lunes, 2 de septiembre de 2013

170. La revuelta árabe III. Egipto tras Nasser

Nasser muere en 1970, como les contaba en el post anterior. Con una lógica cuartelera, corre el escalafón y le sucede su compañero de golpe militar el vicepresidente Anuar el Sadat.  Pero las cosas cambian bastante. Para empezar, Sadat carece de la simpatía y el carisma de su antecesor. Es un tipo más bien hosco y colérico, que siempre parece de mal humor. En segundo lugar, se apresura a promover una reforma de la Constitución, que se aprueba en 1971, por la que se impone un sistema electoral muy complicado, que de facto garantiza la supervivencia indefinida de la cúpula militar en el poder. Por último, Sadat se centra en el frente interior descuidando la imaginativa y fructífera política exterior de Nasser.

La gran obra pública que Nasser dejó para la posteridad es la presa de Asuán. Esta obra extraordinaria se llevaría ella sola un post, así que, para no eternizarnos, les remito aquí a otro blog, donde la explican bastante bien: http://www.elojodeltuerto.com/2009/09/27/a-vista-de-pajaro-la-presa-de-asuan. Siento ser pijotero con un colega bloguero, pero el texto tiene dos inexactitudes. Egipto no venció a las potencias occidentales (Francia, Inglaterra e Israel). Por el contrario, perdió la guerra, pero Nasser tuvo la habilidad de convertir su derrota en victoria política. Y la última frase es falsa: el motivo de la guerra no fue la presa, sino el Canal de Suez. Dicho esto, lo cierto es que la presa  fue diseñada y construida bajo la dirección de ingenieros rusos. Que Nasser no llegó a verla funcionar, porque murió poco antes de que se pusiera en marcha. Y que su funcionamiento inicial fue un desastre.

En efecto, los rusos no habían previsto una serie de consecuencias medioambientales que hacían muy problemático el funcionamiento de la presa. El milenario ecosistema del Nilo funcionaba como un reloj y no se podía entrar a alterarlo alegremente sin tener previstos una serie de daños colaterales. Aguas arriba, se producían sedimentos excesivos, que hacían perder calidad al agua de riego. Las aves migratorias no aprobaron el cambio y dejaron de venir a anidar a las márgenes del río, lo que hizo que se extendiera el mosquito de la malaria y determinados caracoles propagadores de parásitos. Y lo peor de todo: ponerle al Nilo ese gigantesco tapón hizo que el Mediterráneo subiera aguas arriba, salinizando toda la zona del Delta y arruinando tantas cosechas como las que se ganaban en cabecera.

Esos problemas se han ido corrigiendo con el tiempo, pero ya hemos dicho que Sadat era un tipo cabreadizo e impaciente. No estoy seguro al cien por cien, pero creo que Sadat se enfadó con los rusos por el fracaso inicial de la presa. Fuera sólo por esto, o por otras causas añadidas, el caso es que Sadat rompió con la URSS de manera estrepitosa y se echó en manos de los americanos, que recuperaron la tutela del país y se hicieron cargo de la gestión de la presa. Ellos convencieron a Sadat de firmar los acuerdos de Camp David con Israel, que le valdrían el Nobel de la Paz. En esa onda, llegó incluso a visitar Jerusalén, invitado por el Gobierno judío, un gesto que suponía el reconocimiento formal del Estado Judío.

Hasta aquí hemos hablado de dos de los actores principales de la tragedia egipcia: el pueblo y los militares. Nos falta el tercero: los islamistas. Los Hermanos Musulmanes existían ya desde los tiempos de la monarquía, que los trataba con simpatía (no eran todavía tan radicales). Nasser los ilegalizó. Su proyecto pasaba por un estado laico, con libertad religiosa. Sadat continuó esta línea. En su Constitución los partidos confesionales tenían vetado presentarse a las elecciones. En ese tiempo los Hermanos Musulmanes ya se estaban fanatizando. No se hubieran atrevido nunca con Nasser, un hombre al que adoraba su pueblo. Pero Sadat no era tan querido. Y encima había reconocido al estado judío. El 6 de octubre de 1981, Sadat presidía desde una tribuna el Desfile de las Fuerzas Armadas en El Cairo, cuando soldados afines a los Hermanos Musulmanes volvieron sus fusiles contra él y lo acribillaron.

