Las miserias de la situación
actual de nuestro país (ayer mismo el periódico informaba de la próxima
reducción de mi ya demediado salario de currante municipal), distraen todo el
rato nuestra mente y nuestro ánimo y nos impiden prestar atención a otras batallas
que se están librando en estos momentos y que afectan a aspectos esenciales del
futuro. Una de ellas es la guerra en torno al software libre, que enfrenta
actualmente a las grandes compañías con el personal que se opone a su
monopolio. No soy un experto en estos temas pero algo me han contado, algo más
he leído y con todo ello he entendido mejor algunas cosas que había observado o
experimentado con anterioridad.
Para empezar, el movimiento por
un software libre tiene un fundador, el tipo a quien ven en esta foto. Se
llama Richard Stallman y es neoyorkino. En los ochenta, este señor trabajaba
como programador en las oficinas de un laboratorio del MIT de Boston. Una
empresa les donó una impresora que instalaron en red y a la que empezaron a
enviar archivos para imprimir, comprobando que se atascaba todo el rato y
formaba unas colas tremendas. A Stallman se le ocurrió la idea de instalarle un
sistema para que, cuando se estropeara, mandase un aviso instantáneo a todos
los usuarios, para que no siguieran mandando archivos hasta que estuviera
revisada.
Él sabía cómo hacerlo, pero
necesitaba un código para entrar en la máquina a hacer esa mejora. Llamó a la
empresa fabricante de la impresora y constató que se negaban a darle el código.
A partir de esta pequeña anécdota y de sus conocimientos como programador y
antiguo hacker, concibió y empezó a desarrollar la idea de una organización que
facilitara software a cualquier usuario que lo deseara, a espaldas de las
grandes corporaciones, como Microsoft, Apple, Google y otras. El movimiento se estructuró a través de la Free
Software Foundation (FSF), una organización que ha logrado definir unos
parámetros éticos básicos para el uso de la tecnología informática libre.
No hay que confundir software
libre con software gratuito (en inglés, free significa tanto libre como
gratis). Un software que se acoja al protocolo de la FSF debe comprometerse por
escrito a garantizar cuatro libertades. 1.- Utilización libre por cualquier
usuario, para lo que quiera. 2.- Libertad de estudiar el sistema e introducirle
mejoras (los que sepan) para adaptarlo a las necesidades de cada uno. 3.-
Libertad de pasárselo a quien les parezca (no está prohibido que cobren por
ello). 4.- Libertad de difundirlo con modificaciones que lo mejoren, de forma
que toda la comunidad se beneficie de dichas modificaciones.
A pesar de los esfuerzos de
bloqueo de las grandes corporaciones, el software libre se ha extendido como la
espuma y goza de gran popularidad. Usted tal vez no lo sepa, pero es muy
probable que utilice ya alguno de los programas que cumplen el protocolo de la
FSF, como por ejemplo el buscador de Internet Mozilla-Firefox, uno de los que
cuenta con más usuarios. Además del Mozilla, yo utilizo para escribir el Libre
Office 3.3, un programa tan fácil de usar como un Word, que permite guardar los
textos en otros soportes, como el pdf, y facilita los formatos destinados a los
diferentes modelos de e-book. El Libre Office es un programa que se
inscribe en el sistema operativo Linux, uno de los entornos que más ha
perfeccionado las ideas de Stallman. Linux surgió en Finlandia en los 90, al
tiempo que el británico Debian.
A mí el Libre Office me lo pasó
mi amigo B. sin que por ello cometiera ninguna ilegalidad. De hecho, podría
habérmelo descargado yo mismo, igual que hice con el Mozilla. Esto no es
piratería, es compartir conocimientos y extender una red de facilidades por las
que nadie pueda venir luego a cobrarte. Porque la estrategia de las grandes
multinacionales de la informática es que te enganches a unas necesidades que ellos
mismos te generan, para que, cuando ya no puedas renunciar a ellas, te las
empiecen a cobrar. La misma estrategia (con perdón) de los que regalan droga a
la puerta de los colegios.
Otro tema relacionado es el del
súper popular Whatsapp. Lo han distribuido de forma gratuita y, ahora que todo
el mundo está enganchado enviando mensajes estúpidos todo el día, amenazan con
empezar a cobrarlo, poquito a poco, unos céntimos al año. Tienen que ir con
cuidado porque ya saben que la gente se apunta alegremente a las cosas
gratuitas, pero a menudo le entra la roña si tiene que pagar por ellas. Es lo
mismo que el fútbol en la tele. Después de años de darlo gratis, ahora lo han
hecho de pago. Y yo me resisto a pagar ni un duro por ver fútbol enlatado. Si
tengo mucho interés en ver un partido, me bajo al bar. Y si no, me lo pirateo
en el ordenador.
