sábado, 1 de abril de 2023

1.216. Life is a bitch

Ya lo ven en la imagen y supongo que no hace falta que se lo traduzca. En tiempos de la censura franquista, seguramente la traducción hubiera sido la vida es dura, en línea con aquella versión pía del clásico refrán: cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del demonio. Muchos de mis lectores no llegaron a vivir en tiempos de Franco y todo esto les suena a chino, pero por aquel entonces no se podían decir tacos, o palabras malsonantes o, como se las llamaba, palabrotas. Mi padre, que era muy mirado y pudoroso para estas cosas, cuando se veía obligado a decir una de esas palabrotas, la acotaba con la muletilla “como dice el castizo”. Por ejemplo, llegaba yo a casa con un ojo morado, intentaba colar que me había dado un golpe con una puerta y mi padre, con aire escéptico, sentenciaba: eso más bien tiene aspecto de lo que el castizo llama una hostia. Nunca llegué a saber quién era ese castizo genérico que estaba autorizado a decir las palabras que los demás no podíamos pronunciar.

Por aquel entonces, en la tele en blanco y negro, televisaban a veces partidos desde Bilbao, en los que todo el estadio de San Mamés coreaba aquello de Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar, no hay ninguno. Pero los de la tele le quitaban oportunamente el sonido. También recuerdo una escena concreta. Acababa de terminar un combate de Urtain retransmitido en directo por la 1, y el pobre boxeador vizcaíno bajaba del ring con la nariz hecha un pimiento morrón. Y por allí se infiltró un jovencísimo José María García, que hacía de becario en TVE, donde trataba de implantar sus ideas innovadoras, entre ellas la televisión en riguroso directo. Seguido de un cameraman, enfrentó a Urtain, le puso el micro delante de la tumefacta nariz y preguntó: ¿Cómo se encuentra Urtain? La respuesta del atribulado boxeador fue una sola palabra repetida dos veces: jodido, jodido.

En la tele no les dio tiempo a quitarle el sonido hasta la segunda repetición, de modo que toda España pudo escuchar el primer jodido y al día siguiente en los bares y corrillos no se hablaba de otra cosa. Lo de la censura era algo que ahora es difícil de imaginar. Luego, cuando la democracia, el destape y la libertad-sin-ira-libertad, este tipo de expresiones se generalizaron, nadie las censuraba, y todo el mundo pudo escuchar a los seguidores de la Leonesa cantando a coro lo de que sí, joder, que vamos a ascender. Y los más brutos, como siempre, los maños que, en La Romareda de Zaragoza, atronaban a toda la ciudad con un grito clásico bramado a coro por todo el estadio como un solo hombre: Manolo Jiménez, qué cojones tienes. Por cierto, ese Manolo Jiménez hace años que está retirado, Urtain se suicidó y la Leonesa subió de categoría de forma efímera, para volver enseguida a Tercera, donde comparte rango con mi desgraciado Dépor, relegado a ese lamentable nivel porque life is a bitch.

La vida es una puta en todo caso, pero hay que tratar de disfrutarla con ánimo y buen humor, joder, no vamos a estar encima amargados. Yo, después de los sobresaltos congoleños, estoy ahora disfrutando de mi luna de miel con el gran Tarik Marcelino Martínez, que lleva en casa desde el martes por la noche y ya no concibo cómo podría ser mi vida sin él. Es lo mismo que sucede cuando se acaba una obra en la calle, que uno siente como si no hubiera habido una situación anterior, sin el firme arreglado y las aceras bien rematadas que, desde la nueva conformación, resulta imposible de imaginar. Tarik es un gato de mucha prestancia y carácter, cariñoso y participativo, que siempre está en el centro del cotarro y todo el rato con ganas de jugar y hacer travesuras, porque no en vano tiene unos ocho meses de existencia y eso, en términos gatunos, es como si dijéramos un adolescente y con muchas ganas de marcha.

