domingo, 4 de diciembre de 2022

1.190. Surrealista

Es este un adjetivo que se usa frecuentemente en las conversaciones para calificar un hecho que se acaba de contar: esto es surrealista. También es comentario frecuente: esto es kafkiano. Imagino que mucha de la gente que usa esos adjetivos desconoce de dónde vienen, pero creo que son bastante explícitos y significativos. Sobre el surrealismo hay tratados de muchas páginas en dónde pueden ustedes enterarse de las principales características de este movimiento artístico. Por mi parte, me parece que basta con que les muestre un ejemplo que lo explica perfectamente. Me refiero al famosísimo cuadro de Rene Magritte que representa una pipa de fumar, con un letrero debajo que dice: esto no es una pipa. Véanlo.

Esta obra se guarda en el LACMA, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, una ciudad a la que me gustaría volver para visitar a mi amiga Shannon Ryan y ver el Museo de Paul Getty que no me dio tiempo a visitar en mi anterior y única visita a esta ciudad también única. Sin necesidad de irse tan lejos, en Bruselas hay un excelente Museo Magritte que he visto en anteriores viajes a la capital belga. Es un museo pequeño, que se visita en poco tiempo y es muy explicativo del arte de este señor, uno de los belgas más ilustres, junto a Simenon y Hergé. Pero el otro día dedicamos el post a los octogenarios del blues, una línea musical en la que este blog está especializado, y el tema tiene una continuación en el vídeo que les pongo más abajo.

Si esto no es surrealista, que venga Dios y lo vea. Les hablo del grupo de veteranos que atiende por el nombre de The Possum Scratchers, que podríamos traducir por Las Zarigüeyas Pulgosas. Zarigüeyas son esas ratas gigantes de los USA y scratcher es un animal que se rasca todo el rato. El nombre es súper apropiado, se trata de cuatro abuelos muy divertidos que se lanzan a hacer una versión en directo de un conocido tema de Hank Williams, el gran renovador del country en el siglo pasado. El cantante se da un aire a mi hermano Antonio, tanto por el lenguaje gestual con que apoya su canto, como cuando se lanza a bailar. Para los Blues Old Men como yo, la edad no es un impedimento para seguir haciendo música y pasárnoslo en grande. Véanlo.

En un momento de crisis generalizada de la sociedad, la economía, la política, la cultura y hasta la psicología de las personas, yo creo que los mayores tenemos que poner en la balanza nuestra experiencia, nuestra trayectoria, nuestro sentido común y nuestro optimismo básico, que nos ha ayudado a llegar hasta aquí. El psiquiatra Luis Rojas Marcos, que tiene 79, descubre los secretos de lo que te lleva a sentirte bien en su reciente libro Estar bien aquí y ahora, entre ellos la importancia del optimismo. Con motivo de su publicación, le han hecho numerosas entrevistas. Pueden consultar la que le hizo La Voz de Galicia, pinchando AQUÍ. Ese optimismo que recomienda Rojas Marcos es lo que ha movido desde siempre a Sir Mick Jagger, un caballero que, a sus 79 años, se acaba de echar una novia de 35, que se llama Melanie Hamrick y es guapísima. Vean una foto reciente de la pareja. Definitivamente, este señor es mi ídolo.

El mundo que ahora mismo nos rodea rebosa surrealismo por todos los lados. Que el Deportivo de la Coruña esté penando en la tercera división ahora llamada Liga PRFEF, o Liga Pedorreta, es puro surrealismo y lleva ahí ya más de dos años. Que yo esté preparando una visita a Madrid de una delegación de Brazzaville es también surrealista. Y, mirando a mi alrededor, todo esto del Mundial de Fútbol de Qatar entra de lleno en dicha categoría. Para organizar ese absurdo, ha habido que parar mes y medio todas las ligas importantes del mundo. Y se ha conseguido construir unos estadios que, finalizado el Mundial, no servirán para nada en un país sin ninguna cultura futbolística, por el sistema de contratar obreros extranjeros y someterlos a un régimen de semiesclavitud, que ha causado la muerte de al menos 6.500 de ellos. Una historia lamentable, que constituye una síntesis del mundo en el que vivimos.

