jueves, 1 de diciembre de 2016

583. Una salud de hierro

Una salud de hierro. Esa es la que tengo yo (por ahora, que decimos los gallegos). Ojalá la pueda mantener mucho tiempo y toco madera. Viene esto a cuenta de que algunos de mis seguidores se han visto sorprendidos por mi reseña de la colonoscopia y me han trasladado su inquietud por mail o WhatsApp: –Pero ¿es que estás malo o algo? ¿Por qué te haces una colonoscopia? Hace mucho que no cuento nada de mi salud, ni de la marcha de mi brazo roto y algunos de mis lectores, que saben que aquí sólo se habla de cosas positivas, han llegado a identificar silencio con ausencia de buenas noticias, ergo problemas de salud. No news, bad news. Agradezco su interés pero, a día de hoy, no hay motivo de preocupación alguna.

El 9 de septiembre me dieron el alta de mi fractura de húmero y lo primero a lo que me dediqué es a calmar mi síndrome de abstinencia viajera, tras casi siete meses de reclusión sin poder salir de la Comunidad de Madrid, prohibición que infringí dos veces, para viajar a Sigüenza y a La Coruña/Muros. En cuanto me dieron suelta, volé una semana a San Petersburgo, quince días a Japón y otros tres a Marsella. Preparo ahora un viaje más cercano, a la provincia de Jaén, para el puente inminente, y tengo en el horizonte otro fastuoso para el mes de febrero, del que ya se hablará cuando toque. El caso es que, una vez saciada la sed viajera, mi siguiente preocupación fue hacerme una especie de chequeo completo. Estaba a punto de  pasar el reconocimiento médico municipal cuando me caí en el Metro y ya les conté que, finalmente, la autorización para seguir trabajando después de los 65 me la dieron condicionada a que se me hiciera dicho reconocimiento.

Nada más recibir el alta médica, envié a Personal el formulario solicitándolo pero, con la proverbial agilidad de los burócratas, sumada a mi poca disponibilidad de fechas con tanto viaje, no conseguí cita hasta el 27 de octubre. Y tardé otros veinte días en recibir una copia de los resultados. Unos resultados que no pueden ser mejores. El colesterol me sigue bajando y lo tengo ya en torno a 175. Cualquier día bato el record de mínimos de la Comunidad de Madrid. Los médicos están valorando la posibilidad de ponerme un poco de colesterol en vena, para mantener las estadísticas y evitar que los demás pacientes se depriman por el agravio comparativo. También me ha bajado una transaminasa que tenía alta y que ya casi está en valores normales. Y me ha subido un poco el ácido úrico, pero lo tengo al borde de los valores máximos recomendables. Tensión de 8-12, pulso de 56. Vamos, que estoy hecho un mulo, que decía Tony Leblanc. Del gimnasio a la Casa de Campo y de la Casa de Campo al gimnasio. Cuando me dieron los resultados, se me quedaron los ojos a cuadros. Literalmente, como ven.


En cuanto a la colonoscopia, todavía no tengo notificación del resultado del juicio sumarísimo al urdangarín que me fue extraído por las fuerzas del orden. Pero todavía me quedan más revisiones, como corresponde a un tipo de 65 tacos, aunque se empeñe en comportarse y desenvolverse como un veinteañero volátil. Por ejemplo la vista. Dentro del chequeo que me hicieron, me dijeron que el principio de catarata que se me detectó hace aproximadamente un año, está exactamente igual. O sea, que sigo con mis gafas de lejos, que ahora uso para conducir, ir al cine y hasta para ver la tele a media distancia. Ahora mismo estoy en plena revisión dental, aunque me han encontrado tan bien que no me han prescrito ni la habitual limpieza. Es más, el dentista pretendía contratarme para que diera cursos a sus pacientes sobre cómo lavarse los dientes, pero le he dicho que no.

Ya ven que estoy como Dios (repito: por ahora). Pero me falta contar la parte negativa, que a mis años uno tiene que tener algún alifafe. Y la cosa viene en primer lugar por el maldito brazo roto. Tras pasar un tiempo largo sin molestias, a la vuelta de Marsella me empezó a cantar el codo. Les recuerdo que tengo insertado un clavo de titanio de 25 centímetros, que inicialmente se sujetó con un tornillo en el hombro y otros dos en el codo. En una segunda intervención me quitaron el del hombro. El clavo va pegado al interior de la cavidad ósea del húmero y es de esperar que ya el hueso lo haya agarrado con firmeza. La zona de fractura en la que, según frase del doctor Gárate en la consulta del 9 de septiembre, tengo un bolondrio óseo importante (lo dijo él, no yo), pues lo cierto es que no me duele.

