sábado, 23 de enero de 2016

468. Bowie III. La persona

Cierro aquí mi trilogía de Bowie, que no quiero ponerme pesado. En el primer texto, dejé clara mi admiración por este personaje ciertamente genial. En el segundo, precisé que, desde el punto de vista musical, su prolífica época comprendida entre 1970 y 1975 es mi preferida. El otro día coloqué juntos mis vinilos recién recuperados, para hacerles una foto destinada a mis lectores más incrédulos. Aquí la tienen (faltan algunos).





La producción de Bowie posterior a 1980 no es que sea mala, es que se concreta en unos discos no tan redondos, aunque casi todos tienen alguna canción extraordinaria. Pero lo producido por este señor en esos 5 años de hiperactividad es algo pocas veces visto en un artista de rock. Y eso que sólo les he citado los álbumes de estudio. Además están los directos. Especialmente uno: David Live (1974) un doble álbum grabado en directo en un concierto en Filadelfia. Aquí les dejo un regalo: la larga, espectacular y variada versión de su tema Sweet Thing. Pueden dejarla de fondo mientras siguen leyendo.


Después de esta maravilla, no creo que les queden dudas de cuánto había crecido musicalmente este señor, que tenía en el momento de ese concierto, 27 años. Hay que decir que el directo era la especialidad de Bowie. En los conciertos se vaciaba y reflejaba su perfeccionismo, arropándose con unos músicos muy buenos a los que dejaba que se lucieran, como hemos escuchado en el tema anterior. También era el escenario más apropiado para sus temas más dramáticos, esos que te encogían el corazón. En este sentido hay uno especialmente emotivo: Rock’n’roll suicide, la canción que cerraba el disco sobre el ascenso y caída de Ziggie Stardust. Es un poema en segunda persona del singular. Bowie se dirige a un joven a punto de suicidarse, le hace ver que lo entiende, que tiene razón, que comprende cómo se siente pero, al final, encuentra cómo ayudarle y termina con unos gritos sobrecogedores: YOU’RE NOT ALONE. GIVE ME YOUR HANDS. YOU’RE WONDERFUL (no estás solo, dame la mano, eres maravilloso). Bowie solía interpretar esta canción en todos sus conciertos. Aquí tienen la versión en Tokyo-1990. Con 47 años (por cierto, ya se había arreglado la dentadura).

  
Tan guapo como siempre. Y tan solidario. Porque Bowie fue toda su vida un tipo de barrio. Y los de barrio son (somos) muy de ayudar. Esto me lleva al debate suscitado en los comentarios al Bowie I: ¿era David tan buena persona como yo sostengo? Bueno, un santo supongo que no sería (sólo Bruce Springsteen lo es). El asunto de la bondad se mide, para mí, con dos indicadores: cómo tratas a tu familia, y cómo tratas a los demás. Y creo que el decisivo es el segundo. Me explico. A su familia (casi) todo el mundo la quiere. Yo tengo conocidos que son unos auténticos fachas, insolidarios, racistas, sexistas, abusones y todo lo que se quieran imaginar. Pues no vean con que cariño tratan a sus hijos y a sus familias en general. Todo el mundo trata a los suyos con cariño y delicadeza. Pero eso no es suficiente. También hay que ser bueno con los demás: los amigos, los colegas, los jefes, los subordinados, los clientes, los conocidos. Hasta con los extraños. En el caso de Bowie, dejaremos para el final el tema familiar y nos centraremos en este aspecto.

A partir de su eclosión a comienzos de los 70, Bowie se convierte en una máquina de hacer dinero. Todo lo que toca, se convierte en oro. Pero él sigue pensando en los demás, apoyando cualquier iniciativa sindical o solidaria del gremio de los músicos y ayudando individualmente a muchos. Algo que se ha llegado a saber por ellos, David nunca presumía o hacía alarde de estas ayudas. Veamos algunos ejemplos. Mott the Hopple era una banda británica de provincias, creada en 1969, que había empezado haciendo rhythm’blues, había pillado un contrato discográfico, luego había pasado a una versión más blandita, de éxito nulo, y finalmente intentaban hacer una especie de música ecléctica. Seamos sinceros: eran malos de cojones. En 1972, su discográfica literalmente los despidió y se llevaron un disgusto tremendo. Se vinieron abajo y hasta pensaron dejar la música. Pero ahí estaba nuestro amigo.

