miércoles, 29 de agosto de 2018

767. Cajón de sastre

De sastre, que no desastre, aunque hablaremos de pasada de unos cuantos desastres. La última noticia que nos ha llegado sobre Clarence Seedorf es que acaba de ser contratado como seleccionador de fútbol del Camerún, aventura a la que se lleva como ayudante al gran Patrick Kluivert. Mi más sincera enhorabuena. Ambos son negros así que no resultarán muy llamativos en ese misterioso país africano, y perdón por el chiste (ligeramente) racista. Seedorf llegó el año pasado al Deportivo de la Coruña envuelto en una nube de glamour, y como tal fue saludado en el blog, bajo la idea de que los coruñeses somos gente con un punto dandy y que era el entrenador ideal para nosotros. Al Dépor le quedaban por entonces 16 partidos hasta el final de la Liga de Primera División. Muy pronto se aclimató al lugar, se integró en la vida coruñesa y se volvió un adicto a los percebes, los camarones y el caldo gallego. El problema era que no ganaba apenas partidos y que el equipo terminó en el hoyo de la Segunda División, en el que está en estos momentos.

Seedorf no pudo hacer lo que ahora se ha hecho: una limpia drástica de vestuario, echando a la mayor parte de los jugadores. Este año, el club no es que haya hecho una limpia, es que ha perpetrado una verdadera escabechina. No ha quedado ni el apuntador. Por ahora no nos va mal, aunque es muy deprimente llegar al fin de semana y ver al equipo enfrentarse al Reus, al Nástic o al Extremadura. En estas condiciones, la Liga de Primera División no tiene para mí otra expectativa que ver si pierde el Barcelona, la única alegría potencial que me puede dar la competición este año (lo siento, pero esto del PRRRU-sés no es gratis y tiene sus facturas). Hombre, también me llevo alegrías cuando pierde Mourinho y se habla ya de que lo echen de su club actual, el Manchester United. Ya saben que mi sueño es ver a ese siniestro sujeto entrenando al Río Ave, o al Gil Vicente Futebol Clube, por citar a dos equipos de la parte baja de la Liga de su tierra.

Pero volvamos a Seedorf. Su trabajo al frente del Dépor fue un completo desastre, pero la gente lo quería mucho porque es un tipo con clase, aunque finalmente el club lo despidió. Y este verano se lo ha pasado en el paro, sin saber si alguien le contrataría después. Un día colgó en su perfil de Instagram una foto suya entrenándose en la playa, bajo la atenta mirada de un niño, imagen que les pongo abajo y que dejó estupefacto a todo el mundo del fútbol. Porque Seedorf lleva años retirado como futbolista y tiene exactamente 42 años. Y, sin embargo, mantiene una forma física envidiable, como se ve.

La foto iba acompañada de un mensaje que me gusta. Se lo pongo en inglés para que practiquen un poco y abajo les obsequio con una de mis traducciones conceptuales, no literales.


Dice Clarence: Esta es la época del año en que los jugadores entrenan duro y se preparan para mantenerse a un alto nivel durante la temporada. Que yo ya no esté en activo, no es excusa para saltarme el entrenamiento e, incluso aunque a veces me resulte difícil encontrar la motivación, yo nunca dejo de practicar deporte para mantener mi bienestar y mi tono, tanto físico, como mental. En fin, qué quieren que les diga, Seedorf es otro de mis ídolos y ya ven que no les engaño cuando les digo que, si uno quiere hacer deporte, ha de empezar a entrenar en verano. Por mi parte, este año como los anteriores, he empezado la temporada a mitad de agosto y ya estoy completando mi tercera semana de entrenamiento (no al nivel de Seedorf, por supuesto). Y, por primera vez en mi vida, estoy saliendo a correr antes de ir al trabajo, porque es la única hora fresca del día. Salgo tres veces por semana: martes, jueves y sábado.

La verdad es que, además del calor sofocante de las tardes, saben ustedes que no duermo mucho, así que me encontraba con que a las 6 ya estaba despierto y me pasaba una hora dando vueltas en la cama o leyendo. Y luego al anochecer tenía que sufrir un calor enorme para salir a correr. Y un día me vino a la cabeza la idea de entrenar de madrugada y solucionar los dos temas a la vez. Algo así como el huevo de Colón. Los sábados no tengo que madrugar tanto, pero los martes y jueves me levanto a las 6.00 y estoy abajo corriendo a las 6.35. Necesito ese lapsus para terminar de despejarme, desentumecer músculos, vestirme, calzarme y beberme algo más de medio litro de agua de la nevera. Salgo, caliento, hago estiramientos, completo los 5 kilómetros del circuito del Retiro, subo a casa, hago un rato de pesas, me ducho, desayuno y bajo a coger el coche al trabajo. Eso es lo que hice, por ejemplo, ayer y repetiré mañana.

A las 6.35 es noche cerrada y las sensaciones son espectaculares. Hay bastante gente entrenando (no tanta como a otras horas), no hay peatones ni ciclistas, hace fresquito y se atraviesan tramos prácticamente a ciegas, en completa oscuridad. Hay muchas mujeres corredoras, solas, en parejas o con un compañero. Algunas van vestidas de cualquier manera, pero otras salen como un cromo: top mínimo, ombligo al aire con piercing, pantaloncitos ajustados, tatuajes diversos, medidores de pasos, ritmo y pulso en el brazo, cinta de colores sujetando el pelo, auriculares para ir escuchando música. Es un estereotipo, pero he visto a varias en estos días y no deja de ser significativo que, en mi ciudad, una mujer pueda salir en plena noche de esa guisa, a correr sola por un parque, sin miedo a que la asalten o la molesten. Por desgracia, no es algo muy frecuente en la mayoría de los países del globo terráqueo. Pero esta es la sociedad que hemos construido entre todos, bajo la tutela del Estado democrático español, ese que Puch Dem-un compara con Kazajistan. Me viene a la memoria lo que dijo El Roto en la entrevista a la que les puse un enlace no hace mucho. Que la primera vez que vio a Puch Dem-un creyó ver el rostro de un payaso. Realmente, esta pareja tiene algo de Pompoff y Thedy.


Los catalanes se siguen empeñando en que consideremos una especie de epopeya sus minúsculos incidentes de la guerra de los lazos amarillos, pero en el mundo están sucediendo cosas verdaderamente importantes a las que hay que prestar atención. No es la menor de ellas la devaluación del bolívar en Venezuela, decretada por Maduro y consistente en quitarle ¡cinco ceros! a su valor nominal. ¿Se imaginan ustedes tener, un suponer, 100.000 euros ahorrados en un fondo de inversión y que, de un día para otro, sus ahorros se reduzcan a 1 euro? Es algo que no había sucedido ni en Zimbabwe. En otro orden de cosas, en noviembre habrá elecciones en USA para formar el nuevo Congreso y el nuevo Senado. Una victoria de los Demócratas que les dejara la mayoría en ambas cámaras, podría sentar las bases de un impeachment contra el presidente. Trump se lo está ganando a pulso. Pero no descarten que vuelvan a ganar los republicanos. Hay mucha gente en USA, especialmente en el interior profundo, que están encantados con este señor, otro que se ganaría la vida sin problemas trabajando de payaso. Vean si no estas imágenes del fffucking Trump.



Pero esto es sólo una parte de la actualidad. La economía mundial sigue sin levantar cabeza y parece ya claro que los tiempos de bonanza, que algunos hemos vivido prácticamente a lo largo de todas nuestras vidas, no van a volver. En España tenemos un grave problema con el sistema de pensiones; si no se toman medidas, vamos a ir a un pinchazo dramático de la burbuja. Por eso Bruselas le ha regañado al Gobierno (aún el de Rajoy) por acordar con el PNV el aplazamiento de la entrada en vigor del factor de sostenibilidad. A mí me vino bien, a nivel individual, pero el sistema ha de revisarse, si no queremos que termine en un desastre total. Es una más de las certezas de nuestro viejo mundo que se están yendo al carajo. Ya no se puede confiar ni siquiera en ir circulando por la carretera sin que el firme se venga abajo. Que se empiecen a caer los puentes, como el de Génova, es algo muy serio. Esto sí que ha sido un absoluto desastre. Puentes como ese son una reminiscencia de unos tiempos en que el hombre se creyó capaz de dominarlo todo, hasta la orografía endiablada del norte de Italia. Aquí tienen la portada del Corriere della Sera, donde se anunciaba la inauguración del puente ahora siniestrado, con un titular significativo: Génova resuelve el problema del tráfico.


En este contexto cambiante y amenazado desde distintos frentes, yo sigo mi vida como si nada. Ya tengo una móvil nuevecita, de la marca Huawei, que va como Dios. Incluso tiene un sistema de reconocimiento facial que me evita tener que andar con fastidiosas contraseñas para abrirlo. Para activar el sistema, tuve que poner la pantalla a unos centímetros de mi cara y mirarlo con seriedad (no vale reírse). Unos segundos después me informó de que ya había registrado mis rasgos fisonómicos (el careto, en cristiano). La cosa sólo tiene dos inconvenientes. El primero, del que se me advirtió, la remota posibilidad de que me robe el aparato un sujeto que se parezca mucho a mí, algo improbable pero no imposible. La segunda es que con poca luz se confunde y no me reconoce. Por ejemplo, cuando me levanto a las 6.00 para salir a entrenar, abro el teléfono, pongo la jeta delante de la pantalla y, con aire desconfiado, el aparato me espeta: ¿Quién es usted, caballero? Imagino que, en caso de que Seedorf tenga un Huawei, con lo negro que es, el aparato se haga de vez en cuando la picha un lío. Hala, ya lo dejo, que este post es un verdadero desastre.

viernes, 24 de agosto de 2018

766. Ahí va el vecindario (una lección de rock)

Volvamos por un día al rock, que lo tenemos un poco abandonado últimamente. Ninguno de mis lectores duda ya de mi fascinación por Sheryl Crow, una artista superlativa que tras 30 años de carrera, vuelve a estar en la ola buena, tanto personal como musical, feliz con su vida y dando conciertos por todo Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia, su hábitat natural, del que no ha salido casi nunca, aunque me dicen que tocó una vez en España, en un festival rural en Lleida, y parece que no le quedaron muchas ganas de volver. Esta mujer es un verdadero icono del rock, un universo que, por si alguien tiene alguna duda al respecto, no tiene nada que ver con el del pop. Por ejemplo, estos días han celebrado los 60 años de Madonna, según todo el mundo, una eminencia del pop. A mí no me pregunten por títulos de canciones de Madonna, no me sé ninguno. Como ya saben los seguidores de este blog, lo mío es el rock y el rock es otra cosa.

