miércoles, 7 de noviembre de 2012

32. Victoria al fin

Ganó Obama, y no se pueden imaginar el alivio que he sentido esta mañana. La idea de que un mormón se pusiera al frente de la nación más poderosa de la tierra, me parecía algo muy peligroso para el mundo en su conjunto. Por lo que he visto, mi preocupación era compartida por muchos. Líderes europeos de la derecha se han congratulado de la buena noticia, entre ellos David Cameron, Angela Merkel, el Ministro español de Asuntos Exteriores y otros. También el alcalde de Nueva York, republicano de toda la vida. Felipe González encabeza su crónica de esta mañana en El Huffington Post con un título expresivo: ¡Uf! ¡Ganó Obama!

En todos los foros se hacen sesudos análisis de la noticia del día, para mí una de las del año. Como ya está todo dicho al respecto, me voy a centrar en un matiz que ha pasado inadvertido, al menos en los artículos que yo he leído. Rebobinemos. Hora final en la noche de los resultados. Todo el mundo espera que se cumpla el caballeroso protocolo que se sigue en estos casos: el perdedor reconoce su derrota y, sólo entonces, el ganador proclama su victoria. 

Sede del Partido Republicano en Boston. Sale Romney y dice “Hemos perdido, y ahora toca felicitar al Presidente Obama y a su seguidores del Partido Demócrata, legítimos ganadores de estas elecciones”. Reacción de los congregados que esperaban su comparecencia: silbidos y abucheos mayoritarios ante la mención de los nombres de sus contrincantes.

Sede del Partido Demócrata en Chicago. Unos minutos más tarde. Sale Obama y dice: “Quiero felicitar en primer lugar a Mitt Romney, que ha sido un digno adversario, y con quien me propongo seguir manteniendo el contacto para buscar vías de colaboración”. Reacción de los congregados que esperaban su comparecencia: aplauso respetuoso unánime. Ni un pito.

Es un matiz demoledor, en mi opinión, y NO ME LO HE INVENTADO. Consulten los videos en Internet o donde les parezca y verán que fue así. Anteayer les decía que estábamos presenciando la lucha entre un ciudadano del mundo y un tipo que se miraba el ombligo y no veía más allá de sus acorazadas fronteras. Hoy quiero añadir que ha ganado la tolerancia ante la intolerancia. Romney representaba a los que viven según sus convicciones (lo cual está muy bien), pero no quieren que los demás vivan según las suyas, sino según las que ellos les imponen.

Esa banda son los que se oponen a los matrimonios homosexuales, por ejemplo. Ahora que la Justicia (no sé por qué lo pongo con mayúscula), después de siete años de mirarse también el ombligo, se ha decidido a rechazar el recurso del PP contra la Ley que los legalizaba, algunos de los miembros de ese partido, miran a otro lado y dicen “yo no lo firmé”. Eso ha dicho hoy Esteban González Pons cuando le han preguntado. Pero no podemos olvidar que fue el propio señor Rajoy quien llevó en mano el recurso a la ventanilla correspondiente.

También son los que se oponen al aborto y los que en su día se opusieron al divorcio, a la minifalda, al voto femenino y a tantas otras cosas. Esos tipos no pueden ganar nunca en una consulta electoral no tergiversada. Porque la Ley del Divorcio no obliga a divorciarse a nadie, la Ley del Aborto no obliga a abortar a quién no quiera, y la Ley de los matrimonios homosexuales no obliga a nadie a ser homosexual. Los derrotados esta pasada madrugada son los herederos de la Inquisición, y hay que celebrar que los norteamericanos hayan votado contra ellos.

La victoria de Obama es el triunfo de la Norteamérica multirracial, diversa, tolerante y solidaria, frente a los racistas malhumorados y estresados que temen perder los privilegios que siguen ostentando. Y otro aspecto trascendental: es la victoria de un tipo que está doblegando la crisis económica que le dejó en herencia su predecesor, el auténtico hijo de Bush, culpable del genocidio de Irak. Y lo está haciendo con políticas socialdemócratas, como fomentar una inversión pública ponderada y subir los impuestos a los ricos, en el extremo opuesto de las medidas de ajuste que nos impone la señora Merkel. Unas medidas que ya han hundido a Grecia y tampoco acaban de sacar a Portugal ni a Irlanda de sus agujeros respectivos.
  
Norteamérica está ya creciendo y con un modelo sostenible, que incluye la sanidad para todos, un sistema que ha funcionado en Europa durante años, hasta que personajes como Margaret Thatcher se lo cargaron. Veremos cómo le va ahora al bueno de Obama. Supongo que, tras cuatro años de lucha contra un Congreso hostil, habrá aprendido a dejar de lado la candidez de sus inicios como presidente y se habrá aprovisionado de mañas con las que gobernar la nave en medio de las tempestades. Porque sus enemigos no van a cejar en su empeño de bloquear todas sus iniciativas. 

Para mí, que me proclamo también ciudadano del mundo, la reelección del presidente de los USA es una extraordinaria noticia. Tener un presidente como ese dignifica a los Estados Unidos, y los votantes han sabido verlo así.  Como ellos dicen, “It’s something to be proud of”. Buenas noches.

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