miércoles, 27 de febrero de 2019

813. De la vida, los amigos

El título es parte de algún viejo dicho manchego y, como tal, me lo revelaron mis colegas de Ciudad Real, con los que ya he viajado a Birmania y Chile, y estamos empezando a preparar una nueva aventura que ya se comunicará en el blog a su debido tiempo. Escribo desde París, de donde partiré mañana hacia Lille, y tengo que empezar diciendo que me alegra un montón que le hayan dado el Óscar a la mejor película, a Green Book, una maravilla que pude ver en Madrid y que les recomiendo encarecidamente si es que todavía no la han visto. Además, con toda justicia, se ha llevado también el Óscar al mejor guión original y algún otro de menos calado. Realmente, cuando los guionistas de Hollywood se ponen a trabajar en serio, el resultado es insuperable. La película cuenta una historia real: la relación entre un pianista negro de música clásica de los años 60 y el chófer italiano que contrata para hacer una gira por los estados sureños de los USA, todavía fuertemente racistas.

La ambientación, el vestuario, los maquillajes, son insuperables. Pero sobre todo el guión, cómo te dibuja los perfiles de todos los personajes y como se va desarrollando sobre la base de unos diálogos perfectos. El italiano vivió muchos años tras los hechos relatados en la película y llegó a hacer algunos papeles de gangster en Los Soprano. Precisamente es un hijo suyo el que ha colaborado en la confección del argumento del film, basándose en los recuerdos de su padre. La interpretación de Viggo Mortensen es sencillamente maravillosa, sobre todo conociendo cómo es el actor y qué diferente es de ese personaje inolvidable. El film destila el ángel de las viejas películas de Frank Capra o de Billy Wilder. Pero, sobre todo, la película describe con precisión absoluta el proceso por el que surge una amistad entre dos personajes inicialmente muy distintos.

Se habla mucho de que el mundo se mueve por el poder, el sexo, el dinero, la salud y el amor. Creo que todos estos motores del mundo tienen un componente más o menos interesado, obvio en los tres primeros, pero también presente en la salud (uno quiere estar sano para no sufrir molestias, dolores) y en el amor. En el hombre, el amor surge en la búsqueda del sexo y en la mujer también, pero no lo pueden confesar para que no las llamen putas. También hay, desde luego, otros intereses, como la búsqueda de protección o de compañía, la estabilidad, la formación de una familia, etc. La amistad es algo diferente, es algo puro, que surge porque sí y que no está ligado a ninguna compulsión interesada. Si hay interés por medio, ya no se trata de una verdadera amistad. Y lo que se cuenta en Green Book es una amistad de las de verdad.

En los títulos finales, sobre las fotos en blanco y negro de los personajes verdaderos, se cuenta que siguieron siendo amigos hasta el final de sus vidas. Los amigos no necesitan proclamar en un documento que lo serán hasta que la muerte los separe (en mi opinión, la fórmula de los matrimonios debería ya sustituirse por hasta que la vida nos separe). Los verdaderos amigos son para siempre. Llevo desde el sábado pasado instalado en la casa que mi hijo Kike comparte con dos amigos italianos. Ellos tres se conocieron de Erasmus hace unos seis años (en el primer viaje que yo hice tras inaugurar el blog, les conté que terminé visitando a Kike en Rotterdam). Desde entonces son amigos. Mi hijo ha visitado buena parte de Italia con ellos y hasta ha aprendido italiano para poder comunicarse mejor con ellos, aunque, por otra parte, también ellos hablan correctamente el español por la misma razón. Son como hermanos.

El domingo, me invitaron a algo que para ellos es una ceremonia obligada: la comida en casa. El sábado habíamos estado cenando fuera y nos acostamos más bien tarde, así que ellos no madrugaron (es el único día de la semana en que pueden permitirse ese lujo). Yo, en cambio, me levanté pronto, me duché y me largué a patear París, para rememorar uno de mis recorridos favoritos, que ya les contaré en detalle en el próximo post. Estaba cómodamente sentado tomando una cerveza en la terraza del Café des Editeurs, cuando me llegó una llamada de mi hijo, con una instrucción terminante: –Papa, no comas nada por ahí. No pensaba hacerlo, pero por si acaso. Regresé y me encontré en la casa a un montón de comensales. Mi hijo tiene una peña amplia y cada domingo se reúnen en su casa, que es la más grande y la más bonita y mejor situada del grupo. Y allí se cocina, como Dios manda, la pasta.

Habían hecho la compra para la ocasión en el mercadillo que cada domingo se instala en el bulevar cercano y, cuando yo llegué, la cocina estaba llena, un montón de amigos y amigas se afanaban en tareas diversas, como picar cebolla muy fina, para un aperitivo de guacamole, rallar el queso pecorino, recién traído de Roma, o trocear pequeñas sepias y pomodorini (en Italia no son tan horteras como nosotros y llaman así a los tomates sherry), para la pasta. Había también algunos envases de humus libanes y tapenade, preparados que se pueden comprar, además de algo de embutido y queso, para completar. Para quien no lo sepa, el tapenade es un aperitivo muy francés que se hace machacando aceitunas y anchoas. Nos juntamos once personas alrededor de la tavola y dimos cuenta de la pasta que estaba sensacional, al dente, y no como se hace en España, en donde todos estamos acostumbrados a comerla pasada. Corría el vino bianco y después hubo café y algunos nos tomamos una copita de Amaro Formidable, una exquisitez romana. Después salimos a caminar por Pigalle y Montmartre, como suelen hacer ellos cada domingo.

En el grupo había algunos españoles y franceses, pero sobre todo italianos. Y se hablaba continuamente una mezcolanza de los tres idiomas, más el inglés que casi todos usan en sus trabajos. La relación entre todos ellos es maravillosa, destila humor, juventud, vitalidad y complicidad. Y yo hice lo posible por integrarme, a pesar de que me separan 40 años de este grupo estupendo. Pero, ya que hablamos de amigos, yo tenía uno prioritario en París. El gran Philippe Billot. Cada vez que venía a esta ciudad lo llamaba para quedar con él. Me he alojado en su casa mil veces y todo lo que sé de París me lo ha enseñado él. Cuando estuve hace un año por aquí, con mi jefa y mi compañera M. con motivo del Meet Up Paris de Reinveting Cities, lo llamé, se inscribió en el sarao y luego comió con nosotros tres. En esta ocasión, lo llamé unos días antes, como de costumbre, y escuché su voz bastante debilitada. Le pregunté cómo estaba y me contestó que bastante mal.

No les había dicho nada en el blog, porque esta es una tribuna alegre y positiva, en la que ustedes entran para reírse y salir confortados por mi visión heterodoxa y animosa de la vida. Pero, por esta vez, me van a permitir que la utilice también para contar mis propias aflicciones. Philippe sufrió en el mes de junio un ACVA, accidente cerebro-vascular agudo, que lo ha dejado con una hemiplejia severa, postrado en una silla de ruedas. Está internado en una institución para personas que han sufrido percances similares. Así que el lunes, yo salí de casa por la mañana y caminé a través del Marais, hasta llegar a la estación Châtelet-Les Halles, el mayor intercambiador de transportes del mundo, en donde tomé la línea 4 de Metro hasta la cabecera de Porte d’Orleans. Allí cambié al autobús 128, que me llevó a las puertas de la residencia donde tienen recluido a Philippe. Llegué puntual a la hora de visita que me había indicado el propio Philippe y, en la puerta, me encontré con su mujer, que no sabía que yo iba a ir, porque Philippe tiene afectada la memoria próxima y se le olvidan las cosas que le van sucediendo.

Estuve con él toda la tarde (su mujer aprovechó mi presencia para irse pronto a hacer alguno de sus miles de recados pendientes, una vez que vio que yo me manejaba muy bien con la silla de ruedas y la ayuda al enfermo). También hablé al final con los médicos, que me dijeron que, con toda seguridad, su situación es irreversible. Con él tuve la sensación ambivalente de que la persona con la que yo estaba ya no es Philippe y a la vez es más Philippe que nunca. Su situación ha sacado a flote sus cualidades peores, que yo conocía y aceptaba, porque a los amigos se les quiere con todo, con lo bueno y lo malo. Conserva una memoria prodigiosa, estuvimos hablando de nuestro trabajo en Sri Lanka, en donde se forjó nuestra amistad y recordaba al milímetro los nombres de todos los implicados, con su ortografía enrevesada. Por ejemplo, yo había olvidado el nombre del alcalde de Colombo en esos tiempos. Philippe me lo dijo: Prasanna Guyawardena.