He de confesarles que por un pelo me perdí de ver a esta mujer en directo. Sheryl Crow tocó en Los Ángeles el 1 de junio y yo llegué a la ciudad al día siguiente. Pero ni me lo pude plantear; el día 1 yo debía estar en mi trabajo para hacer recuento de las propuestas de la primera fase de Reinventing Cities, cuyo plazo de presentación terminaba el día anterior. Ya fue todo un encaje de bolillos insertar dos semanas de vacaciones en mi nueva vorágine de trabajo para poder hacer el viaje soñado a San Francisco y LA. Ahora bien, si ustedes me preguntan qué disco de Sheryl se compran, les diría que ninguno. Tal vez el último, Be myself, de 2017. Los discos de estudio de Sheryl son demasiado redondos, relamiditos, elaborados. Ella nunca ha renegado de sus orígenes country y tiene un sector de mercado al que cuida. A mí lo que me fascina es su directo, esta mujer es un animal escénico que se entrega, que apabulla, que toca todos los instrumentos, que da todo lo que tiene y no se cansa nunca. No obstante, en casi todos sus discos de estudio hay al menos una o dos canciones fabulosas, que luego mejora en sus conciertos. De esta forma se ha llevado ya nueve Grammys, por distintos conceptos. Y nueve Grammys no es poca cosa.

Como hay muchos de mis lectores que dicen: –Oye, es que yo no sé nada de rock, pues hoy voy a sacar mi vena didáctica y vamos a hacer una especie de análisis sintáctico-musical de una de las grandes canciones históricas de Sheryl. Un lección de rock and roll de gratis para todos ustedes, mis queridos seguidores. Hablo de There goes the neighborhood, que en una traducción literal sería Ahí va el vecindario, aunque a mí casi me gusta más Ahí va la peña, o Ahí va el personal. Esta canción, que se utilizó para la banda sonora de la serie de televisión One tree hill, tiene su historia. Sheryl vivía por entonces en un apartamento en una de las zonas de marcha de Los Ángeles, y cada noche se montaba un escándalo considerable en la calle, bajo su ventana, en un barrio al que toda la gente joven venía al lío, a ver lo que pillaba. Algo así como las calles Almansa y Topete de Madrid (que se lo pregunten a mi amigo Mariano). Y Sheryl escribió una canción inspirándose en ese mogollón nocturno cotidiano. He buscado un archivo de Youtube en el que la canción suena tal como lo hacía en One tree hill, sobre una imagen fija de los actores de la serie. Para que no se distraigan con las imágenes. Suban el volumen al máximo, pónganla a sonar y van siguiendo lo que yo les explico abajo.


Arranca la canción con unos segundos de bullicio callejero, en donde se escucha a los músicos hablar entre ellos y probar algunas notas. En medio de ese caos, sin avisar, irrumpe majestuosa una base rítmica poderosa, imparable, brutal (batería y percusión). Este fondo sonoro prepara la entrada de Sheryl, un par de compases más tarde, arropada por una guitarra totalmente stone, que podría firmar el mismísimo Keith Richards. Aquí la letra de la primera estrofa (Sheryl escribe la letra de todas sus composiciones), con una de mis traducciones más o menos libres.

Hey let's party                                         ¡Ea! Vámonos de juerga
Let's get down                                              Vamos abajo
Let's turn the radio on                                   Pongamos la radio
This is the meltdown                                     Esto es la debacle
Get out the camera                                       Saca la cámara
Take a picture                                               Toma una foto
The drag queens and the freaks                   Las drag queens y los frikis
Are all out on the town                                  Están todos fuera en la ciudad
And cowboy Jane's in bed                            Y el cowboy de Jane, en la cama
Nursing a swollen head                                Cuidando una resaca importante


Entonces entra el estribillo: brillante, sostenido, hipnótico, apoyado ya por el bajo, los coros y la banda al completo, que dice:

Sunshine Sally and Peter Ustinov                 A Sunshine Sally y Peter Ustinov
Don't like the scene any how                          No les gusta la escena para nada
I dropped acid on a Saturday night                 Dejé el ácido este sábado noche
Just to see what the fuss was about               Para ver de qué iba ese mogollón
Now there goes the neighborhood                  Y ahora: ahí va el vecindario


¡Alto! ¡Alto! Vuelvan arriba y denle un momentito a pausa para hacer una pequeña digresión. Lo que hemos escuchado de la letra, no sé a ustedes, pero a mí me va pareciendo cojonudo. Comprendo que pueda haber gente a la que no le guste, pero a mí me parece que la prosa de Sheryl es poética, irónica, muy suelta y de innegables influencias dylanianas. Les guste o no, estaremos todos de acuerdo en una cosa: esta no es la letra que se podría esperar de una rubia muy guapa que viene del country. Me refiero a todo ese rollo del amor, el desamor, el abandono, etc. No tengo ni puta idea de quiénes son Sunshine Sally y Peter Ustinov. Pero no es difícil imaginar que se trata de los motes que Sheryl les ha puesto a los típicos vecinos coñazo que se quejan todo el rato del ruido de la calle, en plan Javier Marías (él, indudablemente, con una barba negra cerrada). Tampoco sé quién es Jane, pero no me cuesta mucho pensar en una chica fogosa al otro lado de la pared, que deja a sus amantes agotados y con resaca. Bueno, ahora por favor vuelvan arriba y pongan la canción desde el principio, y así vamos repasando conceptos. El estribillo ha sonado una sola vez y, ya sin transición, da pie a la segunda estrofa:

The photo chick made to look sickly                    La chica de la foto, arreglada para parecer 
                                                                               enferma

Is standing in her panties in the shower                 Está en pantys en la ducha
She plays the guitar in the bathroom                      Ella toca la guitarra en el baño
While the police dust her mother's plastic flowers  Mientras la poli le quita el polvo a las flores 
                                                                                de plástico de su madre
And Schoolboy John's in jail                               Y el chico de John está en la carcel
Making a killing through the U.S. mail                    Organizando un asesinato por correo


Bien, aquí entra por segunda vez el estribillo, con la banda a todo trapo, un estribillo que ahora se duplica y se alarga, reforzado por un saxo de prestigio, al más puro estilo Stones, que le da a la canción un empaque ya definitivamente rollingstoniano (Keith Richards es un gran amigo de Sheryl, algo en lo que imagino que incide su faceta de viejo verde, aunque no me cabe duda de que la respeta mucho como rockera). En un momento dado, la canción se da un pequeño respiro. Son dos compases de descanso sostenidos por el bajo y la segunda guitarra. Pero enseguida irrumpe de nuevo la guitarra stone, que esta vez se adelanta, para poner en suerte a Sheryl ante su tercera estrofa:

This is the movie of the screenplay                   Esta es la película del guión
Of the book about a girl who meets a junkie.      Del libro de una chica que encuentra a un yonky 

The messenger gets shot down                          Al mensajero lo han matado a tiros
Just for carrying the message to a flunkie           Sólo por llevarle el mensaje a un flunkie (ratero)
We can't be certain who the villans are               No podemos saber quién es el malo
'cuz everyone's so pretty                                 Porque todos son tan guapos…
But the afterparty's sure to be a wing-ding          Pero el afterparty, seguro que es otro mogollon
As it moves into your city                                    que se va hacia tu ciudad

Y vuelta al estribillo con Sunshine Sally, Peter Ustinov y toda la peña en marcha, en medio de la noche urbana. La tercera toma del estribillo se estira debidamente, pero Sheryl aún nos tiene reservada una sorpresa final, bastante habitual en sus canciones. Cuando la banda al completo alcanza un clímax, todo el mundo para de tocar, excepto el saxo, que se niega a pararse y se queda solo en la noche. Un saxo arrebatado y expresivo, que abandona las resonancias stonianas para acercarse a registros más cercanos al mundo de Springsteen, que poquito a poco se va alejando, arropado por la sección rítmica, en pos de ese vecindario que se marcha caminando rítmicamente por las calles del centro, a la luz de las farolas y los neones, en busca de algún afterparty divertido hasta la madrugada.

