matasuegras y las zambombas, zumba, zumba, zumba. Menuda mierda. He buscado en todos los medios, hasta los últimos rincones. Y, honradamente, aparte de mi post del otro día, sólo he encontrado una referencia: en los chistes del gran Forges, hay un humilde recuadrito en una esquina, que reza: “Pero no te olvides de los refugiados”. Algo es algo, aunque este señor estuvo más de un año con un mensaje similar sobre Haití, sin resultados apreciables en las conciencias de los lectores.

En cualquier caso, todo esto se ha producido a partir de la endiablada situación de Siria, un país que amo y que visité cuando estaba en paz. Es difícil explicar lo que ha pasado allí, la gente estaba bastante hasta los huevos de Assad y pensaron en sumarse a la primavera árabe, que finalmente sólo ha prosperado en Túnez y ya veremos lo que dura. Pero la problemática de este país es muy compleja y viene ya de antes. Les pongo un vídeo que explica muy bien esta problemática. Les recomiendo que lo vean con atención. Merece la pena.


Por lo demás, es cierto que no estoy de muy buen humor estos días y no sólo por la llegada de la Navidad. Algunas compañeras de trabajo muy queridas han sufrido desgracias tremendas en el anterior fin de semana y eso es algo terrible que siempre te deja el ánimo tocado. Desde aquí mis mejores deseos para ellas. No es este foro lugar para duelos y hemos de seguir adelante, el reloj del mundo no se para, pero lo cierto es que las perspectivas para estas fiestas en las que todo se detiene tres semanas, para dedicar el tiempo a sonreír estúpidamente, pues ya saben que no son mi período favorito del año, qué le vamos a hacer. Aún así, no he parado demasiado en los últimos días. Subí al FNAC para comprarme un móvil nuevo, aprovechando el Black Friday. Aún no he podido estrenarlo, porque estoy intentando salvar mis contactos y fotos del móvil viejo, algo complicado que requiere un tiempo que yo no tengo. Pero ya les adelanto que me he comprado un BQ, marca española, aunque monte sus aparatos en China. Hay que hacer patria. Y encima no usa coltán, el material por el que muere más gente en África y Latinoamérica.

El domingo continué la cosa comprándome una serie de libros, que obviamente aun no he leído pero que les recomiendo. De viaje por Europa, las crónicas de Gabriel García Márquez de cuando era corresponsal en París de El Espectador y tuvo que viajar a la Hungría recién aplastada por los soviéticos en 1956 y demás países de detrás del telón de acero. Imagino muy interesantes sus reflexiones. Era un extraordinario periodista y lo que cuenta es unos años anterior a la revolución en Cuba. Pequeño fracaso, de Gary Shteyngart, libro autobiográfico, que relata las vivencias de un niño de una familia de Leningrado que se traslada a Estados Unidos en virtud de un tratado Brézhnev-Carter y pasa de un mundo en blanco y negro a otro en technicolor, aunque no todo es finalmente maravilloso. Uno más: Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York, de Gail Parent. No les desvelo la trama para no estropeárselo.  

El lunes me sometí a un reconocimiento médico rutinario de los que me paga el Ayuntamiento cada dos años. Las cosas que se veían a primera vista estaban bien. El electro espectacular, etc. El resultado de las analíticas aún no lo tengo, toco madera. Por la tarde me fui a correr al Retiro para celebrarlo. Luego averigüé que no debía de haberlo hecho, porque el aire tenía una concentración de NO2 que desaconseja el deporte al aire libre. El martes fui en Metro al trabajo. Además de por la recomendación de la señora Carmena, porque desde ese día ya no tengo plaza de garaje en el trabajo. Resulta que, con los del PP, las plazas se daban a los jefes, hasta el nivel 28 (el que yo tengo), a modo de derecho de pernada. Las que sobraban, se sorteaban. Los de Ahora Madrid han decidido que ahora se sortearán todas, desde la del Concejal a la del último ordenanza. Me parece muy bien, el otro sistema era muy injusto. Lo que pasa es que se ha sorteado y a mí no me ha tocado.

El miércoles era el día que había elegido para nadar. Así que probé un sistema nuevo: fui con el coche, aparqué en el polideportivo, donde hay plazas de sobra, y caminé hasta la oficina, por la pasarela que cruza sobre las vías del tren y la M-40. Diez minutos. Así que no me puedo quejar. Al salir caminé otros diez minutos, me hice mis 30 largos, me duché y cogí el coche para ir a mi casa, descansar un poco y marcharme a mi taller de conversación inglesa, donde estuve hasta cerca de las 23.30. El jueves me pasé la tarde planchándole camisas a mi hijo, porque la señora que viene a mi casa a limpiar y planchar está de baja. Y a las 20.30 salí a cenar con mis hermanos y sobrinos, al mismo restaurante indio de la semana pasada, porque debíamos concretar determinados puntos de un asunto que nos traemos entre manos y que no les voy a contar, porque no me da la gana. Tras los gin-tonics de rigor, acabamos a las doce de la noche, y luego me fui andando a casa para bajar la cena. Así que me dirán ustedes: ¿cuándo coño escribo yo en el blog?

Me voy a Extremadura. Pásenlo bien. Seguimos a la vuelta.  
  

miércoles, 2 de diciembre de 2015

453. Todos somos Petra Laszlo

Seguro que ya ni se acuerdan de ese nombre. Les refresco la memoria. Petra Laszlo es la reportera húngara que subió al estrellato cuando un compañero de profesión la filmó dando coces y poniendo alevosas zancadillas a los refugiados sirios que corrían intentando entrar en su país. Tal vez recuerden que esta señorita fue despedida de su trabajo a raíz del incidente, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Y, por cierto, uno de los coceados sigue trabajando (supongo) como ayudante del entrenador del Getafe F.C. gracias a la mediación del Ser Superior, que vio en este asunto (supongo) una forma de vender más camisetas all over the world. De todo ello se habló en el Post #429, “Los que la cagan”, allá por el mes de septiembre.

Eran tiempo de buenismo, de que vengan todos, que aquí los acogemos. Cuando yo estuve en Hamburgo, un mes después, la ciudad se preparaba a recibir a 18.000 refugiados, del total de 800.000 que alojarían en toda Alemania. Incluso pude ver desde el coche los campamentos en donde ya se cobijaban los primeros, en unas jaimas de buen tamaño ordenadas en apretadas formaciones en suelos libres de propiedad municipal. De acuerdo con las instrucciones federales, la ciudad-estado de Hamburgo daría a sus refugiados alojamiento y comida hasta que pudieran ganarse el pan por sí mismos, con un máximo de un año.

Al señor Mathias Kock, con quien me entrevisté, aquello no le hacía demasiada gracia (por cierto, aprovecho para rectificar su cargo: no era el ministro, sino el subsecretario de Urbanismo y Vivienda, lo he comprobado después, cuando he vuelto a conectar con él). Decía que no sabía de dónde debían detraer recursos para esa tarea. Le irritaba el hecho de que, siendo ellos del SPD, debían cargar con una directiva de la señora Merkel, acreditada derechista a la que su propio partido no apoyaba en esta deriva humanitaria. La señora Merkel, como todos nosotros, estaba todavía horrorizada por la magnitud de la avalancha y tenía, como todos nosotros, pesadillas en las que se le aparecía el niño ahogado en una playa turca.

Por nuestra tierra corrieron vientos de admiración por la valentía de Merkel, enfrentada a las reticencias de su propio partido, especialmente en Baviera. Más al norte y al este, en la Sajonia que visité en junio, los movimientos neonazis, como Pegida, hacían manifestaciones de forma cotidiana contra la acogida de refugiados y comenzaban a perpetrar otras acciones más violentas, como agresiones a ciudadanos de aspecto turco, o quema de edificios que se presumía serían habilitados como albergues. Todo eso resistía la señora Merkel, en quien algunos malpensados imaginaban intenciones menos nobles, ligadas a la baja natalidad germana y la necesidad de contar con gente dispuesta a asumir los oficios más duros y menos valorados en la clasista sociedad alemana.

En este blog nos reímos de los eslovacos que dijeron que ellos no acogían a nadie, porque no tenían mezquitas. Cuando la señora Merkel se dirigía a los países de la Unión, reunidos en alguna de sus cumbres, para preguntar que quién se apuntaba a la tarea de realojar a los que escapaban de la guerra y el horror, todos se ponían de canto, agachaban la cabeza y se rascaban la coronilla para disimular. Entonces pensábamos: claro, estos son gobernantes de derechas, son la casta, los corruptos, los lacayos del poder económico. Pero nosotros, el pueblo, somos solidarios y daremos cobijo a nuestros hermanos sirios. Como símbolo de ese sentimiento, el equipo de la señora Carmena desplegó una hermosa pancarta en el edificio de Cibeles, que rezaba: Welcome refugees.

