viernes, 13 de septiembre de 2013

174. Triscaidecafobia y otras patologías

Escribo en viernes 13 y toco madera por si es caso, que decimos los gallegos. Tranquilizadas las tormentas de días pasados (por cierto, abajo les pongo el link al comentario de Juanjo Millás sobre el gran fiasco, en donde recurre a los pedos como metáfora, para que vean que no soy el único que gusta de esa maloliente temática), toca volver a la rutina del día a día. 

A punto de cumplir mi primer año de bloguero (parece que fue ayer), les voy a hacer una confesión. Ahí va. Resulta que, mucho hablar de correr, de maratones y hazañas bélicas varias, pero lo cierto es que, en todo este tiempo, no he corrido una sola carrera popular. Mi última participación en una de estas carreras de 10 kilómetros que hay en Madrid casi todos los fines de semana, fue en marzo de 2012, en la llamada Carrera del Agua. Después, por diversos motivos, he estado en el dique seco.

Pero esa situación se termina mañana. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Bieeeeeeeeeen!!!!!!!!!! Acabo de recoger mi dorsal para la Carrera de La Melonera una prueba que se celebra todos los años por estas fechas, dentro de las fiestas del mismo nombre que organiza el distrito de Arganzuela. Es una carrera dura, que tiene lugar muy pronto en el calendario, por lo que constituye un test serio para saber si el entrenamiento que llevamos es el adecuado. Ahora entienden por qué era tan importante para mí empezar a entrenar a mediados de agosto, a pesar del bochorno. Un mes más tarde, ya estoy haciendo un circuito de unos 8 kms tres veces por semana, suficiente para enfrentar una carrera de 10. Así que este año estoy haciendo por fin “la temporada”.

La Carrera de la Melonera sale cerca de Méndez Álvaro, exactamente enfrente del Museo Ángel Nieto. En el primer kilómetro se recorre el túnel viario que discurre bajo el Parque Tierno Galván. Es tradición que los corredores prorrumpan en gritos desaforados al pasar por el subterráneo. La resonancia de ese lugar transforma esos gritos en alarido colectivo, en parte abucheo contra este mundo en crisis que nos toca vivir y en parte celebración tribal de la alegría de poder correr por la ciudad libre de coches. Ambas sensaciones tienen la virtud de impulsarte, de hacerte correr más rápido, de dispararte la adrenalina que tanto ayuda al ejercicio físico.

Después se hace un largo recorrido por los barrios de la Arganzuela, y se termina frente a la Junta de Distrito, sita en la llamada Casa del Reloj, que en su día albergaba las oficinas del Matadero Municipal. Allí te obsequian con una raja de melón que entra estupendamente después de diez kilómetros de carrera. Las chicas de la organización cortan sobre la marcha las grandes rajas de los melones de Villaconejos hasta que se acaban. La última vez que corrí esa carrera, la inscripción era gratuita. El sponsor, que era El Corte Inglés, corría con todos los gastos. Esta vez he tenido que pagar 7€. Otra consecuencia de la crisis.

Hoy viene el dato en la prensa de que la deuda de las Administraciones Públicas de nuestro país (Estado+Autonomías+Ayuntamientos) ha alcanzado ya el 90,3% del PIB. Es un porcentaje que dicen peligroso, aunque países como Japón o los Estados Unidos llevan años por encima de esa cifra sin que pase nada. Lo mismo que Italia, por citar un país similar al nuestro. Cuando arguyes este dato comparativo, los enterados te responden invariablemente: “Hombre, es que esos países tiene otras fortalezas”. ¡Toma ya! Los enterados en cualquier materia me producen una irritación instantánea pero, cuando la materia es la economía, esa irritación se convierte en malestar insoportable.

Empiezo a estar harto de esta crisis y de esperar a ver si aparece la luz al fondo del túnel. Ya dejé claro en mis primeros posts que soy un ignorante en la materia, pero necesito entender qué es lo que está pasando. Me pone nervioso la sensación de formar parte de una sociedad catatónica, dispuesta a soportar lo que haga falta, a dejar que les estafen y les quiten hasta la pensión porque alguien “está haciendo lo que hay que hacer”. No podemos seguir así. Si nos están timando, tenemos que averiguarlo y denunciarlo. Estoy leyendo textos y análisis al respecto y les prometo pronto un post en relación con ello.

De momento, tenemos que la deuda pública está en torno al 90% del PIB; que antes de esta crisis no superaba el 60%, mientras americanos y japoneses la tenían mucho más alta, sin que eso les supusiera ningún quebranto. Que nuestro principal problema es la deuda privada, que anda en torno al 350% del PIB, y eso es una barbaridad (Holanda la tiene más alta y tampoco le pasa nada). Que con esa deuda privada, parte de ella de los Bancos, no podemos volver a crecer. Que por eso el señor Rajoy y su gobierno pidieron el año pasado el llamado rescate bancario, creo recordar que en torno a 60.000 millones, y eso es lo que ha acabado de disparar la deuda pública.

