martes, 17 de marzo de 2020

921. CC2. Empieza el encierro de verdad

Aquí me tienen de nuevo, en pleno encierro domiciliario. Mi pretensión es mantener el ritmo de un post cada tres días, en primer lugar por tender un puente de normalidad entre los gozosos tiempos pasados y los que nos esperan al otro dado de este túnel del terror que estamos atravesando, como aquellos de las ferias y parques de atracciones de nuestra niñez, en donde te salían de los laterales unas brujas que te perseguían a escobazos. Lo que venga después, no lo conocemos, pero tengan ustedes por seguro que nada volverá a ser igual. Entre lo que perderemos y lo que aprenderemos de esta tremenda circunstancia que nos aflige colectivamente. No es por presumir, pero con la cantidad de tiempo libre que tengo a lo largo del día, yo podría aumentar la frecuencia de publicación de textos, pero mi experiencia me dice que tengo que contener mi graforrea o graforragia, para no aburrir ni agotar al personal. He de cuidar a mis followers, que son el alma de este foro, y no atufarlos, que si no los acabaré espantando. Así que uno cada tres días y ya.

Pretendo también ayudar a distraer a mis lectores, que el personal anda falto de diversiones con las que entretener este tiempo de encierro y olvidarse por un rato de las cifras de afectados y de muertos. Me consta que hay gente que se lo pasa muy bien con mis posts y ese es motivo suficiente para continuar. Y, además, yo tengo aquí una tribuna en la que vuelco mis neuras, mis sueños y mis anhelos. Por ejemplo, he de confesarles que he estado bastante aterrorizado y con una mala conciencia de la hostia, después de que en el Meet Up me dedicara a abrazar y besar a todo el mundo. Hombre, no es lo mismo 120 personas que nos reunimos en el Meet Up, que las multitudes de la manifestación feminista del 8 de marzo, o el mitin de Vox. Yo tengo claro que esos dos eventos fueron como echar una ducha de coronavirus (de los cojones) sobre los asistentes. Pero el Meet Up fue el día 4 de marzo y estuvimos desde las 9 en los autobuses hasta las 4 de la tarde en que se clausuró el acto. Me hubiera jodido mucho que empezáramos con un goteo de contagiados por esta imprevisión mía, llevado por el entusiasmo.

Por fortuna, mañana se cumplen los 14 días de cuarentena teórica; en realidad el grueso de los contagios se produce en torno a los cinco a siete días. Y yo sigo asintomático y ya más tranquilo, una vez que no me llegan noticias de contagiados entre los 120 del Meet Up. Todo el mundo critica al gobierno por permitir la mani del día 8, y creo que es una crítica justa y merecida. Pero cuatro días antes yo cometí una imprudencia similar, ciertamente de menor volumen, pero que podría haber acabado como el funeral de Álava en el que se contagiaron todos los gitanos de Haro. Esto ha ido cambiando día a día de manera vertiginosa, nuestra percepción del problema se ha tenido que ir adaptando y la situación nos ha ido atropellando sucesivamente. El día 5 de marzo yo estuve visitando la fábrica de CLESA y saludé otra vez a todo el mundo. Y fui y volví al trabajo en Metro los días 6, 9, 10 y 11 de marzo. Y el 12 estuve también en la oficina, aunque fui en coche. Y el viernes 13 salí a correr por el Retiro, algo que ahora no haría ni loco, aparte de que ya no se puede.

Lo que hice de salir a correr, con las precauciones que ya les conté, no fue una práctica de riesgo, considerada individualmente. El problema es que la misma reflexión que yo me hice entonces, se le puede haber ocurrido a otros 500 tipos. Y entonces deja de ser algo correcto. Pero yo no era consciente en ese momento y hasta lo conté en el blog. Frente a burros como yo, la respuesta del Ayuntamiento ha sido la adecuada: cerrar el parque. Por cierto, yo no soy nada partidario de este alcalde que tenemos, pero tengo que reconocer que en esta crisis lo está haciendo bien. Sus apariciones son las justas y se muestra tranquilo y con mando. Y sin darse importancia. Igual que cerró los parques, tiene a la policía municipal vigilando que se cumplan las normas (se nota que en estos temas no le aconseja Borja Carburante, su concejal más tóxico). Por último, les recuerdo que el viernes 13, me corté el pelo en la peluquería de Jurgen. Esta fue mi última imprudencia y tendré la neura de si estoy contagiado o no todavía unos días. A ver si hay suerte.