Luego, las autoridades qataríes han prohibido la venta de alcohol en todas partes, aunque prometieron que no lo harían, y yo creo que los espectadores europeos que ya tenían su entrada y se ven obligados a acudir al campo tras tomarse un té con menta o un agua con gas, deberían reclamar sus entradas. El partido inaugural fue totalmente surrealista: Qatar iba perdiendo con Ecuador 0-2 al descanso, por lo que el público optó por abandonar el estadio en masa. Ver un partido Qatar-Ecuador es un tostón y nadie les había advertido de que tenían que quedarse hasta el final. En este estrambótico Mundial que se juega a 30 grados centígrados en pleno invierno, suceden cosas surrealistas todo el rato: Argentina pierde con Arabia Saudí, Alemania con Japón, Bélgica con Marruecos, Francia con Túnez, España también con Japón, Portugal con Corea del Norte. Y Brasil con Camerún. Un completo caos.  

Uno de los escritores que más ha explorado las situaciones surrealistas en su obra es el gran Julio Cortazar. En su novela más alabada, Rayuela (1963), se incluye la reseña del Concierto de Berthe Trepat, una de las escenas más hilarantes que yo he encontrado en un libro. El protagonista de la novela, Horacio Oliveira, va paseando por un París acribillado por una lluvia persistente, en medio de una crisis personal en la que sus certezas se desmoronan y toda su vida se está viniendo abajo sin remedio. Entonces pasa por la puerta de uno de los numerosos centros culturales del centro de la ciudad y ve el anuncio del concierto. Y decide entrar, más que nada por secarse y que deje de entrarle agua en los zapatos. Se trata de una pianista entrada en años, a la que escucha una audiencia bastante escasa en un concierto de dos partes.

Tras el descanso, la mayor parte del público se ha marchado. Quedan cinco personas cuando se levanta de nuevo el telón, pero una de ellas se va en ese momento, como si lo estuviera haciendo adrede para que la pianista veterana vea que se va. La segunda parte del programa está íntegramente dedicada a la Síntesis Delibes Saint-Saints, de Delibes, Saint-Saints y Berthe Trepat, una muestra de lo que en el programa se denomina sincretismo fatídico. A la mitad de esta síntesis, la pareja que constituye el soporte principal del público que aún permanece en la sala, opta por salir discretamente. Quedan Oliveira y otro señor, pero este sufre de pronto un ataque de risa y se va también, tapándose la cara con un pañuelo. Oliveira es ya el único espectador cuando la señora concluye con un acorde solemne a diez dedos.

Comprendiendo que el aplauso sería incongruente, Oliveira se pone de pié, adelanta una mano extendida y dice: ꟷ¡Bravo! ¡Bravo, madame! La escena se prolonga todavía varias horas, porque la señora está al borde del llanto y Oliveira se ofrece a acompañarla hasta su casa bajo la lluvia, lo que propicia otra serie de situaciones totalmente surrealistas. Si ustedes buscan en Google El Concierto de Berthe Trepat, pueden leer el capítulo entero, porque la obra es ya lo suficientemente antigua como para que pueda leerse gratis en Internet. Pero ya saben que la realidad supera siempre a la ficción y yo he encontrado recientemente un asunto que paso a contarles, y que tiene un aroma a Berthe Trepat que es difícil negar. Como saben, este año me hice socio de la SBM, Sociedad del Blues de Madrid, un grupo para pertenecer al cual se pagan 20€ al año, lo que da idea del nivel del asunto.

Hace un tiempo me convocaron a la asamblea anual de la SBM, evento al que nunca pensé acudir (de hecho, ni siquiera voy a las asambleas de la comunidad de vecinos de mi casa). Esta semana me han mandado el acta de la asamblea y créanme: ese documento recuerda poderosamente a lo que cuenta Cortázar sobre el concierto de una pianista imaginaria en una noche lluviosa de Paris. De acuerdo con el Acta, asistieron a dicha asamblea exactamente cuatro personas: el Presidente de la SBM, el socio nº1, que actúa a la vez de tesorero, la secretaria encargada de levantar acta y un solo socio de a píe, del que no me hubiera extrañado que se llamara Horacio Oliveira. Parece que el año pasado la junta no se pudo celebrar por estar varios de estos personajes afectados por Covid, por lo que el primer punto del orden del día era la aprobación de las actas correspondientes a 2021 y 2022.

Aprobadas ambas por unanimidad de los cuatro asistentes, el Presidente hizo una exposición detallada de los eventos y logros conseguidos en ambos años. A continuación se procedió a examinar las cuentas, para lo que se facilitaron a los presentes sendas fotocopias de ambas anualidades, documento que también se adjunta al acta. Allí se puede ver, por ejemplo, que en 2020 había 134 miembros y se registraron 16 nuevas incorporaciones, llegando a los 150. En 2022, ha habido 18 nuevas incorporaciones, incluida la mía, y los 150 socios que había el año pasado han renovado su participación, no registrándose ninguna baja ni fallecimiento. No está mal, con los tiempos que corren. En las cuentas hay apartados ciertamente esperpénticos. Por ejemplo, el capítulo dedicado al merchandising. Bajo ese epígrafe, en 2022 se registra únicamente la venta de cuatro camisetas de la SBM, a precio de 9€ la camiseta, total: 36€ de beneficio. En 2021, se vendió únicamente una camiseta, a 15€, es decir que este año el número de camisetas facturadas se ha multiplicado por cuatro, evidenciando la buena decisión de bajarles el precio.

