jueves, 6 de abril de 2023

1.217. Yolandista incondicional

Ahora mismo yo me declaro yolandista y no creo que le sorprenda a nadie. Si están ustedes siguiendo lo que yo escribo en este blog desde hace más de diez años, realmente lo único que me faltaba es una figura política que encarnara todo lo que yo vengo defendiendo y predicando. Creí encontrarla en Carmena (y en su día me declaré carmenista sin fisuras), pero luego esta señora se retiró y yo me quedé huérfano de líderes locales o nacionales. Mis referentes eran Jacinda Ardern, Sanna Marin y otros, pero lo que es por estas tierras no aparecía nadie similar. Ahora ya lo hay y les repito: están ustedes ante un yolandista acérrimo. El domingo pasado no fui finalmente al acto de presentación de Sumar porque me dio pereza, pero lo seguí entero en streaming, cómodamente tumbado en mi sofá. A Tarik Marcelino, le gustó también bastante Yolanda, a juzgar por la atención con la que siguió el acto.

Lo cierto es que, después de un trimestre a ritmo frenético, la visita de los congoleños me acabó de rematar y he entrado en una fase de relax, que me tiene aquí bastante tirado y un poco de bajón por todo lo sucedido en los últimos días, incluida la muerte de mi amigo charcutero. Tarik me hace mucha compañía, es un gato muy majo: listo, guapo, cariñoso, travieso y expresivo. Hace muchas perrerías y pirulas (como destrozarme el cargador del móvil) pero ya les he contado que sólo las hace cuando yo estoy en casa, para provocarme y jugar a que yo le regaño y lo persigo por todas partes. Si me voy tres o cuatro horas fuera, a la vuelta me encuentro la casa sin ninguna avería nueva. Ha aprendido también a dormir en la parte izquierda de mi cama, donde le pongo una manta que le gusta mucho, mientras yo ocupo la derecha. Y, una de las cosas que más le gusta es meterse en la bañera a perseguirse su propio rabo, como pueden ver en este vídeo.

Estoy de bajón, como les digo y creo que este lapsus de la Semana Santa lo tengo que aprovechar para escribir algunos posts de temas que se han tocado colateralmente, pero no se han desarrollado en condiciones. Para empezar, tenemos unas elecciones locales y regionales a menos de dos meses, en las que ya dejé clara mi previsión de que Ayuso y Almeida van a arrasar. Sigo convencido de ello. Y van a arrasar, como también les dije, por incomparecencia del contrario, porque los demás candidatos apenas sabemos cómo se llaman y qué cara tienen. En las elecciones regionales, ya indiqué que iba a votar a Mónica García, anestesista de plantilla del Doce de Octubre, mujer que lideró la contestación contra los recortes a la sanidad pública y jefa ahora mismo de la oposición a Ayuso.

Mi determinación flaqueó ligeramente al enterarme de las informaciones que han salido sobre ella en estos días. En fin, eso de que tiene con sus hermanos un chalé en Camorritos, en una zona pública que les cedieron por unos años y ahora les reclaman, no me parece significativo, en estos momentos me imagino a la Brunete Mediática con todos sus efectivos dedicados a encontrar mierda en el pasado de esta señora y, si todo lo que han encontrado es esto, pues creo que vamos bien. Lo que me hizo dudar de mi decisión de votarla es el otro tema. Las noticias se publicaron el 15 de marzo. Primero se supo que el vicepresidente de Ayuso, cuyo nombre no quiero aprenderme, se beneficiaba del bono social que el gobierno Sánchez ha establecido para ayudar a las familias numerosas a pagar la luz y el gas. Este señor tiene cuatro hijos y puede, con la letra de la Ley en la mano, cobrar esa ayuda. Pero no es políticamente muy presentable, ese bono está pensado para otro tipo de gente, de estratos sociales más bajos. Pero por la tarde, se conoció que el marido de Mónica García, que tiene tres hijos, también cobraba ese bono social.

