martes, 18 de diciembre de 2012

61. La mala suerte de los negros cool II

Hoy les voy a obsequiar con otra entrada relacionada con el mundo del rock, llena de videos de Youtube, a la manera de las que hacía el perrito Casper Yorke, que visitó mi Blog en la entrada 9, repitió en la 10 y luego desapareció. Echo de menos a este colega bloguero, que reforzaba su anonimato detrás de una doble capa protectora: es obvio que los perros no manejan el ordenador (por ahora) pero, además, en su perfil dice que su amo se llama Leopoldo y yo no conozco a ningún Leopoldo. 

Bueno, conocer, conozco a dos, así de memoria. Uno es Leopoldo Arnaiz, genuino representante del “oe, oe, oe, lo llaman urbanismo y no lo es” (ver entrada 12). Y el otro, Leopoldo María Panero, con quien compartí algunas noches de copas por los bares de la Corredera Baja antes de que su mente emigrara a los terrenos de la locura, donde flota desde hace lustros, lo que no le impide hacer una poesía extraordinaria (les recomiendo, por ejemplo, Danza de la Muerte, poemario editado por Ígitur-poesía en 2004).

Siguiendo con el tema de los negros cool con mala suerte, hoy les traigo en primer lugar la figura de Otis Redding, un cantante que distaba mucho de ajustarse al adjetivo cool, pero que sin embargo es autor de una de las baladas más extraordinarias de todos los tiempos: Sitting on the dock of the bay . Redding murió a los 26 años y, como suele suceder, todo el mundo dice ahora que era una buena persona, solidaria, preocupada por los demás, etcétera. Sin embargo, Diego A. Manrique, el tipo que sabe más cotilleos en torno al mundillo de rock, da una versión algo diferente.

Según Manrique, Redding era un sureño rudo y enérgico que, por más que lo intentaba, no salía del reducido marco de las listas de música para negros. Pero era un buen compositor que se veía capaz de igualar los éxitos de Sam Cooke. Sólo debía rebajar de furia su forma de cantar sus composiciones menos rítmicas. En 1967 se encerró en una boat-house en San Francisco, estudió con atención los últimos discos de los Beatles, y compuso la canción de que les hablo. Pero no pudo disfrutar de su éxito mundial: un mes antes de su publicación se mató en un accidente de avioneta. Diego A. Manrique lo relata en el siguiente link, y yo no me veo capaz de contarlo mejor. Detrás va la canción. http://elpais.com/diario/2007/12/10/cultura/1197241204_850215.html
                                         

Otro negro amante de la música suave, admirador confeso de Sam Cooke y autor de grandes canciones: el gran Marvin Gaye. Su vida estuvo también marcada por la tragedia. Hijo de un predicador (como Cooke y Redding) se especializó en cantar a dúo con jóvenes compañeras, pero su preferida, Tammy Terrel, no llegó a cumplir los 30, fulminada por un tumor cerebral que se manifestó por primera vez en una actuación con Marvin, en la que se desmayó. Corría el año 1970. Aquí una de mis canciones favoritas de la pareja: I heard it trough the grapevine. Esta hermosa expresión, que se traduciría literalmente por “lo escuché a través de la parra”, es la forma en que los americanos dicen “me lo dijo un pajarito”.

Marvin Gaye fue una persona siempre conflictiva, con problemas de personalidad y dado al consumo masivo de drogas, especialmente cocaína. Eso hizo que su carrera fuera discontinua, con ausencias prolongadas y reapariciones exitosas que no se consolidaban. Su disco What’s going on, de comienzos de los setenta es muy bueno, plagado de letras de denuncia sobre Vietnam y otros asuntos de actualidad. Marvin ganó mucho dinero, pero no era feliz. En los 80 se marchó a Bélgica, donde se compró una casa y se recluyó a desintoxicarse. La tranquilidad le hizo componer otra serie de canciones muy bellas, entre las que destaca Sexual healing, que les pongo a continuación.


La canción fue un bombazo, pero el éxito fue su perdición: se vio obligado a hacer una gira por Estados Unidos y recayó en la coca. Sus paranoias se agudizaron y empezó a llevar chalecos antibalas. Al final de la gira se retiró a Los Ángeles, a la casa de sus padres, que él mismo les había comprado. Pero se encontró que sus progenitores estaban de bronca permanente, y la situación se hizo insostenible. Gaye tomó partido por su madre y acabó varias veces a bofetadas con su padre. La víspera de su 45 cumpleaños, el anciano predicador agarró una pistola y lo mató de dos disparos. Cuando lo detuvieron mostró cardenales por todo el cuerpo. Fue condenado, pero le dieron la libertad condicional en atención a su edad.

El siguiente de mi lista es Michael Jackson, el más grande, de cuya vida y milagros les supongo suficientemente informados, pero no puedo dejar de incluirlo en esta entrada. Jacko consiguió el éxito universal que tanto habían buscado sus predecesores, pero no supo digerirlo adecuadamente y se le fue la olla en su afán por convertirse en blanco. Era un gran músico, un gran bailarín y un gran coreógrafo, pero estaba loco. Su faceta de compositor de baladas, es menos conocida, pero aquí tienen una.

Y termino con el menos conocido: Curtis Mayfield, un hombre que logró subirse a la marea del soul en los setenta, y desde su Chicago natal revolucionó la música negra poniendo los cimientos de la tendencia más melodica del nuevo soul, antes de la explosión del rap. En 1990, en medio de una de sus actuaciones, se le cayó encima una torre de altavoces. Se quedó tetrapléjico y malvivió aun otros nueve años en permanente deterioro físico, subsistiendo del dinero que se recaudaba en los numerosos homenajes que se le hacían. Aquí tienen un pequeño homenaje.

Tristes historias todas. La de Sam Cooke es la más sugerente, la que más se presta a una recreación literaria, como la que les hice en la entrada nº 49. Estas otras tienen menos posibilidades narrativas. La desgracia no es divertida. Todos estos artistas acabaron mal. Pero siempre quedará su música, que les ha hecho eternos. Ellos fueron la avanzadilla, los que dieron el impulso que hizo que los actuales músicos negros puedan desarrollar su talento en igualdad de condiciones con los blancos, de modo que sus vidas sean más tranquilas y menos crispadas. Pagaron por ello el más alto de los precios.

2 comentarios:

  1. Por no meter a Hendrix.
    Te puedo aclarar quien se esconde tras Casper Yorke y es nada mas ni nada menos que nuestro buen amigo Benito. jajajajajaja....

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