sábado, 30 de julio de 2016

537. Operación salida

Hoy es el día en que todo el mundo huye de la ciudad y se larga a las playas o a los lugares recónditos que ofrece todavía nuestro planeta. El mundo se para hasta septiembre, excepto para algunos que vamos a contramano, como los que ya vuelven de su mes de vacaciones en julio, los que las dejan para después o los que, como yo, hemos de seguir atados al duro banco de la rehabilitación diaria hasta conseguir un alta médica que se va posponiendo una vez y otra vez más. A mí nunca me ha molestado quedarme en Madrid en agosto, a pesar de que hay muchos establecimientos cerrados y suele hacer un calor espantoso. Pero hay tan poca gente por aquí, que la ciudad no resulta infradimensionada para determinadas actividades, como lo parece el resto del año. Los días van acortando y, cuando empieza a correr el aire por las tardes-noches, es un placer deambular por las calles solitarias.

Los días previos a esta desconexión temporal de la maquinaria del país, son momento de fiestas de despedida y celebración del año lectivo que se termina. Ayer fui a mi oficina, donde nuestra nueva jefa daba una copita para seguir la tradición. Ya les he dicho que, en estos tiempos en que he estado de baja, han cambiado mis jefes y ahora dependo directamente de una nueva Directora General, con la que todavía no he tenido la oportunidad de trabajar de forma cotidiana, aunque, por detrás he estado ayudando de forma más o menos paralela, acudiendo a reuniones, recibiendo a delegaciones extranjeras y atendiendo determinadas comisiones transversales en las que sigo ostentando la representación de mi Área de Gobierno, durante 30 años llamada Urbanismo y ahora Desarrollo Urbano Sostenible (DUS). Aquí les pongo una foto que me acaban de enviar desde Japón, que da cuenta de una de estas actividades, de la que ya les hablé en el blog.






















Pues, efectivamente, se trata de los cinco jóvenes arquitectos de Tokio cuyas tarjetas les mostré en un post no hace mucho. En el centro está mi amigo Enrique Ibáñez, organizador y guía del viaje de estos colegas. A un lado yo y al otro la encantadora Shoko Yuzawa, que es la que me ha mandado la foto y me ha insistido en que no deje de llamarla si un día visito su ciudad. También tengo otra amiga japonesa que se llama Rumi Satoh, cuya foto ya traje en su día al blog, pero que no tengo inconveniente en repetir, y que también debería visitar el día que vaya a Tokio.

























Ya he dicho en más de una ocasión que me gusta la compañía de la gente joven, que cada vez soporto menos a los viejos (y en consecuencia, cada vez me soporto menos a mí mismo). El jueves tuve otro festejo de despedida del año, el de mi taller de conversación inglesa, en el que sin embargo vamos a seguir manteniendo en agosto una reunión semanal de los grupos de los diferentes niveles, para no perder lo aprendido, precisamente los miércoles. Quedamos el otro día en las míticas Bodegas Rosell, de la calle General Lacy y nos tomamos unas cuantas cervezas juntos. Como les conté en su día, formamos este grupo unas cuantas mujeres jóvenes y yo. Últimamente se ha incorporado también algún varón más, pero ninguno se presentó en la cita de despedida. Así que, de nuevo, allí estábamos Ed, el profesor, yo y un buen número de chicas de buen ver, alegres y parlanchinas.

Y aquí viene lo bueno. En un momento dado se suscitó el tema del juego del Pokemon Go. Y resultó  que todas las chicas (sin excepción) estaban enganchadas al jueguecito. Es más, algunas presumían de ostentar el nivel 12 y hasta el 14, que ya debe de ser la leche. Nos hicieron unas cuantas demostraciones y pude entender de qué va la cosa. Resulta que hay un modo normal y un modo realidad virtual. En el modo normal, la cosa es como el clásico juego de matar marcianitos (aquí capturas diferentes monstruos), con algún componente de tamagochi, porque también se crían huevos de pokemon que hay que cuidar y alimentar y cosas así. Es decir, uno está sentado, saca el  móvil y se pone a jugar, como si hace solitarios. El modo realidad virtual, ya no quise que me lo enseñaran, porque me daba hasta miedo, pero parece ser que te posicionas en el mapa, por una georreferenciación vía satélite y has de buscar a los monstruos por toda la ciudad. Eso genera concentraciones de gente en lugares, como puede ser un Starbucks Café, o el Parque del Retiro, donde hay monstruos a porrillo.

La aplicación es gratuita. Y digo yo: cuál es el beneficio que se lleva la marca Nintendo, inventora de este engendro. Pues no lo sé a ciencia cierta. Tal vez Starbucks y las demás tiendas le pagan por que en su puerta pululen los monstruos a cazar. A lo mejor, una vez que todo el mundo esté enganchado, lo conviertan en juego de pago (eso intentaron con el Whatsapp y no funcionó: quedó claro que nadie estaba dispuesto a pagar por ello). Pero yo creo que el principal objetivo es que Nintendo se está haciendo con una base de datos de personas de todo el mundo, que son un archivo valioso que pueden vender en cualquier momento. Y que luego sirve para que te den la matraca publicitaria de la que yo me intento defender dándome de alta en la Lista Robinson.

Esto del Pokemon Go es algo que ha surgido (al menos en España) hace no más de dos meses. El mundo camina a una rapidez vertiginosa y hay un factor aleatorio incontrolable que determina la deriva de los acontecimientos. Tal vez algunos de mis lectores más recientes no conozcan el último texto que escribí el año pasado, el Post#460, Un robot agoniza en Navidad. Tal vez alguno quiera leerlo o repasarlo, como lectura de verano. Era un hermoso texto, digno de una canción de David Bowie, que contaba las andanzas de la nave espacial Rosseta y su hijo el módulo Philae, posado sobre el cometa 67P/Churiumov-Gerasimenko. Esta historia venía a demostrar que la realidad iba ya varios cuerpos por delante de lo que cualquier escritor de ciencia ficción hubiera imaginado jamás. Bueno, pues el otro día salió una nueva información al respecto.

Pueden consultarla AQUÍ. Como tal vez recuerden, el bueno de Philae dejó de transmitir información en julio de 2015, pero el sistema ESS de Rosseta se dejó abierto, por si la criatura se dignaba mandar nuevas señales. Y, lo más sorprendente es que Philae emitió un par de minúsculos bip, los días 22 y 25 de diciembre, cuyo significado interpretaba yo libremente como “vaya, otra vez no me ha tocado la lotería” y “feliz Navidad, mami”, respectivamente. La nueva noticia cuenta que, a comienzos de este año, Philae fue declarado en estado de hibernación eterna, a pesar de lo cual, el sistema ESS se ha mantenido abierto, por si acaso resucitaba y se dignaba mandar algún nuevo mensaje, del tipo "vaya calor de mierda", o "cuidado con Donald Trump". Ahora, a medida que el cometa se aleja del sol, los científicos han desconectado ya el ESS, porque deben dejar un resto de energía para que Rosseta se estrelle contra el cometa y pueda reposar junto a su hijo por los siglos de los siglos, amén.

Lo curioso es que yo empezaba aquel texto quejándome de la inmovilidad política tras las elecciones de diciembre y proponiendo, ante semejante aburrimiento, alejarnos a miles de kilómetros de la Tierra para encontrar una historia más estimulante. No tenía yo entonces ni puta idea de que, primero, se iba a morir David Bowie y, segundo, me iba a pegar un leñazo entrando en el Metro que me iba a tener seis meses en el dique seco. Pero lo más insólito e imposible de adivinar entonces es que, siete meses después, la situación política iba a seguir exactamente en el mismo punto. Esto supera cualquier relato de ciencia ficción. En estos momentos, tenemos a Rajoy en estado de hibernación eterna, a Iglesias cazando Pokemons y a Sánchez y Rivera así como a punto de sentarse a hablar, en una imagen que les repito también, porque creo que es la instantánea perfecta de en qué momento se encuentran las negociaciones para formar gobierno.

















Imagino que los cuatro dirigentes, a los que también dediqué unas merecidas coplillas en el Post #482, estarán ahora deseando fervientemente que las supuestas negociaciones fracasen rápido, para poder coger sus coches y sumarse al atasco de la operación salida. Tal vez el objetivo de Rajoy sea seguir eternamente de presidente en funciones, lo que le garantiza tiempo suficiente para leer el Marca y lo que le pongan por delante. Como funcionario en funciones durante más de cinco meses, sé de lo que hablo. Sean felices.

jueves, 28 de julio de 2016

536. Vaya año que llevamos

Pues sí, el bisiesto está haciendo honor a su leyenda y no hablo a título personal. Yo he tenido una doble mala suerte, al romperme el húmero en una caída tonta de la que salí sin un solo arañazo más, y sufrir luego una operación, que me dejó los dos fragmentos separados en torno a un centímetro, lo que me hizo perder tres meses de recuperación hasta que me pudieron quitar el tornillo superior y la cosa empezó a evolucionar mejor. Total, que llevo más de cinco meses de baja, algo que no me ha afectado al ánimo: las cosas han venido así y hay que aceptarlas. Y además, estoy disfrutando de una situación de privilegio, casi una simulación de mi futura vida de jubilado, pero cobrando como activo y ayudando moderadamente en mi oficina. Estoy a gusto y, si encima no tuviera dolores, pudiera hacer deporte, conducir mi coche y viajar por el universo mundo, pues esto sería ya algo parecido al séptimo cielo. Y ustedes no se quejen, que también están disfrutando de mi dedicación al blog, mucho mayor de la que hubiera tenido, de estar en activo.