Vienen días duros. Las cifras de contagiados y muertos van a seguir subiendo y habrá que ver si la población aguanta el tirón anímico con el que hemos emprendido estos primeros días de encierro. Las salidas al balcón a aplaudir cada tarde a las 8.00 son muy emocionantes. Y hemos de confiar en que no nos pille el toro, ni individual, ni colectivamente. Ya saben que soy un optimista incurable. Esto se acabará y saldremos tocados anímica y económicamente, pero habrá que mantener el ánimo para seguir arrimando el hombro y apoyando donde se pueda. Primero tenemos que terminar la guerra, que ya luego vendrá la posguerra. La economía se va a ir al carajo y necesitaríamos otro Plan Marshall para empezar a tirar. Pero me temo que en los USA no van a estar para ayudar a nadie. Cuando les pille la pandemia de verdad como a nosotros, va a ser horroroso, porque su sistema sanitario y social es lamentable. A lo mejor así se dan cuenta y echan a Trump, que se ha cargado el Obamacare (que tampoco era nada del otro mundo, pero era un primer paso hacia sistemas como los europeos). El futuro es incierto y lleno de nubarrones. La imagen de abajo es significativa.


Pero, de momento, lo que nos toca es estar encerrados en casa. Ya les conté lo que hice el viernes en la etapa-prólogo. Mi fin de semana no fue demasiado diferente a otros, aunque sin poder salir a correr ni a dar una vuelta. Pero realmente fue ayer lunes la primera jornada de encierro total en día de diario. Les diré que desayuné temprano y me conecté con mi jefa y mi compañera M. para ponernos a trabajar on line. Llevamos una inercia de trabajo que no se puede parar y yo me pasé toda la mañana enganchado al teléfono y el ordenador. Luego me comí las lentejas que me habían quedado del viernes, me eché una cabezadita y me puse a hacer otras actividades no laborales. Estuve un rato leyendo, terminándome Anatomía Sensible, de Andrés Neuman. Y finalmente me puse a hacer deporte. ¿Cómo? ¿Que no se puede hacer deporte en casa? Con la ayuda del rock’n roll no hay nada imposible. Si no me creen, vean el videoselfie que me hice.


Y después de cenar, me puse delante de la tele, para empezar a ver la serie Los Soprano, de la que he visto alguna temporada y capítulos sueltos, pero tengo la intención de verla completa y en su orden. Como ven, no me faltan entretenimientos. ¿Que podría estar cabreado y triste? Desde luego. Me han jodido mi viaje a París, Lille y Rotterdam. Me voy a quedar sin mi encuentro con mi amiga Tantri a la que nunca tendré tan cerca. Pero no sirve de nada lamentarse. En Italia salen al balcón y cantan el himno, o ponen discos de Pavarotti. Nosotros no tenemos ni letra en el himno y ya ni siquiera podemos poner a Plácido Domingo. ¿Tal vez Alfredo Kraus?

En estas situaciones, los personajes públicos se retratan. Por ejemplo, la actitud de Torra y de Urkullu era de esperar, pero no vamos a perder más tiempo con estos tipos, si total luego los ciudadanos que les votaron lo vuelven a hacer como borregos. La mayoría de los líderes y partidos se han puesto las pilas y están arrimando el hombro. Al bufón Calabacillas le ha costado más, tenía muy interiorizado todo eso del sanchismo y el presidente ilegítimo, pero al final hizo ayer una declaración institucional como Dios manda. Y curiosamente, El inMundo no dice nada al respecto, a estos sólo les interesa la bronca. Sólo se queda ligeramente fuera Vox, un partido que alguien ha definido como una escisión antisistema y punk del PP.

En esta situación, por supuesto protéjanse y cuídense. Eso sí, también les digo que procuren no romperse un hueso estos días ni pillarse una simple gastroenteritis. La atención medica a otras patologías distintas del Covid-19 va a brillar por su ausencia. Es el peor momento para ponerse malo de otra cosa. Yo, por ejemplo, estoy pendiente de ir al oftalmólogo para que me vea las cataratas a ver si ya van estando maduras. Pero en este momento ni se me ocurre. Ni siquiera hacerme una limpieza dental que ya me toca. Mi recomendación a los lectores me trae a la memoria un chiste de Jaimito, de los tiempos de la infancia. Resulta que una familia amiga va a venir de visita a casa de los padres de Jaimito y traen a un niño que no tiene orejas, por lo que le aleccionan a Jaimito: –Tú, callado, a ver si vas a decir una de las tuyas. La visita transcurre sin problemas. Jaimito está callado como le han dicho y hasta procura no mirar demasiado al niño sin orejas. Todo como la seda hasta el momento de los saludos de despedida. Jaimito abraza al desorejado y le dice: –Chaval, que Dios te conserve la vista. Los padres, atónitos, le preguntan por qué ha dicho eso: –No, por nada. Es que como tenga que ponerse gafas, se las va a tener que enganchar de los cojones. 

