martes, 12 de abril de 2016

493. Cabos sueltos

Bueno, ya tengo bastante agotados los nombres de posts en los que se entremezclan temas sin aparente relación entre ellos, como un totum revolutum (al mismo tiempo tengo la sensación de que siempre escribo sobre lo mismo): miscelánea, encurtidos y variantes, objetos perdidos, una vida de locos y hasta uno que se llamó “Titúlenlo como quieran”. Aunque, bien pensado, aun me faltan macedonia, gazpacho, revuelto de ajetes con gambas y algunos otros símiles gastronómicos. Hoy voy a darle carrete a algunos temas que se han suscitado en las entradas más recientes y que tienen un cierto desarrollo, porque muchos de mis seguidores tienen la mala costumbre de hacerme sus comentarios en persona o por teléfono. A mucha gente le cuesta redactar un comentario y subirlo al blog: con esto del guasap, cada vez se escribe menos y peor.

Empezaré aclarando que, cuando el domingo me referí a Mario Conde, no tenía ni puta idea (lo juro) de que estaban a punto de detenerlo. Ya saben que, una de las cosas de las que me gusta presumir en el blog, es de adelantarme a noticias y temas que luego se convierten en trending topics. Un ejemplo. Seguro que a todos ustedes les suena ahora el campo de refugiados de Idomeni, donde se hacinan los refugiados sirios que intentan pasar de Grecia a Macedonia. No creo, sin embargo que lo conocieran cuando yo lo cité por primera vez en el Post #420, publicado en el pasado mes de agosto. Saco pecho cuando suceden cosas como ésta, pero esta vez he de reconocer que lo de Mario Conde es una casualidad. Es más, estuve a punto de dejar el post sin acabar, para subirlo tranquilamente el lunes por la mañana, lo que me hubiera fastidiado la primicia.

La tragedia de los sirios, a los que se está machacando en esta Europa que cada vez se aleja más de los presupuestos éticos que establecieron De Gaulle y Adenauer, es un asunto tremendo, que no debemos olvidarla ni por un instante. Es un comportamiento indigno, denigrante, horroroso. Mi reciente Post #484 “Cinco años de dolor en Siria” es el que menos entradas ha registrado entre los últimos publicados. Es como si ya nadie quisiera oír hablar de este espinoso asunto. Pero yo seguiré dando la coña y por eso les pongo aquí un reciente vídeo al respecto producido y publicado por la sección canadiense de Amnistía Internacional. 


Volviendo a Mario Conde, yo tenía claro que este señor no había devuelto lo birlado (cómo me gusta esta palabra), y me sorprende que lo hayan pillado ahora; tal vez se ha descuidado y ha pensado que ya no lo estaban vigilando después de tanto tiempo. En mi texto, yo lo equiparaba con Roldán, y me comenta mi compañera África que, respecto a este señor, estoy completamente equivocado, que todo lo que se llevó fuera de España, a su vez se lo birló Francisco Paesa, su testaferro (cómo me disgusta esta palabra), quien por cierto, años después, publicó una esquela de su propia muerte, completamente falsa, como demuestra el hecho de que, tiempo después, dio de alta una sociedad offshore en Panamá, según los papeles ahora revelados. Resultado: el bueno de Roldán malvive en Zaragoza, prácticamente de la caridad y las ayudas de algunos de sus amigos.

Otro tema que me han comentado por fuera. A algunos les ha hecho mucha gracia que ya no vuelva a nombrar al presidente y me refiera a él como ese señor del que ustedes me hablan. Piensan que estoy retrucando su forma de referirse a Bárcenas, Rato y otros, a partir del momento en que van cayendo en desgracia y que esa es mi forma de expresar que para mí este señor ya no es nadie. Es eso, obviamente, pero también más cosas. Porque creo que el presidente está tan enmierdado en la corrupción como esos otros a los que ni siquiera se refiere por su nombre. Lo que nos lleva al mundo de los deportistas: ahora nadie quiere a Sharapova, hasta sus patrocinadores le han rescindido sus contratos. Y sus compañeros tenistas (en mi opinión, todos ellos hasta las cejas de productos que mejoran su rendimiento), reniegan sistemáticamente de ella, como se hizo con Ben Johnson y otros. Llamando al presidente de la forma en que lo hago, me estoy anticipando al momento en que él será también un apestado, algo que llegará antes o después.