En fin, ahora no me digan que no entienden de rock. Veamos: si en este momento viniera alguien a tomarles la lección y les preguntara por la diferencia entre rock y pop, ¿sabrían qué contestar? Tal vez conviene reforzar algunos conceptos. Pop es lo que hace Madonna. Un personaje que sale en el Hola y en las telebasuras correspondientes. Que tiene un ejército de colaboradores a su alrededor que le componen las canciones, que le hacen los arreglos, que le montan una banda con músicos de estudio (soldados de fortuna de la música), para que ella se aprenda la letra, salga al escenario y se limite a cantar y a contorsionarse (en ocasiones hasta con playback). Para mí eso no es arte, sino entretenimiento. Eso tiene tanto que ver con el arte como las pizzas de Casa Tarradellas con un buen cocido. ¿Y el rock qué es? Pues el rock es enfrentarse a un folio en blanco y sacar de él una letra como la que hemos traducido. Y hacer lo mismo con un pentagrama virgen. Y componer unos arreglos que refuercen la melodía y la adapten a tu banda. Y grabarla y sacarla al mercado. Y, a continuación, subir a un escenario y desgañitarte cantándola, con tu banda a todo volumen, ante un auditorio que corea el estribillo porque lleva días tarareándola en la ducha

Todo eso es lo que hace Sheryl Crow y lo hace de forma brillante. Realmente es ella la que nos da una verdadera y genuina lección de rock and roll. Por este tema, Sheryl se llevó en el año 1999 el Grammy a la mejor interpretación vocal femenina. Y, como es natural, tuvo que salir a cantarla en la Gala de entrega de premios. Lo hizo con su banda, sin adornos, sin saxo, tocando ella misma el bajo y acompañada por dos guitarras, teclado y batería. Y sin embargo, en mi opinión, esta versión es mejor que la de estudio. Porque esta mujer es un animal de escenario. Al final le dedica la canción a su pareja de entonces, el actor Owen Wilson. Pónganse esta vez la pantalla grande y disfrútenla. Y que pasen un buen fin de semana y de verano, a la altura de sus merecimientos.



martes, 21 de agosto de 2018

765. Recovering myself III

En episodios anteriores: mi trayectoria profesional se encaminaba indefectiblemente a una derrota segura, cuando algo sucedió y las cosas cambiaron. Recapitulando, en diciembre de 2011 me habían cesado en mi puesto del Ayuntamiento lo que inició para mí una auténtica travesía del desierto. En julio de 2012 viajé a Nueva York a un congreso y, por primera vez, me pagué parte de mis gastos, lo que me supuso romper una barrera mental que luego me sería de utilidad. En septiembre de 2012 inauguré el blog. Estaba obligado a continuar en el trabajo hasta que me pudiera jubilar en condiciones. En mayo de 2015 ganó la Alcaldía la señora Carmena, pero mi situación no cambió en esencia. Y en febrero de 2016, me rompí el húmero izquierdo.

Ha pasado tanto tiempo desde Recovering myself II, que me veo obligado a empezar con un recordatorio, como se suele hacer en las series de TV. Estaba yo, pues, de baja, como les fui puntualmente contando, cuando, creo que fue en marzo de 2016, recibí una llamada de teléfono en mi casa. Era mi, hasta entonces, jefa. Me contó que acababan de cesar a nuestro Director General y, del mismo arreón, también a ella, cuyo puesto además desaparecía. Tanto mi jefa como el Director eran y siguen siendo amigos míos, pero no fue una sorpresa completa para mí: la situación, por circunstancias que no voy a contar aquí, había llegado a un punto de no retorno y entraba dentro de lo posible que todo implosionara. Pero el mensaje que me llegó tenía una segunda parte. Ya se sabía el nombre de la nueva Directora General. ¡Coño! Esto sí que no me lo esperaba. Se trataba también de una amiga mía, de la que tenía el contacto telefónico y de whatsapp. Así que llamé enseguida a mi nueva jefa y esa conversación fue el primer hecho crucial para el cambio en mi vida.

Hola, enhorabuena, no sabes qué alegría me llevo –le dije. La abordaba de forma protocolaria y de buena educación, aunque mi alegría era sincera. Me dio las gracias y, sin solución de continuidad, me preguntó –Emilio, tú qué quieres hacer, tú quieres trabajar, o te vas a jubilar pronto, o qué coño quieres hacer. La frase no es literal, mi actual jefa no usa ese tipo de expresiones malsonantes, pero estoy haciendo una reelaboración literaria para el blog y creo que así entenderán ustedes mejor el sentido de su pregunta. Me pilló totalmente por sorpresa. Dudé un instante y enseguida le dije: –Hombre, a mi edad, lo que yo querría es trabajar en las cosas que me gustan y que se me relevara de las restantes. –¿Y cuáles son las cosas que te gustan? –preguntó ella. Esto sí que lo tenía claro y se lo dije con total seguridad. A mí me gustan dos cosas. Una, la relación con otros países y ciudades, las redes, los congresos, el recibir a las delegaciones extranjeras. La otra, la difusión y participación de los proyectos, el ir a contarlos y a discutirlos con los vecinos y sus asociaciones. Su respuesta: –Pues justo son dos temas que me parecen trascendentales para el tipo de Dirección que quiero montar y tampoco tengo a nadie que se quiera ocupar de ellos. 

Qué quieren que les diga. Yo ya llevaba un tiempo bastante mejor que en los años del malhadado Trienio Negro, pero esta conversación marcó un punto de inflexión definitivo en mi trayectoria laboral y vital. Visto con perspectiva, puedo decir que mi respuesta a la primera pregunta de mi nueva jefa fue decisiva, brillante, diría incluso que genial. Pero yo no soy ningún genio y esto tiene otra explicación. Desde que me habían cesado en mi último cargo importante, yo había entrado en el estatus de los desheredados, de los expulsados del paraíso, y ese estatus comporta entre otras cosas una cierta situación de comodín. Eso quiere decir que, cada vez que a alguien se le ocurre alguna innovación laboral coñazo, es a ti a quien le encomiendan hacer frente al muermo. Me refiero a cosas como la seguridad y salud en el trabajo, la calidad, la protección de datos, el sistema de sugerencias y reclamaciones, la ordenanza de transparencia. Temas nuevos que aparecen en el horizonte con periodicidad frecuente, yo creo que a partir de ocurrencias de los sociólogos de Bruselas expertos en recursos humanos, dicho esto último sin ánimo de insultar.

De todos estos temas nadie se quiere ocupar y tampoco suelen tener muchos efectos prácticos. Pero la rutina es siempre la misma. Llega una comunicación a la Dirección correspondiente. Hay que nombrar a alguien para que se entere de en qué consiste este tema nuevo que es trascendental. Correíto correspondiente: Emilio, ocúpate tú de esto (no te lo dicen, pero esa frase tiene una segunda parte implícita: “ya que tú no estás haciendo nada y todos los demás técnicos están ocupadísimos”).  Lo siguiente es asistir a una o varias tediosas reuniones de coordinación entre todas las Áreas del Ayuntamiento, reuniones en las que se dan instrucciones y donde te encuentras a los mismos desheredados y desafortunados de las demás Áreas, a los que conoces de ocasiones anteriores, lo cual resulta muy deprimente. Y lo tercero es dedicarte a darle la murga a tus compañeros para que se tomen en serio la seguridad y salud en el trabajo, el plan de emergencias, la calidad, etc. etc. Resumiendo: mi respuesta a mi nueva jefa se debía a que estaba hasta los huevos de tragarme toda esa mierda.   

Pero ese fue un punto decisivo. Después me dieron el alta, me reincorporé y descubrí que de nuevo tenía despacho, después de casi tres años de vivir en un chiquero, y esto se debía  a una decisión específica de mi jefa, que se había ocupado de mis intereses mientras yo estaba de baja y me había reservado un despacho que, según me contaron, tenía novios a puñaos. Además de otra serie de detalles similares, de los que no voy a hacer aquí la relación. Aclararé que, una vez recuperado para la causa, me han tocado algunas tareas coñazo, como es natural, pero no es lo mismo. Digamos que ahora no se da por hecho que todos los muermos me los tenga que tragar yo, que era lo que me daba rabia. En 35 años de trabajo nunca se me han caído los anillos por tener que desempeñar tareas de segundo nivel.

Entramos entonces en una fase de transición muy definida. Tras seis meses y medio de baja médica sin poder abandonar la Comunidad de Madrid, yo tenía vacaciones acumuladas para aburrir y una necesidad casi física de salir de viaje. Por suerte se juntaron entonces varias ocasiones de acudir a congresos, con otros viajes planificados de antes, y todo eso se tradujo en una especie de efervescencia viajera que me llevó sucesivamente a San Petersburgo, Japón, Marsella y Birmania, tal como se contó en el blog. Volví de Birmania a finales de febrero de 2017 y entonces sucedió la segunda cosa decisiva. El 6 de abril, mi jefa me convocó, junto con otras personas, a una reunión con representantes de una organización que se llamaba C40, de la que no habíamos oído hablar con anterioridad. Los convocados acudimos y conocimos allí a Julia López Ventura, catalana, coordinadora de C40 para toda Europa, y Clare Haley, londinense, directora de la red TOD, una de las que tenía en marcha por entonces C40. Ambas son ahora amigas mías, algo que entonces no podía ni sospechar.

El contenido de esa reunión se va a quedar para la entrega IV, porque ahora tengo que explicar qué es C40 y cómo llegó hasta nosotros. Además, en el blog conté esto de forma equivocada, atribuyéndole todo el mérito de la creación del C40 a Michael Bloomberg, lo que no es cierto. C40 es una red de ciudades creada en 2005 y la idea inicial es de Ken Livingston, entonces alcalde Londres. Bloomberg era en ese tiempo el alcalde de Nueva York y se sumó al proyecto de forma entusiasta. Y ahora mucha gente cree que Bloomberg es el padre del invento. Como conté en el blog, Bloomberg es un multimillonario yanqui, propietario entre otras cosas de la página de información financiera bloomberg.org, la que más visitas recibe del mundo. Su capacidad de difusión es inmensa y al final parece que todo lo ha hecho él. Y es cierto que es un hombre muy preocupado por el cambio climático, lo que lo unió en ese momento con Ken Livingstone, ahora mismo un jubilado muy activo, del estilo Mayor Zaragoza.

¿Qué fue lo que idearon estos dos influyentes personajes? Pues, a partir del convencimiento de la gravedad de la amenaza de cambio climático y su decisiva influencia en las grandes ciudades, estos señores pensaron en crear una red para que los responsables políticos y técnicos de las grandes urbes del mundo compartieran sus conocimientos, sus estrategias, sus esfuerzos y sus soluciones innovadoras. Eso es C40. La red se llamó así porque inicialmente la integraban 40 ciudades o aglomeraciones urbanas de más de tres millones de habitantes (ahora son ya 92). Y he de decir que Madrid y Barcelona están en C40 desde el principio. C40 es, pues, un foro internacional de discusión sobre las consecuencias sobre las grandes ciudades de ese cambio climático que ya tenemos encima, cómo combatirlo y cómo retrasarlo en lo posible. En ese foro se organizan congresos y saraos diversos, se circulan artículos y tesis doctorales, se montan discusiones, se hacen publicaciones y comunicados.