El humor no debe faltar en estos momentos, y pueden contar conmigo para ello, mientras las cosas sigan así. Estamos encerrados, pero tenemos de todo, no como las familias de Siria, por ejemplo. En ese sentido, tengo que informarles de que existen mascarillas para el culo. ¿Se creen que estoy de broma? Nada más lejos de la verdad. Las recomienda nada menos que la revista Telva en un artículo reciente, que pueden consultar AQUÍ. Estoy por comprarme una para después del entrenamiento. Al final, esto del estado de alarma es bastante parecido a los estados de excepción que se decretaban en el País Vasco en tiempos de Franco. A mí me tocó vivir en persona uno de ellos con mis amigos vascos más radicales. Había que quedarse encerrado en casa, porque te jugabas la vida fuera. El grupo Kortatu compuso una canción satírica sobre estas situaciones claustrofóbicas con una letra mítica (todo este sábado, me lo voy a pasar, privando en mi casa, hasta reventar). Todo un ejemplo del ska-punk más abertxale. Una gamberrada con referencia final al puente sobre el río Kwai incluida. Se la dejo de regalo. A partir del próximo post procuraré contarles algún asunto que no tenga que ver con el virus, para que les ayude a entretenerse y pasar las horas interminables del encierro. Tengo un stock de temas pendientes. Cuídense.  


8 comentarios:

  1. Menudo estilazo, Emilio, tu masterclass de body pump es impagable. Esas escapadas ¿no serían a la nevera, verdad? No, no da tiempo. Es el deporte que más practicamos en esta casa, vamos a salir del confinamiento como budas. Yo no lo llevo bien, echo muchísimo de menos el gimnasio, la actividad física en casa no me motiva. Tu selfie dura poco más de tres minutos, pero, ¿te imaginas tres cuartos de hora así? Coincido en que, con los datos de hoy, deberían haber desconvocado la mani del 8-M, pero yo asistí y te aseguro que había mucho espacio entre los manifestantes "de base", que no hubo besos ni abrazos, ni estornudos, ni toses a mi alrededor. En definitiva, que tu potente metáfora de la ducha de coronavirus es realmente una hipérbole a la altura de Quevedo. Yo estaría más alarmada si hubiera participado de las efusiones de tu evento, aunque ya podemos descartar el contagio, han pasado 13 días sin novedad. Seguimos en armas.

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    1. Pues nada, ya ves que se puede correr por el pasillo, es un poco monótono, pero sirve. Me alegro de que no te afectara la lluvia de coronavirus esa, de la que hablo yo de forma tan exagerada. Tenemos que tener cuidado. Esto es una situación muy grave y no sabemos cómo vamos a salir después. Es importante mantener la fortaleza mental, para no quedarnos como los marines que vuelven de Irak o Afganistán.
      Un abrazo, querida, cuídate mucho.

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  2. Este texto y especialmente el viedeoselfie me parecen estupendos. Pero, ya puestos a criticar algo, yo que otras veces he alabado lo excepcional de las fotos que suele mostrarnos (y que no quiere decirnos de dónde las saca), pues la verdad es que esta vez no le veo la gracia a la foto esa que nos trae llena de banderas americanas. ¿Realmente le parece a usted significativa?

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    1. Bueno, no deja de ser una imagen simbólica: un negro con mascarilla pasando por la puerta desierta de Wall Street. A mí me pareció significativa. Siento que a usted no se lo parezca.

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  3. Dos cosas. Oigo culpar al gobierno de la mani del día 8 y creo que la responsabilidad es de las organizaciones que convocan, que para eso son organizaciones. El gobierno no debería prohibir nada, solo gestionar.
    Y la segunda es lo de la revista Telva, no abro el link porque me da susto encontrarme con la de otras épocas. ¿O es una revista nueva, Telva y Louise, tal vez?

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    1. En lo primero tienes razón. También Ortega Smith, en el colmo de la incoherencia, dijo que el gobierno tendría que haber prohibido el acto de Vox y así él estaría sano. Lo que pasa es que la situación nos ha ido atropellando sin que nos hubiéramos mentalizado previamente sobre la envergadura del enemigo que venía. Ninguno haríamos ahora las cosas que hace unos días dábamos por correctas.
      En cuanto a la revista Telva, efectivamente es la misma de la transición, el semanario financiado por el Opus para las señoras de la alta sociedad más pacata. Ahora incluye consejos de belleza, entre los que se cuenta esa delirante mascarilla para el culo, que cuando menos deberían haber llamado de otra manera, en los tiempos que corren.
      Un abrazo, amigo.

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  4. Comento por dar la nota, espero que nadie se ofenda.

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    1. Mari, tú puedes entrar aquí y comentar lo que te dé la gana, ya lo sabes. Si a alguien le molesta, que lo diga.

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