miércoles, 12 de mayo de 2021

1.050. Jardinería, política y rock'n roll

Les dije el domingo que pensaba dedicar la tarde a mis labores jardineras: no pude; llovía y hacía un viento del demonio. El lunes tuve toda la mañana ocupada por el Jurado de Reinventing Cities, primera jornada, que me obligó a estar en la oficina a las 8.30, después de atravesar un atasco de los de antes. La sesión empezó a las 9.30 y terminamos cerca de las 14.30. Como se imaginan, no me está permitido comentar nada de este asunto, por ahora. Comí en el restaurante de mis amigos a quienes encontré muy bien, esperanzados con la apertura del FITUR que será el miércoles de la semana que viene. Por la tarde me dediqué a tareas dispersas, estaba cansado y no me apetecía mucho ponerme con las plantas. Ayer por fin cumplí con mis deberes. Entre ellos, tenía que trasplantar a un tiesto más grande mi nueva dipladenia, que sustituyó a la que se cargó Filomena, finalmente la única víctima de la tormenta en mi terraza. Vean cómo se ha puesto. Aquí está ya trasplantada.

Pero tenía una segunda tarea, que tiene su historia. Resulta que mis tiestos de interior provienen en su mayoría de los que salvé de la demolición del edificio histórico de la Gerencia de Urbanismo, antes de que nos desterraran al APOT, un lugar que durante un tiempo fue llamado en este blog la Isla de Alcatraz. Y un buena parte de esas plantas son potos, una especie bastante vulgar que se reproduce con mucha facilidad. Más o menos en Navidad le corté un brote a una de estas plantas y lo mantuve unos meses en agua para replantarlo en otro tiesto.

Cuando tuvo bastante raíz, bajé a la tienda de mis amigos floristas y compré un envase de tierra universal de 5 litros. Hice el trasplante y esperé. El poto iba bien, progresaba normalmente, pero un día vi que le salía algo parecido a una mala hierba, de color morado. Siguiendo mi primera impresión, tiré enérgicamente del tallo de esta hierba okupa, pero resistió como un hombre. Admirado por esa resistencia, decidí indultarla y ver cómo evolucionaba. Un tiempo después, se había convertido en un magnífico trebol gigante de color morado como ven en las fotos de abajo.

Ya ven qué bonita se puso en poco tiempo. No sólo eso, sino que he podido observar que al anochecer se recoge a dormir y pliega sus tres alas moradas para pasar las horas oscuras e inciertas de la noche. Es un ser vivo muy especial y ya he empezado a sentir que me hace compañía. Le hice estas fotos con el móvil y empecé a enseñárselas a todo el mundo. Pero nadie tenía ni idea de qué clase de planta era esa. Hasta que se la enseñé por videollamada a mi hijo Lucas que, según pude comprobar, además de saber un huevo de química, también sabe de plantas. Me dijo que es una planta valiosa, que se llama Oxalis Triangularis (no es coña). También suele ser conocida por trébol mariposa. A partir de eso, bajé a consultar a mis amigos floristas. Me confirmaron que es una planta valorada, de origen brasileño y muy resistente. Y que además da unas flores blancas muy vistosas.

El oxalis sale de un pequeño bulbo que seguramente se había colado de polizón en el paquete de tierra que me vendieron (por eso no podía yo arrancarla). Y me dijeron que es mucho más valiosa que el poto. Me aconsejaron pasarla a una maceta exclusiva y sacarla a la terraza a un lugar a la sombra. Otra alternativa era sacar el tiesto al exterior tal cual y, si el poto se marchita, que se joda. Pero elegí la primera, por una cuestión casi de orden ético. Esta planta ha hecho un largo viaje hasta llegar a mi casa y debo acogerla y protegerla, como un ser vivo portador de buenos augurios. Así que ayer dividí la tierra en dos, y puse cada mitad en un tiesto diferente. Durante toda la manipulación, mi ya querida oxalis se recogió sobre sí misma igual que hace por las noches, de lo cual deduzco que es una planta con capacidad para sentimientos como el recato o el rubor. En el nuevo tiesto, se vencía hacia un lado, así que le hice un trípode con unas cañas que corté para ello. Sólo cuando vio que se sujetaba y que ya la dejaba en paz, volvió a desplegar sus tres alas magníficas, como ven aquí.