Hay que tener en cuenta que Tarik ha vivido esos ocho meses en un entorno rural paradisiaco, en una comarca verde del centro de Portugal, donde podía triscar por los campos, convivir con otros gatos, perros y animales diversos e incluso largarse a la parcela de al lado y regresar a los dos días. En ese edén soñado de cualquier gato, de pronto un día lo atrapan, lo encierran en lo que se llama un transportín, por no llamarle jaula hermética, lo montan en un coche y le hacen desplazarse 700 kilómetros, en los que, al parecer, no paró de quejarse a maullido limpio, completamente indignado y con toda la razón. Y de esa jaula se le liberó en mi casa recién pintada y acuchillada del Barrio de las Letras.

Podría esperarse que emergiera a este nuevo mundo medio mareado, asustado, en shock. Pues no. Le abrí la portezuela, salió afuera y empezó a inspeccionar su entorno, con gesto tranquilo y elegante, dominado por la curiosidad, como un comprador inmobiliario que valora la nueva propiedad que acaba de adquirir. Tarik Marcelino Martínez, tomó posesión de sus dominios sin inmutarse y recorrió una a una las habitaciones de la casa. Yo tenía ya preparado el tema para que se encontrara a gusto, así que le mostré primero el meadero, con caperuza absorbente de olores. Pareció valorarlo positivamente. Luego le puse de comer y beber y le tomé el vídeo que ven abajo, que corresponde a esa primera noche en casa.

Por si no están ustedes muy versados en etología felina, les llamo la atención sobre el movimiento del rabo de Tarik. Cuando un gato mueve de esa forma la cola, sólo la puntita, es porque está muy a gusto y relajado. En cambio, si mueve todo el rabo desde el culo con bandazos enérgicos, eso indica que está estresado. O sea que ya esa primera noche el animal estaba contento conmigo. Hay que decir también que, en esos campos de Dios, Tarik debía competir con multitud de otros animales y también estar atento a peligros varios. En mi casa es el rey, nadie compite con él y está protegido. A pesar de su tranquilidad, esa primera noche no me dejó casi dormir, porque se sentía muy agradecido y me expresaba ese sentimiento todo el rato restregándose contra mi cara y la almohada.

Hemos de irnos habituando a convivir y yo cada vez lo bajaba a la zona de los pies. Podría haber cerrado la puerta de mi cuarto, pero es que quiero que duerma conmigo, que se ponga a los pies e, incluso, que hagamos las cucharitas. Las siguientes noches hemos dormido ambos fenomenal. Tarik pasa ratos a los pies de la cama y otros por fuera, imagino que explorando la casa o dormitando en los sofás. Por el día se pasa mucho tiempo tumbado, o bien mira por la ventana a los pájaros del exterior. Y, al anochecer, se activa y empieza a correr y jugar por la casa, como hacen todos los gatos. Los primeros días me arañaba mucho con sus uñas afiladas, pero me he comprado un cortaúñas para gatos y he solucionado el problema.

De todas formas, he de estar quince días sin abrir las ventanas ni la puerta de la terraza. En su cerebro, Tarik piensa que ha sido secuestrado, aunque se entienda bien conmigo. Si pudiera salir de la casa, su instinto le llevaría a los tejados del entorno, en busca del camino a Portugal. Transcurridos esos quince días, ya considerará ésta como su casa. Saldrá también a los tejados, pero normalmente para volver, tal vez con un pájaro cazado entre las fauces. También les cuento que, como buen adolescente, hace muchas perrerías y pirulas. Pero curiosamente, sólo las hace cuando estoy yo en casa, imagino que para provocarme. Cuando me voy fuera, vuelvo y no ha hecho ninguna trastada. El miércoles vino la señora que limpia y el gato salió a recibirla con mucho cariño. Hicieron buenas migas, Tarik en todo momento como dueño de la casa. Aquí un retrato de Tarik y un selfie de parejita feliz, en plena siesta compartida.


El miércoles fui a mi clase de guitarra y dejé al gato con la señora que limpia. Cuando volví se puso muy contento. Y el jueves me fui al yoga, seguido de mi habitual comida en Ricla. Eso supone que salgo de casa a la una y media y vuelvo tres horas después. La casa estaba inmaculada. El viernes salí a correr al Retiro, para irme poniendo al día con mis rutinas habituales. Y, después de desayunar y ducharme, le mandé a mi amigo Luis el Charcutero un whatsapp con la lista de cosas que quería comprar y la pregunta de cuándo le iba mejor que fuera a recoger el pedido. Me contestó que mejor por la tarde. Luis es uno de los amigos buenos, siempre de buen humor, a quien hace tiempo inicié en Samantha Fish, y a quien le cuento todas mis aventuras y le muestro las fotos correspondientes. Así que, a eso de las seis, me vestí y subí al mercado, pensando en la cara que pondría mi amigo cuando le enseñara las fotos de Tarik Marcelino.