La red tiene como objetivo poner en contacto a técnicos y funcionarios de las distintas administraciones locales, para que las experiencias de unos les puedan servir a los demás. Para ello, cuenta con un staff técnico que se ocupa de dinamizar la red y que tiene su sede en Nueva York. Es un staff pequeño y con representantes extendidos por todo el mundo. ¿Y cómo se paga el sueldo de estos ejecutivos de élite, escogidos por un proceso de selección muy estricto? Pues se lo explico. El estatus jurídico de C40 es el de una ONG. Sus ingresos derivan de donaciones de una serie de instituciones altruistas de todo el mundo. Tienen una dirección económica que fiscaliza minuciosamente todos sus gastos, para no malgastar el dinero de estos filántropos. Los tres principales donantes son: la International Children Fondation, el mayor de ellos, una institución británica que se ocupa de los niños de todo el mundo. El segundo, en volumen de donaciones, es Realdania, institución danesa vinculada a la Corona. Y el tercero, la Bloomberg Fondation.

Además de este staff técnico, C40 tiene una superestructura política, compuesta por la asamblea de los 92 alcaldes y una presidencia rotatoria, como las de las comunidades de vecinos. Su primer presidente fue Bloomberg. En la asamblea de 2016 se despidió el anterior presidente, que era el alcalde de Río de Janeiro y resultó elegida Madame Hidalgo, alcaldesa de París, actual presidenta de C40, a la que tuve ocasión de saludar en París y hablar brevemente con ella en español, apreciando su acento gaditano afrancesado (ya les conté que también conozco personalmente a Bloomberg). En fin, que no se quejen de que no les doy información. Estoy subido a la ola favorable y hago lo posible porque no me derribe, con técnicas de surfer experto. Continuará.

viernes, 17 de agosto de 2018

764. Una voz en silencio

Mi amigo X me preguntaba hace un par de posts de dónde saco las cosas que traigo al blog. No soy muy partidario de revelar mis fuentes, pero por esta vez voy a hacer una excepción. Mi fascinación por el continente africano viene de antiguo, pero es una atracción puramente literaria, porque nunca he visitado las regiones al sur del Sahara y es probable que ya nunca vaya, dada mi edad, fuerzas e ilusiones. Muchas de las informaciones que me llegan sobre África provienen de mi amigo Paco Matas, compañero del viaje a Birmania y miembro de una ONG que ayuda sobre todo al pueblo de Togo, país al que viaja al menos una vez al año y desde donde me suele mandar unas fotos maravillosas. Pues precisamente Paco Matas me envió anteayer un texto que me parece extraordinario y que hoy voy a compartir con ustedes, con apenas un pequeño prologo para situarles. El texto se llama ¿Quién es pobre? Y hoy este blog se viste de gala para acoger unas líneas de una calidad literaria y humana muy superior a la que les tengo acostumbrados.

La autora de este texto se llama Paula Andrés, presumo que tiene 18 años y es de Cádiz. Como yo, Paula tiene un blog y el enlace que les voy a poner abajo les guiará a su último post, publicado el 10 de agosto. El blog de esta chica se llama La voz en silencio. Es una página muy diferente a la mía y no sólo por la calidad de su prosa. Digamos que mi blog refleja perfectamente mi personalidad y mi momento de euforia un tanto desbordada. Eso se traduce en una graforrea o graforragia irreversible, que me hace escribir y escribir de forma compulsiva. Pueden creerme si les digo que me reprimo cotidianamente para no escribir todos los días y aburrirles aun más con mis pequeñas historias, afanes y proclamas. El blog de Paula Andrés es lo contrario: habas contadas, perlas esporádicas, pinceladas de buena literatura administradas con periodicidad larga. Pequeñas puertas que le abre de vez en cuando a su talento.  

Inauguró el blog a comienzo de 2017 y en su perfil de Blogger se describe a sí misma como estudiante de Segundo de Bachillerato, de 17 años (por eso yo presumo que tiene ya 18). En el presente curso de 2018, apenas ha escrito un post en enero, para saludar el año, otro en febrero y otro en abril. Cortitos. El más largo es el cuarto, el de agosto, el que les recomiendo vivamente que lean. Ya ha quedado claro en mis casi seis años de blog que hay dos colectivos humanos que me fascinan tanto como el África subsahariana: las mujeres y los jóvenes. Tengo una especial empatía con la generación de mis hijos y los que vienen detrás. Ellos se han encontrado un mundo amenazado por diferentes riesgos y peligros, en el que se han perdido algunas certezas básicas, en el que les va a tocar pelear mucho para alcanzar una mínima normalidad.

Eso les acerca a nosotros, los de la generación hippy, que también tuvimos que luchar a brazo partido para cambiar el mundo gris, aburrido y puritano de la postguerra mundial. Entre medias se han quedado una serie de generaciones con las que, en general, me siento menos identificado. Para mí, con perdón, estos son los acomodados, los pasivos, los que se les dio todo hecho, los que se han dejado llevar y han contribuido con su actitud a que todo se vaya al carajo. Toda mi solidaridad y mi apoyo a los millennials, a la Generación Y, a los todavía más jóvenes. Les hemos dejado un marrón y lo están gestionando lo mejor que saben. Son valientes, son decididos y nadie ha afrontado nunca la mayoría de edad con una mejor preparación. Para ejemplo, Paula Andrés.

Esta chica decidió hace unos meses apuntarse al programa España Rumbo al Sur, que este año cumplía su edición nº 12. Se trata de un viaje de 15 días a un país africano, que organiza un sobrino de De la Quadra Salcedo, con otros socios y diversos patrocinios. Los que se apuntan sufren un riguroso proceso de selección, en el que se les instruye para vivir en África, se les enseña a acampar, a protegerse con mosquiteras, a defenderse de los diferentes peligros, a sobrevivir en la selva. Se hacen largas marchas nocturnas, se reciben charlas sobre la cultura local y el trabajo de las ONGs. Incluso se les dan ideas sobre cómo financiarse para poder pagar su participación. Sólo los más preparados son seleccionados para afrontar el viaje final, de unos 15 días. En 2018 la idea ha contado con la participación de 107 jóvenes de todas las regiones (68 de Madrid). Paula entre ellos. Los afortunados han tenido la oportunidad de vivir una experiencia que marcará sus vidas para siempre.

Los chicos viajan acompañados de monitores expertos, pero no van de turismo: han de implicarse, ayudar al grupo y a la gente de los pueblos que visitan, compartir sus tareas agrícolas o artesanas, darles clases y mezclarse con ellos. Mi hijo Kike viajó a Etiopía en un programa similar, durante el verano de 2017, y vino encantado. El viaje de este año de España Rumbo al Sur era a Uganda, un lugar que imagino hermoso, lleno de gente acogedora y un país en vías de desarrollo. Paula era una más, en el grupo de estos 107 aventureros que, en el mes de julio, han viajado por Uganda, de Misión en Misión, en autobuses locales o por cualquiera de los medios que usan los habitantes del lugar. Y a la vuelta ha expresado lo que siente en un texto preciso, emotivo, hondo, admirable. Les dejo con ella. Este blog se honra albergando este texto para su difusión. Para leerlo han de pinchar AQUÍ.

martes, 14 de agosto de 2018

763. El huevo de la serpiente

Me preguntan algunos por qué le tengo tanta manía a los independentistas catalanes, a los que en el último post ya directamente insulto sin medias tintas. En fin, creo que va siendo hora de distribuir las culpas de las desgracias y los malos rollos entre los que realmente las tienen, equitativamente. Puch Dem-un y las demás cabezas visibles del PRRRU-sés, no son líderes aislados que estén engañando a su pueblo, como flautistas de Hamelin, llevándolo a donde no quiere ir. Por el contrario, creo que se trata de dirigentes que les están diciendo a sus seguidores lo que muchos de ellos quieren oír. Me explico. Hitler no fue un loco aislado que llevó a Alemania al desastre engañando a todos sus compatriotas. El antisemitismo ya existía en Alemania antes de Hitler. Y el victimismo. Y la sensación de que el armisticio tras la Gran Guerra se había saldado con unas condiciones injustas para ellos. Los líderes nacionalistas son culpables, desde luego, pero sólo de abrir la caja de Pandora de los sentimientos excluyentes. Y, en el siglo XXI, una sociedad medianamente presentable y moderna no se cree esas milongas, salvo de forma minoritaria. Cuando un pueblo llega a porcentajes cercanos al 50%, mal asunto. Esos números no se han alcanzado jamás en el País Vasco ni en Galicia.

A mí esta fobia me viene precisamente de mi conocimiento del caso vasco. Como ya he contado en el blog, yo viví años con un compañero de carrera de Bilbao con el que me llevaba muy bien, porque los dos éramos rockeros y no nos perdíamos concierto en aquella época fundacional, anterior a la llamada movida. Y fui testigo de cómo lo fueron infectando, de cómo le comieron el tarro. Cada vez que iba de vacaciones a su tierra, volvía cargado de cintas de cassette con himnos de su tierra cantados por el Orfeón Donostiarra y similares. Y yo llegaba a casa, me encontraba puesto el Eusko Gudariak a todo volumen y rápidamente le decía: –ya estás quitando esa mierda, joder, que yo no te he puesto una puta muiñeira todavía. Es un detalle anecdótico, pero muy significativo. Lo cierto es que fui muchas veces al País Vasco en ese tiempo y que viví allí en primera persona un par de estados de excepción en tiempos de Franco y les puedo asegurar que no era cosa de broma.

