miércoles, 28 de noviembre de 2012

46. Permítanme un poquito de endogamia

Quiero decir que, con su permiso, voy a hacer una entrada del Blog hablando del Blog. El otoño se nos está yendo casi sin enterarnos y, dos meses después de abrir esta tribuna, creo que puede ser un buen momento para hacer un pequeño balance de su funcionamiento. Mi impresión es, en general, positiva. Lo que yo pretendía era mantener la pluma en uso y bien engrasada, y lo he conseguido. No tengo muchos más objetivos. Escribir correctamente mis entradas. Ser variado y no enclaustrarme en un solo sector temático. Divertir a la gente durante tres minutos y hacer que piensen un poco sobre el tema que les propongo cada día.

En total, llevo más de dos mil visitas, que no está mal, y me veo con ganas de seguir adelante. Siento que la situación general sea tan deprimente y tenga que seguir hablando de Merkel y Rajoy. A mí me gustaría hablar más de literatura y de cine y de rock’n roll, como era mi propósito inicial, pero es lo que hay. Las entradas más visitadas han sido, por este orden: Yayoflauta en el interrail, Aquí está pasando algo muy raro, Gangnam Style y el loro de Boiro y Pedos de Draghi.

Respecto a esto, he observado que el título de la entrada es un elemento crucial. Por ejemplo, Las ventajas de vivir en el centro no suscitó demasiado interés, cuando para mí no desmerece de las cuatro citadas. Si la hubiera titulado Tres culos brillando en la noche, todo el mundo habría entrado a leerla. En esto, como en todo, se aprende practicando y yo he aprendido que los títulos hay que trabajárselos.

Tengo bastantes seguidores en los Estados Unidos (mi sobrina Eva en Seattle, Gonzalo López en San Diego, Javier Luna en algún lugar de Arizona, Laura Santín y quizá Nancy Bruning en NY). También tengo identificados a los que me siguen desde Francia (Tangi Saout en Nantes, Philippe Billot en París), Holanda (mi hijo Kike y sus amigos), Bélgica (António Trinidad), México (Diego Moreno) y Colombia (Patricia Pardo). Mis saludos para todos. Sin embargo, no tengo ni idea de quiénes son los que me siguen con asiduidad desde Alemania. Según la página de estadísticas, es el país donde tengo más visitantes, después de los USA (y de España, por supuesto). Al principio hubo también unos rusos, pero ya han dejado de entrar.

A mis seguidores de Alemania les pido que me hagan algún comentario, para saber a qué atenerme, aunque supongo que serán españoles emigrados. El interés de estos seguidores se acrecienta cuanto más me meto con la señora Merkel y sus políticas de ajuste que nos están ahogando. No hace falta que diga que no tengo nada contra el pueblo alemán. Incluso tengo parientes alemanes, a los que quiero mucho. Además de mi amigo Jurgen, el propietario de La Pelu, adonde voy más o menos una vez al mes a que me corte el pelo mientras sostenemos profundos debates filosóficos y sociopolíticos. 

La entrada nº 42, escrita a partir del dato de la deuda de Berlín, ha generado una auténtica avalancha de visitas desde Alemania. Y provocó incluso un comentario bastante borde y ofensivo, que respondí adecuadamente, para que no queden dudas sobre mis sentimientos hacia el pueblo  alemán. Las buenas gentes de las diferentes naciones nos entendemos a las mil maravillas. Son los políticos los que envenenan a veces esa buena relación, fomentando sentimientos xenófobos, basados en la exaltación de las diferencias culturales o religiosas. Que no cuenten conmigo para ese tipo de fanatismos excluyentes, estúpidos y peligrosos.

Volviendo al Blog, muy pocos se aventuran a publicar comentarios, aunque muchos me los hacen llegar privadamente, por correo electrónico o en directo. Algunas críticas: hay un exceso de ego en algunas entradas en las que me tiro un poco el rollo. Lo acepto, aunque mi intención no ha sido nunca aprovechar este foro para sacar pecho y, en general, procuro no tomarme demasiado en serio a mí mismo. Pero es cierto que presumo y lo voy a seguir haciendo. Sobre todo de dos cosas de las que estoy orgulloso: tener amigos en muchos lugares del mundo, y no arredrarme ante las dificultades que me salen al camino.

