martes, 13 de noviembre de 2012

36. Preparando la huelga

Acabo de llegar del Mercado de Antón Martín, donde he hecho acopio de provisiones para la jornada del día de mañana, en la que no se debe comprar nada. Porque voy a hacer huelga. Me van a descontar un dinero exagerado y desproporcionado por faltar un día pero, por mí, pueden tomar los billetes correspondientes y hacer con ellos un canutillo muy fino, que les permita introducírselo delicadamente por el orto, que diría un argentino. Así les dé un dolor de barriga insoportable que no les deje dormir en cuatro días y se la pasen retorciéndose de llanto y desespero (maldición que me echó a mí una gitana a la que no quise comprar un ramito de mirto de la buena suerte).

Ayer lunes recibí a unos colegas, urbanistas al servicio del Ayuntamiento de Berlín y pasé con ellos unas cuantas horas, hablando de los proyectos de nuestras ciudades. En un momento dado, me preguntaron por la deuda de la ciudad de Madrid. Con cierto bochorno les confesé los siete mil millones de euros que debemos, que es más o menos la mitad de la deuda de todas las ciudades y pueblos de España. Entonces les dio la risa y me preguntaron: ¿Sabes cuál es la deuda del Ayuntamiento de Berlín? No tenía ni idea. Pues agárrense al asiento: nada menos que sesenta mil millones. 

Increíble ¿verdad? Me lo tuvieron que repetir, porque yo creía que eran dieciséis (sixteen). Pues no, eran sixty. Six-O. 60.000.000.000 €. Todavía no me he repuesto de ese dato escalofriante. Una sola ciudad de Alemania tiene cuatro veces más deuda que todas las ciudades y pueblos de España. Sagrario Pérez, mi asesora económica, dice que ella ya lo sabía, y que las deudas de los lander son muy superiores a las de las comunidades autónomas de aquí.

Y digo yo. ¿No estaban vendiendo de nosotros una imagen de que somos unos manirrotos, unos griegos (el peor insulto entre los economistas alemanes) que vamos derrochando el dinero que no tenemos en proyectos tan absurdos como el aeropuerto de Castellón, la Ciudad del Circo de Alcorcón, o la Ciudad de la Cultura de Santiago? Pero bueno. ¿De qué van estos alemanes? ¿Cómo se atreve la señora Merkel a viajar a Portugal a decirles a sus ciudadanos recortados, estafados y apaleados que tengan un poco más de paciencia, que todo mejorará pronto? ¡¡Qué desfachatez!! ¡¡Qué escándalo!! ¿Cuándo piensan pagar la deuda de sus ciudades?

Por cosas como estas voy a hacer huelga mañana. Porque datos como el de la deuda de Berlín, me confirman en la idea de que NO ES UNA CRISIS, ES UNA ESTAFA. Iberia va a despedir a 4.500 trabajadores, El País ha echado a 129 de un total de 440 miembros de su plantilla, esto es una escabechina y hay una serie de gente que se sigue forrando, mientras Rodrigo Rato y sus amigos se van de rositas. Ya sé que la huelga no sirve para nada, que es un simple pataleo. Pero es que eso es precisamente lo que me pide el cuerpo: patalear. Mañana voy a patalear mogollón.

Haré también huelga de Blog, en solidaridad. Colgaré algún eslogan y ya. Cuando empecé esta aventura, me hice el propósito de colgar dos o tres entradas semanales, pero resulta que me falta espacio para todas las cosas que quiero contar. A partir de mi viaje por Europa, pasé a escribir una y hasta dos entradas diarias, no sin cierto miedo de aburrir al personal y convertirme en un pesado. Pero mi amigo António Trinidad, veterano bloguero de Bruselas, me dio un consejo: tú escribe lo que quieras, que, si eres capaz de escribir una entrada diaria, la gente entrará todos los días a a ver qué has colgado. Así lo estoy haciendo.

Ya que hemos hablado del ERE de El País, tengo que hacer una rectificación, y la hago con mucha alegría: Forges sigue. Resulta que el nombre de Antonio Fraguas, que figura en la lista de despedidos, no corresponde al humorista, sino a su hijo que se llama igual y tiene un Blog al que se accede desde la versión digital del periódico. Pido disculpas por esta confusión que lamento, aunque mi sentimiento dominante es la alegría. Ya ven que el joven Antonio Fraguas, hijo, se ajusta perfectamente al perfil de los despedidos: viejo, analógico, difícil de adaptar a los tiempos que vienen y con un sueldo astronómico. En fin: ¡¡qué País!!

Bien, después de la huelga general la vida seguirá, y hoy quiero hablarles de mi amigo Smiling Jack Smith, que el jueves día 15 reaparecerá con su conjunto de rhythm´n blues electrificado en The Irish Rover, Avenida del Brasil 7. En este pub irlandés se puede ir a cenar y presenciar después el concierto, que empieza a las 12 de la noche.

Smiling Jack  es un personaje ciertamente singular. Norteamericano, creo que algo mayor que yo, empezó su carrera artística como bailarín de claqué, antes de ganarse la vida como cantante de folk en Nueva York. A continuación se fue a Vancouver, en donde pasó muchos años y donde su música fue derivando hacia el folk rock, hasta terminar en el blues. Entonces se vino a España, hace ya casi veinte años, y aquí se quedó hasta hoy. Tiene un conjunto amplio, con bajo y batería, y también con armónicas y violines. Con todos ellos tocará en el Irish Rover.

Pero también hace música de otro formato, en compañía de otro guitarrista de blues extraordinario que se llama David Gwynn, y que pasa por ser el decano de los músicos norteamericanos de blues en Madrid. En este segundo formato actuará el 12 de diciembre en el Bogie Jazz, concierto que ya les recordaré. Smiling Jack toca la guitarra y canta en inglés pero, entre canción y canción, cuenta historias muy divertidas en su excelente español.

Sus letras son prototípicas del más puro blues de los estados sureños. Les pongo un ejemplo. En su canción The truth was gone dice más o menos lo siguiente. Bajé a la calle en busca de la verdad. En la esquina pregunté a un tipo que andaba por allí dónde estaba la verdad. El hombre dijo: la verdad se ha ido. La canción continúa con diversos personajes que van apareciendo y a los que se les va haciendo la misma pregunta, para que todos confirmen que la verdad se ha ido. El tema termina con un giro sorprendente: cuando todos estuvimos seguros de que la verdad se había ido, comprendimos que podíamos mentir libremente. Y a partir de ahí nos lo pasamos en grande.

No me digan que no es genial. Vamos, anímense y dense una alegría después de la huelga. Smiling Jack es un músico excelente que intenta vivir de su música. Vayan a escucharle. No se arrepentirán. Por cierto, aquí les dejo su Web:
www.smilingjacksmith.com
  

1 comentario:

  1. Guillermo de la Calzada14 de noviembre de 2012, 10:45

    Gracias Emilio por ponerme al día en el rythm@blues de nuestra capital. Si no en el Irish Rover (por semejante horario tan intempestivo de actuación) habrá que ver a Smiling Jack con David Gwynn en el Bogui (empezará por lo menos 1 hora antes.)
    Muy sorprendido me has dejado con lo de la deuda de Berlín

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