miércoles, 27 de febrero de 2013

94. Yugoslavia como ejemplo

Hace tiempo que no doy la murga con el tema del nacionalismo, mis posts #25, 34, 40 y 50 sobre el tema no tuvieron un seguimiento muy amplio y deduzco que la gente no quiere oír hablar de esto, que bastante agobiados están ustedes con la hipoteca, los recortes en sanidad y educación, el copago farmacéutico, la diáspora de sus hijos al extranjero en busca de un trabajo digno y otras desventuras. Pero yo he visitado Yugoslavia cuando existía y también Croacia después del estallido del Estado Yugoslavo, y no puedo dejar de estar preocupado por la deriva catalana y el regocijo con que la observan los vascos, que sufrieron durante años una violencia terrible y ahora dicen: “id vosotros delante, que ya os seguiremos, pues”.

Nuestra situación actual tiene puntos en común con la yugoslava anterior a 1991. Quizá la mayor diferencia es que en Yugoslavia convivían tres religiones diferentes, al menos, y ya se sabe lo malo que es esto para la unidad de un Estado. Fuera de eso, la situación de Yugoslavia en 1990, no era muy diferente de la nuestra ahora, y no quiero asustar a nadie. Por un lado, serbios, croatas, eslovenos y bosnios son étnicamente similares, todos ellos pueblos eslavos implantados en los Balcanes en torno al siglo VII, adonde llegaron provenientes del Cáucaso, según algunos, y de más allá (Persia), según otros.

Todos ellos proceden de un mismo tronco étnico y, lógicamente, es imposible distinguirlos por sus rasgos. Usted ve a un croata y sabe que es un croata porque es el hijo de Fulanito y Menganita, pero alguien que desconozca este dato no lo diferenciaría de un serbio o un esloveno. Igual que entre nosotros. ¿Ustedes distinguirían a un catalán de un aragonés? Yo no. Bueno, a un vasco, tal vez, por la boina. En cuanto al idioma, otra de las señas de identidad a las que se agarran siempre los nacionalistas, pues resulta que gramaticalmente es el mismo, el serbocroata que, con diferentes acentos, se habla no sólo en Serbia y Croacia, sino también en Bosnia y en Montenegro. Los que sí son ligeramente distintos son el esloveno y el macedonio. Ahora, la lengua oficial de Croacia es el croata y la de Serbia el serbio, pero son la misma. Igual que el café turco y el café griego, que son idénticos, pero no se lo digas a unos y otros.

En ese idioma serbocroata, yugoslavo significa precisamente eslavo del sur, lo que diferencia estos pueblos de los del norte (checos, húngaros, letones, ucranianos y tantos otros). Entre los yugoslavos había continuamente guerras de taifas, son pueblos peleones que estaban todo el día de bronca, algo habitual entre vecinos. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis crearon un Estado títere croata, cuyos gorilas, los ustachi, se hartaron de cargarse serbios. A su vez éstos organizaron guerrillas no menos sanguinarias, los chetnniks, que con el apoyo de Rusia mataron a muchos croatas. Los serbios son un pueblo muy guerrero. Es significativo que su fiesta nacional más querida conmemore una derrota contra los turcos en el Kosovo, hace más de 600 años. Para ellos es más honrosa una derrota, que una paz impuesta, como explicaba Janez Drnovsek en su libro El Laberinto de los Balcanes, clave para entender esta zona.

Es decir, que había odios históricos latentes entre los pueblos y agravios bien arraigados. Eso no impidió que, al acabar la Guerra Mundial, todos se agruparan bajo el mando del mariscal Tito e iniciaran un camino unificado, sobre la base de las ideas paneslavistas, el origen común de todos ellos y el perdón de las atrocidades anteriores. Tito supo desmarcarse lo justo del mundo soviético, como para que los americanos le apoyaran económicamente, llevando a su país a unos niveles de prosperidad desconocidos. Yo atravesé Yugoslavia de vuelta de Grecia y puedo certificar que allí se respiraba una libertad mayor que la permitida en los demás países del área soviética. Pero Tito murió en 1980, la ayuda americana declinó y los yugoslavos entraron en una crisis económica severa.

Y allí surgieron los politiquillos nacionalistas, como siempre, sacando de la caja de Pandora los viejos agravios, echando la culpa al otro de todos los males, hasta de las tormentas, y agitando la bandera de la escisión. Personajes siniestros como Franjo Tudjman, el primer presidente croata, un tipo turbio y taimado. Similar, en mi opinión, a políticos como Arzallus o Artur Mas. También como siempre, ese discurso caló profundamente en las zonas rurales, en las aldeas, entre la gente más inculta. En las ciudades, los pueblos se habían mezclado y, después de 35 años de unificación, había muchas parejas mixtas.

La situación en España es diferente, básicamente porque aquí no ha salido un líder centralista tan cabrón como Milosevic, el último presidente yugoslavo, que extremó las políticas basadas en el dominio de los serbios y lo que consiguió fue exacerbar el odio de todos los demás. Aquí se han hecho esfuerzos ímprobos por integrar a los catalanes y los vascos, hasta el extremo de organizar un regionalismo de “todos café” que ha generado una estructura administrativa carísima, imposible de mantener. Les pido ahora un ejercicio de ficción ucrónica. ¿Recuerdan ustedes que Aznar estuvo decidiendo a quién nombraba sucesor? ¿Se acuerdan de quiénes integraban la terna? ¿Se imaginan que el dedo divino hubiera caído sobre Mayor Oreja? De ser así, es posible que ya estuviéramos a tiros. Dos no se pelean si uno no quiere, y aquí no nos faltan los Tudjmans pero, por suerte, no nos ha salido un Milosevic

La deriva yugoslava no es una opción totalmente disparatada en nuestro futuro, ojala no me toque verlo. La guerra es lo peor que le puede tocar vivir a una persona. En Yugoslavia, esas tensiones estallaron en 1991 y la locura duró diez años. Al final, he aquí la lista de países resultantes: Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y el Kosovo. Además, Bosnia son en realidad dos países que casi ni se hablan entre ellos, con capitales distintas (Sarajevo y Banja-Luka), que no se siguen pegando por la presencia de fuerzas internacionales de interposición y que sólo comparten el representante en el Festival de Eurovisión, y eso porque no les dejan llevar a dos.

La cifra de muertos de estas guerras absurdas en pleno corazón de la civilizada Europa superó los cien mil. Los refugiados son incontables. Por ejemplo, los yugoslavos eran una potencia en fútbol y baloncesto. En España había muchos jugadores de ambos deportes, que vinieron aquí como yugoslavos y, al regresar a su tierra, tuvieron que elegir nacionalidad. La patria en la que habían nacido y crecido ya no existía. No es de extrañar que muchos decidieran quedarse. Un caso emblemático: Prosinecky, jugador del Real Madrid, llegó a España como yugoslavo y, al volver, se vio en la tesitura de elegir entre ser serbio, como su padre, o croata como su madre. 

No me digan que no es aterrador, todo esto. Yugoslavia fue un país potente, respetado en todo el mundo, pilar del Movimiento de los Países No Alineados. Los siete despojos resultantes de su estallido son países enanos, reinos de taifas sin peso internacional alguno, dominados por las grandes empresas multinacionales que cuentan con presupuestos anuales ordinarios diez veces mayores que muchos de ellos. Hay intereses ocultos en que los Estados grandes se destruyan. Yo he visitado Croacia y me he encontrado un país vendido a las empresas extranjeras. Fue sospechosa la rapidez con que la Alemania de Helmut Khol se apresuró a reconocer a este autoproclamado país. Si los catalanes siguen esa vía, no podemos esperar que los países con intereses económicos poderosos les ignoren.

En fin, por lo que a mí respecta: ¡¡Abajo el nacionalismo, coño!! Y sobre todo, no pierdan de vista una idea: el nacionalismo es retrógrado, camina a la contra de la historia, es excluyente, es racista, es fascista. Aunque muchos se crean muy modernos y se pongan pendientes como Otegui. Por cierto: qué mal le queda, ¿no?  
     

lunes, 25 de febrero de 2013

93. Colirium tremens

¿Qué tal, cabrones? ¿Cómo les fue este tiempo sin mis posts? Nomás dejo cuatro días de escribir y ya toda la raza me anda urgiendo por saber de mi vida: Quihúbole, güey. Qué pasó, pues. Nomas como que te vimos así como medio gacho con lo de la pinche colonoscopia, qué onda. Y yo les digo: a qué tanta prisa. No manchen. ¿Están de veras preocupados por mí? ¿O es nomás la pinche curiosidad morbosa? ¿Qué no saben que la curiosidad mató al gato, carajo?