La conmoción fue terrible. Y la cúpula militar tomó dos medidas: decretar el estado de excepción y correr otra vez el escalafón, nombrando a Hosni Mubarack. El pueblo, respiró con alivio: las instituciones habían funcionado y no se había producido el caos previsible. Lo que no sabían era que las dos cosas (excepción y Mubarack) iban a durar treinta años. Mubarack estuvo ese tiempo en el poder, sin levantar el estado de excepción ni un día. Y así llegamos a 2011. En enero, el pueblo egipcio asiste estupefacto a la Revolución de los Jazmines y ve como sus hermanos de Túnez tardan diez días en echar al dictador. Y dicen: esta es la nuestra, vámonos a la plaza de Tahrir. 

La revolución egipcia la montan elementos laicos y urbanos, hartos de vivir en la pobreza y sin libertad. Hay muchos jóvenes en la plaza Tahrir. Y mujeres, la mayoría sin pañuelo. Y tienen muy claro lo que quieren. Los militares, por su parte, afrontan la revuelta divididos, porque Mubarack estaba preparando la sucesión, a favor de su hijo Gamal, y eso no gustaba a buena parte del ejército. Así que dejaron hacer. ¿Que no queréis a Mubarack? Vale, lo quitamos, de todas formas ya estaba en las últimas. ¿Que queréis elecciones? Vale, las organizamos según la Constitución. ¿Qué los Hermanos no pueden presentarse? Huy, eso no está bien. Habrá que dejarles. Para eso hay que hacer una modificación constitucional, vía referéndum.

Con Mubarack depuesto y detenido, los militares organizan un calendario electoral acorde con la Constitución de 1971, que es directamente una barbaridad. En Egipto hay 27 provincias. Las elecciones se hacen en tres fases, cada una con nueve provincias. En cada fase, si no hay vencedor, se hace una segunda vuelta. Seis rondas para elegir la Asamblea Popular. Y luego otras tantas para la Shura (especie de Senado). Y aun falta la elección del Presidente, también a doble vuelta. Les digo las fechas para que vean que no les miento. 

19.05.2011: Referéndum constitucional. Participación del 77%. Se aprueba la modificación por mayoría abrumadora. 28 y 29.11.2011: Primera vuelta de la primera fase de la Asamblea Popular. 5 y 6.12.2011: Segunda vuelta de la primera fase. (Como ya sé que están pensando en los Hermanos Marx, a partir de ahora ya no cito las segundas vueltas, pero las hubo). 14 y 15.12.2011: Primera vuelta de la segunda fase. 3 y 4.01.2012: Primera vuelta de la tercera fase. Las tres fases de las elecciones para la Shura, tuvieron lugar (en sus primeras vueltas), el 29 de enero, el 14 de febrero y el 4 de marzo de 2012. Un año después de la revuelta, la gente estaba ya hasta los huevos de tantas elecciones, lo que iba produciendo una participación cada vez más baja. En este punto se constituyen las dos Cámaras y empiezan a funcionar.

Resultaría cómico si no fuera por el drama que conlleva. Yo no sé si los militares pretenden que la gente se aburra y pida que vuelvan, o si lo que quieren es dejarlos que se estrellen solos para volver en todo caso. En esta serie interminable de elecciones, la gente normal va derivando hacia la abstención y los Hermanos aumentan su porcentaje, seguidos en segundo lugar por los salafistas de Al Nur, que consideran pecado el cine, el tabaco, el alcohol, el rock y el futbol. Entre ambos gozan de una mayoría holgada. Y los laicos ¿qué hacen mientras tanto? Pues deprimirse o seguir acudiendo a protestar a la plaza Tahrir, donde cada vez les zurran más fuerte los antidisturbios.

