miércoles, 30 de noviembre de 2022

1.189. Tocayo Blues Old Man

Así me llaman en el bar Ricla como han podido comprobar y lo cierto es que vamos velliños de carallo, qué se le va a hacer. La verdad es que los grandes del blues van cumpliendo años, como todo hijo de vecino, pero siguen al pie del cañón. Por ejemplo, el gran John Mayall, que ayer cumplió 89 años. Allá por los 50/60 Mayall fundó los Bluesbreakers, de donde salieron Eric Clapton, Peter Green, Mick Taylor y otros muchos bluesmen británicos de fulgurantes carreras posteriores en solitario. Hace poco más de un año, Mayall anunció con gesto contrito que, por consejo de su familia, suspendía definitivamente sus giras por lugares que no fueran próximos a su casa en California, donde vive desde hace años. Vean una imagen reciente de este hombre, que ha dedicado su vida a promocionar jóvenes talentos (no hace mucho lo vimos en el blog acompañado por la guitarrista texana Carolyn Wonderland, que no es manca). 

Una declaración similar fue la que hizo hace tres años un no menos contrito Willy Nelson, el considerado por todos como rey del country, quien informó durante una entrevista que había tenido que dejar de fumar marihuana, después de 65 años de hacerlo continuadamente, porque su familia le había pedido insistentemente que lo dejara ya. Tenía en ese momento 86 años y, desde entonces continúa con sus conciertos y sus actividades anteriores. A finales de abril, Dios mediando, que decía mi padre, este venerable caballero cumplirá los 90. Como algunos se creen que me invento parte de lo que cuento, AQUÍ pueden comprobar la veracidad de lo que les he dicho. Vean también una imagen reciente de este señor, auténtica referencia en el mundo del country y muy querido por todos porque encima es una buena persona.

En los dos casos citados, ambos artistas han confesado tomar esas decisiones con harto dolor, pero siguiendo el consejo de sus hijos y demás familia. Es que una de las señales inequívocas de que uno ha llegado a la categoría de ilustre vejestorio es que las grandes decisiones ha de tomarlas después de consultar el tema con sus hijos, el que los tenga, que de pronto ya no son más unos niños, sino unos adultos con criterio bien fundamentado, incluso con más criterio que uno mismo, por mor de la desinhibición inherente a la propia vejez. Hace año y medio, recordarán cómo mis dos hijos me regañaron por haberme descolgado por la pared de mi terraza, cuando me dejé las llaves dentro de casa y no encontré mejor manera de acceder al interior, si bien también es cierto que luego presumieron con sus parejas y amigos de tener un padre tan loco.

En estos últimos años, yo les consulto a mis hijos cualquier paso que vaya a dar, tanto de tipo sentimental, como del día a día y sobre todo los que comportan algún gasto de dinero extraordinario. Valga como ejemplo el tema del coche. Como les he contado en detalle, yo tengo un acuerdo con la marca Toyota para renovar mi relación con ellos cada tres años. Ya estoy usando el tercer coche suyo con esa fórmula, si bien en este caso el tema se ha alargado hasta cuatro años, plazo que se cumple en el próximo mes de abril. En abril yo tendría que decidirme entre tres posibilidades, de acuerdo con mi contrato. UNO: decirles que ya no quiero más coches, porque estoy mayor, etc. En ese caso, vendrían a recogerme el coche y yo no les pagaría la deuda final que tendría con ellos (y en ese momento es cuando el asunto sería un buen negocio para mí). DOS: decirles que me quedo con mi coche actual, porque me gusta mucho. En tal caso renegociaríamos el contrato para ver cómo les pago esa deuda final.

Y TRES: decirles que quiero otro coche, del mismo modelo, pero con todas las novedades que se le hayan ido incorporando durante estos cuatro años. Hasta ahora, me había inclinado siempre por esta última posibilidad, que es la más cara, si bien merece la pena: te haces con un coche nuevo, te ahorras las ITV, y tienes otra serie de ventajas, además de múltiples rebajas del precio por cliente longevo y fiel a la marca. Pero esta vez dudaba. En abril yo tendré 72 años y para cuando tenga que volver a hablar con los de Toyota, nada menos que 76. ¿Me estaba sobreestimando al respecto, igual que lo hice cuando bajé por la pared de mi terraza? Posiblemente. Tenía, pues, que consultarlo con mis hijos. Y los dos me han dicho que, por supuesto, me agencie un coche nuevo, que es un dinero bien invertido. Por otro lado, tengo a ambos declarados como conductores, facilidad que usa especialmente Kike, que cuenta con mi coche para planear sus viajes. Lucas lo usa menos, pero ahí lo tiene también.

