martes, 19 de diciembre de 2017

693. Avion Club, una novela imprescindible

Esta vez mi texto va a ser algo más corto, porque les voy a poner unos deberes: leer uno de mis posts más antiguos. Y después les voy a pedir que bajen corriendo a comprarse el libro del título, que no van a encontrar mejor lectura para estas navidades. El libro está recién publicado, su autor es el periodista Carlos Santos y la editorial es La Esfera de los Libros. Pero vayamos por partes.

Allá por los comienzos de 2013, el Coronel Groucho, albacea honorífico de Vinicius de Moraes, grandísimo cronopio y seguidor infatigable de este blog, me escribió un comentario en el que me proponía escribir algo sobre el Bar Club El Avión, un lugar que ambos frecuentábamos en los setenta y primeros ochenta y del que solíamos salir bastante borrachos cantando pasodobles y habaneras por la calle Hermosilla adelante. Recogí el guante y, como suelo hacer, empecé a buscar testimonios, recuerdos y fotografías en Internet. No había prácticamente nada que yo pudiera utilizar. Así que tiré de mi propia memoria y la completé con un par de links a dos artículos que se publicaron en El País con motivo del cierre del local y la sucesiva muerte de César Martínez, el pianista que tocaba allí cada noche. Con eso escribí un texto que les voy a pedir más abajo que lean, porque muchos de mis lectores actuales no me seguían por entonces y a los más antiguos tal vez se les haya olvidado.

¿Por qué les pido ahora que lean un texto de hace más de cuatro años? Pues por una razón muy sencilla: según la página de gestión del blog, se trata del post con más visitas, de todos los que he escrito: cerca de 2.000, a mucha distancia del siguiente. Y porque, dado que yo no me tiro el rollo místico-egocéntrico tipo Cartarescu, he de deducir que, si este es mi texto más leído, es porque es el mejor. Ya saben, el lector, como el cliente, siempre tiene razón. Confirma todo esto el hecho de que sea también el post que ha recibido más comentarios, 28, en realidad 16 y 12 respuestas mías. Y que dichos comentarios han ido entrando espaciados de manera regular a lo largo de estos cuatro años y medio, lo que indica que el texto está circulando, que la gente lo lee y se lo pasa a sus amigos. En un foro en el que normalmente no me siguen más de 40 o 50 lectores fieles, este texto destaca de forma poderosa. Les voy a pedir ahora que lo lean, se llama Un tributo al bar El Avión, y es el Post #120. Les pido también que lean el artículo de El País cuyo link aparece cerca del final, y también el texto Espérame en el cielo, al que se accede pinchando en el lateral de dicho artículo. Los dos son cortitos y muy emotivos, no se van a arrepentir de leerlos. Los 28 comentarios y respuestas se los pueden saltar si quieren, o leerlos en diagonal, mis respuestas son bastante intrascendentes y prescindibles.

¿Han leído ya todo? Bien. Hace tiempo que llevaba observando la singularidad del comportamiento de este texto en la red y tenía en mente escribir una segunda parte, aunque no disponía de grandes novedades que añadir, salvo el hecho de que el solar cuyo muro fotografié en 2013, ahora es un edificio de viviendas recién estrenado, en estos años la crisis inmobiliaria parece haberse revertido, al menos en zonas de prestigio en la ciudad, beneficiadas por la llamada renta de posición. Pero todo se ha precipitado en estos días pre-navideños. El viernes pasado me di una vuelta por el entorno de Sol, para ver la animación, las luces, las multitudes y hacer una parada en Casa Labra para una caña y una tajada de bacalao rebozado (aunque me parecen mejores las de Casa Revuelta, en la calle Latoneros, cerca de la Plaza Mayor). Y, un poco al descuido, subí a la última planta del FNAC, a ver qué novedades literarias había. Allí me saltó, literalmente, a los ojos este libro, Avión Club, de Carlos Santos.

