jueves, 26 de septiembre de 2013

179. La sardana de Artur

El llamado “problema catalán” me pilla ya un poco cansado. Mi opinión sobre el nacionalismo la he dejado muy clara en sucesivos posts que quien quiera se puede repasar, si tiene ganas. Hablo de mis entradas nº 25, 34, 40 y 50, específicamente dedicadas al asunto, así como las nº 24, 94, 109, 134, 151 y 162, que tocan también el tema. Por resumir:

1.- El nacionalismo es un virus que ataca a determinados pueblos, sustituyendo las opiniones individuales de sus ciudadanos por una opinión común, dirigida desde sus líderes, de la que no se puede discrepar, porque ello supone que te tachen de anticatalán, antivasco o anti-lo-que-sea. Los afectados por el virus llegan a creerse que lo blanco es negro, si se lo dicen sus líderes. Y estos son capaces de decirlo sin rubor, si tal falacia “suma” para el objetivo final.

2.- Ideológicamente, el nacionalismo es retrógrado desde su misma definición, supone la vuelta a la caverna, es reaccionario, fascista, antidemocrático. Hablar de nacionalismos de izquierdas es una contradicción en sus términos, cuando no desemboca en fórmulas peligrosas (nacional-socialismo). El verdadero progresismo está en el mestizaje y el cruce de culturas. Sin embargo los nacionalistas suelen creerse muy avanzados (ya he citado el ejemplo del señor Otegui, que hasta se pone un pendiente para que se vea lo moderno que es).

3.- Desde el punto de vista jurídico, la posibilidad de que una región, por su cuenta, se segregue de un país miembro de la ONU, está regulada por la Clarity Act de 2001, del Supremo de Canada, cuya historia ya he contado varias veces en los posts citados, y que es admitida en todo el mundo como jurisprudencia internacional. A esa Ley se ajusta el proceso escocés, pero no el catalán. No sé por qué la prensa no incide más sobre esto. Para mí es un factor clave.

4.- Desde el punto de vista económico, las perspectivas de un país como la eventual Catalunya independiente serían ruinosas, tanto dentro, como fuera de Europa. Ya hemos visto cómo se trata a Chipre, o qué peso internacional tienen Eslovenia o Croacia, frente a lo que suponía la antigua Yugoslavia. En el mundo de la economía global, los países pequeñitos son los más vulnerables y expuestos a los vaivenes del mercado financiero.

Dicho esto, en los últimos días se han publicado dos artículos que me parecen esclarecedores. Aquí les pongo el link a las opiniones de dos escritores, Javier Cercas y Mario Vargas Llosa. El primero vive en Barcelona y revela mucho coraje al concluir que no se puede ser demócrata y, a la vez, defender el derecho a decidir. Por mucho menos se tuvo que largar Boadella, y otros como él. Vargas cuenta que vivió en una Barcelona cosmopolita, en la que los nacionalistas eran minoritarios y todo el mundo los tenía por gente de derechas. Conocí esa Barcelona y dudo mucho de que ahora mismo siga existiendo.

Después de estos dos artículos, poco queda que añadir. Es de valorar el que todavía queden intelectuales capaces de decir lo que opinan. Echo de menos esa misma claridad en personajes como Bernardo Atxaga o mi paisano Manuel Rivas. Excelentes escritores los dos, no les he oído pronunciarse sobre el fenómeno del nacionalismo. Mi sensación es que miran hacia otro lado. Después de leer sus novelas dudo que fueran capaces de escribir algo a favor del nacionalismo, sin que se les cayera la cara de vergüenza. Pero tampoco lo hacen en contra. En cuanto a gente como Xavier Rubert de Ventós, en mi opinión no pueden ser considerados intelectuales.

