jueves, 11 de junio de 2015

390. La luz al fondo del tunel

En la vigilia del gran cambio, cada mañana nos desayunamos con Forges insistiendo en la idea del tamayazo, para que no nos descuidemos y estemos alerta. Hoy finalmente parece que anuncian el acuerdo Carmena-Carmona. Pero yo no me fío y no lo celebraré hasta el sábado. Cuando lo vea me lo creeré. Es esta una espera tensa, algo parecido a los quince minutos que pasaron desde que el Dépor marcó el gol del empate con el Barça en el último partido de Liga, hasta que el árbitro pitó el final. Por cierto, mi amigo Gonzalo Hidalgo Bayal propone en su blog que, en los casos de empate en el recuento de parlamentarios, para evitar situaciones que se eternicen como la de Susana Diaz, se establezca un sistema de desempate mediante lanzamiento de penaltis. Humor extremeño en estado puro.

Por la mañana, el inefable Simancas decía todavía que el acuerdo estaba casi cerrado. Cómica y hasta patética cautela la del hombre que sufrió en sus carnes el citado tamayazo. Él tampoco las tiene todas consigo y es de entender: el trauma que sufrió este señor es de los que no se olvidan y, si hay una constante en el devenir del ser humano es esta: la historia se repite. Supongo que todos ustedes han visto la extraordinaria película Chinatown (Roman Polansky 1974). El protagonista, un detective de Los Ángeles magistralmente interpretado por Jack Nicholson, repite esa frase como un mantra: la historia se repite. Él arrastra un pasado tenebroso marcado por un episodio personal trágico que le sucedió en el barrio de Chinatown y se resiste a volver a entrar en ese lugar maldito para él. Pero la acción del film le va llevando de forma inexorable hacia allí. Al final, como supongo que la han visto, ya sabrán lo que sucede. Y, si no la conocen, no quiero chafarles el placer de ver por primera vez esta obra maestra.

En El País insisten en recordarnos la lista de promesas electorales de Carmena y su grupo Ahora Madrid. Sutil precaución para empezar a dar la murga desde el minuto cero con los sucesivos y previsibles incumplimientos de dicho programa. Como si eso nos importara a los ciudadanos. Yo, y muchos otros como yo, hemos votado a Carmena, independientemente de ese programa lleno de puntos a cumplir. A mí me importa una mierda su programa, es más, ni siquiera me lo leí. No sólo eso, sino que incluso voté a Podemos en la Comunidad de Madrid y he de confesar que, en este caso, no sé ni que cara tiene el cabeza de lista, cuyo nombre llegué a saber, pero he olvidado de nuevo. Me bastó escucharle hablar por la radio y descubrir en su discurso una nitidez y una rotundidad que no me transmitía el dubitativo Gabilondo, a quien pensaba inicialmente votar. ¿Qué es lo que estoy queriendo decir?

Es bastante sencillo y voy a recurrir a algunos ejemplos. En 2006, Amy Winehouse, consiguió un éxito monumental, inesperado para todo el mundo, con una canción que se llamaba Rehab, y que ya les he traído al blog, así que no tiene interés repetirla. La repercusión de esta canción superó todas las expectativas, fue el tema más escuchado en todo el mundo durante meses y se llevó nada menos que cinco Grammys, generando una situación insólita: estos premios se entregan en Los Ángeles y Amy tenía prohibida la entrada en los Estados Unidos por su drogadicción galopante. Hubo de participar en la ceremonia por Skype desde Inglaterra. El éxito fue de tales dimensiones que se llevó por delante a la artista cinco años más tarde. Cinco años en los que no pudo afrontar el impacto de ese triunfo arrollador, no volvió a componer nada y se fue hundiendo en un infierno privado sin salida.

¿Qué tenía esa canción para generar ese efecto tan masivo? ¿Por qué le gustaba a gente diferente todo a lo largo del mundo? No hace falta pensar mucho. Su mensaje era directo, sencillo y capaz de llegar a la gente joven de todos los rincones del orbe: Tratan de que vaya a rehabilitación y yo digo nooo, nooo, no. La negación, el grito de Raimon en 1972: Diguem no. Sin saberlo, esta chica había encontrado lo universal en las entrañas de lo cotidiano, como pretendía Unamuno (y como consigue Padura, qué alegría su premio Princesa de Asturias). Otro ejemplo: ya les he revelado que últimamente uso el champú Fructis Adiós Daños. Es cojonudo, pero yo lo elegí sólo por el nombre, porque me parece una idea publicitaria muy buena. De hecho, varias marcas la han copiado. Con la Cuenta Naranja, adiós a las comisiones. Con la nueva compresa Tena Lady, adiós a los malos olores. Así muchos otros productos. Adiós al pasado, no queremos que nos sigan dando la murga con conceptos caducos.

