lunes, 4 de febrero de 2019

807. Why can't we live together

Empezaré diciendo: ¡¡EUREKA!! Mi truco ha funcionado. Nada más publicar mi último post, el profesor Alain Sinou ha reaparecido desde la nada y, como el espía que surgió del frío, me ha vuelto a escribir renovando la invitación a dar una charla en su máster en París. Me está llevando un tiempo encajar el asunto, porque este señor me ha dicho que, en su estructura, tiene reservados los viernes para estas intervenciones externas y que eligiera uno de marzo. A partir de esa propuesta he pensado viajar un jueves por la noche, dar mi clase y quedarme por París y/o Lille toda la semana siguiente. Sobre esa premisa, consulté con mis hijos y me dijeron que las tres primeras semanas, fatal, el uno se va a Londres, el otro se va a Brasil. Consulté luego con mi jefa y me dijo que las dos últimas semanas, fatal, el 15 de marzo entregan los proyectos de Reinventing y desde esa fecha hasta la Semana Santa es un momento horrible para que me vaya. 

Cuando me fui a Chile tres semanas también era un momento muy inoportuno en el trabajo, pero se daba la circunstancia de que yo tenía los billetes de avión pagados y los hoteles reservados desde marzo. Esta vez no quería que me pasara lo mismo, no sea que mis colegas piensen que soy un jeta que siempre desaparece cuando hay más trabajo. Así que le escribí a Sinou proponiéndole el último viernes de febrero. ¡Bingo! Puede ser. Mis hijos estarán la semana siguiente. Lucas tiene un importante examen del doctorado el día 28, pero yo planeo llegar a Lille esa noche para celebrar juntos lo bien que le va a salir. La única pega es que las fechas están ya muy encima y no voy a tener demasiado tiempo para preparar mi charla. Pero ya saben que estas cosas me gustan como a un niño una chocolatina. He hablado en universidades y congresos en Colombo, París, Bruselas, Amberes, Pereira (Colombia), Querétaro, Nueva York, Leipzig, Dresde, Erfurt, Londres, San Petersburgo, Marsella, además de participar en los workshops de Portland y Chicago y algún otro sarao que seguro que se me olvida. Puede decirse que soy un experienced lecturer, con una amplia trayectoria como keynote speaker y eventual visitor (por decir todas las cosas que voy siendo).

Pero volvamos al título del post. Sade Adu es una cantante de padre nigeriano y madre inglesa que triunfó en los 80 con un estilo caracterizado por la perfección vocal, la precisión de los acompañamientos y el embrujo de una mujer con la elegancia natural de una Audrey Hepburn y encima con el toque mestizo. Ahora está medio retirada, pero aun sigue cantando por ahí de vez en cuando, aunque ya está mayor y no saca nuevas canciones. En 1984 publicó un precioso tema que se titula como este post. Era un llamamiento a la hermandad de los pueblos, contra el racismo y la guerra. La letra es bien sencilla: dime por qué, dime por qué, dime por qué, no podemos vivir juntos. No importa, no importa, no importa el color, tú sigues siendo mi hermano. No más guerras en el mundo. Queremos vivir en paz. Si todos quieren vivir juntos, por qué no podemos vivir juntos. Escuchen cómo lo interpretaba con su banda en el festival de jazz de Montreux, 1984. Verán qué calidad de sonido, qué bonita y larga introducción y qué belleza de chica cantando con su voz de mezzo y moviéndose lo justo, con esa sensualidad contenida que nos volvía locos a todos. Merece la pena que se lo pongan en pantalla grande, suban el volumen lo que puedan y lo escuchen y vean con atención.


Guapísima. Por cierto, Sade se enamoró años más tarde de un españolito que era ingeniero, o abogado, qué sé yo, algo en todo caso sin ninguna relación con el show biz, se casó con él y se vino a vivir a Madrid. Estuvo unos años viviendo en el barrio de Los Jerónimos, donde era vecina de un amigo mío, que se la encontraba en la panadería y en el ultramarinos (aún no habían llegado los chinos). Y mi amigo, que como yo y todos, estaba enamorado de la chica, no se explicaba qué tenía aquel maridito tan aseado, que no tuviera él. Aunque este sentimiento, con perdón, nadie lo ha expresado con tanta intensidad y precisión como el ínclito Perales. Ya saben: ¿Y cómo es él? ¿A qué dedica el tiempo libre? 