Pero esos refugiados no llegaron nunca. Y me temo que ya no vengan. Porque todo ese espíritu solidario se ha ido a la mierda. ¿Qué ha pasado para un cambio tan radical? Pues ha pasado que unos malnacidos han matado en París a cerca de 150 personas que se divertían viendo un concierto o tomando una copa en una terraza. Y eso lo ha trastocado todo. Los neonazis y la señora Le Pene (es el corrector del Word el que me añade la e final, se lo juro) se apresuraron a manipular el asunto, diciendo que claro, que acogiendo a tanta gente era normal que entre ellos se nos colaran los yihadistas. Eso no se lo creyó nadie, todos sabemos que los autores de los crímenes de París eran desclasados de las banlieues, nacidos en Francia, y que los  que vienen huyen precisamente de la guerra y de la barbarie del Isis, que te rebana el pescuezo por cualquier minucia o hasta por capricho. Pero, a partir de ahí, las cosas han tomado una deriva irreversible y la señora Merkel ha tirado la toalla.

Lo cierto es que esta Europa está en crisis, en primer lugar económica, a la que no se le ve la salida. Por el contrario, la recuperación sigue brillando por su ausencia. También estamos en crisis de identidad, lastrados por una burocracia excesiva e ineficiente, además del hecho de que somos demasiados países los que nos hemos integrado en la Unión, dificultando enormemente la toma de decisiones. Y, si además nos tenemos que defender de los yihadistas campando por nuestro territorio, pues estamos cojonudos. Como para encima dedicarnos a acoger refugiados. Ese es el verdadero origen del giro que ha dado la situación y que ha cristalizado en el vergonzante acuerdo con Turquía. Tal vez ustedes no se hayan enterado bien, o no hayan valorado la magnitud de la traición que se ha cometido este domingo con los refugiados sirios. AQUÍ pueden leer la noticia y ver la foto de la vergüenza, con todos los jefes de Estado posando.

Como lo oyen. Le hemos dado 3.000 millones de euros a tocateja a Turquía, a cambio de que detenga allí a los sirios que huyen del infierno. Ya no queremos que vengan. Hay que joderse, cuánta hipocresía. Como los sirios escapan en su mayoría por la frontera turca, se paga a los turcos para que los retengan allí. Y además, a partir de ahora, a los que consigan llegar a Europa (no sé por dónde) se les someterá a un duro escrutinio para decidir si son refugiados políticos o económicos. En el segundo caso, se les factura de vuelta a Turquía. Así que de los 800.000 que iban a acoger en Alemania (la cifra llegó a subir al millón), nos vamos a quedar casi en cero. Apenas los que hayan  tenido la suerte de llegar antes del bloqueo y pillar algún empleo, como el ayudante de entrenador del Getafe (se le apareció la Virgen de Fátima el día que Petra Laszlo le dio una coz). Al resto, rápidamente los mandarán de vuelta, con el pretexto de que les falta una póliza.

Ellos que se las prometían felices en una Europa acogedora y solidaria. Su destino será ahora muy distinto. Su destino será hacinarse en campos turcos de refugiados en la misma frontera con Siria. Con sus penurias aliviadas por voluntarios de las ONGs. Como los palestinos en Líbano. Porque no duden que Turquía se va a gastar los 3.000 millones en otras cosas, como reforzar su defensa para poder provocar a los rusos. Lo ha dicho muy claro Rajoy al salir de la cumbre: que los problemas se resuelvan allí donde tienen lugar. Raro que no haya dicho: al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. ¿Y nosotros, el pueblo, qué hemos hecho? Nada. Ni una sola manifestación. Nosotros a jalear el no a la guerra y la marcha del clima. El País, se ha permitido incluso sacar un editorial vomitivo alabando el acuerdo, centrado en lo bueno que es atraer a Turquía a la Unión Europea, como forma de desactivar el islamismo radical. Ni una palabra sobre la infame mirada a otra parte, frente a la falta de derechos en Turquía y la creciente islamización de su régimen. Y, por supuesto, ni mención a los refugiados.

Este es el mundo que tenemos. Una mierda de mundo. En Europa estamos emulando a los eslovacos. Mirando hacia dentro y enterrando la cabeza en el suelo, como el avestruz. Y luego nos sorprendemos de los atentados. Anteayer en EL DEBATE, organizado a mayor gloria de El País, no hubo ni una sola mención a la vergüenza del domingo. Estupendo. ¿Y dónde están las voces críticas? ¿Qué dice eldiario.es? ¿Qué opina de esto Soledad Gallego Díaz o Maruja Torres? No se oye una sola voz en contra de este escándalo. Ya todos los europeos somos Petra Laszlo. Hemos echado a los refugiados a patadas. Esa señora debería recuperar su puesto de reportera, porque fue una pionera de la insolidaridad europea (en realidad, puede que ya la hayan contratado de nuevo, no me extrañaría lo más mínimo). Disculpen mi tono, tan diferente del habitual. Es que estoy indignado. Me indigna la infamia de los gobiernos europeos, el silencio cómplice de la prensa y la pasividad del personal, que hace como que no se entera. Váyanse todos a la mierda.