En las cuentas hay todo tipo de detalles, como el gasto de 250€ en la fabricación de carnés plastificados, 16€ en certificados digitales, o 120€ en comisiones bancarias. Aprobadas las cuentas también de forma unánime, el siguiente punto del orden del día proponía subir la cuantía de las cuotas anuales, por causa de la inflación y el hecho cierto de que se han mantenido inalteradas desde el año 2012, fecha de la fundación de la SBM. La nueva propuesta consiste en subir de 20 a 25€, lo que también se aprueba por todos. El último punto del orden del día está reservado a los ruegos y preguntas. No habiéndose registrado ninguna, el Presidente decide dar por finalizada la asamblea y levanta la sesión. Las similitudes de esta acta con el concierto de Berthe Trepat son abrumadoras.

Dice mi amigo X que estamos en un momento muy extraño, en el que todo lo que sucede es muy raro. Nada es lo que parece, la gente joven es rara y la gente mayor también, y esto es más o menos lo que yo llamo surrealismo, una característica que impregna igualmente todo ese sinvivir en el que yo me desempeño y cuyo relato tanto les divierte. El otro día nos quedamos en el miércoles en que acudí por la mañana al concesionario de Toyota y por la tarde tomé el Metro a Palomeras para mi clase semanal de guitarra de blues. El jueves no tuve la acostumbrada clase de inglés con Ed, que estaba de viaje a Lyon donde va a pasar unos días, aunque mantendrá las clases on line. Así que dispuse de la mañana entera para hacer diversas gestiones pendientes, hasta el momento en que me fui a mi clase de yoga.

Ese día me dieron en el Ricla unas cocochas de bacalao en salsa verde para chuparse los dedos. Por cierto, me encontré allí al ex-alcalde Juan Barranco y señora, a los que saludé con cariño, creo que realmente es una buena persona. Volví luego caminando a casa, donde no pude descansar demasiado, porque tenía una cita a las 20.30 en los cines Verdi para asistir al preestreno de la película Las Nadadoras, patrocinada por la ONG ACNUR, de la que soy socio. La invitación era para dos personas, por lo que tiré de agenda con la intención de llamar a mis amigas, pero ya les digo que la primera me dijo que sí. Quedamos en que iría a recogerla a su trabajo para tomarnos antes un té con pastitas y luego caminar hasta el cine. Así lo hicimos y encontramos una cafetería muy bonita que se llama El 600 y está toda ella decorada con coches de ese modelo de diferentes tamaños. Entramos, preguntamos si podíamos tomar algo y nos dijeron que sí, siempre que nos fuéramos cuando empezara el partido España-Japón, para el que tenían todo reservado.

Nos tomamos unos rooibos estupendos mientras nos poníamos al día de nuestras vidas y peripecias. Y caminamos luego hasta el cine, donde nos esperaba una sesión reservada para socios de ACNUR y sus acompañantes. Las Nadadoras es una película muy buena, basada en la historia real de dos hermanas sirias que se estaban preparando para competir en las olimpiadas de Río cuando estalla la guerra civil y todo se va a la mierda. Entonces deciden emigrar a Alemania, para lo que pasan enormes penurias y peligros muy bien relatados. La película cuenta con una producción lujosa, al estilo de Hollywood, con buen sonido, buen guión, actores excelentes y un montaje eficaz que te pone los higadillos en la garganta, especialmente cuando han de cruzar el mar hasta la isla de Lesbos, hacinadas en una lancha neumática precaria y sobrecargada, que se hunde por momentos.

Al salir, algunos de los presentes se quejaban de este tipo de producción tan típico del cine yanqui, pero yo creo que es algo que está muy bien. El problema de la inmigración es terrible y es bueno que este film llegue a todo tipo de públicos y edades, y no se quede sólo en el círculo endogámico de los que ya estamos concienciados. A algunos parece que les gustaría más un sonido directo, una producción barata y mucho Arte y Ensayo, para seguir realimentándonos en bucle en nuestro pequeño mundo de gente solidaria, que luego no entiende por qué nos gana el PP. La película tiene una factura exquisita y todos los ingredientes para convertirse en un éxito de taquilla, ha pasado con éxito por varios festivales y, por cierto, el director es sirio. Desde este blog, yo se la recomiendo sin reservas.