Está bueno. No me pasa nada. Sigo con  mi chequeo múltiple y esta tarde me fui a que me hicieran el fondo de ojo, una pinche prueba consistente en que te echan unas chingadas gotas en cada ojo, esperas un  rato y, cuando ya no ves ni  madre, pos pasa un oculista pendejo, te mira con una especie de lupa, te dice que tienes los ojos como Pancho Villa, y allá que te manda a la pinche calle, a volver a casa por la banqueta, pegadito al muro para no tropezarte, porque sigues viéndolo todo bien borroso. Pero a la vez es lindo; las farolas se ven como bengalas de feria, el pelo de las güeritas se ve todo hermoso, bien desplegadito al viento y en cuanto a las morochas, pos las guapas se ven más guapas, y las feas ni se ven, o sea que: ¡hilo papalote!

De vuelta de mi paseo paré en la mezcalería de la que les hablé no ha mucho, a hacer una estación y un pequeñito receso. Estaba hasta la recontramadre de lleno, porque había un bato que cantaba rancheras, con el acompañamiento obligado de guitarrón, acordeón y bajo sexto. Pero miren que logré infiltrarme hasta la barra y allá mi compadre el mesero me ofreció ración doble de tequilita reposado, para que viera mejor el final del concierto, y yo que le decía que seguía sin ver ni madre, pero nada, él venga cargarme  la copa y, ya cuando me iba, otra vez que venga, que la espuela, que para una pinche vez que me dejo caer por la cantina no me iba a dejar salir sin convidarme. 

Y el resto del trayecto a casa haciendo eses y apreciando las lucecitas como bengalas y los fuegos fatuos por las esquinas, como adornos de Navidad. ¿Cómo? ¿Qué soy un pendejo por hablar de las bombillitas, cuando dije que la Navidad no me gustaba?  ¡¡Pendejos ustedes!! Revísenlo y verán. Las navidades me chingan, pero la iluminación de las calles me encanta. Así lo dije y así quedó escrito. La cosa es que llegué a casa, milagrosamente atiné con las llaves y entonces caí en la onda de que llevaba cuatro días sin cargar el Blog y acá que me puse, pero no contaba con los efectos secundarios combinados del tequila reposado y el colirio.

Ya se me va pasando, así que, ahorita que releo lo escrito, debo empezar por pedirles disculpas por lo de cabrones. En México la palabra tiene un significado diferente, así como que hasta medio cariñoso. Les juro que intenté escribir algo coherente, pero por más que me esforzaba, me salía todo en norteño, así como del lado occidental, allá por la parte de mis hermanos de Nogales y de Tijuana, miren ustedes qué onda. Nunca me había pasado con el tequila, así que tuvo que ser el pinche colirio pendejo, así se lo echen a su chingada madre por el panzón, para que no pueda ver por el ombligo.

Ya se me pasa y les voy contando: no encontré momento de escribir nada en estos días, porque en el trabajo me andan apretando un poco y por las tardes he tenido unos días de no parar desde el sábado 15: excursión senderista por la provincia de Guadalajara, preparación a la colonoscopia de la que ya les informé, colonoscopia propiamente dicha, mi cumpleaños, gracias por acordarse, cine (película chilena “No”, que les recomiendo vivamente), intervención en el consejo Territorial de la Junta del Distrito Z, cena con mi peña en el Gran Vía Uno, del que también les hablé y volveré a insistir, presentación del último libro de Cristina Fallarás, que se merece un post exclusivo, teatro en el Fernán Gómez, “La lengua en pedazos”, muy buena, marea ciudadana del 23-F, partido del Deportivo por la tele y, ¿qué quieren que les diga? Pues que ayer estaba agotado, qué estrés, y lo que menos me apetecía era escribir nuevos textos.

No faltan temas y aquí les apunto uno, ahora que voy mejor. Parece que Rajoy ganó el debate del Estado de la Nación. Estado de calamidad absoluta, simbolizada en el Congreso acorazado, artillado y defendido por policías embozados con la excusa del frío, para proteger a los diputados del pueblo al que deberían representar. Espectáculo penoso el del señor Draghi accediendo a informar a esos mismos congresistas parapetados detrás de los antidisturbios, con la condición de que la sesión fuera sin periodistas, cámaras ni taquígrafos. 

Rajoy saca pecho con el hecho cierto de que no hemos pedido un rescate formal. Pero algunas versiones dicen que, si nos rescatasen, sería como cuando una empresa entra en concurso de acreedores. Que los interventores que nos asignasen bucearían en las cuentas y sacarían a la luz todas las irregularidades y mangancias que el PP no quiere que salgan a la luz. Por eso están tan ufanos. No sé qué pensar al respecto. Así desde mi visión de ignorante en economía, me parece intuir que los países intervenidos están peor que antes. Tengo la duda de Irlanda, pero los demás están jodidos, y Grecia por dos veces. 

Intervenidos o no, lo cierto es que tenemos un presidente que, según los papeles de Bárcenas, estuvo llevándoselo crudo once años. Y que ahora lo niega. Así que yo he sumado mi firma a la petición de dimisión, junto con la de un millón de ciudadanos. Por mi parte, casi me molesta más tener a un mentiroso de presidente que a un corrupto, porque, visto lo visto, es difícil de encontrar a alguien limpio. Debe de ser condición humana. Recuerden que Diógenes el Cínico, que vivió en el siglo IV A.C. salía todos los días a la calle a ver si encontraba un hombre honrado, para lo que se ayudaba con una linterna (no hace falta que les diga que las linternas en ese tiempo no eran de pilas alcalinas).

En medio del hedor, sorprende la actitud chulesca y desafiante de personajes como Bárcenas, o Eufemiano Fuentes. Tipos que han ido guardando minuciosamente la información de la incuria y la indignidad para usarla en defensa propia sin preocuparles arrastrar a sus mundos respectivos a la vergüenza pública. A su lado, casi que la actitud de Urdangarín me produce una cierta ternura. Por un lado, su socio Diego Torres ha enchufado el ventilador, al estilo Bárcenas. Por el otro, su familia política le empuja a comerse el marrón él solito. Sometido a esa doble presión se está quedando en los huesos. Dará con los ídem en la cárcel, porque alguien tiene que pagar por lo robado. Su cara se va pareciendo cada vez más a la de Rafael Vera, otro que se quedó en los huesos, pero aguantó el tipo y no cantó.

Tal vez con el yernísimo en el trullo, el suegro opte por emular a Benedicto Nosecuantos. Se supone que esa es la jugada y no creo que nuestro maltrecho monarca esté menos cansado. Eso sí, al otro se lo ha dicho Dios: dedícate a cuidar tu huerto y deja de perseguir pederastas, que ya te estás poniendo pesadito. 

En fin, lo de costumbre: sean buenos, cuídense de los mentirosos y no abusen del alcohol, que ya ven lo que pasa.

jueves, 21 de febrero de 2013

92. Colono

No se crean que voy a hablarles de alguno de los esforzados aventureros del Oeste americano que lograron establecerse en medio del acoso de los indios, propietarios históricos de aquellas inmensas llanuras, legítimamente indignados ante la aparición del invasor. El hombre blanco fue como una especie de infección para aquella civilización, y sus elementos más guerreros reaccionaron frente a él como anticuerpos.

Aquí no me estoy refiriendo a “un“ colono, sino a “una” colono. Es la abreviatura con que los médicos se refieren a las colonoscopias, como la que me han hecho a mí hace unos días, y de cuyo resultado no les voy a informar porque, como ya he dicho en alguna ocasión, el objeto de este foro no es publicitar mis intimidades, sino reflexionar sobre las peculiaridades de este mundo que nos toca vivir, visto desde la perspectiva de un superviviente de otros tiempos, un sexagenario un poco gamberro, que trata de ver lo que se esconde en los intestinos de la realidad. 
 
Desde luego que el mundo ha cambiado un montón en estos sesenta años en que he tenido la suerte de poder disfrutarlo. Cuando yo era joven, si a un paciente le decían que le iban a meter un tubo por el culo para mirar en su interior, lo mismo se liaba a bofetadas con el médico. Ahora es algo cotidiano y hasta Ortega Cano sale por la tele ensalzando las ventajas de tan peculiar prueba diagnóstica. El tubo que te meten va provisto de una microcámara que lo ve absolutamente todo, como el ojo de Dios, que te inspecciona los más recónditos recovecos, para descubrir si en alguna esquina ha implantado el hombre blanco invasor su campamento y organizar la defensa del territorio.

Tan cotidiano es el tema, que yo ya voy por la tercera, así que “ya estoy estrenao”. La prueba en sí misma no es especialmente desagradable, porque suele hacerse con anestesia general. Lo malo es la preparación. Desde casi veinticuatro horas antes no se puede comer nada, y uno tiene que tomarse dos litros de un preparado maldito, que te provoca una cagalera irreprimible. Es como cuando llamas a una empresa de desatrancos para que te limpie el saneamiento de tu casa: los tipos tiran de manguera, le mezclan al agua un potente disolvente y la enchufan. Te dejan las tuberías como una patena. Pues aquí es lo mismo. De hecho, el preparado que tienes que tomarte se consigue disolviendo en agua el contenido de dos sobres diferentes, que yo creo que deben de ser como el detergente y el suavizante de las lavadoras.

