viernes, 1 de junio de 2018

734. El viaje fantástico

Sé que entre el grupo de mis seguidores más fieles hay diferentes formas de pensar y distintas ideologías y no quisiera herir ninguna sensibilidad. Pero ayer dejó su cargo un hombre que ha puesto a nuestro país en la mejor posición en Europa, que ha mantenido a raya a los catalanes y ha hecho que todos los que pensamos como él fuéramos felices. Qué menos que este pequeño homenaje en la hora del adiós. Gracias por todo, Zidane, y hasta siempre.

Bueno, este chiste, con distintas variantes, ha circulado por los whatsapps en estos días frenéticos, pero he querido traerlo aquí por si alguno de ustedes no lo conocía, para darle un susto y hacerle pensar que había perdido el oremus. La verdad, no creo que haya nadie en su sano juicio que no se alegre de la marcha de cierto señor barbudo y quemado y eso es independiente de la opinión que nos merezca a algunos el señor Pedro Sánchez, que lo va a tener también bastante crudo. No creo, sin embargo, que este atildado caballero haya pactado nada con nadie. Los catalanes le han apoyado porque, para su demostrado objetivo genérico de dar por culo, es mucho mejor que haya un gobierno débil en Madrid. Se avecinan tiempos difíciles e inciertos.

Pero yo tenía reservado el día de hoy para hablarles de otra cosa y tengo que empezar por proclamar que NO HAY DERECHO. No, señor. Hace casi un mes que anuncié que me iba de viaje y llevo todo ese tiempo jugando al escondite con ustedes, sin revelarles el destino de mi viaje (estoy ya a menos de 12 horas de partir). Me había yo montado esta película, para mantener el interés de mis lectores y hoy era el día que tenía preparado para revelarles a dónde me voy. Y resulta que antes que yo se van, no sólo Rajoy, sino también Zidane. Joder, eso no se hace, eso es contraprogramación. Pero, bueno, vamos a ello. En el post en el que les propuse el acertijo, di una pista bastante fácil para un rockero y he de decir que el gran Paco Couto no tardó ni un día en dar con la solución. Efectivamente: me voy a San Francisco. If you’re going to San Francisco, be shure to wear some flowers in your hair. Pero también tengo planeado visitar Los Ángeles, San Diego y Tijuana y es momento ya de que les cuente la génesis de este viaje fascinante, algo que enlaza con lo que les conté en el post anterior.

Ya les he contado que tengo dos amigos, uno en San Diego y otro en Tijuana. Mi amigo de Tijuana se llama Diego Moreno, es arquitecto jubilado, escritor, dibujante, inventor y muchas cosas más. Merece la pena contar cómo nos conocimos. Corría el mes de septiembre de 2004 y yo era por entonces Vicegerente de Urbanismo, lo que no me impedía ocuparme de recibir a las delegaciones extranjeras que venían a visitar Madrid, como he venido haciendo los últimos 25 años. Un día me llamaron de la embajada de México. Querían que recibiera a una delegación de la municipalidad de Playas de Rosarito (sic). Parece de broma pero ese ayuntamiento existe. Me especificaron que la delegación estaba compuesta por tres personas: el señor Alcalde, otro electo y el asesor urbanístico doctor arquitecto.

El día de la cita, me avisaron de que ya llegaban y salí como tenía por costumbre al pasillo a recibirlos. Allá por el fondo vi venir a un hombre mayor que yo, con gran bigote blanco, lentes, un cierto aire de Pancho Villa y una prestancia especial, que le hacía comerse todo el plano. A unos pasos tras él venían dos jóvenes de aire intimidado. Ante esa imagen, yo me tiré a saludar al bigotón, le extendí la mano y le dije: –Señor Alcalde, me siento muy honrado de recibirle, y estoy a su disposición para platicar todo lo que quieran sobre la ciudad de Madrid. El tipo se echó a reír con grandes carcajadas: –Nooooo –me dijo– yo no soy el alcalde, el alcalde es este de acá, yo nomás soy el arquitecto. Estuvimos más de una hora hablando y, al final, cuando uno suele intercambiarse las tarjetas, Diego no me dio una tarjeta suya, sino una novela que acababa de publicar.

La novela se llamaba El hombre que vino del Sur y estaba escrita en un slang mexicano fronterizo endiablado. Al poco tiempo le escribí y le dije que su novela debía de ser cojonuda, porque apenas había logrado entender nada. Me respondió que la mía era la mejor crítica que había recibido. Desde entonces hemos mantenido el contacto, nos hemos intercambiado textos y reflexiones, él ha venido una vez más a Madrid con toda su familia y hasta los llevamos a un tablao flamenco. Y yo he estado ya en Tijuana alojado en su casa en un viaje también inolvidable. Allí conocí a Gonzalo López y a su mujer Judy, mis amigos de San Diego, de los que ya he hablado en el blog, con foto incluida. Precisamente Gonzalo y Judy andan ahora por aquí, el otro día quedé con ellos para tomar unos vinos en La Vinícola Mentridana. Ya ven, ellos vienen cuando yo voy. Pero volvamos al viaje.