Diré que es posible comunicarse con Philippe por teléfono y enviándole un SMS. El puede leer SMSs pero no escribirlos. Constaté que le alegra que le llamen los amigos, especialmente yo, según me dijo varias veces. También me quedé con el whatsapp de su mujer para que me mantenga informado de su evolución. Dentro de su deriva mental, él está convencido de que en el próximo verano va a volver a andar con un bastón y hasta maquina vender su casa de París y comprarse una en España, en la playa, para no tener que subir escalones. Prometí llamarle con regularidad desde Madrid, ya sé cuáles son los mejores horarios para hacerlo. Y he de decir que estas historias son una mierda, no sé si es algo atribuible a la mala suerte, o  a una jugada de ese Dios malévolo y travieso del que hemos hablado en ocasiones. También tengo que aclarar que Philippe tiene 78 años y no había ido nunca a un médico, ni siquiera para medirse la tensión o hacerse una analítica.

El cardiólogo que le vio la primera vez dijo que nunca había visto cosa igual. Así que ya no sé si se puede hablar de mala suerte. Esto me lo contó cuando ya no estaba su mujer, y no estoy seguro de si me está tomando el pelo, porque sigue siendo Philippe. Recuerdo que en el primer vuelo a Sri Lanka, le preguntaron qué quería beber con la comida, dijo que agua y me aclaró que era abstemio. Luego, con el café se pidió un whisky doble y observó la cara que yo ponía. Era un bromista continuo y tal vez es falso que nunca haya ido al médico. Lo que sé es que es uno de mis mejores amigos y estaré a disposición suya y de su familia para todo lo que se pueda hacer. Hace unos cuantos posts hablamos de Sade y les conté su historia. Cómo se negó a firmar ningún contrato discográfico si no incluía a sus tres amigos del colegio y del barrio. Y cómo 30 años más tarde reunió a su grupo para la gira de presentación de su disco de 2011, y allí estaban los tres colegas. Es otro ejemplo de amistad  innegociable e imperecedera.

He encontrado otro video del concierto de Sidney. Cuando la música termina, Sade presenta uno a uno a sus músicos. Es un vídeo en inglés, en el que no hay forma de ponerle subtítulos, con lo que no se entiende casi nada. He intentado que me ayudaran a traducirlo mis compañeros de piso, pero están ocupadísimos. Del primer músico dice que es un auténtico cowboy (es uno de sus amigos de adolescencia, que ahora vive en USA). El segundo, uno de sus negrotes coristas, lo presenta como uno de sus amigos más antiguos y revela que hasta cantó en su boda, por lo que le pide que entone esa canción. Del cuarto dice que es el más tímido del grupo. Dos de los blancos siguientes son los del grupo original, uno de ellos, Stu, parece haber hecho un pacto con el diablo: está igual que 30 años antes. Por último, presenta a su hermano del oeste de África, el percusionista nigeriano, al que no le hace adelantarse y del que revela su impronunciable nombre africano. Aunque no entiendan nada, les pido que lo vean. Se puede captar el cariño, el buen humor, la complicidad, la proximidad y la amistad eterna que existe entre Sade y sus colegas. Para verlo han de pinchar AQUÍ. Que lo disfruten y que vayan acercándose venturosamente al weekend.

sábado, 23 de febrero de 2019

812. Siempre nos quedará París

Conocida frase de Bogart en Casablanca. He pasado ya el trance de dar mi clase de tres horas en francés y con nota alta; los alumnos han aguantado hasta el final y mi anfitrión me ha comentado después que él mismo no suscita muchas veces tanta atención y que seguramente cuente conmigo para repetir el año que viene. De acuerdo con mi programa inicial ahora debería dedicarme a descansar y disfrutar de mi semana de vacaciones, pero, miren ustedes por dónde, resulta que me ha salido un segundo bolo y probablemente repita mi clase (más abreviada) en el master de Smart Cities de la Universidad Católica de Lille, con cuya directora, la española Ana Ruiz-Bowen, me entrevisté en mi último día de trabajo del mes de febrero, anteayer jueves.

He de contarles que mi mañana de jueves fue de locos, terminando diversos trabajos y tratando de ayudar a los equipos finalistas de Reinventing Cities, que se enfrentan al último arreón del proceso con desigual fortuna y perspectivas. En lo más nutrido de la vorágine, me llamaron de la Coordinación General para pedirme que subiera a acompañar al Coordinador, que estaba atendiendo a la señora más arriba citada. Ya estaba avisado, pero me habían pasado el mensaje de que iba a venir una directora de un master de L’île, y yo pensaba que se trataba de alguna universidad de la región de París que, como saben, se llama de L’Île de France. Cuando vi por su tarjeta que se trataba de Lille, le conté que iba a andar por allí a finales de la semana que viene y me ofreció venir a contar mis historias el viernes por la tarde. Después de escucharme un buen rato, por supuesto. Quedamos en que nos llamaríamos el día antes para confirmar o cancelar la cita.

En torno a la una y media salí pitando hacia el bar-restaurante La Dehesa del Partenón, pomposo nombre que alude a la franquicia La Dehesa, en la calle del Partenón. Allí suelo comer con cierta frecuencia, porque son amigos míos y hacen una comida casera variada y sana. Me comí el plato del día a la carrera y salí hacia el Metro, que está al lado. Por la mañana había salido en Metro desde mi casa cargado con mi maleta de cabina (que es la que anuncia el Cretino Ronaldo y que ya ha recorrido parte de la Costa Oeste americana, además de Chicago), así como un pequeño maletín para el ordenador. Desde el bar hasta la Terminal 2 hay sólo una parada de Metro y, si tienes ya la tarjeta de embarque como era mi caso, sales del Metro directo a las puertas de embarque, previo paso por las barreras de la seguridad.

El vuelo fue bueno y corto y, en el aeropuerto Charles De Gaulle, me dirigí hacia la entrada del RER, especie de ferrocarril suburbano. Tuve que sacarme el billete en una máquina. Hice un largo recorrido en superficie, ya de noche, por los desolados arrabales parisinos (donde florecen les gilets jaunes), hasta entrar en subterráneo en la ciudad central. En la estación gigante Chatelet-Les Halles, el mayor intercambiador de transportes del mundo, hube de cambiarme a la línea 14 del Metro. Previamente, me compre en una segunda máquina lo que llaman aquí un carnet-dix, o sea diez billetes sencillos, que salen sueltos por la parte de abajo y resultan a buen precio. Llegué a la estación Saint Emilion, en el barrio de Bercy y tuve que caminar todavía unos quince minutos hasta el portal de la casa donde vive Alain Sinou, que ya me había llamado tres veces, nervioso, para comprobar por dónde iba. No estaba yo preocupado, ya saben que me manejo bien en las ciudades grandes y París la conozco bien.

Eran en torno a las ocho de la noche, cuando llegué a la casa de mi anfitrión, que tenía un montón de cosas preparadas para una cena de nueve personas, todas de su cátedra, que fueron llegando después que yo, con mayoría de mujeres, como suele suceder. La cena fue muy divertida y acabamos después de las doce. Los invitados se fueron todos a una y yo le ayudé a Alain a recoger la mesa, en la medida de mi desconocimiento de dónde se debía colocar cada cosa. Alain me tenía reservada una habitación estupenda, con baño propio. Me contó que esta casa y la de su hija, que está al lado, eran inicialmente tres viviendas viejas, que el había comprado de una vez en los años 80, por un precio muy bajo, debido a que las tres estaban ocupadas por inquilinos muy mayores con contratos de renta antigua. Con el tiempo, uno se fue a una residencia, el otro se murió y al tercero hubo de ofrecerle un dinero para que se fuera. Después hizo una reforma completa tirando la mayor parte de los tabiques y dejándola preciosa, que para eso es arquitecto.

El viernes desayunamos sin prisas, nos duchamos y salimos en Metro a la Universidad Paris 8, que está en Saint Denis, un municipio bastante depauperado que está al norte de París, en el que un 60 por ciento de los habitantes viven en viviendas sociales, con alta presencia de magrebíes y otros emigrantes. Según Alain, la Universidad original estaba en el Bois de Vincennes, pero se convirtió en una universidad de gauchistes que daba muchos problemas, porque había líos cada día. En 1979, el gobierno de turno, de la derecha, decidió echarles de París y mandarlos al municipio de Saint Denis, exclusivamente por una razón (siempre según Alain): que Saint Denis era tradicionalmente un Ayuntamiento gobernado por el Partido Comunista francés, y se trataba de que los guachistes les fueran a dar por culo a los comunistas, una jugada redonda. Ya ven que mi nuevo amigo es hombre heterodoxo, con opiniones y relatos originales y sorprendentes. Aquí pueden ver unas imágenes del campus.





