jueves, 14 de junio de 2018

741. Conferencias en la cumbre

Nos quedamos el otro día en que salí por Powell hacia Market, para llegar puntual a la doble cita que tenía a las 14.30 con Eden Bruckman y a las 15.30 con Flavio Coppola. Al rato de caminar por Market, empecé a ver homeless, vagabundos sin casa, como el año pasado en Portland y Vancouver, algunos muy jóvenes y muy deteriorados. En mis dos primeros días en San Francisco, me había movido desde el hotel hacia el norte y no había visto prácticamente ninguno. Pero esto era casi una manifestación de homeless. Una legión de muertos vivientes. Tipos tirados en el suelo de cualquier manera, otros comiendo desperdicios rebañados de cualquier parte, con las manos y directamente en el suelo, sin un mísero plato de plástico; cojos, tullidos y renqueantes, con vendajes estragados y apósitos caseros; discusiones esporádicas a voz en grito y gentes haciendo gestos espasmódicos y exagerados, como si no los estuviera viendo nadie. Y esa era la actitud de los viandantes que, como yo, debían atravesar por en medio de esa legión lamentable: mirar al suelo y apresurar el paso.

En el 1455 de Market street, los de seguridad ya tenían mi nombre en la lista. En la planta 12, Flavio Coppola, me recibió e inmediatamente me presentó a Eden Bruckman y se fue. Eden es algo mayor que Shannon, pero también bastante joven. Físicamente amplia de carnes (no gorda), fresca, lozana, expansiva, de ojos inteligentes y carcajada fácil. Es una persona agradable, hospitalaria, cordial y con un corazón muy grande, que manifiesta trabajando para la comunidad a la que pertenece. Tenía una hora de reunión programada con ella, pero estuvimos más de hora y media contándonos nuestras experiencias de Reinventing Cities. San Francisco ha propuesto sólo dos lugares para el concurso y en uno de ellos ha recibido una sola respuesta (en el otro, cinco). O sea, que lo nuestro está muy bien. Eden me contó que ellos estaban en una situación de una cierta precariedad, por una circunstancia que yo desconocía.

Resulta que el último alcalde electo de San Francisco, se murió de repente en Navidad. Salía de su despacho y fue al mercado a comprarse su comida, como hacía siempre, cuando cayó fulminado. Tenía poco más de sesenta. Desde entonces estaban con un alcalde interino, encargado de convocar unas elecciones, que precisamente habían sido anteayer (el día que yo llegué). Y ¿quién ha ganado? –pregunté. Huuuuy –hizo Eden–, ahora están con los recuentos y tienen un tiempo todavía. Y hasta que se sepa quién es el nuevo alcalde y forme su equipo, no sabemos cuál será su política y yo no puedo dimensionar el personal que dedico a cada tema.

Les cuento esto para que tomen nota. En la era de la información en red, cuando en España los resultados de cualquier elección se saben en horas, en el país supuestamente más avanzado de la Tierra, en el estado donde está Silicon Valley, los recuentos se siguen haciendo contando por los dedos. Y cada vez que cambia la cúpula, se para todo hasta saber qué quieren hacer los nuevos dirigentes. Con Eden Bruckman hablamos de muchos aspectos técnicos que no voy a comentar aquí. Y también de otros temas. Me dijo que había vivido varios años en el barrio de Mission, uno de los que yo tenía pensado visitar. Que en aquel tiempo, Mission era un lugar encantador, donde se integraban perfectamente la cultura mexicana con la americana. Pero que se había puesto de moda y entonces habían llegado los hipsters con sus corbatas y sus sueldos potentes de ejecutivos agresivos y los precios habían subido como la espuma, expulsando a los habitantes del barrio de toda la vida. Un proceso de gentrificación de libro.

A Eden le daba mucha pena visitar ahora el barrio, que no tenía ya nada que ver con el que ella había conocido. Ella vivía ahora en Oakland, al otro lado de la bahía, y venía cada día en el Metro, que aquí se llama el Bart, como Bart Simpson. Al saber que vivía en Oakland, le dije que estaría contenta con la victoria de los Warriors en la NBA, por tercera vez en los últimos cuatro años (la noticia del día en todos los medios). Me contestó que ella no estaba muy al tanto del deporte espectáculo, como el que propone la NBA.  Entonces le pregunté por el fenómeno de los homeless. ¿Qué estaba pasando? ¿Cuándo había empezado esta locura? Lo que me contó Eden es inquietante. Esta oleada de desheredados del sueño americano se ha generado en los últimos dos o tres años y se concentra sobre todo en la Costa Oeste, de Seattle a San Diego. Antes era un fenómeno localizado, contenido en unas dimensiones asumibles y con una labor pública de ayuda que sacaba de la calle a más gente de la que caía.

Desde 2010, las cifras de homeless en todo el país estaban descendiendo. Pero en 2016 el descenso fue prácticamente nulo, y en 2017 se ha producido un ascenso importante, por primera vez en mucho tiempo. Desde luego que ha influido la reducción de las políticas sociales de Trump, que es un impresentable. Pero no es sólo eso. Es también el mercado. Los precios de los bienes inmobiliarios estaban subiendo en todas las ciudades de la Costa Oeste, por una reactivación de la economía, que parecía estar ya saliendo de la crisis pero acentuando la desigualdad. Y hay muchas familias y personas de la clase media-baja, a las que un aumento de la renta de un 5 o un 10% les deja fuera de la posibilidad de tener una vivienda. Y acaban en coches abandonados, tiendas de campaña y similares. A partir de ahí el deterioro psicológico hace el resto.

