lunes, 1 de junio de 2015

386. Viene Junio atareado

Pasó finalmente mayo con sus convulsiones climáticas y electorales. De esa vorágine hemos emergido con un caloret ciertamente ritabarberano, que ya no nos vamos a quitar de encima en todo el verano. El sábado estuve en una boda en Segovia y me pareció que los campos castellanos estaban inusualmente amarillos para las fechas en que estamos. Habrá que cuidarse de los incendios, que es muy pronto para tener estas temperaturas y este ambiente tan seco. En cuanto a lo otro, parece que por fin se ha callado doña Esperanza y ha dejado de hacer el ridículo. Supongo que en privado seguirá rabiando y dando nerviosamente con el tacón en el suelo, pero parece que se va quedando sin margen para dar un segundo tamayazo. Además, los que habrían de poner la guita, como Villar Mir, se están haciendo los rácanos y ya dicen que están encantados con la señora Carmena. Aún así, no hay que celebrar la buena nueva hasta que sea firme, que trae mala suerte vender la piel antes de cazar el oso.

Entramos así en un mes de junio en el que tengo yo un programa de festejos muy apretado, que les cuento a continuación, una vez que doy todos los saraos por confirmados y no me arriesgo yo tampoco a vender la piel del oso antes de cazarlo. Para empezar, les diré que vuelo a Berlín el próximo día 19, con vuelta el 4 de julio. Voy a pasar un par de semanas en algunas ciudades de la antigua Alemania del Este, con objeto de dar tres conferencias sobre Madrid Río en sendas universidades: Erfurt, Dresden y Leipzig. Imagino que sentaré mis reales en Leipzig, donde vive actualmente mi hijo Lucas, y me moveré en trenes a las otras ciudades. También me gustaría visitar Weimar y estar algunos días en Berlín, si tengo tiempo. Lo que no sé es cómo va a incidir esta historia en el blog: lo mismo no llego a las doce entradas mensuales habituales de este año, que lo mismo me dedico a escribir una cada día de mi viaje. Se verá.

Pero antes quiero contarles la serie de festejos patronales en los que me veo envuelto de aquí al 19. En estas fechas veraniegas arrecian las visitas de las delegaciones extranjeras, porque hace buen tiempo, terminan los cursos lectivos y es buen momento para viajar al sur, antes de las avalanchas del turismo ordinario (dicho este adjetivo en sus dos sentidos más comunes). Ya les conté que hace unos días hube de atender al Gobernador del estado chino de Zhejiang (70 millones de habitantes). Me han mandado algunas fotos de este encuentro y el otro día se las enseñé a mi amiga china Aifel Dailín, que regenta unos cuantos ultramarinos del barrio. Me confirmó que ella y su familia vienen de ese estado, como la mayoría de los chinos que viven en España, y me pidió que le mandase las fotos de la visita por Whatsapp, para ver si su marido conoce al Gobernador. Aquí tienen una.



Pero vamos con el calendario. El día 8 por la tarde he de dar una clase sobre la historia del urbanismo de Madrid en la Universidad Antonio de Nebrija, que me estoy preparando con cuidado, porque no es lo mismo hablar en una Universidad, que dirigirte a unos funcionarios chinos. El día 9 celebraremos la fiesta de despedida de la Dirección General a la que estoy actualmente adscrito y cuyo futuro desconocemos, así que no esta mal que hagamos ahora una fiesta, no sea que más adelante vengan los de Podemos y ya no podamos. El día 10 he de desplazarme a Cibeles a las dos de la tarde para atender a una delegación de técnicos y altos cargos de las principales ciudades de Corea del Sur, que están haciendo un curso de administración municipal en la ENA (Ecole National d’Administration) de Estrasburgo. Este viaje es parte de ese curso y he de darles mi conferencia habitual y acompañarles luego a visitar Madrid Río hasta las cinco.