El curso que imparte Alain es un postgrado de Planificación Territorial, en el que hay unos 25 alumnos de formaciones diferentes: arquitectos, ingenieros, geógrafos, sociólogos, abogados y hasta periodistas. Mayoría de mujeres, todos muy jóvenes y de procedencias diversas: una chilena, una colombiana, una iraní muy simpática con la que estuve hablando en el intermedio de su país y su circunstancia sociopolítica. Unos cuantos franceses de origen magrebí y otros más blancos. Una negra muy mona de Comores. Empezamos a las doce y terminamos a las tres en punto. Pensaba que yo iba a hablar una hora y luego habría preguntas y debate, pero fue todo a la vez desde el principio: Alain intervenía para comentar o precisar lo que yo iba mostrando y los chicos levantaban la mano todo el rato, para plantear sus propias cuestiones. Fue un encuentro muy grato, del que les muestro un par de imágenes.



Alain acabó también muy contento y me comentó que le había sorprendido mi francés y que se me entendía perfectamente. Para las preguntas de los alumnos les pedí que no hablaran muy deprisa pero, aun así, mi amigo me tuvo que traducir algunas al español. Al acabar, nos fuimos él y yo al Metro para dirigirnos a la zona de la Place de Clichy, ya más al centro, para hacer una comida-merienda-cena, dada la hora tardía, y más para los franceses. Alain me comentó que en el entorno de la Universidad no hay más que sitios muy cutres y que su departamento tenía un acuerdo con una brasserie en Clichy a la que siempre llevaban a los profesores invitados. Allí, mi amigo me invitó a un menú del día fastuoso. Entre los primeros se podía pedir media docena de ostras y eso fue lo que yo elegí. Esta es la foto que nos hizo el camarero a la mitad del primer plato.


Salimos luego a caminar para bajar la comilona y nos dirigimos a la cercana zona de Montmartre, un barrio antaño de artistas y bohemios que llegó a declararse independiente de Francia, como hicieron también Christianía en Copenhague, o Uzupis en Vilnius, y supongo que algún otro que no conozco. Hoy es un enclave bastante bonito (a pesar del pastelón del Sacré Coeur que lo corona), pero totalmente agobiado por las hordas del turismo masivo, ese fenómeno mundial del que un día de estos les escribiré un texto. No obstante, aún quedan rincones recoletos y tranquilos, como los que me fue enseñando mi amigo, entre ellos la magnífica vivienda que Adolf Loos le construyó al fundador del dadaísmo Tristán Tzara, de la que les muestro una imagen de la fachada y la ampliación de la placa que lo acredita. 



Continuamos andando hasta un pequeño teatro, en donde Alain había quedado con una amiga para ver una obra de Samuel Becket que se llama Primer amor, con un único intérprete: el veterano Sami Frey, que tiene más de 80 años y que fue famoso por su sonado romance con la mismísima Brigitte Bardot, que dejó por él a uno de sus maridos, aunque la cosa no cuajó. Allí me despedí de mi amigo y continué andando hasta alcanzar el anillo de los Grands Boulevars, en donde cogí el Metro para volverme a descansar a casa de Alain, que me había dejado una llave. Me tumbé a escribir estas líneas, con alguna cabezadita intermedia y esperé a que llegara mi amigo, que apareció después de las doce. Me dijo que había tenido que cenar, sin mucho apetito, con su amiga y un grupo de colegas que van juntos al teatro. Yo resolví la cena con un yogur de la nevera. Y esto fue lo que dio de sí mi primer día completo en París. Que pasen un buen finde.

martes, 19 de febrero de 2019

811. En pleno vértigooooo

Qué le vamos a hacer, el presidente Sánchez no lee mi blog, o si lo lee no le hace ni puto caso, así que finalmente tendremos elecciones el día de San Pánfilo. Calculo que ha pesado más en su ánimo la posibilidad de mejorar sus actuales 84 diputados y ganarle a la trifascia sedicente. En pocas ocasiones se va a encontrar enfrente una derecha tan fragmentada y un enemigo tan grotesco y repulsivo como el sudoroso Casado, a quien sólo hay que ponerle un micrófono delante para que pierda votos a puñaos. Lo que pasa es que Sánchez se lo va a tener que currar, porque ahora no está precisamente muy boyante. Si no cambian mucho las cosas, el resultado va a estar, como el Gordo de Navidad, mu repartío. Y con la posibilidad de que la aritmética del sistema electoral (en virtud de la cual, el voto de un señor de Soria o de Gerona vale más que el mío), incline el fiel de la balanza final entre los dos grandes bloques a uno u otro lado por un quítame allá esos votos. Tiempo habrá de hablar de todo ello.

Mientras tanto, yo sigo mi programa. Pasado mañana me voy a París, de donde vuelvo el domingo 3 de marzo. Desde el 15 de marzo en adelante, el proceso Reinventing Cities absorberá todas mis energías, con un breve descanso para la Semana Santa. Y luego vendrán las Elecciones Locales, en las que se juega mi continuidad o no como funcionario municipal. Tengo el compromiso con mi jefa de seguir en el curre hasta dichas elecciones y planeo quedarme en los meses de verano, en los que el horario se reduce en una hora y el trabajo suele ser llevadero. A partir del 15 de septiembre es cuando vuelve a regir el horario completo y en ese entorno es cuando tal vez me dé por jubilarme. Puede que me lo tome con más calma si gana la señora Carmena, pero desde ya proclamo que no estoy dispuesto a trabajar para los pedorros de Ciudadanos, los nuevos upeydeiros. Me refiero obviamente a la segunda acepción de la palabra pedorro, según el WordReference: molesto, desagradable, irritante, cargante. Hablaremos de todo esto a su tiempo.

Como ven, no me van a faltar entretenimientos. Pero es que en estos últimos días tampoco he andado escaso de diversión. Por ejemplo, el viernes me pasé toda la mañana participando en un recorrido por el distrito de Vallecas Villa, con un grupo de vecinos de inscripción libre, organizado en el marco del proyecto europeo Eccentric. Este proyecto, en el que participa mi Dirección General, consiste en que Bruselas nos da un dinero a una serie de ciudades (previo concurso) para actividades de participación y reflexión sobre el urbanismo, no para financiar ninguna obra. Durante la actividad, recorrimos el Campus Sur, en donde visitamos el INSIA, centro de investigación sobre el automóvil, La Escuela de Moda, uno de los solares incluidos en Reinventing Cities, el entorno del Hospital Infanta Leonor, que hemos incluido en otro proyecto europeo (EUROPAN), además del casco del antiguo pueblo de Vallecas, estructurado en torno al bulevar García Lorca. Terminamos con una cerveza en el remozado mercado municipal. A mí me tocó hablar tres veces, para contar Reinventing, EUROPAN y nuestro Plan Estratégico de Regeneración Urbana. Aquí tienen una de las fotos que me hicieron.



Desde el mercado de Vallecas Villa me fui corriendo al bar El Bocaito, cerca de Cibeles, donde diversos compañeros celebramos nuestros cumpleaños que eran en estos días, e invitamos a cerveza a unos cuantos amigos. Apenas tuve tiempo de dar una cabezadita, porque luego me fui al teatro, a ver una obra que no me gustó especialmente, pero que me sirvió para quedar con mi amigo X y otros colegas, con los que luego cenamos moderadamente, que ya llevábamos un día cargadito. Pero el sábado hube de levantarme pronto, asearme y afeitarme, para desplazarme luego al Centro para la Innovación La Nave, en Villaverde. Allí se presentaba la candidatura conjunta Carmena-Errejón, en un acto unitario. Había una cola de unos dos kilómetros, pero yo conozco el centro, sé por dónde se entra al aparcamiento y exhibí ante el vigilante ecuatoriano mi carné municipal, además de las canas y la veteranía, para que me levantara la barrera. Una vez en el parking me dirigí a la puerta y conseguí colarme entre los de la prensa. Así me pude sentar en la fila 2 que, si no, no veo ni hostia.

Entre cumpleaños, preparación del viaje, reuniones con los equipos concursantes del Reinventing y ocupaciones varias, yo sigo subido a mi tabla de surf, disfrutando del vértigo del sinvivir en que consiste mi actividad cotidiana. Si algún día vuelvo a mi adorada San Francisco, esta vez no dejaré de desplazarme unos 180 kilómetros al sur para visitar el pequeño pueblo costero de Carmel. Ese lugar tiene algunas peculiaridades, como el hecho de que uno de sus vecinos más ilustres, el gran Clint Eastwood, fuera su alcalde durante dos o tres años, en los 80. Pero además alberga una de las misiones originales que edificó Fray Junípero Serra a lo largo de la costa californiana, completada por una basílica construida en 1918. Fue en esta iglesia, precisamente, donde el no menos grande Alfred Hitchcock ambientó la escena más icónica de su obra maestra Vértigo, que pueden repasar AQUÍ.

