jueves, 26 de marzo de 2020

924. CC5. Una teta en el origen de Youtube

En fin, que hoy vuelvo a centrarme en contarles algo que seguramente no saben, aunque supongo que podrían encontrar muchísima información al respecto, si bien nadie se lo va a contar tan bien como yo (ya saben que no tengo abuela en relación con este aspecto concreto). En pleno pico de muertos y contagiados por el maldito coronavirus (de los cojones) que ha logrado paralizar el mundo, me brindo a contar algo que no tiene nada que ver con el triste momento que vivimos, con el sano propósito de ofrecerles un rato de distracción y entretenimiento, como hice hace un par de posts con la historia de la ciudad amurallada de Kowloon, que me parece un tema que merece la pena ser contado, aunque no he detectado un especial entusiasmo al respecto, en mi exiguo grupo de seguidores.

Y lo mismo que, cuando empiezo a hablar de fútbol, una parte de mis seguidoras femeninas dejan de leer al instante, en este caso ya intuyo a más de uno de mis lectores más sesudos meneando la cabeza y arrugando la nariz ante un tema que les parece frívolo y de segundo orden. Ningún asunto lo es para mí, si nos permite acercarnos con mirada crítica, ponerlo en contexto y analizar las implicaciones y las derivadas. El valor de este blog es la variedad y la capacidad de tocar toda clase de temas sin prejuicios ni valoraciones previas. Así que hoy vamos a hablar de lo que se llamó el nipplegate, traducido chapuceramente como pezongate, un nombre horrible que no he querido incluir en el título y con el que se dió en llamar a lo sucedido en la Superbowl de 2004, hace ya 16 años, cómo pasa el tiempo.

Cada año, la llamada Superbowl, la final del campeonato de Fútbol Americano, se celebra en febrero y se convierte en el espectáculo más visto del año, lo que le supone a la cadena CBS unos sustanciosos beneficios. El Fútbol Americano es un deporte salvaje, severamente desautorizado por la American Health Asociation, que todos los años deja un reguero de chavales tetrapléjicos o lisiados de diversas maneras truncando sus carreras por llegar a la élite. La Federación Americana de Football es algo tan yanqui como la Asociación del Rifle. En parte por suavizar el mal rollo que desprende el futbol americano, cada año contratan a los artistas de rock y pop más en candelero, para que amenicen el descanso intermedio, de apenas 15 minutos.

Este año han podido ver, si les ha interesado, a Jennifer López y Shakira. Todo el establishment y la prensa las han alabado de forma unánime: qué maravilla lo que hacen estas dos divas en favor de la valoración de la mujer y el empoderamiento femenino, oyes, qué mérito tienen ambas de conservarse tan bien y salir a darlo todo en el escenario. Etcétera. A mí la música que hacen estas dos señoras forradas de dinero no me gusta nada. La coreografía es meritoria, pero todo es un tour de force por enseñar el culo, moverse de forma espasmódica con posturas de stripper y mostrarse muy descaradas, al gusto del público masculino que abarrota el estadio ese día. Pero eso sí: dentro de los límites del llamado buen gusto. Oigan, que el show se emite en horario infantil de máxima audiencia y es lamentable que los niños puedan ver una teta; no pasa nada en cambio por que adoren a sus violentos ídolos, intenten emularlos luego en los equipos amateurs y algunos se desgracien de por vida.

Esos quince minutos de gloria son aprovechados por los músicos para dar la nota si pueden, conseguir que se hable mucho de ellos y relanzar sus carreras. En 2004, le ofrecieron el papel estelar a Janet Jackson, a condición de compartir escenario con el emergente Justin Timberlake. Y pasó lo que vamos a ver. Pero antes veamos quien era (es) Janet Jackson. Janet Jackson es la pequeña de la saga Jackson, hija número diez del manager de rock y guitarrista frustrado Joe Jackson, que sometió a la mayoría de sus vástagos a una presión continuada para que fueran estrellas y lograran el triunfo que él nunca consiguió. Joe Jackson era un auténtico negrero, valga la paradoja, y muchos de sus hijos salieron tocados, especialmente Michael, el más famoso. Ser un miembro de ese clan marca tanto como ser hijo de Lola Flores o la Pantoja.

