lunes, 30 de septiembre de 2013

180. Filípica

A falta de otros incentivos para revitalizar este foro, ya demostrados como fallidos, hoy les voy a regañar a conciencia, que ya está bien de tanta complacencia. Ya saben que el nombre “filípica” viene de las broncas que le echaba Demóstenes a Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro Magno. Inicio mi línea argumental, como de costumbre, con una anécdota. Como les conté, a primeros de septiembre me pasé una mañana con un grupo de arquitectos daneses y españoles, con los que terminé comiendo en el Matadero y hablando de temas diversos de actualidad. Creo recordar que ya les hablé de mi agotamiento tras una mañana intentando entenderme con los daneses en inglés, algo que, a mi nivel, exige una concentración continua.

Pero no es de esto de lo que les quiero hablar, sino de una conversación que tuve con ellos. En un momento dado, abordamos el asunto de la corrupción en España, Bárcenas y cómo Rajoy elude hablar de este tema sobre el que todos los periodistas del mundo le piden que se explique. Los daneses estaban informados al respecto, y el resto de mis paisanos mantenía un discurso crítico homogéneo, en el sentido de “somos la leche, nuestro país es impresentable, etcétera”. No me gusta esa, digamos, autocomplacencia en la mezquindad y la mediocridad, y menos en presencia de extranjeros. Por eso busqué en mi mente alguna forma de defender la marca España, algo que me salió de forma natural.

Es como si usted, querido lector, es consciente de que tiene un hijo tonto (disculpe) y se encuentra en medio de un foro en el que hay gente de su familia y gente de otras. Y de pronto, los “otros” atacan al chico, y usted comprueba estupefacto que el resto de sus familiares están de acuerdo en admitir que es gilipollas. ¿No le saldría a usted la vena de defender las buenas cualidades de su hijo, aunque sepa que es un imbécil? Pues eso es lo que me sucedió a mí con los daneses. En medio de esa especie de unanimidad en la certeza de que somos un país de impresentables, me descolgué con un razonamiento que ya he desarrollado varias veces en este blog a lo largo de su año de funcionamiento.

Me refiero al hecho indudable de que nuestros políticos están a años luz de la sociedad civil española, en capacidad, preparación, sentido cívico y talla personal. Estoy (o estaba) convencido de que esto es así.  Les comenté a los daneses que en España, los políticos son gente que empieza su carrera en las juventudes de los diferentes partidos, que luego va poco a poco medrando en la estructura de dichos partidos, a base de peloteo, seguidismo, obediencia y adulación, hasta que ya han acreditado un nivel de sumisión suficiente como para que les den algún cargo de responsabilidad. Entonces demuestran su falta de brillantez, su mediocridad y su desconexión con la sociedad a la que supuestamente representan (entre otras cosas, porque nunca han hecho un trabajo diferente del de políticos).

Respuesta de mi interlocutor: en Dinamarca es exactamente igual; los políticos empiezan en las juventudes y los partidos se van deshaciendo de los más críticos y se quedan con los más sumisos. Acojonante ¿no? Mi primera reacción fue de cierta satisfacción, en todas partes cuecen habas, y todo eso. Pero el tema tiene mucho más trasfondo y no he dejado de pensar en ello desde entonces. Porque supongo que ustedes, como yo, conocen los países nórdicos, Alemania, Holanda o Inglaterra. Pregunta: ¿creen que en cualquiera de estos países se consentiría un espectáculo como el que estamos dando nosotros, o los italianos? Pienso que no. Al Rajoyson o Rajoysen de turno ya le habrían dado una patada en el culo. Pero resulta que sus políticos son exactamente como los nuestros. Qué es lo distinto entonces. Pues si los políticos son iguales, lo distinto habrá de ser la sociedad civil. Es decir usted y yo.
 
En Dinamarca y otros lugares, los políticos son tan mediocres e impresentables como los nuestros, pero la sociedad civil no les consiente un nivel de pasotismo y cinismo como el que vemos por estas tierras del sur. La sociedad de esos países está estructurada, es solidaria y trabaja para la colectividad. Mi cuñada alemana me cuenta que en su pequeña ciudad natal se limpiaba el bosque una vez al año para evitar incendios, alimañas, etc. Era una tarea en la que colaboraba todo el mundo de forma entusiasta, hasta los niños. Aquí no hacemos eso. Aquí dejamos que el bosque se llene de zarzas, hacemos barbacoas y no las apagamos bien, tiramos colillas y papeles estrujados. Y hacemos lo mismo en las ciudades.

Así que (aquí viene el regaño) no me vale eso de que los de la sociedad civil somos cojonudos y tenemos unos políticos que no nos representan y no sabemos de dónde han salido. Ese rollo no cuela. Nosotros también tenemos delito y mucho. Nosotros no estamos estructurados ni organizados. Somos individualistas, por vagancia y dejadez. Estamos en nuestro cascarón y no nos movemos por nada. No vamos ni siquiera a las reuniones de comunidad. ¿Pertenece usted querido lector a alguna asociación de vecinos, o entidad cívica? No, ¿verdad? Es mucho más cómodo decir que son un coñazo, que sus dirigentes son unos incompetentes y sus reuniones soporíferas. Mientras, usted se queda en su casa, abre una lata de cerveza y se pone a ver un partido por la tele, o a escuchar las bobadas que dice su señora (disculpe otra vez, pero no creo que sean de mucha más enjundia que lo que se debate en las reuniones de comunidad a las que usted no va nunca).

Eso si, de vez en cuando nos indignamos con alguna indecencia denunciada por los periódicos, nos vamos al bar, proclamamos que somos un país de mierda, invitamos a una copa más y nos vamos a casa satisfechos, pensando: que majo soy; si a mi me dejaran, lo haría mejor que el ministro X o el alcalde Y. Arreglamos el mundo en la barra de un bar y nos retiramos ufanos a nuestro redil. Allí conectamos la alarma antirrobo y nos sentimos a gusto dentro de nuestro castillo, al fuego de la chimenea, con las zapatillas puestas y la sensación de que somos unos cracks. Afuera, la calle está sucia porque nadie la limpia y la gente tira papeles y colillas, se mea en las paredes y deja cagar a sus perros libremente. Pero a quién le importa.

¿Dirá usted ahora que no se ha indignado adecuadamente con el discurso de la Alcaldesa, el del café con leche? No niegue que bajó al bar a sumarse a las risotadas groseras al respecto. Pero, ¿se ha esforzado usted en hablar un poco de inglés? Lo dudo. Porque, si así fuera, sabría que “café con leche” es algo que les hace mucha gracia a los angloparlantes, igual que “dos cervezas por favor”, “huevos fritos con salchicha” y otras expresiones que se aprenden de memoria. Si usted supiera más inglés del que presume, a lo mejor estaría al tanto de que la “o” se pronuncia en inglés “ou” y se habría reído más al ver cómo la señora Alcaldesa decía todo el rato “and so” pronunciándolo como si mandara frenar a su caballo.

Así que menos comodidad y más ayudar. ¿Cómo? No lo sé. Tal vez dando dinero a alguna causa solidaria. O acudiendo a ayudar a algún grupo de los que reparte comida entre los indigentes. O montando una brigada de voluntarios que limpie su trozo de acera. O simplemente extremando su conducta cívica por la calle y afeando la de los que no lo hacen. Si ve usted a un tipo meando en la pared, échele una bronca. Puede que se dé la vuelta y le parta la cara, pero todo tiene su riesgo. O apúntese usted a una asociación vecinal o cívica. O vaya a su reunión de comunidad y participe activamente, con iniciativas. Ya se han dado cuenta de que me estoy regañando a mí mismo, no sólo a ustedes. Me molesta la autocomplacencia en la indignidad colectiva, en paralelo a la dejadez y pereza individual. Que la gente diga: “los españoles semos así” y se quede tan tranquila pensando que ya ha hecho bastante. Los españoles semos así, yo no; yo soy cojonudo. Pues eso ya no vale.

El otro día les decía que Artur Menos está llevando a su pueblo a la tristeza colectiva y les hablaba de los serbios. Otro pueblo que se lame las heridas, pensando que su situación no tiene remedio, es el checo. Estuve en Praga justo después de que se convirtiera en “viral” un vídeo de su presidente firmando un tratado con Chile y escamoteando luego la pluma con que había firmado, para mangarla con disimulo (si lo recuerdan, primero la escondía bajo la mesa, después se la cambiaba de mano por debajo, pensando que nadie se daba cuenta y, finalmente, se la guardaba en el bolsillo izquierdo de la chaqueta, con cara de pillo). Pregunté su opinión sobre este incidente a gente con la que coincidí por la calle o en bares (en Praga el personal es muy sociable y abierto) y la respuesta más frecuente que encontré fue encogerse de hombros, esbozar una media sonrisa y decir: “es checo”. No pasaba nada. Ni siquiera hicieron una manifestación de repulsa delante del palacio de gobierno.