Como tenía un recuerdo desagradable de esa preparación, le pregunté al médico si podía sustituir la ingesta del preparado repugnante, por la visión por la tele del último partido del Deportivo, que es algo que te produce más o menos los mismos efectos. Se cogió un cabreo considerable (¡Ya nos ha tocado el típico paciente que se cree gracioso! gritaba) y me dijo que si no me quería hacer la prueba, que no me la hiciera, que para él era mucho más gratificante pasar el tiempo leyendo una novela o tomándose una caña que andar haciendo colonoscopias a gilipollas. ¡Hay que ver qué carácter tienen algunos médicos, oyes!

Al Deportivo ya le han hecho colonoscopias, radiografías y resonancias magnéticas, y no acaban de dar con el diagnóstico. Aparte de otras patologías, el equipo tiene un problema en el lateral izquierdo por donde corre un cuerpo extraño que creo que es el peor jugador de fútbol que he visto en mi vida. El tipo se llama Evaldo y es un negro que les han debido de vender en un saldo, porque su forma de colocarse en el campo es impropia de un jugador de primera división y resulta hasta cómica. Los demás equipos lo saben y, cuando les toca jugar con el Depor, su entrenador les dice: vosotros atacad por el lado del negro, que es un chollo. La otra tarde, completé mi preparación intestinal viendo el partido del Depor y no pude evitar que la vista se me fuera todo el rato al negro Evaldo. Era mucho más divertido observarlo a él que prestar atención al juego.

Es increíble que este hombre haya logrado ganarse la vida como futbolista. Pero son cosas que suceden en este mundo desquiciado. Por ejemplo, ¿ustedes entienden cómo es posible que Alejandro Sanz se gane la vida como cantante? Que conste que me cae bien, que creo que es un chaval majete, pero ¿es posible que nadie le diga que es absurdo que se empeñe en cantar en una octava más alta que la que alcanza de forma natural? El tipo se pasa los conciertos medio asfixiado, como si estuviera a punto de darle la tos, por cantar en esas escalas. Pero la gente le aplaude a rabiar. Y hasta hace duetos con la mismísima Alicia Keyes.

Está bien, me han pillado. Lo que tengo es envidia de este señor. Lo que daría yo por hacer un dueto (o lo que fuera) con Alicia Keyes. Tuve ocasión de verla en directo en el auditorio del Parque Juan Carlos Primero y aún no se me ha olvidado la forma en que movía el culo, que por cierto lo tiene bastante grande, del tipo balcón que con tanta precisión se describe en el post #75. Así que hemos vuelto al tema del culo, que es por donde habíamos empezado (¡¡AL GRANO!!, dijo Lisavetsky, y la Alcaldesa respondió: “parece mentira que sea usted tan maleducado”. No es una noticia de El Mundo Today, es auténtica, pueden verla en el diario de sesiones del Pleno).

El culo, aparte de para cagar y recibir la visita de la microcámara que todo lo ve, sirve también para practicar sexo, algo que supongo que será muy placentero (y como tal lo prohíbe la Iglesia), aunque no puedo decírselo por experiencia propia, porque nunca lo he practicado, y tampoco los hombres solemos hablar mucho de estas cosas. En realidad somos tan siesos que sólo hablamos de fútbol, de coches y de mujeres, nunca de lo que nos pasa por la cabeza. 

En el lenguaje corriente, todo lo relacionado con el culo es negativo. Ahora está de moda decir que una cosa es un culo, para expresar que no nos gusta nada. ¡Si te empeñas en que tu novela acabe mal, es un culo, tío, ni se te ocurra! –decía el otro día en el Metro un tipo que hablaba por su móvil. Los estudiantes suelen decir: el examen me ha salido como el culo, chaval. Y en Andalucía, para expresar que te están molestando, es frecuente decir: “Te qui-ri ya d’aquí tío, que llevas to’r día dando musho por culo”.

Lo que quizá ustedes no sepan es que la actividad a la que nos venimos refiriendo, era considerada un delito hasta hace muy poco, con el nombre de sodomía (lo que da también idea de su antigüedad). En Estados Unidos la sodomía fue un delito en muchos Estados, hasta 2003, fecha de la famosa resolución del Tribunal Supremo sobre el caso Lawrence-Texas. ¡Ah! ¿Qué no han oído hablar del caso Lawrence contra Texas? Bueeeeno. Pues se lo cuento y así termino este post que ya se me estaba empezando a ir de las manos. La cosa empezó en 1998. Un día de septiembre, la policía de Houston, Texas, recibió la llamada de un ciudadano que decía haber visto a un loco con una pistola en casa de su vecino. 

El comunicante era un cabrón, que sólo quería fastidiar a su vecino, un tal John Lawrence, de unos 60 años, que no se metía con nadie. Cuando la policía llegó, llamaron a la puerta pero no les contestó nadie (seguro que ni les oyeron). Al echar la puerta abajo, encontraron al señor Lawrence en compañía de un joven apuesto aplicado con esmero a la tarea de darle alegría a su cuerpo macareno. Se los llevaron a los dos detenidos, de acuerdo con lo prescrito en la Ley de la Sodomía de Texas, y le pusieron a cada uno una multa de 125 dólares. El amigo Lawrence montó en cólera y denunció al Estado de Texas. “Les voy a meter un puro que te cagas, –proclamaba– a ver por qué no voy a poder yo traerme un amigo a mi casa a que me alegre un poco la vida”.

Después de cinco años de litigios, el Supremo decidió, por seis votos a tres, que el bueno de Lawrence tenía toda la razón, ordenó que se les devolviera la multa, a él y a su compañero y de paso derogó la Ley de la Sodomía, por considerarla contraria a la Cuarta Enmienda, además de todas las leyes similares que se aplicaban todavía en otros quince estados. La resolución es un hecho clave en el proceso de reconocimiento de los derechos de gays y lesbianas, para los que la fecha (26 de marzo de 2003) constituye un hito clave en su lucha. 

No han pasado ni diez años de esta historia. Para que luego digan algunos que no hemos cambiado. En 1970, el único Estado que no consideraba delito la sodomía era el de Illinois. Chicago es una ciudad de referencia de estos movimientos. Todos los avances en este sentido han sido el resultado de la larga y dura lucha de mucha gente. 

Pues eso, ya han aprendido una cosa nueva. Sean buenos. 

lunes, 18 de febrero de 2013

91. Los chinos, y no Colón, descubrieron América

Los seguidores de este Blog se pueden dividir en tres grandes grupos. Uno: los que buscan comentarios sobre la actualidad política y, por tanto, abren el blog esperando que ponga verdes a Rajoy, Bárcenas, Urdangarín y otros sinvergüenzas. Un segundo grupo entra a la busca de mis anécdotas insignificantes, bien porque me conocen y disfrutan imaginándome en situaciones comprometidas, o bien porque se identifican conmigo y aprecian mi forma de salir de ciertos aprietos.

Y hay un tercer grupo de seguidores que me dicen que aprenden muchas cosas sobre países lejanos o historias curiosas de las que antes no sabían nada. Bien, pues a este tercer grupo lo tengo últimamente un poco abandonado y voy a reparar la falta con un asunto que tal vez no conozcan. Porque el título de este post no es un chiste ni una metáfora. Muy al contrario, es la conclusión a la que ha llegado el amable señor de la foto que les adjunto, de nacionalidad inglesa y que responde al nombre de Gavin Menzies.

Mr. Menzies fue durante su vida activa oficial de submarinos de la Royal Navy, oficio que le permitió recorrer el mundo entero y hacer observaciones. En algún momento de su vida su mente se vio asaltada por esta intuición: los chinos habían circunnavegado el globo mucho antes que Magallanes y habían estado en América antes que Colón y en Australia antes de Cook. Como quizá ustedes sepan, los verdaderos genios tienen primero la intuición y luego hacen los estudios científicos necesarios para comprobarla. Al contrario que los torpes y cutres, que se creen que haciendo estudios largos y complejos sin un objetivo previo, acabarán por conseguir una conclusión que surja de forma automática de ese arduo trabajo.

Gavin Menzies observó restos de la presencia china previa en lugares de todo el mundo, ciertos rasgos fisionómicos de las gentes, tradiciones no autóctonas, viejos monumentos, mapas anteriores a Colón de fidelidad sorprendente. Durante quince años, antes y después de jubilarse de la Marina, fue recopilando evidencias y, por fin, plasmó sus conclusiones en un libro que salió a la luz en 2002 y se convirtió en un best seller: “1421, El año en que China descubrió el mundo”. Con el dinero de las ventas continuó su trabajo, ya al frente de un equipo de investigadores que buscaban pruebas de ADN y rastros en Sudamérica de enfermedades y patologías endémicas de China.  

