jueves, 22 de diciembre de 2016

591. El discurso de Madonna

Vaya por delante que Madonna no es especialmente santa de mi devoción. Tal vez por desconocimiento. Apenas sé nada de su vida, ya saben que sólo leo el Hola en la sala de espera del dentista, al que no voy mucho últimamente. En cuanto a su música, la verdad es que me resulta indiferente. Una más entre tantas. Reconozco que se trata de un personaje del que siempre se habla y a la que imagino influyente en ciertos entornos. Por eso me ha sorprendido su discurso hace cuatro o cinco días, con ocasión de su nombramiento como Mujer del Año por la revista americana Billboard. He leído fragmentos de su speach, me ha picado la curiosidad y he buscado el vídeo de su intervención completa. 

Me ha dejado boquiabierto. Es una confesión vital a tumba abierta, un manifiesto, una declaración valiente, dicha en un tono emotivo de una intensidad que ya quisiera para sí cualquiera de nuestros políticos. Les voy a poner el vídeo aquí abajo, seguido de la traducción que he hecho directamente del audio (con ayudas técnicas diversas), para que intenten seguirla. Porque lo impresionante es ver a la par el texto y la imagen de esta mujer, su gesto implacable, su emoción al borde del llanto en ciertos momentos. Empieza bromeando, la gente se ríe bastante, pero pronto se les hiela a todos los presentes el semblante, algo que también merece la pena observar. A veces hay risas nerviosas semicontenidas. Son la excepción de un silencio reverencial, el que se produce cuando el público comprende que está asistiendo a un acontecimiento irrepetible.

Mi traducción es, como siempre, libre. Trato de acercarme al ideal del traductor, que es llegar a naturalizar el texto, de modo que parezca pronunciado en español. Lo que no sé es cómo lograr que vean las imágenes a la vez que leen la traducción. Un amigo que sigue el blog me dice que él utiliza dos pantallas: se pone la imagen en el Ipad y lee el texto en el ordenador. En fin: arréglenselas como puedan, yo bastante hago con traducírselo. Una advertencia. Madonna sale al estrado diciendo: –ya está aquí la “sex with the bananas”. Es una expresión americana muy machista y muy ofensiva. En algunas revistas españolas la han traducido como la mujer felpudo. No me gusta nada esta traducción. Yo más bien diría la chocholoco, o similar. Ante la duda la he dejado en inglés. Vean, pues el vídeo, para lo cual han de pinchar AQUÍ. Abajo la traducción.

Presentador: –Señoras y señores, damos la bienvenida a la Mujer del Año 2016 para Billboard: Madonna (gran ovación)

Bueno, ya tienen aquí a la “sex with the bananas”. Antes que nada quiero dar las gracias a este laberinto que permite montar este maravilloso, maravilloso… acto. Muestra el trofeo y añade: Bueno, lo voy a dejar aquí detrás. Perdonen. Ya más en serio. Se acerca al micrófono. Mejor de esta forma. ¡Aaahhh! Yo siempre me siento mejor con algo duro entre las piernas (risas).

Gracias por reconocer mi capacidad para mantener mi carrera a lo largo de estos 34 años, a pesar de la flagrante misoginia, el sexismo, la intimidación constante y el abuso implacable. Cuando yo empecé, no había Internet. Así que la gente tenía que decirme las cosas a la cara. No eran muchas las personas con las que tuve que luchar, porque la vida era más sencilla entonces. Cuando me trasladé a New York, yo era una quinceañera. Era 1979 y New York era un lugar que daba bastante miedo. En mi primer año, me apuntaron con una pistola y me llevaron a una terraza donde fui violada, mientras me apoyaban un cuchillo en la garganta. Mi apartamento fue forzado y robado tantas veces que opté por dejar de cerrar la puerta con llave. En los años que siguieron perdí prácticamente a todos los amigos que tenía por el SIDA, por las drogas o por disparos de armas de fuego.

Como se podrán imaginar, todos estos sucesos inesperados no sólo me ayudaron a convertirme en la mujer valiente que está ante ustedes. También me recordaron que soy vulnerable y que en la vida no hay verdadera seguridad, excepto la que se deriva de la confianza en uno mismo y la comprensión de que yo no soy la dueña de mis talentos. No soy la dueña de nada. Todo lo que tengo es un regalo de Dios. Incluida toda la mierda y todas las putadas que me han pasado en la vida y que todavía me siguen pasando. Esos son también regalos de Dios, que me enseñan algo y me hacen más fuerte.

Estoy aquí recogiendo el premio a la Mujer del Año. Y me pregunto: ¿puedo decir que soy una mujer que está en el negocio de la música? ¿Y qué hay acerca de ser mujer? Cuando empecé a escribir canciones, yo no pensaba en géneros. No pensaba en feminismo. Yo sólo quería ser una artista. Me inspiraba, desde luego en Debbie Harry, en Chrissie Hynde y en Aretha Franklin. Pero mi verdadera musa era David Bowie. Él encarnaba el espíritu masculino y femenino y eso me gustaba mucho. Eso me hizo pensar que no había reglas. Pero era mentira. Realmente no hay reglas, si eres un hombre. Si eres una chica, tienes que jugar al juego. ¿Y cuál es el juego?