Mis amigos floristas me han enseñado a entender las plantas como seres vivos y tratarlas como tales. Por cierto, uno de ellos está muy interesado en que le enseñe a correr, una vez se recupere totalmente del Covid. Le he dicho que la primera clase es teórica, que quedaremos en un bar a tomar un café o una caña (gracias a Ayuso) para que le explique los fundamentos. Esta es una de las ventajas que tiene vivir en un barrio de los de antes. Juanmi Guitar también me dijo que le gustaría salir conmigo al Retiro a ver si consigue no asfixiarse a los cien metros. Aquí formamos un núcleo modesto, Alejandro y Fernando del Matilda, Jurgen de La Pelu, Julian y Juanjo de la floristería, Luis y Vicky de La Pitarra, Juanmi Guitar y algunos otros. Formamos un pequeño ecosistema en el que nos ayudamos y nos apoyamos cuando se requiere.

Y que no se le ocurra al señor Almeida abrir nuestro barrio al tráfico. Ayer se conoció la resolución-o-lo-que-sea, del Supremo contra Madrid Central. Por si lo han olvidado, mi barrio ya estaba cerrado al tráfico de paso, como APR, Área de Prioridad Residencial, junto con otras zonas céntricas en las que el tráfico lo limitó el señor Gallardón. Así que entiendo que no está afectado por la resolución-o-lo-que-sea del Supremo. Lo que hizo la señora Carmena fue englobar todas las APR delimitadas por Gallardón, junto con alguna de nueva creación, en un área unificada que llamó Madrid Central, lo que simplificaba la comprensión por los conductores. Gracias a esa medida, la Unión Europea suspendió las enormes multas que tenía ya preparadas para ponérselas al Estado español por la mala calidad del aire en sus dos principales ciudades.

El tontorrón este de Almeida, presentó un recurso en los tribunales contra la creación de Madrid Central, cuando estaba en la oposición. Si fuera más listo, se hubiera dado cuenta de que no todo lo que hacía Carmena estaba mal. Cuando ganó la alcaldía anuló Madrid Central como había prometido en campaña, pero una semana después tuvo que dar marcha atrás por un triple motivo: esa suspensión fue recurrida también en los tribunales que la anularon cautelarmente, la gente se opuso en una manifestación multitudinaria y Europa amenazó con poner de nuevo en marcha el procedimiento sancionador, que se mantenía latente. Todo esto es una consecuencia de la forma en que la derecha hace oposición, criticando todo indiscriminadamente sin siquiera estudiárselo, sólo porque lo propone la izquierda cuando está en el poder.

Con el tiempo, el equipo de gobierno se ha dado cuenta de que la medida no debía revertirse, pero quedaba el recorrido de su recurso, que el Supremo ha acabado por aceptar, metiéndoles en un lío. Ahora habrá que ver como resuelve semejante embrollo, este (en sus propias palabras) fascista, pero que sabe gobernar. Si Europa nos multa, tiene un recurso fácil: decir que la culpa es de Sánchez, como todo lo demás, incluida la Filomena. Sería, sin embargo, muy apreciado por todo el mundo que algún día reconociera que se equivocaron con ese recurso, como se equivocó Rajoy recurriendo el Estatut, lo que estuvo en el origen del incendio posterior de la situación catalana. El problema es que aquí no se disculpa nadie.