El día 11 a las 9 de la mañana he de estar en un hotel cercano a mi casa, para dar una charla de una hora en francés, sobre la situación actual de la ciudad y sus oportunidades de inversión, a una delegación de 50 inmobiliarios del Credit Agricole, el banco que agrupa a las mayores cajas de ahorros del país vecino. Es decir, lo que sería aquí Bankia, si no se hubiera interferido una banda de chorizos con la clara intención de forrarse a cuenta de los sufridos ahorradores rurales. En Francia, este banco tiene una potente división de inmobiliarios que se dedican a invertir. Este es una especie de viaje de empresa, con el que cada año premian a los más diligentes. Eso explica que sólo hablen francés. Los organizadores del viaje vinieron hace un par de meses y acordamos las condiciones de la conferencia. Me insistieron dos veces en que, si lo prefería, podía hablarles en español, que me pondrían un traductor simultáneo, pero rechacé el ofrecimiento. Yo les puedo hablar en francés perfectamente. Y lo de hacerlo en su hotel es resultado de que los lumbreras de Cibeles han decidido que sólo prestan sus salones para recibir a otras administraciones, no a privados ni universidades, como ya se ha contado en este blog.

Ese mismo día, a las 13.30, he de recibir a 16 promotores alemanes, traídos por mi amigo suizo Werner. Como son pocos les vamos a habilitar una sala en nuestra sede de Urbanismo. En este momento de transición, espero que no les pongan problemas para entrar en el edificio y podamos atenderles debidamente. Ese día, las personas que en estos tres últimos años nos han aplicado un régimen puramente carcelario, ya se estarán yendo con viento fresco. Tendré luego un fin de semana de descanso, para ver cómo el día 13 toma posesión la nueva corporación y podemos ya relajarnos de paranoias tamáyicas. El 16 por la tarde asistiré a la última conferencia del ciclo del 175 aniversario de Lhardy, dedicada a su relación con el mundo de la fotografía. El 18 he de acompañar a visitar Madrid Río a lo largo de toda la mañana, a dos profesores de arquitectura norteamericanos que vienen para unas sesiones del máster de planeamiento en el que colaboro. A las dos he de volver corriendo al curre para la fiesta de despedida de un compañero que se jubila. Y por último el 19 tengo mi vuelo a Berlín por la tarde.

La forma en que me ha salido esta historia de Alemania es digna de contarse, porque da una idea precisa de cuál ha sido mi situación en el Trienio Negro que ya por fin termina, así como de esos giros del destino de los que se habla a menudo en este blog y que determinan la deriva de la vida de las personas. Mi amigo Michael Scholz, profesor de Historia del Arte en la vetusta y prestigiosa Universidad de Leipzig, es un enamorado de España, hasta el punto de que su mujer baila flamenco (desconozco por ahora si es española o alemana, lo sabré en este viaje), y uno de sus hijos toca la guitarra flamenca. Este señor, a quien no conocía por entonces, decidió incluir en su curso 2013/2014 un viaje de estudios a Madrid, en el curso del cual visitarían Toledo, Segovia, El Escorial y la propia Madrid. Había oído hablar de la existencia del parque Madrid Río y puso a uno de sus alumnos a buscar información sobre el asunto.

Este alumno empezó a buscar material y se sorprendió de la poca información que hay en la red sobre el tema. Un oscurantismo que se debe a dos factores: que los rectores municipales son unos paletos, y que tienen miedo de que se descubran las interioridades y las costuras de la génesis del polémico Proyecto M-30, el autoritarismo de Gallardón y la contestación ciudadana que originó. Asuntos sobre los que yo tengo mucha información y la cuento de la forma más aséptica que puedo, en función del auditorio que tengo en cada ocasión y procurando no esparcir más mierda de la necesaria. El caso es que este alumno, buscando, buscando, encontró una conferencia mía en inglés sobre el tema, la que colgué en el blog, Post #129. Al ver allí muchas imágenes que no conseguía encontrar en ninguna parte, me buscó y consiguió contactar conmigo via mail.

A partir de aquí me puse en contacto con Sholz y empezamos a comunicarnos. El viaje que tenían previsto era en junio de 2014, pero tenían un programa muy apretado de visitas a todas las ciudades del entorno madrileño, así que sólo les quedaba tiempo para dar un paseo por el parque, sin conferencia previa. Vinieron finalmente y les atendí en compañía de mi amiga N. de Hamburgo, que andaba entonces por estas tierras. Aquello fue una especie de flechazo (académico), nos caímos bien, hicimos muchas risas y fue una visita muy agradable. Michael estaba encantado y me preguntó si sería posible que fuera a darles esa conferencia a Leipzig. Imaginan la respuesta. Luego, este hombre ha hablado con sus colegas de Erfurt y Dresden y les ha contagiado su entusiasmo. Primero pensamos organizarlo todo en el otoño pasado. Finalmente se decidió dejarlo para junio. Y aquí me tienen, listo para el viaje.

