viernes, 15 de marzo de 2013

102. La fumata no nos deja ver los desahucios

Esta tarde me voy de viaje a pasar el puente de San José haciendo senderismo por el Parque Regional de Sierra Espuña en la provincia de Murcia. Regreso el lunes 18 y es posible que hasta la vuelta no suba más entradas al Blog, posibilidad directamente ligada a las condiciones climatológicas. La base de operaciones la tendremos en el hotel Los Bartolos, en Alhama de Murcia, que tiene WiFi. Si el tiempo es bueno, no creo que escriba nada. Sólo en el caso de que se ponga a diluviar y haya que quedarse un día en el hotel, se me ofrecerá la ocasión de confeccionar alguna entrada en el fin de semana.

No se quejen, que la última vez que me fui de viaje (a Viseu), les dejé colgados cuatro días con una página sobre pedos de las que tanto disfrutan en secreto (lo revela la página de seguimiento del Blog, aunque casi nadie me dice nada al respecto). En esta ocasión les he dejado un buen abanico de asuntos variados, divertidos y polémicos. Algunos más trabajados, como el que explica el origen del nombre de Madrid, otros más gamberros como el de la propuesta de Berlusconi para Papa.

Hablando del Papa, pues estoy encantado de que sea un argentino, vih’te, y encima que se ponga Francisco, Paco para los amigos, Curro para los más íntimos. Tal vez el tipo propicie una mayor relación de la Iglesia con el mundo real. Nadie le pide una gran revolución. Ni siquiera que dejen de ser un Estado con presidente elegido por un sistema medieval, que terminen con la ridiculez de la infalibilidad, o que las mujeres pasen a desempeñar un papel similar al que tienen en el resto del mundo occidental. Sería suficiente, por ahora, con que la Iglesia recuperase la función que desempeñaba en sus inicios y para la que fue creada.

No es algo descabellado. En realidad, todo está ya establecido en las conclusiones del Concilio Vaticano Segundo, el que promovió el mejor Papa de todos los que he conocido en mi vida. Juan XXIII fue elegido como un Papa de transición pero les salió rana a los de la curia. Pensaban que el cardenal Roncalli era un simple anciano de pueblo, simpático y buena gente, pero de poco recorrido. Y el tipo tuvo la sabiduría y la decisión suficientes para dar un volantazo y retomar la senda de la humildad y el servicio a los fieles. El problema fue que sus sucesores pasaron de él, recuperaron todas las prerrogativas de la jerarquía y nunca han aplicado las directrices que el Concilio aprobó.

No es este del Papa un tema que me interese especialmente, pero es difícil sustraerse al circo mediático que se ha montado en torno a la fumata. El País le dedicaba ayer diez o doce páginas y parece que todo el mundo tiene ganas de que la iglesia se democratice. El ruido del cónclave ha impedido prestar la debida atención al fallo del Tribunal de Luxemburgo sobre el tema de los desahucios en España. Qué vergüenza que hayamos tenido que recurrir a Europa para tener un punto de apoyo frente a esa norma abusiva que tantos miles de dramas personales y familiares ha causado (además de un buen número de suicidios).

A lo largo de mis más de cien posts he insistido de forma preferente en unas cuantas líneas que me parece importante que mantengamos, y una de ellas es mi obsesión en demostrar que los españoles no somos peores que los ciudadanos de otros países europeos que nos miran por encima del hombro, como si ellos mearan agua bendita y nosotros fuéramos una especie de apestados. Es una tesis sesgada e interesada, esta de los alemanes y sus corifeos: cuanto más nos desanimemos y nos acomplejemos, más nos van a mangonear y a hundir, en definitiva. Por eso yo me esfuerzo en todo lo que pueda ayudar a promocionar la marca España. Somos cojonudos, coño. Que nadie lo dude.

Lo que pasa es que hay unos cuantos asuntos puntuales en los que de verdad somos diferentes y damos bastante vergüenza. Por ejemplo, que surja el caso Bárcenas y no dimita nadie. O que el juez Garzón destape el Gurtel y la justicia lo condene a él, en vez de a los corruptos. Como ya he dicho en algún post anterior, hacemos también el ridículo internacional cuando nuestro himno se silba masivamente en un estadio, algo que no sucede en ninguna parte y que los extranjeros no entienden. Y, desde luego, nos retratamos internacionalmente con una normativa sobre desahucios que no existe en ningún otro país europeo.

Como no soy un experto en este asunto, ayer llamé a Sagrario Pérez, mi asesora para asuntos económicos a la que tengo un poco abandonada últimamente, para que me explicara la trascendencia de esta decisión de la más alta instancia jurídica europea. Me dio tal cantidad de datos que este semi-post se me queda corto. Además, el tema es tan dramático que se merece que me lo estudie más despacio y prepare un texto exclusivo y bien fundamentado. 

