domingo, 24 de abril de 2016

498. Un (pequeñito) tributo a Prince

Joder, esto es una auténtica liquidación, no hacen más que morirse artistas a los que apreciaba, todos los días se muere alguien y nos vamos quedando sin referencias. En el caso de Prince, ese tipo de 1,57 de alto que revolucionó la música desde la casa-estudio de grabación que se construyó en las afueras de Minneapolis, con su color púrpura emblemático, se ha escrito mucho estos días, así que yo me voy a limitar a contar dos mínimas anécdotas, que me vienen a la cabeza, en el momento de su prematura muerte, a los 57 años, además de un vídeo que creo que da la medida de la talla artística de este ilustre músico. Un tipo que siempre andaba medio peleado con la industria discográfica, hasta el punto de que hubo de publicar unos cuantos discos bajo el acrónimo (cómo nos gustan por aquí los acrónimos) AFKAP (Artist Former Known As Prince).

La primera, es que lo vi en directo, en la Plaza de Toros de Las Ventas, no he podido fijar en qué año, he buscado por el Google y no encuentro ninguna referencia de esa visita, pero yo estoy seguro de que lo vi y, además desde bastante cerca, en la arena mojada de la plaza de toros. Recuerdo que era verano. Recuerdo que en un lado del escenario había una bailarina guapísima de origen español, que luego supe que era su esposa, que seguía su música, e improvisaba con él algunos pasos de baile (era de su misma altura). Recuerdo también que me encontré entre el público a una compañera de trabajo que se llamaba Ana Ramos y a la que le he perdido la pista. Recuerdo que ambos nos sorprendimos de saber que compartíamos el mismo ídolo. Yo no puedo haberme inventado todo eso. Lo que pasa es que mis recuerdos se difuminan también en medio de la niebla púrpura…

La otra anécdota, tampoco puedo fijarla en el tiempo. En varios períodos de mi vida he tenido amigos ingleses o americanos, con los que quedaba para practicar conversación, a cambio de pagarles las cervezas y poco más. En algún momento tuve uno bastante efímero, que se volvió muy pronto a su tierra y me dejó tirado. Era un estudiante, más joven que yo de edad, pero más viejo de mentalidad. Un día le pregunté de dónde era. Me contestó: –de Minneapolis. ¡Hombre! –exclamé– ¡La tierra de Prince! Me miró con un rostro escandalizado, ofendido, incrédulo: –¡Por favor! Querrás decir la tierra de Bob Dylan… Es un simple detalle, dejando de lado el dato de que el viejo Bob no es del mismo Minneapolis, sino de cerca. Una muestra de que Prince es alguien que representa a una generación musical muy posterior. Es como si a un forofo de Bach le mientas a Stravinsky.

Para el vídeo tengo que ponerles en antecedentes. La Fundación Rock & Roll Hall of Fame fue creada en Nueva York en 1983 por algunos magnates de la industria del disco, con la intención de preservar el legado de esta cultura musical que revolucionó el mundo. Desde entonces, cada año incorporan a cuatro o cinco figuras del rock a su colección y hacen un concierto con ellos, al estilo de la ceremonia de los Oscar. Desde 1998 tienen un museo en Cleveland (Ohio), un moderno edificio ideado en el estudio de Pei&Cobb, los autores de la torre más al norte de las cuatro del Real Madrid. Los conciertos anuales, sin embargo, se siguen celebrando en New York, los primeros en el auditorio del Waldorf Astoria, los más recientes en el Madison Square Garden y otros lugares gigantescos.

Prince fue incorporado al R&R Halle of Fame en 2004. Ese año se incluyó también a George Harrison, el beatle discreto y misterioso, que ya estaba bajo los auspicios de la Fundación como parte del mítico grupo, pero no en solitario. Harrison había muerto de cáncer tres años antes y sus amigos quisieron aprovechar la ocasión para rendirle un homenaje en el concierto correspondiente. Al frente de la iniciativa, Tom Petty, con su melena rubia y Jeff Lynne, el barbado jefe de la Electric Light Orchestra. Ambos habían formado con Harrison, Bob Dylan y otros un grupo de súper estrellas que se llamó The Traveling Wilburys. Ellos dos llevan la voz cantante, para interpretar While my guitar gently weeps... (Mientras mi guitarra solloza), tal vez la mejor composición de George Harrison y una de las canciones más hermosas de todos los tiempos. Al lado de Petty pueden ver al hijo de Harrison, que es igual que su padre y se apunta a todos los homenajes que se le hacen.