Quiero también explicarles las condiciones en que emprendo esta aventura, para que vean la incuria en la que está sumida el Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, al menos hasta el día 13. Para poder hacer este viaje, me he tenido que pedir vacaciones. Me la suda. Si luego me falta tiempo para alguno de mis proyectos habituales, no me importará pedirme los días sin sueldo que me hagan falta. Por supuesto que a los nuevos responsables que vengan les contaré, si tengo margen, lo que he sufrido en estos años. Que con esta gentuza he tenido que acomodarme a usar parte de mis vacaciones en ayudar a vender la marca Madrid, de forma casi clandestina. La misma clandestinidad de la mayor parte de mis actividades de esta próxima quincena. Exceptuando la visita de los coreanos que es oficial y por eso me dejan usar los salones de Cibeles, todas las demás historias me han salido por fuera. No hace falta que aclare que no me pagan ni un duro por estas cosas. Las universidades me van a pagar en torno a 120€ por conferencia (es poco, pero es la Alemania del Este), más el transporte desde Leipzig a las otras dos. Con eso ya me sufrago el vuelo y me sobra algo. Y tengo dinero como para pillar un hotel. La conferencia será la misma en las tres ciudades y ya la tengo preparada.

No obstante, le comenté estas cosas por Skype a mi hijo Lucas, que ya les he dicho que lleva dos meses viviendo en Leipzig. A bote pronto me dijo: –Papá, yo vivo aquí en un piso con tres compañeros, te podemos dejar el sofá del cuarto de estar. Entonces, se quedó unos instantes pensativo y luego matizó su ofrecimiento: –Bueno, me saldría yo al sofá, y te dejaría mi cuarto. Un cielo de hijo. Lo cierto es que, aprovechando el sarao, mi otro hijo Kike se ha cogido otro billete y volará a Berlín el 25, con vuelta el 28. Es el hombre ocupado y no tiene margen para venir más días. Todavía no hemos concretado el plan para esos días en que estaremos los tres juntos. Mis conferencias son el 24 (Erfurt), el 30 (Dresden) y el 1 de julio (Leipzig). Aún estoy pendiente de que me digan a qué hora están previstas, para atar los hoteles. Por lo demás, son tres ciudades interesantes y llenas de historia, de una zona que no conozco. Ya les iré contando sobre ellas. De momento, he de ocuparme de atender mi atareada agenda de junio. Sean felices. 

2 comentarios:

  1. Te quejas de vicio, peor sería que te prohibieran tus actividades. Piensa en positivo: puedes hacer lo que quieras, simplemente, lo que te jode es que a nadie le importa una mierda. Tal vez es que son tan cortos como parecen y no entienden el valor de tu trabajo. Es algo bastante frecuente, por desgracia.

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    1. Desde luego que podrían haberme prohibido dar conferencias. Y también podrían haberme puesto unos grilletes y dejarme encerrado en una celda umbría bajo el asfalto. O colgarme de unas poleas y aplicarme descargas eléctricas en los cataplines.
      Tal vez me quejo de vicio, pero creo que tengo derecho a denunciar el hecho de que un día vinieron unas personas al Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid y decidieron seguir pagándome mi sueldo pero quitarme el trabajo, excepto el cumplimiento estricto de un horario absurdo que implantaron. Y que encima, nos desterraron a la periferia, para derribar el edificio en el que trabajábamos. Suerte que, en vez de hundirme en una depresión que hubiera estado bien justificada, conseguí resolver esas nuevas coordenadas poniéndome a dar conferencias como un loco y escribiendo un blog (de lo que han salido ustedes ganando). Por eso, ahora que se van, no siento la más mínima compasión por ellos. Que se jodan y que se vayan. Y que no vuelvan a cruzarse en mi camino, a ver si todavía me voy a poner a repartir hostias.

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