La película es larga y nos encontramos en la calle después de las once, con un frío considerable. Decidimos caminar, para quitarnos un poco la presión de la película, que es intensa. Ya saben que una de las cosas que más me gusta en el mundo es pasear por una ciudad, placer incrementado si es en compañía de una mujer guapa. Echamos a andar pero, a mitad de Fuencarral, a mi amiga le dio hambre, inducida por los efluvios que emergían de una hamburguesería a nuestra izquierda. A Tantri le pasó lo mismo en Ámsterdam, no sé por que a mis acompañantes urbanas les entra siempre esa hambre súbita y desmedida. Entramos al Burgher, pero estaban cerrando. Ya habían limpiado las mesas y se iban. Pero nos dijeron que podían prepararnos unas hamburguesas para llevar. Nos miramos y dijimos que venga. Hacía un frío de pelotas, pero qué más daba. Nos tomamos unas cervezas en la barra mientras esperábamos a que nos prepararan las hamburguesas.

Nos sentamos con nuestra cena en un banco de madera de la misma calle Fuencarral, observados con estupefacción por todos los viandantes ateridos bajo sus abrigos de paño y sus cuellos de pieles, que no entendían qué pintaba una pareja lejos de la adolescencia haciendo botellón en una noche tan gélida. Mi amiga me preguntó si no tenía frío y recordé la respuesta que yo solía dar en ocasiones similares cuando, antes de empezar una carrera de invierno por la Casa de Campo, yo me quedaba en camiseta de tirillas y siempre había una chica que me preguntaba si no tenía frío. Mi respuesta: ꟷNo, el frío es algo psicológico, sencillamente, si tu no quieres tener frío, no lo tienes. La hamburguesa estaba sensacional y luego continuamos nuestro camino a través de la noche glacial, una circunstancia climática que anima a achucharse para compartir el calor corporal. Y, como es natural, hubimos de repetir de cerveza, después del burgher a palo seco, lo que nos lleva ya a la zona que no se cuenta en esta tribuna.

El viernes tuve todo el día para descansar, si bien por la noche volví a salir, esta vez para ver el concierto de Osi y los Osidados en el Rock Palace. Es este un lugar muy interesante, en el distrito de Arganzuela, con muchas salas para ensayo (mi hijo Kike solía ir allí con su grupo para ensayar) y con un local de conciertos pequeño y coqueto, estilo pub inglés, con un escenario amplio, buen sonido, decoración rockera y una barra en un costado, donde sirven Alhambra 1925 de grifo. El concierto estuvo muy bien, el grupo está mejorando, está cada vez más empastado y hasta la voz de Osi va sonando mejor. Este Osi no vive de la música, sino que se gana la vida como bombero forestal de la Comunidad de Madrid. El fuego y el blues son sus obsesiones. 

Y, para cuatro de las canciones, requirieron la colaboración de la Brass Band Vallecana, que integran Henry Guitar al trombón de varas, Manolo a la trompeta y Pepe al saxo. Todos ellos son profesores de la escuela de música de Palomeras a la que voy los miércoles. Grabé un vídeo con el móvil, para que vean ustedes cómo se desempeña Henry con el trombón. Luego, creyendo que había parado de grabar, me guardé el móvil en el bolsillo, pero resulta que siguió grabando un rato, sin imagen. Estas son las cosas que nos pasan a los veteranos que hemos empezado a usar el móvil a edades ya tardías y hemos debido arreglárnoslas en plan autodidacta. Aunque gracias a eso pueden ustedes escuchar los sucesivos solos del trompeta y el saxo, lo que les dará la verdadera medida de la calidad y el mérito que tiene esta Brass Band de Palomeras. Aquí tienen ambos vídeos sucesivos.

Tras los bises, nos quedamos por allí hasta que cerraron el local. Y luego nos dividimos para ir a tomar la última. Me fui con Henry y Manolo el trompeta a buscar un bar abierto a esas horas. Intentamos en las Bodegas Rosell pero estaban cerrando. Aun así, entramos a saludar, porque nos conocen a los tres. Terminamos en la sidrería La Posada, ya enfrente de la estación de Atocha, donde nos amenizaron las siguientes birras con un plato de lentejas con oreja a compartir con tres cucharas. Manolo dijo que la oreja es lo único que no es capaz de comer, así que apretamos el tropezón en un lado del plato para que él pudiera comer lentejas solas por el otro. Después, ellos entraron a la estación para pillar el último Metro a Palomeras y yo caminé tranquilamente hasta mi casa, por en medio de una multitud semiadolescente dedicada a celebrar ruidosamente que la pandemia no ha podido con nosotros.