Y si la fractura no me duele, el hombro tampoco, y el codo sí, pues parece claro que la molestia se debe a los dos tornillos que tengo allí fijados, lo que tal vez me lleva de cabeza a una tercera intervención para extraerlos. Pedí hora para ver a Gárate, pero me la han dado para el próximo día 16 de diciembre. Allí le contaré mis cuitas y le pediré consejo sobre si está o no indicado quitarme esos tornillos. Entre tanto, hago mi vida normal, conduzco y voy a nadar dos veces por semana. Esto de la natación me induce ciertas modificaciones en las molestias, digamos que ni mejoran ni empeoran, solo evolucionan. Tal vez aunque no me quitaran los tornillos los dolores fueran desapareciendo, pero eso habrá de ser el cirujano quien lo decida.

Y todavía me queda un último apartado. No les voy a librar de nada. Si no, no me hubieran preguntado. Desde hace unos cuantos meses he tenido importantes desarreglos digestivos. He de confesarles que, antes de hacerme la colonoscopia, estaba preocupado, porque no descartaba que la cosa tuviera una causa no puramente funcional. Hablo en pasado porque ya estoy bien. Tras la gastroscopia, me dijeron que tenía la bacteria llamada helicobacter. Es lo mismo que me dijeron hace tres años. El helicobacter y yo nos llevamos de puta madre, es un inquilino que no me molesta para nada. Ni hace grandes fiestas, ni pone la música muy alta, ni arma peleas a gritos, ni estropea las paredes gástricas. El problema vino por la cantidad de calmantes y analgésicos que me prescribieron después de la fractura. Está claro que el Enantyum y otras porquerías, no le gustan nada al helicobacter, que me salido un exquisito.

Los temas digestivos pueden tener un componente psicológico y la prueba es que ni en Piter,  ni en Japón, ni en Marsella, tuve el menor problema. La cosa era aquí, y volvía siempre, cuando ya lo daba por curado. Así que, en este terreno sólo puede haber dos causas: el trabajo (soso y aburrido cuando no tengo saraos especiales), o la marcha del Deportivo, de la que mejor no hablo. Por hache o por be, la cosa es que llevaba desde el verano, con una diarrea recurrente y pertinaz, contra la que empecé tomando Ultralevura, medicamento muy indicado para esa dolencia. Tras el fracaso del Ultralevura, me pasé al Vitanatur, un cóctel de vitaminas, prebióticos y probióticos (se lo juro), que llegó hasta donde pudo. Finalmente, mi amiga médico L. dio con el remedio: kéfir de cabra, del que venden en el Hipercor. Debo prevenirles que el kéfir de cabra está malísimo, casi me lo tengo que tomar tapándome la nariz, y eso que lo mezclo con miel y cereales, pero aun así jiede a chotuno que echa p’atrás. 

Gracias al kéfir, me doy por curado. Menos mal, porque empezaba ya a estar harto de cagar blando y no enterarme de una mierda. ¿Cómo que por qué soy tan basto? ¡Ah! Es que no se han dado cuenta de que acabo de reproducir una estrofa de una canción de La Cabra Mecánica. Fue éste un grupo surgido en Lavapiés en los albores del siglo y es una pena que su éxito fuera efímero, porque no ha habido en la historia del rock español una propuesta tan friki, tan auténtica y con unas letras tan surrealistas como las suyas. El éxito de su disco Vestidos de domingo (2001), les llevó incluso a protagonizar el anuncio de la Lotería de ese año. Luego, la nada. Les voy a dejar con su Fábula del Hombre Lobo y la Mujer Pantera, la canción en donde sale la estrofa de marras. Puro kéfir de cabra. Nadie ha logrado nunca una música tan puntera y tan verbenera a la vez, la fusión del rock de barrio con Paquito Chocolatero. Y fíjense en la letra. Pura poesía canalla de Lavapiés. Para escucharla han de pinchar AQUÍ. Que pasen un buen fin de semana.

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