¡¡Hoooola!! Ya estoy en casa. Se
acabaron las vacaciones. En realidad, llevo ya unos días en Madrid de vuelta de
mi retiro portugués, pero no encontraba el momento de volver a escribir en el
Blog, urgido por otros afanes a los que he dado prioridad, como el de correr
por el Retiro aprovechando que todavía no se nos ha caído encima el calorazo
que amaga cada vez que el cielo se despeja. Para colmo he tenido alojados en mi
casa a un par de porteños pelotudos, compañeros de mi hijo en Rotterdam, que
andan estirando lo que pueden su estancia de este lado del Atlántico, a base de
visitar a todos sus colegas del año lectivo finalizado. Ayer noche mejoré mi
papel de anfitrión haciendo de cocinero para ellos.
No es mala rentrée al mundo de la gran ciudad, después de mi escapada al
entorno silvestre de la casa que mi amiga T. comparte en el centro de Portugal
con su familia de animales salvados de destinos trágicos marcados por el
abandono y la desnutrición, a saber: 19 perros, 2 gatos, 2 caballos, una cabra,
un gallo y un montón de gallinas. Tenía también un burro que, como el de la tía
Vinagres, se murió hace poco. Ya les hablaré más en profundidad de este peculiar
refugio en el que todos los animales tienen nombre. Como les adelanté, el lugar
carece de conexión a Internet. No obstante, uno de los días nos acercamos al
pueblo de Santa Caterina y visitamos un ciber-bar-panadería. Allí nos
conectamos un instante, lo que nos permitió constatar con alivio que la señora
Merkel sigue al timón y que a Messi le duele la pierna, pero poco.
Me llamó la atención una noticia.
El presidente de Venezuela, que se llama Maduro, aunque todavía está bastante
verde, ha anunciado la importación urgente de 50 millones de rollos de papel
higiénico, para paliar el desabastecimiento de tan imprescindible complemento de la
vida moderna. Acá lo pueden ver anunciando la buena nueva. Por supuesto, el
presidente echa la culpa a los comerciantes que acaparan el producto para
venderlo luego más caro, las amas de casa que lo acumulan por si acaso, y la
prensa que, con sus informaciones alarmistas, contribuye a extender la
paranoia. Le faltó culpar al huracán que destrozó las calles de Nueva York hace
un año. Con motivo de esta noticia, he recopilado algunas informaciones wikipédicas
sobre tan modesto y cotidiano artículo de consumo, que les detallo después de
un par de historietas al respecto, rescatadas de lo más profundo de mis
recuerdos.
Para empezar, un chiste caribeño.
Lupita/Qué/¿Te quieres casar conmigo?/¿Y cuánto es lo que tú me ofreces?/Pues
mira, mi amol, yo he estudiado varias
maestrías y tengo dos capasitasiones y
un digrí, así que tengo seguro
encontrar un trabajo digno para alimentarte, pues/Con eso no tengo yo ni pa’ papel higiénico. La escena se repite
varias veces, el tipo aumenta su oferta con 10.000 dólares que le pedirá a su
papá, luego 20.000, luego 50.000. Pero
la respuesta de la esquiva Lupita es siempre invariable: con eso no tengo yo ni
pa’ papel higiénico. Ello conduce al último diálogo: Lupita/Qué/ ¡¡¡CAGONA!!!
Otra vieja historia que viene a
mi memoria. Años de postguerra. Racionamiento, cartillas, estraperlo. Don
Jacinto, comerciante jubilado, se ha quedado viudo y no tiene familia. Decide
alquilar su casa e irse a vivir a una pensión de medio pelo en su barrio, que
es el de Chamberí. Se propone ser el mejor de todos los inquilinos. Es un
hombre exageradamente escrupuloso, respetuoso con las cosas públicas y
obsesionado con dejarlo todo tal como se lo encuentra, o incluso más limpio. No
tiene nada que hacer y su manía le lleva a solicitar a la patrona el honor de
ser el último en utilizar cada día el baño comunitario. Entonces, se cierra por
dentro, y nadie sabe por qué tarda tanto en salir, no hace falta hora y media diaria
para las abluciones cotidianas. El tipo sale cada día hecho un pincel, y pronto
empiezan a correr rumores y chistes a cuenta de qué hará don Jacinto en su
larga estancia diaria en el cuarto de baño.
Entremos con él, para ver a qué
dedica esa hora y media. Para empezar, se arremanga y revisa todos los rincones
del cuarto, en busca de manchas, charquitos, gotas de agua, pelos y restos
diversos, que va saludando entre dientes con frases como: ya me lo imaginaba
yo, hay que ver qué poco cuidadosa es la gente y otras similares. Ataca el
rollo de papel higiénico y, provisto de trozos generosos, va poco a poco
limpiándolo todo, dejándolo impoluto. Sólo entonces afronta sus enjuagues,
aspergios y lavatorios, que producen una segunda generación de salpicaduras que
también han de ser enjugadas. El tipo repasa una y otra vez su obra con la
satisfacción del deber cumplido. Sólo entonces abre el pestillo y deja el baño
libre.