Ese tipo de actitudes son las que me sublevan. Así que hala, a arrimar el hombro, que esto lo tenemos que levantar entre todos.  

13 comentarios:

  1. Ante semejante bronca y según su propia caracterización, ¿es usted un botarate, o tal vez un energúmeno?

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    1. Muy agudo. Ni lo uno ni lo otro. Quizá un refunfuñón de envergadura media.

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  2. El rapapolvo es de agradecer, pero me parece predicar en el desierto. ¿Cree usted que tenemos remedio? Encima, el señor Wert suprime la educación cívica y la sustituye por la religión. A ciertos poderes les interesa más tener una sociedad desestructurada. Es más fácil de manipular.

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    1. No sé qué decirle. Ni en Edimburgo ni en Glasgow he visto una sola pintada, por ejemplo. En ambas ciudades te podían poner 60€ de multa por tirar al suelo un papel o una colilla. Tal vez es necesario multar con dureza los comportamientos incívicos. Pero la educación es básica, en la escuela y en la propia familia. Y el ejemplo. Si sus hijos no le ven a usted participar en actividades asociativas o de interés colectivo, pues tampoco se involucrarán en nada. Estarán todo el día con la Nintendo.

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  3. No estoy tan seguro de que los políticos nórdicos sean tan mediocres como los nuestros. Allí dimiten por plagiar un trabajo académico y aquí no lo hacen por coger sobres llenos de dinero negro. En Suecia fue asesinado un primer ministro que salía del cine con su mujer y se dirigía a pie a su casa, sin guardaespaldas. Otro ministro falleció de un ataque al corazón en el autobús en el que hacía el trayecto del ministerio a su domicilio. Aquí hay miles de coches oficiales, guardaespaldas, mayordomo para que sirva un relaxing café con leche, o dos cervezas por favor, a la alcaldesa, cien mil "asesores", un consejero de sanidad que admite tranquilamente no saber gestionar eficientemente la sanidad pública... ¡vamos! Esto es de traca. Y los ciudadanos no merecemos esto, aunque sí merecemos la regañina por no dar buen ejemplo.

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    1. Tienes toda la razón. Pero lo que dices viene a apoyar mi tesis: los políticos son, en general, una panda de mangantes, aprovechados, desahogados y sinvergüenzas. Lo que pasa es que, en sociedades más estructuradas y solidarias, la gente no les deja llegar tan lejos como aquí. Han de atarse bien los machos, porque si no se los comen. Por eso, la delegación española que fue a Buenos Aires a defender la candidatura olímpica estaba formada por más de 300 personas (confesadas), mientras que la de Japón era de 100.

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  4. El "conceto" le quedó claro. Pero el texto le ha quedado un pelín.. misogino..¿por qué supone que sus lectores son solo hombres y además sus señoras son las que dicen bobadas?.. Como a usted le gusta afinar musicalmente...no hará falta recordarle que las "bobadas" y/o "frases interesantes" son patrimonio de todos los "géneros" y animarle a pensar que sus lectores pertenecemos, también, a todo tipo de sexo/género... como le guste... y a seguir con los rapapolvos...

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    1. ¿A seguir con los rapapolvos? A la orden. Empezaré por usted mismo. Discrepo completamente de su apreciación. La frase que usted dice puede entenderse como machista o misógina, pero póngala en contexto. El contexto es precisamente una descalificación global de un estereotipo por desgracia muy extendido. Un estereotipo típicamente masculino. El del elemento que no hace nada por la colectividad, pero luego tiene una facilidad grande para la indignación, lo que le lleva a despotricar contra todo en la barra del bar. Tras eso, vuelve a casa, abre una lata de cerveza y se pone a ver el furgol creyéndose un gran tipo. No conozco una sola mujer que haga eso. En ese retrato, el que su señora diga bobadas o cosas insustanciales es algo secundario, complementario, como si dijéramos que de camino a casa ha tirado papeles al suelo. Así que, con perdón, creo que que cogido usted el rábano por las hojas.
      No sólo soy consciente de que mis lectores son de cualquier género, sino que me consta que me leen más mujeres que hombres, y sería de interés que alguna entrara aquí a dar su opinión. Quien me conozca o simplemente siga mi blog, ya sabe que no soy para nada machista. De todas formas agradezco su comentario, aunque discrepe

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    2. Soy mujer y seguidora habitual del blog. Es cierto que la frasecita me chirrió un poco cuando la leí, pero entiendo lo que explica Emilio. En el fondo, él se dirige a un lector colectivo, no hay que tomárselo como si hablara con uno mismo, lector individual. Yo no me ofendí cuando me dice que tengo un hijo tonto, porque entiendo que no se está dirigiendo a mí en concreto. Pues esto es lo mismo.