Y también me he leído completa la saga Verdes valles, colinas rojas, de Ramiro Pinilla, un conjunto de tres tochos de unas 900 páginas cada uno, muy recomendables si tienen ustedes tiempo de leer en condiciones. Ramiro Pinilla es, en mi opinión, el mejor escritor vasco de todos los tiempos. Escribía en castellano, y murió no hace mucho con más de 90 años. Yo lo recuerdo firmando su obra en la Feria del Libro de Madrid, en el Retiro. Por cierto, este señor vivió toda su larga existencia en su tierra, sin que nadie le molestara. Pues, en un pasaje acojonante y seguramente cierto de su novela, Pinilla narra una reunión del PNV en Bilbao, con las tropas de Franco a las puertas de la ciudad, a punto de entrar y tomarla. Mientras las tropas republicanas esperan instrucciones, el Partido se reune para discutir si se defienden, como piden algunos, o se suman a la rebelión golpista, como ya habían hecho los tradicionalistas navarros. La discusión es larga y difícil, pero no versa sobre qué es más correcto o más ético, sino exclusivamente sobre qué postura es la mejor para la construcción de una futura Patria Vasca. Al final, se vota y, por un margen muy estrecho, deciden defender la ciudad.

¿Cómo se explica una aberración semejante? Pues es muy sencillo. El PNV es un partido creado a comienzos del siglo XX por el señor Sabino Arana, un fascista de libro, mucho más extremista que Hitler y Mussolini. Y, coherentemente, también un clasista, racista, machista y católico-apostólico radical. Porque la Iglesia ha sido muchas veces cómplice de este tipo de movimientos (miren su connivencia con el franquismo). Alejo Carpentier, en su maravillosa obra El siglo de las luces, cuenta un pasaje delicioso a este respecto. Tras la revolución francesa, la religión se prohíbe en todo el territorio nacional. Pero los vasco-franceses siguen celebrando misas clandestinas a las que acuden los panaderos con las hostias escondidas en la boina. Un cubano radiografía la idiosincrasia de un pueblo que no es el suyo con una simple anécdota. Sabino Arana escribió en vida cientos de artículos en periódicos locales y no es difícil encontrar citas que muestran su pensamiento desnudo, sin aditivos ni conservantes.

Arana consideraba maketos a todos los no bizcaínos, incluidos los catalanes a los que dedica también insultos específicos y deja claro que no son hermanos de los vascos. Por ejemplo, en el número 15 de Bizcaitarra, dice textualmente: El aseo del bizcaíno es proverbial; en cambio, el español se lava una vez en la vida y se muda una vez al año. Oíd hablar a un bizcaíno en su idioma y escucharéis la más eufórica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español y, si sólo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias. Otra perla, ahora del número 29 de Bizcaitarra: La mujer es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades propias de la naturaleza humana: por eso en el Paraíso fue ella la que primero cayó, por eso precisamente de ser inferior en cabeza y corazón. Arana, puritano redomado, deducía la inferioridad de los españoles, entre otras cosas, de la indecente costumbre de bailar el agarrado, en comparación con la elegancia del aurresku.

Pero una de las citas que mejor explica su pensamiento es cuando detalla las instrucciones sobre qué hacer si vas paseando por el puerto y ves que alguien se está ahogando en el mar. Un verdadero gudari se habrá de asegurar primero de si el tipo que manotea en el agua es español o bizcaíno. En el primer caso, lo correcto, como buen patriota, es que le diga: usted disculpe, es que no le entiendo porque no hablo español, antes de seguir caminando. Sólo en el segundo caso estará obligado a tirarse al agua para salvarlo. Creo que no hay fragmento que mejor sintetice lo que es un sentimiento nacionalista. Para estos movimientos, surgidos a finales del XIX dentro del espíritu del romanticismo, es fundamental definir un enemigo externo, para asignarle la culpa de todos los males y odiarlo debidamente. En el siglo XXI, movimientos como ese son ya una verdadera antigualla. A mí lo que me hace gracia de los catalanes independentistas es que básicamente estarían de acuerdo con lo dicho hasta aquí, pero añaden: escolti, nen, es que lo nuestro es distinto, nosotros somos diferentes, nosotros somos pacíficos y cívicos, no somos fascistas porque no usamos la violencia.

Bueno, esto forma parte de la guerra de imagen. Ellos saben que, en cuanto utilicen formas de violencia más explícitas, perderán el poco apoyo externo que tienen. Como les pasó a los vascos. Yo perdí a la mayoría de mis amigos vascos, todos peneuvistas, moderados y buena gente. Ellos sostenían que estaban de acuerdo con los fines de ETA, pero no con los medios que empleaban. Yo les decía en cambio que los etarras eran los nacionalistas más coherentes y que lo que no me gustaba de ellos eran precisamente sus fines. Que alguien con semejantes fines es normal que se sienta legitimado a usar todos los medios a su alcance, incluido el tiro en la nuca. Por eso me quedé sin amigos vascos. Los catalanes son muy cuidadosos con este tema. Saben que, para su campaña internacional, es mejor recibir hostias que darlas. Sobre todo si hay alguien presto para filmar cabezas ensangrentadas y difundirlo instantáneamente urbi et orbi. Pero, por concretar, lo que yo vengo sosteniendo es que Puch Dem-un está del mismo lado que Le Pene, Farage, Gert Wilders, Salvini y similares. Personajes que, para mí, comparten bando ideológico con Putin, Trump o Maduro.

Y este es el punto crucial de mi razonamiento: los movimientos se califican por su contenido esencial y fundacional, independientemente de que usen o no la violencia, o de su alineamiento político en un momento dado. Quiero decir que el fascismo está en los escritos de Sabino Arana, como lo está en los viejos y repetidos tweets de Kim Jong-torra. Ese es el verdadero huevo de la serpiente. Luego, que sus seguidores sean violentos o no, es accesorio; es más, yo sigo sosteniendo que, con semejante ideario, es mucho más coherente andar poniendo coches bomba. El fascismo está en el mensaje, no en los medios que luego se ponen en liza para extender ese mensaje. A este respecto, les pido que lean el manifiesto que firmó un horrorizado Daniel Baremboim y que publicó El País no hace mucho. Se refiere a la Ley que acaba de aprobar el presidente israelí Netanyahu, otro que tal baila. Esa Ley muestra tanto desprecio por los no judíos que viven en Israel (es decir, los palestinos), como el que demuestran día a día los independentistas catalanes hacia la señora Arrimadas y sus votantes mayoritarios en la región. Para leerlo han de pinchar AQUÍ. La similitud entre los nacionalismos israelí y catalán es también algo muy sorprendente, pero tiene unos motivos, que explica mi admirado Jaume Reixach AQUÍ.

Ya ven que mi posicionamiento en este conflicto no es fruto de un capricho o un empecinamiento, sino que está fundamentado. El ínclito Kim Jong-torra es un espécimen puro del nacional-catolicismo, de misa diaria. Un tipo que parece exactamente lo que es. He encontrado una foto suya que aparenta hacer realidad la concreción física de sus ensoñaciones. La tienen abajo. El sueño secreto de este caballero sería comandar unas tropas de trabucaires que liberasen a su pueblo del invasor español, bien aleccionadas y abastecidas de ratafia a granel para el combate. Lo que pasa es que el grupo de soldados veteranos que pueden verse en la foto no parecen muy por la labor. Así muy marciales no los veo yo, que digamos. Hombre, vestirse de macero y ponerse una gorra medieval, vale, que de algo tiene uno que vivir. Pero de ahí al heroísmo hay un trecho muy amplio.

Todo esto resulta rancio y desfasado en el siglo XXI. Estamos en un mundo intercomunicado, en el que este tipo de movimientos identitarios tiene, o debería tener, poco futuro. Tal vez ustedes no lo sepan, pero se acaban de iniciar las obras para tender una canalización de fibra óptica que va a conectar Madrid con Lisboa y, a través del océano, con Sao Paulo. Un cable submarino con capacidad de 72 terabites por segundo que mejorará la comunicación entre los dos continentes, aumentando capacidad, velocidad y seguridad en la transferencia de datos. La obra, que comporta una inversión de 200 millones de euros, está siendo acometida por un consorcio hispano-brasileño. Pero esta verdadera autopista de la información será neutra, es decir, que cualquier operador privado o público podrá utilizarla libremente (se supone que pagando).

En un mundo como este, las patrias tienen poco que hacer. A la gente no le puedes pedir ya heroísmo ni sacrificio por una idea. Se pudo comprobar en la escena del fantasmal atentado a Maduro. El vídeo, que tienen abajo, parece fruto del trabajo de un montador cinematográfico, pero es exactamente lo que vieron en directo los televidentes venezolanos. Se escuchan unas explosiones y el orador interrumpe su speech. Entonces, la realización quita la imagen del presidente, por lo que pueda pasar, y se centra por unos instantes en el rostro de un soldado, cuyos ojos se mueven muy ligeramente, inquietos. Y enseguida el realizador cambia de nuevo, esta vez a un plano general del grueso del batallón, con la idea de dejarlo como imagen de fondo hasta que se aclaren las cosas. Es entonces cuando sucede lo que sucede. Algo muy demostrativo de la condición humana. Digamos que no se sabe si alguien gritó rompan filas o maricón el último. Sean felices. Y recuerden: el fascismo está en el mensaje.  



sábado, 11 de agosto de 2018

762. El milhojas

Me dicen algunos amigos que si no me da así como envidia o tristeza quedarme en Madrid en agosto, cuando todo el mundo se va al campo o a la playa. Pues, como siempre, una imagen vale más que mil palabras. En este caso tres imágenes. Aquí las tienen. El atasco que hay que pillarse para llegar a un lugar, posiblemente tan atestado de gente como el de la foto intermedia. Mientras en Madrid las calles están como se ve en la última.