Así que, a nivel personal, no me quejo. A lo que me estoy refiriendo es a que, cada mañana, uno abre el periódico acojonado, a ver qué nueva noticia de la barbarie se añade a la anterior. Creíamos que lo habíamos visto todo con el autobusero asesino de Niza, cuando aparece un tipo que acuchilla viajeros de tren, otro que convoca por Facebook para que vean cómo dispara a niños y adolescentes, otro que se hace estallar al lado de un concierto de rock y ya el colmo de los colmos: un cura cuya misa interrumpen para cortarle el cuello y filmarlo. ¿Dónde está el límite? No lo sé. Porque aquel aviador jordano que quemaron vivo en una jaula ya parecía algo más allá de cualquier horror imaginable. Mientras sufrimos este acoso insoportable, por aquí seguimos dilucidando si son galgos o podencos. Y no sólo hablo de Rajoy y los otros inútiles incapaces siquiera de sentarse a hablar, sino también de los catalanes, que siguen a su raca-raca, los británicos con su Brexit y tantas otras tontunas que nos mantienen distraídos, mientras nos están literalmente matando. Sólo falta, para redondear el año nefasto, que gane Donald Trump y, de momento, va por delante en las encuestas.

Entre tanta animalada, a uno se le pasan por alto otras noticias que, en otros contextos, coparían la primera plana. Vean si no el caso del suceso acaecido en la localidad murciana de Bullas. A lo mejor, ni siquiera se han enterado. Que exista un pueblo llamado Bullas, ya es algo bastante alucinante, pero es que la historia tiene un tufillo a Puerto Hurraco que echa para atrás, salvo por el hecho de que sólo hubo un muerto y dos heridos, todos por disparos de escopeta de caza. Todavía no se sabe mucho de lo sucedido, el suceso está en plena investigación, pero les resumo lo que ha trascendido. El protagonista principal es un hombre llamado Mateo Pérez Abril, de 64 años, o sea, casi de mi quinta, guardia civil jubilado, al que los vecinos apodan El Yegüero y describen como hombre pacífico y buena gente.

Mateo el Yegüero estuvo destinado en el País Vasco, Madrid y Murcia hasta que, en el año 2.000, fue prejubilado por algún problema físico y regresó a su Bullas natal, en donde conservaba una casa de su propiedad y donde plantó unas oliveras y se hizo con unas cuantas gallinas cuyo cuidado, junto a su afición a la caza, le mantenían entretenido en su situación de pensionista. Todo iba bien hasta que hace unos seis años conoció a una búlgara, llamada Koftesa, con la que estableció una relación sentimental. La tal Koftesa es bastante más joven que él (48), a pesar de lo cual es madre de al menos dos hijos, el mayor de 34, que ya la han hecho abuela. Y aquí se acabó la tranquilidad para Mateo, porque su pareja arrastraba con ella un clan que solía presentarse en su casa cada primero de mes, cuando nuestro hombre acababa de cobrar su pensión, y se pasaban varios días bebiendo y derrochando el dinero hasta que se acababa. Este conjunto de datos remite claramente a una conclusión: estamos hablando de búlgaros de etnia gitana. Y ya García Lorca dejó constancia de que los gitanos nunca se han llevado bien con la Guardia Civil.

La familia de Mateo no acogió de buen grado este inesperado giro en su tranquila vida y le advirtieron de que Koftesa no era una buena compañía para él. Pero ya saben eso de que más tiran dos tetas, etc. El caso es que la pareja decidió oficializar su relación y, el pasado día 26 de julio, se presentaron en el Juzgado de la localidad para registrarse como pareja de hecho. Mateo llevó como testigo a un cuñado, el único familiar con el que se habla, porque el resto de su familia no quería saber nada de él mientras estuviera con Koftesa. Eso dio pie a una celebración por todo lo alto, en el domicilio del ex guardia civil, en la que participaban, de su parte, únicamente su cuñado y, de la otra, el multitudinario clan al completo. Era ya de noche, corría el alcohol en abundancia, un complemento bastante peligroso para estas cosas, y los vecinos escuchaban la música a todo volumen y las voces y risotadas de la celebración.

Y aquí es donde se desata la locura. ¿Qué le dijeron los búlgaros o qué fue lo que averiguó el antiguo guardia civil, que le hizo llegar a la conclusión de que la había cagado o que lo estaban estafando o chuleando? No lo sabemos, como digo. Lo cierto es que, a media cena, el tipo se levantó, se dirigió al desván y regresó armado con su escopeta de caza cargada. La mujer pudo huir despavorida, pero el tipo descerrajó varios disparos a dos de sus recientes parientes, el hijo y el yerno de Koftesa, certeramente dirigidos a sus abdómenes respectivos. La mujer avisó a los vecinos que ya estaban en la calle alarmados por los estampidos. Llamaron a la policía local, que llegó a la carrera. El Yegüero estaba sentado afuera, con su escopeta todavía en la mano. Los policías dijeron: –Se han denunciado disparos en esta casa, ¿es usted el que ha disparado? El Yegüero les miró y pronunció una sola sílaba: Sí. Y, sin que los atónitos agentes pudieran evitarlo, se apoyó el cañón en la garganta y apretó el gatillo. Trasladaron a los tres heridos al hospital de Caravaca, donde el autor de los disparos ingresó cadáver y los otros dos luchan aún por sus vidas, mientras un juez investiga lo sucedido bajo secreto del sumario.

Un suceso terrible, del que los diarios nacionales no dirán nada más, porque ya saben que la selección de noticias la hace un aparato mecánico, y muy pronto habrá que dejar espacio para la siguiente masacre del ISIS o el siguiente tiroteo en USA. Para encontrar detalles de este asunto he tenido que rebuscar en la prensa local de Murcia. Si pinchan AQUÍ, pueden ver una información reciente, que no hace falta que se lean, aunque sí les recomiendo que vean la foto del hermano del yerno herido, saliendo de visitarle en el hospital y diciendo que él no sabe nada de nada y que nunca ha estado en el lugar de los hechos. La foto no requiere más comentarios.

Después de tantos años viviendo en una gran metrópolis como Madrid, uno se olvida de que España es muy grande. Y Murcia es, con algunas zonas de Andalucía y Extremadura, el último rincón de esa España profunda que a veces estalla en asuntos como este. Digamos que incultura, alcohol y armas a mano forman un cóctel peligroso, con un potencial destructivo que no necesita yihadistas. Buscando en Internet, me he enterado de que el pueblo de Bullas fue escenario en 2008 de otro caso espeluznante: el llamado caníbal de Bullas mató a su compañero de piso e intentó meter el cuerpo en el frigorífico para írselo comiendo poco a poco pero, como no le cabía, acabó por guardarlo en el sótano en una tinaja. Algo similar a esto se contaba en la excelente película de Fernán Gómez El Extraño Viaje (si no la han visto, háganlo ya, esta misma tarde, sin más dilación). Fernán Gómez quería titular esta obra maestra como El Crimen de Mazarrón, pero no le dejó la censura, alertada por el Ministerio de Información y Turismo de las posibles malas consecuencias que semejante título traería para el turismo del que vive esta localidad de la costa murciana, no  muy lejos de Bullas.

Galicia, donde acabo de pasar cuatro días, es otro lugar que atesora zonas rurales aisladas de la civilización. Pero allí, el paisano que descubre desesperado que la ha cagado y que ya no quiere seguir viviendo, suele recurrir al remedio de colgarse de un árbol. La Galicia rural es una tierra tranquila, en la que ayuda mucho el clima suave y el característico sentido del humor, que se plasma en los estribillos de sus canciones más enxebres (a mi casa non quero que veñas/sempre me follas, nunca me empreñas/¿sei que non podes?/¿sei que non sabes?/¿sei que perdiches as habilidades?). Algo menos conocida es esta otra que les dejo de propina. El estribillo es igualmente pícaro y punzante: e pousa, pousa, pousa, e non me toques n’aquela cousa/ e pousa, pousa axiña, e non me toques n’aquela cousiña. Pues eso, sean felices. Y no se quejen tanto del calor, coño, no me toquen n’aquela cousa. Ya llegará el otoño.

  

domingo, 24 de julio de 2016

535. Hanging ‘round in LC

Fresh breeze messes up my hair
Seagulls crying in the air
I can’t find anyone known
All along the crowded streets
I keep walking all alone
Hanging ‘round in LC

Dice Bruce Springsteen que uno no puede saber quién es o adónde va, si no sabe de dónde viene. Y yo vengo de LC, no me digan AC, por favor, porque, cuando yo caminaba por las calles atestadas de gente, mientras la fresca brisa revolvía mis cabellos de adolescente y las gaviotas chillaban en el cielo, aquella ciudad era LC y así la sigo yo sintiendo. Hacía años que no tenía un rato para callejear a mi bola por la ciudad en la que viví mis primeros diecisiete años, donde me hice un hombre y de la que huí para estudiar fuera. Mientras vivieron mis padres la visité con cierta regularidad, pero desde que falleció mi madre en 1996, prácticamente sólo he vuelto con motivo de acontecimientos familiares, alegres o tristes, conmemoraciones y saraos en los que mi tiempo era acaparado por el entorno familiar y nunca encontraba un rato para caminar solo por las calles de mi adolescencia.