Por lo demás he de decirles que, desde el pasado día 1 estoy yendo al trabajo en coche, como un señor. Los primeros días con un tráfico aligerado y fluido por la huelga de taxis. Es este un gremio con el que no me identifico para nada; como colectivo me parecen un grupo de comportamientos gremiales y gangsteriles que lucha por perpetuar una situación de monopolio creada en tiempos felizmente pasados. Y que tienen su guerra perdida: yo he usado en un par de ocasiones el Cabify y no hay color en cuanto a servicio, educación, amabilidad, etc. He de confesar que a lo largo del año apenas uso el servicio del taxi. Así que la huelga no me afectó para nada. Cuando se dedicaron a boicotear el Fitur, al lado de mi trabajo, yo estaba en La Coruña. Y desde el día 1, pude circular por la ciudad, disfrutando de un lenguaje circulatorio con excelente sin-taxis. Luego volvieron a circular, dando vueltas y vueltas vacíos para pillar clientes al descuido y volvió la congestión y la contaminación.

Les cuento también que ya he tenido las primeras negociaciones con la casa Toyota con motivo del próximo vencimiento de los tres años del Auris que sigo utilizando. Y ya he dado mi conformidad con el cambio a un modelo más actual. Será el mismo coche, pero nuevo, con un par de cambios: el nuevo modelo se volverá a llamar Corolla (sólo se cambió a Auris en España, por ese prurito hortera que nos hace cambiar los nombres de las cosas) y mi nuevo contrato será esta vez por cuatro años. Vendrá además con navegador integrado, algo que nunca he tenido y que he echado de menos en muchos viajes, en los que me ha costado un huevo encontrar mi destino. La remesa de los nuevos Corolla no ha llegado todavía, así que seguiré con mi viejo Auris (de tres años) hasta que me avisen.

Es momento de dejarles. El próximo post desde París. Mi plan es volar el jueves y buscar la casa de mi anfitrión Alain Sinou, que me ofrece alojamiento para dos noches. El jueves tengo cena en su casa con todos los profesores de su cátedra. El viernes iremos juntos a la universidad para una clase/debate de tres horas. Luego comida en la propia facultad y una tarde para que me enseñe sus rincones favoritos de París (creo que está más ilusionado incluso que yo con el programa). El sábado me trasladaré a casa de mi hijo Kike, en donde me alojaré hasta el jueves, día en que me voy a Lille a ver a su hermano. La vuelta el domingo en el TGV directamente al aeropuerto Charles De Gaulle, en donde tengo el vuelo de vuelta a las 12.30. Un plan fabuloso. Y, ya que estamos con el vértigo, les voy a dejar de propina un tema del grupo irlandés U2, titulado precisamente así. El vídeo, bastante impactante, haría incluso las delicias del propio Escher. No se pierdan tampoco el comienzo con esa cuenta chusca: uno, dos tres, catorce.  Pónganlo en pantalla grande. Y sean buenos.



jueves, 14 de febrero de 2019

810. ¡¡AGUANTE SÁNCHEZ!!

Mañana viernes, el presidente Sánchez hablará después del Consejo de Ministros y, según toda la prensa canallesca, convocará elecciones. La facultad de disolver el Parlamento y convocar nuevas Elecciones Generales es una prerrogativa personal y exclusiva del presidente del Gobierno. O sea, que hará eso si le da la gana. O no, que diría el ínclito y ya definitivamente añorado Rajoy. Por cierto, ¿se imaginan a Rajoy en una situación similar? No tengo ninguna duda de que continuaría gobernando a base de Decretos-Ley, sin inmutarse ni decir nada. Y sin dar la más mínima explicación. Incluso aunque tuviera menos de 84 diputados. Terminaría la legislatura leyendo el Marca cada noche y fumándose un puro cuando le apeteciera. Y un tipo como Sánchez, que presume de resistente (así se llama su libro, a punto de ser presentado), de luchador en las peores condiciones, no casa con este desenlace precipitado, que cierta prensa ya da por hecho.

También por cierto: El País y su entorno se han distinguido por la seguridad con que proclaman que el presidente tirará la toalla, superando el habitual ruido de El inMundo. Han decidido que lo del famoso relator es una cagada de dimensiones históricas y planetarias, que hace su situación insostenible. No sé, yo hablo con muchos amigos y conocidos de la calle, y constato que no les parece tan mal la figura de un relator o mediador, en Noruega hay toda una escuela de mediadores internacionales de la que se ha hablado en este blog, así se han reconducido conflictos más difíciles que el catalán, (como el de las FARC en Colombia) y la señora Carmena ha sido relatora titular de la ONU. Pero El País ha decidido que Sánchez la ha cagado y se tiene que ir ya. Detrás de esta campaña se adivina la siniestra mano de Felipe González, sostenida por susanistas y vejestorios varios.

Desde esta modesta tribuna, yo le insto a continuar. Al menos hasta octubre. Las fechas disponibles son todas horrorosas. Veamos. Dando por hecho que no se quieren hacer elecciones en día de diario (otra gilipollez: si en los centros de trabajo se da un permiso para ir a votar, disminuiría mucho la abstención), tenemos que para el 7 de abril ya no da tiempo, porque esto tiene sus rutinas y sus plazos, legalmente limitados. Los primeros domingos posibles serían el 14 y el 21 de abril. Es decir, el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. Con todo el mundo en la playa y en la montaña. Si partimos de la base de que la abstención perjudica históricamente a la izquierda, cualquiera de estas fechas sería un desastre. Saltando el 28 de abril, que comentaré al final, tendríamos ya el 5 de mayo, horrible por el puente del 1 de mayo, el 12 o el 19 de mayo, bastante inadecuados por estar encima de las elecciones locales. Y el propio día 26, montando el llamado superdomingo.

Esto del superdomingo es una pésima idea. Ya está suficientemente cabreado y desmotivado el personal como para hacerle votar a la vez en cinco urnas: Locales, Autonómicas, Congreso, Senado y Europeas. Así que, si no nos vamos a septiembre/octubre, queda sólo un día útil: el 28 de abril, por el que apuesta El País y sus corifeos. Pues permítanme, queridos lectores, que les diga que este es también un día malísimo. ¿Por qué? Pues porque es nada menos que el día de San Pánfilo. Sí señor: San Pánfilo de Corfinio, único obispo italiano que repartía comida a los pobres y se sentaba a comer con ellos, lo que suscitó la envidia de los demás obispos, que no cesaron de conspirar contra él hasta que consiguieron que el Papa lo cesara. Y ahora digo yo: ¿Tan pánfilo es este hombre que va a ser capaz de presentar un libro llamado Manual del Resistente, tras haber tirado la toalla y convocado elecciones justo el día de San Pánfilo?

El PSOE, en estos momentos, perdería por goleada. Y tengo serias dudas de que para el día de San Pánfilo se haya recuperado. A partir de ahí, todo lo que puede hacer es mejorar. Yo tengo una cierta fe en que este señor no sea tan tonto como Zapatero. En ese supuesto, imagino que el renuncio de los catalonios no le habrá pillado de sorpresa. El único objetivo a corto plazo de Puigdemont y el androide Torra es dar por culo. Por eso apoyaron la moción de censura de Sánchez: para dar por culo. Y por eso ahora no apoyan los presupuestos: para seguir dando por culo. Entiendo, pues, que si esto era algo previsible, este señor tenga previsto un Plan B. Si no lo tiene es que se acerca a la tontuna de Zapatero (recuerden: el tercero más tonto de Europa, por detrás de Cameron y Hollande). Un tipo que presume de resistente de manual y sale en la portada de su libro poniendo cara de malo, no puede tirar la toalla por tan poco.  

Porque, además de la prensa, la presión de los partidos de la derecha no fue para tanto. Casado se desautorizó en el vídeo en el que lanzaba ochenta y siete insultos a Sánchez. No sólo por el contenido del discurso, sino por la cara, el tono, la tez sudorosa, la irritación apenas disimulada. Los españoles no queremos un presidente mosqueón y destemplado, como Trump. Antes de llegar al cargo, este señor debe curarse el acné (me refiero, por supuesto, al acné mental). En cuanto a Rivera, resultaron patéticos sus intentos de diferenciarse del facherío de Colón, hasta dotándose de una coreografía con dos tipos enarbolando banderas arco-iris, superchería que ha sido fuertemente criticada por los colectivos LGTB-HIJK, o como coño se diga. 