Si a esto le añadimos que el tiempo se está comportando aceptablemente, pues créanme, yo me siento en el paraíso. Hemos sufrido una pequeña ola de calor de una semana y ya. Una delicia, sobre todo si lo comparamos con el año pasado, el segundo más caluroso de la historia, desde que se empezaron a registrar las mediciones de las temperaturas medias en los años cuarenta. Por ahora, el año más caluroso de la serie sigue siendo el 2003. En este Madrid dorado al sol, se circula en coche sin retenciones y se vive muy bien. No hay colas en ninguna parte y caminar por las calles es un verdadero placer, a pesar de las obras. Y qué decir del trabajo. La ventaja que tenemos los que nos cogemos las vacaciones a trasmano es que en agosto solemos tener un relax importante, dado que hay mucha gente fuera. Es el momento de planificar el año siguiente, de ordenar un poco los papeles y la mente. Realmente es un mes en que se compensan los sobreesfuerzos de todo el año y se cargan las pilas para el siguiente curso, que en mi caso seguramente sea el último, pero de eso ya hablaremos otro día.

Porque hoy quiero centrarme en otro tema. En los tiempos recientes hemos sufrido una serie de cambios políticos que no han sido debidamente analizados en este foro, enfrascado como estaba yo en el relato de mi viaje soñado a Frisco, LA y Tijuana. El más importante, sin duda, la patada en el culo al señor Rajoy y el advenimiento de Pedro Sánchez, transfigurado en presidente y poniendo en marcha un cambio de estilo que ya se echaba en falta. No cabe duda de que este verano estamos inaugurando una nueva época y así lo ha precisado el propio Sánchez en la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros, en la que hizo una valoración de sus dos primeros meses de presidencia del gobierno, valoración con la que estoy bastante de acuerdo. Por si no escucharon la rueda de prensa, abajo la tienen. Dura hora y cuarto, incluyendo todas las preguntas y respuestas, pero no hace falta que la vean entera, aunque es bastante interesante. Lo que les pido es que vean hasta el minuto 5.30, que es la parte en que hace las valoraciones generales. Véanlo y lo comentamos.

  
Es indudable que estamos en una nueva época y Sánchez la caracteriza por tres aspectos. El tercero que va a sacar a España de la inmovilidad y el letargo a nivel nacional e internacional pues ya se verá. Esa es su apuesta y es pronto para saber si la gana, o si la pierde y vamos para atrás. En lo que sí estoy de acuerdo es en que esa parálisis existía. El punto primero me parece básico y aquí sí que estoy plenamente de acuerdo con este guapo caballero. El mecanismo previsto en la Constitución para las mociones de censura, funcionó como un reloj y eso demuestra la calidad democrática y la buena salud de nuestro régimen, mal que les pese a los independentistas. Y todo transcurrió con tranquilidad, sin un solo incidente callejero. Aquí hay que reconocerle el mérito al señor Rajoy, cuya retirada fue de una educación impecable. Este proceso nos aleja definitivamente de las repúblicas bananeras, del tercer mundo y hasta de algunos países europeos, como Grecia o Rumanía, en donde seguro que una cosa como esta hubiera traído aparejadas revueltas, incendios y hasta muertos. Y, desde luego, es impensable que en la república que sueñan Puch Dem-un y Kim Jong-torra se hicieran las cosas de esa manera. Así que, es como para sacar pecho.

Y nos queda el punto segundo. Pues también aquí estoy de acuerdo con el presidente. Una parte amplia de la sociedad española se reconoce en este Gobierno (por ahora, mientras no la cague). Una parte que el señor Sánchez ha reseñado muy certeramente: la España europeista, ecologista, progresista, la España del talento, de las mujeres, abierta, plural (alejada de discursos únicos), trabajadora, legalista y honrada. Respeto a los que opinen lo contrario y desconfíen de este nuevo gobierno, pero yo, ciertamente, me reconozco en esos conceptos y conozco a bastante gente que coincide básicamente conmigo, personas que admiran el verdadero talento y que no hacen trampas en la declaración de Hacienda. Desde luego, vistas las encuestas del CIS de estos últimos meses, parece que no soy el único (you may say I’m a dreamer, but I’m not the only one). En este cuadro vemos la estadística más reciente y su comparación con el momento de las últimas elecciones. En menos de dos meses el señor Sánchez ha dado la vuelta al dibujo.
Respecto a estos cuadros, me satisface enormemente ver que hay cuatro grandes partidos (no sólo dos, como hasta hace unos años), que cubren la mayor parte del espectro ideológico y político nacional y que, como se ve, fluctúan entre unos y otros tamaños relativos, como corresponde a una sociedad avanzada y dinámica como la nuestra. Es importante que los cuatro estén fuertes y que sus líderes sepan estar a la altura, porque los cuatro son básicos para que progresemos como Estado. Porque ¿saben cual es el gran problema que tenemos en España? Pues el gran problema es ese milhojas invariable que aparece siempre en la parte derecha del arco, esas capas finísimas de merengue nacionalista que se mantienen inmutables, por los siglos de los siglos, amén. Entre todos no suelen pasar del diez por ciento nacional, pero mira que dan por culo... Ya puede haber un cataclismo espacial, que se hunda el mundo, que el cielo se nos caiga sobre la cabeza (como temía el jefe Abraracurcix) o que el nivel del mar suba y nos anegue a todos (como en la película Waterworld), que para estos señores no cambia nada: ellos van a seguir votando a sus opciones provincianas y paletas, sin mirar más allá del suelo que tienen bajo sus narices, como suelen hacer los grandes herbivoros. Pase lo que pase, ERC, PNV y Junts pel Si, o pel No, o pel 3 percent, van a seguir obteniendo el mismo número de votos, porque su electorado es obstinado, intransigente, intolerante, pueblerino, testarudo, empecinado, cerril, tozudo, borrico y contumaz.

Ahí queda dicho. Y, ¡OJO! que el virus que da origen a ese milhojas no afecta sólo a catalanes y vascos. También hay túzaros en Galicia y cazurros en los demás pueblos. Vean si no los recientes intentos de hacer cooficial el bable en Asturias y el chapurriau en Aragón (no es coña). Después vendrán el castúo extremeño, el panocho de Murcia, el montañés de Cantabria y hasta, si nos ponemos, el koruño, del que ya hemos traído a este foro algunos ejemplos escritos. A mí me parece estupendo que cada pueblo quiera preservar su lengua, sus coros y danzas, su gastronomía y sus tradiciones varias. Con las excepciones lógicas: la mutilación genital de las mujeres es también una tradición muy arraigada en diversos pueblos africanos, pero estarán conmigo en que debería erradicarse ya, lo mismo que ciertas fiestas ibéricas que conllevan maltrato animal, como la del ganso de Lekeitio. Pero el nacionalismo identitario no se limita a proteger y promover lo propio, sino que además busca un enemigo externo al que hay que combatir, porque es el origen de todos sus males. Y ese enemigo, casualmente, habla español, la lengua que nos permite entendernos entre todos para no convertirnos en una torre de Babel. Y que nos une con toda Latinoamérica. Y que sirve de vehículo a nuestro progreso conjunto.

Digámoslo claro y hagamos por desenmascarar a estos desaprensivos. Son de verdad muy peligrosos y nuestro país corre un serio riesgo de balcanización, es decir, de llegar a una implosión que nos convierta, víctimas civiles por medio, en una colección de países de mierda, como los que resultaron, con perdón, del estallido de la antigua Yugoslavia. Yo la he visitado antes y después y puedo dar fe. Paradójicamente, es muy bueno que los secesionistas catalanes hayan designado a dedo (que no elegido) a un personaje como Kim Jong-torra, cuyo simple rostro resume toda la serie de adjetivos que les he puesto dos párrafos más arriba (más el de túzaro). Al menos no engaña. Algún día, el pueblo catalán tendrá finalmente que elegir entre las dos opciones que se le están presentando. Un tipo como Torra al frente de la línea independentista es cojonudo para que la gente sepa de verdad cómo iba a ser esa república nonata y vote en consecuencia. Yo espero que, en semejante ocasión, se imponga el proverbial seny. Y, desde luego, si ese día eligen la opción de separarse, por una mayoría cualificada (no vale un 51%), pues allá les den. Que me digan dónde tengo que firmar para apoyar su secesión. El famoso derecho a decidir comporta también el derecho a equivocarse y la historia está llena de este tipo de meteduras de pata.

Me queda desearles que sigan ustedes pasando unas buenas vacaciones. Descansen y no se preocupen, que aquí estoy yo vigilante. Y cómanse algún milhojas si les viene al caso.

jueves, 9 de agosto de 2018

761. Falsas noticias y timos

Mi post anterior ha levantado ciertas ronchas por la referencia a la menopausia, alusión que no a todas las señoras les ha hecho gracia. Si alguien se ha sentido ofendido, lo siento y le pido sinceras disculpas, pero en este foro nos hemos reído antes de temas como la decrepitud inherente a la edad, las colonoscopías, las fracturas de húmero, las cagaleras o la humillación que a un abuelo como yo le supone que una chica guapa le ceda el asiento en el Metro o le diga que le recuerda a su padre (dentro de poco, empezarán a decirme que les recuerdo a su abuelo). No veo por qué no podríamos hacer humor también con el tema de la menopausia. No obstante, no todas mis lectoras se lo han tomado a mal. Abajo pueden ver la reacción de tres aludidas al acabar de leer el post. Es que lo de los sofocos del móvil era muy gracioso.



En fin, con esto de las nuevas tecnologías, uno puede falsear sus publicaciones como le dé la gana, y ya saben que yo soy the great pretender. Esto trae al caso el espinoso asunto de las noticias falsas, o fake news, que proliferan por la red en estos tiempos veraniegos. Antes, cuando sólo había periódicos de papel, por estas fechas solían aparecer las llamadas serpientes de verano. Ahora es más difícil porque, con esto del PRRRU-sés, ya se sabe que los independentistas no descansan en agosto y nos obligan a los del lado contrario a permanecer alerta, no sea que, aprovechando el impasse playero, nos la cuelen y nos hagan la 13-14. Así que ya no hay serpientes de verano. A cambio, abundan las noticias falsas. Supongo que a todos ustedes les ha llegado alguna en los últimos tiempos.

