jueves, 8 de agosto de 2019

859. Sobre la belleza interior y exterior

Ya les aviso que el tema que voy a desarrollar en este post es una tontería, así que se pueden ahorrar insultarme porque ya lo admito yo de entrada. No tiene pies ni cabeza, pero aun así, lo planteo como una pregunta. ¿Hay una relación entre la cualidad ética de las personas y su aspecto físico? ¿Un tipo malo se muestra como alguien feo y un sujeto bueno termina por ser bello? ¿Están los feos predestinados a ser malos? La respuesta a esta tercera pregunta es, obviamente, no. Lo que pasa es que todo depende del concepto de belleza que tenga cada uno. Para mí, la belleza es algo muy relacionado con el alma, con una actitud, una tranquilidad, una sensatez, que hace que hombres y mujeres que otros considerarían feos (y que, desde luego, no podrían desarrollar una carrera como modelos), a mí me parezcan guapos. Porque es hermoso mirarlos y verlos tan contentos y tan serenos. Si ves a alguien que te transmite esa paz, esa sabiduría, ese savoir faire, pues te importa un rábano que tenga una nariz decididamente antiestética, porque las personas somos un todo, física y moralmente.

La mayoría de los niños son una preciosidad, al menos así los veo yo. Pero luego, la persona va creciendo a la par, en lo físico y en el carácter, de forma que no es descabellado ver una relación entre el físico y el alma, tanto para bien como para mal. La cara es el espejo del alma, según el refrán popular. Algunos autores incidieron en este tema, ya saben que los escritores tenemos cierta tendencia a fantasear. Albert Camus dijo que, a partir de cierta edad, cada persona es responsable de su rostro. Jean Cocteau aportó un matiz: de mayores, todos tenemos el rostro que nos merecemos. Y muchas veces, uno busca la foto de alguien que ha hecho algo malo o muy malo y, al ver su cara, no puede evitar pensar que hay una correlación clara entre rostro y alma. Y lo mismo para bien. Como no sé si me siguen, creo que lo mejor es que pongamos algunas imágenes. Empezando por la que me ha sugerido poderosamente esta reflexión tan poco científica. Un rostro que yo creo que requiere pocas explicaciones. Me refiero al tipo que el otro día viajó nueve horas en coche, desde Dallas hasta El Paso (la urbe yanqui que está enfrente de Ciudad Juárez, al otro lado del Río Grande), provisto de un fusil AK-47, para entrar en un Walmart (algo así como un Carrefour) y disparar indiscriminadamente sobre los clientes, con resultado de 22 muertos. Esta vez el tipo no fue abatido (joder con el verbo) sino capturado vivo.


He utilizado el cartel que ha circulado por toda Norteamérica, publicado el mismo día de la masacre por la organización Occupy Democrats, creada en 2012 con el objetivo fundacional de hacer de contrapeso del Tea Party. Les traduzco lo que dice el mensaje: Este es Patrick Crusius, 21 años, de Dallas. Hoy ha disparado y matado al menos a 19 personas con un fusil tipo AK-47, en un Walmart en El Paso. Él no es un inmigrante. No es musulmán. No pertenece al ISIS. Es otro terrorista supremacista blanco autóctono, que en su Twitter idolatra a Trump, al líder del Ku-Klux-Klan David Duke y también a Dylan Roof, el supremacista blanco que disparó en la iglesia negra de Charleston. Él condujo hasta El Paso, para apuntar allí a hispanos norteamericanos. AMÉRICA, TENEMOS UN ENORME PROBLEMA, QUE UN MURO NO VA A ARREGLAR. Occupy Democrats es uno de los movimientos y personalidades que encarnan la ideología y la forma de ser de esa mitad de los norteamericanos con la que tanto me identifico.

Pero, a lo que íbamos. ¿Ustedes no piensan que este sujeto tiene la cara que pudiera esperarse de alguien capaz de hacer semejante barrabasada? A ver. No estoy diciendo que el tipo naciera feo y estuviera por ello predestinado a convertirse en un monstruo. Al contrario. Puedo imaginar que fue un niño guapo como cualquier otro. Y que su evolución física y mental corrió pareja hasta convertirse en lo que es hoy. Por cierto que parece que van a pedir para él la pena de muerte. Es fácil pensar que se la merece, pero yo soy contrario a la pena de muerte como concepto, en todos los casos. Vamos con otro ejemplo. Hace poco Trump aceptó la dimisión de su Ministro de Trabajo, después de que se desvelara que hace años, siendo juez en Florida, exoneró del cargo de corrupción de menores al millonario Epstein, a cambio de una alta suma de dinero. Esto se ha sabido ahora, en el contexto del proceso que se sigue contra el tal Epstein, que, como todos los pedófilos, ha seguido reincidiendo, hasta que lo han pillado con las manos en la masa (está ahora mismo en la trena). Pues vean la cara del flamante Secretario de Trabajo de Trump, cuando comunicó su dimisión.  