Esta vez dispuse de una tarde entera. No es mucho, pero es que debía dedicar mi tiempo a confraternizar con la familia, con mis hermanos, cuñados y sobrinos. El sábado nos reunimos 26 a comer en Muros, donde nos pusimos como se imaginan. Tras una siesta bajo los pinos, bajé a la playa y me bañé en las aguas gélidas del Atlántico, a la temperatura perfecta para mí. He de decirles que, desde que tuve mi accidente hace ya cinco meses, he engordado en torno a tres kilos, por la falta de ejercicio. Todo es grasa, supongo, y viene muy bien para meterse en el agua de Muros. Lo cierto es que entré hasta donde hacía pie, no me pareció prudente nadar en estos momentos de consolidación insuficiente de la señora Ashton, y por allí estuve bastante rato. Salí ya porque me daba vergüenza seguir en el agua y porque tenía las yemas de los dedos arrugadas. Y ni siquiera utilicé una toalla para secarme. Ni me duché esa noche: el salitre me sienta bien, nunca me ha picado el cuerpo después de bañarme en el mar.

Ya saben que me organicé debidamente este viaje al norte de la Comunidad de Madrid, de donde no puedo salir. Me fui con mi hijo Kike de conductor, porque también tengo prohibido coger mi coche. He de aclararles que, el día antes de salir, descubrí que mi hijo ya le había hecho al coche más de 3.800 kms, por lo que era conveniente pasarle, antes de viajar, la revisión de los 3.000, que además es gratuita. El problema era que mi hijo estaba ocupado todo el día. Pero finalmente nos fuimos con la revisión pasada. No fui yo quien llevó el coche al taller, sino un holograma con mi aspecto, a modo de doble o heterónimo. Como pueden imaginar, me saludaron efusivamente y me dieron cariñosos recuerdos para mí mismo. El día fijado, mi hijo condujo los 590 kms que separan Madrid de la localidad de O Carballo, donde mi hermano Pepe vive en verano. Allí establecimos el cuartel general y desde allí hicimos la excursión citada a Muros para encontrarnos con el resto de la familia, otra a las Fragas del Eume y una más a la ciudad.

El jueves por la mañana, mi hijo me acompañó al Estadio de Riazor donde tenía yo que hacer diferentes gestiones. En primer lugar, renovar mi carnet de socio amigo, que es anual. Además, hacerme con el carnet que me acredita como accionista del club. Y, en tercer lugar, comprarme tres camisetas, para mí y mis dos hijos, de la tercera equipación de este año del Depor, que es preciosa. Aquí la imagen que da fe de mis gestiones. La camiseta para Lucas, que está en Alemania, se la puso uno de mis sobrinos, de buena planta, como ven, además de gran deportivista y buena persona. 



Cumplidas estas gestiones, comimos con mi hermano y mi cuñada en un restaurante, donde nos obsequiamos con unas xoubas extraordinarias, entre otros manjares norteños. Después de comer se planteó el dilema. Mis hermanos se volvían a O Carballo con su coche, y mi hijo había quedado con sus amigos del lugar y no pensaba volver hasta el día siguiente. ¿Quién habría de llevar mi coche, en ese momento aparcado bajo la Plaza de Pontevedra? Pero yo tenía la solución: podía recurrir otra vez al heterónimo para que me echara una mano. Así que al fin conseguí lo que quería: quedarme solo en la ciudad. Y empecé mi recorrido bajando por la plaza de Lugo, donde yo vivía, en dirección a Los Cantones. ¡Cuántos recuerdos asociados! El problema es que muchas de las referencias que yo guardo en mi memoria, han desaparecido. La ciudad en la que yo viví ya no existe.

Bajando por la calle Compostela, ha desaparecido la librería Dans, donde mi padre compraba cada día La Voz de Galicia y el ABC. Ni la taberna que estaba al lado, que creo que no tenía nombre, o es que se me ha olvidado. Allí solía yo tomarme la última taza de Ribeiro a granel, camino de casa. Subsiste el edificio del La Unión y El Fénix, con su estatua de coronación habitual, pero en sus bajos hace tiempo que ha desaparecido el Cantón Bar, el café más parisino de la ciudad, donde yo me hacía el adulto pidiendo con voz grave un cortado, fingiendo una experiencia de la que carecía. También ha desaparecido el Galicia, con sus tumbonas de mimbre, donde preparaban unos cócteles inolvidables. No existe tampoco la vieja librería Molist con su cristal amarillento para proteger los libros del sol poniente. Y el Obelisco, que destacaba sobre los edificios bajos del entorno, sobrevive ahora agobiado por altos rascacielos de vidrio y metal.

Recorrí los Cantones, regresé por las calles de la Franja, los Olmos y la Estrella y volví hacia el Este por San Andrés. Eché en falta la farmacia Sanitary, cuya dueña era amiga de mi madre, y el cine Savoy, en el que se entraba por debajo de la pantalla. Y la tienda de cafés El Trópico, en donde el dependiente, que se llamaba Clemente hacía los paquetes a velocidad de vértigo, atados con un hilo que cortaba finalmente con gestos enérgicos. Y los restaurantes de la Cocina Económica. Y la tienda llamada El Barato Mercantil, donde yo me compré mis primeros tejanos, para horror de mi padre, que los llamaba pantalones de mahón y los consideraba muy inadecuados para un joven de mi posición. Y los supermercados de Casa Claudio, que fueron luego absorbidos por la cadena Gadis, excepto uno que subsiste en San Andrés con su nombre original, dedicado a la venta de delicatesen.

Quedan sin embargo muchas preexistencias que permanecen en buena forma. Como el edificio del Banco Pastor, el inmueble más neoyorkino que he visto fuera de la propia ciudad de NY. Y algunos bares históricos, como O Tarabelo, bastante adecentado, o El Priorato, donde las chicas aceptaban ir, porque se vendía un vino catalán medio dulzón, que se servía en porrones de cristal, y ponían cacahuetes de tapa. Permanece también la pastelería La Gran Antilla, con su terraza frente al Teatro Rosalía de Castro, donde la alta burguesía local se tomaba sus tés con algún pastelito de elaboración propia. Y el Bazar de Pepe, en donde me compraban los juguetes, ahora convertido en tienda de posters. Y la farmacia Villar, en la calle Real, con su trasera la Droguería Villar, que da a la calle de los Olmos. Subsiste también la Joyería Lino, seguramente regentada por los herederos de su fundador, que era conocido de mi padre. Los tiempos modernos acabaron sin embargo con la vecina Joyería Malde, con su preciosa portada.

Continué, en fin, mi paseo por la calle Panaderas hasta la calle de la Torre, que recorrí hasta el final, para vislumbrar la hermosa silueta del faro más antiguo del mundo, a contraluz con el sol acercándose al mar. Y regresé por Orillamar, para ver la fachada del Cementerio de San Amaro, un auténtico cementerio marino como el que cantó Paul Valery (Ce toit tranquille ou marchent des colombes/entre les pins palpite, entre les tombes), con su inquietante leyenda sobre la puerta principal: El término del cuerpo es el que veis/el del alma será según obréis. Seguí adelante para pillar a traición la Ciudad Vieja, cuya Plazuela de las Bárbaras es uno de los rincones mejor conservados en mi memoria, pero encontré el viejo barrio invadido por los tenderetes y el guirigay de una feria medieval, así que opté por bajar de nuevo a la Plaza de María Pita y regresar tranquilamente al parking de la Plaza de Pontevedra, ya convertido en holograma, para poder regresar con mi familia. 

Una sinfonía de sensaciones y nostalgias para cargar las pilas y afrontar el resto del verano y el final de la recuperación de mi húmero. Algunas (el mar, el verde, el aire dulce y húmedo) las tenía más recientes. Pero mi soledad de caminante urbano por las calles de mi adolescencia, hacía mucho tiempo que no la paladeaba. Tiene razón el Boss. De vez en cuando hay que darse una vuelta por las raíces para ayudarnos a saber adónde coño vamos.  
   

miércoles, 20 de julio de 2016

534. Maneras de resistir el acoso publicitario telefónico

Bueno, ya me voy unos días de vacaciones al fresquito norte. Sólo hasta el lunes por la noche, en que regresaré aquí al corazón del caloret. Les prevengo que no me voy a llevar el ordenador (faltaría más). Sí me llevaré el Ipad y, según como transcurran los tiempos, a lo mejor algún día me animo a cargar algún nuevo post. Lo que no puedo hacer con el Ipad es avisar de dicha carga a través del grupo habitual de mailing, ni anunciarlo en Facebook. Lo más probable es que me tome también un descanso de blog, que nos viene bien a todos. De momento les dejo esto que tenía escrito desde hace unos días, para bajar un poco el nivel, que estos últimos tiempos han sido bastante intensos. Supongo que a ustedes, como a mí, también los martirizan con llamadas telefónicas a las horas más intempestivas para venderles cosas que no necesitan.