Pero vayamos al fondo del asunto: por qué la derecha se empeña en poner palos a las ruedas de la izquierda recurriendo cualquiera de las medidas que se ponen en marcha. Pues la respuesta es clara: para dar por culo, para desanimar al contrario y quitarlo de un poder que siempre consideran que deberían ostentar ellos, por una especie de derecho de pernada. Se han acostumbrado a hacerlo así, desde el Váyase señor González, gran creación del malévolo MAR. Durante toda la pandemia se ha visto ese modus operandi. Hace poco llegó a mi móvil un meme que me parece genial y que resume ese comportamiento. Véanlo.

No se puede sintetizar mejor la práctica cotidiana del fraCasado y su gente. Se pasaron todo el primer encierro proclamando que Sánchez quería tenernos encerrados para instaurar una dictadura bolivariana y leninista en la que todos viviríamos de las ayudas públicas y nos abrasarían a impuestos. ¿Recuerdan las caceroladas de Nuñez de Balboa? ¿Y la señora Ayuso diciendo que eso iba a ser un juego de niños al lado de la que se iba a montar? ¿Y la manifestación de coches contaminantes de Vox colapsando el centro con las bocinas a todo trapo, al ritmo del Libertad-Libertad-Libertad? Sánchez tuvo que sufrir un auténtico calvario en el Congreso cada vez que pedía prorrogar el estado de alarma. Lógico que ya no lo quiera renovar. Y ahora lo ponen verde por ello.

El fin del estado de alarma ha degenerado en gran botellón en las plazas del centro. No sé qué se esperaban, después de lanzar esos mensajes, de incorporar la palabra Libertad como lema central de su campaña y de ganar masivamente las elecciones. La gente estaba deseando esparramar (por eso votaron lo que votaron) y es comprensible lo que ha pasado, nos guste o no. A ellos les han vendido que el toque de queda y lo demás, eran caprichos de Sánchez y del Coletas; ahora sienten que han ganado el pulso, que le han doblado el brazo al Gobierno, que ya no pide prórrogas porque está vencido. Pues a celebrarlo. Pero ahora resulta que las imágenes de la masa desmadrada han sido motivo de escándalo. Y ¿saben que dice el fraCasado? No es difícil adivinarlo: que esto del botellón masivo ha sido todo culpa de Sánchez (sic). Y Almeida le ha tenido que secundar, porque es su portavoz nacional y no le puede llevar la contraria. Es delirante pero, si han visto que la gente les vota a pesar de todo ese despliegue de desfachatez (des-facha-tez), pues para qué van a cambiar el discurso.

De todas formas, ese escándalo que se ha montado con el despelote botellónico, me parece bastante hipócrita. Desde los presupuestos ideológicos de la derecha que lo ha impulsado, pero también desde otros sectores sociales. Hay que intentar ponerse en la mente de la gente joven. Aunque pueda parecer paradójico, esta situación de la pandemia la estamos llevando mejor los mayores, salvo algunos que están aterrorizados. Los veteranos venimos de pasar por toda clase de situaciones difíciles; tenemos, como suele decirse y perdón por la ordinariez, los cojones negros de cien combates. Y nuestra percepción del tiempo es diferente. Nuestro tiempo corre deprisa, a pesar de que pueda parecer lo contrario. En cambio, cuando yo era joven, los veranos me parecían eternos. Es normal que a los chavales se les esté haciendo esto demasiado largo y piensen que se están perdiendo una parte decisiva de su vida.

Y a ciertas edades, la transgresión tiene también un atractivo adicional. Quien no ha sido nunca joven, no puede entender esto (los hay que nacen ya con barba). Quien no se ha pegado nunca una pasada en una noche enloquecida, excediéndose con el alcohol, practicando sexo sin protección, o conduciendo de vuelta con el nivel de whisky por las cejas, no sabe lo que es ser joven. Algunos no lo han hecho nunca; otros hacen ahora como que no han roto un plato en su vida. Hipocresía. Fariseismo. ¡Ojo! No estoy en absoluto justificando el desmadre. Sólo digo que me meto en la mente de uno de estos chavales y lo entiendo. Y no me siento superior a él por ser mayor y más prudente. Además, antes se les hacía el chantaje sentimental de decirles que iban a contagiar al abuelo y que se iba a morir por su culpa. Pero ahora el abuelo está vacunado.