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    3. No se me enfaden… el comentario que hice es en relación con el texto, ese texto, … no se refiere, en caso alguno, a la totalidad de su blog ni a su persona… Se puede deducir el estereotipo que ha querido describir pero entiendo que usted pretende extender su filípica a todos y cada uno de las españoles/as -sociedad civil- que parecemos adormecidas/os dejando hacer a nuestros “líderes”; no se dirige sólo, eso creo, a los del sofacito-furbito, ni a los de los papelitos callejeros, ni a los pronunciadores de bobadas sean del género/sexo que sean (incluso del género tonto)… Así el texto, ese texto, con contexto o sin contexto, para un lector que abre su blog por vez primera creo que puede inducir a confusión…Intente leerlo usted de forma un poco distante…ya lo dice su otra comentarista: chirría… Así se lo quise transmitir para mejorarlo… En cualquier caso es su blog y esto es sólo una nota… Gracias por responder a mi comentario … y … continúe, si quiere, con los rapapolvos a los ciudadanos/as y no a sus “comentaristas/os”… o también.

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    4. Por mi parte creo que no debiéramos prolongar esta discusión, que se centra en un aspecto colateral de lo que yo quería transmitir en mi texto (algo que me parece mucho más interesante). Pero siempre estoy reclamando que la gente comente y diga lo que le parezca, y ahora no puedo cortar así por las buenas un debate, sólo porque no me interese especialmente el sesgo que ha tomado. Así que vamos a ello.
      Ya le dije en mi primera respuesta que el comentario de marras, fuera de contexto, podía ser considerado machista. Lo admito y ahí queda. Eso de “con contexto o sin contexto” a mí no me vale; yo creo que las cosas hay que leerlas en su contexto. Dudo que haya lectores que se fijen sólo en esa frase. De todas formas, si alguien quiere buscarme las cosquillas por ese lado, seguro que encontrará muchas otras frases o expresiones “sospechosas” en los sucesivos posts de este foro. Es lógico, porque es algo de lo que no me cuido en especial. Creo que, si algún valor o alguna originalidad tiene este blog, es que yo escribo como me sale de los cojones. El día que tenga que decir que escribo como me sale de los cojones/ovarios, este foro no será distinto de cualquier otro de los que promueven las gentes políticamente correctas. Aquí, a un negro se le llama negro, no “persona de color” y a un cojo se le llama cojo, no “minusválido parcial de la extremidad inferior derecha”. Estoy cocinando un texto sobre la hipocresía en el lenguaje, el abuso de los eufemismos y todo eso. No sólo en cuanto al machismo, sino en relación con lo sostenible o lo solidario, por ejemplo.
      Sentado esto, le insisto: no soy machista. No lo soy, por convencimiento y de forma natural, no porque no mole. Pensará usted que no sólo hay que “no serlo”, sino tampoco parecerlo. Será su opinión, que respeto, pero es obvio que no es algo que me preocupe demasiado. Llevo casi 200 posts y le reto a que encuentre una sola utilización de la gilipollez “vascos/as” o “asturianos/as”. O, peor aun, eso de “l@s asturian@s”. Usted la ha usado cuatro veces en su comentario, entiendo que de forma irónica (escribe demasiado bien para pensar que fuera en serio). Si a usted le parece esto tan absurdo como a mí (y por eso lo ridiculiza) pues creo que estamos en línea.
      Dejémoslo aquí. Hice un comentario, digamos, machista. A usted no le gustó y lo dice. Queda constancia de todo ello. Pasemos a otra cosa, si le parece (si no, es usted libre de seguir la partida)

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    5. Aquí la anónima de los chirridos. El parrafito del que hablamos me chirrió, como dije, pero también me chirrían otras cosas. Por ejemplo que usted, compañero de anonimato, diga que aporta su comentario para mejorar el texto. No se esfuerce, los escritos de Emilio son inmejorables. No así algunas de sus respuestas que, como esta última, son un verdadero coñazo. Perdón, debería haber dicho un tostón, para que nadie me acuse de esquirola de género. Ahí queda eso.

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    6. Gracias por su ayuda y su sentido del humor, amiga chirriante, quien quiera que sea. Procuraré seguir su consejo y hacer respuestas más sintéticas.

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