Por cosas como estas entiendo que
es importante que estemos al tanto de este combate, porque las
corporaciones van a hacer lo posible por
fastidiar estos movimientos, aunque confío en que no puedan con ellos. Es la
lucha entre los intereses económicos y la solidaridad de la gente que comparte
sus conocimientos y los pone al servicio de la comunidad. El último avance en
el perfeccionamiento del software libre ha surgido en Sudáfrica y se llama
Ubuntu. Es un sistema operativo presentado en 2004, que nace a partir del
Debian, y que yo no he utilizado, aunque todo el mundo coincide en que es un
paso adelante en la simplificación de los procedimientos, tanto para usarlo
como para introducirle mejoras.
Ubuntu es además una palabra zulú
que designa toda una filosofía del conocimiento compartido. Esta línea de
pensamiento, específicamente africana, se basa en la idea de que uno no es
nadie por sí mismo, sino que uno es alguien en función de los demás. Ese
principio lleva a la solidaridad, al trabajo en equipo, a la colaboración
sincera y desinteresada, al respeto por las cosas comunes, a la tranquilidad, a
mirar al futuro olvidando los viejos agravios y las miserias del presente.
Mandela es un practicante de esta filosofía y eso le permitió resistir décadas
encerrado y salir a la calle sin rencor, dispuesto a reconciliar a todos los
sudafricanos.
En fin. Les pido disculpas a
aquellos de mis lectores habituales a los que todo esto les haya sonado a
chino. Soy consciente de que buena parte de mis seguidores son veteranos,
jubilados y gentes que han llegado un poco tarde a esta revolución tecnológica
en la que estamos embarcados. Les puedo jurar que yo tampoco me entero mucho,
pero sí tengo la idea básica de que el futuro viene por ahí. Mirando el mundo
hacia atrás resulta increíble la cantidad de avances que se han producido en los últimos tiempos y las
mejoras que han supuesto para la vida cotidiana de las personas. Buena parte de
las causas de la crisis que estamos sufriendo viene de las exigencias de
adaptación a este nuevo mundo que entre todos estamos creando.
Y es importante que sepamos
seleccionar los valores que de ninguna forma deben perderse, los principios que
hay que proteger para que esta ola no los arrase. Como la solidaridad, la
empatía con los demás, el interés por los problemas ajenos, el pensar de forma
colectiva, el difundir los conocimientos sin pretender sacar ventaja de ello,
el optimismo, el sentimiento positivo. Si salvaguardamos estos valores, la
humanidad progresará en el sentido correcto. Fíjense que no he incluido el amor
y la amistad. Eso es algo que ya se da por admitido por todo el mundo. Los
fascistas y los autoritarios suelen ser muy buena gente con su familia y con
sus amigos. En el mundo del futuro eso no debe ser suficiente. Hay que ser
también buena gente con todos los demás.
Mucho ubuntu para
todos.
Hola. Soy paisano tuyo, más joven. Sigo tu blog hace tiempo. Me resulta ameno y aprendo cosas de temas de los que no sabía nada. Hoy es al revés. Hablas de lo que es mi mundo. Hice una carrera de letras, pero trabajo de informático para una Universidad, que necesita más informáticos que filósofos.
ResponderEliminarNo debes temer por el software libre. No podrán con nosotros. Lo usan todas las ONGs, muchas administraciones públicas, la UNESCO y las principales Universidades del mundo. Para los estudiantes el Ubuntu es hoy como el abecedario. Hay incluso un ranking que mide el uso oficial del software libre en las 76 Universidades españolas. Y la Universidad de La Coruña ocupa el tercer lugar, sólo superada por la de Granada y la de Las Palmas. Te pongo el enlace con la página del ranking: http://www.portalprogramas.com/software-libre/ranking-universidades/clasificacion
El futuro es hoy. Enhorabuena por tus textos y por la información que difundes para quien la quiera. A ver si se salva el Depor. Abrazo.
Querido amigo anónimo. Me da mucha alegría comprobar que ciertas líneas ideológicas y vitales tienen continuidad entre la gente joven. Gracias por el dato de las universidades, no tenía ni idea. ¡Ojala que los usuarios del software libre le ganemos la guerra a las grandes multinacionales! Lo del Depor lo veo más difícil. Ya es una simple cuestión de suerte. Confiemos en tenerla. Un abrazo, joven paisano desconocido.
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