miércoles, 3 de julio de 2019

850. La deuda del Ayuntamiento II

Continúo con el tema. Pensaba ponerles aquí otra vez el cuadro del post anterior, pero creo que basta con que conozcan los datos de los años de la señora Carmena. En 2015 la deuda terminó en 4.768 millones, tras una reducción de unos 1.200, el año de mayor amortización, atribuible fifty-fifty a Botella y Carmena. En 2016, la deuda se reduce otros 900 millones, hasta llegar a 3.868. En 2017 la reducción es de unos 440 llevando la cifra final a los 3.423. Por último, en 2018 se devolvieron más de 700 millones, hasta llegar a los 2.700 que se registraban a comienzos de este año. La deuda fundamental del Ayuntamiento es la debida a las grandes obras gallardónicas y estaba prevista para extinguirse en el año 2038; desconozco si se ha pactado con los bancos algún tipo de refinanciación que haya variado esas fechas. Eso quiere decir que los años peores de esa hipoteca sobre la ciudad ya han pasado y que ahora los intereses que se pagan van siendo cada vez menores.

Como dije en el post anterior, disminuir esa deuda inicialmente monstruosa (si no la comparamos con la de Berlín) hasta situarla en unas cifras más asequibles, es algo básicamente bueno. Lo que pasa es que el Ayuntamiento tiene pactadas con las entidades financieras acreedoras unas cantidades de devolución concretas para cada año. Y que, en los años de mandato de Carmena, esas cantidades se han incrementado dedicando a la amortización de deuda unos superávits contables debidos a la incompleta ejecución de los presupuestos anuales de inversión aprobados. En otras palabras, el Ayuntamiento aprobaba cada año un presupuesto de inversión en infraestructuras y en mantenimiento de los edificios municipales, que luego no conseguía gastar íntegramente. Y el sobrante se dedicaba a pagar anticipadamente la deuda pendiente.

Por si quieren conocer en detalle los números de este asunto, les voy a poner el enlace a tres artículos al respecto, de la pluma del ex-periodista de El País Luca Constantini, un anticarmenista furibundo al que el periódico le encargó la información local, hasta que lo echaron a comienzos de este año. Durante todo su desempeño en El País, este elemento se dedicó a esparcir mierda en torno a la alcaldesa (en mi oficina lo llamábamos Luca Mussolini), pero los datos que aporta en estos tres textos hay que tenerlos en cuenta por mucho que nos duela. No se sientan obligados a leerlos, sólo les pido que les echen un vistazo por encima, porque yo les voy a resumir sus conclusiones. Son ESTE, ESTE y ESTE OTRO.

En definitiva, si tú presupuestas un gasto y luego sólo te gastas la mitad (porque no sabes, o no puedes o no te dejan), pues eres un gestor pésimo. Aunque luego ese dinero sobrante se emplee en reducir la deuda. En 2015, el año entre Botella y Carmena, el Ayuntamiento únicamente ejecutó el 60% de lo presupuestado. Por eso la deuda se redujo en 1.200 millones. En 2016, los resultados iban a ser aún más desastrosos, pero el señor Sánchez Mato, a la sazón responsable de la Hacienda local, empleó 104 de los millones no gastados en comprar la sede de su propia concejalía. Esta sede tiene una historia truculenta, que se merece un aparte.

El edificio fue la sede histórica del Banco de Vizcaya, después BBV y después BBVA. En los años 90, el concejal pepero al que hemos dado en llamar en este blog Jaime de Moratalaz, tuvo la ocurrencia de comprar tres sedes de bancos que se habían convertido en un muerto para sus propietarios respectivos (o, si prefieren una denominación menos ofensiva, en un inmovilizado). El Ayuntamiento podría haber invertido ese dinero en muchas otras cosas más útiles para la ciudad, pero este idiota quería quedar bien con la gran banca para hacer una inversión en el mercado de las influencias, para el momento en que se terminase su carrera política. Cuando llegó Gallardón en 2003, le dio efectivamente una patada en el culo al citado idiota. Pero, nada más llegar, el faraón proclamó que él quería tener su sede en la Cibeles, no había en Madrid otro lugar a la altura de su ego. El edificio, que albergaba desde siempre el Palacio de Comunicaciones, era propiedad del Estado, en ese momento gobernado por Aznar.

Pero en 2004, llegan los atentados, gana Zapatero y el nuevo presidente le dice a Gallardón: –Tú quieres el edificio de Cibeles ¿verdad? Pues ven a por él. El edificio de Cibeles nos costó a los madrileños un ojo de la cara y la operación, a varias bandas, incluyó la venta de Alcalá 45 a una inmobiliaria que tenía una cuenta pendiente con el Estado. Este edificio ya estaba entonces remodelado y adaptado como sede de la concejalía de Hacienda. Y el Ayuntamiento se quedó allí como inquilino (sistema conocido sell and lease back), con un alquiler a todas luces abusivo, que le suponía pagar más de 18.000 euros diarios. Cuando Sánchez Mato se dio cuenta de que ese año de 2016 también había superávit por la deficiente gestión de las inversiones presupuestadas, decidió emplear 104 de los millones sobrantes en recuperar la propiedad de su sede.  