En cuanto a Vox, pues habrá que dejarles hasta ver cuál es su techo. Yo creo profundamente en la democracia. Si un partido o alianza de partidos ha ganado unas elecciones, pues hay que respetarlo. Por ejemplo en Andalucía. Hay sectores que no les han dado ni los cien días habituales. A mí me parece que habrá que dejarles gobernar. Mirarles con atención, pero dejarles, para luego juzgarles en función de lo que hagan. Porque ¿mira que si lo hacen bien? ¿O simplemente mejor que el PSOE de Susanita? Por cierto, que esta señora estuvo gobernando hasta hace unos meses con el apoyo de Ciudadanos, que no se nos olvide. Pues lo mismo sucede con Sánchez, que llegó a la presidencia por un procedimiento previsto en la Constitución. Tan mal me parece la manifestación de Colón y que le llamen okupa, como la que se montó cuando la toma de posesión del nuevo Gobierno andaluz, con Susanita entre los participantes y con un mensaje similar: el gobierno regional es de okupas. Como si no hubieran ganado en las urnas.

Ni la calle ni la prensa canallesca deben hacer tambalear las convicciones del señor Sánchez. ¿No dice que es un resistente? Pues resista, joder. Como lo haría Rajoy. Toda esta aventura de la moción de censura no habrá merecido la pena si ahora tira la toalla, por una manifa raquítica y unos cuantos editoriales de la prensa canallesca. Yo voto porque lo deje usted para septiembre, como los malos estudiantes. Para entonces ya se habrá acallado el ruido del prusés. Y a Casado tal vez se le hayan calmado los ardores guerreros. Y hasta puede que la prensa se haya cansado de pedirle que se vaya. Esta es una carrera de fondo y usted presume de fondista ¿no? Pues resista. ¡¡¡AGUANTE SÁNCHEZ!!!

lunes, 11 de febrero de 2019

809. Por un poco de calma y templanza

El vídeo de Sade de mi último post ha desatado la admiración general por esta mujer espléndida que canta como nadie. He de añadir algunos datos. La fecha y lugar del concierto al que pertenece esa grabación es Sidney (Australia), 9 de diciembre de 2011. Al final, cuando saluda, dice thank you, you are a mighty force, thanks, es decir: ustedes son una fuerza poderosa. Añadiré que, después de aquella gira, en la que presentó su sexto disco de estudio, no se ha sabido mucho de ella, salvo algunas noticias sobre su reducido grupo familiar que no voy a contar aquí, porque esta no es una página de cotilleos. Sólo decir que le deseo lo mejor y que confío en que podamos volverla a ver en directo. Tiene 60 años, una edad estupenda para el rock. Por ejemplo, mi adorada Sheryl Crow cumple hoy precisamente 57 años y ya tiene anunciada una gira por todo Estados Unidos, Gran Bretaña y unas cuantas paradas en Holanda, Dinamarca y Suecia.

Ya saben que me gusta enlazar un post con otro, pero mi intención hoy era hablar de otra cosa, qué remedio. Están las aguas convulsas en el país y conviene mantener la calma y la templanza. El tema del jodido relator se ha sacado de quicio y el comienzo del proceso al prusés, no va sino a encabronar el panorama aún más si cabe. Los problemas son gordos y la talla de los políticos, escasa. A mí lo del relator me pareció una gilipollez y por eso me reí del tema en mi último post (recuerden: un relator con pelos en los cojones). Pero no me parece tan grave como la reacción de esa nueva derecha que quiere extender la solución andaluza a todo el país, para iniciar la reconquista (sic) de Cataluña. El señor Casado llamó al Presidente del Gobierno traidor, felón, ridículo, irresponsable, incapaz, desleal, mentiroso compulsivo, ególatra, mediocre e incompetente. Todo eso de una sentada. Además de presidente okupa, ilegítimo y otros epítetos infamantes que le viene dedicando con regularidad. ¿No se lo creen? Pues AQUÍ tienen el vídeo. Han de abrir la noticia y pinchar en el vídeo.

Y esto sí que me parece grave. Yo creo que Sánchez, desde que llegó al poder, está actuando por prueba y error, lanzando globos sonda a ver qué le parecen a la opinión pública y reculando cuando no lo ve claro. Mi primera valoración fue que en este asunto había actuado como un exhibicionista tímido. Es decir, llegó ante el público, se abrió la gabardina y enseñó el relator, pero sólo la puntita. Ante el abucheo, se volvió a abrochar la gabardina. Pero ya Casado y Rivera se habían lanzado a la descalificación salvaje y se habían pasado de frenada. Algo de eso debió de pensar la población en general, porque la manifa de Colón no parece que haya congregado a más de 50 o 60.000 personas, admitiendo un porcentaje normal de falseamiento de datos por parte de la policía, lo cual, teniendo en cuenta los autobuses a cientos fletados por los organizadores, no deja de ser decepcionante. Una vez que ya han roto la negociación y han desistido del relator, para que me voy a molestar yo en ir a Colón, pensaría el españolito de derecha más o menos moderada.

Además, el lema era por la unidad de España y por la convocatoria inmediata de elecciones. A mí me gustaría poder ir a manifestarme por la unidad de España, que me parece importante, si la cosa no tuviera las connotaciones que tiene. Igual que me hubiera gustado poner una bandera nacional en mi terraza en una situación de normalidad de los símbolos, que son de todos, no sólo de los fachas. Me refiero por supuesto a la bandera constitucional, no a la del pollo. Y la convocatoria de elecciones está al caer, por desgracia. Digo por desgracia, porque de ninguna forma querría que se superpusieran con las locales, autonómicas y europeas. En ese quilombo todas van a perjudicar a todas y las europeas son muy importantes. Pero en el entorno de El País ya se ha iniciado la campaña de prensa para que sean enseguida, con un argumento: Sánchez la ha cagado al enseñar el relator (aunque fuera sólo la puntita) y ahora la cosa no tiene arreglo aunque haya desistido de la idea.

Yo sigo creyendo que la cosa no era tan grave, es algo muy común usar moderadores en cualquier negociación y parece que eligieron la palabra “relator” con cuidado, sin pensar en la que se iba a montar. Con otro político más zorro (digamos Rajoy) hasta se podría pensar que había sido una estratagema: Me desabrocho la bragueta, saco el relator, lo enseño un poco y todos mis enemigos se pasan de frenada y la cagan ellos. Entonces lo retiro. Pero eso sería pensar mucho de Sánchez. Admitamos pues que ha metido la pata. Pero, en cualquier caso, la reacción de Casado es una muestra de destemplanza absoluta. Y yo espero que Sánchez no se precipite ahora en su contrarréplica. No veo yo la prisa en convocar elecciones. El PSOE está en un momento muy bajo; es muy probable que en este momento perdiera por goleada. Supongo que puede seguir gobernando sin presupuestos, por Decreto-Ley sobre temas que tengan apoyo mayoritario. Y esperar a que escampe. ¿Tendrá Sánchez el cuajo y la calma necesarios? Eso lo sabía hacer muy bien Rajoy, a quien ya he nombrado dos veces (¿será que lo estoy echando de menos?).

La falta de templanza es algo muy habitual en este país, por ejemplo en el fútbol y todo el mundillo que lo rodea. El sábado estaba yo a la hora del vermú en un bar de Vallecas que se llama el Yo qué sé, tomándome un vermú de grifo de la marca Iris, que fabrican en Reus. Así al descuido, miré hacia el televisor, que estaba dando sin sonido el partido Getafe-Celta. Me centré un rato en el partido, por descansar de ver el móvil y a la vista de que el Celta iba ganando 0-1. Entonces sucedió algo insólito. El árbitro (que, al fin y al cabo, es una especie de relator), señaló un penalti muy riguroso contra el Celta. Como es natural, todo el equipo le protestó educadamente rodeándolo. Pero el tumulto se deshizo y uno del Getafe ya se disponía a tirar el penalti. Entonces, el árbitro dijo que un momento, corrió como un poseso hacia un jugador del Celta y levantó el brazo cuatro veces, como una especie de autómata enloquecido: una amarilla, otra amarilla, una roja y un gesto señalando: a la calle. Yo no creo haber visto una cosa igual en mi vida y les he conseguido el vídeo correspondiente. Véanlo. Han de pinchar en esta imagen y luego verlo en Youtube (tontunas de La Liga)


En fin. Estas imágenes cantan bastante. Como las de Casado soltando esa serie de insultos que hemos visto. Este señor no tiene la calma y la templanza necesarias como para trabajar de árbitro. Yo creo que deberían meterlo en la nevera unos cuantos partidos. Y el año que viene bajarlo a Segunda. En el acta del partido, parece que dice que la primera amarilla es por protestar y la segunda por aplaudirle irónicamente. Si el acta dice eso (yo no la he leído) es mentira: entre una y otra tarjeta amarillas no le da tiempo al tipo de aplaudir. Pero la mentira es un correlato indisoluble de la destemplanza: en Colón, tres periodistas del OK Diario, el libelo que dirige el odioso Inda, leyeron un comunicado en el que se incluían al menos dos mentiras: que Sánchez recibió a Torra con un lazo amarillo en la solapa y que aceptó los 21 puntos delirantes del androide este manejado desde Waterloo mediante un algoritmo. Una doble falsedad que ha merecido la crítica hasta de El InMundo.