23 y 24.05.2012. Primera vuelta de la elección presidencial. Morsi, al frente de los Hermanos, gana claramente, pero necesita una segunda vuelta, el 16 de junio. Poco antes de esta fecha, el ejército se huele la que están preparando los islamistas y disuelve el Parlamento. Se produce una situación de gran tensión. Al borde del último paso, todo el largo y prolijo proceso está a punto de irse al carajo. Pero Morsi convence a la Junta Militar de que se va a portar bien, que no va a ser sectario, que va a ser el presidente de todos los egipcios, el ansiado primer presidente civil de la historia. Y la elección se celebra. Con participación inferior al 50%. 

El resto lo saben. Morsi ha mentido. Para él, la presidencia es sólo un paso necesario para acceder al poder y, desde él, forzar con calzador el modelo de estado islámico que quiere su gente. Un año después, este verano, los laicos arrecian en su protesta, al ver que desde el gobierno le están poniendo un burka al país, se monta un órdago muy peligroso entre laicos y musulmanes, y los militares dicen: se acabó, Morsi a la cárcel, vuelta al régimen militar y elecciones, ya veremos cuándo. Los laicos agradecen el gesto. Los países occidentales, que no quieren un Egipto de ayatollahs, ven inicialmente con indulgencia este nuevo golpe. Pero días después, los islamistas acampan en la misma plaza Tahrir y los militares los disuelven de la única forma que saben: a tiros. En torno a mil muertos. Eso ya no nos gusta tanto. Y aquí estamos ahora.

En resumen: tres actores. El pueblo laico y urbano que quiere una sociedad democrática, como la de occidente, la que ven en la tele con las parabólicas. Los militares que lo tienen todo atado y bien atado, que sueltan un poquito pero, a la vista del resultado, aprietan otra vez. Y los islamistas. Como todo grupo fanático, religioso o nacionalista, van a su tran tran. Siempre adelante. Por un objetivo que tienen claro. Su Dios les anima a hacerlo y, para ellos, el fin justifica cualquier medio. ¿Y cómo es que ganan en una elección democrática? Pues por el apoyo en las zonas rurales y la abstención del electorado laico y urbano. No sé cómo contar esto de forma más corta. Mis disculpas. Si alguien quiere profundizar en el tema, aquí tienen un archivo con todas las informaciones. Buenas noches.

6 comentarios:

  1. Excelente exposición del tema egipcio. Creo que mucho mas complicado es el tema sirio. Anímese usted a exponerlo, querido amigo.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Lo de Siria me parece que, efectivamente, es mucho más complicado. Ya hablé algo en la entrada 71. Y ahora necesito descansar un poco. Me he quedado agotado después de este post. Sólo intentando entender el sistema electoral egipcio se le caen a uno varios miles de neuronas.

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  2. Bien contado, pero... ¿qué hacemos ahora? No deja de ser un golpe de estado; y, si es por mentir... ¿quién ha reconocido que ha incumplido sus promesas electorales, pero, eso sí, ha cumplido con su deber? Yo creía que el primer deber es no engañar al electorado.

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    1. Como dice Sami Nair, aquí se han equivocado todos. Los militares creyeron que la sociedad se podía gobernar por sí misma, después de 30 años de estado de excepción. El pueblo pensó que ya estaba todo hecho y no hacía falta ir a votar (no me extraña que estuvieran hartos de tanta votación). Y los islamistas creyeron que tenían mayoría. La tenían sobre el cuarenta y tantos por cierto de votantes. Sumando la abstención están en minoría. Morsi es un ingeniero beato sin ninguna experiencia como político.
      Los militares siempre acuden de salvadores en situaciones de enfrentamiento civil, pero luego se les va la mano (o el dedo del gatillo). Siempre ha sido así.
      La situación es endiablada y me temo que vamos a otro largo período de dictadura del ejército. Si yo fuera egipcio y no tuviera otras alternativas, desde luego que prefiero a los militares antes que a los islamistas. Piénsalo.

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  3. De puta madre el resumencillo, oyes...

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