Pues estás autorizada a ser guapa, mona y sexi. Pero no a parecer muy lista. Ni a tener opiniones. Definitivamente no a tener opiniones que vayan contra el statu quo. Puedes dejarte convertir en objeto por los hombres. Y vestirte como una puta. Pero no ser la dueña de tu puterío. Y jamás, repito, jamás compartas tus propias fantasías sexuales con el mundo. Sé lo que los hombres quieren que seas pero, lo que es más importante, sé lo que las mujeres quieren que seas, para sentirse ellas más cómodas cuando estés cerca de otros hombres. Y por último, no envejezcas. Porque envejecer es un pecado. Serás criticada y humillada y ya no volverán a poner tu música en la radio.

Cuando me volví famosa, mis fotografías desnuda fueron publicadas en revistas como Play Boy o Penthouse. Fotos que habían sido tomadas en escuelas de Arte, a las que yo iba a posar para ganarme algún dinero. Eso no era muy sexi. De hecho se me veía bastante aburrida. Lo estaba. Esperaban que me sintiera avergonzada cuando esas fotos salieron a la luz, pero yo no me sentía así y eso cabreó a mucha gente.

Finalmente me dejaron un poco en paz cuando me casé con Sean Penn. No porque no les hubiera pateado el culo, sino porque, como casada, ya me consideraban fuera del mercado. Y durante un tiempo no me consideraron una amenaza. Años después, divorciada y sola (perdona Sean) publiqué mi álbum Erótica y lancé mi libro Sex. Recuerdo aparecer en los titulares de todos los periódicos y revistas. Y todo lo que se podía leer sobre mí era malo. Fui llamada puta. Y bruja. Uno de los titulares me comparaba con Satanás. Y yo decía: esperen un minuto, ¿no está Prince saliendo por ahí con medias de rejilla, tacones de aguja, labios pintados y enseñando el culo? Eso era cierto. Pero él era un hombre.

Fue entonces cuando comprendí por primera vez que las mujeres no tenemos la misma libertad que los hombres. Recuerdo que me sentí paralizada. Me costó tiempo recomponerme, volver a ser creativa, seguir viviendo. Encontré un alivio en la poesía de Maya Angelou, los textos de James Baldwin, la música de Nina Simone. Recuerdo como deseaba tener a una amiga a mi lado, para que me apoyara.

Camile Piglia, la famosa escritora feminista, dijo que yo suponía una rémora, un retraso para su movimiento, porque yo misma me autoconvertía en objeto sexual. Y yo pensé: entonces, si eres feminista, no tienes sexualidad, la niegas. Y me dije: joder, yo soy otra clase de feminista, yo soy una feminista mala (aplausos sostenidos). La gente dice que soy polémica, pero creo que la cosa más polémica que he hecho nunca es seguir aquí, mantenerme firme (aplausos).

Lo que quiero decir hoy aquí a todas las mujeres es lo siguiente. Las mujeres han estado tan oprimidas desde hace tanto tiempo, que se creen lo que los hombres dicen de ellas. Ellas se creen que necesitan apoyar a un hombre, para que él haga el trabajo. Y hay algunos hombres buenos, que merecen ser apoyados, pero no por el hecho de ser hombres, sino porque se lo merecen. Como mujeres, tenemos que empezar a apreciar nuestro propio valor. Y además, buscar mujeres fuertes, como amigas, o incluso como pareja, para aprender de ellas, para que nos inspiren, para colaborar con ellas, para ayudarnos, para que nos iluminen.

Como dije antes, esto no va de recibir un premio, va de tener la oportunidad de plantarme frente a ustedes y darles las gracias. Como mujer. Como artista. Como ser humano. Y no sólo a las personas que me han amado y me han apoyado a lo largo del camino (veo a muchos aquí hoy). No tenéis ni idea… no tenéis ni idea de cuánto me habéis ayudado (aplausos). También a los que dudaron, a los negativos, los que me hicieron pasar ratos horribles, diciendo que no podría, que no sería capaz, que no debería. Vuestra resistencia me hizo más fuerte. Me hizo apretar más fuerte. Me convirtió en la luchadora que soy a día de hoy. Me hizo la mujer que soy. Así que gracias.

Esto es todo. En estos días de buenismo, consumismo y villancicos, no viene mal que aparezca una persona y nos ponga delante del espejo de nuestras miserias. Por no quedar de bicho raro, aprovecharé la ocasión para desearles a todos ustedes (de corazón) una Felices Fiestas. Y aupa el Dépor, que el año próximo se va a salir.

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