Una de las temáticas más comunes es la del niño que acaban de arrancar de la mano de su madre. Hace unos días me llegó al whatsapp el inquietante mensaje que pueden ver a la izquierda. Era uno de los llamados mensajes virales. No tardó ni unas horas la policía de Mazarrón en desmentir el bulo, como pueden comprobar AQUÍ. ¿Qué objeto tendría esta broma de mal gusto? Pues la verdad es que no les sé decir. Yo no le veo ninguna utilidad, excepto el orgullo de haber hecho una gamberrada y presumir de ello en la barra de alguna tasca. Estas tonterías corren como reguero de pólvora a través de uno de los inventos más nefastos de la era digital: los grupos de whatsapp, foros odiosos, endogámicos y estomagantes por los que la tontuna informatizada recurrente se propaga de modo exponencial. El gran Forges, antes de morir, tuvo margen de referirse a ellos con esta impagable viñeta.



Pero hay otros casos que revelan la imaginación desatada del periodista, la vena literaria oculta de tipos que, sobre una mínima noticia, son capaces de desarrollar historias realmente asombrosas. Hablo aquí, por ejemplo, de la noticia aparecida en los periódicos del lander alemán de Schleswig-Holstein, sí, ese cuyos jueces consideran a Puch Dem-un solamente un chorizo, y de ninguna forma un rebelde. La noticia hablaba de que dos ancianos se habían escapado de una residencia, cuyo director había llamado a la policía. Después de buscarlos por toda la región, los agentes los encontraron a las tres de la madrugada en las primeras filas del mayor concierto de heavy metal del mundo (añado yo: con permiso del Resurrection Fest de Viveiro). Hubo que meterlos a la fuerza en un taxi de vuelta a casa, escoltados por la policía. Una noticia preciosa. El problema es que era falsa. Todos los periódicos españoles, avergonzados, se han apresurado a borrarla de sus páginas, para sustituirla por el desmentido de la policía.  Pero yo me había guardado el texto, que dice así:

Este fin de semana dos ancianos se fugaron de un asilo y acudieron al Wacken Open Air, un evento considerado como el más grande del heavy metal en el mundo, que se celebra al norte de Alemania, según informó el portal NDR.
Las personas encargadas del asilo se percataron de que dos hombres no estaban en el refugio ubicado en la localidad de Dithmarschen y dieron aviso a las autoridades.
La policía comenzó la búsqueda de los hombres y para su sorpresa los ancianos fueron encontrados en el festival Wacken Open Air el sábado a las 3:00 am.
De acuerdo con la portavoz de la policía local Merle Neufeld, los hombres estaban desorientados y aturdidos en el momento en que fueron hallados, aunque comentaron que estaban disfrutando del evento.
Al final los ancianos fueron llevados nuevamente al asilo, escoltados por la policía, ya que no querían irse del concierto.
Incluso El inMundo ha rectificado y publicado el desmentido, como pueden ver AQUÍ, aunque buena parte de sus lectores suelen tragarse todos los bulos y, en cambio, desconfían de los desmentidos oficiales, rasgo diferencial de lo que hemos dado en llamar la chusma informatizada. La verdad del asunto es que la residencia había llamado a la policía para avisar de que dos de sus alojados no habían regresado, después del paseo reglamentario (para nada se habían fugado). La policía no los encontró en el festival, sino en una carretera (segunda bola), porque se habían perdido y estaban desorientados, que no aturdidos. Para colmo, se trata de un par de cincuentones y encima se subieron al taxi de buen grado, aliviados tras ser ayudados a encontrar su rumbo. Ya ven que la realidad es, en este caso, mucho más sosa y aburrida que la ficción literaria perfectamente urdida por el periodista falsario. Decía Truman Capote que la única diferencia entre realidad y ficción, es que la ficción ha de ser coherente. Y la noticia primera era perfectamente coherente, porque las primeras generaciones del rock han alcanzado ya la ancianidad y siguen dando guerra, como ven en estas imágenes.



















Pero volvamos a las fake news. Hemos visto un caso de mensaje viral sin explicación lógica posible y otro atribuible a la vena literaria de un plumífero, aburrido de que haya tan pocas noticias con enjundia en agosto. Un paso más allá es el bulo con trampa, el que tiene por objeto infectarte el ordenador o el móvil con un virus, o averiguar los números secretos de tus tarjetas de crédito. Eso ya es directamente un timo. Por ejemplo, ayer me entró un sms en el móvil (perdón, en la móvil). El remitente era Mercadona. Y el texto el siguiente: ¡Felicidades! ¡Ya tenemos los resultados de nuestro sorteo de Código Postal! Eres 1 de los 15 elegidos. A continuación, un enlace que había que pinchar para que te explicaran la forma de recoger el premio. Cuando reciban un mensaje de este tenor, ni se les ocurra pinchar en el enlace enviado. Si lo hacen, tendrán que llevar inmediatamente el móvil al punto limpio, perdiendo toda la agenda y la información que tengan en él. En mi caso, da la casualidad de que hace varios años que no piso un Mercadona, cadena que, por cierto, ha sacado un comunicado advirtiendo que jamás hace campañas de ese tipo, salvo las que lanza dentro de su propia Web. En cuanto a los números secretos de las tarjetas VISA, obviamente es una información que cada uno tiene únicamente en su cabeza. Hay que ser muy pánfilo para teclearlo en uno de estos mensajes. Pero estas cosas pasan.

Los timos son una técnica antigua como la vida misma, que se basa en la ignorancia y la avaricia del timado. En tiempos de la posguerra, por Madrid se estilaban el timo de la estampita, el del nazareno y algunos otros. Además de los trileros, especialidad del colectivo gitano. Hasta se hizo una película sobre este tema: Los tramposos (Pedro Lazaga 1959). Abajo pueden ver la escena más famosa de la película, que explica el modus operandi del timo de la estampita. Este timo requiere de dos personas, el tonto y el tapia, que aquí interpretan Tony Leblanc y Antonio Ozores. Es curioso ver cómo era el acceso a la estación de Atocha, con esos espléndidos muros de mampostería que en su día serían derribados antes de que viniera algún fundamentalista del Patrimonio y los catalogase, impidiendo que la estación se reformara y ampliara como lo ha hecho.


En estos tiempos, las técnicas se han modernizado. Por ejemplo, por la zona de mi oficina pululan ahora unos falsos italianos que van en coches todoterreno. El tipo se para a tu lado y te cuenta en un italiano macarrónico que ha venido a una feria de la moda en el Ifema y que tiene unos cuantos trajes de Armani que no se puede llevar en el avión de vuelta, porque tiene exceso de equipaje, y estaría dispuesto a dejártelos por un módico precio. A mí me pillaron un día y no quise ni que me enseñara los trajes. Empecé a dar voces: ¡¡Vaffanculo, cretino, sei un brutto borseggiatore!! ¡¡Ma guarda quello schifoso!! Todo el mundo empezó a mirar y el tipo salió cagando virutas con el todoterreno. Pero han de tener cuidado, queridos lectores, sobre todo aquellos de ustedes que estén de vacaciones. Porque en las playas del sur han brotado como setas los timadores del Este, con técnicas depuradas, que incluyen también la presencia del tapia, el ayudante necesario. Les dejo de propina un vídeo que ha divulgado el Daily Mail para prevenir a los turistas británicos contra los pickpockets. Está en inglés, pero se ven perfectamente las siete performances básicas. Sean buenos. Y vigilen sus carteras.


lunes, 6 de agosto de 2018

760. Sobre el sexo de los móviles

Tengo que confesarles una cosa. Llevo casi cuatro años con un teléfono móvil de la marca española BQ, comprado normalmente en el FNAC de Callao. Durante este tiempo, he vivido en el convencimiento de que tenía un móvil. Y de pronto he descubierto que lo que tengo es una móvil. O, si lo prefieren, un móvil hembra. Enseguida se lo explico pero, comprendan, esta es una cuestión un tanto delicada y peliaguda que requiere una exposición fundamentada, empezando por los antecedentes y los distintos síntomas que desde el principio observé, y que hasta ahora no he sabido valorar para relacionarlos en una categorización femenina. Y rematando con las pruebas definitivas que he recabado en estos días y que me han llevado al convencimiento inequívoco de que lo que tengo es una móvil y no un móvil.

La verdad es que desde el primer momento, mi móvil tuvo una serie de comportamientos erráticos y volubles que inicialmente atribuí a mi falta de pericia con un aparato muy distinto y supuestamente mucho mejor que mi viejo teléfono, un Nokia de esos que ahora mismo ya no usa nadie. Por ejemplo, yo seleccionaba una melodía para que fuera esa y no otra la que sonara cada vez que alguien me llamase y, al cabo de unos días, me volvía a reponer la original, bastante sosa y desabrida por cierto. Y lo mismo con el sonido que avisa de que ha entrado un guasap. En este caso, creo que no hay un sonido más odioso en el mundo que el fufú-fifuí-fu ese que viene de serie y que cierta gente lleva a todo volumen. Recuerdo un viaje en tren entre dos ciudades alemanas en que me tocó en el vagón con dos chicas de camisetas floridas, piercings en hilera por las orejas, aro en la nariz y tatuajes diversos. Durante todo el trayecto les estuvo sonando el maldito fufú-fifuí-fu que las avisaba de sucesivos mensajes que las hacían reír a carcajadas y que luego se pasaban entre ellas duplicando el coñazo.