Pero yo no quería hablarles hoy de Sade, sino del mensaje de esta canción. Está bien claro que somos diferentes, que somos blancos y negros, elegantes y bastos, ricos y pobres, gays y heteros y tantas otras divisiones. Pero, ¿por qué no podemos llevarnos bien? ¿Y respetarnos cada uno en sus peculiaridades? Esas duplas que les he citado a boleo, son importantes, mucho más que las derivadas del lugar de nacimiento. Joder, si yo considero a Paco Couto como un hermano, siendo como es, de Vigo y del Celta, por qué escuchar los cantos de los que quieren dividir el mundo, reforzar las fronteras y empezar a retarse como gallitos de pelea. Me refiero por supuesto a Trump, Putin, Le Pene, Salvini, Duterte o el líder de Vox. Y por supuesto, Puigdemont.

A las puertas del gran proceso al prusés, me parece oportuno lanzar una llamada a la concordia. Personajes como Puch Dem-un y Kim Jong-torra estarían encantados de que esta fuera la ocasión para una nueva pendencia, para que unos le falten a los otros y los otros a los unos y todo ello redunde en una brecha mayor entre los bandos. No tengo ninguna duda de que van a hacer lo que puedan para que esto suceda. Porque su causa se revitaliza y se rearma de victimismo cada vez que hay un episodio violento, como el de las votaciones del 1-O. Son como esos personajes que salen de su casa por la mañana buscando que alguien les falte o haga una cosa mal hecha delante de ellos, para ofenderse aun más de lo que están y concluir que el mundo es una mierda. Yo creo que hay que trabajar mucho para reducir esa brecha y aplaudiré cualquier iniciativa en ese sentido. Y no soy el primero en lanzar un llamamiento por la concordia. Hoy les voy a poner deberes. En primer lugar, les pido que lean el espléndido artículo de Jaume Reixach, que pueden consultar AQUÍ.

Qué quieren que les diga, a mí me parece extraordinario todo lo que escribe este señor, que observa la realidad desde dentro de Cataluña y bajo una óptica catalanista innegociable: él quiere lo mejor para su tierra y sus gentes y defiende, como cualquiera con dos dedos de frente, que, en este momento, lo mejor para su tierra es seguir estando dentro de España. Y coincido también en su interpretación rigurosamente histórica: todo esto surge del gran cabreo de Pujol padre por el hecho de que imputaran en un caso de corrupción a su hijo Oriol, a quien estaba preparando para ser su hereu (porque Mas era sólo un sustituto provisional, hasta que el nen pudiera volar por sí solo). No me extraña que Reixach haga ese llamamiento ahora. Pero sorprende que lleguen otros mensajes en la misma sintonía, como el de Xavier Vidal Foch, el hermano mayor de Ignacio, cuyo discurso me suele gustar más que el de su más famoso pariente, tal vez por la coincidencia de edad. Pueden leerlo AQUÍ.

Respecto al juicio en sí, no es mi intención comentar mucho algo que está sub judice, pero hay una cuestión clave. Yo creo que la sedición es clara, con premeditación y alevosía. La malversación es una cuestión derivada. El quid está en si hubo o no rebelión. Para que una actuación como la de los procesados adquiera la categoría de rebelión, ha de comportar violencia, salida a la calle con armas a tomar las instituciones y eso no se produjo. Es más, toda Europa pudo ver como los que querían votar agredían a cabezazos las porras de los antidisturbios que envió para allá el señor Rajoy. El empecinamiento de los jueces por convertir en rebelión, lo que más parece sedición (a mi modesto parecer), es la causa de que al señor Puigdemont no lo extraditaran a España desde Alemania, sino que lo pusieran en libertad. No estoy seguro de que los jueces hayan aprendido del varapalo. Puede defenderse que hubo rebelión, por supuesto, pero, si no es algo claro y meridiano sino al contrario, por qué no quedarnos sólo en la sedición, que sí que parece demostrada, e incluso admitida por los propios acusados. Por Dios: qué rebelión, ni qué niño muerto.

