jueves, 20 de mayo de 2021

1.052. I still haven't found what I'm looking for

¿Cómo dicen? ¿Que no entienden el título del post? Ya empezamos. Pues no sé qué hacen en este blog, joder, esta es una página para gente plurilingüe, como por ejemplo yo, que me manejo en inglés, francés, gallego y otras lenguas vernáculas. Es algo que requiere un esfuerzo, pero al menos hay que intentarlo; si no, se queda uno a dos velas. Ustedes, queridos lectores, a quienes tengo por acreditados políglotas, no deberían requerir traducción para frases como esta. Vale, ya no les vacilo más, lo que dice el título del post es lo siguiente: todavía no he encontrado lo que estoy buscando. Una sensación con la que me identifico totalmente, en mi condición de adolescente de 70 años a punto de recibir la segunda dosis de la vacuna Pfizer o Pfeiffer. Estoy en un momento de cruce de caminos, de decidir qué coño voy a hacer con mi vida de aquí al final. Es una encrucijada en la que debo pararme un instante y meditar.

Todavía no he encontrado lo que estoy buscando. ¿Y qué es lo que busco? Pues tal vez ese centro de gravedad permanente que definió con precisión certera el recién fallecido Franco Battiato, un tipo estupendo del que soy seguidor desde hace mucho. Su canción Centro di gravitá permanente fue todo un hito en la música italiana, que se editó en single nada menos que en 1981. Y yo me compré ese single y bailé muchas veces al ritmo de esa tonada hipnótica que desgranaba una pulsión existencial. Sucedía eso unos diez años antes de que nacieran mis hijos, que andan ya por la treintena, así que ya ha llovido. Pero aún conservo ese single, ciertamente con alguna mancha de cubata, pero intacto, como pueden ver en la foto.

Battiato fue un siciliano de Catania, lo cual es ya un nivel, con una curiosidad infinita por la filosofía, las culturas autóctonas de todos los países del mundo, la pintura, la literatura en todas sus formas y por supuesto la música. Estudió con Stockhausen y otros músicos clásicos y supo compaginar ese lado tan intelectual con unas propuestas al alcance de cualquiera, que demuestran que lo bueno y lo comercial pueden convivir (como en los Beatles) y que la gente se esfuerza por entender cosas complejas cuando se las explicas y se las sabes presentar bien. Franco no perdió nunca su aire de profesor de secundaria despistado, al que para nada se le subió la fama a la cabeza, con su proverbial corbata y su nariz superlativa (era sin duda un tipo con olfato de gol o, habría que decir aquí, de excelencia).

Fue también un hombre comprometido, que intervino en el concierto homenaje al asesinado juez Falcone, celebrado en Palermo, un evento del que se borraron por miedo todos los demás grandes artistas del rock italiano, sólo quedó él, que encima era siciliano. Y de la misma forma fue a tocar a Bagdad en 1992, recién acabada la primera Guerra del Golfo, en donde dio un concierto benéfico contra todas las guerras, en pleno régimen de Saddam Hussein, evento para el que se dejó una barba negra de ayatollah que le permitió integrarse mejor en el contexto. Este hombre siempre ha ido a su bola. Escuchemos su famoso Centro di gravitá permanente. Me fastidia que Youtube tenga este vídeo con una resolución tan baja, pero es lo que hay.

Un músico muy grande Battiato y una canción histórica esta, que se merecería un vídeo mejor. Más abajo tal vez les ponga otra canción de este señor. Pero estamos en lo de la encrucijada y la elección del camino más conveniente en la búsqueda de ese centro de gravedad permanente. Cuando estás en una carrera de running, hay un momento en que ya has adelantado a todos los lentos y estás lejos de todos los rapidillos. En ese instante encuentras un ritmo en el que sientes que podrías seguir indefinidamente sin cansarte y a tu mente llega la sensación de que ya has encontrado tu sitio en la carrera. También en ciertos viajes por carretera hay un momento en el que ya has dejado atrás todo el tráfico pesado, te han pasado todos los cagaprisas y comprendes que ya has encontrado tu sitio en la carretera y la velocidad a la que seguir cómodamente. 

Ahora mismo, estoy yo buscando ese lugar en mi trayectoria vital. Me llama la atención una cosa: el último post ha tenido un número inusitado de visitantes y no entendía por qué. Ahora he caído en que el título era negativo Cuando lo planeado sale mal y muchos de mis lectores se han abalanzado sobre el post para saber si me había pasado alguna putada y recrearse en mi desgracia, que ya está bien de tanto presumir de lo bien que me va todo y cómo me lo estoy pasando. Hay mucha envidia en el mundo, disculpen, no pretendo insultarles, y sucede también que la tristeza y la melancolía venden más que la alegría, en términos estrictamente literarios. El otro día tuvimos la sesión de Billar de Letras con Carlos Castán, un escritor muy bueno, pero siempre con un punto fatalista; a sus personajes casi todo les sale mal, quizá recuerden el cuento que les transcribí, en el que el prota intenta huir de su mundo y lo bloquean su señora y su suegro en la estación de tren de la pequeña ciudad.