Pero creo que ya van captando el mensaje: en medio de tanta mierda es casi mejor hablar de fútbol. Además hace mucho que no hablamos de este tema, que tanto odian mis lectoras. Este año hemos recibido alguna buena noticia, como por ejemplo el declive del odiado Mourinho, a quien han echado del Manchester United (ya era hora) y encima resulta que le han encontrado una amante por ahí. Ya dije que soñaba con ver a este impresentable, y encima mal entrenador, dirigiendo al Rio Ave o algún otro equipo de segunda línea en su país. O como entrenador de la selección de Malasia, o similar. Por lo demás, las únicas alegrías que me da últimamente el fútbol son cuando pierde el Barça, o el equipo de turno de Guardiola, otro personaje odioso, aunque, en este caso, tengo que reconocer que es buen entrenador. Le tengo tanta manía a este señor que la inquina se extiende a los equipos por los que ya ha pasado. Por ejemplo, el Bayern de Munich siempre había tenido todas mis simpatías. Pues ahora me alegro de que vaya mal. Porque está guardioleao.

Y dentro de las buenas noticias, la marcha del Dépor en Segunda, en donde marcha de tercero, haciendo la goma, para llegar bien colocado al final de Liga y dar el zarpazo en el último momento. Además, tiene a los dioses del fútbol de cara: el domingo ganó un partido muy difícil, por 0-1, mediante un gol elaborado a partir de una asistencia con el culo. ¿Que no se lo creen? Pues abajo está el vídeo. No he conseguido una grabación sólo de esa jugada, sino el resumen de todo el partido, pero dura apenas tres minutos. También aquí han de verlo en Youtube. Como les digo, me resulta más agradable hablar de fútbol que de la situación política española. Así que, que ustedes lo pasen bien. Y guárdense bien el relator dentro del calzoncillo, no se les vaya a escapar y tengamos un disgusto.


jueves, 7 de febrero de 2019

808. Mentiras, rachas y relatores sedicentes

Bien, tengo que empezar por un asunto que enlaza con el post anterior. Me llega por detrás un comentario que dice que hay que ver cómo me gustan las jovencitas, que cada día saco imágenes de las mujeres que me gustan y ninguna pasa de los 40. Eso es mentira cochina. Joder, a mí me gustan las mujeres, desde luego, pero de todas las edades, y se lo voy a demostrar sin salirnos del propio personaje de Sade Adú. Lo que escribí el lunes estaba sacado exclusivamente de mi memoria pero, ahora, después de leer el comentario del otro día del Coronel Groucho, me ha entrado curiosidad por saber algo más del personaje. Y me he quedado de piedra. Sade Adú es la vocalista femenina del british rock que más discos ha vendido en la historia, nada menos que 50 millones de discos en todo el mundo. Eso la ha convertido en millonaria. Está en posesión de la Orden de Oficial del Imperio Británico y vive en un cottage en el condado de Gloucestershire, ajena al ruido del exterior. Ha encontrado la paz y me alegro mucho por ella, porque es una mujer de carácter, con una determinación inquebrantable.

Sade nació como fruto del amor de dos universitarios en los años 50: una inglesa que estudiaba enfermería y un negro guapo y elegante de Nigeria que pertenecía a una de las familias más pudientes de su país, hasta el punto de poderle costear una carrera de Económicas en Londres. Cuando él se graduó, regresó a Nigeria, como tenía previsto. Y su novia se casó con él para poderle acompañar. La pareja sólo duró en África unos seis años. Después la cosa se estropeó y la chica se volvió a su tierra con sus dos hijos, el mayor de 6 años y la pequeña Helen (la futura Sade) de 4 años. Sus abuelos maternos los acogieron en su casa y pudieron tener una vida desahogada. De adolescente, Sade se matriculó en una escuela de diseño de moda, a la vez que empezaba a componer canciones y cantarlas por los bares con un grupo de tres amigos de su barrio y de su colegio de secundaria.

Prácticamente tenían ya las canciones de su primer disco preparadas, el grupo se llamaba Pride (orgullo) y la impactante presencia de su cantante no pasó desapercibida a los cazadores de talentos de las grandes discográficas multinacionales. Empezaron a hacerle ofertas mareantes para que debutara como cantante solista, le garantizaban un lanzamiento como gran estrella, por todo lo alto. Pero ella puso una condición, que mantuvo a pesar de las presiones a que la sometieron: sus tres amigos entrarían en el proyecto; si no, no había trato. Sí accedió a cambiar el nombre del grupo por una abreviatura de su apellido nigeriano Folasade. El lanzamiento fue en 1984 y ya saben el resultado. Sus cuatro primeros discos, hasta 1992 rompieron el mercado y se convirtieron en una referencia del buen gusto musical y la sensualidad.  


Sade es una de las pocas mujeres del rock que ha aparecido en la portada del Times, como pueden ver a la izquierda. Se dice que la música de Sade, con una copa de Rioja crianza, es el mejor aderezo para el sexo. Y les voy a confesar una cosa: cuando mis hijos eran unos bebés y lloraban por la noche, la forma que yo tenía para tranquilizarlos y que se durmieran otra vez era poner un disco de Sade, cogerlos al brazo y bailar con ellos un par de melodías por el salón. Ya venían ambos demostrando que tenían buen gusto musical. Sade recalaba mucho por España (yo creo haberla visto al menos en dos conciertos). Y allí le surgió el amor con el españolito del que les hablé el otro día. Por cierto, yo dije que era ingeniero, abogado, o similar, porque es lo que me decía mi amigo que fue vecino de la pareja. Ahora he sabido que era director de cine documental. Ya ven lo poco fiables que son mis informaciones (el otro día dije que la señora Cameron era española).

Pero lo cierto es que Sade lo quiso mucho y, cuando la pareja se rompió, volvió a Londres devastada y con una idea en la cabeza: había repetido el mismo error que su madre. Se había expatriado detrás de un amor incontenible y luego se había encontrado atrapada en un país extraño, en una jaula de oro, como la calandria de la canción. En Londres pasó el duelo, se reconstruyó y decidió no perder nunca más el control de su vida. Tuvo un breve rollo con un negrote jamaicano, productor musical, con el que tuvo a su única hija y luego lo despachó como hacen las abejas con los zánganos. Para entonces se instaló en su cottage con la niña, una gata mestiza y alguna perra que otra (todo hembras) y se dedicó a lo que le gusta: leer, componer, pero sin prisas, querer a los suyos y proteger su intimidad de la prensa y los cotillas. Ahora tiene también una pareja, un ex marine no demasiado culto, pero buena gente, que es lo fundamental. Y está feliz. En una de las pocas entrevistas que concede, se confiesa forofa de la jardinería. Tras los muros de su finca se ocupa de cuidar su gran jardín y lo que más le gusta es coger una pala y ponerse a hacer grandes agujeros para plantar más árboles.

¿Y qué hay de su carrera musical? Pues sorprendentemente se reduce a seis discos de estudio, los cuatro primeros más seguidos y luego uno casi cada diez años (más las recopilaciones y directos que se esfuerza en publicar su discográfica). Ella tiene el control; sólo saca un disco cuando tiene bastante material compuesto y le entran ganas de hacer una gira porque, como confiesa en la entrevista citada, cantar en directo la pone. Su última gira data de 2011. Sade cumplió el mes pasado 60 tacos. O sea que cuando la gira era ya una cincuentona satisfecha. Y aquí vamos a lo que íbamos: a mí me gusta físicamente casi más que al principio. Obviamente, ya no usa la talla 38 y parece que ni la 40 (recuerden el grito de guerra de las feministas el pasado 8 de marzo: me aprieta el chocho, la talla 38). Pero no sólo ha ganado en kilos. También en tablas. De joven era una mujer más tímida en el escenario, con un miedo escénico que ha confesado y que poco a poco ha ido venciendo.