Por otro lado, ese recurso mío no es original. Se ha utilizado mucho, por ejemplo, en la literatura. Cortázar, en El Libro de Manuel, su última novela verdadera, incluye un personaje al que se refiere como el que te dije, así con cursivas y todo. Personaje que interviene todo el tiempo en la acción: “Joder, dijo el que te dije, poniendo cara de disgusto”. Eloy Tizón, en uno de los relatos de Técnicas de Iluminación que acabo de leer, cuenta los problemas de pareja de un hombre que habla en primera persona, donde cada poco se interfiere esa otra persona que no nos interesa, de quien no se revela su identidad, aunque uno puede imaginar que se trata de un antiguo novio o amante de su mujer. También en la vida real se usa este recurso para referirse a alguien a quien no se quiere nombrar. La familia al completo de una amiga mía a la que abandonó su marido, se refieren a él todo el tiempo como el susodicho: ayer me crucé en la calle con el susodicho y, por supuesto, no lo saludé.

Cambiemos otra vez de tema. Han causado furor los vídeos sobre gatos de hace unos días. Lo del trilero les parece a algunos increíble. Dicen: eso tiene que estar preparado. Pues yo estoy convencido de que es cierto. Los gatos son seres muy inteligentes. Hace meses les hablé de una página en la que vendían un artilugio que enseñaba a los mininos a hacer pis y caca en el wáter, evitando la engorrosa cajita de arena. No tengo duda tampoco de que los maullidos de los gatos caseros van dirigidos a los humanos, y que seguramente tienen diferentes acentos por regiones, como sostiene la investigadora Susanne Shötz. Y estoy convencido de que, si un día esta especie invasora y depredadora de bípedos implumes que somos los seres humanos acaba con la civilización, los gatos sobrevivirán. Ya se están preparando para sustituirnos, y hasta han aprendido a usar el Ipad, como se ve en esta foto de abajo. 


Por lo demás, Ivica Djikic acaba de publicar en España un segundo libro, a la vista del éxito de Cirkus Columbia. Se llama Soñé con elefantes y lo publica la misma editorial Sajalín. Las críticas lo ponen por las nubes. Por lo visto, es una nueva radiografía del proceso de balcanización, escrito en clave de novela negra, que indaga en las mafias croatas que había en Yugoslavia y qué papel juegan en el apoyo al movimiento independentista liderado por el siniestro Franjo Tudjman (un político con muchas cosas en común con Pujol o Arzallus, que fue el primer presidente de la república secesionista). Y, por supuesto, cómo se adaptan esas redes criminales al nuevo contexto de la Croacia independiente. Añade una de las críticas que he leído, que el desarrollo de la historia destila, de forma muy sutil, una cierta añoranza por los tiempos de la gran Yugoslavia. Yo no sé si este señor está poniendo en riesgo su integridad física publicando textos como este. Este es un último cabo suelto que dejo para otro día. Me refiero a la, para mí, inevitable conexión entre nacionalismo y violencia, algo que en Cataluña presumen de no tener, pero que no tardará mucho en empezar a asomar la patita. De momento, yo me voy a comprar el nuevo libro de Djikic esta misma tarde. Sean buenos.

4 comentarios:

  1. Ese señor del que hablamos está haciendo la jugada perfecta. Si se repiten las elecciones el PP subirá lo suficiente como para poder gobernar en minoría, con apoyos puntuales de Ciudadanos, cuando lo necesite. Y mientras, la izquierda a la greña como siempre. Mejor cuéntenos cosas de literatura y de gatos. Estos políticos no se merecen ni cinco minutos de nuestra atención.

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    1. Supongo que su reflexión es correcta. Lo veremos. De todas formas, ese señor etcétera tiene una tendencia al pasotismo y la inmovilidad, que supongo le está haciendo pasar esta época en un estado próximo a la felicidad. Que el país se vea perjudicado se le da una higa.

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  2. Los bípedos implumes no tenemos remedio. Hacía tiempo que no escuchaba esa forma de llamar a los humanos. Europa era un sueño.

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    1. Era una expresión que solía usar un profesor de Ciencias Naturales muy cursi que tuve en el bachiller. Europa sigue siendo un sueño, aunque con ribetes de pesadilla.

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