Es una constante en la narrativa de Castán la frustración de los sueños de sus personajes, que siempre están pensando en romper con todo y largarse, pero al final renuncian porque les da miedo abandonar el calor del hogar o del grupo, o simplemente de lo conocido; les produce un cierto vértigo dar el salto y quedarse en esa especie de intemperie anímica, en donde tienes que valerte por ti mismo. No comparto ese sentimiento un poco cenizo de Castán, yo he roto muchas veces en mi vida con entornos de confort y puede decirse que finalmente estoy en esa intemperie que temen los citados personajes. En los cuentos de Castán abundan las sensaciones de fracaso, de frustración, la resignación, el tedio, la nostalgia de una situación imaginada a la que nunca se llega, por miedo o por debilidad de carácter. A mí alguien me pronosticó hace décadas que terminaría solo, por mi forma de ser. Y así es como estoy. Para vivir en esa intemperie no sirve cualquiera, pero yo tengo un cierto ramalazo de misantropía y por eso estoy bien (el blog es sin duda una buena ayuda).

Hace como un año por estas fechas (10.05.2020) escribí un post llamado Walking in the street en el que me mostraba cabreado por el hecho de que el número de visitantes del blog se estaba reduciendo por días y donde amenazaba veladamente con cerrarlo. Recibí muchas llamadas, mensajes y comentarios de ánimo. En el siguiente post expliqué por qué estaba tan enfadado, pero ambos fueron textos limpios, sin fotos ni vídeos. A continuación, el 16 de mayo, retomé mi dinámica habitual, con un post significativamente llamado Ya estoy de vuelta, que se cerraba con un vídeo que acababa de descubrir. Fue el primer vídeo de Samantha Fish que les traje al blog. No imaginaba entonces que un año después seguiría enganchado a esta mujer magnífica. Estos tres posts fueron una especie de punto de inflexión en la trayectoria del blog.

Un año después estoy en un momento similar. El lunes estuve toda la mañana en el Jurado de Reinventing Cities y experimenté como una sensación de punto final, como algo que se rompía para siempre y me temo que ya no voy a querer seguir colaborando con el Ayuntamiento en el contexto político en el que estamos. La señora Ayuso y el fraCasado han tocado a rebato y parecen dispuestos a estar dos años de campaña electoral para echar a Sánchez de la Moncloa. Y el alcalde Almeidinha tiene que seguir sus dictados porque es un hombre de partido y ha de hacer lo que le digan. En cuanto a Ciudadanos, parece claro que su estrategia va a ser suplicar que les voten: por favor, por favor, que nosotros también somos de derechas, que incluso somos los que inventamos el término sanchismo, que lo de Murcia fue un paso en falso, pero no vamos a desautorizar toda una trayectoria política por un simple error.

El equipo municipal que gobierna Madrid me parece muy malo, una de las últimas que han hecho ha sido cerrar el Medialab, que sigue funcionando hasta el día 6 de junio porque tenía compromisos contratados, pero luego desaparecerá. Mi ciclo en el Ayuntamiento ha terminado y tengo que asumirlo. A mí ahora el Estado me paga una pensión que me da lo suficiente para vivir, al menos hasta que se pueda viajar y tenga más gastos, y ya no tengo por qué rendir pleitesía a nadie. Así que puede que sea esto lo último que diga al respecto. Tampoco tengo muchas ganas de seguir comentando la actualidad política, es penoso todo lo que está sucediendo en Gaza y en Ceuta y en Colombia y en tantos otros sitios. 

Entre las etiquetas de mayor tamaño del blog (aquí a la derecha en el mapa de etiquetas), destaca una que llamé La Situación. Iba a llamarla Actualidad, pero pensé que lo que está hoy de actualidad, si a ustedes se les ocurre leerlo dentro de dos años ya no estará de actualidad. De ahí lo de La Situación. Pues creo que a partir de ahora voy a hablar menos de la actualidad del mundo y más de temas introspectivos. Pero no duden de que este foro va a seguir teniendo una pretensión de exquisitez, un punto dandy o más bien cool. Es algo que viene de serie en alguien que se tomó sus primeros cafés en lugares como el Cantón Bar o el Galicia, lo más cool de La Coruña. Mmmmmm... aquellos inolvidables cafés solos con su regusto a achicoria. Toda una seña de identidad.