Y respecto a este tema del coche, tengo que contarles una de mis historietas, que revela que aún no se ha terminado mi racha de buena suerte, inaugurada cuando me pasaron a business en el vuelo a Bruselas (he comprado un montón de lotería, siguiendo el consejo de África, si bien tengo las mismas esperanzas de que me toque que cualquier otro año: ninguna). Como les conté, durante el viaje al Festival de Blues de Cazorla a mediados de julio, me dieron una hostia en el retrovisor izquierdo del coche y se astilló completamente el espejo. Por consejo de mi amigo Juan Castaño, el jefe del Supragamboa de Dr. Esquerdo donde negocio yo todos mis asuntos con la marca Toyota, acudí directamente al almacén que tienen en Carabanchel. Allí me dijeron que no tenían espejos como ese hasta finales de agosto. Por diferentes vericuetos que no voy a repetir, averigüé que Supragamboa no es la única red de concesionarios de Toyota en Madrid: también está Llorente.

Me acerqué a una tienda de Llorente, me confirmaron que tenían el espejo y me lo pusieron. Para ello me tuvieron que dar de alta como cliente suyo. Ante un comentario mío sobre que el mundo Llorente y el mundo Gamboa son como el aceite y el vinagre, me respondieron que para nada, que las relaciones entre ambos son excelentes, pero no pueden compartir la información sobre sus clientes por la Ley de Protección de Datos. Con mi flamante espejo repuesto, viajé a Jerez de la Frontera, con motivo del concierto de Sam que constituye una de las cumbres narrativas de este blog durante sus diez años de duración. No había vuelto a saber nada de este tema hasta hace un par de semanas. Una tarde me entró una llamada de número desconocido, que atendí convencido de que me querían vender algo y firmemente decidido a colgar inmediatamente, como hago siempre en estos casos.

Pero era un tipo que se identificó como ejecutivo de Toyota. Me dijo que, según sus datos, yo debía pasar enseguida una revisión en el coche. Primera noticia. ¿Y por qué? Pues, de acuerdo con nuestra información, por la fecha de matriculación. A continuación, me preguntó: ¿a qué taller lo suele llevar usted? Al de Dr. Esquerdo. ¡Ah! pero ese es de Supragamboa. Correcto. Es que yo le estoy llamando de Llorente, pero no se preocupe, porque yo le puedo pedir cita en el Supragamboa de Dr. Esquerdo. Así quedamos y me dio cita el 12 de diciembre. Me pareció todo un poco raro, pero pensé que, si necesitaba una revisión y me habían dado cita en mi taller habitual, no tenía nada de que recelar. Pero, miren ustedes por dónde, resulta que, con posterioridad, me surgió un compromiso relacionado también con octogenarios y sus cumpleaños, que no les puedo revelar todavía, pero por el cual el día 12 de diciembre no voy a estar en Madrid. Tenía que anular mi cita. Así que llamé a mi amigo Juan Castaño.

Me dijo varias cosas. UNO, que ellos podían anular perfectamente esta cita. DOS, que según sus informaciones no me tocaba todavía revisión, y menos cuando ya voy a dejar el coche en abril. Y TRES, que, si estaba decidido a cambiar de coche en dicha fecha (aspecto que le confirmé), tenía que empezar a moverlo ya, porque con los problemas en los suministros y la inflación, estaban tardando entre seis y ocho meses en darte el coche, en función del modelo, el color, etc. Para hablar de todo ello, me sugería que fuera al concesionario a la mayor brevedad. Así que me he personado esta mañana. He confirmado que no necesito revisión y he hecho ya todos los papeleos de la compra. Así que, en abril o muy poco después, dispondré de un coche nuevo, que me van a empezar a fabricar ahora, porque el motivo real de los retrasos es que con la crisis del sector están empezando a fabricar coches sobre pedido y no como antes que iban generando un stock, seguros de que lo venderían todo.

Ya ven que este es un tema que se me ha resuelto a partir de una serie de casualidades, como siempre te pasa cuando estás en la ola buena del surf. Mi gestión de esta mañana se ha sumado al sinvivir, que continúa a todo trapo. Ayer martes, después del inglés me acerqué a mi antigua oficina, para tratar con mi jefa el tema de los de Brazzaville. Aproveché para saludar a un montón de colegas que me dijeron que me ven igual (a todos les contesto, que no, que estoy mucho mejor) y ya me quedé a comer en el bar de mis amigos. Esta tarde tendré clase de guitarra y mañana jueves iré al preestreno de la película Las Nadadoras, al que acudo invitado por la ONG ACNUR, de la que soy socio. Me ofrecían ir solo o acompañado y he optado por lo segundo, como siempre con una de mis amigas más guapas.

Y el viernes el bueno de Osi, el bluesman de Entrevías, da un segundo concierto de presentación de su disco, para los que se quedaron sin entrar el día de El Intruso. Esta vez es en el Rock Palace, en la calle Vara del Rey y pienso acudir y luego irme de sidras o de lo que sea, con Henry Guitar y el resto de la Brass Band de apoyo de Osi y los Osidados. Pero hemos empezado este post hablando de octogenarios y sus cumpleaños. Y he de revelarles un dato. El pasado 27 de noviembre, hace tres días, el gran Jimmy Hendrix hubiera cumplido 80 años, que manda carallo. No es así porque, como saben, murió a los 27 de una especie de sobredosis, en un hotel de Londres donde estaba hospedado con una chica que no era su novia, que le esperaba en los USA, lo que desencadenó que, a su muerte, ambas mujeres pelearan fieramente por su legado y, como se dice en Latinoamérica, se jalaran repetidamente del moño. Vean una foto de tan conspicuo personaje.