El más crítico: como siempre, Lisardo, el que más me aprecia. Hay amores que matan. Dice mi querido ordenanza digitalizado que con este formato no voy a pasar nunca de cuarenta o cincuenta visitantes. Que si quiero dar el salto tengo que abrir una cuenta de Twitter. Que en cuanto la abriera pasaría a mil o dos mil visitas. El problema es que no sé si quiero que haya dos mil personas leyendo lo que escribo. Tengo que pensarlo. Tendría algunas ventajas, podría darle una mayor difusión a datos como el de la deuda de Berlín, que todo el mundo debería conocer. Y hasta podría salir en la portada del Huffington Post, mi sueño secreto (aunque me temo que no soy lo bastante cool).

Mi equipo de colaboradores más estrechos son los que más me hacen la pelota. Por ejemplo, África, mi agregada cultural, dice que lo que más le gusta de mi Blog es que siempre explico las palabras o conceptos poco frecuentes, y además lo recalco: “¿no saben lo que es el XX? pues se lo aclaro”. Eso me sitúa, según ella, en la posición antagónica del pedante, que es el que nunca explica ese tipo de cosas. Como el Gran Pope del Urbanismo, que gustaba de acabar las discusiones con frases como: “Dejémoslo estar, no vayamos a entrar en los terrenos de la mayéutica”. Ninguno de sus extasiados seguidores sabíamos lo que era la mayéutica, pero nadie se atrevía a preguntarlo para no quedar de inculto. 

Sagrario Pérez, mi asesora económica, dice que le gusta la candidez con la que cuento cosas como “subí a lavarme las manos y luego me sequé con una toalla”, como si este tipo de minucias le pudiera interesar a alguien. Eso le da al blog una cercanía que acaba por atraer muchas visitas. La gente entra a ver qué más chorradas le cuento. Javier Villegas, experto en temas históricos y sociopolíticos se maravilla de que sea capaz de escribir tanto. A mí, en cambio, me maravilla lo que sabe él de Historia y de Política. Si yo tuviera toda esa información en la cabeza, tendría para escribir diez o doce entradas diarias.

Vienen tiempos duros y hay que mantener el ánimo alto. Yo creo que saldremos de la crisis, aunque nos vamos a dejar muchos pelos en la gatera. Ya saben además que NO ES UNA CRISIS, ES UNA ESTAFA. Todavía no tengo una explicación elaborada sobre el dato de la deuda de Berlín, tal vez alguno de los que entran en mi Blog desde Alemania me podría aportar su opinión al respecto. En la antesala del invierno, termino con la frase del primer visitante que se aventuró a escribirme un comentario y publicarlo: seguiremos aguantando, seguiremos corriendo.

4 comentarios:

  1. me llamo julian, trabajo y vivo en madrid y voy para los cincuenta. me gusta como escribes sobre todo lo de "subí a lavarme las manos y luego me sequé con una toalla". entro en el blog de vez en cuando y leo lo último. a veces corro por el retiro, lo mismo nos hemos cruzado. si se puede hacer peticiones yo pediría una entrada costumbrista, tipo Larra, sobre madrid claro.

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    1. Hola Julián, muchas gracias por tu comentario, me hace mucha ilusión que mi forma de escribir guste a gente que no me conoce. Yo corro (en días de diario) por la tarde y seguro que nos hemos cruzado, porque todo el mundo va por la misma ruta. Mis entradas más costumbristas son las nº 3 y 7, y un poco la 37. Procuraré profundizar en esa veta narrativa, siguiendo tu indicación. Al hilo de tu comentario he decidido también hacer un texto sobre cómo era Madrid en tiempos de Larra, que es muy interesante y tengo material para ello. Mucha gente no se puede imaginar que hace apenas 200 años fuéramos tan bárbaros. Un abrazo virtual, a la espera de; quizá, conocerte y darte uno analógico.

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  2. Veo que vas aprendiendo lo que es la mercadotecnia

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    1. Aun me queda mucho que aprender en este terreno, pero hago lo que puedo.

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