Sin embargo, Janet fue siempre por libre. Más bajita que sus hermanos (1,62), regordeta y con una amplia melena crespa, Janet debutó en el show televisivo de su familia con siete años (nació en 1966). A la izquierda ven la imagen con la que aparecía en la versión japonesa de su disco de debut, con 16 años. Enseguida hizo todo por salirse del clan Jackson. Janet es una mujer inteligente, simpática, solidaria, temperamental y muy currante. Su tercer disco, de 1986 y titulado Control, fue un bombazo, se vendió como rosquillas y le permitió iniciar una carrera sólida y dilatada, alejada de su familia y haciendo lo que le gustaba: música bastante simple, muy rítmica, coreografías potentes muy influidas por las de su hermano Michael y una producción discográfica esmerada. Pero sus opiniones y su vida la han llevado siempre a ser una mujer de la calle, que se encuentra a gusto con el pueblo. Tal vez el vídeo que les pongo abajo muestra con claridad su personalidad, su simpatía y su gusto por la gente.


Este tipo de música y de danza, que ahora hace todo el mundo (hasta Rosalía), a finales de los 80 era innovador y rompía moldes. Janet fue una de las primeras en triunfar y crear tendencia. En paralelo, Janet ha estado siempre muy vinculada a la lucha contra el SIDA y a los movimientos LGTB, a los que lleva años donando grandes sumas de dinero. Ha llegado incluso a presidir una fundación dedicada a la investigación del SIDA. Sin embargo, también está implicada en movimientos a favor de la ropa de piel y los abrigos de toda la vida (lo que le ha valido el anatema de los grupos animalistas, como el archiconocida PETA), algo que puede parecer paradójico, pero que para mí demuestra que tiene su propia opinión y no hace las cosas por ser moderna sino porque es solidaria y activista por naturaleza. Su carrera le exigíó siempre un esfuerzo físico notable, para cuidar su figura, lo que le llevó a estilizar su imagen y a retocarse la cara, con algo más de fortuna que su hermano, aunque a mí me gustaba más de joven.

En 2020, a punto de cumplir 54 y con un hijo de corta edad, ha recuperado su pelo rizado abundante y su figura regordeta de los inicios, inducida por la edad y la maternidad. Su carrera sigue viento en popa, a pesar de cómo trataron de hundirla con motivo del incidente de 2004. En estos momentos tiene contratados conciertos multitudinarios por todos los arena de USA, desde finales de junio hasta primeros de septiembre, si el virus se lo permite. Con esta historia les quiero poner en suerte: Janet es la persona con mejor rollo de todo el clan Jackson y, cuando la contratan para la Superbowl en febrero de 2004, es ya una artista consagrada, con más de 20 años de carrera, en la cima de su éxito, con cinco Grammys en sus vitrinas y 20 millones de discos vendidos. Es decir que aquí es la Federación de Futbol quien se beneficia y se prestigia con su participación, y no al revés. Conviene tener claros estos aspectos.

Qué fue lo que sucedió. Pues abajo tienen el vídeo de la parte final del show. Ha habido un primer tercio de Janet, un segundo de Justin y ahora es la apoteosis del encuentro entre ambos. Janet carga con el peso de la actuación, con una coreografía espectacular, y le deja unos minutos finales al novato Timberlake, para que cante una canción suya de éxito, bastante estúpida, que se llama Rock your body y cuya última estrofa reza: hagámoslo mejor, que yo quiero tenerte desnuda al final de esta canción. Al decir eso, Timberlake le arrancó un trozo de vestido y dejó su pecho al aire una fracción de segundo, antes de que la escena fundiera en negro. Véanlo y seguimos.  


Al día siguiente no se hablaba de otra cosa en el mundo. 143 millones de telespectadores pudieron verle la teta a Janet Jackson, qué escándalo. A la hora de máxima audiencia, con niños y todo. Alguien se preocupó de medir cuanto había durado la exposición impúdica y determinó que el intervalo había sido de nueve dieciseisavos de segundo. Pero ya la prensa se ocupó de sacar fotogramas de la filmación para publicarlos y que la gente pudiera ver el desaguisado a gusto. Aquí dos de esas imágenes, una del momento exacto y otra justo de un instante después, antes de que se vaya la luz.



En la segunda de estas fotos, se les ve a ambos un tanto incómodos y apesadumbrados, lo que avalaría su versión del día siguiente: que todo había sido un fallo, un error. Que el idiota de Timberlake tenía que tirar de la parte negra, de cuero, pero pilló también el corpiño rojo. Que lo que habían previsto era que se llevara sólo la pieza de cuero, que era la que estaba debidamente descosida y sujeta con unos hilvanes. Nadie les creyó. Lo que llamaron un fallo de vestuario, se convirtió en motivo de cachondeo. Cada vez que pillaban a alguien en USA metiendo la pata, se decía que había tenido un fallo de vestuario, y todo el mundo se reía. Y enseguida, la gente culpa a Jackson y no le da demasiada importancia al papel de Timberlake. Es hombre y es blanco. Y estamos hablando de un mundo esencialmente machista, anterior al Me Too, en donde personajes como Harvey Weinstein pululan sin que nadie les moleste. La explicación estaba clara: ella había urdido el asunto (era una puta) y él había picado como un pardillo (era un hombre y los hombres, ya se sabe, había que disculparlo, pelillos a la mar). Al día siguiente, una llorosa Janet Jackson se disculpaba en público, seguramente aconsejada por su representante.