Me lo llevé a casa y esa misma noche empecé, también literalmente, a devorarlo, porque es muy bueno. He de decir que no conozco personalmente a Carlos Santos, pero sé quién es. Participa en el programa de Radio Nacional que conduce Pepa Fernández en las mañanas del fin de semana, en donde entrevistan a diferentes personajes, de los que Carlos escribe unas pequeñas semblanzas que les lee al final, consiguiendo a menudo emocionarlos. En las mañanas perezosas de los fines de semana, en las que puedo disfrutar del placer de no depender del despertador ni tener que ir a fichar, he de confesar que una vieja querencia me lleva a menudo a ponerme el programa de la SER, así sin pensármelo demasiado. Pero, cuando empiezan con el coñazo del anuncio del cojín Comforgel (¿cuántos años llevarán con eso?), cambio inmediatamente a Radio Nacional, porque ya no lo soporto más. Y muchas veces, el programa de Radio Nacional me atrapa y ya me quedo allí hasta el mediodía.

Me cuentan que escribe frecuentemente en el 20 minutos. Y que tiene ya unos cuantos libros publicados. No tenía ni idea de todo esto y desde aquí le pido disculpas. El libro es muy bueno, como digo, y ya me he leído como un tercio. Lo que pasa es que he tenido que dejarlo, porque pasado mañana es mi sesión de cierre de año del Club Billar de Letras y aun no me he terminado el libro que nos propuso Ronaldo Menéndez. En cuanto se pase la sesión del club y los fastos de Nochebuena, prometo retomarlo desde el principio, para paladear de nuevo sus precisas descripciones, sus retratos de los personajes centrales, entre ellos el gran César siempre sonriente y siempre fumando sus Peninsulares. La novela aporta muchísima información sobre el bar y es un retrato vívido y bien documentado de toda una época, en donde se habla del 23-F, del concierto de los Stones en el Calderón, de la llegada del Sida y tantas otras historias ochenteras. El domingo por la noche me dormí todavía con este libro en mis manos.

Y el lunes (ayer), al llegar al trabajo me encontré un aviso de mi correo electrónico. Había entrado un nuevo comentario en el Post #120. Lo busqué y allí estaba Carlos Santos. Me hizo una ilusión tremenda, como siempre que me escribe alguien ilustre (hace unos años fue Lorenzo Silva quien entró a corregir algo inexacto que decía sobre él y me trató con mucho cariño). Al final del post pueden ver nuestro intercambio de mensajes. Desconozco si Carlos leyó mi texto antes o después de escribir su libro (poca información podía sacar de él), pero es lo de menos. Lo importante es que mi post parece seguir funcionando en la red casi cinco años después y eso es un indicativo de que el inolvidable club El Avión fue un lugar único, al que no se parece ningún otro. Una referencia ineludible en nuestras vidas.

Dicho todo esto, sólo me queda repetirles que se compren el libro ¿Cómo que ya se lo comprarán cuando puedan? No, no. Ahora mismo, ya están bajando, coño, que todavía están abiertas las librerías más grandes. Que no me entere yo de que no siguen mi consejo.


2 comentarios:

  1. En principio agradecerle sus adjetivos dedicados a mi persona al comienzo del post, sobretodo al de "cronopio" cortazariano.
    Por supuesto que me haré con el libro en cuanto lo encuentre por Granada City aunque creo que no me será fácil ya que son lecturas matritenses por excelencia.
    No me queda más que felicitarle las pascuas y desearle un próspero merimé. Por mi parte le diré que el día 24 parto para Colonia hasta el día 4 para pasar unas teutonas navidades con mi hijo Víctor que allí mora.
    Un gran abrazo y le dejo un enlace con nuestra última aparición estelar en Granada.
    Saravá amigo meu.
    https://youtu.be/z9px_1JIMEU

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    1. Mi querido amigo. Que pase usted unas navidades "coloniales" estupendas y que tengamos todos un próspero 2018.
      En cuanto al libro, está ahora en primera línea de las estanterías de novedades de las tiendas. Hasta puede que lo encuentre usted en el aeropuerto. Por lo que he leído, me parece que se reiría usted bastante con él.
      Un abrazo y ¡Forza Depor!

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