Las teorías de este señor no se dan por admitidas, pero han logrado el aval de la prestigiosa revista científica National Geographic, que respalda sus investigaciones. El hombre tiene ya una Web en la que va colgando sus nuevos hallazgos. Está en inglés, pero igual les pongo el link: www.gavinmenzies.net. La Web explora también otras líneas de investigación igualmente apasionantes. El libro, tal vez lo encuentren en alguna librería, aunque me temo que debe de estar ya medio descatalogado. La historia que cuenta es ciertamente sorprendente.

En 1421, la sociedad china era la más desarrollada del planeta. Menzies pone varios ejemplos. En China, el emperador Zhu Di, el cuarto de la dinastía Ming, que fue también el que trasladó la capital a Pekín, procedió ese año a presentar la nueva sede imperial: La Ciudad Prohibida, en cuya construcción en madera había trabajado más de un millón de personas. La fiesta de inauguración contó con ¡¡26.000 invitados!!, entre ellos los dignatarios de los países más importantes del mundo (ninguno europeo), que tuvieron la oportunidad de degustar un banquete de diez platos en delicadas vajillas de porcelana china. El emperador llegó acompañado por su concubina favorita, cubierta de finas sedas y las más preciosas joyas. Por esa época, el rey Enrique V de Inglaterra convocó para su boda con Caterina de Valois a seiscientos invitados que comieron carne y bacalao seco, sobre lonchas de pan rancio que servían de platos. Comían con las manos y se limpiaban encima. Y el colmo: la novia, ni siquiera llevaba bragas bajo su vestido de tela basta (lo dice Menzies).

El ejército chino tenía un millón de hombres con armas de fuego. Los ingleses, cinco mil soldados con arcos, espadas y picas. Así atacaron en esos años a Francia, que no tenía mucho más que oponerle. En los puestos callejeros de Pekín se podían comprar cientos de novelas impresas, treinta años antes de que Gutemberg lograra imprimir su primer libro: una Biblia. En estas condiciones, no es de extrañar que Zhu Di concibiera su proyecto más ambicioso: enviar una flota de enormes barcos de madera a recorrer los mares, con el encargo de elaborar una cartografía precisa de la Tierra, de cara a establecer un sistema mundial de impuestos, que se cobrarían a todos los países de acuerdo a esa cartografía.

Partió esa flota gigantesca después de la inauguración de la Ciudad Prohibida y durante tres años se movieron por los mares pasando mil penalidades. Los barcos eran demasiado grandes para zonas de fuerte oleaje, grandes tormentas les partían los mástiles y les destrozaban las velas, algunos se partieron en dos y se hundieron, a los marineros les acosaban las enfermedades y hubieron de dejar parte de la tripulación en los lugares que descubrían, con la promesa de volver a rescatarles cuando pudieran. Menzies está convencido de que llegaron a Australia 300 años antes que Cook, atravesaron el estrecho de Magallanes 100 años antes de que lo hiciera el almirante portugués que le dio nombre, y llegaron a América del Sur y del Norte 70 años antes que Colón. Y ha encontrado evidencias hasta en Minnesota. En su libro hace una extensa narración del viaje, que no les puedo resumir aquí.

Parece que menos de la mitad de los expedicionarios lograron regresar a China con la cartografía elaborada protegida en sus barcos medio destrozados. Confiaban en ser recibidos como héroes, pero se encontraron con una sorpresa desagradable. Zhu Di había sido derrocado por los mandarines, la clase culta de funcionarios chinos, que siempre habían visto con recelo los proyectos megalómanos del emperador. Le acusaban de comprometer la supervivencia del Imperio despilfarrando sus fondos en proyectos absurdos y deforestando la selva, tanto para construir la Ciudad Prohibida, como los grandes barcos de su proyecto. Poco después de la partida de las naves, un rayo había caído sobre la Ciudad Prohibida, que había ardido en su mayor parte. Los mandarines dedujeron que ese rayo era un castigo del cielo y aprovecharon para destituir al emperador.

Los héroes no fueron agasajados, sino puestos a trabajar en empleos de todo tipo, y se dio la orden de destruir los planos que traían. Pero Gavin Menzies está seguro de que esos magníficos planos llegaron a manos de Colón, que por eso estaba tan seguro de alcanzar las Indias por occidente. Y aventura una hipótesis: tal vez un marinero portugués de la flota china se las arregló para esconder una colección y sacarla por Macao, rumbo a su tierra. Allí hizo entrega de ese tesoro a la Escuela que Don Enrique el Navegante había creado en Sagres, lugar muy frecuentado por los futuros descubridores occidentales del nuevo mundo, como Fernando de Magallanes, Vasco de Gama y Bartolomé Colón, el hermano de Cristóbal, entre otros.

Esta es la historia. La verdad es que ya no se puede uno creer nada. En este Blog hemos visto hasta que Cristo no nació en Belén. ¿Por qué no pensar en que, cuando llegó Colón, los chinos ya habían pasado por allí? Hemos comprobado que su calendario es el más antiguo (salvo el judío, que pretende arrancar de La Creación). Y ahora se están comiendo el mundo con su modelo de capitalismo de partido (comunista) único. Cosas así sólo pueden suceder en China.

viernes, 15 de febrero de 2013

90. Corredor III: La decadencia

Pretendo con este texto cerrar la trilogía básica de mis aventuras como atleta, lo que no es óbice ni cortapisa para que siga contando viejas anécdotas relacionadas con las carreras, como por ejemplo mi experiencia en el Maratón de Nueva York, mi participación en una carrera en Cuba, y otros asuntos con bastante enjundia narrativa, que poco a poco irán saliendo.

Ya cerca de los sesenta, descartados totalmente los maratones, yo seguía entrenando y corriendo carreras de 10 kilómetros y, eventualmente, alguna media maratón. En algún momento empecé a notar sensaciones raras en la rodilla izquierda, pero no le di mayor importancia. No eran exactamente dolores, ni siquiera molestias, sino la sensación de que aquello funcionaba de forma atípica; que tenía ruidos, como los coches viejos. Seguí con mi entrenamiento cotidiano, hasta que una noche quedé con Joe, mi maestro y gurú de las carreras de fondo, para tomar unas copas.

Acabamos acodados en la barra de La Botica de la Condesa, un bar mexicano, sito en la calle de la Palma cerca de la Corredera Baja, que presume de ser la primera mezcalería auténtica abierta en Europa. Allí le comenté de pasada que tenía sensaciones extrañas en la rodilla, aunque seguía corriendo. Me pidió que extendiera la pierna sobre dos banquetas de la barra y me hizo diversos tactos y maniobras con sus dedos de traumatólogo que parecen ver a través de la piel. Su dictamen instantáneo: “Tienes el menisco roto y un derrame sinovial de puta madre”.

¿Qué era lo que debía hacer? 1.- Dejar de correr. 2.- Hacerme una resonancia magnética para confirmar el diagnóstico (lo de las banquetas del bar no era un procedimiento médico serio). 3.- En caso afirmativo, una operación muy sencilla. Le pregunté si me operaría él mismo, y dijo que no, que era una técnica súper fácil que cualquier residente podía hacerme con garantías. Resuelta esta cuestión, seguimos poniéndonos ciegos de mezcal, que era a lo que íbamos.

No hace falta que diga que la resonancia confirmó punto por punto el diagnóstico de mi amigo. Me operó un doctor joven, mediante artroscopia, más o menos en febrero de 2010. Me dijo que había encontrado la rodilla globalmente bien. Que el deterioro del menisco no se debía a mi actividad de corredor, sino que era una patología degenerativa debida a la edad, que afectaba también a gente no deportista. Que, con el tiempo, seguramente me pasaría lo mismo en la otra rodilla. Que me quedaría como nuevo si cumplía puntualmente el postoperatorio que me explicó, y que les describo a continuación.

Primera semana, de baja en casa sin apoyar el pie, ayudándome de muletas hasta para ir al baño. Segunda semana, de baja y con muletas, pero ya apoyando el pie con cuidado. Tercera semana, de alta, con firme promesa de hacer sólo trabajo de despacho, sin ir a las obras. Cuarta semana de vida normal, pero sin correr. A partir de la quinta semana, ya podía empezar a entrenar. Como se imaginan, cumplí escrupulosamente el programa. Al principio, tenía algunas molestias, y problemas para hacer bien el estiramiento de cuádriceps, ese que se hace sujetándose el talón contra el culo y agachándose un poco. Pero pronto empecé a recuperar flexibilidad y a encontrarme bien, como un Robocop remendado corriendo por los parques a toda velocidad.