Ayer sábado me quedé por fin en casa, dedicado a la noble tarea de descansar el hangover, que es como se llama en inglés a la resaca. En realidad, tuve una clase de inglés de diez a doce, para recuperar algunas de las horas perdidas, tanto por mi gira por las Europas, como por el viaje a Lyon de mi profe. Allí se habló de resacas y por eso se lo escribo en inglés. Les confieso que me pasé el resto del día leyendo y siguiendo la actualidad con el ordenador y ni siquiera me quité el pijama. Ya recuperado, esta mañana he corrido de nuevo dentro de casa, porque estaba lloviendo bastante. Para esto he de agrupar los muebles en el centro para dejar un circuito circular alrededor. Hacerse 50 minutos de carrera en circulo dentro de una casa de tamaño no muy grande, es algo bastante extraño, desde luego. Yo me siento en parte como el oso blanco de la vieja Casa de Fieras del Retiro, que hacía círculos y círculos por su tablero de marmol blanco, en el que se apreciaban las huellas rehundidas, después de años haciendo exactamente el mismo recorrido. Pero estábamos hablando de surrealismo ¿no?

Y esta noche tengo otro asunto también bastante surrealista. Como les dije, Samantha Fish empezó ayer su gira con Jess Dayton. Y hoy tocan ambos en el mítico Whisky-A-Go-Go de Los Ángeles, en Sunset Boulevard. Es un concierto que se puede seguir por streaming y yo me he comprado mi entrada por 15€. El problema es que, con el cambio horario de LA a Madrid, es a las cinco de la mañana. Pero con mi ticket de 15€ tengo la posibilidad de verlo cuantas veces quiera a horas más cómodas durante 48 horas. Si me desvelo y me encuentro despierto a las cinco de la mañana, me conectaré para verlo en directo. Pero no creo que eso suceda, estoy durmiendo bastante bien últimamente. Para promocionar la gira, que dura hasta el 15 de enero, han publicado un EP con cuatro canciones y un vídeo de una de ellas, que les voy a dejar de propina. No tengo aún una opinión definida sobre esta nueva etapa de mi diva favorita pero, a la vista de este vídeo, lo primero que me viene a la cabeza es que Dayton impone su rollo canalla y Sam se limita a seguirlo (en directo puede ser una bomba). Habrá que ver más cosas y escuchar otros temas en los que ella será más dominante, espero, pero de momento esto es lo que puedo decirles. Y que sean buenos. 

6 comentarios:

  1. Estupenda entrada. Sólo un matiz. Eso de que Portugal perdió con Corea del Norte, me parece ciertamente surrealista, aunque falso. Por lo que yo sé, en Corea del Norte no hay ni selección, nadie se quiere apuntar porque si pierden lo mismo el Kim Yung-in o como se llame, les corta los cataplines. Abrazos.

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    1. Gracias por la corrección. A veces no sé ni lo que escribo. Siguiendo las normas de este blog, como no es una errata sino un error, lo dejo tal cual, con la oportuna corrección en su comentario.

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  2. Todavía no he acabado de desternillarme con tu desopilante narración de la asamblea de la SBM. Es demasiado absurda para que te la hayas inventado. En la sobremesa de hoy se la he leído a Carlos y Ángel; imposible mantener la compostura, no lograba terminar una frase. En cuanto pongan las camisetas "lolain", me hago con cuatro unidades. ¿Harán descuento por compras al por mayor? Creo que deberías acudir a las reuniones de tu comunidad de propietarios y hacerte cargo de levantar acta. Y de publicarla luego en tu blog, por supuesto.

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    1. Lo surrealista está por todas partes. Me alegro que te haya gustado. En cuanto a lo de mi comunidad de propietarios, quita-quita, que ya me han sugerido que debería de presentarme para presidente, yo que estoy preparado y tengo tiempo libre. No sé hasta cuándo podré librarme, pero me apetece menos que ir a un funeral de compromiso.

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  3. La imagen del incombustible bisabuelo Jagger con una rozagante treintañera poco mayor que su nieta no me convence del todo, a no ser que la feliz novia sea arqueóloga. Ahí sí que encaja.

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    1. Muy aguda, pero a lo mejor no te parecía tan mal si fuera una señora mayor con amante jovencito, como Mae West y otras que contaron con arqueólogos incombustibles.

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