En fin. El circo mediático que viene, con las sesiones retransmitidas en directo, va a superar en pesadez a lo del pobre niño muerto del pozo. Prometo no hablarles demasiado del asunto, para que ante la avalancha de información coñazo, encuentren en este blog un refugio en el que se hable de Thelonious Monk, de Sade y de Sheryl Crow. Y de Cortázar y de José Ovejero y de Eduardo Mendoza. Y de mis aventuras en París. Pero el lema de la canción que les he traído hoy a este foro podría también aplicarse a la guerra interna de Podemos, de la que sí les voy a hablar largo y tendido (hoy no; MAAAAÑANA), porque esta sí que me afecta a mí como madrileño de adopción. Respecto a esto, les pongo unos últimos deberes. Es un artículo que pretende demostrar que en la pugna entre Iglesias y Errejón no hay sólo personalismos y choque de egos, sino dos propuestas político-ideológicas diferentes. Pueden consultarlo AQUÍ.

Me parece que lo que se dice aquí es verdad. Las diferencias de fondo entre los dos gallos de Podemos les han llevado a dos ópticas diferentes sobre tres temas clave. El primero fue el apoyo al acuerdo Sánchez-Rivera, que se vino abajo por la cabezonería de Iglesias de no abstenerse y apostarlo todo al sorpasso. El segundo, el prusés, que a Iglesias le mola y a Errejón no; de hecho, Errejón quiso incorporar la bandera española a sus mítines y el otro no le dejó. Y el tercero, el apoyo al gobierno en precario de Sanchez, al que Errejón querría cuidar con mimo, para que no se lo lleve por delante la ciclogénesis expansiva de la derecha, y al que Iglesias no para de pinchar y dar el coñazo. Pero, dando todo esto por bueno, yo tengo claro que también hay un componente de personalismo y una lucha de egos innegable.

Para evitar que estas cosas se carguen un invento como el que fue Podemos, hay que saber colaborar lealmente. El trabajo colaborativo supone, como ya les he dicho, aprender a sugerir sin imponer y aprender también a admitir las sugerencias del otro sin mosquearse. Ese es el secreto. Lo contrario estuvo en el origen de la separación de los Beatles y tantos otros grupos musicales, políticos o simplemente de amigos. En el momento de su mayor éxito, dos monstruos del rock como Eric Clapton y Steve Winwood unieron sus esfuerzos en un proyecto común que se llamó Blind Faith. Sólo publicaron un disco, antes de acabar a bofetadas. Después se ha visto que Clapton era capaz de colaborar con muchos otros músicos.

¿El problema era entonces Winwood? Pues el gran Carlos Santana, el hombre de Tijuana, que sabe mucho de trabajo colaborativo, no parece pensar así. Por eso invitó a Winwood a que se sumara a su grupo, para tocar y cantar una canción. Y, como verán, un tipo como él, capaz de ser dominante enhebrando unos punteos de guitarra maravillosos y eternos, sabe esta vez trabajar en equipo, quedarse en un segundo plano, y hasta dedicarse a apoyar tocando diversos instrumentos de percusión. Es la forma de conseguir un resultado colaborativo. Winwood, uno de los mejores organistas de la historia del rock, canta con su habitual cara de pez recién salido del agua y se sale en su papel protagonista, comiéndose literalmente a los demás músicos, Santana incluido. ¿Y cuál fue la canción que interpretaron? Pues han acertado: el viejo tema de Sade, del que hemos hablado arriba. Disfruten de él. Y, por supuesto, sean felices.

  

2 comentarios:

  1. Tema perfecto de Sade Adu. Intro en tono menor de bajo, entrada del teclado en el 0:26 alternando con tono mayor. Finaliza la intro en 1:12 con el acorde tonal mayor de guitarra y comienza a sincoparse el ritmo hasta la entrada de la voz en 1:52. Vuelta al acorde mayor tonal y middle eight instrumental. Acompañamiento de percusión latina muy resultona siempre.
    Excepcional y poco prolífica intérprete y compositora que siempre admiré. Es usted un sabio.
    Abrazo fuerte brother.

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    1. Querido amigo: usted sí que es un sabio. Sus especificaciones musicales me han llevado a investigar algo más sobre esta señora estupenda y eso me ha generado el siguiente post.
      Muchas gracias, sus acotaciones son siempre oportunas y bien recibidas. Abrazos apretados. Y a ver si sube el Dépor.

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