A Bowie le gustaban (hay que joderse). Bowie estaba en la cresta de la ola y le sobraban composiciones. Así que ofreció cederles Suffragette City, un rock poderoso, que luego integraría en su disco de Ziggy Stardust. Pero el líder del grupo, Ian Hunter, estaba muy deprimido y dijo que no se veía con fuerzas para cantar una canción tan potente y acelerada. Entonces, Bowie fue a la casa de Hunter, en Regent Street, y se encerró con él a componer. Unas horas después tenían una canción que se llamó All the Young Dudes. Bowie produjo el nuevo disco del grupo, los disfrazó y peinó un poco en su propia línea y salió al mercado. El disco no sólo fue un éxito de ventas, sino que la canción se convirtió en el himno del Glam Rock, lo que todos los gays bailaban en sus fiestas. Y con un verso histórico: para qué queremos TV si tenemos a T-Rex. Años después, el propio Bowie la grabó, acompañado de Lou Reed y parte del grupo Mott the Hopple, con el resultado que tienen abajo. Por cierto, el grupo sigue todavía dando conciertos.


Hemos hablado de Lou Reed. Bowie produjo también su mejor disco de todos los tiempos: Transformer. No sólo eso, sino que en la presentación en Inglaterra, proclamó con toda seriedad que él era un simple discípulo de Reed, que el que realmente era un genio era su amigo, al que había conocido en Nueva York. Además se ocupó de todo el sonido, contrató a los músicos de apoyo, participó en los coros y se implicó en el diseño de portada y la difusión del disco. Fue Bowie el que puso en el mercado a Lou Reed, hasta entonces un semidesconocido que acababa de disolver su banda, la Velvet Underground. Lo que pasa es que Reed no siguió por esa senda, porque él no quería ser una superstar. Reed era un hombre complejo, huraño, que se sentía sobre todo un escritor que tocaba la guitarra por hobby. Este disco contiene temas como Perfect Day, o el sensacional Walk on the Wild Side. Y otras pequeñas joyas como ésta que les traigo. Escúchenla con atención a ver si identifican la voz que hace esos coritos: bon, bon, bon... 


Con la frenética actividad que llevaba Bowie en 1972 con su banda The Spiders of Mars, yo no puedo entender de dónde sacaba tiempo para estas otras actividades. En 1972, San Bruce Springsteen era un auténtico desconocido, aunque había publicado ya dos discos, que prácticamente sólo se habían vendido en su barrio de New Jersey. Pues Bowie los escuchó y supo ver algo que nadie había visto hasta entonces. Así que incorporó a sus giras dos versiones de canciones de esos discos. Cada vez que las cantaba lo decía: un tema de Bruce Springsteen, de New York. El Boss siempre ha mostrado públicamente su reconocimiento por este gesto y cómo esta circunstancia le sirvió de palanca para lanzar su carrera. El otro día, Springsteen, en su primer concierto tras la muerte de Bowie, tuvo unas palabras emocionadas sobre él y puso a todo el público a cantar el Rebel, Rebel.

De la calidad humana de este señor habla también el hecho de que tuviera muy buena relación con otros grandes de la música, como Mick Jagger y John Lennon. En el caso de Lennon, incluso le hizo participar en la canción Fame, de su disco Young Americans, y lo añadió en los créditos como compositor a medias con él. Lennon estaba terminando su disco Rock'n'roll y a punto de hundirse en una crisis personal y creativa que le llevaría a cinco años de silencio, separación temporal de Yoko incluida. Yo creo que Bowie lo hizo por echar una mano a alguien que se estaba hundiendo. Porque, escuchando la canción, que les pongo abajo, maldita la falta que le hacía a Bowie la ayuda de Lennon para componer eso. Este es el tipo de temas que a mí ya me empezaban a gustar bastante menos. Una sugerencia: no hace falta que la escuchen entera, es un coñazo.


En fin, nos queda contar algo sobre la vida privada de David Bowie. En los primeros setenta, todo el mundo lo identificó como homosexual y abanderado del Glam, el Glitter y el mundo del cuero y el glamour más equívoco. Cierto que él mismo fomentó esta historia, se aprovechó de ello y no lo desmintió. Por eso, sus seguidores se quedaron a cuadros cuando se descubrió que no sólo estaba casado con Angie desde 1970, sino que además tenía un hijo, Duncan, nacido en 1971. Nuestro hombre salió del aprieto con indirectas, diciendo que era bisexual. Pero está claro que lo que le volvía loco eran las mujeres y por eso a veces se vestía, peinaba y maquillaba como ellas, con las artes aprendidas en la compañía de mimo de Lindsay Kemp. Desde mediados de los 70, su imagen se fue volviendo cada vez más masculina. Poco a poco se convirtió en el Duque Blanco, un verdadero gentleman. Preguntado años después por estas historias, respondió haciendo gala de su humor más british: Yo, finalmente, era un hetero al que le costó salir de su propio armario. Por si a alguien le queda alguna duda al respecto, aquí tienen una muestra de su nuevo rol: China Girl (1983). Caprichos del Youtube: para escucharla han de pinchar AQUÍ.