Le dije a Eden que eso se podía convertir en una emergencia nacional y estuvo de acuerdo. De hecho, algunos estados habían reaccionado a los primeros brotes en 2015 y habían declarado el estado de emergencia. Y eran estos estados (Georgia, Florida, Hawái y otros) los únicos que en este momento registraban cifras anuales de descenso. Eden piensa que los estados de la costa (Washington, Oregon y especialmente California) debían tomar cuanto antes medidas similares. En Oakland, donde yo vivo –me dijo– nunca había habido homeless y ahora los hay. Y en las condiciones de precariedad laboral de este país, es algo que le puede pasar a cualquiera.

Miramos el reloj y llevábamos más de hora y media reunidos en una sala. Yo le había mostrado una presentación sobre Reinventing Madrid que le dejé en su ordenador. Nos despedimos y fui a buscar a Flavio que me esperaba en su despacho. Nada más verme, me dijo que se nos había echado encima lo que llamó la hora-café. Para seguir rindiendo a un nivel decente, él necesitaba salir a la calle, airearse y tomar un café fuera porque, además, en la planta 12 tenían unas máquinas que producían un café horrendo, sobre todo para un medio italiano, medio francés como él. Me pareció una idea muy buena y salimos. Flavio Coppola es un hombre muy joven y muy brillante, al que ha fichado C40 después de una importante trayectoria profesional en la que se dedicó por su cuenta a montar redes ciudadanas para la participación en el urbanismo en diferentes ciudades. Flavio es un chaval que físicamente recuerda a Salvador Sobral, el portugués que ganó Eurovisión en 2017 y que luego sufrió un trasplante de corazón. Como él, Flavio lleva una barba negra medio recortada y el pelo largo recogido en un moñete en la parte alta del cráneo. Y también comparte con el portugués la sonrisa y probablemente la sensibilidad.

Hemos bajado al edificio vecino, propiedad de Twitter. En la planta baja hay un lugar que te da un café excelente, con unos bollitos secos. Con nuestras bandejas hemos salido a la terraza trasera, a cubierto del viento. Hacía un poco de frío, pero no se estaba mal. Flavio habla correctamente castellano y para mí es un descanso, aunque a Eden la entendía muy bien. Se ha bajado su portátil y va anotando cuidadosamente todo lo que vamos hablando. Le he contado todo lo que hace la Dirección General a la que pertenezco, le he mostrado una presentación sobre la Estrategia de Regeneración Urbana de Madrid que acabamos de presentar y le he explicado cómo fue el proceso de participación ciudadana que montamos. Le ha interesado mucho y hemos estado de acuerdo en que tenemos que integrarnos en la red Land Use, que él coordina para C40. Le he preguntado si tenía que hacer algún acto formal en Madrid para que nuestra integración se materializara y me ha tendido la mano. Cuando se la he estrechado, ha sentenciado: –Ya estás en la red.

Eso me va a suponer empezar a tener webinars mensuales con ellos, e incluso exponer desde Madrid al menos dos temas: la propuesta de Regeneración Urbana y el proceso de participación sobre el que se basó. El año pasado participé en muchos de esos webinars, antes de viajar a Portland, pero nunca como ponente. Flavio me contó que algunas de las personas con las que estuve en Portland ya están en su red, como Shannon Ryan y Thabang el sudafricano. Todo este asunto tengo pendiente explicarlo en detalle en mi serie interrumpida Recovering myself. De momento, quédense con que mi cita estaba prevista entre 14.30 y 16.30 y que acabamos pasadas las seis de la tarde, medio helados de frío, después de una doble entrevista del máximo interés para mí. Me despedí de Flavio con un abrazo y enfilé Market de vuelta por entre la masa de vagabundos hechos polvo. Llegué al hotel y me puse a redactar unas notas sobre mis encuentros, antes de que se me olvidara todo.

Y llegó la noche. Tenía un hambre considerable y busqué restaurantes en Internet. Me hizo gracia uno que se llama Sushirrito, mezcla de cocina japonesa y mexicana. No estaba lejos y bajé a buscarlo, en el frío de la noche de San Francisco. Pero llegué y estaba cerrado. Había que tomar una decisión rápida: estaba cansado, helado y hambriento. Y mi decisión fue regresar en dirección al hotel, haciendo una parada en el Sam’s Grill and Seafood, el quinto restaurante más antiguo de América, el de los camareros ancianos. Por qué no repetir. Esta vez me comí un plato de salmón muy rico y rematé así la larga jornada del jueves 7 de junio de 2018, un día importante en el viaje y en mi trayectoria de bloguero. Estoy escribiendo esto desde el cuarto de invitados que me ha prestado mi amigo Diego Moreno en su casa de Tijuana (México), antes de empezar a preparar el acto de presentación de esta tarde, de su libro La lancha de dos proas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario