jueves, 18 de octubre de 2012

15. Lecciones de francés

Tengo que aclarar que Philippe habla un castellano casi perfecto, por lo que estos días nos hemos entendido sobre todo en español. Va a ser en Nantes donde voy a tener que estirar mi dominio del francés para entenderme con Tangi y Michel, que no hablan una palabra de español. Así que voy a repasar algunas cosas del idioma. Por si a alguien le resultan de utilidad. Por ejemplo, los saludos. Aparte de Bonjour, bon soir y bonne nuit, “adiós” se dice Au revoir. Hasta pronto, es À bientot, pero si uno se va a encontrar enseguida con su interlocutor hay que decir: à tout à l’heure.

Sigamos con los cafés. Si uno llega a un bar francés y pide simplemente un café, se sobreentiende que es solo. El cortado se llama noisette (literalmente, avellana) y el café con leche, largo de desayuno, es un café-crème. Y, si uno quiere un café americano (mismo café, más agua), debe pedir un elongé. También hay que saber que a quien pida un café au lait, normalmente le pondrán un  noisette

Los croissants de Francia son inigualables. Son ligeros y pequeños y se llaman así por el ruido que se hace al morderlos. Se sirven siempre en una cestita a un lado, sin cubiertos, porque el cliente debe trocearlos con la mano. En España se llama muchas veces croissant a un denso bollo suizo al que se le da la forma de croissant, pero no tiene nada que ver con el francés. Para colmo lo pintan por encima con un engrudo de almíbar, transparente y muy pegajoso. Los franceses que vienen a nuestro país y piden croissants, empiezan por sorprenderse de que se los pongan en un platito y con tenedor y cuchillo al lado. Luego, intentan partirlo con la mano y el engrudo se les adhiere a los dedos y les trepa por la mano. Entonces entienden para qué eran los cubiertos, pero la cosa ya no tiene remedio. Si se intentan limpiar con una servilleta de papel acaban con trozos de servilleta pegados hasta en los codos. Se cuenta de alguno que tuvo que volver a ducharse.

No se puede decir que se domina un idioma hasta que se conocen sus tacos y sus giros coloquiales. En Francia, el insulto más corriente es connard, o su abreviatura con. La traducción más exacta sería cabrón. Para contestar a un agravio se suele decir ta gueule, o ta soeur. La gueule es, digamos, la jeta. Los animales tienen gueule y las personas visage. Combinando estas palabras llegamos a la expresión con la que debemos contestar a un tipo que nos grita, por ejemplo, en una discusión de tráfico: ¡¡Ferme ta gueule, espece de connard!! 

En Italia, en casos similares, puede decirse vaffanculo, cretino, o stronzo, que significa cagallón. Es frecuente el uso de mascalzone, que quiere decir listillo, o sea que no es muy peyorativo y por ejemplo valora la habilidad que ha tenido el tipo para colarse delante de nosotros. Si se quiere algo más insultante, lo más conveniente es utilizar el esquifoso, literalmente, asqueroso: ¡¡Ma guarda quello esquifoso!! ¡¡Sei un cretino tú!!  

Volviendo al francés, la palabra comodín, tal como utilizamos los españoles “la hostia”, podría ser la vache. En Francia, la vaca es un taco. Incluso la expresión ha derivado en el adverbio vachement, una palabra ésta que continuamente usan hombres y mujeres, porque no queda mal hacerlo. La traducción aproximada de vachement sería “a lo bestia”, “a saco” o “en plan basto”.

Sin embargo, una expresión que queda muy mal, y por la que inmediatamente te catalogarían de ordinario, basto y paleto es à chier. Literalmente, “de cagarse”. Si yo dijera que me lo estoy pasando à chier, cualquiera pensaría que soy un animal de pezuña. Sin embargo, es una expresión que usan los chavales que van de maleducados, es decir, los que practican el  botellón, dejan toda la calle perdida, dan patadas a las papeleras, hacen concursos de eructos y otros entretenimientos de noche de fin de semana. En Francia es igual que en España. La única diferencia es que aquí suelen terminar la fiesta quemando unos cuantos coches aparcados en la calle. Es divertidísimo, realmente se lo pasan à chier.

Otra cosa que me llama la atención es la afición de los franceses a sincopar las palabras a partir de una sílaba tónica, muchas veces una “o”, ahorrándose el resto. Ejemplos: restó por restaurante, demó, por demostracón, simpá por simpathique. Por la misma regla se llama a las bicicletas un vélo, que debe ser una abreviatura de algo. Un tipo que trabajaba en publicidad me dijo: Maintenant je travaille à la promó d’un restó bien simpá. Hace unos años me tocó ver por televisión el debate previo a las primeras elecciones que ganó Sarkozy, a su contrincante Segolène Royal. El titular de los periódicos era “Le combat Sarkó-Segó”. (Hablando de debates, BARACK IS BACK, para alivio de algunos como yo).

Me acaba de llegar un mail de Lisardo, que dice que estoy incumpliendo todos mis propósitos. Que me salto el calendario que yo mismo me fijé, que aunque prometí no contar al minuto lo que me iba pasando para no resultar pesado, mi última entrada es lo contrario y que, encima, me siguen saliendo unos textos larguísimos. Está bien, espero que éste le guste más. Termino rápido. 

Estos días con Philippe hemos intercambiado expresiones de éstas. A mi amigo le hace mucha gracia que en España se diga de los homosexuales que “pierden aceite”. Aquí se dice: Ils sont de la chaquette, ces deux-là. Pero lo que le maravilla a Philippe es el uso en España de la palabra “michelines”. Que el nombre de una marca francesa de neumáticos haya derivado en forma coloquial de designar las lorzas que poco a poco van ocultando nuestras cinturas, es para él algo sencillamente extraordinario.

Para acabar, les dejo de regalo una expresión que designa una conducta muy habitual de los franceses: scier la branche sur laquelle on est assis, y un refrán: Comme on fait son lit, on se couche. 

Bonne journée pour touts.
  

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