Creo que sobran los comentarios: es la cara que puede esperarse de un juez capaz de embolsarse una importante cantidad de dinero a la buchaca, a cambio de mirar para otro lado mientras un cabrón agrede sexualmente a niños. Pero tengo más casos. Hace poco que el izquierdista Tsipras ha sido desalojado de la presidencia de Grecia por el derechista Mitsotakis, cuya imagen tienen abajo. ¿Creen ustedes que un tipo que se parece tanto a Zapatero puede ser un buen presidente?



Estoy de coña, obviamente, en este último caso. Pero qué me dicen del nuevo regidor de Madrid, ese alcalde al que le ha regalado el cargo la división de la izquierda propiciada por cierto personaje que no quiero nombrar, para que no me remachen eso de que le tengo manía. ¡Joder, claro que le tengo manía! El nuevo alcalde ha comenzado su mandato equivocándose con el Madrid Central y otros asuntos. ¿Era previsible que lo hiciera, viendo su cara? En fin, este hombre tiene aún mucho recorrido como alcalde y yo confío en que, por el bien de esta ciudad a la que tanto quiero, empiece a hacerlo algo mejor. Si eso sucede, hasta puede que lo lleguemos a ver más guapo, que ya saben que esto de la belleza es un concepto dinámico, que hay muchos feos que guapean, y viceversa. La verdad es que el hombre partía de salida con un handicap importante, a la vista de quien es su modelo físico y moral, con el que pueden verlo abajo.




Pero voy a dejar de castigarles con imágenes de feos y vamos a pasar al otro extremo, el de la belleza. Ya saben que soy hetero y, para bien o para mal, el concepto de belleza está para mí indefectiblemente ligado a las mujeres, qué le vamos a hacer. Empiezo por hablarles de Nueva Zelanda. En esa hermosa tierra, mi amigo Mariano estuvo una temporada cubriendo para RTVE la Copa del América de vela y hasta llegó a convertirse en un experto en dicho deporte. Bien, pues ¿saben ustedes quién es el presidente electo de ese bonito y recóndito país? No es presidente, es presidenta. En las elecciones de hace dos años, como en las precedentes, la lista más votada fue la del Partido Conservador. Pero esta vez el segundo en discordia, el Partido Laborista, encabezado por la señora Jacinda Ardern, logró la investidura, apoyada por el Partido Verde y por una pequeña minoría nacionalista que, como es natural, se llama New Zeland First, Nueva Zelanda Primero.

Esta señora saltó a la fama después de los brutales atentados supremacistas que un australiano cometió contra dos mezquitas en marzo de este año, matando a 51 personas. La reacción de la señora Ardern fue ponerse inmediatamente un hiyab en la cabeza e irse al velatorio de las víctimas, para estar con las familias de los musulmanes asesinados, en un gesto que fue ampliamente difundido en la prensa mundial. Pero antes de eso ya había dado muestras de una forma innovadora de hacer política. Por ejemplo, tendiendo la mano a la emigración, a la gente que viene en pateras desde el sudeste asiático, a los que ha ofrecido asilo e integración. Y, nada más ser nombrada, en una medida sin precedentes en el mundo, impulsó y aprobó una ley que prohíbe a los extranjeros adquirir propiedades inmobiliarias en el país, una medida contra la especulación, para favorecer un mercado de vivienda asequible para los autóctonos. Solamente se quedan fuera de esta prohibición los australianos.

La señora Ardern acaba de aprobar un presupuesto para el año que viene, que es totalmente innovador, porque prioriza el bienestar de la población, por delante de otras  metas, como el crecimiento del PIB. Para la señora Ardern, que crezca o no el PIB es secundario, frente a la felicidad de sus ciudadanos. Con ese objetivo genérico, el presupuesto se estructura sobre cinco grandes líneas: avanzar hacia una economía sostenible y de bajas emisiones, impulsar la innovación y las oportunidades económicas y sociales ligadas a la era digital, elevar los ingresos y las capacidades de la población aborigen, reducir la pobreza infantil y apoyar el bienestar mental de la población. Joder, es que yo me quito el sombrero ante esta señora, que el año pasado tuvo a su primera hija. Y, a lo que vamos. ¿Qué aspecto creen que tiene la señora presidenta de Nueva Zelanda? Véanlo.


Además de gobernar su país, tener un marido y una hija y mantenerse físicamente en una forma espléndida, a esta mujer admirable le sobra tiempo para ir a conciertos de rock y hacerse fotos con sus ídolos, como esta con el gran Ed Sheeran, al que quizás hayan visto haciendo de sí mismo en la película Yesterday, un film amable, que se deja ver, recomendable sobre todo para forofos, como yo, de los Beatles.