A don Jacinto lo echaron al poco de
la pensión. Cuando preguntó por qué, la patrona le dijo escuetamente que
ocupaba el cuarto de baño demasiado tiempo y que gastaba un rollo diario de
papel, lo que lo convertía en un huésped poco conveniente para ella. El tema
del gasto de papel, nos lleva a las cifras de consumo que indica la Wikipedia. En
primer lugar, parece que, en un uso normal, un rollo de papel estándar sirve
para 26 usos. Así lo determinó un estudio del Wall Street Journal en 2004.
Según ese diario, el ciudadano medio usa entre 8 y 9 rectángulos de media por
uso. Como el rollo tiene 240 rectángulos, pues la media es esa.
Si cada habitante caga 1,5 veces
al día, una operación sencilla nos conduce a una cifra de gasto anual por persona
de 20,5 rollos. Pero parece que estos son datos de Estados Unidos. Según las
encuestas, en Latinoamérica el consumo es mucho más bajo, liderado por Chile,
Argentina y México, todos con cifras muy alejadas de las de los yanquis. En
Europa los españoles somos los que más gastamos, tal vez por nuestra costumbre
de utilizarlo para usos espurios, como hacía el don Jacinto de mi historia.
Antiguamente, la gente se
limpiaba el culo con lechugas, hojas de parra o de coco, musgo, lana, piedras o
lo que pillaran. Lo más normal era ir a lavarse al río, cuando lo había. Los
romanos tenían esponjas pinchadas en un palo y metidas en un cubo de agua
salada, donde las enjuagaban después de cada uso. Los chinos fueron los
primeros en usar cuadraditos de papel en el siglo XIV. En el XVIII, la
generalización de los periódicos, llevó a la gente a cortar cuadrados y
colgarlos en clavos. A mediados del XIX se empiezan a comercializar en Estados
Unidos paquetes de papel plegado, específicamente destinados a la higiene de la
retaguardia. Muy poco después, se inventa el rollo tal como lo conocemos ahora.
Sin embargo, las primeras marcas
debían de distar mucho de la suavidad actual. En 1935 se comercializó en los
USA una marca que se anunciaba como “libre de astillas”. Sólo en 1942 apareció
el papel de doble hoja, un invento escocés que no llegó a nuestro país hasta
mucho después. Mis recuerdos de infancia van inevitablemente unidos al papel Elefante,
que era una especie de lija del cero. Aquí tienen la imagen, envuelto en su
celofán amarillento. Como pueden ver se vendía en dos tamaños, normal y kingsize para culos gordos.
El mayor o menor uso de papel
higiénico es un indicativo del nivel de desarrollo de un pueblo. En las
ciudades costeras de Marruecos he visto a la gente mayor bajar a la playa, subirse
los bajos de la chilaba, hacer su operación tranquilamente y luego dejar caer
la chilaba sin limpiarse ni nada. En El Cairo, a comienzos de los setenta, los
wáteres públicos se limitaban a un agujero protegido por unas chapas metálicas
verticales para que no se te vieran las vergüenzas, sin más accesorios. Se dice
que los fundamentalistas usan la mano izquierda como medio de limpieza, mano
que ya no usan para nada más (menos mal).
Un par de curiosidades. En Zimbabwe,
la ultrainflación a que el dictador Mugabe ha llevado al país, hace que un
rollo de papel cueste 100.000 dólares locales. O sea que a la gente le saldría más barato
limpiarse el culo con billetes de 5.000 dólares. Pero, como es natural, utilizan
cuadrados de periódico a la antigua usanza. En Japón, el prestigioso escritor
Koji Suzuki editó una novela corta de terror, titulada Drop en rollos de papel
higiénico (abajo la imagen). En pocos días vendió 80.000 ejemplares. Hermosa idea:
te sientas, lees y luego te limpias con el texto. Un ejemplo del llamado arte
efímero.
Tambien existen rollos que sirven además para descarga de pasiones futboleras. Tal que éste:
ResponderEliminarhttp://www.somosrojillos.com/media/galeria/9/6/1/4/1/n_club_atletico_osasuna_humor-1416.jpg
Muy buena la imagen. En Pamplona odian al Madrí y cada año les tiran de todo y les insultan. Eso va a ser bueno para el Depor. El Osasuna tiene un punto más y cierra la liga en el Bernabeu.
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