Pero no bastaba con eso. El escándalo es de proporciones planetarias y todo el mundo está muy ofendido, lo cual no deja de ser acojonante. En España, El inMundo encuentra un filón para su especialidad: rascar mierda y esparcir la inMundicia. Pueden ver el tratamiento monjil y paleto de la información de ese campeón del amarillismo (han de pinchar AQUÍ). Con gran escándalo y sin darse cuenta del ridículo que hacen, claman al cielo: la exposición de teta fue nada menos que de 2 segundos. Y encima llevaba un piercing en el pezón. El tipo al que ponen a escribir no distingue un piercing de una pezonera. La entrada Janet Jackson fue la que registró más búsquedas en Internet ¡de todo el año! Todo el mundo quería repetir la escena de marras, que se veía con poca nitidez. Recuerden que estamos en 2004, un mundo sin Youtube, ni Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni TDT, ni 5G. Hace sólo 16 años, pero es la prehistoria en cuestión de redes sociales.

¿Todo ese pollo por la exhibición de menos de un segundo de un pezón cubierto con una pezonera? ¿No les parece extraño? Hoy con la perspectiva del tiempo, cualquiera puede deducir que la cosa se sacó de quicio interesadamente. Y fue el propio gobierno quien atizó el fuego. El presidente de los USA es por entonces George Bush hijo, a poco menos de nueve meses de presentarse a la reelección y en ese momento con la popularidad realmente por los suelos, tras descubrirse que las famosas armas de destrucción + IVA de Sadam Hussein eran un cuento chino que había servido de excusa para montar una guerra absurda, sin permiso de la ONU y de resultados desastrosos. Era febrero y los sondeos mostraban por delante al casi seguro candidato demócrata John Kerry, que finalmente perdería. Y Bush ve una oportunidad de dar un puñetazo encima de la mesa con el asunto del nipplegate, o pezongate. La propia señora Bush, que nunca decía nada, se descuelga con unas declaraciones demoledoras en las que concluye: esto ha sido lamentable, no queremos que nuestros niños vean cosas como esa.

La Federal Communication Commision (FCC), que regula los contenidos audiovisuales en los diferentes medios, estaba entonces presidida por Michael Powell, hijo del general Colin Powell, el asesor militar de Bush, o sea, casi como si fuera de la familia. La FCC decide imponer una multa a la cadena CBS de 550.000 dólares, una de las más altas de su historia. La FCC consideró que la cadena estaba al tanto de lo que tramaban ambos cantantes y que era responsable subsidiaria del fallo de vestuario. Como es natural, la CBS recurrió la multa y consiguió que un tribunal estatal les absolviera, por entender que una imagen de 9/16 de segundo es fugaz y por tanto no puede dañar la sensibilidad de nadie. La FCC recurrió al Supremo y el asunto se enzarzó en un interminable procedimiento de ida y vuelta. Según mis noticias, la CBS no pagó nunca la multa. Pero daba igual, Bush había sido reelegido y lo demás era accesorio.

Powell junior aprovechó para llevar a aprobación del Congreso una especie de Ley de Censura, que recortaba contenidos y establecía que las emisiones en directo se emitirían con unos segundos de retraso para dar tiempo a eliminar contenidos perversos que les quisieran colar. Durante años la Superbowl contrató para sus intermedios a artistas masculinos, como los Rolling Stones o Paul McCartney, seguros de que no enseñarían la polla. Todo cambió con este incidente minúsculo hipervalorado. Janet Jackson vio cómo su carrera se hundía, aunque finalmente logró reflotarla con trabajo, tesón y calidad. Sus canciones se eliminaron fulminantemente de las radios-fórmula y del hilo musical. Cancelaron su participación en festivales y perdió contratos publicitarios. Y llegaron los Grammy de ese año. Jackson y Timberlake estaban invitados desde antes del incidente. Pero la organización les exigió disculparse previamente en público, dejando claro que ni la CBS ni la MTV, productora del evento, sabían nada. Timberlake accedió y fue invitado. Janet se negó. Sostuvo su versión de que todo había sido un accidente y dijo que uno no debe disculparse por un hecho accidental. Ella lo había hecho una vez, sometida a grandes presiones, pero no tenía intención de repetirlo. Y se quedó fuera. 

