lunes, 24 de agosto de 2015

418. Últimos flecos polacos

Bien, queda poco por añadir en relación con mi excursión por tierras polacas. Algún amigo me ha acusado de projudío, a cuenta de mi defensa del cantante Matisyahu. Tienen razón y aquí les pongo la foto que lo demuestra. Me han pillado. Ahí tienen la prueba irrefutable de mi identidad hasta ahora secreta.


La foto está tomada junto a una de las pequeñas sinagogas que pueden visitarse en el Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia. Tiene un pequeño cementerio anejo en el que los judíos siguen siendo enterrados aun. Los judíos entierran a sus familiares con los pies orientados a Jerusalén. De esta forma, cuando el Mesías llegue a la tierra y cabalgue a lomos de un burrito blanco, los muertos resucitarán y le seguirán en dirección a la tierra prometida. Al estar en la posición correcta, no tendrán ni que darse la vuelta: resucitarán y echarán a andar. Los familiares no suelen visitar las tumbas de sus deudos fallecidos, a los que creen temporalmente de viaje por el más allá. Sí visitan, en cambio, las tumbas de personas importantes, en las que depositan como ofrenda pequeñas piedras sobre la lápida de la sepultura para que el muerto, desde el más allá, les dé buena suerte o les ayude en sus pleitos. Las creencias y costumbres funerarias judías revelan la maldad suprema que suponía quemar sus cuerpos. La palabra Holocausto, de etimología griega, viene de holos (la totalidad) y caustos (quemar). La solución final de los nazis implicaba eliminarlos por completo y para siempre.

El Kazimierz no fue destruido en la guerra, pero se quedó prácticamente vacío. En los años de posguerra estuvo medio abandonado, ocupado por delincuentes y prostitutas. Coincidiendo con la llegada de la democracia, empezaron a asentarse aquí artistas e intelectuales, atraídos por los bajos precios de la vivienda. El barrio mantiene su carácter marginal, bullicioso y multicultural, al estilo Malasaña, y algunos judíos han empezado a regresar. Las sinagogas se han rehabilitado y forman parte de la oferta turística. Muchas de ellas ofrecen conciertos vespertinos de música de fusión entre el tradicional klezmer y el jazz. Las esquinas están llenas de chiringuitos con terrazas y, si el que te enseña el barrio es un polaco, no dejará de mostrarte la calle Kupa (literalmente: mierda, en polaco, aunque en yidish tiene un significado menos escatológico). También hay que ver la escalera en la que Spielberg rodó la famosa escena en que una madre esconde a su hijo mientras los nazis registran su vivienda y tiran las pertenencias de todos al patio.

De lo que no queda casi nada es del gueto en donde fueron confinados los judíos, una vez que se les sacó del Kazimierz. En este lugar, al otro lado del río, fueron recluidos 15.000 judíos, en un lugar donde antes vivían 3.000 polacos, previamente deportados a otros lugares. Desde aquí iban siendo enviados a Auschwitz y demás campos. Ahora queda apenas la plaza principal y un tramo conservado del muro que lo rodeaba, que puede visitarse, igual que la fábrica Schindler original, que está al lado. Y la botica de Tadeusz Pankiewicz, farmacéutico católico que convenció a los nazis de que le dejaran continuar regentando su negocio con la disculpa de que, si a los judíos no se les facilitaban medicamentos, contraerían enfermedades infecciosas que luego se extenderían por todas partes.

La farmacia estaba en la esquina de la plaza principal del gueto, en donde se concentraba a los deportados para subirlos en los autobuses que los trasladaban a los campos de trabajo y exterminio. La gente acudía allí con hatillos y maletas con todas sus pertenencias y formaban largas hileras. Los que podían, aprovechaban la confusión para esconderse en la rebotica de Pankiewicz, que salvó de esta forma la vida de muchos judíos, arriesgando la suya propia. Pero a este señor no le han hecho ninguna película en Hollywood. Uno de los supervivientes de este gueto es precisamente Roman Polansky, que ha sido quien ha financiado el diseño e instalación del Memorial que recuerda en la plaza a las víctimas de los nazis. Es un conjunto de sillas vacías orientadas en todas direcciones, cuya visión encoge bastante el alma.



En fin, Polonia era el país en donde había una mayor población judía antes de la Guerra Mundial. Ahora su presencia es bastante minoritaria, aunque en aumento. También muchos polacos católicos se vieron obligados a emigrar, de modo que Chicago es hoy la ciudad del mundo con más polacos, ligeramente por delante de Varsovia. Las heridas de la guerra van cicatrizando poco a poco y el cine ha empezado a tratar temas que hasta hace poco eran tabú. Ya les he recomendado la película Ida, Oscar del año pasado a la mejor película de habla no inglesa. Allí se cuenta cómo mucha gente aprovechaba el caos de la guerra y la invasión para denunciar a sus vecinos como judíos o resistentes, para que fueran deportados y así quedarse con sus casas y sus propiedades. Algo similar sucedió también en España. Un pasado reciente tan tremendo explica que los polacos tengan un punto fatalista y taciturno, ayudado además por un clima en el que, desde mediados de octubre hasta mediados de abril, no se ve el sol. Según lo que me dijeron mis amigos, el libro en el que se refleja mejor la idiosincrasia de los polacos, es El pensamiento cautivo, del premio Nobel Czeslaw Milosz (Tusquets, 1981). Aquí las imágenes de algunos monumentos de Varsovia.


Arriba, el monumento a los héroes del Alzamiento de Varsovia, erigido por los soviéticos poco antes de la llegada de la democracia. Abajo el Memorial que recuerda a los deportados a los diferentes Gulags de Rusia, obviamente, posterior a dicha llegada y sin embargo con muchos elementos en común con el anterior.