En fin, cada uno tiene sus manías. A mí, particularmente, nunca me ha molestado la publicidad por correo postal. Generalmente ni presto atención a su contenido. Yo vacío el buzón, selecciono lo que son cartas de mi interés y el resto va directamente sin mirar a la bolsa de reciclaje de papel. Tampoco me molesta especialmente lo que me llega por el correo electrónico. Cada vez que consulto el buzón, selecciono los mensajes publicitarios y aprieto la tecla supr, para borrarlos todos de una vez. En la tele, cuando empiezan los anuncios, a veces uso el mando para cambiar de canal, o desconecto automáticamente mi cerebro para no escuchar los mensajes (lo tengo muy entrenado). O sea que yo tengo mis barreras para defenderme de las nuevas y agresivas formas del marketing publicitario. Y es algo que no me genera estrés alguno.

Es que, realmente, yo no quiero comprar nada que me vengan a ofrecer. Yo funciono de otra manera. Si necesito algún producto, voy y lo compro. Si tengo tiempo, hago primero un muestreo en Internet, para ver cuál es la mejor oferta. Pero lo que no quiero es que venga nadie a ofrecerme algo que yo no esté buscando. Cuando me aborda alguien por la calle para venderme algo le digo que tengo prisa y, si se pone pesado, me pongo muy serio y le digo que mi mamá me tiene prohibido hablar con desconocidos. Suelen quedarse bastante cortados. Lo suficiente como para que dejen de perseguirte. A veces te llevas algún insulto mascullado entre dientes, pero poco más. Es decir, que yo me he fabricado una coraza mental y práctica que me protege de todo eso. ¿De todo? No. La coraza tiene una brecha importante: las llamadas telefónicas.

Ya saben de qué les hablo, queridos lectores. Básicamente hay dos casos tipo. UNO: usted trabaja todo el día, apenas tiene un rato para comerse un sándwich con los compañeros sin dejar de hablar del trabajo y continúa por la tarde porque tiene que entregar en plazo ese trabajo en el que se juega el futuro de su empresa o de su estudio de arquitectura. Luego tiene que tragarse un atasco monumental de vuelta mientras cae la noche y, precisamente, acaba de perder diez minutos extra hasta que el tipo que había parado un momento en la puerta de su garaje, ha tenido a bien quitar el coche de en medio. Entonces sube a casa, se afloja la corbata, se prepara un Martini bianco con unas gotas de ginebra y se tumba en su sofá favorito. Es en ese momento cuando suena el teléfono. Vistazo rápido al reloj: las 20.30. Número desconocido. Descuelga. ¿Don Emilio? Buenas tardes don Emilio, le habla Ana Patricia Gómez, de Orange, el objeto de esta llamada es poner en su conocimiento la magnífica oferta de un televisor gratis si usted opta por elegir nuestra oferta de ADSL y fijo, porque usted don Emilio ¿con qué compañía tiene el ADSL?

Vayamos al caso DOS. Usted es un afortunado que dispone de horario continuo, por lo cual se levanta a las 6 de la mañana para evitar el atasco que se forma un poco más tarde y luego trabaja como un esclavo toda la mañana, con una única pausa para un asqueroso café de la máquina del pasillo. En ese tiempo ha de apresurarse para resolver cuarenta problemas de todo orden, desde quejas de sus empleados, solución a fallos detectados, disminución de rendimiento de ciertas unidades, reuniones maratonianas en las que no se resuelve nada y otras tesituras más o menos igual de deprimentes. En este caso, vamos a suponer que tiene usted una esposa que amorosamente le ha dejado una comida preparada, que sólo tiene que calentar en el microondas. Se la toma con una cerveza y dispone usted de su único rato de relax en todo el día (por la tarde habrá de ir de compras, o a recoger a los niños del colegio, o a otra insufrible reunión de comunidad). Se tumba usted en el sofá, conecta el televisor, se pone un programa de animalitos de La 2 y justo cuando el locutor le está explicando con su voz somnífera el sistema de apareamiento del sapo corredor común, suena el teléfono. Descuelga usted medio amodorrado, de forma automática, sólo para escuchar el relato del caso UNO (esta vez es Érika Andrea Mendoza, de Jazztel).

Lo siento, pero es algo que me exaspera. Me saca de quicio. He tenido momentos en los que me he puesto como un energúmeno. Les he jurado a voces que jamás voy a contratar nada con Jazztel ni con Vodafone (los dos que más murga me han dado). Me he llegado a cagar en su padre (sólo en el caso de comunicantes masculinos). Les he rogado que borren mi número de la lista telefónica de donde lo han obtenido. Les he explicado pacientemente que me parece la suya una práctica invasiva de la privacidad, que hay personas a las que no nos gusta que nos llamen a casa, que no hay derecho a que le jodan a uno su privacidad y su descanso. Les he amenazado con denunciarles a la Guardia Civil, que tiene una unidad especializada en recoger quejas sobre este coñazo. Nada. No sirve para nada. Cada vez llaman más y a horas más inoportunas, incluso en fin de semana.

He reaccionado de esas formas más o menos destempladas, cuando me han pillado muy cansado o de mal humor. En otras ocasiones, me han encontrado más juguetón y con ganas de divertirme. Don Emilio, le vamos a hacer unas cuantas preguntitas que no le van a hacer perder mucho tiempo ¿le parece bien? Como no, señorita, siempre que usted me permita hacerle otras primero. Claro que sí, don Emilio, ¿qué es lo que quiere saber? Pues, por ejemplo: ¿usted tiene las tetas grandes y firmes? ¡Oh!¿pero cómo se atreve? Es usted un borde y un maleducado. No, no, es que si las tiene pequeñas y caídas ya no tenemos más que hablar. ¡Por supuesto que no tenemos nada más que hablar, es usted un impresentable y un machista ajqueroso! En fin, cuando uno consigue cabrearles hasta tal punto que sean ellos los que corten la llamada, resulta bastante gratificante.

Pero ni así consigues evitar que vuelvan a llamarte. De la misma compañía del tipo en quien te acabas de cagar en su padre, al día siguiente te llama otro diferente, con el mismo tono untuoso y la misma oferta. Ante eso, yo he ideado un método, que no tengo inconveniente en confiarles, por si les es de utilidad. Desde hace un tiempo, cuando la pantallita de mi móvil me indica un número desconocido, no contesto y lo dejo sonar hasta que para. Inmediatamente les llamo. Suele salir una musiquita y una grabación: ha llamado usted a Jazztel, si quiere contratar una nueva línea marque uno, si quiere... Corto y clicko en el icono añadir al contacto. Y añado el número de marras a un contacto que tengo creado, al que he llamado No Contestar. La siguiente vez que me llaman desde ese mismo número, la pantallita me advierte: No Contestar. Ya tengo unos diez o doce números en ese contacto.

De todas formas, el procedimiento no es infalible. Por ejemplo, en estos momentos, yo estoy esperando que me llamen dos o tres personas a las que me consta que les han dado mi número por temas profesionales. Entonces, si me llaman de un móvil, no tengo más remedio que descolgar y otra vez la misma murga: bla-bla-bla, bla-bla-bla, una retahíla de bobadas hasta la pregunta clave (primera ocasión en que te permiten hablar): ¿con quién tiene usted contratado el ADSL? ¿Y a usted qué coño le importa? No es que, verá, si contrata con nosotros le ofrecemos dos meses de llamadas gratis al extranjero. Esto me sucedió ayer por la tarde y me puse a buscar en Internet a ver si encontraba algo más eficaz. Entonces di con la Lista Robinson.

Si usted, querido lector, quiere evitar el acoso publicitario telefónico, ese que le impide dar la tan ansiada cabezada cuando el locutor de la voz aterciopelada le está explicando cómo se despereza el león antes de acariciar a la leona con gestos felinos y amorosos, le recomiendo que se apunte, como yo hice, a la Lista Robinson. Se hace por Internet, rellenando un formulario sencillo, como si sacara unas entradas para el cine y es totalmente gratuito. Enseguida le mandan un correo electrónico a la dirección que usted les indique y allí puede elegir de qué medios quiere que le quiten la publicidad. Yo he indicado sólo el teléfono, porque, como he dicho arriba, los demás canales no me molestan. Esta lista la gestiona un organismo semioficial, la Asociación Española de la Economía Digital, y se ajusta escrupulosamente a la Ley de Protección de Datos. Como me apunté ayer, aun no les puedo asegurar si es efectiva o no, pero he encontrado en Internet bastantes testimonios favorables.