Les traigo aquí un vídeo para que comprueben lo que digo. Creo que es en Australia, pero no estoy seguro. Y es una auténtica delicia ver a esta nueva Sade fondona, desinhibida y feliz, que canta descalza porque le apetece, enseña el suje porque puede y, a medio número, retrocede hacia el fondo del escenario meneando el bullarengue con esmero, para sumarse gozosa a la coreografía de sus coristas, grandotes, como le gustan a ella (tengan en cuenta que nuestra heroína mide 1,72). Comprobarán que mantiene lo esencial: la elegancia, el sentido musical y rítmico, la voz inigualable de mezzo, los ojos rasgados tan misteriosos como siempre y la simpatía a raudales. Y, no lo duden: entre la amplia banda que la arropa están sus tres amigos de la adolescencia. Dos de ellos viven ahora en los USA, pero ella arma la banda cuando le parece y les paga lo que pidan, que para eso es millonaria. Y ambos acuden puntualmente al llamado de su reina. Pongan la pantalla grande y disfruten ya de esta maravilla. 


Así que no se equivoquen conmigo: a mí me gustan las mujeres, jóvenes o viejas, blancas o negras, altas o bajas, siempre que sean interesantes y tengan sex-appeal, cualidades que son transversales de todas las categorías. En esta página no es difícil encontrar el resultado de mis preferencias, Sheryl Crow, Sade Adu, o mis amigas transnacionales Shannon Ryan de LA, Clare Healy de Londres, Tantri de Yakarta y tantas otras de las que les he obsequiado con diferentes fotos. Sin olvidarnos de Serena Williams, otro de mis ídolos. Saben que ya no es la número uno del tenis desde que se retiró para su maternidad. Pues el año pasado presentó a su hija en sociedad con una foto impactante (por cierto, les recuerdo que en los USA no existe esa tontuna de pixelarle la cara a los niños). Serena es un animal felino y hermoso y creo que su imagen despeja todas las dudas sobre mis preferencias.  


Tal como está el mundo mundial, y en especial el nacional, empiezo en este post a cumplir mi promesa de hablarles sobre todo de otras cosas, lejos del coñazo de la actualidad. Yo sigo en la buena racha mientras dure, y mi próximo viaje a París es una confirmación de que seguimos en lo alto de la ola. Lo que pasa es que uno ya es veterano y sabe lo que son las rachas buenas y malas. Y aprende a anticipar los cambios de dirección del oleaje y la resaca cambiante del mar. Hace dos posts yo daba por hecho que mi asunto con el franchute se había frustrado y empezaba a intuir el final de la racha buena. Porque una de las características de mis últimas derivas es que los hechos se van encadenando. Mi amigo Diego, de Tijuana, me invita a la presentación de su último libro. Consigo un vuelo barato a LA. Aprovecho para visitar a mi amiga Shannon y para tener un par de entrevistas de trabajo en San Francisco, en donde conozco a Flavio Coppola. Este señor se queda tan encantado con lo que yo le cuento que hace lo imposible para invitarme a explicarlo en el workshop de Chicago. A los pocos días me voy tres semanas a Chile y a la vuelta me ligo a un francés, que me invita a dar una clase en París.

Por eso estoy ahora tan contento, porque la racha sigue. La preparación de mi viaje a París va cumpliendo etapas, ya tengo el billete de ida y vuelta al aeropuerto Charles de Gaulle y les iré hablando de todo esto, que es mucho más divertido e inspirador que la mierda de la actualidad, de la que voy a procurar que no me distraiga mucho (salvo por lo que respecta a la campaña que voy a hacer a favor de la señora Carmena). Lo que pasa es que es difícil abstraerse y estos días el runrún patrio gira en torno al tema del relator (hay que joderse). Este personaje se nos ha colado hasta en la sopa y un amigo mío me manda por whatsapp una viñeta plagiada, que creo que el gran Forges aplaudirá desde su tumba.
En realidad, no se sabe nada de cómo va a ser este relator. En el diccionario de sinónimos de Word Reference, si uno pone relator, se relacionan los siguientes: cronista, cuentista, narrador y ponente. ¿Puedo ser yo un relator con mi trabajo en el blog? Quién sabe. Si hacemos caso del gobierno, parece que el relator va a ser un tipo que se limitará a ver, oír y callar y, en su caso, levantar acta. O como los mirones de las partidas de cartas, a los que, cuando yo era joven, se instaba a callar y dar tabaco. Digo yo que para eso les podría servir un algoritmo. En el otro lado, los independentistas sueñan con que este elemento sea una especie de juez de paz, con mando en plaza. Y seguro que propondrán a algún extranjero proclive al prusés. Yo por ejemplo, les propondría a Yoko Ono. Seguro que estaría encantada. Lo que pasa es que con esta señora lo difícil es que se esté callada y, como se ponga a cantar, se puede formar una tormenta importante. En realidad, yo la propongo porque es gafe acreditada y, lo mismo que acabó con los Beatles, es capaz de acabar también con el prusés.

Luego está el tema de la igualdad de género. Pero hombre: ¿cómo se les habrá pasado la ocasión de decir que habrá un relator o relatora, según la tontuna vigente? A lo mejor es que ésta es la única condición en la que se han puesto de acuerdo: un relator joven o viejo, blanco o negro, español o extranjero, pero, eso sí: con pelos en los cojones. En fin, veremos cómo termina todo esto. Las derechas, con El inMundo como ariete, están sobreactuando porque huelen la sangre y no van a dejar de darle el coñazo al Resistente del Manual, hasta que doble. A mí lo único que me preocupa es que aguante hasta después de las elecciones locales porque, si encima de locales, autonómicas y europeas se superponen las nacionales, esto va a ser el despiporre. Con esta campaña que se han montado a cuenta de la gilipollez del relator, Rivera y Casado se están retratando. Y así lo manifiesta esta pintada que ha aparecido en algún suburbio patrio y que les dejo de despedida. Que sean buenos, coño.


lunes, 4 de febrero de 2019

807. Why can't we live together

Empezaré diciendo: ¡¡EUREKA!! Mi truco ha funcionado. Nada más publicar mi último post, el profesor Alain Sinou ha reaparecido desde la nada y, como el espía que surgió del frío, me ha vuelto a escribir renovando la invitación a dar una charla en su máster en París. Me está llevando un tiempo encajar el asunto, porque este señor me ha dicho que, en su estructura, tiene reservados los viernes para estas intervenciones externas y que eligiera uno de marzo. A partir de esa propuesta he pensado viajar un jueves por la noche, dar mi clase y quedarme por París y/o Lille toda la semana siguiente. Sobre esa premisa, consulté con mis hijos y me dijeron que las tres primeras semanas, fatal, el uno se va a Londres, el otro se va a Brasil. Consulté luego con mi jefa y me dijo que las dos últimas semanas, fatal, el 15 de marzo entregan los proyectos de Reinventing y desde esa fecha hasta la Semana Santa es un momento horrible para que me vaya. 

Cuando me fui a Chile tres semanas también era un momento muy inoportuno en el trabajo, pero se daba la circunstancia de que yo tenía los billetes de avión pagados y los hoteles reservados desde marzo. Esta vez no quería que me pasara lo mismo, no sea que mis colegas piensen que soy un jeta que siempre desaparece cuando hay más trabajo. Así que le escribí a Sinou proponiéndole el último viernes de febrero. ¡Bingo! Puede ser. Mis hijos estarán la semana siguiente. Lucas tiene un importante examen del doctorado el día 28, pero yo planeo llegar a Lille esa noche para celebrar juntos lo bien que le va a salir. La única pega es que las fechas están ya muy encima y no voy a tener demasiado tiempo para preparar mi charla. Pero ya saben que estas cosas me gustan como a un niño una chocolatina. He hablado en universidades y congresos en Colombo, París, Bruselas, Amberes, Pereira (Colombia), Querétaro, Nueva York, Leipzig, Dresde, Erfurt, Londres, San Petersburgo, Marsella, además de participar en los workshops de Portland y Chicago y algún otro sarao que seguro que se me olvida. Puede decirse que soy un experienced lecturer, con una amplia trayectoria como keynote speaker y eventual visitor (por decir todas las cosas que voy siendo).

Pero volvamos al título del post. Sade Adu es una cantante de padre nigeriano y madre inglesa que triunfó en los 80 con un estilo caracterizado por la perfección vocal, la precisión de los acompañamientos y el embrujo de una mujer con la elegancia natural de una Audrey Hepburn y encima con el toque mestizo. Ahora está medio retirada, pero aun sigue cantando por ahí de vez en cuando, aunque ya está mayor y no saca nuevas canciones. En 1984 publicó un precioso tema que se titula como este post. Era un llamamiento a la hermandad de los pueblos, contra el racismo y la guerra. La letra es bien sencilla: dime por qué, dime por qué, dime por qué, no podemos vivir juntos. No importa, no importa, no importa el color, tú sigues siendo mi hermano. No más guerras en el mundo. Queremos vivir en paz. Si todos quieren vivir juntos, por qué no podemos vivir juntos. Escuchen cómo lo interpretaba con su banda en el festival de jazz de Montreux, 1984. Verán qué calidad de sonido, qué bonita y larga introducción y qué belleza de chica cantando con su voz de mezzo y moviéndose lo justo, con esa sensualidad contenida que nos volvía locos a todos. Merece la pena que se lo pongan en pantalla grande, suban el volumen lo que puedan y lo escuchen y vean con atención.