Quedémonos por ahora con unos cuantos flashes. Que la norma que se debe reformar no es tanto la Ley Hipotecaria, como la Ley Reguladora del Procedimiento de Ejecución Hipotecaria, un texto de los tiempos de Franco, que ha sido varias veces revisado a peor, a petición de la gran Banca, tanto por gobiernos del PP, como del PSOE. Que el resultado de esa ley requeterreformada, es un marco totalmente asimétrico para el juego entre el ciudadano y la Banca, que incluye cláusulas abusivas, como la que prohíbe que, en caso de desahucio, el afectado recurra la decisión y el juez pueda siquiera escucharlo (créanselo). Hemos convivido con esa norma durante toda la democracia, sin que alcanzara visibilidad hasta que ha llegado la crisis. El Tribunal de Luxemburgo ha dictaminado que ese marco asimétrico y abusivo es contrario a la normativa europea que protege al consumidor frente a eventuales estafas de quien le vende un producto.

El realidad, todos los países europeos cuentan con una ley que podemos llamar de segunda oportunidad, que, con diferentes condiciones, prevé la contingencia de que un propietario con su casa hipotecada se vea en problemas para pagar las letras de su crédito, por un contratiempo sobrevenido (como paro o enfermedad). En esos casos, la ley faculta a la Administración a designar un árbitro, que se estudia el caso concreto y establece cuánto puede pagar la familia amenazada de desahucio y cuanto puede perdonar razonablemente el Banco. La solución pasa a veces por ofrecer al ciudadano un alquiler social alternativo, lo que permite a los afectados rehacer su vida y su economía.

La solución  que decide el árbitro es buena para todos. El ciudadano no se ve en la calle y el Banco recupera una parte sustancial del dinero, en vez de quedarse con un piso que no le sirve para nada. Esta normativa de los demás países europeos, obvia el debate de la famosa “dación en pago”, que ha sido objeto de una iniciativa legislativa popular suscrita por 1,4 millones de ciudadanos, entre los que me cuento. El asunto es complejo y se merece, como digo, que me tome un largo café con Sagrario para cerrar un texto a la altura de este auténtico drama social.

A las puertas de mi desahucio de la oficina en la que he trabajado los últimos 30 años, estoy especialmente sensible a este tipo de temas (mi drama es infinitesimal, lo reconozco, no es comparable con un desahucio real). La cosa ya tiene fecha programada. Cuando regrese de mi excursión senderista, tendré tres días para empaquetar mis enseres más elementales (del resto, una parte está en mi casa y lo demás irá a la hoguera). El jueves 21, por la tarde se iniciará la mudanza, que se completará al día siguiente. El lunes 25 ya debo ir a mi nuevo lugar de trabajo. De esto también hablaremos en estos días. Que lo pasen bien en el puente. 

6 comentarios:

  1. Respecto a mi tocayo Franciscus, ya solo resta saber si es un cronco o un petiforro porque entre cronopio y fama lo tengo claro...jejejeje...

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    1. Desde luego que es un cronopio y, probablemente también un petiforro, porque, de todos los que conozco, usted es el más cronco, querido Groucho. Y, por descontado: ¡¡que viva EL PAPA!!

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  2. Ya he leído por ahí que es Francisco es un papa muy renovador... como que los de la guardia suiza se van a llamar ahora "los hombres de Paco".

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    1. Se dice también que ha pedido el teléfono del Telechino, para que le traigan la cena en moto.

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  3. Respecto a los suicidios, un psiquiatra comentaba ayer en El País que su número, durante la época de prosperidad, cuando "todos los españoles éramos tan ricos", fue significativamente mayor que ahora, en periodo de crisis; de esto, deducía que la gente no se suicida por perder la casa, salvo los casos concretos que han saltado a la prensa (y algunos no han sido por ejecutados por el banco, sino por un casero harto de no cobrar el alquiler). Lo que no exculpa ni una miaja a banqueros, agentes hipotecarios y demás buitres que engordan con la tragedia de los que se quedan en los márgenes del mundo, desposeídos de su cobijo y hasta de su dignidad.

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    1. Desde luego, uno no se suicida si no se le acumulan un montón de problemas, reales o imaginarios, que se perciben como imposibles de solucionar. Yo creo que en más casos de los que se publican, el desahucio o el despido pueden ser la gota que colma el vaso de la desesperación. Como en el caso de los empleados de France Telecom. Yo no sé cómo me tomaría que me echaran de mi casa y tuviera que irme a vivir a un banco del Retiro.

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