A punto de cerrar este texto, me he acordado de mi padre, médico renombrado nacido a principios del Siglo XX, que falleció en 1990, así que no le tocó conocer esta nueva era digital descabellada. Bueno, pues mi padre, en sus últimos años, harto de la publicidad de productos médicos que cada día abarrotaba nuestro buzón, se apuntó en una lista para que no le volvieran a mandar ni un solo folleto publicitario más. Era una lista que gestionaba el Colegio de Médicos de La Coruña, una especie de antecedente profesional de esa Lista Robinson a la que yo me he apuntado ahora, más de 25 años después. Cosas de las leyes de Mendel…

Que pasen un buen puente. Seguiremos a la vuelta

lunes, 18 de julio de 2016

533. El discurso de Bruce Springsteen

En medio de estos tiempos convulsos, es difícil encontrar noticias como ésta, que te levantan el ánimo, finalidad principal de este blog próximo a cumplir cuatro años. Si conocen Nueva York, tal vez hayan visitado la isla Ellis, cerca de la Estatua de la Libertad. Por allí entraban todos los inmigrantes a principios del Siglo XX y allí habían de pasar en condiciones de hacinamiento y miseria la cuarentena que se les imponía hasta que, algunos, eran autorizados a entrar en el país, y otros eran deportados de vuelta. Muchas películas han mostrado lo que allí sucedía, desde América, América, de Elia Kazan, hasta la reciente y excelente El sueño de Ellis, protagonizada por Marion Cotillard. La isla alberga ahora un museo y suele formar parte del tour que incluye la subida a la Estatua de la Libertad.

La fundación que gestiona este museo y el patrimonio histórico y documental que atesora, concede cada año varios premios a personalidades famosas, americanos prominentes que descienden de aquellos inmigrantes que entraron por la isla. Este año, uno de los premiados ha sido Bruce Springsteen. El Boss ha aceptado el premio, con la condición de que le acompañaran su madre (a quién ya conocen en este blog, Post #339) y sus dos tías, hermanas mayores de su madre. En una escueta ceremonia, Bruce ha aceptado el premio y ha hecho un corto y emotivo discurso, para el que se ha ayudado de unos papeles, para que no se le olvidara mencionar nada que fuera importante. Como hago últimamente, me he tomado el trabajo de traducírselo (este es más corto que el de Bernie Sanders). Así que aquí tienen el vídeo y abajo la traducción, que he perpetrado de oído, de forma que, si alguien quiere mejorarla o precisar alguna cosa, es bienvenido. 


Gracias, gracias, eeh, Brian, mira que tú nunca estás cansado, esta noche tengo una novedad para ti, aquí mismo te ofrezco trabajo como relaciones públicas para mí, je, je. Mmm, bien, la isla de Ellis es un lugar importante y estoy muy contento de estar aquí hoy con mis compañeros homenajeados. Para mí la isla de Ellis significa que no podemos realmente saber quiénes somos y a dónde vamos, a menos que sepamos quiénes éramos y de dónde vinimos. Realmente no podemos saber lo que significa o puede significar ser americano, a menos que sepamos lo que en su día significó ser un americano.

Así que estoy muy contento de participar en esta ceremonia, no solo en honor de mi abuelo Anthony, que entró realmente por la isla Ellis a principios de siglo, sin saber leer ni escribir. Más adelante consiguió entrar en la Universidad de Nueva York, donde se convirtió en abogado y hasta hizo una corta parada en la prisión de Sing Sing… pero esa es otra historia, dentro de su vida. Y él se convirtió en un tipo muy inspirador; era muy locuaz, de voz tronante, un pequeño italiano, a mí me parecía como una rockstar, cuando yo era un crío, ya saben.

Y también quiero recordar a Adelina Sorrentino, mi abuela, que llegó en el 28, tendría ahora cien años. Llegó a Freehold (New Jersey) y nunca habló una palabra de inglés, demasiado para asimilarlo. También necesito agradecer a vuestros Farrell y vuestros Hagens, que eran mis clanes irlandeses, que fabricaban collares; ellos me criaron como un niño de Freehold (New Jersey). Y, a mi adorable esposa Patty, siciliana y escocesa-irlandesa, juntos seguimos con la costumbre de mezclar las tradiciones irlandesas e italianas en medio de New Jersey. Pero, específicamente, quiero darles las gracias a tres mujeres y voy a pedirles que suban aquí al estrado. Pido a mi madre y a mis tías que suban, están ahí entre la gente, je, je.

Así que yo he crecido con estas tres mujeres, ellas eran las tres hijas de Anthony, mi madre vivió y maduró en esa zona y ella representó para mí el máximo del optimismo y el trabajo ético de la primera generación nacida en America, ciudadanos que levantaron mi espíritu. Creo que ellas pusieron en mí el rock and roll. Y todo ello me encaminó hacia una experiencia que impregnó a mi familia y a todo mi trabajo de un gran, gran significado. Mi tía Dora tiene 90 años. Ella todavía le hace a la gente la declaración de la renta, así que si alguno de ustedes necesita ayuda con sus impuestos, ahora es un poco tarde, pero al año que viene ella estará disponible. Ella se graduó en el colegio con honores, a los 67 años.

Mi tía Ida, tiene 87 años, todavía trabaja, fue miembro del sindicato internacional de trabajadores del sector textil, trabajadora en una fábrica de abrigos durante veinte años y lleva cortando el pelo en el mismo local de la ciudad de Eaton durante los últimos cincuenta años. Ustedes pueden aun hacerse un buen corte de pelo los miércoles y viernes en el Macy’s de Eaton.

Y mi madre, que cumplirá 85 la semana que viene, trabajó de secretaria de un bufete durante 47 años, mientras estaba casada con un turbulento irlandés, tengo que darle también las gracias a mi padre Douglas, que, gracias a que tuvo un hijo afortunado, puede ahora vivir con un lujo modesto en un lugar no revelado, ja, ja, ja. Pero ella mantuvo a la familia unida en circunstancias de gran, gran, gran dificultad, saben, ella hizo una cosa muy inusual, sus padres estaban en una situación relativamente acomodada, pero ella se casó en la pobreza y se supo valer allí como una buena compañera para toda la vida y realmente nos ayudó a todos juntos. Gracias, madre, te quiero mucho. Esas fabulosas mujeres que están ahí, son la conexión viviente con mi herencia de la isla Ellis, y para mí eso significa venir aquí como un inmigrante, así que os quiero y os admiro a las tres, muchas gracias.

Bueno, me tengo que ir ya. Así que ¡ea! ¡arriba! Aprovechad el momento, disfrutad, estas cosas sólo suceden una vez, no sé, así que ¡arriba! De todas formas, mientras haya un solo inmigrante que esté fuera, es bueno recordar que somos una nación de inmigrantes y vagabundos esperanzados. Y no podemos saber quién está hoy cruzando nuestras fronteras, cuya historia puede añadir una página significativa a la historia americana, quién trabajará en el arte, quién criará una familia, cuya sangre nueva reforzará el buen tejido que sostiene a nuestra nación en su conjunto. Así que yo estoy muy orgulloso de estar aquí hoy, como otro vagabundo esperanzado, el hijo de Italia y de Irlanda, y de Holanda, y les deseo que, con la gracia de Dios, encuentren un paso seguro, a todos los que hoy están cruzando nuestras fronteras y doy también las gracias a los que las cruzaron antes, aquellos cuyo viaje, cuyo valor y sacrificio, hicieron de mí un americano. Muchas gracias.

Bueno, luego me dicen que exagero cuando le llamo a este hombre San Bruce Springsteen. La verdad es que le estoy cogiendo gusto a esto de traducir discursos del inglés. El de Bernie Sanders del otro día me pareció sensacional, pero ahora tengo una información adicional, que me remiten mis amigos de Estados Unidos. Y que me reafirman en las malas vibraciones que me transmite la señora Hillary Clinton (no sé si a ustedes les pasa lo mismo). Hombre, mejor que Donald Trump, es pero, al final, los americanos van a tener únicamente la opción de elegir entre dos propuestas de derechas, una neoliberal al servicio de los grandes poderes económicos y otra encabezada por un payaso, del estilo Berlusconi. A mí me gustaba la propuesta de Sanders y confío en que la revolución que encabeza siga adelante tras las elecciones de noviembre.

Según me cuentan, Hillary exigió un pronunciamiento público conjunto antes de la convención de Philadelphia y amenazó a Sanders con votar en contra de las propuestas que ya habían acordado incorporar a su programa. Parte de los miembros del equipo de Sanders eran partidarios de no ceder al chantaje, lo que hubiera desembocado tal vez en disturbios graves durante la convención, y no está el horno para bollos. Sanders tomó personalmente la decisión de aceptar las condiciones de Clinton, sobre todo, según explicó a su equipo, porque un Partido Demócrata dividido podría perder con Trump y eso sería una tragedia. Mis amigos dicen que Sanders tomó esa importante decisión para salvar a su movimiento y para salvar a su país. Un signo más de grandeza de un político capaz de ganar perdiendo. Porque su discurso fue un catálogo de sus propias ideas y propuestas, como si las dijera Hillary.

Les cuento esto para que entiendan completamente el discurso y por qué Sanders dice todo el rato “Hillary dice”, “Hillary piensa que”. Y también para que no se lleven sorpresas más adelante con las decisiones de la nueva presidenta (esperemos que gane, el otro es aun peor). Sanders y Springsteen representan la Norteamérica que yo amo. Así que, para compensarles de las dos horteradas musicales con que les castigué el último día, les voy a poner un par de muestras de buen country. Ya saben que éste, con el blues y el jazz, es el género más específicamente americano. La primera es el Lovesick blues (el blues del enfermo de amor). Nadie ha igualado nunca los gorgoritos con que el gran Hank Williams escenifica la enfermedad que le aflige.