Angie es un personaje al que no puedo evitar tenerle bastante manía. Era una groupie a la que le gustaba la vida frenética y que se proclamaba promiscua y bisexual. Supongo que su compañía era muy divertida, en caso contrario David no habría conectado con ella. Cuando Bowie decidió cortar con esa vida que le había convertido en un adicto a la cocaina y recluirse en Berlín junto al muro, su relación con su mujer estaba prácticamente rota. Su matrimonio había durado formalmente ocho años. Angie ha seguido desde entonces viviendo de su nombre y del dinero que le sacó a su ex. Es lo que se llama una it-girl, para entendernos, alguien que nunca ha hecho nada y, sin embargo, está todo el rato en la telebasura. Y con el nombre de Angie Bowie. ¡Oiggg, soy Angie Bowie, oyes! Salvando las distancias, algo así como Belen Esteban. Encima se inventó el rollo de que la canción de los Stones estaba dedicada a ella, algo que Mick Jagger se ha aburrido de desmentir. En realidad, habría que decir que es una it-lady, porque la doña tiene ya 66 años. Cuando David murió, esta señora estaba encerrada en la casa de Gran Hermano VIPS, versión británica. Le dieron la noticia y le ofrecieron retirarse. Su respuesta: nada, nada, yo sigo. Un detalle definitivo y definitorio.

David Bowie se quedó con su hijo de 7 años y jamás se desentendió de él. Le llevó a los mejores colegios y, sobre todo, estaba con él. Cuando no se iba de gira, le obligaba a leer dos horas cada día y poco a poco le introdujo en el mundo de la ciencia ficción. Duncan Jones es hoy un director reputado que hace un cine de ciencia ficción bastante valorado. En la foto que les pongo ven que tiene un aire muy normal. Ser hijo de alguien tan especial y famoso como Bowie no es fácil (que se lo pregunten, por ejemplo a los hijos de Lola Flores y otros). Duncan ha buscado siempre un cierto anonimato, para saber exactamente quién es. Tras acabar el bachiller se fue a una universidad de Ohio, en donde nadie sabía quién era su padre y donde se graduó en Filosofía. No se habla con su madre. Y sin embargo siempre ha estado muy unido a su padre. Cada vez que estrenaba una película y recibía el aplauso de la crítica, su padre era el primero en felicitarle vía Twitter. Y fue él quien se encargó de dar al mundo la noticia de su muerte. 

En 1991, David Bowie conoció a la modelo de origen somalí Iman. Alguien se la presentó en una fiesta en New York. Y sobrevino el flechazo. Él ha contado que esa primera noche ya estuvieron pensando en que nombres pondrían a los hijos que iban a tener. Se casaron, se instalaron allí y formaron una familia que ha durado más de veinte años hasta su muerte. Finalmente tuvieron sólo una hija, Alexandria, de 15 años. Bowie siguió dando conciertos hasta 2004. Ese año tuvo un ataque al corazón y se retiró de los escenarios, aunque siguió sacando discos esporádicos muy dignos, mejores que los de la época intermedia. El final supongo que ya lo saben, ha salido en la prensa. Cuando supo hace año y medio que padecía un cáncer de hígado irreversible, puso sus asuntos en orden e hizo un viaje a Inglaterra para enseñarle a sus dos mujeres los barrios de la periferia de Londres en los que había nacido y crecido.

Al regreso, se puso a trabajar. Lo que más le gustaba. Escribió un musical que llamó Lazarus, que se ha estrenado en Broadway con el éxito que se imaginan, y sacó un último disco con las canciones de la obra. Estuvo encima de los ensayos, aunque tenía que sentarse frecuentemente, debido a la quimioterapia y a su deterioro progresivo. Y dejó un vídeo sobrecogedor, que es su testamento artístico y que vio la luz unos días antes de su muerte. Se lo dejo de propina. Hay que tener mucha clase y mucha entereza para hacer algo así. Cuando se publicó, nadie entendió su mensaje. Ahora todo el mundo se las da de listillo, haciendo como si supiera desde siempre que en la antigua Grecia se enterraba a los muertos con unas monedas sobre los ojos, para pagar al barquero Caronte que les atravesaba la laguna Estigia en dirección a las puertas de Hades, que daban acceso a la Eternidad. Siguiendo sus instrucciones, sus restos fueron incinerados en la más estricta intimidad. El portavoz de la familia publicó un comunicado en el que pide respeto a su dolor, agradece todos los actos y conciertos de homenaje que se quieran organizar y deja claro que ninguno de ellos estará patrocinado por el entorno familiar. Descanse, pues, en paz.