Pero no era ese el único comportamiento estrambótico de mi móvil, que lo mismo se quedaba en silencio, de forma que no me enteraba de que alguien me estaba llamando, que me subía el volumen de modo que asustaba a mis contertulios en una reunión importante de trabajo. O me echaba inopinadamente de aplicaciones como el Google Maps o el Youtube. Empecé a pensar que, sencillamente, el aparato me tenía manía, ya saben que no soy alguien especialmente machista y jamás se me habría ocurrido sospechar de la condición de género de mi móvil. Ya sé que hay gente que habla de cosas como el eterno femenino, la volubilidad, la coquetería, la donna è mobile cual piuma al vento, muta d’accento, e di pensiero, etc. Pero yo no caí en lo que realmente le pasaba. Pregunté a un delineante del curre, que sabe de estas cosas, y me dijo que no tenía ni idea de por qué el aparato me trataba tan mal. Él tenía uno igual y le iba de maravilla. Entonces sucedió algo que tampoco supe valorar. Mi amigo el delineante me dijo que hacía mal de llevar el móvil suelto en el bolsillo, que a los aparatos hay que tratarlos bien, que había unas fundas estupendas y que si le ponía una tal vez me funcionara mejor.

Así que me acerqué otra vez al FNAC y le compré a mi móvil la funda más cara y más bonita de todas las que tenían: sobria, negra, de cuero, muy elegante, con una tapa dura que al abrirse encendía la pantalla y al cerrarse la apagaba. A partir de entonces, entramos en una fase de plenitud que duró cerca de dos años. El efecto fue como cuando a una mujer del tiempo de nuestras abuelas se le regalaba un abrigo de visón o una gargantilla de diamantes. Nuestra relación de pareja entró en una época de amor profundo y compartido y tengo que decir que nunca antes había tenido un móvil que me funcionara tan bien. Todo fue maravilloso en esa temporada de esplendor. Pero ya saben que todo lo bueno se acaba y todo lo que sube, baja.

En un momento dado, la funda empezó a deteriorarse y el comportamiento del móvil a agriarse ligeramente otra vez. Las cosas empeoraron notablemente cuando adquirí mi nuevo ordenador Lenovo, hace como año y medio. Con mi anterior computador, el móvil había establecido una buena relación. No suponía una competencia para él/ella. Yo los conectaba a través de un puerto USB y eso me permitía traspasar en un segundo las fotos que hubiera hecho con el móvil o las imágenes que recibía por guasap, para archivarlas debidamente. Pero, con el Lenovo, empezaron enseguida las tiranteces y los celos y esa conexión entre ambos se inutilizó definitivamente. Ahora mismo, para pasar una foto del móvil al Lenovo, tengo que enviármela a mí mismo por mail y luego abrir el correo y descargarla. Porque es imposible que ambos aparatos tengan una mínima relación basada en el mutuo respeto.

Cuando la funda de cuero estuvo hecha unos zorros, subí al FNAC a comprar otra y me dijeron que no les quedaban y que ya no se iban a fabricar más, porque era un modelo anticuado. Pregunté en otras tiendas con idéntico resultado. De eso hará unos nueve meses. Me fui a los chinos y me dijeron que de cuero no tenían, pero sí de plástico transparente, unas universales que valen para cualquier móvil. Me compré una y se la puse. Desde entonces, nuestra relación ha caído en picado. Se ha enfadado tanto con la nueva funda estándar, que ya no me habla. Cuando me voy de viaje y pongo la ruta en el Google Maps, el teléfono no me dirige la palabra. Llego a una rotonda y no me dice que tome la segunda salida. Tengo que pararme en el arcén y consultar la pantalla para confirmar la ruta. Me consta que me ha borrado contactos de la agenda sin avisarme. Pierde la conexión de Internet todo el rato. Se pone en modo avión cuando le da la gana y me deja desconectado hasta que me doy cuenta. Me boicotea parte de las llamadas externas, haciendo saltar el contestador. Y, tanto en París como en Cannes, he tenido que sufrir que mis compañeras fueran por la calle enviando y recibiendo guasaps, mientras yo no conseguía conectarme hasta la noche. Estoy convencido de que mi móvil me odia.

Pero nada de lo que he contado hasta aquí podría presentarse como prueba irrebatible del sexo de mi móvil. Para llegar a una conclusión tan radical hace falta algo más. Una prueba irrefutable. Por ejemplo, en mi casa de La Coruña tuvimos un trupial, un gran pájaro de la familia del mirlo pero con toques amarillos en las remeras, oriundo de Venezuela, que nos habían traído en un barco. Le pusimos por nombre Kiko y se convirtió en uno más de la familia. Estaba en una jaula enorme y, cada vez que entraba mi padre en su cuarto, lo saludaba diciendo ¡¡Ay-ke-tío, ay-ke-tío!! Bueno, pues, tras diez o doce años de vivir con nosotros, un día nos dio la gran sorpresa: puso un huevo. Sólo entonces supimos que no era Kiko, sino Kika.

Eso mismo me ha pasado a mí con el móvil. ¿Y cuál es esa prueba irrefutable de su condición femenina? Pues que se está deteriorando de una forma que sólo puede ser atribuible a un proceso acelerado de menopausia. Les puedo jurar que a mi móvil le dan unos sofocos arrasadores. De pronto le empieza a subir la temperatura y no cesa hasta alcanzar niveles insoportables. Y, cuando le pasa eso, se apaga, aunque le quede un montón de batería, y es imposible revivirlo hasta que se le pasa el soponcio. La primera vez que sucedió fue la semana pasada. Había quedado yo con mi amigo Tito para ir al Hipódromo de La Zarzuela, donde corría un caballo de su propiedad, por nombre El Capitán América (homenaje confeso al personaje de Easy Rider), que por cierto llegó el sexto, así que perdimos todo lo que apostamos por él.

Pero a lo que vamos. Acordé con mi amigo que me acercaría a su casa, donde habíamos quedado también con un tercer colega, para ir todos en su coche. Así que me cogí el Metro cerca de las 9 de la noche y me fui hasta Pacífico, en donde debía cambiar de línea. Ya lo notaba yo un poco caliente al móvil, pero pensé que sería debido a los 40 grados que hacía en la calle. Ocupé un asiento y me puse a consultar las noticias de Internet. Y entonces sucedió: al móvil le entró una sofoquina sobrecogedora, irreversible, devastadora; el aparato casi me quemaba en la mano y en unos segundos se apagó del todo. Tenía batería de sobra, pero intenté encenderlo y era imposible. No me dejaba teclear la clave. Mi problema era que había quedado en llamar a Tito cuando estuviera llegando. Pero no podía llamarlo. Y tampoco me sabía cuál era exactamente su portal. Pensé en ir a un bar y llamarle desde cualquier teléfono, pero entonces caí en la cuenta con horror de que no me sé su número. De hecho ya no me sé de memoria ningún otro número de teléfono de nadie. Bueno, con la excepción de los de mis dos hijos, Lucas ahora mismo en Osaka (Japón) y Kike ahora mismo en Mumbai (La India).

Pensé que tendría que volverme a casa y me perdería las carreras. Pero, por si acaso, saqué el móvil de su funda y me pasé el resto de trayecto soplándole para que se refrescara, comportamiento atípico que inmediatamente suscitó las miradas incómodas de mis compañeros de vagón. Por fortuna, cuando llegué a Avenida de América, el aparato estaba ya algo más fresco y me dejó teclear la clave, con lo que pude salir del apuro. Desde entonces, ya le ha dado el soroche varias veces más. Y el terror de que me deje colgado me tiene preocupadísimo. Hasta el punto de que ahora viajo siempre con un abanico, que utilizo en cuanto se empieza a calentar. Ayer en el Metro, una señora me preguntó por qué hacía eso. Le conté que el móvil me había salido hembra y, la pobre, tenía unos sofocos horrorosos. Al instante llamó a unos de seguridad y les dijo a gritos que me estaba burlando de ella, que qué vergüenza, un señor tan mayor con el pelo blanco haciendo esas gamberradas. Los seguratas me sacaron del vagón en la siguiente parada, examinaron mi DNI y me pidieron que guardara el abanico y me dejara de tonterías, que bastante trabajo tenían ellos, encima con este calor.

El caso es que, tengo que confesarlo, le había cogido cariño a mi pequeña BQ (he recurrido a usar el adjetivo de tamaño pequeña, porque, en castellano, el pronombre posesivo de primera persona mi no diferencia el género, como sí sucede en portugués y en gallego: mi móvil/miña móvil, en italiano: il mío cellulare/la mía cellulare, en francés: mon portable/ma portable, etc.). Decía que le tenía mucho cariño a mi pequeña BQ, que tantos viajes ha compartido conmigo, aunque a mí me gustan más las mujeres de otro perfil, maduras, estables y cerebrales. Pero no es culpa mía que le haya llegado la menopausia y lo lleve tan mal. Y, lo siento mucho, pero yo necesito una móvil para mi trabajo y para desenvolverme por la ciudad. Y no puedo andar por ahí con una móvil casquivana, antojadiza, voluble, despechada y vengativa.

Así que no me queda otra salida que jubilar a la pequeña BQ y hacerme con una móvil más joven. Ya sé que esto es algo muy mal visto entre el auditorio femenino que mayoritariamente sigue este blog, como cualquier otro foro con un mínimo de interés, que no tenga que ver con el fútbol, incluyendo en esa tipología al nuevo Gobierno de España. Soy consciente de que estoy bordeando un terreno muy peligroso. Pero ya me dirán ustedes qué hago. No me queda otra salida. Yo no puedo arriesgarme a que, por ejemplo, estando en un congreso en el extranjero, a mi móvil le dé un amarillo y me deje colgado. Incluso ya le tengo echado el ojo a una chinita preciosa, de la marca Huawei que me dicen los colegas que da unas prestaciones espectaculares. Ya les iré contando. Sean buenos y buenas, ustedes y ustedas. Y no se lo tomen por la tremenda; un poquito de humor nunca viene mal.