Guapísima. Por cierto, Sade se enamoró años más tarde de un españolito que era ingeniero, o abogado, qué sé yo, algo en todo caso sin ninguna relación con el show biz, se casó con él y se vino a vivir a Madrid. Estuvo unos años viviendo en el barrio de Los Jerónimos, donde era vecina de un amigo mío, que se la encontraba en la panadería y en el ultramarinos (aún no habían llegado los chinos). Y mi amigo, que como yo y todos, estaba enamorado de la chica, no se explicaba qué tenía aquel maridito tan aseado, que no tuviera él. Aunque este sentimiento, con perdón, nadie lo ha expresado con tanta intensidad y precisión como el ínclito Perales. Ya saben: ¿Y cómo es él? ¿A qué dedica el tiempo libre? 

Pero yo no quería hablarles hoy de Sade, sino del mensaje de esta canción. Está bien claro que somos diferentes, que somos blancos y negros, elegantes y bastos, ricos y pobres, gays y heteros y tantas otras divisiones. Pero, ¿por qué no podemos llevarnos bien? ¿Y respetarnos cada uno en sus peculiaridades? Esas duplas que les he citado a boleo, son importantes, mucho más que las derivadas del lugar de nacimiento. Joder, si yo considero a Paco Couto como un hermano, siendo como es, de Vigo y del Celta, por qué escuchar los cantos de los que quieren dividir el mundo, reforzar las fronteras y empezar a retarse como gallitos de pelea. Me refiero por supuesto a Trump, Putin, Le Pene, Salvini, Duterte o el líder de Vox. Y por supuesto, Puigdemont.

A las puertas del gran proceso al prusés, me parece oportuno lanzar una llamada a la concordia. Personajes como Puch Dem-un y Kim Jong-torra estarían encantados de que esta fuera la ocasión para una nueva pendencia, para que unos le falten a los otros y los otros a los unos y todo ello redunde en una brecha mayor entre los bandos. No tengo ninguna duda de que van a hacer lo que puedan para que esto suceda. Porque su causa se revitaliza y se rearma de victimismo cada vez que hay un episodio violento, como el de las votaciones del 1-O. Son como esos personajes que salen de su casa por la mañana buscando que alguien les falte o haga una cosa mal hecha delante de ellos, para ofenderse aun más de lo que están y concluir que el mundo es una mierda. Yo creo que hay que trabajar mucho para reducir esa brecha y aplaudiré cualquier iniciativa en ese sentido. Y no soy el primero en lanzar un llamamiento por la concordia. Hoy les voy a poner deberes. En primer lugar, les pido que lean el espléndido artículo de Jaume Reixach, que pueden consultar AQUÍ.

Qué quieren que les diga, a mí me parece extraordinario todo lo que escribe este señor, que observa la realidad desde dentro de Cataluña y bajo una óptica catalanista innegociable: él quiere lo mejor para su tierra y sus gentes y defiende, como cualquiera con dos dedos de frente, que, en este momento, lo mejor para su tierra es seguir estando dentro de España. Y coincido también en su interpretación rigurosamente histórica: todo esto surge del gran cabreo de Pujol padre por el hecho de que imputaran en un caso de corrupción a su hijo Oriol, a quien estaba preparando para ser su hereu (porque Mas era sólo un sustituto provisional, hasta que el nen pudiera volar por sí solo). No me extraña que Reixach haga ese llamamiento ahora. Pero sorprende que lleguen otros mensajes en la misma sintonía, como el de Xavier Vidal Foch, el hermano mayor de Ignacio, cuyo discurso me suele gustar más que el de su más famoso pariente, tal vez por la coincidencia de edad. Pueden leerlo AQUÍ.

Respecto al juicio en sí, no es mi intención comentar mucho algo que está sub judice, pero hay una cuestión clave. Yo creo que la sedición es clara, con premeditación y alevosía. La malversación es una cuestión derivada. El quid está en si hubo o no rebelión. Para que una actuación como la de los procesados adquiera la categoría de rebelión, ha de comportar violencia, salida a la calle con armas a tomar las instituciones y eso no se produjo. Es más, toda Europa pudo ver como los que querían votar agredían a cabezazos las porras de los antidisturbios que envió para allá el señor Rajoy. El empecinamiento de los jueces por convertir en rebelión, lo que más parece sedición (a mi modesto parecer), es la causa de que al señor Puigdemont no lo extraditaran a España desde Alemania, sino que lo pusieran en libertad. No estoy seguro de que los jueces hayan aprendido del varapalo. Puede defenderse que hubo rebelión, por supuesto, pero, si no es algo claro y meridiano sino al contrario, por qué no quedarnos sólo en la sedición, que sí que parece demostrada, e incluso admitida por los propios acusados. Por Dios: qué rebelión, ni qué niño muerto.

En fin. El circo mediático que viene, con las sesiones retransmitidas en directo, va a superar en pesadez a lo del pobre niño muerto del pozo. Prometo no hablarles demasiado del asunto, para que ante la avalancha de información coñazo, encuentren en este blog un refugio en el que se hable de Thelonious Monk, de Sade y de Sheryl Crow. Y de Cortázar y de José Ovejero y de Eduardo Mendoza. Y de mis aventuras en París. Pero el lema de la canción que les he traído hoy a este foro podría también aplicarse a la guerra interna de Podemos, de la que sí les voy a hablar largo y tendido (hoy no; MAAAAÑANA), porque esta sí que me afecta a mí como madrileño de adopción. Respecto a esto, les pongo unos últimos deberes. Es un artículo que pretende demostrar que en la pugna entre Iglesias y Errejón no hay sólo personalismos y choque de egos, sino dos propuestas político-ideológicas diferentes. Pueden consultarlo AQUÍ.

Me parece que lo que se dice aquí es verdad. Las diferencias de fondo entre los dos gallos de Podemos les han llevado a dos ópticas diferentes sobre tres temas clave. El primero fue el apoyo al acuerdo Sánchez-Rivera, que se vino abajo por la cabezonería de Iglesias de no abstenerse y apostarlo todo al sorpasso. El segundo, el prusés, que a Iglesias le mola y a Errejón no; de hecho, Errejón quiso incorporar la bandera española a sus mítines y el otro no le dejó. Y el tercero, el apoyo al gobierno en precario de Sanchez, al que Errejón querría cuidar con mimo, para que no se lo lleve por delante la ciclogénesis expansiva de la derecha, y al que Iglesias no para de pinchar y dar el coñazo. Pero, dando todo esto por bueno, yo tengo claro que también hay un componente de personalismo y una lucha de egos innegable.

Para evitar que estas cosas se carguen un invento como el que fue Podemos, hay que saber colaborar lealmente. El trabajo colaborativo supone, como ya les he dicho, aprender a sugerir sin imponer y aprender también a admitir las sugerencias del otro sin mosquearse. Ese es el secreto. Lo contrario estuvo en el origen de la separación de los Beatles y tantos otros grupos musicales, políticos o simplemente de amigos. En el momento de su mayor éxito, dos monstruos del rock como Eric Clapton y Steve Winwood unieron sus esfuerzos en un proyecto común que se llamó Blind Faith. Sólo publicaron un disco, antes de acabar a bofetadas. Después se ha visto que Clapton era capaz de colaborar con muchos otros músicos.

¿El problema era entonces Winwood? Pues el gran Carlos Santana, el hombre de Tijuana, que sabe mucho de trabajo colaborativo, no parece pensar así. Por eso invitó a Winwood a que se sumara a su grupo, para tocar y cantar una canción. Y, como verán, un tipo como él, capaz de ser dominante enhebrando unos punteos de guitarra maravillosos y eternos, sabe esta vez trabajar en equipo, quedarse en un segundo plano, y hasta dedicarse a apoyar tocando diversos instrumentos de percusión. Es la forma de conseguir un resultado colaborativo. Winwood, uno de los mejores organistas de la historia del rock, canta con su habitual cara de pez recién salido del agua y se sale en su papel protagonista, comiéndose literalmente a los demás músicos, Santana incluido. ¿Y cuál fue la canción que interpretaron? Pues han acertado: el viejo tema de Sade, del que hemos hablado arriba. Disfruten de él. Y, por supuesto, sean felices.