Cuando me empezó a doler la rodilla derecha, paré de correr, esperé a que mi trabajo me permitiera encajar otra baja de quince días y pasé directamente a la resonancia magnética. El resultado fue una sorpresa desagradable: el menisco estaba intacto, y la imagen mostraba indicios inequívocos de condromalacia de grado 3. ¿Condro-qué? Condromalacia. Es también una patología degenerativa, por la edad, pero no es operable. Afecta al tendón rotuliano y tiene cuatro estadios. El grado 1 es cuando el tendón empieza a perder espesor, como la tela de los codos de los jerseys. En el grado 2, se observan estrías y grietas. En el 3, el mío, directamente el tendón aparece lleno de agujeros. Y en el 4, ya no hay ni tendón.

El problema de la condromalacia es que no se puede operar. Hablé con Joe y me dijo que podía seguir corriendo. Que el dolor me avisaría si me pasaba de entrenamiento. En caso de que me viera muy apurado, podía recurrir a las inyecciones de plasma, esas que le ponen a Nadal, que te recubren el tendón dañado con un revestimiento plástico. Problemas: el tratamiento es carísimo y sus efectos duran dos o tres años. Luego hay que repetirlo. Hasta ahora no he recurrido a ello y no creo que lo haga. Voy entrenando, y ahora estoy haciendo unos ocho kilómetros tres veces por semana sin mayores problemas. Para qué quiero más.

Como terapia complementaria, ingiero cada mañana un frasquito de Artilane, un preparado de parafarmacia que refuerza los tendones y retrasa el proceso degenerativo. Este medicamento tiene una característica que fue lo que me decidió a autorrecetármelo: es la pócima que toma Juan Carlos de Borbón y Borbón para sus maltrechas articulaciones. El único problema es que tiene unos efectos secundarios imprevisibles, sobre todo para la pelota. Ya saben, a unos les da por cazar elefantes, otros se ponen a escribir blogs como locos…

Lo más latoso de todo esto es que, cuando lo cuento en la oficina, mi compañero J. que es antideporte aprovecha cualquiera de mis pausas para intercalar esta frase: “Pero todo eso te pasa por correr, ¿no?” y entonces tengo que empezar otra vez desde el principio, pero no consigo sino que cabecee negativamente y me repita su pregunta a la mínima ocasión.

Bueno, ahora voy a hacerles una confesión. Para poder escribir este post, he tenido que buscar las viejas radiografías, para constatar cual de las dos rodillas es la que me operé. Porque lo cierto es que las dos me duelen un huevo, especialmente por las mañanas, cuando me levanto, hasta que cojo tono. Eso es independiente de que corra más o menos, o nada. Pequeñas miserias que no me impiden continuar mis actividades deportivas sin demasiados quebrantos. En realidad, la principal molestia que sufro es no poder contarle mis penas a J. sin que me pregunte cada poco: “Pero todo eso te pasa por correr, ¿no?”

Cuídense y no hagan locuras.

miércoles, 13 de febrero de 2013

89. Cosas que aprender de los alemanes

En mi post #69 “No vamos a ser de un día para otro alemanes”, apuntaba yo el tema de las diferencias entre las idiosincrasias de nuestros pueblos y cómo esas diferencias pueden generar incomprensión, de modo que los alemanes no nos entienden y piensan que somos unos informales y unos vagos que estamos todo el día tomando finos y bailando flamenco, en la línea del vídeo “Dos cervezas por favor” que también les traje en el #39. Recíprocamente, nosotros creemos que los germanos son unos cabezas cuadradas, esclavos de su propio orden e incapaces de improvisar sobre un esquema planificado con antelación.

Les citaba yo en el citado post #69 un par de artículos de Enrique Gil Calvo. Uno de ellos fijaba la clave de esta diferencia cultural en las distintas confesiones religiosas. Los católicos del sur somos más tolerantes, practicamos el perdón, perdonamos no sólo a nuestros deudores como dice el Padrenuestro, sino también a los mentirosos. En cambio, los protestantes del norte dicen que las deudas hay que pagarlas hasta el último céntimo y que los mentirosos no son dignos de seguir en política y deben dimitir. Un católico puede ser un cabrón (como Luis) toda su vida y arrepentirse en el último segundo antes de morir, lo que le abre de par en par las puertas del Reino de los Cielos. Para un calvinista eso no basta, un buen cristiano tiene que ser honesto en la tierra y portarse bien con los demás todo el rato, si no, no hay cielo que valga.

En el segundo de estos artículos, Gil Calvo iba más allá y llegaba a la conclusión de que los alemanes ya eran así antes de Lutero (también los vascos eran así antes de Sabino Arana). Mi sobrino P. que trabaja para una empresa alemana que ejecuta proyectos por todo el mundo, opina que la flexibilidad latina es algo de mucho valor; que los alemanes tienen a veces grandes problemas en países, por ejemplo de Sudamérica, por su excesiva rigidez y su incapacidad para improvisar sobre la marcha soluciones no previstas en la planificación previa. El problema de los españoles es precisamente lo poco que planificamos. Si aquí fuéramos capaces de hacer una planificación seria y luego la fuéramos cumpliendo con nuestra proverbial flexibilidad, nos comeríamos el mundo.

Fernando Aramburu, excelente escritor vasco que vive en Alemania donde se gana la vida dando clases de español, es también un experto en el análisis comparativo de españoles y alemanes. Gracias a él sabemos que no es oro todo lo que reluce, que los alemanes no son tan perfectos, que la ciudad de Berlín tiene una deuda diez veces mayor que la ya excesiva de Madrid (ver post #57 y otros relacionados) y que la construcción del nuevo aeropuerto de Berlín-Brandemburgo deja pequeñas las aventuras de Pepe Gotera y Otilio. Aquí les dejo el link de su artículo:
http://elpais.com/elpais/2013/01/25/opinion/1359131560_314735.html.
Con su socarronería vasca, Aramburu concluye con una comparación hilarante con el aeropuerto de Castellón: el nuestro no sirve para nada, pero por lo menos lo hemos acabado.

Desde luego que los alemanes no son perfectos, pero en algunas cosas sí que deberíamos copiarles. Una de ellas es la potente sociedad civil perfectamente organizada, practicante permanente de una solidaridad defensiva muy distinta del individualismo que nos caracteriza a los del sur. Por aquí la gente no se molesta ni en ir a las reuniones de comunidad (yo el primero, lo confieso). La alemana es una sociedad solidaria y asociativa, en la que los sindicatos son independientes, no están comprados, se hacen respetar y pelean hasta la extenuación por los derechos de sus afiliados. Aquí les adjunto el link a una información sobre el acuerdo que el mayor sindicato de funcionarios públicos de Alemania ha logrado arrancar a la Administración Federal.
http://www.finanzas.com/noticias/economia/2012-03-31/694462_alemania-gobierno-sindicatos-pactan-aumento.html.
Tras meses de lucha, han logrado una subida de sueldos del 6,3%. ¿Imaginan algo parecido en España? Yo no. Aquí nos han recortado por todas partes y los sindicatos se lo han comido con patatas. Y ni siquiera hemos salido a la calle a romper farolas a pedradas.  

Otra cosa que deberíamos emular de nuestros amigos teutones, es la tolerancia cero con las mentiras de los políticos en activo. Les supongo enterados de la reciente dimisión de la Ministra alemana de Educación, por nombre Anette Schavan, por una mentirijilla de hace treinta años, salida a la luz de la forma que les cuento más abajo. Primero vean la escena en que Merkel y su ministra salen a anunciar la dimisión. La señora ministra era una colaboradora tan fiel a su jefa, que se ha mimetizado con ella, ambas son idénticas, caminan igual, parecen compartir modisto y seguro que usan la misma talla y modelo de faja. 


Bueno, pues esta oronda y acongojada señora, cuando tenía 25 años y, obviamente, no estaba tan fondona, hizo su tesis doctoral titulada “Persona y sociedad”, y obtuvo con ella el grado de Doctora cum laude. Y resulta que en Alemania hay una Wiki, es decir una Web en la que puede entrar cualquiera a colgar las informaciones que recopile, que se dedica a comparar tesis doctorales de la gente en busca de eventuales plagios (hay que ver qué cantidad de desocupados ha hecho aflorar el mundo digital). Los responsables de la página, que se llama VroniPlag, se lo pasan de cojones cazando gazapos y sacándolos a la luz, con el único objeto de dar musho por culo al personal.

Estos angelitos han descubierto que la señora Schavan copió literalmente párrafos enteros de otros trabajos en su laureada tesis. La señora ministra lo admite; dice que, en aquellos felices años sin ordenadores, copió ciertamente reflexiones y razonamientos de colegas y profesores porque le pareció interesante incorporarlos a la parte expositiva de su tesis; que las conclusiones y resultados son enteramente suyos y que su único pecado es haberse olvidado de entrecomillar las citas, algo que no consideró necesario, porque era obvio que no seguían ni su estilo de redacción ni su sintaxis. Pero la Universidad le ha retirado el título, y por eso dimite. 