Ya sé lo que están pensando. Que Sheeran es muy feo. Para gustos, colores. Después de verlo en la película que les he dicho, a mí me resulta un tipo entrañable, un músico genial salido de los concursos televisivos tipo La Voz, que sigue manteniendo su sencillez y su modestia a pesar de que todo el mundo lo trata como a un genio de la composición musical. Tal vez sea feo, pero, como el chico del chiste del ácido sulfhídrico, a mí me gusta. Pero, siguiendo con el tema, el martes tuve una entrevista por Skype con la señora Gudrun Haindlmaier, profesora del Instituto de Geografía e Investigación Regional de la Universidad de Viena. Esta señora está elaborando una tesis sobre las distintas formas de planificación estratégica puestas en marcha en las ciudades occidentales y chinas y, naturalmente, había llegado a sus oídos el gran trabajo que hemos desarrollado en Madrid durante los últimos cuatro años, bajo la dirección de mi jefa. Gudrun quería conocer de primera mano los detalles de ese trabajo, para lo que nos proponía mantener una videoconferencia. 

Le contesté que en la oficina la única forma que tenemos de hablar viéndonos las caras es mediante el programa que usamos en los webinars de C40, pero en Viena no tienen ese programa. Entonces le propuse hacerlo por Skype desde mi casa por la tarde. Hablamos durante hora y media y resultó ser una mujer lista, competente y profesional, además de muy agradable, con la que ya he quedado conectado. Confirma mi teoría el hecho de que también es muy guapa, como pueden ver en esta foto de su perfil público de la Universidad de Viena.


Me queda hablarles de mi amiga Svetlana, de San Petersburgo. Esta mujer, con la que mantengo el contacto, está ahora de vacaciones en Italia, lo que ha aprovechado para ir a ver un concierto multitudinario del grupo Muse en el estadio de San Siro, en Milán. Allí se hizo este selfie, que colgó después en Facebook, para que todos sus amigos pudiéramos verla. Es ciertamente asombroso lo guapa que puede llegar a ser una mujer inteligente. Un escándalo.


Ya sé que me van a asaetear con ejemplos de guapos malvados y feos admirables. Imagino que esos casos pueden ser considerados como excepciones de lo que yo les digo, que, repito, no tiene ningún fundamento científico, sino que es algo que he observado en determinados casos, los suficientes como para pensar que pueda haber una ley que los abarque a todos, algo que no va más allá de una simple ocurrencia. También sé que otros me van a tachar de machista o sexista; está claro que he ilustrado mi teoría con las imágenes de cuatro feos y tres guapas (podría haber añadido a Alexandria Ocasio-Cortez para empatar, pero ésta se merece un texto en exclusiva). Para conjurar esta crítica, les voy a dejar de propina una foto que expresa muy bien lo que yo entiendo por belleza, un concepto no sólo ligado a las señoras, sino también abarca a otros dos colectivos que adoro: los niños y los gatos. Esta foto, por cierto, también me la mandó Svetlana. Sean buenos y sigan pasándoselo bien, donde quiera que anden.



4 comentarios:

  1. ¡¡Yo quiero una presidenta como esa!! Y un gato sabio y remolón. Por supuesto que hay tipos que llevan en la cara lo que son. No es una ley universal, pero sucede a menudo.

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    1. Bueno, ya va usted a tener a la señora Ayuso, que a lo mejor nos da una sorpresa a todos. Disculpe, me he pasado, es que se me ha escapado.

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  2. Magníficas fotos y, en general estoy de acuerdo con su razonamiento, aunque pueda ser discutible: usted conoce algo de los personajes, para bien o para mal, luego busca la imagen y, al verla, dice: no me extraña; un tipo tan feo no es raro que haya hecho esta cosa tan mal y, del mismo modo, una mujer tan guapa, es normal que sea tan buena en lo suyo.
    Con una excepción: el caso del primer ministro griego. Aquí su razonamiento es al revés. Usted lo ve, le parece muy feo y presupone que va a ser un mal político. No puedo estar de acuerdo con este razonamiento inverso.

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    1. De acuerdo al 100% con todo lo que dice. Pero le voy a confesar un secreto. Lo de situar justo ahí al nuevo primer ministro de Grecia, además de introducir un punto humorístico que nunca debe faltar en este blog, tiene una función adicional: poner distancia entre los dos primeros criminales y delincuentes y la figura del Alcalde de Madrid. Si suprimimos del texto al griego, cualquiera podría sacar las cosas de contexto y pensar que estoy comparando al Alcalde con los dos primeros impresentables. Ya ve usted en que sutilezas me muevo.

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