Ahora díganme. ¿No recuerdan ustedes que ese dinero se les daba para que fluyera otra vez el crédito? ¿Están dando crédito los Bancos? Yo creo que no. ¿Y en qué se están gastando el dinero del rescate? Pues, al parecer, en publicidad, en sanear sus estructuras y ¡ATENCION! en comprar deuda de la que emite el propio Estado. Cada vez que sale una noticia de que el Estado ha emitido deuda y la ha colocado toda a intereses muy buenos, ¿quién se creen ustedes que la compra? Y, si esto es así, ¿no les suena a timo del tocomocho? Ya les digo que no estoy seguro de todo esto, que necesito entenderlo yo para poderlo explicar adecuadamente y que les pido un poco de paciencia. De momento les pondré un ejemplo de cómo está el crédito en  nuestra tierra.

Hace unos días pasé la mañana con un grupo de daneses a los que recibí en Cibeles para contarles la historia urbanística de Madrid durante una hora y luego hacer una larga visita por diversos lugares, terminada en una comida en el Matadero. Ellos me contaron esta historia. Resulta que la ciudad de Copenhague ha decidido poner un servicio de bicicletas eléctricas de alquiler, de coger en un lugar y dejar en otro. Resulta que convocaron un concurso para adjudicar la instalación y mantenimiento de ese servicio, y que el concurso lo ganó una empresa española, catalana por más señas, que integran un grupo de jóvenes emprendedores.

Como en todo concurso de concesión, a los ganadores se les pide un aval como garantía, por si luego resultan unos mantas. Bueno pues estos chavales no han conseguido el dinero para el aval. Ni el Estado español les da un duro de subvención, ni por supuesto la Generalitat, tan ocupada ella en organizar y financiar cadenas y otras prioridades de su hoja de ruta secesionista, y desde luego, ni un solo Banco les dio el dinero que necesitaban. Algo insólito, teniendo en cuenta que se trata de los ganadores de un contrato en firme, con una institución tan solvente como el Ayuntamiento de Copenhague. Pues nada. Han tenido que ceder sus derechos a una empresa danesa, que les ha pagado cuatro cuartos por ellos. Como no me lo creía, he buscado informaciones al respecto y aquí tienen una.

Bien, seguiré investigando y prometo un post mejor fundamentado. Mañana a esta hora, estaré frente al Museo de Ángel Nieto listo para mi carrera. Deséenme suerte. Hablando de Ángel Nieto, sabrán que este hombre ganó 13 campeonatos mundiales de motociclismo, pero siempre se refiere a ello como 12+1. ¿Por qué? Pues porque piensa que el número 13 trae mala suerte. Es una manía muy extendida por el mundo. Por ejemplo, en el remoto Sri Lanka, los hoteles no tienen nunca habitación número 13. Hay gente que realmente se aterroriza con el número 13, hasta el punto de que les genera una auténtica fobia. Y supongo que no ignoran que a las fobias se las designa siempre con palabras derivadas del griego clásico.

El terror supersticioso al número 13 se llama triscaidecafobia (se lo juro). Si a esto añadimos la fobia al viernes (hoy es viernes y 13), entonces estamos ante un caso de friggatriscaidecafobia, nombre que, al parecer, alude a una diosa vikinga. Finalmente, el terror al número 666, el distintivo del Anticristo, se denomina nada menos que hexakosioihexekontahexafobia. En fin, como tengo la suerte de no padecer ninguna de estas alteraciones psíquicas, pues aquí me tienen colgando un post en fecha tan poco recomendable sin mayores precauciones. Que pasen un buen finde.

4 comentarios:

  1. Ya me acordé yo de tí,ya, inmediatamente, por tu gusto por lo escatológico, al leer hoy el artículo del Millás.
    Lo de la economía, la deuda, el déficit, el crédito, las indemnizaciones de los rectores de cajas y bancos, no hay dios que lo entienda. Y lo de la lumbreras de la Bañez que garantiza que las pensiones no se van a congelar más porque van subir un 0,25%, tampoco. A ver si de verdad eres capaz de explicárnoslo.
    Que disfrutes con la carrera de la Melonera.

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    1. Es difícil entender lo de la economía, a veces pienso que nos están engañando y estafando, pero me gustaría poderlo precisar y no columpiarme. Al final todas las opiniones son sesgadas y no es sencillo saber qué está pasando.

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  2. Lo de las pensiones no tiene nombre; ¿con que subir un 0,25% no es bajarlas? Pues recuerdo a los desmemoriados que cuando el megalómano Ruiz-Gallardón hizo su campaña por la alcaldía de Madrid prometió congelar los impuestos. Cuando los electores le reprocharon las morrocotudas subidas que aplicó aseguró, con total desenvoltura, que únicamente había incrementado el IPC y que eso equivalía a congelación. Pues, ¡hala!, que apliquen el mismo baremo a las pensiones, ¡basta de mentiras!

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