martes, 20 de agosto de 2013

165. Glasgow y el legado de McKintosh

Cierro aquí mi ciclo de textos sobre Escocia, y no puedo hacerlo sin rendir mi homenaje a una ciudad que me ha encantado, y a un arquitecto y artista extraordinario. Lo primero no les sorprenderá. Mi pasión por las ciudades ha quedado clara a lo largo de todo este blog que se encamina a su primer aniversario. Soy un animal urbano. En cuanto entro en una ciudad grande, me encuentro en mi salsa, me siento como en casa. Sé cómo orientarme, aunque sea la primera vez que la visito, sé cómo organizarme y mis pasos me llevan solos a los lugares de interés. Esas fueron mis sensaciones al llegar a Glasgow, fin de mi viaje por Escocia.

Lo segundo es más raro, porque, igual que no quiero que este sea un blog político, tampoco quiero que se convierta en ningún otro tipo de foro monográfico. Los arquitectos tendemos a pensar que lo que a nosotros nos apasiona le interesa a todo el mundo y no es así. Eso nos hace sentirnos como en una burbuja, en parte superiores al pueblo llano, y en parte incomprendidos por ese mismo pueblo llano al que miramos desde arriba. Sin embargo, creo que la obra de Charles Rennie McKintosh trasciende de ese ámbito gremial y se convierte en algo que puede maravillar a cualquiera. Como la de Gaudí y otros. Sólo que, como me dijo un compañero que me advirtió antes del viaje, Gaudí es un elemento más exuberante, con un punto a veces casi fallero, con perdón, y Mckintosh es, por así decirlo, más fino.

Vamos por partes. Glasgow es una ciudad industrial que alcanzó su esplendor a finales del XIX, a partir de una industria manufacturera que exportaba sus productos a todo el mundo. Centro neurálgico de la actividad comercial de Escocia, alcanzó en los años 30 una población de más de dos millones, más o menos la misma que vive ahora en su área metropolitana, que concentra el 40% de la población escocesa y constituye la segunda concentración urbana de Gran Bretaña, después del Great London. Con estas características, se imaginan que se trata de una urbe cosmopolita y bulliciosa, de las que a mí me gustan.

Su auge comenzó a mediados del XIX cuando el río Clyde, que la atraviesa, se hizo navegable y abrió la ruta del nuevo mundo. Glasgow exportaba productos manufacturados a los países americanos y cobraba en tabaco, azúcar o cacao, productos que luego revendía a toda Europa. Algo similar a lo que les contaba de Nantes  (posts #17 al #21), pero a lo grande y sin el componente esclavista. Además construyó un astillero del que salieron los principales barcos británicos de la época, como el Queen Mary o el Queen Elisabeth. Los magnates del tabaco fueron los que primero acumularon grandes fortunas y tuvieron el ojo de reinvertir en la ciudad (en vez de llevárselo a Suiza). De entonces son los grandes edificios victorianos, que luego se exportarían a Nueva York y otras plazas.

Para quien no lo sepa, el adjetivo “victoriano” no designa tanto un estilo arquitectónico, como una época, la de la reina Victoria. Para que vean de que les hablo, les pongo el link a una serie de fotos de las más de 600 que he tomado en este viaje (es otro de mis vicios). Si conocen ciertas zonas de Nueva York, como el SoHo, tal vez reconozcan el parecido.

Glasgow es un lugar lleno de buenas tabernas, restaurantes, museos, hoteles, bibliotecas y monumentos que visitar, en donde tradicionalmente se ha hecho muy buena arquitectura, y en la actualidad se sigue haciendo. No he incluido las fotos de los nuevos edificios. Hay enormes centros comerciales y vías urbanas peatonales flanqueadas de tiendas de las mejores marcas. Por allí circulan las multitudes de ciudadanos atareados en dirección a la Central Station, en donde cogerán el tren que les llevará a su residencia, fuera del centro. Hay también una única línea de Metro, circular, muy popular y con vagones modernos de color naranja.

En cuanto a McKintosh, es un auténtico artista global, que pintaba, diseñaba muebles y objetos y proyectaba edificios enteros, hasta las cortinas. Nacido en 1868, se interesó desde siempre por la jardinería y estudió Bellas Artes mientras trabajaba de aprendiz en un estudio de arquitectura. Esta era su ocupación cuando, con 26 años, ganó el concurso del proyecto y obra de la nueva Escuela de Bellas Artes, de la que había sido alumno, que debía abandonar su vieja sede. Este fue el primer proyecto que le encargaron y el último que se acabó de construir. 

Con el renombre alcanzado, se estableció por su cuenta, con su mujer y también gran diseñadora Margaret McDonald, además de la hermana de ésta y su marido, en lo que se dio en llamar el Grupo de los Cuatro. Este equipo es uno de los más destacados del movimiento Arts &Crafts y su influencia es clara en otros como el Art Deco o el Art Nouveau. Arquitectos de nombre como Franck Lloyd Wright beben directamente de Mckintosh a la hora de diseñar, por ejemplo, sus muebles. Los Cuatro construyeron casi toda su obra en Glasgow, sobre todo salones de té en los que diseñaban todos los elementos de la decoración.