Luis no estaba en su lugar habitual, medio escondido entre sus jamones, así que yo le entré a sus empleados con la coña habitual: ¿Dónde tenéis al jefe, le habéis dado permiso de fin de semana? Con cara seria, el más viejo de los empleados de la tienda me dijo: ꟷNo, es que ha fallecido. No entendí así de primeras qué me estaba diciendo, así que me puse a gritar: ꟷ¿Qué dices, ha fallecido quién? Me pidió que bajara la voz. Era mi amigo Luis el que había muerto, de un infarto, hacía ya varias semanas. En fin, mientras me iban cortando el jamón, estuve hablando con el hijo de Luis, que me puso al corriente de los detalles. Su padre murió el domingo, día 5, mientras conducía su coche a mediodía. Habían participado ambos en un rally de los que se organizan en los barrios del extrarradio, pasión que ambos compartían. Aquí pueden ver la foto que tenía Luis en su perfil de whatsapp.

Finalizado el rally, Luis le dijo al chico que se iba en su coche a buscar a su mujer para tomarse un vermú con ella. Al poco le llamaron para decirle que su padre había tenido un accidente, muy cerca de allí. Fue corriendo, el coche no estaba muy golpeado pero a su padre lo estaban intentando reanimar. Y los sanitarios le explicaron que tenía toda la pinta de haber sufrido un infarto y por eso se había dado el golpe. Luis era un buen tipo, se me hace raro hablar de él en pasado, acababa de cumplir sesenta y tenía pocas aficiones: la tienda, la familia y el hobby de los rallies que compartía con su hijo. Todo el mundo en el mercado lo apreciaba, la charcutería siempre tenía cola porque con cada cliente hablaba un montón. El carnicero de enfrente estaba desolado, me dijo que todavía no se hacía a la idea.

Yo solía hacer compra allí cada quince o veinte días, pero esta vez tardé más por todos mis líos con el máster de Alain y la visita de los del Congo. Y la cronología del tema es acojonante. Porque Luis me mandó el vídeo que le hicieron en televisión el viernes 3 de marzo. Como les conté, lo recibí en Baeza, adonde había viajado para ver por segunda vez a Ghalia Volt. El sábado volví a Madrid y el lunes 6 publiqué mi siguiente post en el que se mostraba el vídeo de Luis. Sin saber que ya estaba muerto, que se lo había llevado un infarto el día de antes. Esto de las muertes repentinas es horrible para los del entorno. Pero para el propio afectado, es lo mejor. Luis no sufrió, murió feliz, después de practicar su hobby de los domingos que tanto le gustaba, todavía con el mono de corredor, el que se ve en la foto que les he puesto arriba.

El palo es para los que nos quedamos. Yo no le tengo miedo a la muerte, se lo tengo y mucho a la muerte de los demás. El chico de Luis, del que no sé su nombre (siempre lo llamábamos así: el chico), mantiene el móvil de su padre y fue él quien me contestó el whatsapp. Me lo mostró en la tienda. Luis me tenía puesto como Emilio cliente bigotes. Descansa en paz, buen amigo. Esto es lo que hay, no conozco a nadie que no se vaya a morir, detrás de Luis vamos los demás y tenemos que aprovechar para vivir lo mejor que podamos y con una sonrisa de oreja a oreja mientras seamos capaces de esbozarla. La vida es una puta. Pero es un trance que hay que pasar y es mucho mejor llevarlo con humor que no siendo un agobiado y un cenizo.