En fin, en el mundo del country no ha habido nadie tan gamberro como Ray Stevens, autor de este desternillante Gitarzan, juego de palabras entre Guitar man y Tarzán. Les recomiendo que se lo pongan en pantalla grande. Esta gansada es nada menos que de 1969. Que la disfruten.



viernes, 15 de julio de 2016

532. Una mañana agridulce

Bueno, no hago más que recibir llamadas de seguidores interesándose por el resultado de mi consulta con el doctor Gárate de esta mañana, y el estado de mi brazo, reconstruyéndose en torno al clavo Konrad Adenauer y en proceso de formación de la señora Ashton. Muchas gracias a todos. Lo cierto es que el doctor me ha dicho que todo va bien, que el plan B iniciado con la extracción del tornillo superior del clavo está funcionando, e incluso me ha confesado que, hasta ese momento estaba bastante preocupado por el escaso o nulo avance del proceso. Y me ha prolongado la baja dos meses más, esta vez. Eso se debe exclusivamente a que en el mes de agosto, él se va de vacaciones y no quiere que me vea otro, así que me ha citado para una nueva consulta el 9 de septiembre. Hasta entonces he de seguir con mi rehabilitación, que se está demostrando efectiva. Les recuerdo que, hasta que me quitaron el tornillo, yo hacía otro tipo de ejercicios, básicamente de musculación con pesas, flexibilidad, etc. Desde entonces todo lo que hacemos son operaciones dirigidas a la compresión del húmero.

Así que las noticias son buenas, y ya saben que, cuando estoy contento y tengo cosas que celebrar, me sale la vena bailona y hortera que escandaliza un poco a  algunos de mis amigos más puristas. Les recuerdo que, por ejemplo, el día que la señora Carmena se confirmó como nueva alcaldesa, les sorprendí con un post llamado A bailar, que pueden consultar pinchando AQUÍ, y que, en otros momentos también les he traído cosas como aquella cuyo estribillo decía: me gusta la vida loca-loca, loca-loca/me encanta la música que toca-toca-toca. Bueno, pues hoy les voy a poner un par de vídeos para que bailen un poco también. El primero se llama I lost my underwear. Literalmente: he perdido las bragas. La letra es simple: Hola cariño, no sé qué pensarás, no importa, no importa, no importa lo que pienses, la noche pasada, cariño, perdí las bragas. Para escucharlo ahora han de pinchar AQUÍ.

Y el caso es que el día no pudo empezar peor. Me levanté, puse la radio y me enteré de la salvajada de Niza. Esto del yihadismo es algo que tenemos que erradicar como sea, va contra la humanidad y la civilización que tanto nos ha costado crear. Hay que meter en la cárcel a los que proclaman discursos contra Occidente y combatir su narrativa. Porque hay por ahí muchos colgados y muchos inadaptados que, de pronto, un día les da por seguir sus consignas y causan matanzas, a sabiendas de que no van a salir vivos. Igual que ETA mató a muchos más vascos que de ningún otro pueblo, los del ISIS matan sobre todo a gente de los países árabes, lo que pasa es que, cuando se salen de su ámbito geográfico, la cosa tiene mucha más trascendencia mediática. Y ahora la tienen tomada, sobre todo con Francia. Uno de los mejores artículos que he leído últimamente al respecto, lo pueden consultar AQUÍ. Les recomiendo encarecidamente que lo lean.

Es ciertamente terrorífico, todo eso de la retórica apocalíptica y el fin de los tiempos. En esa idea está precisamente el germen de su derrota inevitable: ningún pueblo puede apoyar esa idea, sólo personajes puntuales, inadaptados y colgados. La democracia siempre será superior a cualquier régimen surgido de esa barbarie. La gente vive mejor en los países regidos por una democracia y, al final, lo que la gente quiere es vivir bien. Pero antes de que logremos derrotarlos, habremos de sufrir muchos horrores como el de Niza. Hay que estar preparados para ello, redoblar las labores de inteligencia, intentar infiltrar gente y atacarles por todos los medios. Desde este blog, toda mi solidaridad con la víctimas.

Por cierto, los del ISIS no son los únicos que sostienen teorías apocalípticas y pronostican el fin del mundo. Les recuerdo que el reverendo Ian Paysley, líder de los unionistas norirladeses, dictaminó en su día que la creación del euro era una señal inequívoca del fin del mundo. Y que en Estados Unidos hay una especie de secta ecologista radical, que ha llegado a la conclusión de que el ser humano es dañino para la Tierra y promueve su extinción voluntaria, para lo que todos sus miembros se esterilizan. Como siempre se creen que les meto bolas sin parar, pues precisaré que estos elementos se autodenominan Movimiento para la Extinción Humana Voluntaria, y ESTA es su página Web.

Estábamos en que me he levantado, me he enterado de lo de Niza y me he sentido muy mal. Tras desayunar, he cogido el tren hasta San Fernando de Henares y, desde la estación, he caminado mis quince minutos habituales hasta llegar al hospital. Nada más entrar en el edificio, me he topado con un hombretón en una silla de ruedas, con ambas piernas amputadas por la parte alta del muslo. Una señora, seguramente su mujer, le estaba paseando por el hall. Del pantalón corto le salían apenas unos muñones envueltos en vendajes blancos. No he podido evitar que mi mirada se centrara en esos muñones y luego subiera buscando sus ojos. Hemos cruzado nuestras miradas un instante y les confieso que pocas veces en mi vida he afrontado una mayor expresión de angustia, de desesperación, de desolación.

Les recuerdo que ASEPEYO es una Mutua dedicada exclusivamente a los accidentes de trabajo. Ese pobre desgraciado, hace cuatro días estaba desempeñando su tarea sin saber lo que le esperaba. Entre lo de Niza y lo de este hombre, he entrado en la consulta, con una especie de presagio nefasto. Pero lo cierto es que me he encontrado a un doctor Gárate más contento y feliz que en ninguna de las consultas anteriores. Es que estaba casi eufórico, tras estudiar mis nuevas radiografías. Me las ha enseñado y las ha comparado con las anteriores. Honradamente, yo las veía prácticamente iguales. Pero ya saben cómo son los médicos. Mira, mira –me decía. ¿Pero no lo ves? Aquí había un agujero entre una parte y la otra del hueso y ahora ya no lo hay. Y esta sombra de aquí detrás es el callo que se está formando. Cierto que no tengo una vista de lince, pero que me aspen si se veía sombra alguna en el punto que me señalaba.

Vivimos en un mundo muy cabrón y bastante suerte tenemos de haber llegado hasta aquí. Sería escandaloso que yo me quejara. Sería antiestético, inmoral, obsceno. Llevo casi cinco meses recuperándome de una rotura de brazo, a paso de tortuga. Pero, joder, no me ha arrollado ningún camión mientras miraba los fuegos artificiales de la bahía de Niza. Ni me he quedado sin piernas. Así que, a vivir, que son dos días. He vuelto en tren del hospital y me he pasado por Legazpi, para programar mis dos meses de rehabilitación. Para empezar, he negociado con mis rehabilitadores el saltarme las sesiones del jueves y viernes próximo. Mi intención es, al terminar la sesión del miércoles, montarme en mi coche nuevo (conducido por mi hijo, por supuesto) y largarme a La Coruña que, como saben, también está en la Comunidad de Madrid, como Sigüenza. Allí estaré hasta el lunes de Santiago.

El sábado, nos reuniremos toda la familia en Muros, los que vamos quedando, a comernos unas buenas nécoras, unos percebes, una empanada auténtica y lo que caiga, con buen vino Albariño. Hay que disfrutar mientras se pueda. Celebrar la vida. Y bailar. Les había prometido un segundo vídeo para bailones. Bueno, este es bastante mejor que el otro. El artista se llama Bruno Mars y esta canción, que le debe mucho a Prince, se titula Uptown Funk y creo que fue uno de los vídeos más visitados del año pasado. Para verlo, han de pinchar de nuevo. AQUÍ. Pónganselo en pantalla grande. El vídeo es muy bueno. Y que disfruten del fin de semana.

miércoles, 13 de julio de 2016

531. ¡¡¡GO BERNIE!!!

No me creían ustedes cuando les anticipé hace meses que Bernie Sanders es un crack. En este blog se han podido escuchar las canciones que le han dedicado desde los músicos más jóvenes de Vermont (el pequeño estado en donde ha desarrollado su carrera política), hasta el corrido que le compuso el grupo de chicanos La Meta. Bernie ha peleado como un jabato hasta el final. Ha encabezado una verdadera revolución en América. Y ha negociado con Hillary Clinton para condicionar su apoyo a que el programa de la ex Secretaria de Estado incorporase muchas de sus propuestas más progresistas. Me dicen mis amigos norteamericanos que han seguido su campaña, que en muchos estados ha habido irregularidades en el recuento de votos. Que el poder no se corta a la hora de hacer las trampas que hagan falta para decantar el resultado hacia donde más conviene. Algunos de estos seguidores de Sanders estaban indignados y pronosticaban revueltas en la Convención Demócrata, a celebrar a final de mes en Philadelphia.