Si se fijan bien en el organista que se esfuerza sobre su teclado en la parte trasera del escenario, tal vez reconozcan al gran Steve Winwood, el líder del Spencer Davies Group, Traffic y otros grupos. Todos ellos llevan el peso de la canción hasta la mitad, poco más o menos. Pero tienen una sorpresa reservada. A la derecha del todo, en la sombra, hay un tipo pequeño, a pesar de los tacones y el sombrerito rojo que gasta. Se mantiene en un discreto segundo plano, hasta que el hijo de Harrison le da la entrada con una sonrisa. Entonces se apodera de la escena y ya no pierde su protagonismo hasta el final. Prince era, además de otras muchas cosas, un guitarrista prodigioso y un showman de primera. Hoy nuestras guitarras lloran por él. Pónganlo en pantalla grande, suban el volumen y disfruten de este momento único. Y que tengan una buena semana.



3 comentarios:

  1. Pues sí Emilio. Prince actuó en la plaza de toros de Las Ventas el sábado 21 de Agosto a las 22,30 H. Precio 4000 ptas. (I.V.A. incl.) - lo estoy leyendo en la entrada.

    Era el año 1993.

    Pero resulta que también había actuado en el Estadio Vicente Calderón en el año 90 (22 de Julio). También 4000 pelas.

    Un mitómano como yo tiene algunas entradas, no todas claro, yo no soy un coleccionista, sencillamente guardo cosas. Creo que eso se llama Diógenes.

    Pero la entrada que más valoro de las que tengo es una de un concierto al que no fui. El motivo: Arias Navarro lo prohibió a raiz de la movida que se montó en el de Lou Reed y que tú brillantemente has contado. El concierto que no se celebró fu el de Bob Marley. Preferí no recuperar el dinero para quedarme con la entrada.

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  2. Me he dado cuenta que la historieta de la entrada de Bob Marley ya te la había contado. Me lo parecía así que busqué en el archivo de tu blog y encontré el comentario. Sorry. No sé si me repito porque mi repertorio es muy corto, porque el riego me llega mal al cerebro o porque ya estoy en plan abuelo cebolleta contando siempre las mismas batallitas. Lo siento. Por otra parte, por las fechas no sé si la prohibición fue de Arias Navarro o de otro. Mi cerebro liga la palabra prohibición con el personaje. Algún motivo tendré, en este caso distinto del riego cerebral. Un abrazo.

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    1. Querido Paco, en cuanto a tu primer comentario, mil gracias por tu precisa información. Gracias a tu memoria y mitomanía "diogénica" he podido comprobar que mis nebulosos recuerdos no me engañan, a pesar de la niebla púrpura (por cierto Purple Haze es una canción de Jimmy Hendrix; la que era de Prince era Purple Rain).
      Lo de la prohibición del concierto de Bob Marley ya lo habías comentado, efectivamente, pero tienes mi venia para volverlo a citar cuantas veces quieras. En este blog, el que más se repite soy yo. Según lo que yo recuerdo, fue la Delegación del Gobierno en Madrid, la que prohibió ese concierto, cuya fecha era 1980, tiempo en que a Arias ya lo había cesado el Rey (¿debería decir el ciudadano Borbón, para seguir la moda?)
      Por otro lado, Arias pasará a la historia como el Ministro del Interior que no se enteró de la que se estaba preparando contra Carrero Blanco, tras lo que vio premiada su ineficacia con la Jefatura de Gobierno. No es un caso único. Hafed el Assad era el Ministro del Aire durante la guerra de los Seis Días, en la que Israel destruyó TODOS los aviones sirios. Tras esa derrota ominosa, fue promovido a presidente, lo que le permitió, años más tarde, matar a más de 40.000 personas en pocos días, al sofocar las revueltas de Hama.

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