Durante al menos diez años, Janet tuvo que aguantar que el tema fuera mencionado en todas las noticias sobre ella y se le preguntara al respecto en todas las entrevistas, además de soportar las bromas acerca del fallo de vestuario. ¿Y cómo iba el mundo evolucionando? Pues aparecen las redes sociales, como Instagram, que establecen unas condiciones de censura cada vez más circunscritas al pezón, porque nada impide publicar fotos de escotes ni tampoco aquellas de tops mínimos en las que se enseña la parte de abajo de las tetas. ¿Realmente se merece tal inquina esta parte mínima de la anatomía femenina, que además los hombres mostramos sin pudor? Es el absurdo del puritanismo made in USA. La cosa es tan ridícula que hasta ha surgido un movimiento que se llama Free the Nipple, que sus seguidoras apoyan mostrando un pezón y al que se han adherido numerosas actrices famosas. Y el uso de pezoneras por las famosas en eventos públicos se normalizó hace tiempo. Vean abajo cómo apareció hace 2 años la cantante Nicky Minaj en un desfile de moda en París.


Un penúltimo tema. ¿Qué fue lo que sucedió realmente en aquella noche de 2004? Hombre, una cosa es que a mí Janet me caiga bien y Timberlake me parezca un gilipollas, como ha quedado acreditado en este texto, pero eso no quiere decir que me chupe el dedo. Tengo claro que ambos lo planearon de acuerdo. Imagínese usted, querido lector, en una situación como esa. Tiene que tirar de una pieza de cuero negro preparada para ser arrancada. Debajo hay un sujetador rojo de marca que no debe tocarse (según la excusa de ambos). Es imposible que usted arranque accidentalmente ambas piezas. Vamos, que eso no le pasa ni a Arnold Schwarzenegger. La disculpa del fallo de vestuario es intragable. Además, debajo había un pezón cubierto con una pezonera, indicio inequívoco de premeditación. Yo creo que ellos quisieron ir unos milímetros más allá de lo permitido y lo prepararon con sumo cuidado. La luz se tenía que ir enseguida para que el pezón de Jackson no se viera más que la entrepierna de Sharon Stone en Instinto Básico. Nunca pensaron que se armase semejante pollo. Y el mundo les dejó solos. Finalmente, Timberlake agachó la cabeza y pudo seguir su carrera normalmente. Janet mantuvo el orgullo y se tragó ella sola el marrón.

Algunos periodistas hicieron investigaciones por su cuenta y publicaron algunos datos, que avalan esta teoría. El sastre de Janet, un ecuatoriano llamado Marcelo Garzón, confesó que la cantante le había pedido hacer ciertas modificaciones en su vestido de cuero de marca. Se le preguntó en qué consistían esas modificaciones. Respuesta: perdone, eso es confidencial. Luego está Biryah Dailey, propietario de un oscuro negocio de tatuajes y joyas alternativas. Este pájaro declaró que unos días antes, un tipo que se identificó como estilista de Janet, entró en su tienda y le pidió ver pezoneras punk de orfebrería, (que no son piercings, sino adhesivos). Que escogió una pieza y la compró. Que, cuando se iba, le dijo que no se perdiera la actuación de su jefa, que tenía sorpresa final (y le guiñó un ojo). Y que todavía estaba esperando que viniera a llevarse la pieza compañera, porque las pezoneras se venden por pares y el tipo se había llevado sólo una. O sea, verde con asas (aunque cabe la posibilidad de que el pájaro se haya inventado todo esto para darse pisto).

Los coreógrafos declararon a la prensa que en los ensayos previos, lo que Timberlake le quitaba era la falda, dejando las piernas al descubierto. Y años después, Michael Powell, el hijo del general, fue entrevistado al respecto y dijo dos cosas de interés. Una, que pensaba que se había sido muy injusto con Janet Jackson. Dos, que en su fuero interno estaba convencido de que había mucha más gente al tanto de lo que iba a suceder, que los cantantes no eran los únicos que lo sabían, que en el mundo del espectáculo no es creíble que ambos artistas hubieran preparado eso sin que lo supiera nadie más. Pero todo el mundo escurrió el bulto y Janet fue la cabeza de turco, utilizada para invertir las encuestas de popularidad de Bush.