Por lo que respecta al pueblo catalán, pues qué quieren que les diga: que me dan mucha pena. Han llegado a tal punto de comedura de tarro que sólo tiene dos salidas posibles: o consiguen la independencia, o se quedan como están. En ambos casos les espera el desánimo y la tristeza. Si no consiguen la secesión, por el bajón que te deja intentar algo y no conseguirlo. Si se segregan finalmente, por el horror que sufrirán cuando se den cuenta de la tontería que han hecho y cómo incide en su vida cotidiana. Y la tristeza colectiva de los pueblos es muy difícil de borrar (pienso en los serbios, por ejemplo, ya hablaré de ellos otro día).

¿Cómo se ha llegado a este despelote? Pues por los manejos del señor Artur Menos, aprendiz de brujo pseudomaquiavélico, más la pasividad de los señores Zapatero, cómplice desde la ingenuidad, y Rajoy, permisivo desde el pasotismo de Estado. Ahora que Mourinho ha desaparecido de nuestra actualidad, el señor Menos es el personaje más insultable que nos queda. Hay que aprovechar. Cuando pienso en el señor Menos, el adjetivo que me viene a la mente es “botarate”. Para mí un botarate es un tipo pequeñito que regaña a voz en grito, de forma colérica, con voz aguda y poniéndose de puntillas. Sin embargo, la definición del DRAE no dice nada de que deba ser pequeño. No sé de donde he sacado esa idea. Para mí, un tipo que grita y regaña, pero es grandote, no es un botarate. Es un energúmeno. Cosas mías.

El unurabla señor Menos fue elegido secretario general de su partido de derechas, para que continuara con el sainete de la política catalana desde la transición. Una política consistente en amagar con marcharse, para que el gobierno central ceda otro poquito a favor de sus reivindicaciones económicas, y luego decir: ”bueeeeeeeno, pues nos quedamos”. En ese juego, se le ha ido la mano, ha abierto la caja de Pandora de los sentimientos excluyentes, y luego ya no lo ha podido controlar. En Cataluña hay el mismo malestar que en el resto de España por la crisis económica y el desmantelamiento del estado de bienestar. Lo que pasa es que allí ha aparecido el señor Menos y les ha convencido de que la culpa de esta situación no la tienen los poderes financieros, sino España. Y que segregándose de España se arregla todo. Van dados. Ese descontento lo ha capitalizado Esquerra Republicana, los independentistas de verdad, a los que las encuestas sitúan ya por delante del partido del señor Menos. En cuanto a éste, ha de seguir adelante, para que no se descubra el desastre de su política económica.

He dicho aprendiz de brujo. Creo que hay una comparación mejor. Me refiero a una escena de la película Tiempos Modernos, de Chaplín. Charlot es un vagabundo que callejea por un barrio pobre de una ciudad deprimida tras el crash del 29. A su lado pasa una camioneta que transporta una larga viga que sobresale de la caja, por lo que lleva al final el preceptivo trapo, que presuponemos rojo (la peli es en blanco y negro). Al pasar, el trapo se desprende de la viga y cae al suelo al lado de Charlot. Entonces, éste lo recoge y corre tras la camioneta agitándolo en alto y  gritando: ¡que se os ha caído esto! En ese momento, de una calle lateral desemboca una manifestación de obreros airados. Charlot sigue corriendo agitando el pañuelo rojo, al frente de una masa vociferante que lo toma por un líder. Eso es ahora el señor Menos. Un falso líder que huye hacia delante agitando el trapo de la independencia, seguido de una masa de gente enfervorizada que lo ha tomado por su guía hacia la felicidad, y que antes o después se dará cuenta de que se trata de un impostor.

La posición de Artur es, en estos momentos, delicada y debe ser cuidadoso. Su juego es dar un pasito a un lado, para no cabrear al Estado, y otro al lado contrario, para que no se mosquee Esquerra. Una auténtica sardana. No tengo nada contra los catalanes, me encanta la butifarra y el fuet y el salchichón de Vich. En Madrid controlo varios lugares donde comer robellons y calçots en temporada, y no me pierdo una obra del Teatre Lliure. Pero no me digan que la sardana no es el baile más soso del universo.