McKintosh no recibió ningún encargo más después de 1913, vaya usted a saber por qué motivo. En 1915 se fue a Londres con su mujer en donde, a partir de entonces, se dedicó al diseño editorial y las ilustraciones. En 1923 cumplió uno de sus sueños: el de ser un pintor francés. Se trasladó con su mujer a Port-Vendres y se dedicó durante cuatro años a pintar unas acuarelas magníficas. Luego volvió a Londres en donde murió al poco tiempo, a los sesenta años, casi arruinado. Mientras tanto, en Glasgow, algunos salones de té por él diseñados eran demolidos y sus muebles (que ahora valdrían millones) tirados a los vertederos. En el siguiente link tienen un catálogo on line en donde pueden admirar toda su obra gráfica. http://www.huntsearch.gla.ac.uk/mackintosh/ Pero aun falta lo más extraordinario.

En 1987, casi sesenta años después de su muerte, un ingeniero entusiasta de Glasgow, se propuso construir un proyecto de McKintosh que nunca se había llegado a edificar. Resulta que en 1901, se organizó en Alemania un concurso internacional para el diseño de “La casa perfecta”. McKintosh realizó aquí su diseño más extraordinario, en estrecha colaboración con Margaret, con la que estaba recién casado. El jurado no les dio el premio porque no habían presentado el número de planos que exigían las bases y ya saben cómo son los alemanes de cabezotas. Pero en su fallo, en el que declaraban el premio desierto, reconocieron que la propuesta de McKintosh era la mejor, a años luz de las demás. Luego, el proyecto cayó en el olvido.

Nuestro ingeniero entusiasta consiguió convencer a diversas instancias administrativas y culturales de Glasgow para que financiaran y promovieran la construcción de este proyecto, llamado por sus autores The house of an art lover. Hubieron de rescatar técnicas de carpintería, cerrajería y soplado de vidrios, abandonadas hacía mucho, para lograr una reproducción lo más fiel posible de los dibujos de la pareja. La casa de un amante del arte existe hoy, en un parquecito en las afueras de Glasgow y se puede visitar. Yo lo hice y confieso que es una de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. Abajo tienen el link a mi reportaje. ¡Es un proyecto de 1901!

Para terminar, una frase del maestro. Un periodista le pregunta, en relación con sus proyectos, hasta dónde llega la mano de Margaret y hasta dónde la suya propia. Su respuesta: “Ella es la parte genial. Ella tiene el genio. Yo aporto el talento”. ¡Ahí queda eso! Piénsenlo. Que duerman bien, a pesar del calor.

4 comentarios:

  1. No entiendo muy bien la diferenciación entre genio y talento. ¿Podría aclararnos algo más respecto a este tema? Si a usted le ha gustado tanto como para citarlo, quiere decir que lo ha entendido.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡No esté tan seguro! Tal como yo lo veo, el genio es algo que te hace abrir nuevas vías, en el arte o el conocimiento, caminos que nadie ha transitado antes. El talento en cambio te lleva a hacer un determinado trabajo muy bien, a un nivel de excelencia, incluso mejor que nadie, pero sin innovar. El genio es innato, el talento se debe a la educación y se mejora con trabajo y esfuerzo. Genios fueron Einstein o Picasso. Personas con talento hay muchas, en todos los ámbitos. El talento se consigue con un nivel alto de autoexigencia. Pero el genio también requiere trabajo, para que no resulte desaprovechado. Ya sabe lo que decía Picasso al respecto: "Yo creo en la inspiración, pero prefiero que, cuando llegue, me pille trabajando".
      La frase de Mckintosh es un compendio de muchas cosas: humildad, sabiduría, amor, sencillez, conocimiento de sí mismo y de su oficio. Era un tipo cojonudo, no lo dude. La visita a la House of an art lover se merece de sobra un viaje a Glasgow. Hay vuelos directos. Anímese, hombre, quien quiera que sea. Y gracias por seguir mi Blog.

      Eliminar
    2. El talento es equivalente a inteligencia, eso sí, en grandes dosis. El genio es algo más: requiere inteligencia, por supuesto, pero con el valor añadido de la intuición, la creatividad, la capacidad de inventiva, en una palabra: el genio es la "chispa". El reconocimiento de McKintosh por la genialidad de su mujer es, realmente, muy valioso, porque proviene de un hombre así mismo genial (y extraordinariamente sensible) y porque se produce en unos tiempos en los que las mujeres vivían en la irrelevancia.

      Eliminar
    3. Pues ahí queda perfectamente aclarado. Gracias amigo anónimo.

      Eliminar