¿Cuál es el problema? Pues que, entre una y otra noticia, esta señora salió a la palestra a decir que su contrincante político era un impresentable por estar cobrando ese bono. Unas horas más tarde, cuando se supo que su marido también lo cobraba, volvió a salir a la palestra para pedir disculpas, afirmó que ella no lo sabía y que devolvería todo el dinero cobrado por ese programa de ayudas, algo que imagino que el vicepresidente de Ayuso hará también. En este punto, hasta estoy dispuesto a creerme que esta señora no sabía nada. Pero esto me suena a cuando a Ana Mato le crecían como hongos ferraris y porsches en el garaje y decía que no se explicaba el origen de tan sorprendente fenómeno paranormal. Este tema me hizo dudar de mi voto, pero me he reafirmado al ver a Mónica en primera fila del acto de Sumar silbando por el sistema de meterse en la boca dos dedos de cada mano, al más puro estilo cheli.

En la región tengo decidido mi voto, pero en la ciudad la cosa no está tan clara para mí. En principio, ninguno de los candidatos me convence plenamente. En estos caso hay que elegir el voto por descarte uno a uno de los diferentes cabezas de lista. Yo tengo muy claro que no voy a votar a Ortega Smith, un tipo que me parece muy peligroso. Tampoco al alcalde Almeida, a quien en este blog se le conoce caritativamente por El Topillo, para no usar el mote más común que le ha asignado la ciudad. Tampoco puedo votar a Begoña Villacis, un precioso envoltorio de un vacío ideológico y político absoluto. Esta señora, con Rivera y Arrimadas, colonizaron un partido, Ciudadanos, que había nacido como una idea interesante, para desplazarlo cada vez más a la derecha, hasta convertirlo en una marca blanca del PP. Y ahora mismo es incluso una marca blanca de Vox, como se vio cuando Rivera, Arrimadas y VIllacís participaron en una manifestación contra el gobierno español convocada por Vox, a la que Feijoo no acudió y ordenó a Ayuso que tampoco fuera, gesto de cierta autoridad.

Siguiendo hacia la izquierda, tampoco puedo votar a Reyes Maroto, ministra bastante gris del gobierno Sánchez a la que han lanzado a la carrera electoral por el PSOE, como lo que se llama una paracaidista, se ve que no han escarmentado con las experiencias anteriores: Fernando Morán, Trinidad Jiménez, Miguel Sebastian, Lissavetzky y Antonio Carmona. Ninguno de estos paracaidistas se comió una rosca y el dislate culminó con el inefable Pepu, el tipo del que se presupone que era buena gente, aunque no llegó a decir una sola palabra: cuando le pedía la prensa que se pronunciara sobre un tema de actualidad, contestaba siempre que se lo tenía que estudiar mejor para tener una opinión bien fundada. Obviamente no han aprendido de esta larga serie de errores y por eso vuelven a la carga con una desconocida a la que echan al ruedo para que ella sola se defienda como pueda.

Tampoco voy a votar a Podemos, desde luego, y menos con el atleta que se han buscado como candidato. A mí Podemos me gustó en su día, cuando era un grupo coral que intentaba recoger el espíritu del 15M. Después, el señor Iglesias aplicó su ego y su sesgo leninista-jacobino para echar a todos los demás pesos pesados del partido, uno por uno. Más tarde, se volvió loco y, ante el fracaso de su candidatura a la Comunidad de Madrid, hizo lo único que sabe hacer: echar al culpable. En este caso era él, así que se echó a sí mismo. Pero es mentira que se haya ido. Se ha ido sólo de boquilla y sigue como jefe emérito de Podemos (no pensarán ustedes que las señoras Belarra y Montero pintan algo en este entierro, y nunca mejor dicho). El Emérito de Podemos sigue detrás moviendo los hilos y por eso no se han sumado a la iniciativa de Yolanda y se arriesgan a hacer un papelón similar al de Ciudadanos: autodestruirse en unos segundos, que en política duran varios meses.