En España esto es, a día de hoy, imposible. En un mundo en el que dimite hasta el Papa, la señora Mato no se da por aludida y se hace la sonsa, la que no se enteraba. Como ya he dicho, en nuestra cultura no se da tanta trascendencia a la mentira. A un tipo lo pillan, niega la evidencia, aguanta el tirón, y espera a que el asunto se pase de actualidad y el personal diga: ¡pelillos a la mar!, expresión, por cierto, que no creo que exista en alemán. Rajoy lo sabe y por eso huye hacia delante, haciéndose el loco sobre el hecho evidente de que estuvo once años recibiendo los sobres malva de la vergüenza. Nuestro poco honorable presidente confía en que  los españoles nos aburramos del tema y miremos como él para otro lado. Pinchando aquí verán la cara que se le está poniendo: http://mrjaen.files.wordpress.com/2012/06/20120614-113125.jpg.

Lo malo (para el presidente) es que la sociedad está harta de esta tropa de impresentables que están llevando a nuestro país a la ruina. En esa hartazón hay que buscar la clave de la marcha atrás (provisional y con la boca pequeña) que ha dado el PP en el tema de los desahucios. Los españoles estamos al límite de aguante. Como despedida, les dejo un último link en relación con el asunto de los políticos mentirosos (hay que ver qué cantidad de deberes les estoy poniendo hoy). 

Es el último post de Emilio de la Peña, jefe del equipo de periodistas económicos de la SER. Mi tocayo y amigo termina apuntando su convencimiento de que el PP tenía desde antes de las elecciones el plan de implementar estas políticas que nos están calzando a la fuerza. Pero que se convencieron de que, si enseñaban sus cartas, jamás ganarían. Así que nos vendieron un Plan A, ganaron y luego sacaron del cajón el otro, el B. O sea que su mentira ha sido con premeditación y alevosía. Este es el link: www.emiliodelape.blogspot.com.es/2013/02/caso-barcenas-seis-millones-de-parados.html. Sean buenos, para que no les crezca la nariz.

 

lunes, 11 de febrero de 2013

88. Efemérides

Bajo este nombre de reminiscencias inequívocamente griegas, los periódicos antiguos tenían una pequeña sección en la que detallaban los aniversarios que se conmemoraban ese día, las festividades y celebraciones y el santoral. En las redacciones se encargaba su confección a un becario, que debía tirar de arcaicos archivos analógicos, para sacar una nota por fuerza escueta. Ahora, el perfeccionamiento de los sistemas de almacenaje de información ligados al ordenador, ha generado un universo de bases de datos, en el que ya no hace falta ni becario, sólo con dar a un botón, te sale cada día material para llenar un periódico entero.

Para mantener ese tinglado hace falta que en todo el mundo haya esforzados esbirros cargando datos como locos las veinticuatro horas del día, sin un criterio demasiado selectivo. Todo vale con tal de engordar el monstruo. Esto es algo que afecta a todos los ámbitos. La información deportiva es un ejemplo claro. Antes de cada partido de fútbol te avisan de que será el encuentro número seiscientos en primera división del entrenador X, el doscientos del jugador Y, el equipo Z puede marcar el gol número mil y además será la séptima vez que el equipo utiliza el uniforme naranja. Después de cada partido de baloncesto se hace un cuadro que te permite saber que Pau Gasol intentó quince pases, falló siete, tiró cinco tiros de tres puntos de los que falló cuatro, dio tres asistencias con éxito y dos fallidas, puso tres tapones…

La existencia de esos medios condiciona la propia redacción de los artículos que se escriben. El cronista de El País o el Marca deduce que Benzema está bajo de forma a partir de constatar el número de kilómetros que ha corrido en un partido, los remates que ha fallado, los balones que ha cortado, y comparar todos esos datos con la serie histórica de los partidos anteriores. Llegará un día en que los deportistas lleven medidores y en la tele se pueda conocer “en tiempo real” (¿es que hay uno irreal?) el estado físico de cada uno, con información precisa de pulsaciones, colesterol, gráfica de esfuerzo y ¿por qué no? contar el número de pedos que se tira, los retortijones que le den y cosas similares.

Me viene a la cabeza una anécdota graciosa. Estaba viendo por la tele un partido de fútbol narrado por un comentarista con ayuda, como suele hacerse, de un futbolista retirado, jugador de otra época, que interviene de vez en cuando haciendo pequeñas apostillas a la narración. El invitado era en este caso Julio Salinas, tipo siempre sano de mente y con el típico gracejo vasco. Ante la imagen de un jugador que se echaba la mano a la trasera del muslo con gesto de dolor antes de tirarse al suelo, el locutor dijo: “Huy, malo, malo, tiene toda la pinta de un pinchazo en los isquiotibiales. ¿Tú te lesionaste alguna vez en ese músculo, Julio?" La respuesta del interpelado: “No, en mis tiempos no había isquiotibiales, eso se inventó después”.  
   
En fin, tiempos de locos estos que nos toca vivir, exceso de información por todas partes, nos llegan datos por tierra, mar y aire, es imposible sustraerse a la lluvia tóxica de minucias insignificantes con que nos abruman. La prensa deportiva te informa de qué tal ha dormido Messi, de si a Casillas le va doliendo menos la mano, o a Nadal la rodilla. La prensa del corazón hace lo mismo con Paquirrín y Belén Esteban, y los llamados diarios generalistas te cuentan si Urdangarín ha ido bien de vientre esta mañana, o si Luis El Cabrón se ha dado un tropezón en su paseo matutino por la calle Serrano.

Las antiguas efemérides acaban enterradas en un mar de celebraciones absurdas. Ningún periódico recuerda hoy que un once de febrero se proclamó la Primera República Española (1873), que no llegó ni siquiera a las Navidades de ese mismo año. O que en 1979 el ayatollah Jomeini se hizo con el poder en Irán, derrocando al Sha Reza Pahlevi. O que en 1990 Nelson Mandela recuperó la libertad después de 27 años de cárcel. Cada día hay cientos de eventos que se conmemoran, la mayoría sucedidos y anotados en el siglo XX.

Ayer, 10 de febrero, era el día del Año Nuevo chino, tal como les anuncié en mi último post del año pasado “Por un calendario sin meses”. Ayer, los chinos, japoneses, vietnamitas y coreanos, entre otros, entraron en el Año de la Serpiente, que mola menos que el del Dragón que acabamos de cerrar. Mis amigos de la delegación de Hong Kong en Europa, que el año pasado organizaron una fiesta fastuosa, este año se han limitado a mandarme un christmas sonoro de 12 segundos. No es coña, aquí lo pueden ver: http://www.hongkong-eu.net/2013cardcny. En España las serpientes no son muy bien vistas, se las considera un animal maldito, culpable de engañar a Eva y que da “mala sombra”. Una mala sombra que se neutraliza haciendo los cuernos a dos manos al tiempo que se pronuncia el conjuro “lagarto-lagarto”.

Otra celebración reciente es la de Santa Águeda, el 5 de febrero. Santa Águeda de Catania fue ultrajada y torturada por su propio padre el senador Quintiano, que ordenó que le cortaran los pechos. Unos años después de su muerte, el Etna entró en erupción y los habitantes de Catania pidieron a esta santa, virgen y mártir, que intercediera por ellos. Y la lava se detuvo justo a la entrada de la ciudad. Santa Águeda es, por supuesto, la patrona de Catania y también la de las enfermeras. Además se considera una precursora de los movimientos feministas y en el pueblo de Zamarramala (Segovia) se conmemora su festividad entregando la vara de alcalde a las mujeres, que gobiernan el pueblo por un día, mientras los hombres se hacen cargo de las labores domésticas.

En muchos otros pueblos de España, la fiesta se celebra elaborando unos pasteles de forma y tamaño inequívocos, que se denominan tetas de santa Águeda. Aquí les pongo el link de un par de recetarios que explican cómo hacerlos, y algunas imágenes de esta curiosa tradición.




Algunas cadenas de pastelería industrializada han incorporado este dulce a su oferta de temporada, pero han tenido que cambiar el nombre al más púdico de “reliquias de Santa Águeda” y explicar su composición según esa odiosa manía de anteponer el adjetivo, impuesta desde USA, que ha contaminado ya toda la redacción de menús y recetas: “Deliciosa masa de esponjoso bollo relleno de suave nata y cremosa trufa, decorada con finas virutas de crujiente chocolate y remate de exquisita guinda sobre cama de selecta yema”.

Dentro de unos años habrá un evento más que conmemorar el once de febrero: la primera renuncia de un Papa desde el siglo XV, que es la noticia del día. El Papa se une así a la ministra alemana que hace más de treinta años copió su tesis doctoral y el ministro inglés que hace diez dijo que el coche infractor lo conducía su señora para no perder los puntos del carné. Todo el mundo dimite menos Ana Mato, que pretende convencernos de que sigue creyendo que los Jaguar vienen de París, y los trae una cigüeña en medio de una nube de confeti. 