Bueno, pues para Bernie ha llegado el momento de reconocer la victoria de Clinton. Y ha escenificado ese reconocimiento en un mitin en New Hampshire (anteayer mismo), en el que ambos han aparecido juntos bajo el lema Stronger Togheter (más fuertes unidos). En el acto intervienen primero cuatro oradores. Les voy a poner el vídeo completo, para que escuchen a Bernie, cuya intervención empieza más o menos en el minuto 38 del vídeo (supongo que saben cómo saltarse lo anterior). Les recomiendo que lo escuchen y me he tomado el trabajo de traducírselo abajo. Es un discurso vibrante, extraordinario, que toca todos los temas que ha de tocar. Bernie ha iniciado un movimiento que tiene vocación de seguir creciendo y madurando después de las elecciones de noviembre. Y yo tengo mucha esperanza en este movimiento, porque los Estados Unidos son el lugar donde se cuece el bacalao y es su propio pueblo el que debe iniciar la solución de la crisis económica y social de occidente (igual que fueron ellos los que consiguieron parar la guerra de Vietnam).

No puedo evitar un comentario. ¡Qué envidia de políticos! Bernie ha luchado hasta el final, ha logrado cosechar un apoyo masivo y ha traducido ese apoyo en propuestas concretas recogidas en el programa de Hillary. Y ahora escenifica la unión. Él sabe que le han rebañado delegados con toda clase de trampas, pero de ninguna manera quiere que se produzcan disturbios en Philadelphia. Ya sabemos lo que producen otro tipo de discursos en un país en el que todo el mundo está armado hasta los dientes. Hace falta mucha talla política y mucha visión a largo plazo para esto. Pero es que así se actúa en casi todos los países civilizados.

Hace poco hubo elecciones presidenciales en Perú. En la primera vuelta la candidatura más votada fue la de Keiko Fujimori (como si en España se presentara Carmencita Franco). Había una candidatura de izquierda moderada, encabezada por Verónika Mendoza. Con las mismas trampas de siempre, consiguieron que quedara la tercera, por un estrecho margen por detrás de Pepe K, que no es el mote del protagonista de El Proceso de Kafka, sino la forma en que se conoce a Pedro Pablo Kucinsky (PPK). El bueno de PPK presentaba una propuesta neoliberal de crecimiento del país. La cosa se arregló, por tanto, para que los peruanos eligieran en segunda vuelta entre dos propuestas de derechas. Qué creen que fue lo primero que hizo Verónika Mendoza. Pues dar una rueda de prensa, reconocer la derrota y pedir el voto en segunda vuelta para Pepe K. Cualquier cosa antes de dar el poder a alguien apellidado Fujimori.

Ese tipo de comportamientos son los que yo esperaba de Pablo Iglesias. Generosidad y visión de futuro. Sin líneas rojas. Sólo tenía que haberse abstenido para dejar gobernar a Sánchez y Rivera en minoría. Y hubiera dispuesto de cuatro años para hacer una oposición fuerte, aprendiendo y formando cuadros. Pero este señor tenía prisa. Quería asaltar los cielos y asaltarlos ya. Había visto demasiados episodios de Juego de Tronos. Resultado: no va a haber forma de echar a Rajoy de la Moncloa. Yo creía que los resultados de junio iban a ser idénticos a los de diciembre. Hasta tenía pensado el título de mi post: Y to pa na. Pero los resultados son los que han sido. Y, como no espabilen, iremos a unas terceras elecciones, haciendo un ridículo internacional, y entonces Rajoy ganará ya por mayoría absoluta.

Bien les dejo ya con el discurso de Sanders. A mí me parece cojonudo. Un tipo de 74 años con una energía envidiable y una cabeza excepcional. Se necesita alguien a la altura de Roosevelt para sacarnos de esta crisis interminable. Y además, el inglés de Sanders se entiende de puta madre.


Bill McKibben, Jim Dean, gobernadora Hassan, senadora Shaheen, muchas gracias por vuestros amables comentarios. Y quisiera comenzar dando también las gracias a los 13 millones de americanos que votaron por mí durante las primarias demócratas. Y gracias New Hampshire, por darnos nuestra primera gran victoria. Y muy especial gracias a la gente del estado de Vermont que me apoyó durante tantos años como alcalde, como miembro del Congreso, como senador, como candidato presidencial, a mí, a Jane y a toda nuestra familia. ¡Vermont gracias! Permítanme también agradecer a los cientos de miles de voluntarios en todo el país, en todos los estados de la Unión que han trabajado muy duro en nuestra campaña y los millones de nuestros colaboradores que mostraron al mundo que podríamos ejecutar una campaña nacional exitosa basada en pequeñas contribuciones individuales dos millones y medio de ellos.

Juntos, hemos comenzado una revolución política para transformar América y esa revolución continúa. Juntos, vamos a continuar la lucha para crear un gobierno que nos represente a todos, y no sólo al uno por ciento un gobierno basado en los principios de la justicia económica, social, racial y ambiental. Estoy orgulloso de la campaña que hemos desarrollado aquí en New Hampshire y en todo el país. Nuestra campaña ganó las primarias y caucus en 22 estados, y cuando se contabilicen los datos en la Convención Nacional Democrática, se mostrará que ganamos casi 1.900 delegados. Mucho más de lo que casi todo el mundo pensó que podíamos ganar.

Pero esto no es suficiente para ganar la nominación. La secretaria Clinton entra en la convención con 389 delegados asegurados más de los que nosotros tenemos y muchos más superdelegados. La secretaria Clinton ha ganado el proceso de nominación para la Candidatura Demócrata, y yo la felicito por ello. Ella va a ser la candidata demócrata a la presidencia, y tengo la intención de hacer todo lo posible para asegurar que será la próxima presidente de los Estados Unidos.

Hoy he venido aquí no para hablar del pasado sino para centrarme en el futuro. Ese futuro estará determinado más por lo que ocurra el 8 de noviembre en las urnas de votación a lo largo de nuestra nación, que por cualquier otro evento en el mundo. He venido aquí para explicar de la manera más clara posible por qué estoy apoyando a Hillary Clinton y por qué debe ser nuestra próxima presidente.

Durante el último año he tenido una oportunidad extraordinaria, la extraordinaria oportunidad de hablar con más de 1,4 millones de estadounidenses en mítines en casi todos los estados de nuestro país. También tuve la oportunidad de reunirme con muchos otros miles de personas en reuniones más pequeñas. Y la profunda lección que he aprendido, es que esta campaña no es realmente sobre Hillary Clinton, o Donald Trump o Bernie Sanders, o cualquier otro candidato que busque la presidencia. Esta campaña es sobre las necesidades del pueblo estadounidense que está peleando contra la muy grave crisis que enfrentamos. Y no hay duda de que, a medida que nos acercamos a noviembre, Hillary Clinton es de lejos la mejor candidata para hacer eso.

Es muy fácil de olvidar, y los republicanos quieren que nos olvidemos de donde estábamos hace siete años y medio, cuando el presidente Obama asumió el cargo. Como resultado de la avaricia, la imprudencia y las conductas ilegales en Wall Street, nuestra economía estaba en la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Cerca de 800.000 personas al mes estaban perdiendo sus puestos de trabajo, estábamos alcanzando un déficit récord y el sistema financiero del mundo estaba al borde del colapso. Hemos recorrido un largo camino en los últimos siete años y medio y yo agradezco al Presidente Obama y al vicepresidente Biden por su liderazgo para sacarnos de esa terrible recesión. Sin embargo, y creo que todos estamos de acuerdo, mucho, mucho más queda todavía por hacer. Demasiados americanos están aun siendo dejados de lado, dejados atrás, ignorados. En el país más rico de la historia del mundo, hay demasiada pobreza, demasiada desesperación.

Esta elección es sobre la madre soltera que vi en Nevada, que, con lágrimas en los ojos, me dijo que estaba muerta de miedo por el futuro, porque ella y su hija no podían vivir con los 10 dólares y 45 centavos por hora que ella estaba ganando. Esta elección es sobre esa mujer, y los millones de otros trabajadores de este país que se están quedando cada vez más atrás, mientras tratan de sobrevivir con salarios totalmente inadecuadas.

Hillary Clinton entiende que debemos establecer una economía en Estados Unidos que ahora está amañada y que envía casi la totalidad de la nueva riqueza y el ingreso al uno por ciento más rico. Hillary Clinton entiende que si alguien en América trabaja 40 horas a la semana, esa persona no debería estar viviendo en la pobreza. Ella cree, todos nosotros creemos, que hay que aumentar el salario mínimo hasta un nivel digno. Y para eso hay que crear millones de nuevos puestos de trabajo, para la reconstrucción de nuestras infraestructuras que se están desmoronando –nuestras carreteras, nuestros puentes, nuestros sistemas de agua, nuestras plantas depuradoras de aguas residuales.