Jimmy es sin duda el más grande guitarrista de la historia, el renovador del blues y el tipo que abrió una senda por la que únicamente transitaron Stevie Ray Vaughan y contados más. Los británicos son muy mitómanos y han querido hacer un tributo a este caballero, en conmemoración del 80 cumpleaños que nunca pudo celebrar. Para ello han habilitado el techo del hotel donde falleció, para hacer un pequeño concierto in memoriam. El hotel pertenece ahora a la cadena Hard Rock Café, y el artista elegido para este homenaje, no podía ser otro que el gordo Christone Kingfish Ingram, que es el guardián de las esencias del blues más tradicional (Samantha Fish sigue su propio camino creativo hacia sonoridades más rockeras). El gran Kingfish está cada vez más gordo, pero su sensibilidad es pareja a su masa corporal y se decanta por una versión muy suave del clásico Red House, descartando otras estridencias por las que se hizo famoso su maestro. El Gordo se ha estudiado a fondo la esencia de Hendrix y la desarrolla con extremo esmero y sentimiento, como corresponde a semejante ocasión. 

El Gordo, junto con Ally Venable, representa a la ultimísima generación de artistas del blues, los que tienen ahora poco más de veinte años. Pero no cabe duda que la generación anterior, la de los treintañeros como Samantha Fish es la que más ha hecho por revitalizar este estilo de música. Tengo información fresca de Sam. Al parecer, se ha tomado el mes de Noviembre para preparar su nueva gira que empieza en unos días, y ha aprovechado para darle un mes sabático a sus músicos que, por ejemplo, Sarah Tomek la baterista, ha aprovechado para irse a New York de vacaciones con su marido y otros amigos, según hemos podido ver en sus redes. Samantha empieza su colaboración con Jesse Dayton, el chico malo del country, con un concierto el próximo 3 de diciembre. Para promocionar su gira, se han hecho una foto de homenaje a la película Grease, que pueden ver abajo.

Esta gira se alargará hasta mediados de enero, sin parar por las navidades, tal vez por eso ha descansado ahora, y aprovecharán su colaboración para grabar un disco en directo que saldrá el año que viene y del que anuncian dos temas anticipados en este diciembre, tal vez grabados en estos días, de los que sólo han adelantado que se trata de versiones de dos temas que no son propios. Luego, Sam continuará con más conciertos en colaboración con otros reputados artistas del blues, como Eric Johanson, Kenny Wayne Shepherd o Jeremiah Johnson.

A finales de febrero, la banda se va a Australia para una gira de ocho conciertos sucesivos. Después vuelven a Europa para cumplir con todos los conciertos que aplazaron en el otoño, especialmente sus fechas en Alemania, empezando por una actuación en el Melkweg de Ámsterdam el 15 de marzo (una fecha que me está empezando a resonar en la cabeza) y terminando por el concierto en el Bataclan de París el 31 de mayo, para el que ya saben que tengo entradas. Y, de vuelta a los USA, dos conciertos en junio con el gran Buddy Guy, con quien ya ha tocado otras veces. Y esto nos lleva de vuelta a los octogenarios del blues. Porque el señor Buddy Guy, con quien mi amigo Tangi Saout se hizo un selfie en un bar de Chicago este verano, es en realidad una de las pocas leyendas vivas del blues, junto con John Mayall.

Buddy Guy cumplirá el próximo mes de julio nada menos que 87 años y sigue en plena forma. Buddy está informado al detalle de qué artistas son los que en los próximos años portarán la antorcha del buen blues en directo. Y, como no podía ser de otra manera, le ha echado el ojo al Gordo (Sam fue quien lo descubrió cuando era casi un adolescente). A primeros de año, Buddy le invitó a subir al escenario para marcarse un blues entre ambos y este es el vídeo que les voy a dejar de propina. Buddy Guy con su proverbial camisa de topitos y El Gordo con su índice de masa corporal a tope, dos prodigios de sensibilidad. Observen como, casi al principio, Guy da una nota desafinada y se apresura a afinar sobre la marcha. Y, con 85 años que tenía entonces, se anima al final a cantar y lo hace con la finura de siempre. Sean buenos, que hay que coger energías para el coñazo navideño.

2 comentarios:

  1. El Gordo es un artista extraordinario, menudo descubrimiento. Sorprende un poco que salgan en camiseta a tocar, con el frío que debe de hacer en Londres en estas fechas. Será el calor interior que proporciona la buena música, además de las mantecas de sus, por lo menos, 180 kilos.

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  2. Es más sencillo que eso: el vídeo fue grabado en verano, pero no se ha publicado en Youtube hasta el día del 80 aniversario de Hendrix.

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