viernes, 6 de septiembre de 2013

171. Incertidumbres

Vivimos en un mundo incierto, no sabemos lo que va a pasar en los distintos frentes abiertos, no sabemos cómo va a ser nuestra vida dentro de unos meses. Y menos mal, porque si ya supiéramos lo que nos va a acontecer, esto sería un aburrimiento. ¿Ganaremos la competición olímpica? ¿Qué pasará en las elecciones alemanas? ¿Terminará el señor Obama de decidirse sobre Siria, de una vez por todas? Yo soy un pronosticador malísimo, no acierto casi nunca, como ya han comprobado los lectores de este blog. Es muy difícil saber lo que pasará. Incluso a veces es arduo llegar a saber lo que ya ha sucedido, interpretarlo correctamente.

Por ejemplo: ¿ustedes sabían (antes de leer mi blog) cómo era exactamente el proceso electoral en Egipto? Es realmente increíble. Una vez averiguado esto, ¿no creen que el hecho de que entre la revolución y la elección presidencial hayan transcurrido 18 meses repletos de elecciones, un día sí, otro también, ha influido en la deriva actual? Y ahora la pregunta del millón: ¿cómo es que nadie levantó la voz para denunciar eso? Es fácil decir las cosas a toro pasado pero ¿no creen que, una vez depuesto Mubarack en febrero de 2011, alguien podría haber previsto que ese proceso endiablado terminaría por agotar al electorado? ¿O es que había un interés perverso en poner a los demócratas frente al espejo deformado de ese procedimiento absurdo, para que se desanimaran y volvieran a pedir la vuelta del ejército?

La incertidumbre sobre el pasado se lleva muy mal, por eso la gente se vuelca en mantener la memoria histórica, se esfuerza en cuidar que determinadas tradiciones, costumbres o relatos no se pierdan en el olvido. La falta de un pasado coherente es lo que angustia a los replicantes de la película Blade Runner (Ridley Scott 1982), que supongo todos han visto y disfrutado. Recordarán que en un mundo futuro (que los guionistas situaban entonces en 2024, fíjense qué cerca nos queda ahora), el hombre había conseguido fabricar unos robots tan perfectos que reproducían el ideal del hombre griego, eran fuertes y estaban en posesión de todos los conocimientos científicos. Pero estos robots, llamados replicantes, se rebelaban porque querían saber quiénes eran y si los recuerdos que tenían en su mente eran reales o se trataba de implantes de memoria que les habían creado sus fabricantes. Tremendo dilema.

Hablando de películas, ayer vi una que me entusiasmó, a niveles poco frecuentes últimamente, hasta el punto de que se la recomiendo sin reservas. Se llama Mud (Jeff Nichols 2012). Como siempre, les sugiero verla en versión original con subtítulos. Al personaje que interpreta un extraordinario Matthew McConaughey, no se le entiende nada, pero precisamente por eso hay que verla en original. La película se centra en dos chavales de 14 años que viven en un pueblo de Arkansas, junto a uno de los ríos majestuosos que fluyen por esas tierras. De hecho, ambos viven en casas-barco y sus familias se dedican a actividades relacionadas con el río. Hay muchas incertidumbres en la historia que se cuenta en esta película.

Por un lado, está la adolescencia, el despuntar de la sexualidad, el difícil proceso de convertirse en adulto. Pero también está la disyuntiva campo-ciudad. Convendrán conmigo en que, hasta los 13 o 14 años, la vida en un pueblo es maravillosa. Después, la realidad se reduce a los bares, los cotilleos, la familia cerrada y la falta de horizontes, y es mejor largarse. Pero hasta los 14, en ningún lado se vive mejor que en un pueblo pequeño, en contacto con la naturaleza. Sobre este pueblo de Arkansas sobrevuela una nueva Ley que amenaza la supervivencia de estas casas-barco, de un día para otro convertidas en ilegales y destinadas a desaparecer.

Eso le da al film un tono crepuscular, de visión de un mundo maravilloso que se acaba, como la niñez. Pero también se habla de amistad, de lealtad, de qué es lo correcto o lo incorrecto, de riesgo, de coraje. La vida en el lugar es dura y peligrosa, pero los chavales son valientes y conocen el terreno palmo a palmo, algo fundamental para valerse en ese entorno. La película dura más de dos horas y no hay en ella ese apresuramiento vertiginoso de muchas cintas actuales. El guión es perfecto. No hay tiempos muertos, pero todo transcurre a ritmo pausado, fluye también, como el río siempre presente, como la vida. La referencia al mundo de Mark Twain es obvia, como recuerdan los papeles que te dan al entrar al cine.

Hablaba al inicio de algunas incertidumbres del momento. La carrera olímpica. Estambul parece descartada, la cosa está entre Tokio y Madrid. En mi opinión, al cincuenta por ciento. Cara o cruz. Estos días han salido gráficos con recuentos de los que ya han dicho que apoyarán a una u otra. El problema es que muchos mienten, o le han dicho a nuestro Príncipe lo mismo que a los japoneses. En ciertas culturas, la mentira es algo consustancial, no censurable, y no quiero ser racista. Tanto si ganamos como si perdemos, habrá cambios en el Ayuntamiento, que normalmente no afectarán a mi nivel, aunque nunca se sabe. Si ganamos, la Alcaldesa saldrá reforzada. Si no, podría arreciar la presión de su propio partido para que se vaya.