Bueno, miento, hay otro aun peor: la derivación balear de la sardana, que llaman El Parao. En esta, como su propio nombre indica, es que ya ni se mueven. El estribillo de El Parao de Valldemosa repite cien veces: “porque me paro, me llaman el parao, porque me paaaaaro”, mientras los bailarines, cogidos de la mano en círculo, se limitan a arrastrar lateralmente los pies un poquito, a un lado y luego al otro. ¡Hala! díganme otra vez que soy un exagerado. Llegados a este punto, les dejo con una de las estrofas de La Santa Espina, una de las sardanas más populares. Sean buenos.

Som i serem gent catalana
tant si es vol com si no es vol,
que no hi ha terra més ufana
sota la capa del sol.

6 comentarios:

  1. estoy con usted en todo pero no me discutirá que el zapatazo del insigne Zapatero al decir que aceptaría lo que el nuevo estatuto dijera fue el punto de partida de esta locura.
    Fíjese usted, yo hasta aceptaría (e intentaría legalizar) una consulta al pueblo catalán pero dejando claro que todos los partidos DIGAN LA VERDAD:
    1ª No Tendrían pasaporte de la U.E.
    2ª No tendrían derecho a la libre circulación en la U.E.
    3ª Carecerían de permisos de trabajo y estudio dentro de la U.E.
    4ª Se quedarían fuera del mercado único.
    5ª Dejarían de beneficiarse de becas Erasmus.
    6ª El F. C. Barcelona no tendría sus maravillosos derbys.
    7ª Las exportaciones al resto de España decaerían de forma fulminante por causa de desprecio.
    Y así sucesivamente...
    Pero los muy catetos pseudo-románticos que quieren la independencia siguen en su inopia y arrastran a un pueblo excelente como el catalán.
    P.D. Como usted adoro la butifarra y me encanta el Barça.
    Un abrazo amigo.

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    1. Estamos de acuerdo. Creo que Zapatero tiene más delito en este tema que en otros. Respecto a la crisis económica (algo, en cierta forma, nuevo) demostró ingenuidad, falta de preparación y un optimismo crónico inadecuado. Frente a los catalanes, actuó con un buenismo estúpido, frente a unos nacionalistas que son bastante malvados (en mi opinión), no engañan a nadie y venían asomando la patita desde hacía mucho. Esta gente aprovecha que les des un dedito para agarrarte todo el brazo, y las concesiones del Zapatero fueron muy dañinas.
      El tema es bastante penoso. Un pueblo puede verse arrastrado a equivocarse colectivamente. Lo siento pero el que un asunto se vea apoyado por una mayoría, no lo convierte en bueno ni en conveniente.

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  2. Por si no la conoce, le transcribo aquí la opinión al respecto de Albert Einstein: El nacionalismo es una enfermedad infantil de los pueblos, es el sarampión de la humanidad.

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    1. No la conocía, gracias. Y no me sorprende. Los nacionalismos y los fundamentalismos religiosos, dos pulsiones primas hermanas, son el mayor peligro para esta sociedad que tanto nos está costando mantener.

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  3. El nacionalismo es también pariente del racismo. Por haber nacido aquí somos superiores a los del entorno (el mito de la raza aria). A los "otros" se les pone incluso un calificativo despectivo: maketos, en el caso de los catalanes. Una vez establecido el dogma se buscan hechos que resalten la diferencia, como el rh de los vascos. En la era de Internet hay que ser muy corto para creerse semejantes mensajes.

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    1. Tiene razón. Generalmente entre dos identidades, la que busca la secesión es la que se considera superior (catalanes-resto de España, flamencos-valones, padanos-resto de Italia). Pero a veces es al revés como en el caso de Checoslovaquia. Chequia es una sociedad mucho más culta, urbana y desarrollada que Eslovaquia y no quería separarse. Fueron los eslovacos, rurales y pueblerinos, los que proclamaron: "NOZOTRO' ZOLITOS". Lo que viene a probar que el nacionalismo es un verdadero virus que puede atacar a cualquier pueblo, aunque prende más fácilmente cuanto menos culto y viajado sea el personal.
      Un abrazo, amigo anónimo.

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