Hace como mes y medio, Diego anunció a través de su mailing que le iban a publicar una novela gráfica (yo he visto sus comics, muy al estilo de Corto Maltés). Y que la presentación sería en Tijuana el 14 de junio. La novela se llama La lancha de dos proas y tras el correo colectivo a todos sus amigos, Diego me hizo llegar las pruebas, en el convencimiento de que no iría a la presentación. Pero ahí me empezó a picar el gusanillo y le contesté enseguida: si encontraba algún vuelo barato, me iría para allí. Lo encontré, tras unos días de intentarlo, cuando ya empezaba a desesperar: Madrid-LA ida y vuelta, por 601€. Pero, a partir de mi cita en Tijuana, pensé que, ya que me voy tan lejos, qué menos que dos semanas. ¿Y qué es lo que más ganas tengo de conocer en esa zona? Pues San Francisco.

En Los Ángeles, así de entrada, no pensé que se me hubiera perdido nada y hasta me hice un primer plan de no salir ni del aeropuerto y tomar allí mismo un vuelo a Frisco. Pero entonces me acordé de mi amiga Shannon Ryan, a la que conocí el año pasado en Portland. Le escribí un correo y me contestó enseguida: ¿cómo es que pensaba pasar por LA sin ir a verla? Así que al final me he cogido un hotel en Los Ángeles para tres noches. Esta parte de mi plan la he diseñado ya en colaboración con Shannon. De acuerdo con sus consejos, me alojaré en Santa Mónica uno de los núcleos más urbanos y divertidos de la gran aglomeración que forma Los Ángeles, en realidad una ciudad de ciudades. A la derecha tienen la foto que me hice el año pasado con mi amiga y otras compañeras que esta vez he recortado.

El martes volaré a San Francisco, en donde planeo parar una semana entera. Allí tengo también dos citas de trabajo. La primera con Eden Bruckman, la directora de Reinventing San Francisco. Y la segunda, con Flavio Coppola, el coordinador de la red Land Use de C40, con quien estoy en tratos para ver si me cambio a su red, una vez que la red que me invitó al taller de Portland se está centrando últimamente en el tema de la movilidad ciclista, que no es exactamente mi especialidad. A media negociación, le conté que pensaba viajar a San Francisco y quedamos en que allí tomaríamos una decisión. Así que ya les iré contando. En estos últimos días, el trabajo ha sido tan frenético y acelerado como la situación del país entero. Ayer era el último día para presentar las propuestas para la primera fase de Reinventing Madrid. Al final recibimos 19 propuestas, un resultado muy bueno (yo había dicho que si pasábamos de 20 invitaba a champán). Y un día antes, mi jefa y yo recalamos en la emisora Capital Radio, para un programa de media hora sobre el concurso. Aquí pueden ver qué guapos hemos salido.  

Este es mi mundo últimamente y tengo pendiente continuar con la novela en que les explico cómo he llegado hasta aquí. Tendrán que esperar para el siguiente capítulo, porque ahora el viaje pasa a primer plano. Por cierto, esta noche voy a abolir temporalmente el toque de queda, porque con motivo de mi próximo ingreso en un huso horario con nueve horas de diferencia con el madrileño, no veo la forma de seguir bloqueando a los mascalzoni que me entran en el blog de sesenta en sesenta. Veremos qué pasa. No es un problema que me preocupe mucho. Piensen que, en unos cuantos días, voy a estar sentado en el muelle de la bahía, watching the ships roll’in. Sean buenos y deséenme buen viaje.

  

4 comentarios:

  1. ¡¡Menudo susto nos has dado con la entradilla!! Eres un cabrito.

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  2. No deje usted de visitar en Frisco la archifamosa zona de "Haight-Ashbury", cuna de mis queridos y admirados Grateful Dead. Quédese allí un rato meditando y vendrán a su cerebro las voces de Ron "Pig Pen", Jerry García y demás "deadheads" fallecidos en acto de servicio a la psicodelia.
    Enfin querido amigo, páselo usted bien y disfrute de California, tierra de promisión y cuando regrese nos cuente sus hazañas.
    Forte aperta.

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    1. Seguiré sus sabios consejos, amigo mío. Gran abrazo.

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