Pero su oponente Donald Trump bueno, él tiene una visión muy diferente. Él cree que los estados deberían tener el derecho de bajar el salario mínimo o incluso suprimir el concepto de salario mínimo. Si es elegido Donald Trump, no vamos a ver ningún incremento en el salario mínimo federal de 7.25 dólares  por hora un salario de hambre. Esta elección es sobre cuál de los candidatos designará a los jueces del Tribunal Supremo que estén dispuestos a revocar la desastrosa decisión de Ciudadanos Unidos, una decisión que está permitiendo a los multimillonarios comprar las elecciones y está socavando nuestra democracia. Esta elección es sobre quién va a nombrar a los nuevos jueces de la Corte Suprema que defiendan el derecho de la mujer a elegir, que defiendan los derechos de la comunidad LGBT, que defiendan los derechos de los trabajadores, las necesidades de las minorías y los inmigrantes, y la capacidad del gobierno para proteger nuestro medio ambiente. Si alguien por ahí piensa que esta elección no es importante, que se tome un momento para pensar sobre los jueces del Tribunal Supremo que Donald Trump nombraría, y lo que eso significaría para las libertades civiles, la igualdad de derechos y el futuro de nuestro país.

Esta campaña es también para llevar a los Estados Unidos hacia la atención médica universal y reducir el número de personas en nuestro país que no están aseguradas o están infraaseguradas. Hillary Clinton quiere ver que todos los estadounidenses tengan el derecho a elegir una opción pública para el cuidado de su salud, lo que reducirá los costes del cuidado de la salud en millones. Ella también cree que cualquier persona de 55 años o más debe tener la posibilidad de optar al Medicare y quiere ver a millones de estadounidenses más accediendo a la atención primaria de salud, al cuidado dental, al asesoramiento en salud mental y a los medicamentos recetados a bajo costo, a través de una gran extensión y formación de centros de salud comunitarios en todo el país. Hillary se ha comprometido a ver a miles de jóvenes doctores, enfermeras, psicólogos, dentistas y otros profesionales de la medicina, ejerciendo en las zonas ahora desatendidas, mientras mantenemos la idea del presidente Obama de triplicar los fondos para el Servicio Nacional de Salud.

En Nueva Hampshire, en Vermont y en todo este país sufrimos una gran epidemia de adicción a los opiáceos y a la heroína. Todos los días muere gente por sobredosis. Hillary Clinton entiende que, si queremos enfrentar seriamente esta crisis, necesitamos cambios importantes en la manera en que prestamos tratamientos de salud mental a lo largo de este país. Y eso es lo que la expansión de los centros de salud comunitarios va a hacer y eso supone conseguir personal médico formado para las zonas que más los necesitan. Y ¿cuál es la posición de Donald Trump en el asunto del cuidado de la salud? No hay sorpresa. El mismo y viejo menosprecio republicano hacia las familias trabajadoras. Él quiere abolir la Ley de Cuidado de Salud Asequible, expulsar a 20 millones de personas del seguro de salud que tienen actualmente y eliminar el Medicaid para los estadounidenses de bajos ingresos. La última cosa que necesitamos hoy en Estados Unidos es un presidente al que no le importe que millones de estadounidenses pierdan el acceso a la cobertura de atención médica que necesitan desesperadamente. Necesitamos más personas con acceso a una atención médica de calidad, no menos.

Hillary Clinton también entiende que millones de personas mayores, discapacitados veteranos y otros están luchando con el escandalosamente alto costo de los medicamentos que les recetan. Ella y yo estamos de acuerdo en que el Medicare debe negociar los precios de los medicamentos con la industria farmacéutica y que hay que ampliar el uso de medicamentos genéricos. Las compañías farmacéuticas no deberían estar haciendo miles de millones en ganancias, cuando uno de cada cinco estadounidenses es incapaz de pagar los medicamentos que necesita. La avaricia de las compañías farmacéuticas debe terminar.

Esta elección es también sobre la grotesca desigualdad de ingresos y riqueza que existe en la actualidad, la peor que ha habido en nuestro país desde 1928. Hillary Clinton sabe que algo está fundamentalmente mal cuando los muy ricos se hacen aun más ricos, mientras que mucha otra gente están trabajando cada vez más horas por menores salarios. Ella sabe que es absurdo que la clase media estadounidenses esté pagando una tasa efectiva de impuestos más alta que los fondos buitre millonarios, y que hay corporaciones en este país que hacen miles de millones de dólares al año en ganancias, debido a los trucos que sus grupos de presión crean en un año dado para no pagar un centavo en impuestos federales. Eso está mal. Mientras que Hillary Clinton apoya que nuestro código fiscal sea más justo y progresivo, Donald Trump quiere recortar impuestos en cientos de miles de millones de dólares para las personas muy ricas de este país. Sus políticas económicas imprudentes no sólo van a exacerbar la desigualdad de ingresos y riqueza, sino que además aumentarían nuestra deuda nacional en miles de millones de dólares.

Esta elección es sobre los miles de jóvenes que he conocido a lo largo de este país que han terminado su carrera universitaria profundamente endeudados, y esos muchos otros que no pueden permitirse el lujo de ir a la universidad, cuando este país necesita tener la fuerza de trabajo mejor preparada en la altamente competitiva economía global. Hillary Clinton cree que hay que reducir sustancialmente la deuda de los estudiantes, y que tenemos que crear universidades públicas de matrícula libre para la clase media y las familias trabajadoras de este país. Esta es una importante iniciativa que va a revolucionar la educación superior en este país y mejorar las vidas de tantas personas de nuestro pueblo. Piensen en lo que significará, piensen en esto, cuando todos los niños de este país, independientemente de los ingresos de su familia, sepan que si estudian duro y les va bien seriamente en la escuela  sí, tendrán la posibilidad de acceder a una educación universitaria y completarla sin deudas.

Esta elección es también sobre el cambio climático, la mayor crisis ambiental que enfrenta nuestro planeta, y la necesidad de dejar este mundo de forma saludable y habitable para nuestros hijos y las generaciones futuras. Hillary Clinton está escuchando a los científicos que nos dicen que, si no actuamos con valentía, en un futuro muy próximo habrá más sequías, más inundaciones, más acidificación de los océanos, mayor aumento del nivel del mar. Ella entiende que hay que trabajar con los países de todo el mundo en la transformación de nuestro sistema de energía basado en los combustibles fósiles, para buscar la eficiencia energética y la energía sostenible y que con esto podemos crear una gran cantidad de empleos bien remunerados. Bueno, Donald Trump, como la mayoría de los republicanos, de forma triste y trágica ha decidido rechazar la ciencia algo que ningún candidato presidencial debería hacer nunca. Él cree que el cambio climático es un engaño. De hecho, él quiere ampliar el uso de los combustibles fósiles. Eso sería un desastre para nuestro país y para todo el planeta.

Esta elección es sobre el liderazgo que necesitamos para aprobar una reforma migratoria integral y reparar un sistema de justicia criminal que está en quiebra. Se trata de asegurarse de que los jóvenes de este país estén en buenas escuelas o en buenos puestos de trabajo, no en celdas de la cárcel. La secretaria Clinton entiende que no necesitamos tener más gente en la cárcel que cualquier otro país del mundo, con un gasto de 80 mil millones de dólares anuales.

En estos momentos convulsos en nuestro país, esta elección debe buscar unir a nuestro pueblo, no dividirlo. Mientras que Donald Trump está ocupado insultando a mexicanos, musulmanes, mujeres, afroamericanos y veteranos, Hillary Clinton entiende que nuestra diversidad es una de nuestras mayores fortalezas. Sí. Conseguiremos ser más fuertes cuando blancos y negros, latinos, asiático-americanos, nativos americanos, todos nosotros vayamos juntos. Sí. Conseguiremos ser más fuertes cuando los hombres y mujeres, jóvenes y viejos, homosexuales y heterosexuales, nativos e inmigrantes luchemos juntos para librar a este país de todas las formas de intolerancia.

No es ningún secreto que Hillary Clinton y yo estamos en desacuerdo sobre una serie de cuestiones. En torno a eso ha girado esta campaña. Y en eso consiste la democracia. Pero estoy feliz de poder decir que en el Comité para una Plataforma Demócrata, que terminó la noche del domingo en Orlando, se produjo un importante acercamiento entre las dos campañas y como resultado de ello, ahora presentamos, con mucho, la propuesta más progresista de la historia del Partido Demócrata. Nuestro trabajo ahora es conseguir que esa propuesta sea implementada por un Senado bajo control Demócrata, por un Congreso bajo control Demócrata y con la presidencia de Hillary Clinton y ya les digo que tengo la intención de recorrer todos los rincones de este país al servicio de que esto ocurra.

Conozco a Hillary Clinton desde hace 25 años. Éramos un poquito más jóvenes entonces. La recuerdo como una gran primera dama que rompió precedentes en cuanto al rol que una primera dama tiene que jugar. Y recuerdo cómo ella ayudó a dirigir la lucha por la atención de salud universal. Serví con ella en el Senado de Estados Unidos y la conozco como una firme defensora de los derechos de nuestros niños. Y la conozco, y todos ustedes la conocen, como una de las personas más inteligentes que jamás nos hemos encontrado.

Hillary Clinton será una presidente excepcional. Y yo me siento orgulloso de estar junto a ella hoy aquí. Muchas gracias a todos.