Esto es lo que quiere la gente. Acabar con la política añeja de los partidos de toda la vida. Decirle nooo, nooo, no al discurso pasado de moda de estos políticos profesionales, que no han tenido otro oficio en su vida que el de políticos, que han medrado dentro de sus partidos a base de adulación y clientelismo, de ser dóciles y poco críticos. Proclamar que, con los nuevos movimientos surgidos del descontento ciudadano, decimos adiós a las corruptelas, adiós al forrarse impunemente. El asunto es imparable. Primero fue el 15-M, luego Podemos y después Ahora Madrid, Guanyem Barcelona y la Marea que, desde el Atlántico, ha subido por La Coruña y llegado a Santiago. El enemigo de este movimiento arrollador no es el bipartidismo, como dicen algunos. El enemigo a batir es la práctica perversa en la que habían incurrido todo los partidos clásicos. Por eso, el tsunami se ha llevado por delante primero a los comparsas: UPyD e Izquierda Unida, que desempeñaban el papel de convidados de piedra, callando a cambio de las migajas del banquete. El que mejor captó el ansia de cambio fue Forges con esta sensacional viñeta, dos días antes de las elecciones.


Estamos ante una oportunidad histórica, pero hay poco tiempo. Si en noviembre la ciudadanía no ha empezado a percibir los resultados de este cambio de tendencia, PP y PSOE volverán a subir y recuperarán el poder. Ahora hay que ponerse el mono de faena y ayudar a esta gente que se ha hecho con algunas administraciones, porque el reto que afrontan requiere un trabajo descomunal. De momento, disfrutemos del dulce tiempo que señalaba Talleyrand: antes de la revolución el mundo merece la pena ser vivido. Ya tengo pensado mi post de celebración para el sábado. Ahora, juguemos un poco con los mensajes que les he puesto más arriba:

        - Intentan imponernos el Tratado de Libre Comercio y les decimos: nooo, nooo, no.
        - Quieren subordinar el poder político al económico y les decimos: nooo, nooo, no.
        - Quieren asustarnos con los soviets y les decimos: nooo, nooo, no.
        - Con la señora Carmena, adiós al urbanismo al servicio de los grandes inversores.
        - Con la señora Carmena, adiós al discurso político castizo, casposo y zafio.
        - Con la señora Carmena, adiós a la corrupción y el mangoneo generalizado.
        - Y, por supuesto, con la señora Colau, diguem no al nacionalismo de Mas y Pujol.

Este mes, como les pronostiqué, mi ritmo cardiaco de producción de posts ha entrado en fibrilación auricular y no puedo hacer nada al respecto. No tengo tiempo material de escribir más y estoy deseando marcharme a Alemania. Pasado mañana alcanzaremos el final del túnel de este malhadado Trienio Negro. Ya se ve la luz al fondo. Que pasen buena noche.

              

3 comentarios:

  1. Personalmente no creo que la solución Carmena sea lo mejor para Madrid, la verdad es que me da igual porque no vivo allí y, en cierto modo, me produce un poco de morbo eso de el "a ver que pasa". En nuestra querida Coruña arrasó la marea negra con su super-morboso programa. En fin, veremos...Pero lo que sí es absolutamente necesario es cambiar la ley electoral y pasar a listas abiertas (por lo menos en localidades de menos de 50.000 habitantes) y dejarse de pactos post-parto y hacer segundas vueltas y terceras si son necesarias. En Andalucía hemos tardado 80 días en entronizar a Susana y eso es difícil digerir.
    Grande Amy Bodegas.
    Un abrazo muy fuerte amigo.

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  2. Querido amigo, respeto tu opinión. Carmena es una incógnita. Veremos cómo nos va. Pero lo que es muy malo es que un partido se perpetúe en el poder. Eso genera corrupción y mal rollo general. Por eso era importante echar al PP del Ayuntamiento de Madrid, lo mismo que hubiera sido bueno echar al PSOE de la Junta de Andalucía, o al PRI de México. El ansia era tan grande como se deduce del chiste de Forges. Preferimos el caos que lo que representa en estos momentos Esperanza Aguirre.
    Y totalmente de acuerdo en la necesidad imperiosa de que se cambie la ley electoral, en el sentido que tú dices. Un abrazo, amigo

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