P.D. Otra vez me machaca el Youtube. Gracias a un comentarista he averiguado que lo que salía en el vídeo final que les había puesto era una serie de fotos sobre la música ambiental de la obra Lazarus. Para ver el video han de pinchar AQUÍ

10 comentarios:

  1. Excelente y emocionante trilogía. Al final, puede que usted consiga que acabe por escuchar la discografía completa (o casi) de Bowie. Siempre lo consideré un personaje muy importante e influyente dentro de la música pero, para qué engañarnos, no es de mi gusto (salvo excepciones), cosa muy rara porque solemos coincidir en estos temas.
    Apertas querido amigo y a cuidarse que ya no somos chavales...

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    1. Gracias amigo. Si me admites una recomendación, yo me haría con el David Live (1974). Y lo escucharía con atención. Si, después de eso, descubres que te gusta, tal vez añadiría algún otro, sobre todo, Diamond Dogs y Ziggie Stardust. Desde Heroes en adelante, cuidado. Hay algún que otro bodrio importante. Y, tal vez alguno de grandes éxitos. Pero, no sé por qué, intuyo que el David Live te va a gustar.
      Gran aperta, amigo.

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  2. Amigo, me parece que el video último no es el que quiere usted que veamos (el que se publicó en la prensa, en el que Bowie canta una letra tremenda, como desde el paraiso. Si no es así, disculpe.

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    1. Gracias por la ayuda, espero haberlo corregido, son las cosas del mundo virtual. El enanito que controla estas cosas desde dentro del ordenador es bastante travieso.
      Un abrazo.

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  3. Dos cuestiones. Bowie tuvo una trayectoria sólida como actor de cine, de la que no dice usted nada. Otra: ¿No ha pensado que Bowie utilizara a Lennon para prestigiar aun más su disco, y no al contrario? Por lo demás, excelente serie. Todo un personaje,

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    1. Tiene razón, lo que pasa es que no quería estirar más estos textos. Bowie adquirió una cierta formación de actor con Lindsay kemp y actuó muchas veces en teatro (como en "El Hombre Elefante"). En el cine sus papeles no llegan a 30, algunos bastante meritorios, como el militar australiano prisionero de los japoneses de "Feliz Navidad Mr. Lawrence", el científico Tesla en "El truco final", Poncio Pilatos en "La Última Tentación de Cristo" y la estupenda recreación de su amigo Andy Warhol en el biopic sobre el pintor Basquiat, para la que estuvo meses estudiando vídeos del personaje y aprendiendo a imitar su acento y sus particulares gestos. Digamos que no era un genio de la interpretación, pero se lo curraba mucho y conseguía trabajos dignos. Que yo sepa, nunca fue nominado a los premios Razzie.
      En lo segundo, también creo que acierta. Bowie y Lennon se asociaron para conseguir un hit y consiguieron que "Fame", una canción bastante mala, llegara al número uno en América. Conociendo a ambos personajes, imagino que la iniciativa del asunto partió de Bowie. Para Lennon el dinero no fue nunca una motivación principal. Bowie, en cambio, era un financiero contrastado, que llegó a patentar su marca y cotizar en Bolsa. En su juventud vivió con una cierta estrechez, luego firmó contratos leoninos con un tipo que se llevaba una comisión importante de todas sus ventas. Litigó con él y consiguió liberar sus derechos. Y luego empezó a colocar sus ganancias con mucho sentido y buen asesoramiento. Como usted sabe, para mantener una familia holgadamente en la ciudad de Nueva York hace falta mucho dinero. Esta característica no es incompatible con su calidad artística, su capacidad de trabajo y su carácter generoso (Bowie era todas esas cosas a la vez). Se calcula que deja una fortuna en torno a los 180 millones de dólares. Realmente este hombre era un personaje muy singular, con sus contradicciones y sus particularidades.

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    2. Por añadir una corrección, ahora dicen que la fortuna de Bowie estaba en torno a los 100 millones de dólares. A saber. Lo de los 180 lo leí en alguna parte. Tampoco tiene mayor importancia. Su hijo tiene su propia carrera y su mujer e hija están también en muy buena situación.

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  4. Pues yo tengo un viejo disco de Mott the Hopple y no son tan malos como dices. Creo que exageras un poco.

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    1. La verdad es que yo no les he seguido mucho. Supongo que, tras el espaldarazo del éxito de All the Young Dudes, sacarían algunos discos decentes.

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