Intuyendo que Más Madrid se uniría a Sumar, el Emérito de Podemos se apresuró a nombrar al atleta de marras, que fue el primer candidato a alcalde que se definió, hace ya muchos meses. Es una jugada marca de la casa. Con lo que he dicho hasta aquí, cualquiera de ustedes, queridos lectores, deduciría inmediatamente que voy a votar a Rita Maestre, que estaba también en la primera fila de la presentación de Sumar. Pues tampoco. ¿Y por qué? Pues precisamente por fidelidad a los principios que para mí caracterizan a Sumar. Es que esta señora es una fraCasada, como la hemos llamado en el blog hace tiempo. Su oposición durante cuatro años a Almeida, ha sido calcada a lo que hacía el fraCasado frente a Sánchez, hasta que le dieron una patada en el culo. Todo esto se ha ido contando en el blog día a día, no se olviden de que yo estaba dentro del Ayuntamiento. Pero quizá convenga recordarlo resumidamente.

Veamos. Carmena era una juez jubilada a la que Podemos ofreció ponerse en la cabeza de la lista a las elecciones de 2015. Convencerla fue una brillante jugada de Iglesias, que por entonces aún no se había convertido en el Emérito gruñón y tóxico que es ahora. Una observación: como yo no soy un fraCasado, no me duelen prendas en alabar las cosas que hizo bien Iglesias, que fueron muchas. La principal característica de un fraCasado es que estima que su contrincante hace todas las cosas mal, sólo por ser quien es, sin leerse siquiera sus propuestas de ley o decretos (eso hizo el fraCasado y eso mismo hace la fraCasada Rita). Carmena se vio tentada a encabezar esa lista, aceptó y sorprendentemente ganó, o más bien perdió Esperanza por burra y maleducada. Entonces, esta señora se encontró al frente de un grupo de políticos bisoños cuyo desempeño apuntaba a bastante incierto.

Algunos de estos políticos de la lista de Carmena, aprendieron sobre la marcha e hicieron un buen papel, como Rita Maestre o José Manuel Calvo, el titular de Urbanismo. Otros demostraron desde el minuto uno que eran unos petardos, como Rommy Arce, Mercedes Galcerán, Celia Mayer o Sánchez Mato, un tipo con algo más de nivel, pero muy radical. Carmena comprendió que al frente de ese ganado, no podría hacer gran cosa y se apoyó en algunos de sus amigos anteriores, a los que ella podía nombrar, como Luis Cueto, coordinador general de la Alcaldía, Felipe Llamas, su jefe de gabinete o Marta Higuera, primera teniente de Alcalde. Con ese plantel, hizo lo que pudo y a base de mucha implicación personal, mano izquierda e imaginación, consiguió hacer cosas muy interesantes. Para mí fue una legislatura brillante y creo que no ha habido nadie de esa altura en la Alcaldía desde Tierno Galván.

Llegó 2019. Carmena era la favorita según todas las encuestas. Y quiso hacer una lista electoral un poco más profesional y brillante que la anterior. Por cierto, aquella lista que había encabezado en 2015, llena de petardos y pedorros, había surgido precisamente de unas primarias abiertas, como las que ahora reclama el Emérito. Y, también por cierto, el fraCasado fue nombrado igualmente tras unas primarias abiertas, las únicas que ha hecho el PP en toda su historia. Cuidado con la primarias abiertas, que las carga el diablo.

Para la confección de la candidatura de 2019, Carmena propuso lo habitual: reunirse con Podemos para elaborar una lista consensuada (uno de papá, uno de mamá, etc.). Podemos designó para esa negociación al General que Vino del Frío, un tipo del que no se ha vuelto a saber nada más. Carmena quería poner en puestos destacados a los concejales anteriores que habían mostrado capacidad para el cargo y a los colaboradores que ella había nombrado directamente, como Cueto o Llamas, a los que había convencido de que se propusieran como nuevos concejales. La negociación iba por buen camino, hasta que el jodido General filtró a la prensa una mañana una lista supuestamente definitiva en la que los candidatos de Carmena estaban al final, en los puestos que no dan derecho a sillón. Ese mismo día, todos los carmenistas se dieron de baja en Podemos. ¿Fue esa una ocurrencia del General? Obviamente no, este señor ni pinchaba ni cortaba, la jugada tiene toda la vitola del futuro Emérito, que ya empezaba a mostrar la patita de su verdadero talante.