En la capital hay también numerosos testimonios que recuerdan a los hijos más ilustres de la ciudad, como Federico Chopin, Joseph Conrad, Marie Curie, o el oftalmólogo Lazar Zamenhof, el creador del esperanto. Hay un circuito Chopin con unas pequeñas consolas interactivas que reproducen sus melodías, situadas en la vía pública frente a los edificios en los que vivió y tocó. Y en el parque Lazienki se erige la estatua cuya foto les pongo abajo.



Desde un parterre cercano, la cabeza de Franz Liszt le observa. Chopin y Listz fueron contemporáneos, aunque de edades diferentes. Liszt, mayor, admiraba mucho a Chopin, a quien consideraba un genio. Pero el sentimiento no era mutuo, porque al polaco, que era muy pudoroso, no le gustaba nada la manera histriónica y teatral de tocar de Liszt, un showman al estilo Jerry Lee Lewis.

En Cracovia, el nativo más famoso es sin duda Juan Pablo II, pero su presencia no es tan agobiante como se podía esperar. Abajo tienen la fachada de la casa en que vivió mientras fue cardenal de Cracovia. Por cierto que el aeropuerto de Cracovia se llama Juan Pablo II y el de Varsovia Federico Chopin.

Nuestro viaje se ha completado con una estancia en Zakopane desde donde centralizamos las excursiones a los Tatras y los Pieniny. Les dejo algunas imágenes de estas zonas, empezando por las casas tradicionales de madera, cerca de Zakopane.




Ahora, dos lagos eslovacos desde las cumbres de los Tatras. Por cierto que los polacos de la zona fronteriza tienen a los eslovacos como a unos tipos bastante bolos. Dicen que apenas llegan a cinco millones, que se han empeñado en seguir ellos solos, que son muy cabezotas y que no se relacionan con nadie. Como no podía ser de otra manera, hacen chistes de eslovacos. ¿Les suena esto? No me digan que no.


Aquí el tradicional descenso del río Dunajec en almadías, al pie de los Pieniny, 18 kilómetros río abajo.



En Osada, una serie de casas de judíos adinerados que habían quedado abandonadas, fueron desmontadas y trasladadas a una localización segura, para evitar que quedasen anegadas al construir una presa. Un empresario hotelero pagó el traslado para construir un resort junto al pantano. El proyecto está a medio desarrollar. En el hotel en uso nos alojamos una noche y, desde él se veía esta otra casa, aun sin adaptar, digna de haber sido el lugar de rodaje de Psicosis.

Por último, una imagen de la oferta de un mercadillo de frutas. Abajo a la derecha, las famosas manzanas polacas, que presumen de ser las mejores de Europa. Todo el producto de la huerta en estas tierras es excelente.




5 comentarios:

  1. En este post, y sólo en este, no veo más imagen que la de las sillas, todas las demás se encuentran en blanco. Naturalmente no se dónde está el error y si me sucede a mí sólo o a todos los visitantes, pero ya me extraña que, si fuera así, no lo hubiera comentado ya alguien más. En fín, te lo cuento para que lo sepas y, si puedes, lo corrijas, pues con ganas me quedo de ver todas las imágenes.
    Que sigas disfrutando y viajando, que seas feliz porque la cosa, efectivamente, está un poco chunga y eso de que, como ya eres un anciano, no te dará tiempo a ver una debacle mundial, pues no lo veo claro porque ya creo que, al ritmo que se producen los acontecimientos en el mundo y en manos de qué dirigentes políticos nos encontramos, es posible que me de tiempo a ver una catástrofe a mí. Después de la primera Gran Guerra nadie, en su sano juicio, podía imaginar la que se estaba preparando para no muchos años después. En estas reflesiones siempre tengo en el recuerdo a Stefan Zweig.
    Me voy a dormir, un abrazo. Alfred.

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  2. Disculpas por esas "reflesiones". Ha sido culpa del teclado.

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    1. Querido Alfred, me preocupa lo que me cuentas. Las fotos que no te salen son las que tomé yo con mi cámara. Hasta ahora salían en el blog sin problemas. Alguien del trabajo me dijo lo mismo que tú y pensé que era un filtro que nos ponían en el Ayuntamiento. Si no es así, entonces es que el sitio donde las subo ha puesto un mecanismo de seguridad que yo no he pedido. Esta tarde las he borrado todas y las he vuelto a colgar. Me interesa mucho que me digas si ahora ya se ven o siguen en blanco.
      Un abrazo, espero que estés bien y gracias por el control de calidad y tu fidelidad general al blog. Los demás temas, coincido contigo en que vienen negros, y no sé si es que yo también me estoy volviendo pesimista, o es por lo mal que he salido en los cambios municipales, o es verdad que la situación es preocupante. Te reitero el abrazo, espero tu respuesta.

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    2. Magnificamente bien, ahora sí, ahora se ven como siempre, muy bien. Se agradecen porque el texto gana con ellas y las imágenes siempre son un magnífico complemento. Estás muy gracioso en la primera de todas, tienes un gran sentido del humor y muy poco del ridículo, al contrario que yo. Te felicito.
      Seguiré cuidando y vigilando el blog pues me gusta (el blog).
      Devuelvo fuertes abrazos. Alfred.

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    3. Pues me alegro mucho. En estas cosas de la informática lo primero que hay que intentar es salirse y volver entrar, o apagar y encender, o desenchufar y volver a enchufar. Esta vez ha funcionado y sigo sin saber qué era lo que pasaba. Abrazos y gracias otra vez.

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