Sólo que el Papa no se va porque lo hayan pillado en un renuncio, sino porque dice que está cansado. No me extraña, eso de ser infalible debe de ser agotador. Su negación del buey y la mula del Belén, ya anticipaba una cierta fatiga mental. Esperemos que no le suceda Rouco Varela, si no, no va a haber quién aguante a algunos (y algunas) por estas tierras. Yo también les deseo: Kung Hei Fat Choy!

sábado, 9 de febrero de 2013

87. Malentendidos

El Malentendido es una obra de teatro de Albert Camus estrenada en 1944. En 1969 se montó por primera vez en España con Fernando Guillén y Gemma Cuervo en los papeles principales. Entre ambos actores surgió entonces la chispa de un amor que les mantuvo unidos hasta la reciente muerte de Fernando. Ahora, la hija de ambos Cayetana Guillén Cuervo ha querido representarla en Madrid, como un homenaje póstumo a su padre. La obra está aún en cartel, pueden ir a verla, no les voy a poner el link de entradas.com, búsquenlo ustedes, coño, que yo no soy Lisardo y no veo por qué habría de llenar mis posts de links, mierda de jerga.

No he visto la función, pero me la ha contado entera África, mi agregada cultural. La cosa va de dos mujeres, madre e hija, que regentan una pensión en un lugar frío e inhóspito del norte de Francia. Su sueño es reunir el dinero suficiente para trasladarse a un lugar climatológicamente más amable, para lo cual se dedican al noble arte de asesinar y robar a los viajeros pudientes que se hospedan en su fonda, a la manera de las ancianitas hilarantes de Arsénico, por favor. Entonces llega un nuevo viajero a la casa, que es en realidad el hijo y hermano de las dueñas del negocio, que se marchó de casa muy joven y vuelve después de haber hecho fortuna, con el propósito de redimir a sus familiares y sacarlos de su triste circunstancia. No le reconocen y se pueden imaginar cuál es el malentendido que les lleva a todos a un dramón camusiano (o camusino), además basado en un hecho real que conmocionó en su día a toda Francia. 

Traigo aquí este asunto porque nadie está libre de malentendidos más o menos funestos, ni siquiera el autor de este modesto Blog. La historia que les voy a contar no es trágica (si no, no encajaría en las coordenadas y las intenciones del Blog). Digamos más bien que es un tanto ridícula e insignificante, y se van a reír otra vez a mi costa, pero entre mis lectores hay muchos que dicen seguirme precisamente porque cuento cosas ridículas e insignificantes, del estilo “subí a lavarme las manos y luego me sequé con una toalla”. Vamos allá. 
 
Resulta que la otra noche me fui a la cama y no conseguía dormirme, como me pasa a veces. Por entretener el insomnio, encendí mi Ipad y entré en la página desde la que se gestiona el Blog. Ya sé lo que piensan, que ese detalle revela una adicción importante y que seguro que me paso el día abriendo el ordenador a ver si ha pasado algo en el Blog. Es cierto, confieso que tengo un cierto nivel de adicción, pero creo que la controlo y por ahora no veo la necesidad de acudir a un psicólogo. Mi amigo Mariano Zurdo, escritor y editor, además de psicólogo, dice que no me preocupe, que eso va por fases, que él estuvo un año entero escribiendo todos los días en su Blog y luego lo dejó de un día para otro y no volvió a escribir nada en mucho tiempo.

Por cierto, Mariano Zurdo tiene dos novelas publicadas La tinta azul del recuerdo y Resquicios. He leído la segunda y se la recomiendo. Es un texto que se debe ir devanando como un ovillo de lana, para ir extrayendo las diferentes historias que lo componen, como las distintas figuras de una matrioska rusa. Si quieren hacerse con ella pueden visitar la librería Tres Rosas Amarillas, en San Vicente Ferrer 34. La editorial de mi amigo se llama Talentura Libros. Tanto la librería como la editorial están especializadas en relatos y novela. En este caso sí que les dejo los links: www.talenturalibros.blogspot.com, www.tresrosasamarillas.com, y el del propio Mariano www.blogdeliterazurda.blogspot.com .

A lo que íbamos. Resulta que abro la página y me avisa de que acaba de entrar un nuevo comentario en el post #80, “Corredor II”. Lo busco y me sale un anónimo que dice “¡¡Mi libro!! ¡¡Yo vengo a hablar de mi libro!!” Es una vieja anécdota televisiva de Umbral que revela lo estúpido que era este señor, por otra parte buen escritor. No sé cómo lo interpretan ustedes, pero a mí me sonó a que el anónimo se estaba burlando de mi texto, haciéndome ver que estaba contando un rollo para presumir de corredor de maratones y sacar pecho, igual que Umbral presumía de su libro. Aún con la duda, la página me alerta de que llega otro comentario. Esta vez en el #83 “La Gerencia tomada”. Otra vez la firma “Anónimo” y el siguiente texto “¡¡¡¡Uuuuuh, uuuuh!!!!”

Me empiezo a cabrear. Ya me habían advertido algunos blogueros veteranos que hay gente muy maleducada que se dedica a entrar en los blogs a burlarse y decir bordeces. No le veo la gracia y en parte me siento como si alguien hubiera ingresado en este foro para reventarlo, para estropear este intercambio de confidencias y mensajes. Pero entonces llega un tercero, esta vez al #76 “Lisardo reaparece”. Si lo han leído, sabrán que este post termina con la foto de un culo magnífico que sirve de felicitación de año nuevo. Al pie hay un comentario de un lector anónimo que opina que ese culo no es real, que la imagen está pasada de photoshop, y una respuesta mía diciendo que eso es envidia cochina. Bueno pues mi comentarista borde de las 12 de la noche añade más abajo algo así: “Claro que es envidia, ese idiota de anónimo no ha visto un culo similar en su vida. Yo sí y juro que existen”.

Bueno. Nadie entra en mi Blog a las 12 de la noche, al menos desde España. Allí, tendido en mi cama después de un largo día de trabajo, tuve claras tres cosas: que el anónimo comentarista de mis tres posts era el mismo, que pretendía reventarme el invento y que era un gilipollas. Así que, ni corto ni perezoso, me dispuse enseguida a eliminar los tres comentarios. Nunca había borrado nada en mi Blog y pude comprobar que el proceso es largo y consta de varios pasos. En el último te preguntan si estás seguro y te advierten de que, si insistes, el comentario desaparecerá para siempre (sic).

Seguro que ya se imaginan cuál fue el malentendido. El autor de esos comentarios no era un borde anónimo reventador de blogs. El autor era nada menos que el bueno de Lisardo. La bronca que me echó al día siguiente fue de las que hacen época. ¡Cómo me gritaba por el teléfono! Lo más increíble son sus explicaciones, que les detallo. En el primer caso, Lisardo me intentaba advertir de que, después de explicar cómo empecé a correr maratones, era una ocasión perfecta para hablar de mi libro, mi única novela publicada hasta el momento La Human Race, que relata las aventuras de un corredor popular. En el segundo, hacía ¡¡Uuuuuh!! para decirme que él también se siente un fantasma y que, como yo, se encuentra más a gusto entre los fantasmas del pasado, que en el mundo real de Bárcenas y Rajoy. Por último, la foto del culo del #76 corresponde al trasero de la novia de su hijo. El propio Lisardo fue quien hizo esa foto y jura que no hay photoshop ni truco alguno detrás, que su futura nuera es la dueña de ese trasero esplendoroso.

En fin. Me he disculpado cien veces, pero mi amigo sigue bastante enfadado. Además, tiene una crítica de orden superior, que les transcribo aquí: “VALE, ENTIENDO QUE AL INTERPRETAR MIS MENSAJES SE HA EQUIVOCADO USTED TRES VECES, PERO ES QUE LO QUE NO PUEDE DE NINGUNA FORMA HACER ES BORRAR MENSAJES. ¿PERO DÓNDE SE HA CREÍDO USTED QUE ESTÁ? ESO ES UNA FORMA DE CENSURA. SOLO SI EL TEXTO INSULTA O ES OFENSIVO, PODRÍA ELIMINARLO. SI NO, TIENE QUE DEJARLO AHÍ. SI NO LE GUSTA, NO LE CONTESTA Y PUNTO. UN BLOG ES UN FORO PÚBLICO DE PARTICIPACIÓN LIBRE. USTED NO ES QUIÉN PARA BORRAR LOS MENSAJES DE NADIE. JODER, DON EMILIO, QUE YO LO HE CONOCIDO DE SUBDIRECTOR GENERAL DE INFORMACION Y PARTICIPACION CIUDADANA, QUE AÚN TENGO LA TARJETA QUE ME DIO. ¿ES ESA SU FORMA DE ENTENDER LA PARTICIPACIÓN? ¡¡¡AMOS, NO ME JODA!!!

Lisardo tiene toda la razón y lo reconozco aquí públicamente. Por ahora, es todo lo que puedo hacer para arreglar el desaguisado. Confío en que con el tiempo se le pase el cabreo. Al fin y al cabo, todo fue fruto de un malentendido.

jueves, 7 de febrero de 2013

86. Incidente de tráfico II (segunda parte)

Siento defraudar al lector, pero no voy a contar demasiadas anécdotas de los tiempos prehistóricos en que Isaías El Metralleta era chofer del viejo Departamento de Planeamiento. El hombre está todavía en activo, le queda poco para la jubilación, y no es cosa de poner en peligro su trayectoria hablando más de la cuenta. Bastará decir que Isaías había sido conductor de la policía antes de sacar la plaza del Ayuntamiento, que también hacía bolos como especialista de rodaje de películas de acción, sobre todo escenas de persecuciones, y que esa doble experiencia le permitía saltarse los atascos con mañas no siempre ortodoxas, habilidad que sólo ejercitaba en casos de fuerza mayor, porque el resto del tiempo era un conductor pulcro, respetuoso con las normas de tráfico y caballeroso con los demás automovilistas. 

Tirábamos de él cuando debíamos hacer alguna visita de campo, para comprobar in situ las condiciones reales de una zona antes de emitir el informe correspondiente. Yo me hice enseguida amigo suyo, aunque nunca conseguí que me tratara de tú. Me gustaba sentarme con él en el asiento de delante y darle palique. A veces le pedía su opinión sobre el solar o edificio que íbamos a ver. Unas opiniones siempre basadas en el sentido común, que al principio me escatimaba, hasta que estuvo seguro de que no quería tomarle el pelo. Cuando acabábamos nuestro trabajo, solíamos rematar con un café o una cerveza. Isaías conocía todos los bares de los distritos periféricos y sabía dónde encontrar las mejores tapas y las raciones más abundantes (aunque tenía una predilección por asaduras, zarajos y gallinejas, que yo no compartía). Después se fumaba uno de sus minúsculos puritos Rosli y nos volvíamos.

El jueves 31 de enero, como no podía ser de otra manera, encontré a Isaías muy envejecido. Mantenía su planta de galán cinematográfico, su porte orgulloso, su rostro duro, su sonrisa de medio lado, su aire a Victor Mature, pero se le veía más cargado de hombros, con los trazos verticales de sus mejillas mucho más marcados, su habitual corte de pelo de marine suavizado por las canas y una gimnasia gestual más dubitativa, efecto de las sucesivas derrotas de la edad. Me pidió que abriera el capó del coche, lo examinó a distancia y pronunció una de sus frases legendarias: –¿Cuánto hace que no le revisas el bendix?

Pusimos unos carteles de “averiado” en el salpicadero y el cristal trasero, nos subimos al coche oficial y nos encaminamos a la Junta. Llamé a Nicasio y a la Mutua a decirles que esperasen instrucciones. Primero tenía que asistir al Consejo. Luego ya veríamos. La Concejala del Distrito se estaba fumando un pitillo en la calle, a la puerta de la Junta. Nos reconocimos también y me saludó con afecto. La Concejala es una señora mayor de pelo blanco crespo, que lleva muchos años al frente del distrito y se conoce al detalle los problemas de cada uno de sus vecinos, con los que mantiene una comunicación fluida. Me conoce de otros Consejos y, antes de entrar, me ha prevenido de que las sesiones suelen ser tranquilas porque los vecinos son pacíficos y educados, con la única excepción del Lucinio, que es un broncas, pero a ese ya le ata corto ella.

Traigo un power point con las grandes líneas de lo que les tengo que contar, pero antes de que rueden las imágenes, me parece necesario aclararles que el planeamiento es algo que se refleja en un documento, es decir, en unos papeles. Nuestro trabajo como técnicos se termina en la confección de ese documento. Pero, para que esas directrices pasen de estar en un papel a hacerse realidad, se requiere luego impulso político, capacidad de gestión y apoyo financiero. Si no, no sirven para nada. A continuación les muestro las imágenes que traigo. A mitad de presentación aparece el Lucinio, que se sienta con mucha prosapia en una silla libre a la izquierda. A él también lo reconozco: el recalcitrante habitual que se queja de todo. Ya me ha tocado sufrirlo más de una vez. Lo que pasa es que no me acordaba de su nombre. El problema del urbanismo y la participación ciudadana de los barrios es que no hay renovación generacional. Los jóvenes están a otra bola. Durante años he participado en foros de este tipo con la sensación de ser el más joven de la reunión. Lo terrible es que, con más de sesenta, sigo teniendo esa sensación.

Al final, ruegos y preguntas. El Lucinio se lanza a la yugular. Ya está harto de que le vengan con milongas, ya le contaron el Plan del 97 (puede que se lo contara yo) y él se ilusionó y participó. Resultado: nada de nada. Después lo mismo con la Agenda 21, el Plan Estratégico de Movilidad Ciclista y el Sursum Corda en patinete (sic). Todos igual: planes fastuosos, bonitas intenciones y cero realidades: todo se queda en el papel. La Concejala interviene y le dice que es un maleducado, que si hay una primera convocatoria a las 6 y una segunda a las 6.30, es una falta de consideración con los demás que llegue a las 7 y encima dando lecciones a todo el mundo. Que Don Emilio ya ha aclarado esa cuestión al principio, lo que pasa es que él no estaba y ahora que no diga.

El recalcitrante y la Concejala son viejos enemigos políticos que, en el fondo, se respetan y se tratan con la familiaridad de esas parejas veteranas que se pasan el día peleándose. El tema ha quedado, como de costumbre, en tablas y a mí se me ha autorizado a marcharme. Isaías me esperaba fuera. Llamé a la Mutua y me dijeron que en cuarenta minutos tenía una grúa en el lugar indicado por mí. Como había tiempo, me tomé un café con mi viejo amigo. Me contó que le faltan dos meses para jubilarse. Que ha pasado por innumerables destinos. Que esta Concejala es buena gente y está a gusto con ella. Pero que, echando la vista atrás, ningún tiempo como los años de Planeamiento.

Luego me llevó hasta mi coche aparcado en el arcén, esperó a que viniera el grueiro, y se despidió con un sentido abrazo. Puede que ya no lo vuelva a ver nunca. Lo de grueiro es literal: el tipo que se bajó del camión grúa con movimientos simiescos y un aire que recordaba a Xan-das-Bolas, tenía un acento cerrado de gallego del interior. ¿Y luego usted de dónde es? –le pregunté. Ay, señor, yo soy de Cospeito, Lugo. Pues yo de La Coruña. ¡¡Arre coño!! Allí sí que se vive bien, y no aquí con este frío. ¡¡Arre carallo!! 

Por resumir: la Mutua me cubría el traslado hasta el taller de Seat-Volkswagen más próximo. Con un máximo de treinta kilómetros. Lo que pasa es que mi paisano el grueiro sabe de la vida, y él trabaja de autónomo para la compañía y más por libre. Ay, sí, señor, y le digo una cosa: si yo me limito a cumplir estritamente el contrato, lo siento mucho, pero yo le tengo que llevar al taller más próximo y aquí paz y después gloria. Como usted sin duda sabrá, a esta hora los talleres están cerrados, habrá que aparcarlo cerca, eso si encontramos un sitio, y mañana usted tendrá que coger un taxi a primera hora, venir cuando abran el taller a contarles lo que le pasa al coche y perder la mañana, en la seguridad de que se pondrán con su coche el último, cuando hayan arreglado los de los clientes habituales, las cosas como son.

Peeeeero… Peeeeero, esa serie de desgracias presuntas se podía evitar si yo estaba dispuesto a pagarle la diferencia de trayecto hasta mi taller habitual, que sin duda tendría, en donde seguramente podría dejarle la llave al jefe en algún escondite, de forma que mañana yo me desentendiera del tema dejando el coche en buenas manos. Por supuesto también tendría que pagarle el trayeto de vuelta hasta su casa. Pero, si yo no quería, ahora mismito él tiraba de gepeese, buscaba un taller y me dejaba allí tirado. Como ven, un lince. Para que luego digan que los gallegos no son espabilados. Le dije que me parecía bien. Cuando le aclaré que mi taller de cabecera estaba en Sevilla la Nueva, se puso contentísimo. Me hizo un precio, según él, de paisano, y tuve que aceptar. Nos dimos la mano y sólo entonces empezó su trabajo de subir el coche al remolque. 

En fin. Nicasio estaba ya en un bar tomando cañas, cuando lo llamé para que me explicara dónde debía dejarle la llave. El resto del jueves transcurrió sin sobresaltos. El avispado grueiro se pasó todo el viaje despotricando de futbol y poniendo verde a Mourinho. Dejamos el coche en la puerta del taller de Nicasio, y luego tuvo el detalle de acercarme a casa sin sobrecoste. Me creerán si les digo que caí en la cama agotado.