Las elecciones alemanas son cruciales para España. Nadie duda de la victoria de Merkel, pero hay posibilidad de que su actual socio de gobierno se venga abajo y tenga que recurrir de nuevo a la Gran Coalición con el SPD, lo que podría inducir un cambio de política. No es imposible, aunque sí improbable. Los pronósticos abundan en la continuidad. Fernando Aramburu habla de la sociedad alemana actual como un colectivo satisfecho, acomodado, encantado y feliz con su Mutti, que les protege del mundo exterior convulso. Resume todos estos adjetivos en uno alemán: gemütlich. Aquí tienen el link de su estupendo artículo.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/14/actualidad/1376498992_638190.html

Yo añadiría un segundo factor para no esperar grandes sorpresas: la escasa popularidad del candidato que presenta el SPD, el antipático Peer Steinbrück, un tipo que ni siquiera cuenta con el apoyo de su propio presidente de partido, que le desaira en cuanto puede. Steinbrück maneja un discurso pretencioso, exento de proximidad y calidez, que no conecta con los votantes, que se refieren a él con sorna como el Ober lehrer, el alto docente que da lecciones a todos desde un plano superior. No hay que despreciar nunca estos factores, ya vimos cómo a Sadat le perjudicó ser tan sieso. Y hay una incertidumbre añadida con el papel del Partido Pirata, una formación que en las últimas elecciones generales obtuvo más de 800.000 votos.

Los primeros Piratas surgieron en Suecia poco antes (obtuvieron un eurodiputado en 2009). Se trata de un antipartido, que carece de estructura y se mueve a través de correos electrónicos. Se ha distinguido en la defensa del software libre y la circulación horizontal de la información. Sus propuestas se lanzan a través de la red y sólo se formulan cuando cuentan con un consenso importante. Con semejantes planteamientos han conseguido tres parlamentarios en Islandia, un senador en la República Checa y muchos votantes en Alemania. Ahora hay pronósticos en ambos sentidos: subida espectacular o desaparición. Incertidumbre en estado puro. Aquí la Web del Piraten Partei: http://www.piratenpartei.de/

El principio de incertidumbre está en la base de la Física Cuántica. Hay cientos de libros al respecto, pero se suele explicar con un ejemplo sencillo.  Para medir la posición y velocidad de un electrón es necesario bombardearlo con un fotón de luz que choca con él y permite observarlo. Es decir, que en el mismo hecho de realizar la medida, el experimentador modifica los datos de algún modo, introduciendo un error que es imposible de reducir a cero. O, dicho de otra manera, que es imposible saber cómo se comporta ese electrón cuando no le damos caña con un chorro de fotones. Por tanto, lo único cierto en nuestra observación es la seguridad de que lo que observamos no es seguro al 100%, por el principio de incertidumbre.

Algo así sucede con el señor Rajoy. No sabemos cómo gobernaría de no estar acogotado por los poderes financieros internacionales. Pero estamos seguros de que lo que hace no es la única alternativa posible. Él dice que está haciendo lo que hay que hacer. Más bien creo que hace lo que le dicen que hay que hacer, incluso contra su propio programa. Y eso es muy peligroso. En mayo de 2010, su antecesor Zapatero se enfrentó a la misma disyuntiva: continuar con su programa, o hacer lo que le decían que había que hacer. Eligió lo segundo. Y ya no levantó cabeza.

Acabo aquí, aunque no estoy seguro de si estoy acabando o empezando. Buen finde (vean Mud).

5 comentarios:

  1. Ya que hace alusión a la película Blade Runner también cabría hacer una mención de su preciosa co-protagonista Ms. Sean Young.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/fotos/young_sean.jpg

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sean Young nunca ha estado tan guapa como en esta película. Como Daryl Hannah, Joanna Cassidy y hasta Rutger Hauer, el fastuoso replicante en jefe. Parece que una especie de maldición se extendió sobre casi todos los intérpretes de esta película maravilloso impidiéndoles encontrar otros papeles a su altura. Sólo se salvó Harrison Ford.

      Eliminar
  3. Hombre, por favor, vea usted "Bésame antes de morir" de un tal James Dearden y luego me cuenta lo de guapa....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quizá no me expresé bien, Sean Young era y es guapísima. Las mujeres tan guapas no se vuelven feas de un día para otro. Lo que quiero decir es que, después de ver Blade Runner, yo esperaba que tuviera una carrera fulgurante y no ha sido así. No sé si es por mala suerte, malos asesores o poca intuición a la hora de elegir papeles. Lo cierto es que la película que dices la he visto en TV y no está mal (ella interpreta dos papeles y lo hace bien). Pero a mí me cuesta recordar una tercera película con esta señora estupenda como protagonista. En cuanto al tal Dearden, tampoco lo sigo mucho. aprovecho para recomendarte otra vez que veas Mud. Creo que te va a gustar.

      Eliminar