Esto de la pandemia ha acelerado algunos procesos que ya venían amagando. Por ejemplo, el tema de la soledad urbana. Boris Johnson animó ayer a sus ciudadanos a recuperar los abrazos, ahora que se van relajando las medidas. A mí no me lo tiene que decir, yo no he dejado de dar abrazos a mis amigos y sobre todo a mis amigas, siempre que comprobaba que no les generaba mal rollo. Con mi mascarilla puesta y procurando respirar hacia fuera, he sido consciente de que el beneficio de abrazar a alguien compensaba el riesgo. Pero los ingleses son más fríos y menos propensos a expresar sus sentimientos, especialmente los educados en la Public School. Saben ustedes que en Gran Bretaña existe hasta un Ministerio de la Soledad (también, desde hace poco, hay uno en Japón). Esto de la soledad es algo muy psicológico. Ya saben que es mejor estar solo que mal acompañado. Y, en pandemia, mucho más.

Si me hubiera tocado a mí pasar esto mal acompañado, me podían haber dado los siete males. Además, uno se busca compañías con diferentes trucos. Por ejemplo, mi querida buganvilla treintañera me hace muchísima compañía y tengo ahora una nueva ilusión con esta oxalis que no sé si conseguiré sacar adelante. Y por supuesto, a mí me acompaña Samantha Fish, de la que hablo en todos los posts, pero de la que hace mucho que no les traigo música. Sam está ahora en unos días de interludio antes de reanudar su gira. Tras su concierto en el Tipitina’s en formato solo, fue la invitada especial del DIGF, el Dallas International Guitar Festival. Allí, en el Market Hall, el recinto ferial de esta ciudad texana, hay tres días de festival, con numerosos stands en los que se expone y se vende todo lo relacionado con el mundo de la guitarra. Vean el cartel de este año. 

Ya han visto que Sam era la estrella del festival, su nombre está en tamaño más grande y en el centro. Su actuación, de una hora (pueden encontrarla en Youtube), fue objeto de muy buenas críticas, que destacaron su buena forma vocal y su entrega en un concierto gratuito para los participantes en la feria, en el que apenas había 200 personas. Sam lo da todo siempre, aunque no tenga público. Yo añadiría que ya va recuperando el buen tipo de antes del encierro. Ella suele recolocarse la ropa todo el rato, igual que Nadal se toca la cinta de la cabeza, pero esta vez su gesto más repetido fue tirar hacia arriba del borde superior de su pantalón de cuero, un gesto típico de alguien que está adelgazando y le empiezan a quedar grandes los calzones.

Sam es ahora una mujer espléndida, pero ya saben que yo estoy enamorado de una Samantha Fish que ya no existe, aquella larguirucha de piernas magníficas, minifaldas y tacones, puro nervio, que tocaba un blues ortodoxo (el que yo estoy aprendiendo), con su guitarra Delaney del pescadito y en formato power trio. He encontrado un vídeo cojonudo y no muy conocido de esa época, que les voy a dejar de propina. La cosa transcurre en Rochester, estado de New York, el 20 de agosto de 2014. Sam tiene 25 años y parece tocar en el exterior de una escuela o edificio educativo. Hay un montón de niños con sus madres bailando, que todo el rato tratan de pillar cuadro por el lado izquierdo. Nuestra diva sólo tiene el apoyo de una batería y un bajo que hace bum-bum-bum y que no arranca hasta el segundo compás. El resto del ruido lo hace ella.