Es curioso cómo la gente se ha olvidado de que la historia fue exactamente así. Desde el actual entorno de Podemos se dice ahora que Carmena se equivocó. Como Gorbachov que, según estos mismos, también se equivocó. Pero las cosas fueron como yo se las he contado. Tras ello, Carmena se vio fuerte, ella era la que había llevado la carga de la política local durante cuatro años, era popular y la gente la quería. Y pensó que podría volar sola. En ese vuelo, se asoció con Errejón y se presentaron a las elecciones, seguros de ganar en la ciudad y con posibilidades en la región frente a una entonces desconocida Ayuso. Pero Carmena no contaba con la labor de zapa del Emérito. Aquí aparece la candidatura de Sánchez Mato, que hizo mucho daño.

Sánchez Mato es un economista brillante que lo estaba haciendo bien al frente de la concejalía de Hacienda. Pero le salió un lado kamikaze, se vino arriba y se le ocurrió nada menos que ir a Bruselas a denunciar ante las autoridades económicas de Europa que el ministro Montoro estaba asfixiando al Ayuntamiento de Madrid con una especie de intervención (heredada de los gastos del manirroto Gallardón), motivada sólo porque el gobierno del estado era de distinto partido que el de la ciudad. Él (él zolito) había ideado una línea alternativa, pero Montoro no quería ni escucharle. Por eso acudía a Bruselas (por cierto sin autorización de Carmena). Y los de Bruselas no tardaron en telefonear a Montoro para contárselo. A partir de aquí Montoro se mostró dispuesto a negociar directamente con Carmena, con una única condición: que cesara a Sánchez Mato. Carmena lo cesó y encontró una vía intermedia entre ambas líneas, que permitió respirar al Ayuntamiento el resto de la legislatura.

Sánchez Mato el defenestrado se erigió en portavoz de todos los otros marginados de Carmena (Arce, Galcerán, Mayer) y se animó a montar una candidatura alternativa a la de la alcaldesa. Otro dato colateral: la concejalía de Cultura tuvo que ser asumida personalmente por la propia Carmena, ante la falta de talla de los petardos de su lista, surgida de primarias abiertas. Y se llegó a las elecciones. Carmena pensaba que iba a ganar, pero perdió. Le faltaron exactamente 100.000 votos. Ya he explicado las causas de esta derrota, incluso perdí a una buena amiga, seguidora del blog, que se ofendió al verse aludida por estas explicaciones. Como no confío en la memoria de mis lectores, lo vuelvo a repetir resumido.

40.000 votos fueron a la basura: los cosechados por Sánchez Mato. El último día de campaña, todos los partidos cerraron con un gran mitin en Madrid. ¿Todos? No todos. Podemos cerró en Tenerife. En el aeropuerto de Barajas, al Emérito, que se aprestaba a volar a Tenerife, le pusieron un micrófono en la boca y le preguntaron que a quién apoyaba en Madrid. Y dijo que a Sánchez Mato. Esto está en las hemerotecas. Además de la influencia del voto a Sánchez Mato, hubo otros dos factores. Se produjo una gran abstención en los distritos obreros del sur, que habían apoyado masivamente a Carmena en 2015. Algunos, hastiados de contemplar la pelea entre las propuestas de izquierdas, no votaron. Otros dieron por segura la victoria de la alcaldesa y se fueron al campo. Pero hubo también un grupo grande de gente desencantada, que yo personalicé en el abuelo que había votado a Carmena pensando que le arreglarían el bache delante de su casa y cuatro años después el bache seguía allí, mientras el Ayuntamiento se vanagloriaba de la Gran Vía, la plaza de España y otras obras en el centro. Así que decidió no votar.

Por si fuera poco con esto, surgió un tercer factor: la debilidad de la propuesta del PSOE, encabezada por el inefable Pepu, una ocurrencia del peor Sánchez. Con todo ello, Carmena perdió la alcaldía y se retiró de la política, como había prometido. Y accedió al puesto el Topillo, que nunca había soñado en ganar y por eso prometía tonterías como lo de anular Madrid Central. Esta es otra línea de los fraCasados de la política: prometer que van a derogar todas las normas del anterior. No sé si se acuerdan, pero Rajoy prometió que, en cuanto ganara, volvería a permitir fumar en los bares. Y bajar cargas fiscales, que luego tuvo que subir por la crisis. Ya saben también que, preguntado al respecto, declaró que él no estaba haciendo lo que había prometido, sino lo que había que hacer.

Almeida se vio enseguida sorprendido por la pandemia y llamó a todos los grupos a dejar de lado sus diferencias para luchar codo con codo contra la emergencia. Gesto loable que todos aplaudieron. Pero, en el grupo de Más Madrid se vio enseguida que había dos sensibilidades: los carmenistas (Cueto, Llamas, Higuera y Calvo) que eran partidarios de dedicarse a hacer oposición constructiva, y los errejonudos, encabezados por Rita Maestre que, en vez de hacer política local e involucrarse en la gestión municipal, se enfrascaron en la tarea de elaborar unos estatutos para convertirse en partido político (la lista de Carmena era una agrupación ciudadana, sin ningún partido detrás). Se tiraron prácticamente dos años en esa tarea, en la que los cuatro carmenistas no colaboraron. Y un día llegaron con esos estatutos y se los impusieron al grupo como un trágala.

Inmediatamente, los cuatro carmenistas se salieron de Más Madrid y formaron Recupera Madrid. Y aquí viene el tema clave: el Madrid Central. El tema es clave para mí, porque vivo aquí, dentro de su perímetro. El barrio de las Letras fue cerrado al tráfico para los no residentes por Gallardón, junto con otros dos o tres. Lo que hizo el Madrid Central de Carmena fue unirlos todos con un solo límite, incorporando algunos nuevos. Les cuento esto porque en mi barrio llevamos cerca de veinte años sin tráfico de paso y estamos encantados. Almeida, como no pensaba ganar, prometió anularlo. Y hasta lo llegó a intentar, pero se enfrentó a los tribunales (supensión cautelar), a los vecinos (manifestación masiva en pleno agosto de 2019) y a Bruselas que inmediatamente revivió las multas al estado español por la contaminación de Madrid, que estaban en suspenso precisamente por la aprobación de Madrid Central.

Almeida había prometido una cosa que era imposible y que no convenía a la ciudad. ¿Qué podía hacer? Pues lo que hizo: cambiarle de nombre. Intentó aprobar a la carrera una nueva ordenanza medioambiental que llamó Madrid-360. Pero entonces se encontró con un problema: Vox quería derogar de verdad Madrid Central, que consideraba una propuesta comunista. Son tan burros que pretendían que por mi barrio y aledaños volvieran a entrar los camiones. A Almeida le faltaban tres votos. Y Recupera Madrid tenía cuatro. Empezaron a negociar. A todo esto, los jueces, que tienen un peligro de la hostia, examinaron el viejo recurso del PP contra Madrid Central y encontraron un defecto de forma: no se le había dado suficiente difusión como marca la ley. Tiene cojones que el señor juez (¿sería de Vox?) decida anular una ley de la que depende la salud respiratoria de la población por un defecto de forma.  

Los tiempos apremiaban. Almeida necesitaba aprobar como fuera el Madrid-360 antes de que entrara en vigor la anulación de Madrid Central y ya el señor juez había enviado una providencia de apremio diciendo que no se estaba cumpliendo su sentencia. Cueto y los suyos llegaron a un acuerdo con el alcalde y salvaron Madrid Central. Los de Vox pusieron el grito en el cielo, diciendo que ellos habían apoyado a Almeida para que derogara Madrid Central. Y la fraCasada Rita no se quedó atrás. Esta señora, durante los dos primeros años de legislatura se dedicó a elaborar los estatutos de su partido y durante los dos siguientes a perseguir incluso judicialmente a los de Recupera Madrid, a los que acusa de tránsfugas. Para mí, estos señores, con Cueto a la cabeza, han salvado a mi barrio de la vuelta de la contaminación y les estoy muy agradecido.

Porque, a nuestros efectos, Madrid Central sigue en vigor; en realidad los de Vox dicen la verdad. La que no dice la verdad es la fraCasada Rita, como les voy a explicar. En la práctica, las modificaciones en el régimen de Madrid Central son dos. UNA: las motos de fuera, que antes podían entrar hasta las 22.00, ahora pueden hacerlo hasta las 23.00. DOS: se ha regularizado la situación de los comerciantes que no residen en el barrio pero quieren acceder a su comercio en coche. En realidad, los comerciantes que necesitan entrar en coche, ya lo hacían antes, mediante diversas picarescas: amigos que les invitaban a entrar, acuerdos con los vigilantes de los parkings para aparcar en plazas vacantes. Ahora pueden entrar legalmente, como los residentes.

