lunes, 18 de marzo de 2019

819. Afónico cual esquiva curruca

Bueno, pues el caso es que el viernes en el trabajo empecé a estar más afónico que el mexicano aquel de Yo tenía un chorro de voz, yo era el amo del falsete (y de aquel chorro de voz, no me queda ni un chorrete, algo así decía la letra). Bajé a ver al enfermero que tenemos en la ofi y me dijo que, si no tenía fiebre, no era una afección grave sino leve. O sea, no más grave que un divieso. ¿Qué tenía que hacer? No hablar, irme a casa y descansar. Como se imaginan, hice justo lo contrario; ya les he dicho que yo me guio más por los principios éticos que por los morales, según la diferenciación anglosajona. ¿Cómo? ¿Qué no me siguen? Eso es que no se han leído ustedes mis posts anteriores. Aquí el que se salta un post ya no se entera de nada. En fin, que salí con el coche y me he pasado el fin de semana haciendo caminatas en medio de un viento helado, hablando todo el rato y forzando la voz en los restaurantes en los que comíamos o cenábamos, llenos de lugareños bravos y estentóreos.

La excursión en pocas palabras. Viernes, tres horas de coche y opípara cena en Cervera de Alhama. Sábado, visita a un yacimiento de piritas, en donde se podían recoger los cristales de sulfuro de hierro que quisiéramos. Caminata de unos 8 kilómetros, hasta la ciudad celtíbera de Contrebia Leucade, una de las mayores ruinas del mundo de ese período. Otros 5 kms de caminata hasta Aguilar del Río Alhama para comilona fastuosa en el mesón Alhama. Como yo estaba alojado en este pueblo, me subí a descansar al hostal. La mayoría del grupo hubo de caminar de vuelta hasta Cervera. Por la noche, cena en Cervera, en el mesón La Rubia, a donde ya fuimos en los coches. Domingo, traslado a Fitero (Navarra) para hacer una ruta circular de 8,5 kilómetros, alrededor del paraje de Las Roscas. De vuelta en el pueblo, visita al monasterio cisterciense y la iglesia adyacente. Comida en el bar La Fiterana. Y otras tres horas de coche a Madrid.

Desde mitad del sábado yo ya no podía hablar, sólo fijarme. Pero era una excursión que por nada del mundo me hubiera perdido, y van a entender por qué. Hombre, yo en mi ignorancia esperaba haber podido presenciar las evoluciones de la curruca capirotada. Pero, de eso, nada. Según me explicaron, las currucas son aves desconfiadas, hurañas, huidizas y agachadizas, que tienen la costumbre de esconderse en cuanto intuyen el menor peligro y quedarse inmóviles durante horas, juntitas unas con otras. De ahí viene la palabra acurrucarse. Nunca lo hubiera pensado. Pero, para que entiendan lo que les quiero decir, vean estas fotos del paraje de las Roscas, o Las Rojcas, como dicen los lugareños.  




Que la imagen no les dice nada. Ni a mí. Pero es que no es lo mismo visitar estos lugares en compañía de un catedrático de Geología o un experto en Botánica. Así se entera uno de que Las Roscas, o Rojcas, constituyen un ejemplo preclaro de paisaje ruiniforme, resultado de un trabajo erosivo de siglos, operando sobre una meseta surgida de los avatares de la orogenia alpina. ¿A que ahora ya lo ven de otra manera? El lenguaje geológico es maravilloso, uno escucha eso y puede imaginarse los combates titánicos de los anticlinales y sinclinales, el estruendo de los grandes cataclismos telúricos que componen nuestro pasado remoto. Y además, me gusta incorporar estas expresiones al blog para darle mayor precisión a mis descripciones. Hace años, con este grupo visitamos una laguna salina que era un ejemplo de paraje endorreico. Y yo no he encontrado mejor adjetivo para describir el funcionamiento de los partidos políticos, el Colegio de Arquitectos o la estructura burocrática municipal. Todos ellos son instituciones claramente endorreicas. Pues ahora mismo, a nivel nacional, el partido Podemos presenta todos los síntomas de ser una formación ruiniforme de libro.


Lo de recoger piritas es algo que empiezas a hacer y ya no puedes parar, como comer pipas. Además, es que te salen al paso con sus brillos seductores. Arriba ven la recolecta que yo hice y fui de los que menos pilló. Y ¿para qué vale eso? Pues para regalárselos a las damas, que malo será que no conozcan algún joyero que les haga un colgante. A mí me parecen muy bonitas. En cuanto a la ciudad celtíbera de Contrebia, es impresionante. Estuvo en el centro de una línea defensiva de los celtíberos, que en un extremo tenía a la súper famosa Numancia y en el otro a Gracurris, la actual Alfaro. Pero Numancia tenía 7 hectáreas y Contrebia tiene 12. La excavación está mediada y poco a poco va saliendo a flote la estructura urbanística de la vieja ciudad. Por cierto, los romanos la conquistaron con mucho esfuerzo, derruyeron sus murallas y sus viviendas y edificaron encima. Y luego hicieron lo mismo los visigodos. Los árabes no se interesaron por estas tierras; si no, también hubieran hecho lo propio. ¿Estará aquí el origen del cainismo ese que parece ser consustancial a nuestra tierra? 