La canción es de composición propia, va subiendo de volumen y está bien cantada como siempre. Pero qué guitarra, cómo se nota que esta chica adora a Keith Richards. El bajo y el batería intercambian risas todo el tiempo, como diciéndose: hoy la jefa está sembrada. Por cierto ese ritmo que imprime Sam lo estoy yo ensayando con gran dificultad, porque me cuesta llegar con el meñique al traste correcto. Todo llegará. La canción le da pie a Sam a dos punteos, uno de calentamiento y otro final, a cual más fabuloso, es increíble el sonido que le saca esta mujer a la guitarra. Pónganse la pantalla grande, que esto es puro rock’n roll y realmente merece la pena verlo. Que lo sigan ustedes pasando bien. Y procuren ser felices. Yo por ahora me voy valiendo; toco madera, que la suerte es un factor clave que nunca hay que perder de vista.

8 comentarios:

  1. Sí hay políticos que se disculpan porque la renta mínima vital no está funcionando bien, hay políticos que reconocen sus errores, incluso hay políticos que se retiran "porque no suman" aun habiendo mejorado el último resultado electoral de su partido. También se disculpó ZP por haberla cagado con la crisis. Y Rubalcaba se disculpó muchas veces cuando fue ministro del interior. El propio Rajoy reconoció sinceramente que fue un error aquel recurso "del que usted me habla". Luego están los que jamás reconocen un fallo, propietarios de unos egos estratosféricos, a saber: El hombrecillo insufrible que todavía sigue diciendo "que fue ETA" y que Sadam tenía "armas de destrucción masiva", ¡él sí que fue una arma de destrucción masiva! Y su colega "socialista", F.G., que ahora da lecciones a Sánchez, ¿a que tampoco se ha equivocado nunca? No sé por qué se equipara a un jarrón chino, los jarrones chinos no rechistan y, desde luego, no se meten con la cerámica de Talavera.

    En fin, que, a pesar de mis votos por un gobierno angelical, tenemos uno isabelino. Ya se sabe cómo acaban estas cosas.

    Muy hermosa tu Samantha.

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    1. Gracias amiga, este es un discurso que ya has traido alguna vez al blog: con tu memoria prodigiosa tienes un registro completo de quién se ha disculpado y quién no, entre el gremio de los políticos de los últimos tiempos. Tus aportaciones son siempre bienvenidas e incorporadas al discurso general.
      Un fuerte abrazo.

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  2. Carapolla bebe garrafón.

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    1. Por la riqueza y complejidad de su argumentación intuyo que puede ser usted el mismo que me dijo no hace mucho que mis críticas a Iglesias le habían terminado de decidir a votar a Podemos.
      Mientras no rebase usted los límites de una mínima educación, sus comentarios quedarán en el blog. Únicamente le digo una cosa: procure guardarse del garrafón mental, o ideológico. A menudo nos lo cuelan sin que nos enteremos.

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  3. Estoy encantado de haber conocido personalmente a tu Oxalis Triangularis, es una preciosa flor, muy llamativa por su tamaño y color. No sabía que fuera tan valiosa, cuídala porque sí es un ser vivo y seguro que con más sentimientos que alguno de nuestros congéneres.Y la buganvilla, ¿cómo va?. Un abrazo.

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    1. Un gran abrazo, amigo. La buganvilla está espectacular, ya hablaré sobre ella pronto. La oxalis no tanto: aparentemente la flor se secó, cabreada por el trasplante. Pero dice mi hijo Lucas que el bulbo sigue estando ahí y que echará otros brotes cuando le parezca. Él se llevó de Madrid tres flores de estas con sus bulbos a Lille, que le regaló una amiga y nada más plantarlas en un tiesto se secaron todas y luego volvieron a salir.

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  4. Espectacular Samantha. Hace bailar a los niños y casi a las piedras. Ayer vi este video varias veces y hoy me lo he puesto para desayunar. Comparto totalmente su fascinacion.

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    1. Sam hace bailar a los semáforos, las farolas y los buzones de correos. Sam es el rock.

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