Así que me van a permitir que en adelante me vuelva un poco hacia mi interior. Yo soy un privilegiado del mundo, es antiestético que me queje y cualquier comentario que pueda hacer en este momento sobre la actualidad ha de ser por fuerza negativo. El otro día tuve mi primera sesión telemática de yoga y tal vez eso me ha influido y me está induciendo este discurso que les estoy calzando, Fueron dos horas seguidas de yoga, guiadas por mi profesora Elena, la de los relatos orales de mujeres. Acabé sudando y agotado. Mañana jueves tengo la segunda sesión y luego decidiré si me apunto a seguir en modo presencial (estoy bastante decidido a hacerlo). Ya me voy enterando de los principios y hasta hemos hablado del tercer ojo que, contra lo que yo creía, no tiene nada que ver con lo que en mi familia se llamaba el ojo moreno. El yoga tiene también algo de danza, como esa coreografía cósmica a la que convocaba Franco Battiato en esta otra canción.

Creo que, mientras no se pueda viajar, es posible que mi vida se base en varios pilares que voy teniendo claros: el running, la guitarra, el inglés y el yoga. Y el blog se nutrirá de ellos. Y, por supuesto, del blues y de Samantha Fish y de la literatura y de la jardinería y todo lo demás. Pero no de los periódicos. Esto no es más que una intención, que puede que siga o que abandone enseguida y me ponga otra vez a hablar de las noticias. Por ejemplo, del tema de la necesaria refundación de Podemos, que en mi opinión debería empezar por cambiarse de nombre. Como les dije, a mí ese nombre nunca me gustó. Rezuma populismo barato y se presta a innumerables retruécanos chuscos. Yo recuerdo varios concretos salidos de este blog: Queremos-Y-No-Podemos, Podemos-Cagarla, Unidos-Podríamos. Ahora mismo, yo les llamaría Ya-No-Podemos. Así es que mi consejo es que se cambien de nombre.

Ya ven que empiezo por incumplir mi propósito de no hablar de la actualidad, desde el interior mismo del texto en que lo proclamo. Este post llega bastante retrasado respecto a mi ritmo programado, pero es que en esta semana se me ha juntado un montón de acontecimientos que apenas me han dejado descansar y que han tenido una intensidad bastante marcada, desde el Jurado de Reinventing en el que tuve la sensación de que era un momento de punto final, de que algo se estaba rompiendo para siempre, hasta mi primer contacto con el mundo del yoga, en el que mi sentimiento fue antitético con el anterior, fue más bien una sensación de estarme internando a tientas en un mundo nuevo. Mientras tanto, me he reunido por fin con mis hermanos después de más de un año sin vernos en persona. Todo eso ha hecho que no me quedara margen para ponerme a escribir.



Este post ha querido ser también un homenaje a la figura de Franco Battiato, un alma gemela, un tipo muy inquieto que terminó por volver a los orígenes, a su casa de campo en las faldas del Etna en donde consumió esa fase de intemperie vital en la que uno encuentra finalmente lo que está buscando. Yo no lo he encontrado todavía, pero estoy en ello. Las canciones de este hombre se escribieron en un italiano delicioso que supongo que no ha sido difícil de entender para unos políglotas acreditados como ustedes. Pero, como ya me he reído bastante de ustedes con este asunto de las diferentes lenguas que habitan en nuestra Torre de Babel, pues les voy a dejar con un vídeo sobre la magnífica canción que se titula igual que este post. 

Es ya jueves por la mañana, ayer no me dio tiempo a terminar mi texto y les estoy hablando del grupo U2. En este vídeo, por fin uno con buena definición, tienen la letra sobreimpresa en inglés y en español, sobre una imagen impactante de la gran urbe, ese lugar en el que yo me encuentro tan a gusto en medio del ruido y la polución. Voy a cortar un momento para asistir a mi grupo de inglés y después tendré el tiempo justo de publicar este post antes de mi segunda sesión de yoga y, tras un breve descanso para comer, coger el Metro hasta la Fundación Jiménez Díaz donde me pondrán la segunda dosis de la Pfizer. Pórtense bien y no desfallezcan, esto no ha hecho más que empezar. Pónganse la pantalla grande, please.  


2 comentarios:

  1. Eso de detenerse un momento a la vera del camino, para recapacitar acerca de adónde quiere uno ir, y por dónde quiere hacerlo, suele dar buenos resultados y siempre favorece el equilibrio anímico.

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    1. Querido ateo piadoso, tus consejos son siempre escuchados en este foro y bien valorados. La sabiduría siempre es útil. Un abrazo, amigo.

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