Por lo demás, las rutas a pié que hicimos fueron fáciles y suaves. Esta vez la salida era más cultural y gastronómica que deportiva. La tercera cosa de interés que visitamos fue Fitero, ya en Navarra. Allí están la iglesia y el monasterio, pegados. Pero hay que verlos en dos visitas guiadas diferentes, porque una depende de la Iglesia y el otro del Ayuntamiento, después de la desamortización de Mendizábal. La iglesia es lo verdaderamente interesante. El monasterio tiene historia, pero le han perpetrado unas obras de rehabilitación bastante penosas. Y en cuanto a la gastronomía, pues en esta zona se come bien y hay que destacar la huerta: menudas alcachofas, menudas acelgas, borrajas y otras verduras. Lo que es bastante sorprendente es que, a menos que especifiques que quieres un crianza o similar, el vino que te sacan para una comida de veintitantos es tinto peleón con casera. En la tierra del vino. Yo me decanté, como se imaginan, por la  cerveza, que nunca es peleona.

He de contarles también que el viernes, a las 12 de la noche, finalizaba el plazo para presentar las propuestas finales de Reinventing Cities. Desde hace unos 15 días teníamos terminantemente prohibido comunicarnos con los equipos finalistas. Pero ya saben que yo me guío por los principios anglosajones de la ética. Y hago finalmente lo que me sale de las pelotas. Eso sí, nadie podrá acusarme de haber actuado a favor de ninguno de los contendientes en concreto. Pero, como mi jefa y mi compañera M. me conocen perfectamente, el jueves me rodearon contra una esquina y me soltaron: –Emilio, ¿tú sabes si alguno de los finalistas se va a retirar? Carraspeé, tosí, etc. pero al final tuve que reconocer que algo sabía al respecto. Se van a retirar dos –dije. Pues entonces hay que escribir una carta a Hélène Chartier, en Nueva York, para avisarle, no sea que les sigan esperando y pasen un mal rato, porque deben de estar de los nervios.

El viernes por la mañana escribí esa carta antes de irme de viaje. Pero, mientras bajaba a cenar en el pueblo, revisé el correo. Hélène me preguntaba si sabía algo de los otros nueve, porque eran las diez de la noche y nadie había presentado nada. Le contesté desde el móvil: –My impression is that the other nine teams are working hard to present their proposals in time. Another more retirement would be a great surprise for me. We’ll see. O sea, ya veremos. Al volver de cenar, ya cerca de las doce, me entró otro correo: –We got the nine proposals!!! And at a first glance they seem fantastics. I’m very excited!!! You have done a really good job. Es comprensible la emoción de Hélène. Todo esto empezó cuando ella estaba en Portland intentando convencer a su alcalde de que participara en Reinventing Cities. Entonces supo que esos días se estaba celebrando un workshop de C40 y decidió venir a cenar con nosotros. Allí conoció a un tipo de Madrid, de gran bigote blanco. Casi dos años después, estábamos ante el último reto. Todavía se podía ir todo al carajo. Pero finalmente habíamos triunfado. Teníamos al menos dos propuestas por sitio, con ofertas de inversores privados a los que habíamos persuadido de poner dinero en cuatro lugares realmente difíciles, deteriorados y marginales. Habíamos ganado la Champions. 

Ayer llegué a casa y me ocupé por primera vez de mi afección de garganta. Calenté agua hasta llenar un recipiente de medio litro, le exprimí medio limón y le añadí una cucharada cumplida de miel y un poco de jengibre molido. El remedio de la abuela. Gracias a eso, he podido ir al trabajo esta mañana y hacer algo de utilidad, eso sí, hablando lo mínimo. Pero lo cierto es que a mediodía estaba muy cansado. He comido pronto y me he ido a casa a echarme una merecida siesta. Y luego, ¿qué piensan ustedes que es lo mejor para una persona a la que le han dicho que no hable? Pues, sin dudarlo: cuidar el blog. Escribir un ratito. Así que me he preparado una manzanilla. Me hubiera gustado echarle un chorrito de anís, pero no tengo. A falta de anís, le he echado un poco de sake, del que me regaló el gran Masafumi Koga, amigo de mi hijo Lucas y ya mío para siempre.

Y me he puesto a escribir. Ya saben ustedes que, pase lo que pase, pueden seguir contando conmigo y con mi blog. Cuando la noche haya llegado, y la tierra esté oscura, y la luna sea la única luz que veamos, no tengan miedo, enciendan su ordenador, y allí encontrarán siempre puntual este blog, mientras pueda seguirlo cuidando. Supongo que han reconocido la letra de la canción Stand by Me, la madre de todas las canciones del rock. Tras escuchar la versión original de Ben E. King, la de John Lennon, la de Adriano Celentano y tantas otras, hasta la de una serie de mendigos y músicos callejeros agrupados bajo el nombre Playing for change, que les traje no hace mucho, pensaba que ninguna nueva versión me iba a emocionar. Lo han conseguido tres músicos de formación clásica, miembros de la Orquesta Sinfónica de Indianápolis que, en sus ratos libres hacen locuras y disidencias, bajo el nombre de Time for Three, TfT, con dos violines y un contrabajo. Pero de pronto resulta que uno de ellos, de indudable ascendencia oriental, se destapa con una voz maravillosa. Les recomiendo que le suban el volumen. Son poco más de dos minutos: una gota de esencia de la verdadera belleza. Si la gente joven es capaz de entender nuestra cultura y reinventarla de forma tan bonita, entonces, de alguna manera, estamos salvados. Boas noites.



4 comentarios:

  1. Bueno, curruco, espero que ya estés en condiciones de dar el do de pecho, para que hagas un buen papel en el velorio. Si no, ya sabes, "juanolas própolis, con miel y limón".

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    1. Ya me voy arreglando con las juanolas. Y no he ido a ningún velorio desde antes de Navidad.

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  2. Enhorabuena por el Reinventing Succes. Y gracias por la música. Realmente, es como una de esas piritas que nos muestra: pequeña pero maravillosa en su exactitud y en su perfección.

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    1. Buena comparación, si me la hubiera dicho antes la habría escrito como mía. Abrazos.

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