Lo tuvo que hacer a la carrera, a final del año, y para ello incumplió no sé cuántas normas, desoyó el informe de la Intervención, etc… Todo el mundo lo puso verde, dijo que era una chorizada y eso se convirtió también en dogma indiscutible: ¡huy lo que ha hecho Sánchez Mato! A mí en cambio, me pareció una gestión autoritaria, pero brillante, como las que perpetraba el equipo de Gallardón. El fin que justifica los medios. Ese año, gracias al truco de Sánchez Mato, el porcentaje de gasto presupuestado que se ejecutó subió al 73%, y la deuda sólo se redujo unos 900 millones, como vimos en el cuadro. La situación fue similar en los años 2017 y 2018. Según los datos de Constantini, aproximadamente un 30% de la deuda amortizada por Carmena a lo largo de estos años proviene de pagos anticipados no previstos en el plan financiero, por la existencia de superávits anuales debidos a una ejecución y gestión deficientes.

Y por qué no se ha ejecutado lo presupuestado en todos estos años. Pues, es complejo de explicar, pero yo entiendo que es el resultado de dos factores: una gestión poco eficiente y el bloqueo de lo que yo siempre he llamado La Brunete Burocrática. Algunos de los que se han encargado de esta gestión son compañeros y amigos míos y este es un tema delicado para mí. Les pongo algún ejemplo. Una de las obras que se programaron el primer año fue adecentar el Barrio de Chueca para albergar la fiesta del Orgullo Gay Internacional, el fastuoso World Pride, que se iba a celebrar en julio de 2017 (por cierto, gracias a una gestión de los tiempos de Botella). Las obras de Chueca estuvieron listas para el Orgullo Gay… del año siguiente. Y sin estar finalizadas del todo. Moverse en la maraña que tejen los burócratas municipales es arduo, tedioso y desesperante. Les recuerdo que, entre estos burócratas paralizantes, los hay de varios tipos: los puristas y exquisitos, los miedosos, los torpes y/o vagos y los infiltrados políticos que hacen labor de zapa adrede. Moverse en medio de esa telaraña es casi imposible. Pero, en cualquier caso, presumir tanto de haber reducido la deuda, cuando se ha producido por no saber o no poder gastar lo presupuestado, es una auténtica majadería.

Purificación Causapié, la jefa del PSOE municipal en estos años, hacía una comparación al final de uno de los artículos reseñados que me parece muy acertada: –Una familia no puede dejar de comer por empeñarse en amortizar anticipadamente la hipoteca de su domicilio. Ese es el quid de la cuestión. Pensarán que nadie va a hacer semejante bobada, pero recuerden que eso fue precisamente lo que hizo el señor Ceaucescu: se obsesionó con dejar la deuda de su país a cero y tenía a la población pasando hambre y miserias sin cuento. En su último discurso dijo que la deuda del país ya estaba casi-casi pagada, pero que aún pedía a su pueblo un último esfuerzo adicional. Entonces la gente se rebeló y acabó fusilándolo en la calle junto con su mujer (si no han leído mi serie de cinco posts sobre Ceaucescu, se la recomiendo como lectura de verano imbatible).

Otro ejemplo, en este caso mío personal. La casa en la que vivo la pagué como todo hijo de vecino con una hipoteca y un crédito. Los primeros años las pasé bastante canutas. Pero, más o menos a la mitad del pago, cuando ya me encontraba menos asfixiado económicamente, me llegó un dinero con el que no contaba, por una herencia familiar inesperada. En mi ignorancia, la primera idea que me vino a la cabeza fue pagar la deuda que tenía pendiente y disponerme a disfrutar de la vida sin tener que pagar más letras. Menos mal que me asesoré con un amigo que sabe de estas cosas. Porque este señor me dijo que, en tal caso, habría hecho una idiotez. –Tú esa deuda déjala quietecita, que ya has pasado la fase mala, ya has pagado la mayor parte de los intereses y no te conviene cancelar el resto. Por el contrario, el dinero que te ha llegado lo empleas en otra cosa, te cambias de coche, te haces un viaje, lo inviertes en bonos o lo que más te apetezca.

La cosa está clara. Ahora bien, ¿el equipo de Carmena ha tenido a la ciudad pasando penurias por reducir tanto la deuda? No, desde luego, pero un presupuesto mejor gestionado le habría permitido hacer algunas obras en los distritos del sur, cuyos habitantes se han sentido tan abandonados y por eso se han abstenido. Así que hemos hecho un pan con unas tortas. Espero que lo hayan entendido. Y lo que me da rabia es que la prensa especializada sabe todo esto perfectamente. Pero no lo dicen, porque total ya qué más da. Mientras Carmena era el caballo ganador, los ataques desde todos los flancos eran continuos y despiadados. Ahora que es una jubilada y ya no molesta a nadie, no hay porqué desmentir esa falacia de que su gran logro ha sido reducir la deuda. Se puede dejar que se convierta en dogma y hasta lo diga el New York Times. Ese es el nivel de análisis y de información veraz de nuestra prensa.

Para endulzarles este duro trago, les dejo de propina un delicioso tema de la simpar Norah Jones. Recuerden: no se fíen de nada ni de nadie. Las apariencias engañan. Y no dejen de intentar ser felices. Eso nunca jamás.



2 comentarios:

  1. Sorprendente y apabullante. Una pregunta. Si la compra de Alcalá 45 permitió usar el superávit para fines distintos al de pagar anticipadamente la deuda, ¿por qué no se hizo algo así en los años siguientes?

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    1. Los años siguientes ya no estaba Sánchez Mato al frente de Hacienda. Mediado 2017 Carmena lo sustituyó por alguien menos extremista. Y todo el mundo le había regañado al Ayuntamiento por la compra de Alcalá 45, cosa que no entiendo. Cuando los media se ponen de acuerdo en declarar algo como dogma, no hay quien pueda con ello. Así que el superávit de los años 2017 y 2018, se empleó para hacer pagos anticipados de la deuda.

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