Otra persona que nos ha dejado estos días es la actriz zaragozana Laura Gómez-Lacueva. Era ésta una mujer realmente peculiar, con un físico poderoso en torno a su enorme nariz, era una mujer a una nariz pegada, érase una nariz superlativa. Y con una vis cómica a la altura de la de Millán el de Martes y Trece. Me fijé en ella por su interpretación de una yonqui desquiciadísima en las Historias lamentables de Fesser. No veo la serie La que se avecina, en donde parece que apareció brevemente en un papel de presidenta de la comunidad de vecinos. Hacía mucho teatro, cómico y no cómico, pero donde realmente daba rienda suelta a su vis cómica es en el programa de la televisión aragonesa Oregón TV, en el que hacía versiones chuscas de éxitos del rock con su banda. En los tiempos más duros de la pandemia, Laura perpetró esta versión de los Cranberries hablando del gel hidroalcohólico que nos hacían echarnos a todas horas. Se lo traigo hoy, como un homenaje a esta actriz realmente única.

Hay que ser realmente una persona muy valiente para sacar un tema como este en medio del drama de la pandemia que tuvimos que sufrir durante tres años. Pero es que realmente los maños tienen un don especial, como los gaditanos, para este arte de hacer versiones chuscas de los grandes éxitos. Para muestra, abajo les dejo este otro vídeo que perpetraron unos tíos de Teruel, parodiando a AC/DC para denunciar la historia de la autopista Madrid-Teruel que prometieron los políticos de todos los partidos y que, a día de hoy, sigue sin construirse. Se la dejo de propina, para que se animen. ¡¡Arriba los corazones!!

Mañana domingo estoy valorando si me sumo a la presentación de la plataforma de Yolanda Díaz. No les extrañará saber que yo soy yolandista a muerte, igual que fui carmenista. Hasta tal punto que casi prefiero que no sumen a Podemos, la plataforma es más clara sin ellos. Esto ya lo explicaré otro día. Tal vez hayan leído que Podemos está pensando en cambiar de nombre. Se barajan estos: Podemos sumar, pero preferimos restar, Podemos cagarla como siempre, Si Podemos dar por culo, para qué vamos a sumar. En fin, vean a los de Teruel. Y sean buenos.

2 comentarios:

  1. Celebro que tengas un gato tan elegante y distinguido. Los gatos tienen algo de terapéutico, como los perros; además hacen que la casa no esté sola y siempre tienes a alguien que te recibe ¡Se os ve geniales a los dos!
    Lo que dices de la censura franquista puede que lo dude alguien que no haya vivido aquel Régimen, pero los que lo padecimos lo tenemos grabado a fuego. En tal censura se producían cosas grotescas como las que cuentas; y yo aporto otra: la modificación de la canción “Ojos Verdes”, cantada extraordinariamente bien por Concha Piquer.
    En una de las muchas versiónes de esta canción Sarita Montiel (artista distinguida del franquismo), efectúa estos cambios.
    Donde dice:
    Apoyá en el quicio de la mancebía
    Miraba encenderse la noche de Mayo
    Pasaban los hombres y yo sonreía
    Hasta que en mi puerta paraste el caballo
    Lo cambia a:
    Apoyá en la trama de de mi celosía
    Miraba encenderse la noche de Mayo
    A clavel y a nardo el aire me olía
    Cuando tu a mi puerta paraste el caballo.

    Es decir, aquí no es que la vida sea una puta, sino que una puta vive la vida. Y además una vida sana, llena de olores y colores con sabor a pueblo y a plenitud. Narra la aventura de una noche, y cuando ésta temina canta:

    Vimos desde el cuarto despertar er día
    Y sonar el alba la torre la vela
    Dejaste mi brazo cuando amanecía
    Y en mi boca un gusto de menta y canela
    El puritanismo religioso impedía que el amor y el sexo existiera fuera del matrimonio, así que ese goce nocturno no se podía tolerar. El cambiazo fue:
    Vi frente a tus ojos despuntar el día
    Y soñar más triste que nunca la vela
    Cuando te marchabas mi boca tenía
    Un sabor amargo a menta y canela

    No sigo que alargo mucho esto. Lo increíble que todavía haya gente que quiere que vuelva aquel disparate.

    Un abrazote.

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    1. Querido, aunque te camufles de anónimo, reconozco tu prosa y me alegra mucho que vuelvas por aquí con tus comentarios.
      Gracias por tu aporte de datos y un abrazote, por supuesto.

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