Pero esta historia tiene un estrambote (ya anticipado en el título del post). Porque entre los que se quedaron sin ver la Superbowl 2004, estaba Jawed Karim, un joven ejecutivo de la empresa Paypal, pionera del pago por Internet. Este chaval, que tenía entonces 25 años, y la hormona a tope, como todos a su edad, se pone a buscar la escena de la teta por toda la red (esa red prehistórica de la que hemos hablado) y no consigue verla con la nitidez que le pide su hormona desbocada. Decide entonces filmar una captura directa de la televisión y subirla a una página Web. Y empieza a registrar visitas por centenares. El resultado es tan bueno, que, con un par de colegas que saben de informática, Steve Chen y Chad Hurley, organizan una plataforma exclusivamente dedicada a publicar y compartir vídeos. Y bautizan a esa plataforma YouTube. El primer vídeo que publican, es una visita del propio Jawed al zoo de San Francisco, 18 segundos. Pueden verla abajo.


Menuda tontería la que dice: estoy delante de los elefantes, pero lo que realmente, realmente importa es que tienen unas trompas muy grandes y eso mola. Y es todo lo que tengo que decir. Por cierto, el segundo vídeo publicado en Youtube fue el de un snowboarder que trata de salvar un obstáculo y se pega la costalada padre. Hoy en día, Youtube es la plataforma que más visitas recibe del mundo (si exceptuamos, lógicamente, a Google), muy por delante de Facebook, Twitter y las demás. Los tres chavales vendieron en 2006 la plataforma al gigante Google a cambio de 700 millones en acciones de la propia compañía. Jawed tiene ahora 40 años y vive como un cura. No parece que vaya a ser un problema para él aislarse del coronavirus en su mansión. Pero ya ven que todo empezó con una teta mostrada en TV, intencionadamente o no. Cuídense mucho, porfa.

6 comentarios:

  1. Muy interesante y poco conocido, al menos por mi parte.
    Lo has contado extraordinariamente bien, como de costumbre, pero esta vez con un final propio de un thriller ¡alucinante! Quién iba a sospechar que el origen, "la semillita" de la que nació YouTube provenga de una teta.
    ¡Qué tiempos estamos viviendo!
    Abrazotes.

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    1. Gracias, Berto, me alegro que te haya interesado. Abrazos virtuales.

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  2. A mí también me ha encantado este texto, y me permito hacerle dos precisiones.
    Comparto con usted la fobia hacia El inMundo (excelente y preciso mote), pero en este caso no es el responsable de la información, ciertamente pacata y monjil, sobre el incidente: el periódico se limita a reproducir una noticia de agencia, en concreto de la vetusta y rancia Agencia Efe, de la que no es de extrañar esa redacción. A cada cual sus culpas.
    La otra: creía haber oído que Youtube había nacido como una plataforma de contactos y ligoteos on line, sobre la base del intercambio de videoselfies como esos con los que usted nos obsequia de vez en cuando. ¿Está seguro de lo que cuenta?

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    1. Respecto a lo primero, nada que decir: tiene usted toda la razón y queda constancia de mi error.
      En cuanto a lo segundo, es el propio Jawed el que ha contado esta historia en alguna entrevista. Es posible que alguno de sus colegas haya contado lo que usted dice y que ese fuera su secreto propósito. Al fin y al cabo, eran tres veinteañeros con la hormona disparada; por el vídeo del zoo se ve el nivel que tenían. Supongo que sabe que el origen de Facebook fue precisamente una página universitaria de ligues on line.
      En cualquier caso, gracias por sus precisiones.

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  3. Yo no conocía la historia con el detalle con que tú la cuentas, pero sí recuerdo que en su día me pareció ridículamente victoriano el escándalo que se montó por un pecho al descubierto. Lo que parecía claro es que no era improvisado; absurda la hiperreacción de los puritanos que no reaccionan ante las cosas que de verdad pueden hacer daño a los niños.
    No quise decírtelo, pero ahora veo que el artículo sobre la ciudad tuvo una acogida similar a la mía: mi familia lo encontró muy aburrido y a mí (lo siento) me pareció un mojón, como dice mi pequeño. Pero supongo que para arquitectos y urbanistas es muy interesante y, como siempre, muy bien escrito.

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    1. Querida, yo no aspiro a que todos mis textos le gusten a todos mis lectores. Yo escribo sobre cosas que me interesan a mí y que pienso que merecen ser contadas. En este caso, el tema me parece de mucho interés. Si no ha sido tan unánimemente aplaudido como otros, tal vez se deba a que no está tan bien escrito como tú dices. Esto para mí no es más que un acicate para esmerarme más.
      Un abrazo y ánimo, que todavía falta mucho para que nos den suelta.

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