Y aquí viene lo que dice la fraCasada Rita. Según esta señora, el censo de comerciantes del barrio es de 15.000. Cierto. Y a cada uno se le ha permitido registrar tres vehículos. También cierto. Pero lo que es falso es que cada día cada comerciante entre en el centro con sus tres coches. Normalmente entrará con uno o ninguno, como hacía antes. Pero ella hace una simple multiplicación y dice 3x15=45. Cada día entran en el barrio 45.000 coches que no entraban antes y, ya puestos a redondear, en sus últimos discursos habla de 50.000. Pero, señora mía ¿es que cree usted que si cada día entrasen 50.000 vehículos más en el centro, los residentes no lo hubiéramos notado? Esta señora miente y lo sabe. Los que no mienten son los de Vox cuando dicen que Almeida prometió derogar Madrid Central y ahora lo apoya.

Esta es la historia por la que yo, yolandista perdido, no puedo votar a la fraCasada Rita. Y ese último eslabón de mi rechazo a todas las candidaturas, me llevaba de cabeza a la abstención electoral, algo que pienso que no está bien, pero no veía otra salida. Hasta que me ha llegado la solución: resulta que se presenta Luis Cueto al frente de Recupera Madrid, donde ya sólo quedan él y Calvo, los otros dos se han seguido dividiendo como las amebas, tal como yo pronostiqué. Con mi idea de abstenerme, iba a tirar mi voto a la basura. Y votando a Cueto también, aunque con un matiz: con Cueto voy a tirar mi voto a la basura, pero con clase. De hecho ya le he escrito, le he ofrecido mi apoyo en la forma que me lo requiera y estoy conectado por Facebook al grupo de su candidatura. Incluso le he ofrecido mi eslogan: con Cueto tire usted el voto a la basura, pero con clase. Tengo pues mi voto decidido. Y a mi gato le parece muy bien. Así que lo acostumbrado: que pasen ustedes una feliz Semana Santa. Les dejo con una imagen de mi candidato a alcalde. Sean buenos.

2 comentarios:

  1. Es una preciosidad el ingenuo Tarik. No me extraña que te tenga encandilado.

    Y coincido contigo en que la muñeca pepona y el topillo saltarín arrasarán en Madrid, ahora que se han comido a los inútiles de CS. Madrid no tiene arreglo. Y no creo que el problema de la izquierda sea el perfecto desconocimiento de sus candidatos. Quién conocía a Almierda y a IDA antes de los pactos que los auparon a sus balcones? El PSOE ya puede presentar a Rosalía y a Antonio Banderas, no se come una rosca en Madrid. Porque Madrid no tiene memoria, ni vergüenza, porque le importa un bledo la muerte de 7000 mayores sin asistencia, sin compañía, sin dignidad. Y mientras tenga una terraza para tomar una birra, no se parará un segundo a pensar que el precio de esa cerveza es el presupuesto que esa iluminada asigna a las cuatro comidas diarias de los residentes. A los supervivientes de la pandemia los matará de hambre o de asco. Pero Madrid está con los indignos antes que con los indignados.

    Y mientras tanto, en la izquierda, lo de siempre, el Frente de Liberación de Judea contra el Frente Judío de Liberación. Anda y que los zurzan!

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    1. Querida, tu reflexión es sombría y merecida, ajustada a lo que podemos observar a nuestro alrededor en esta especie de pueblo grande que es Madrid. Pero, una vez hecha la reflexión, hay que seguir empujando en la dirección correcta, aunque sea por acercarnos un poco a un cambio de tendencia. En 2015 yo estaba convencido de que ganaba Esperanza y al final perdió. Algún día sucederá de nuevo. De momento, yo estoy recogiendo firmas para ver si llegamos a las 8.000 que le exigen a Recupera Madrid para poder siquiera presentarse a las elecciones.
      Un abrazo fuerte.

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